EL YACIMIENTO DE \"LA DEHESA\" (Alcalá de Henares, Madrid). Una aproximación al mundo funerario protocogotas

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Descripción

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© de la edición: Elena Marinas © de los textos: Elena Marinas © de las fotograf ías y de los dibujos: Elena Marinas, Javier Casado, José Antonio Macarro, Mario Torquemada y Armando González Auditores de Energía y Medio Ambiente, S.A. ISBN: 978-84-942592-6-5 Depósito Legal: M-25897-2014 Dirección de la Serie: Jorge Morín de Pablos y Jesús Carrobles Santos Diseño y Maquetación: Esperanza de Coig-O’Donnell Diseño Gráfico de la Portada: Esperanza de Coig-O’Donnell Impreso en España - Printed in Spain Ninguna parte de este libro puede ser reproducida o transmitida en cualquier forma o por cualquier medio, electrónico o mecánico, incluido fotocopias, grabación o por cualquier sistema de almacenamiento de información sin el previo permiso escrito de los autores.

El yacimiento de “La Dehesa” Una aproximación al mundo funerario Protocogotas

Elena Marinas

ÍNDICE PRÓLOGO

7

1. INTRODUCCIÓN

11

2. METODOLOGÍA

17

3. EL YACIMIENTO DE “LA DEHESA”

23

3.1. SITUACIÓN, ENTORNO Y TRABAJOS ARQUEOLÓGICOS

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3.2. LOS HOYOS

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3.3. RESTOS MATERIALES

29

3.4. ENTERRAMIENTOS

30

4. ANÁLISIS DE LOS ENTERRAMIENTOS

35

4.1. ESTUDIO ANTROPOLÓGICO

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4. 2. ESTUDIO DE LOS ENTERRAMIENTOS 5. EL MUNDO FUNERARIO PROTOCOGOTAS 5.1. ANTECEDENTES Y PARALELOS

60 73 75

5.2. CARACTERÍSTICAS DE LOS ENTERRAMIENTOS PROTOCOGOTAS

76

5.3. INTERPRETACIONES DEL RITO FUNERARIO

79

6. CONCLUSIONES: EL YACIMIENTO DE “LA DEHESA”

81

EN EL MUNDO FUNERARIO PROTOCOGOTAS 7. BIBLIOGRAFÍA

85

ANEJO 1

89

MÉTODOS ANTROPOLÓGICOS

89

A. INSTRUMENTOS DE MEDIDA

91

B. MÉTODO BUIKSTRA Y UBELAKER 1994

91

C. MÉTODO DE UBELAKER 1978

106

D. MÉTODO DE SCHAEFER, SCHEUER Y BLACK 2009

108

E. MÉTODO DE BRUZEK 2002

121

F. MÉTODO DEL WEA FEREMBACH ET AL. 1980

122

G. MÉTODO DE MURAIL ET AL. 2005

124

H. MÉTODO DE TELKKÄ ET AL. 1962

125

ANEJO 2 CATÁLOGO DE INDIVIDUOS ANEJO 3 CATÁLOGO DE CAJAS

127 127 133 133

PRÓLOGO Poder prologar un trabajo académico que ha merecido la consideración de ser publicado, siempre es grato, pero en este caso aún lo es más por la relación docente que ambos tenemos con su autora. Su interés por seguir ampliando su formación, tras la finalización de su licenciatura en Historia, tanto en el campo de la Prehistoria y el Patrimonio histórico como de la Antropología física, es ciertamente admirable, igual que su ánimo en abordar un trabajo como el que aquí nos ocupa, con muchas horas de laboratorio detrás. El tema del trabajo es sin duda atractivo. El yacimiento prehistórico de ““La Dehesa””, en Alcalá de Henares, a pesar de conocerse desde su excavación en 1993, sigue siendo hoy en día uno de los más interesantes de la Edad del Bronce de la Comunidad de Madrid. Convergen en él una valiosa información sobre el hábitat y los enterramientos de las comunidades diseminadas por el valle del Henares durante el II milenio a.C. Precisamente sobre este registro funerario, aún hoy más escaso de lo que nos gustaría en la región, trata este trabajo. La relación de nuestros antepasados con la muerte es un tema muy sugerente, tanto para especialistas como para profanos en la materia, pues junto a comportamientos reiterados suelen aparecer singularidades siempre abiertas a múltiples interpretaciones y debates. En ““La Dehesa”” hay enterramientos en posición flexionada, que son frecuentes en numerosos contextos funerarios de la Edad del Bronce, pero también alguno con postura realmente atípica. Predominan los enterramientos primarios, como suele ser usual, pero también hay enterramientos secundarios, como los dos cráneos claramente seleccionados y colocados juntos en uno de los hoyos. Los arqueólogos encargados de la excavación, J.A. Macarro y F. Silva sitúan, además, este enterramiento debajo de una vivienda proponiendo una asociación espacial, área de habitación y funeraria, hasta el momento escasamente documentada en Madrid. Igual de escasa en la región es la asociación a algún tipo de ajuar como el punzón localizado junto al enterramiento 2 del poblado alcalaíno. En definitiva, el yacimiento de ““La Dehesa””, con sólo siete enterramientos, tiene un poco de todo, y eso lo hace singular. El libro surge en origen como Trabajo Fin de Master, y como tal, con un planteamiento concreto y claro del tema que su autora ha sabido cumplir a la perfección: reunir la información funeraria obtenida en el yacimiento de ““La Dehesa””, contextualizarla y abordar el análisis antropológico de los restos encontrados de una forma sistemática pues, en el momento de la excavación, sólo se realizaron valoraciones preliminares. Con las limitaciones académicas de este tipo de trabajos es evidente que no puede esperarse en él una solución de los muchos resquicios que tiene el tema de los enterramientos de la Edad del Bronce en el interior peninsular. Se ha dado prioridad a los análisis antropológicos, si bien tampoco se elude la cuestión cultural realizando una pequeña comparativa con algunos de los yacimientos más significativos del momento. Al final, en los anejos, la autora recopila una valiosísima guía de trabajo antropológico, incluyendo algunas de las metodologías actualmente más utilizadas en este tipo de análisis. Este compendio de figuras, descripciones, tablas de datos y ecuaciones constituye una apreciable fuente de información para quien quiera aproximarse a este tipo de estudios y será, así lo creemos, referencia para muchos arqueólogos en el futuro. Ciertamente ha sido fácil su dirección y bueno su resultado. Se ha revisado y, por qué no decirlo, “actualizado” un registro arqueológico obtenido ya hace años, que ahora puede ser visto con una información más completa de los allí enterrados. En esta revisión no hay que pasar por alto la excelente conservación de los restos que ha sido determinante y especialmente remarcable pues, antes de su depósito en el Museo Arqueológico Regional, pasaron por almacenes previos a la construcción del Museo de la Comunidad de Madrid. Ciertamente los depósitos de los museos nunca han estado tan “vivos” como ahora, pero no siempre uno se encuentra con lo esperado o el logro es tan satisfactorio como en este trabajo.

El buen estado en que se encontraban los restos ha sido decisivo para poder realizar un estudio antropológico que permitiera una aproximación certera a las características biológicas de cada uno de los individuos allí enterrados. La Antropología f ísica de las poblaciones del pasado y, más concretamente, su capacidad de aportar información relevante para la investigación histórica, está sometida a lo que algunos denominan la “tiranía de la tafonomía”, que frecuentemente limita la capacidad del investigador de obtener resultados precisos y fiables. No ha sido este el caso, lo que ha permitido a la autora coleccionar un buen número de resultados individuales, tanto respecto a características biológicas como edad de muerte, sexo o estatura, como a la observación de signos, algunos poco frecuentes, que nos informan sobre la salud y la enfermedad en aquellos tiempos. Siendo muy limitado el número de individuos no ha sido posible abordar estudios poblacionales pero, de haber sido mayor, tampoco se hubiera podido alcanzar la profundidad que muestra este estudio. Hasta no hace muchos años conocíamos muy escasamente la biología de las poblaciones de la Edad del Bronce; los estudios se centraban mucho en los rituales y comportamientos funerarios y poco en los protagonistas, los propios enterrados, sin quienes no tendrían sentido ajuar ni arquitectura funeraria. Del mismo modo resultaba muy impreciso el conocimiento de su comportamiento demográfico. Ahora, yacimientos como el que nos ocupa al menos marcan alguna pauta en este sentido, como esa repetida presencia de individuos jóvenes, muertos a una edad a la que, una vez ya superadas las vicisitudes de la infancia más temprana, la probabilidad de morir es escasa. Aunque el tamaño del grupo estudiado es muy pequeño para establecer conclusiones, será necesario continuar prestando atención a estos patrones de mortalidad, cuya reiteración habrá que comprobar con un mayor número de registros. No parece exagerado decir que la aportación de ““La Dehesa””, sumada a la de otros yacimientos paralelos como “El Caserío de Perales” o “Los Berrocales”, mencionados en distintos puntos del trabajo, abren una etapa con nuevas expectativas en la que los datos antropológicos deben necesariamente articularse junto con los arqueológicos, reconstruyendo de forma más completa los comportamientos funerarios prehistóricos. En “La Dehesa” no ha sido posible, pero nunca insistiremos lo suficiente en la necesidad de llevar a cabo un trabajo de abordaje múltiple, desde la misma planificación de la investigación, pasando por el campo y el laboratorio, para culminar en una reflexión común verdaderamente pluridisciplinar. Ya que no existe en la actualidad programa educativo alguno que incluya de manera coordinada una formación arqueobiológica sólida, parece que la autora ha optado por una combinación que, una vez puesta en práctica, como se aprecia en este trabajo, puede proporcionar resultados sobresalientes. Todo lo anterior se hace especialmente necesario en el complejo entramado de las tumbas-hoyo, generalizadas hoy, como forma más usual de enterramiento durante la Edad del Bronce del interior. La valoración de estas estructuras, a primera vista muy simples, cobra nuevas perspectivas con el trabajo de especialistas a pie de campo. Que no todas las inhumaciones se realicen en espacio colmatado, quizás en espera de nuevos enterramientos que no llegaron a producirse, la existencia de cubriciones temporales orgánicas o la reapertura de tumbas conocidas, posiblemente señalizadas, son sólo algunas de las cuestiones más novedosas. Para terminar, sin pretender reiterar los agradecimientos que más adelante realiza la autora, pues para ella quedan las menciones personales, no queremos dejar de subrayar que este trabajo es también consecuencia del sano ejercicio de colaboración entre museos regionales, empresas de arqueología y las nuevas generaciones de investigadores de la Universidad (en este caso MAR, UAH, UAM y Audema) que, a la vista está, puede dar buenos resultados.

Rosa Barroso Bermejo (UAH) Armando González Martín (UAM)

1. INTRODUCCIÓN

1. INTRODUCCIÓN

“Los muertos, la muerte, únicamente interesan a los vivos. Los vivos nos pasamos la vida hablando de la muerte…” La Muerte, José Luis Pérez Val Este trabajo realizado por la firmante se presenta como TFM de Máster de Arqueología y Gestión del Patrimonio en el Interior Peninsular (AGEPIPE) impartido en la Universidad de Alcalá de Henares. Se ha realizado durante el curso 20122013 y ha sido codirigido por la Dra. Rosa Barroso Bermejo y por el Dr. Armando González Martín. En él hemos querido acercarnos al conocimiento del yacimiento de “La Dehesa”. El motivo de la elección de este yacimiento ha sido que reúne una serie de características idóneas para ser el objeto de este estudio las cuales se exponen a continuación. Por un lado, su enclave, ya que se encuentra en el término municipal de Alcalá de Henares, Comunidad de Madrid, por lo que está en el interior peninsular, área principal de estudio en el máster para el que se realiza este trabajo. Por otro lado su adscripción cronocultural dentro de la cultura Cogotas I en su fase inicial denominada Protocogotas, la cultura por excelencia en la zona de la Meseta durante el Bronce Pleno. Otra de las características que impulsaron la elección de este yacimiento es que los estudios que se habían realizado sobre él eran bastante escasos, sobre todo, en lo que a los enterramientos se refiere, ya que los restos humanos allí encontrados estaban inéditos. Todo ello, unido a la formación en antropología f ísica de la autora, nos pareció una situación ideal para realizar el estudio antropológico de los mismos y así dar a conocer una información muy valiosa a la hora de tratar de comprender el mundo funerario de estas poblaciones. Los objetivos de este trabajo son sacar a la luz nuevos datos acerca de este yacimiento, los referentes al estudio de los restos humanos, y a través de los mismos intentar acercarnos al conocimiento de las prácticas de enterramiento que llevaban a cabo las poblaciones Protocogotas en la región de Madrid. Antes de continuar, quiero mostrar mi agradecimiento a aquellas personas que han hecho posible que este trabajo haya salido adelante. En primer lugar, a la Dra. Rosa Barroso Bermejo, codirectora de este trabajo, profesora titular del Departamento de Historia y Filosof ía de la Facultad de Filosof ía y Letras de la Universidad de Alcalá de Henares, y al Dr. Armando González Martín, codirector del trabajo, profesor contratado doctor del Departamento de Biología de la Facultad de Ciencias de la Universidad Autónoma de Madrid, por su dedicación y consejos. Al Museo Arqueológico Regional de la Comunidad de Madrid, a su director D. Enrique Baquedano, al conservador D. Antonio Dávila, al restaurador D. Javier Casado, al fotógrafo D. Mario Torquemada y al técnico arqueólogo D. Miguel Contreras, por facilitarme el acceso a los restos y el uso de las instalaciones del propio museo para llevar a cabo el estudio, y por su amabilidad y disposición ante todos los contratiempos surgidos a lo largo de la investigación. A D. José Antonio Macarro por su disponibilidad e inestimable ayuda proporcionándome información y material muy valioso para el desarrollo del trabajo. A D. Manuel Campo y a Dña. Josefina Rascón, por su tiempo y colaboración. A D. Jorge Morín de Pablos y Dña. Esperanza de Coig-O´Donnell por su interés y ayuda a lo largo de todo este tiempo. A Fernando, Lola y Ana por su apoyo, paciencia y colaboración, sin la que este trabajo no sería lo que es.

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Para entender mejor el yacimiento que aquí se estudia hay que situarlo en su contexto, es decir, en la cultura Protocogotas, o como se le ha denominado tradicionalmente “horizonte de Cogeces” en la cuenca del Duero, o en la región de Madrid, “horizonte Los Vascos” (Montero 2011: 27; Díaz del Río 2001: 58, 74). Éste es un periodo definido, como otros muchos, a través de los aspectos decorativos y morfológicos de la cerámica, la cual se caracteriza por decoraciones incisas en espiguilla y zigzag, principalmente, y marcadas carenas (Díaz del Río 2001: 58; Montero 2011: 88-89). Los principales problemas a la hora de interpretar este tipo de yacimientos son la dificultad de comprender las estructuras y la distribución de las mismas; la escasez de datos con los que se cuenta, debida a que en numerosas ocasiones no se han podido excavar en extensión, y a la ausencia de publicaciones que se produce en muchos casos (Barroso 2002: 43). Además, hasta hace unos pocos años, tampoco se contaba con dataciones absolutas, siendo la primera de ellas para la zona de Madrid, la obtenida en el yacimiento de “Caserío de Perales del Río” a mediados de la década de 1990 (Blasco et al. 1995: 83-85). Los yacimientos típicos de este periodo son los conocidos como “fondos de cabaña” ‒término acuñado por Pérez de Barrada‒ o como actualmente se les denomina, “campos de hoyos”, aquellos en los que la mayoría de las estructuras, si no todas, se conservan en negativo, en los que no parece haber una organización espacial (Blasco 2012: 196; Díaz del Río 2001: 132) y a las que se les han atribuido diferentes funciones según su morfología: silos de almacenaje, basureros, cabañas, zanjas, huellas de postes, hogares u hornos, entre otros (Blasco 2012: 198). Durante muchos años estos yacimientos han sido escasos y se encontraban muy diseminados, pero en las últimas décadas, gracias al auge de la construcción y como consecuencia de la misma, a las intervenciones de la arqueología preventiva, se ha ampliado notablemente el número de yacimientos de estas características (Barroso 2002: 28, 43; López y Morín 2007: 74). Gracias a ello, hoy sabemos que la gran mayoría de estos yacimientos se localizan en las terrazas fluviales, siendo las cuencas del Duero y del Tajo, y sus respectivos afluentes los principales enclaves, (Montero 2011: 29), aunque no los únicos, ya que se han encontrado yacimientos de este tipo también en lugares elevados, como es el caso del de “Ecce Homo”, en Alcalá de Henares, o incluso amurallados como “Cogeces del Monte” (Díaz del Río 2001: 61; Blasco 2012: 190). Este hecho ha dado pie a proponer por parte de algunos autores una jerarquización, según la cual, los poblados elevados o con fortificaciones habrían sido lugares neurálgicos, mientras que los poblados que se encuentran en las terrazas fluviales, que carecen de protección, serían pequeñas aldeas supeditadas a las otras, que contarían con una mayor extensión y control sobre el territorio, por su localización (Blasco 2012: 190-191). Sin embargo, las extensiones documentadas para algunos de los yacimientos en terraza ‒como el que es objeto de este estudio que supera las 3 hectáreas‒; la ausencia de yacimientos en alto en numerosas regiones del interior, y el hecho de que la sincronía de los poblados situados en unos enclaves u otros no ha podido ser demostrada a día de hoy (Montero 2011: 40-42), hacen que las teorías sobre la jerarquización propuestas planteen serias dudas. En lo que sí existe un mayor consenso es en asumir que las poblaciones que habitaban la Meseta durante el Bronce Pleno no eran sedentarias y su principal motor económico era la ganadería. En este sentido, las discrepancias surgen a la hora de defender el grado de movilidad de estas poblaciones, ya que, según algunos autores, se trataba de pastores trashumantes que se desplazaban grandes distancias, para los cuales los poblados no eran más que pequeñas aldeas que abandonar o reutilizar en función del desplazamiento (Blasco 2012: 190), mientras que otros proponen una movilidad más reducida ‒lo que se ha denominado transterminancia‒, con un mayor peso de la agricultura en la vida de estas poblaciones; en consecuencia, los poblados se ocuparían de manera estacional y cíclica (Montero 2011: 28-34).

Esta movilidad ha servido también para explicar la influencia de la cultura Protocogotas fuera de su área central, que son las cuencas del Duero y del Tajo, pues se han observado tanto paralelismos culturales como cerámica típicamente Protocogotas en otras regiones peninsulares, como el Levante y el Sur (Blasco 1995: 94-95; Blasco 2012: 189; Barroso 2002: 82). Dicha influencia puede ser debida a diferentes causas, como el contacto directo por la migración de la población, intercambios, alianzas, etc. (Blasco 1995: 95; Barroso 2002: 82; Montero 2011: 28-30). La periodización del periodo Protocogotas, a pesar de la escasez de dataciones, cuenta con una serie de datos los suficientemente coherentes como para poder proponer fechas. Éstas difieren ligeramente de unos autores a otros, encontrándose las diferencias en lo que a la antigüedad se refiere, ya que unos fechan su comienzo en 1.700 cal. BC, otros en 1.750 cal. ANE, mientras que los más coinciden en proponer la fecha de 1.800 cal. ANE como inicio del periodo. Para el final del mismo la diferencia de fechas sería únicamente entre el 1.550 cal. ANE o el 1.500 cal. ANE. Por tanto la cultura Protocogotas estaría comprendida entre los siglos XVIII y XVI cal. ANE. (Díaz del Río 2001: 7374; Blasco 1995: 94; Montero 2011: 88, 93; Blasco 2012: 192). En resumen, el periodo que aquí nos ocupa ha sido durante años un gran desconocido que, poco a poco se va dando a conocer, aunque todavía son muchas las cuestiones que están sin resolver en relación a la funcionalidad de las estructuras, de los propios poblados, de la temporalidad del uso de los mismos, si la base económica de sus grupos era la ganadería, la agricultura o tenían una economía mixta. En lo que respecta al ámbito funerario, nos encontramos con los mismos problemas de interpretación, acrecentados por el menor número de registros que en el caso de los aspectos culturales pues, aunque la forma más habitual de enterramiento sea el individual en fosa en el interior del asentamiento, existe una gran variabilidad (Blasco 2012: 214-215). Pero este tema se tratará más adelante con detenimiento. También hay que resolver todavía la cuestión de la periodización pues, aunque el rango de fechas que actualmente se maneja resulta coherente y es aceptado por los investigadores, aún son pocas las dataciones que se han llevado a cabo de este periodo.

2. METODOLOGÍA

2. METODOLOGÍA La metodología empleada en este trabajo consta principalmente de dos partes diferenciadas. Por un lado, se ha realizado una búsqueda de documentación relacionada con las diversas cuestiones culturales que se abordan. Por otro, se ha llevado a cabo un trabajo de laboratorio con los restos óseos humanos. La parte relativa a la recopilación de documentación se ha centrado en los siguientes tres focos: En una primera fase, se ha buscado y recopilado información específica sobre el yacimiento de “La Dehesa”, entre la que destaca el libro publicado por uno de los arqueólogos que excavaron el lugar, D. José Antonio Macarro, además de su tesis doctoral, cedida directamente por el autor, y dos comunicaciones que se presentaron en la Reunión de Arqueología Madrileña de 1996. Se ha localizado también la memoria de la excavación, depositada en la Consejería de Empleo, Turismo y Cultura de la Comunidad de Madrid, pero ha resultado imposible acceder a este documento. En segundo lugar, se ha obtenido información, a través principalmente de monograf ías ‒aunque también de tesis y artículos especializados‒ acerca del periodo cronocultural en el que se incluye el yacimiento objeto de este estudio, denominado Protocogotas, y a la compilación de datos funerarios procedentes de otros yacimientos coetáneos de la región de Madrid, con la intención de poder realizar una comparativa de los aspectos más relevantes del yacimiento de “La Dehesa” y de otros que guardan una proximidad geográfica con el primero. Por último, se ha efectuado una selección de bibliograf ía específica relativa al estudio antropológico que se ha llevado a cabo, tanto del protocolo a seguir en este tipo de análisis, como de los métodos más convenientes en función del estado y del tipo de restos con los que se contaba para el estudio. En lo que al trabajo de laboratorio se refiere, éste se ha desempeñado en las instalaciones del Museo Arqueológico Regional (M.A.R.) de Madrid, sito en la ciudad de Alcalá de Henares, y se ha centrado en los restos óseos humanos. La primera fase de esta labor consistió en una revisión de los restos del yacimiento depositados en el almacén del M.A.R. para localizar los correspondientes a los enterramientos. Se encontraron los de tres individuos completos y dos cráneos aislados. Faltan, por consiguiente, los restos de otros dos individuos: el del enterramiento doble de la zona A ‒cuyos restos no se han hallado quedando pendiente una revisión más exhaustiva cuando el tiempo lo permita‒ y el del enterramiento de la zona C, zona que no fue excavada, debido a los trabajos efectuados por la empresa constructora, por lo que los restos son irrecuperables. Una vez localizados los restos, se procedió a su limpieza, ya que, al no haber sido estudiados aún, se encontraban en el mismo estado inicial en el que se extrajeron del yacimiento. Dicha limpieza requirió el uso de distintos métodos, debido al diferente estado de preservación de los restos. Así, los huesos que presentaban una mayor fragilidad se limpiaron en seco con cepillos y pinceles, utilizando una mezcla de agua destilada y alcohol aplicada únicamente en las ocasiones en las que el sustrato estaba adherido y era necesario reblandecerlo para poder retirarlo sin deteriorar el propio hueso. Por su parte, los huesos que se encontraban en un mejor estado se limpiaron en húmedo; tras un baño inicial para reblandecer el sustrato, se procedió a realizar una segunda limpieza bajo el grifo, con los cepillos y pinceles, para terminar de eliminar los restos que pudieran quedar. Por último, los huesos se dejaron secando durante un mínimo de 24 horas. Todo este proceso se realizó con agua destilada para minimizar la alteración química de los restos. Los huesos venían acompañados de gran cantidad de sustrato, el cual se cribó, por un lado, para localizar los pequeños fragmentos óseos que pudieran hallarse ocultos y, por otro, para limpiarlo de piedras y pequeñas ramas. En todas las bolsas en las que había sustrato cribado, se ha conservado una parte del mismo en otras bolsas aisladas. 19

Una vez que los huesos se encontraban limpios y secos, se procedió a su restauración. Ésta consistió en la localización, ubicación y pegado de cada uno de los diferentes fragmentos óseos. El grado de preservación de algunos de los restos impidió su reconstrucción total, bien por la pérdida de algunos fragmentos, bien por su nivel de destrucción que impedía la identificación del resto. Dada la complejidad del proceso, los dos cráneos que se localizaron aislados fueron limpiados y restaurados por D. Javier Casado Hernández, restaurador del M.A.R., debido también al interés del conservador del museo, D. Antonio Dávila, en documentar detalladamente todo el proceso. Cuando los restos estuvieron reconstruidos, para documentarlos, se realizaron fotograf ías de cada uno de los huesos de manera aislada, por grupos anatómicos y del esqueleto completo. También se documentó, mediante fotograf ías, el proceso de limpieza y restauración de los cráneos aislados, y de partes correspondientes a los individuos completos, que se encontraban conservadas en bloque debido a la solidificación del sustrato. Estas fotograf ías fueron tomadas por D. Mario Torquemada (fotógrafo del M.A.R.). Por último, se realizó el estudio antropológico propiamente dicho. Dado que el conjunto de individuos estudiados es muy pequeño para obtener información representativa de la población viva de origen, se optó por emplear métodos cualitativos ‒descripción individual‒, en lugar de los cuantitativos o estadísticos, carentes de utilidad práctica en este caso. Para medir los diferentes huesos, se empleó el método osteométrico para adultos de Buikstra y Ubelaker (1994) (Anejo 1B), ya que todos los huesos que por su estado de preservación eran susceptibles de ser medidos conservaban las epífisis, tanto distal como proximal, característica fundamental para el empleo de este método. Éste es un protocolo en el que se recogen diferentes medidas, tanto craneales, como mandibulares y postcraneales. En la toma de las medidas se utilizaron diferentes instrumentos: calibre, compás, tabla osteométrica, mandibulómetro y cinta métrica (Anejo 1A), en función de la recomendación hecha por los autores para cada caso. A la hora de estimar la edad, se tuvo en cuenta que todos los individuos se encontraban en un rango de edades entre infantil y juvenil o adulto joven, y que, además, conservaban un gran número de dientes, por lo que se empleó el método basado en el desarrollo dental de Ubelaker (1978) (Anejo 1C), el método por excelencia para la estimación de la edad en individuos subadultos. Este método es, en realidad, una recopilación, en la que no se diferencia entre individuos femeninos y masculinos. Se trata de un gráfico en el que aparecen las diferentes fases de formación y erupción dental, con las edades a las que corresponden. Debido a que el margen de variabilidad del método de Ubelaker es muy amplio, se estimó conveniente reforzar los resultados con algún otro método de estimación de la edad. Se empleó el propuesto por Schaefer, Scheuer y Black (2009) (Anejo 1D) para la estimación de la edad en individuos en desarrollo mediante el estado de osificación de las epífisis, obtenido de la recopilación de los trabajos previos sobre el tema de Scheuer y Black (Scheuer y Black 2000; Scheuer y Black 2004). La estimación del sexo se basó en el estudio de la pelvis, la región con mayor poder discriminante para esa variable (Bruzek 2002; Murail 2005). Para ello se utilizaron tres métodos diferentes: dos que se basan en características observables y otro de estimación del sexo mediante mediciones. Estos métodos son los siguientes: -

Bruzek (2002) (Anejo 1E): consiste en la observación de cinco caracteres morfológicos de la pelvis, tres de la zona sacroilíaca y dos de la isquiopúbica. Tres de dichos caracteres se dividen a su vez en diferentes aspectos a valorar, por lo que se analizan un total de 11 elementos.

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-

WEA (Ferembach et al.1980) (Anejo 1F): este método recoge las recomendaciones para la estimación de la edad y el sexo surgidas del “Workshop of European anthropologists” que tuvo lugar en Praga en 1972. Consiste en la valoración de 11 caracteres y, en función de su aspecto, atribuirles un valor numérico.

-

Murail et al. (2005) (Anejo 1G): los autores de este método han creado un programa informático mediante el cual se estima el sexo de los individuos denominado Probabilistic Sex Diagnosis (DSP, según sus siglas en francés).

Para reforzar los resultados obtenidos con las pelvis y debido a que dos de los individuos sólo presentaban esqueleto craneal, se decidió utilizar el método del WEA (Ferembach et al. 1980) (Anejo 1F) para la estimación del sexo sobre cráneo y mandíbula. Dicho método, igual que el empleado para la pelvis, consiste en la observación de 14 caracteres: 10 para el cráneo y 4 para la mandíbula. En el caso de la estatura se empleó el método de Virtama, Kiviluoto, Palkama y Telkkä (1962) (Anejo 1H), basado en el estudio realizado sobre población viva, mediante radiograf ías. Con las medidas de los huesos largos, a través de ecuaciones de regresión, permite estimar la estatura de individuos subadultos, diferenciando a su vez entre individuos masculinos y femeninos. Al mismo tiempo que se realizaban estos trabajos, se fue elaborando una recopilación de los datos relativos a los huesos, que junto con las fotograf ías, conforman el catálogo de restos óseos humanos (Anejos 2 y 3), para el que se han confeccionado una serie de fichas clasificadas según dos criterios: por individuo (Anejo 2) y por caja (Anejo 3). En las fichas por individuo, aparece información relativa a la localización del mismo, tanto en el yacimiento, como en el museo. Se ha incluido también la información obtenida gracias al estudio antropológico, relativa a la edad, el sexo y la estatura del individuo. Asimismo, se ha elaborado una relación de los huesos que conservan, con sus correspondientes medidas y fotograf ías, y un apartado de observaciones en el que figuran todos los datos de interés, como el estado de preservación o las patologías encontradas. Las fichas por caja cuentan con una reseña relativa al individuo, indicando sexo, edad, estatura y otros datos de interés, y además contienen información de las diferentes bolsas: qué bolsas hay en la caja, información relativa al yacimiento (localización, año de excavación, profundidad, orientación, etc.), y qué restos contiene cada una de ellas.

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3. EL YACIMIENTO DE “LA DEHESA”

3. EL YACIMIENTO DE “LA DEHESA” 3.1. SITUACIÓN, ENTORNO Y TRABAJOS ARQUEOLÓGICOS El yacimiento de “La Dehesa”, también conocido como “Polígono 25”, se encuentra en el término municipal de Alcalá de Henares, en la Comunidad de Madrid. Es un yacimiento de “campo de hoyos” o “fondos de cabaña”, sin fechas absolutas sino sólo referencias tipológicas, datado, mediante los materiales, en la Edad del Bronce, más concretamente en la cultura Cogotas de la Meseta, en su fase inicial conocida como fase Protocogotas. Por tanto, se enmarca en los yacimientos característicos de este periodo en el interior de la Península Ibérica. Los trabajos arqueológicos se llevaron a cabo en la “parcela nº 14 del polígono 25” en tres fases sucesivas, que tuvieron lugar entre junio de 1993 y septiembre de 1994 (Silva y Macarro 1996). Todo ello tutelado por los Servicios Técnicos de la Consejería de Cultura de la Comunidad de Madrid, ya que la zona se encontraba bajo la normativa de protección de patrimonio arqueológico (Macarro 2000: p. 218). El enclave se sitúa a unos 100 m del río Henares, en la margen derecha del mismo, distribuyéndose de forma perpendicular en sentido E-O, en una zona amplia, llana y fértil. Es un yacimiento abierto, es decir carece de fortificaciones que lo delimiten o protejan (Silva y Macarro 1996; Macarro 2000: p. 217). El lugar donde se localiza el yacimiento es geológicamente una zona formada durante el Holoceno, de terrazas y llanuras de inundación por encontrarse en el valle del río Henares, muy próximo al mismo. Las terrazas se caracterizan por la presencia de gravas poligénicas y arenas finas y muy finas, con presencia de barras aluviales. En las llanuras de inundación se acumulan los mismos materiales que en las terrazas y, además, arenas limoarcillosas

(Instituto

Tecnológico

Geominero de España 1990).

Foto 1: Vista aérea general, detalle y superposición del plano de la Parcela 14 del Polígono 25 “La Dehesa” (Alcalá de Henares, Madrid). (Foto en Google Maps. Plano en Macarro 2000: 270). 25

COORDENADAS DATUM GEOGRÁFICAS

ED50 ETRS89

UTM (HUSO 30)

ED50

NO

NE

SO

SE

CENTRAL

LATITUD

40º 30´6´´ N

40º 30´8´´ N

40º 30´0´´ N

40º 30´3´´ N

40º 30´4´´ N

LONGITUD

3º 20´10´´ W

3º 20´5´´ W

3º 20´4´´ W

3º 19´59´´ W

3º 20´4´´ W

LATITUD

40º 30´1´´ N

40º 30´4´´ N

40º 29´56´´ N 40º 29´59´´ N

40º 30´0´´ N

LONGITUD

3º 20´14´´ W

3º 20´9´´ W

3º 20´8´´ W

3º 20´5´´ W

3º 20´9´´ W

X

471.519.00

471.633.86

471.651.96

471.771.87

471.646.57

Y ETRS89

X Y

4.483.574.65 4.483.657.52 4.483.397.56 471.407.09

471.525.13

471.544.14

4.483.367.18 4.483.447.77 4.483.190.06

4.483.491.74 4.483.532.96 471.660.87

471.536.93

4.483.284.71 4.483.324.57

Tabla 1: Coordenas geográficas y UTM de la Parcela 14 del Polígono 25, en la que se encontró el yacimiento de “La Dehesa” (Alcalá de Henares, Madrid). (Coordenas en la página web SigPac).

La zona excavada tiene una extensión de cerca de 3 hectáreas, aunque el yacimiento debió tener mayores dimensiones, ya que en excavaciones anteriores y posteriores se documentaron restos arqueológicos, tanto de la Edad del Bronce como del Hierro, en las parcelas colindantes (Silva y Macarro 1996; Macarro 2000: 217-218). Gracias a estos datos y a la información aportada de viva voz por D. José Antonio Macarro ‒uno de los arqueólogos que intervino en las excavaciones‒ sobre la construcción en el lugar de un restaurante, el “Búfalo Grill”, y sobre que la parcela es colindante a la que ocupa el recinto comercial del “Alcampo”; se ha podido localizar la parcela en la que se encontraba el yacimiento (Foto 1). Utilizando la herramienta del SigPac, se han obtenido las coordenadas del lugar, tomándolas para cada una de las cuatro esquinas de la parcela y otra central de referencia. Se han recogido tanto las geográficas como las UTM y teniendo en cuenta los dos datum más comunes, para facilitar su uso en posibles investigaciones (Tabla 1). En la Parcela 14, que aquí nos ocupa, se localizaron un total de 111 hoyos distribuidos en tres zonas, que son: la A, la B y la C. La zona C quedó destruida por la empresa constructora, pudiéndose documentar 17 hoyos en tan sólo el 10% del área ocupada por esta zona, antes de su desaparición (Silva y Macarro 1996; Macarro 2000: 219).

Fig. 1: Plano general del yacimiento, con las zonas A, B y C diferenciadas. (En Macarro 2000: 270). Fig. 2: Plano detalle zona B. (En Macarro 2000: 271). 26

Las zonas A y B sí se pudieron excavar. En la zona B se encontraron 14 hoyos formando un alineamiento curvilíneo (Macarro 2000: 219). La zona A es la que presenta mayor interés, porque en ella se localizan la mayoría de los hoyos y por los restos encontrados en los mismos, entre los que cabe destacar 6 enterramientos humanos.

3.2. LOS HOYOS Dado que el estudio de interpretación de los hoyos trasciende el objetivo de este trabajo, a lo largo del mismo se han utilizado las interpretaciones aportadas por los arqueólogos J.A. Macarro y J.F Silva (Silva y Macarro 1996). En los hoyos, se puede también observar una gran variabilidad tipológica relacionada con la funcionalidad, tanto horizontalmente, es decir entre los distintos hoyos, como verticalmente, por la estratigraf ía que permite documentar las reutilizaciones (Silva y Macarro 1996). Dentro de dicha variabilidad, en relación con los materiales encontrados en los hoyos se han podido documentar: -

Hogares: entre otros en los hoyos A7, A15, A18, A29, A36, A37, A49, el F1 del área 9 y otros asociados a las áreas 1, 5 y 6 (Macarro 2000: 50-52).

-

Silos: interpretados como tales aquellos hoyos en los que se ha observado algún tipo de preparación consistente en la colocación de cantos rodados, con las caras planas orientadas hacia el interior de la estructura y consolidados mediante tierras margosas. Entre este tipo de hoyo se encuentran el A3, A8, A14, A20, A27, A34, A36 y el área 8 (Macarro 2000: 74-75, 153).

-

Suelos: este tipo de restos se pueden encontrar de diferentes formas, realizados mediante la compactación de tierra, con guijarros o cantos rodados y, lo que es más habitual, con pavimento rubefactado, que es el que ha sido sometido a la acción del fuego. Dentro de esta modalidad, encontramos varios ejemplos en el yacimiento de “La Dehesa”, como el A9, A13, A16/A16´, A22, A22, A27, A29 o A34. Los pavimentos se asocian siempre con lugares de habitación, pero en este caso los autores defienden el uso como lechos de los hoyos en los que se documentó este tipo de suelo, poniendo como ejemplo el A3, A7, A8, A11, A14, A17, A21, A31, A33, A37, A41 o A51 (Macarro 2000: 156-159).

-

Postes: en este tipo de yacimiento es habitual encontrar también las marcas dejadas por los postes, que se presentan alineadas o rodeando a otras estructuras. En este caso, se han encontrado alrededor de varios de los hoyos que conforman el área 2, en el hoyo 5 del área 9 y en el área 8 (Macarro 2000: 159-161).

-

Zanjas: en el área 2 se ha documentado una zanja de forma curvilínea que tiene unos 15-20 cm de anchura y 25-30 cm de profundidad. La zanja presenta, además, seis hoyos de poste en el fondo, con una distancia entre los mismos bastante homogénea (Macarro 2000: 161-162).

Los hoyos localizados en la zona A tienen un gran interés, no sólo por los materiales encontrados en su interior, sino porque presentan, en su mayoría, una organización espacial que se puede clasificar en alineamientos, agrupaciones y espacios vacíos. Este hecho es observable, principalmente, en relación con los espacios vacíos, de los que se contabilizan hasta un total de 6; de entre ellos destaca el nº1 por ser el de mayor tamaño y porque se encuentra en la zona central del área excavada (Macarro 2000: pp 199-200). Se trata de un gran espacio vacío de unos 300 m2, en cuyo centro se encuentra el área 8, rodeado de numerosas estructuras, quedando fuera únicamente algunos hoyos aislados y las áreas 1 y 2 (Silva y Macarro 1996; Macarro 2000: 199-201, 220). 27

El área 8 es un gran hoyo de forma cónica, con unos 180-185 cm de diámetro y 2´80 m de profundidad, rodeado de huellas de postes e interpretado como posible silo de uso comunal (Silva y Macarro 1996; Macarro 2000: 74-75, 221). Como ya se ha dicho, alrededor del mismo, a cierta distancia, se localizan la gran mayoría de los restantes hoyos de la zona A, entre los que cabe destacar las áreas 5, 6 y 9, y los hoyos 21, 22 y 22W. El área 5 es una cabaña de 9 m2 de superficie y de forma ovalada. Está compuesta por dos hoyos, uno de los cuales era un hogar, en los que todavía se conservaba el suelo de habitación (Silva y Macarro 1996; Macarro 2000: 221). El área 6 también se corresponde con una cabaña de forma ovalada, aunque en este caso algo mayor que la anterior, de 12 m2 de superficie. Al igual que en el área 5, esta cabaña conservaba el suelo y está formada por dos Fig. 3: Plano zona A. (En Macarro 2000: 272).

hoyos, uno de los cuales, el más pequeño, era un hogar (Silva y Macarro 1996; Macarro 2000: 221).

El área 9 es una cabaña, semiexcavada y ovalada, que todavía conservaba el pavimento en bastante buen estado. Es la de mayores dimensiones, ya que cuenta con una superficie de 21 m2, lo que se debe a que está formada por 5 hoyos. El mayor de los hoyos es ligeramente más profundo que el resto; se encuentra en lo que sería la entrada ‒identificada como tal por dos huellas de postes‒ y conformaría la parte central de la cabaña. Además de las huellas de postes de la entrada, se han localizado otras en el interior, en la zona central de la vivienda, junto con restos de barro endurecido, lo que hace suponer que formarían parte de la estructura de sujeción de la misma. Es en esta cabaña donde se localizó el enterramiento de los dos cráneos aislados (Silva y Macarro 1996; Macarro 2000: 221). Los hoyos 21, 22 y 22W, antes mencionados, se corresponden con los otros enterramientos documentados en el yacimiento. El hoyo 21 se encuentra en yuxtaposición con el 21´, aunque sin llegar a cortarse; están unidos por un pequeño túnel, a unos 20 cm de distancia el uno del otro; se ha documentado también un hogar (Macarro 2000: 172, 223). El hoyo 22 también está en yuxtaposición con el 22´; en este caso, los hoyos se cortan formando una planta en ocho que ocupa una superficie de 3´1 m2.. Se encontraron en ellos restos de pavimento, además de documentarse en el hoyo 22´ un hogar (Macarro 2000: 172, 223). El hoyo 22W y el hoyo 22W´ están asimismo yuxtapuestos entre sí; se encuentran muy cerca de los anteriores y, al igual que aquéllos, forman una planta en ocho, aunque en este caso de mayores dimensiones: 6´2 m2. Aunque en estos hoyos no se localizó ni pavimento ni relleno, sí se pudo observar un hogar en el hoyo 22W´ (Macarro 2000: 172, 223). Además de estas estructuras que se encuentran alrededor del área 8 y que tienen especial importancia por ser de habitación y/o lugares con enterramientos, hay que mencionar el área 2. Esta área se sitúa fuera de la organización descrita anteriormente, pero muy cercana a la misma. Su importancia radica, por un lado, en sus dimensiones, ya que tiene una superficie de 149 m2, y, por otro lado, en que se trata de

28

un entramado de subestructuras que, según los arqueólogos, formarían un espacio de habitación complejo. Destaca la asociación, por yuxtaposición, de varios de sus hoyos con hogares, entre los que se encuentran: SCF1/SCF2/ SCF3/SCF4/SCF7, SCF5/SCF6/SCF6´ y F9/F10 (Macarro 2000: 171). Cuenta también con una sucesión de huellas de postes, que formarían una zanja de empalizada. Hay que destacar que, basándose en la estratigraf ía de los hoyos que componen esta estructura, existe la posibilidad de que se den tanto sincronías como diacronías en el uso de los mismos (Silva y Macarro 1996). Además de los hoyos y áreas destacados anteriormente, existen en el yacimiento una serie de asociaciones con hogares que conviene mencionar. -

Asociación directa hoyo-hogar: en este caso sólo se ha podido documentar una asociación directa en el hoyo A46, que tiene unos 2 m de diámetro y 60 cm de profundidad. En él se encontraron, pegados a una de sus paredes, los restos de un hogar, en una zona excavada de forma semicircular, sobre un nivel de unos 20 cm de potencia de cantos rodados (Macarro 2000: 169-170, 181).

-

Asociación por yuxtaposición: este tipo se caracteriza porque los hoyos se cortan, hecho que en muchas ocasiones se interpreta, acertadamente, como el uso diacrónico de las estructuras, aunque no siempre es así. En este caso, los autores defienden la sincronía de las siguientes yuxtaposiciones de hoyos y hogares: en primer lugar, los hoyos A16/A16´, que forman una planta en ocho, con 3´4 m y 2 m de diámetro mayor y menor, respectivamente, y con una profundidad de 40 cm; en una de las paredes del hoyo A16 se documentó un hogar. Similar es el caso de los hoyos A41-E/A41-W ‒en el primero de los cuales estaba el hogar‒ que tienen unas dimensiones de 1´2 m y 2´1 m de diámetros menor y mayor (Macarro 2000: pp170-173).

-

Asociación por proximidad: éstos a pesar de no llegar a tocarse, están tan cerca unos de otros que se pueden considerar como tal. En “La Dehesa” se han encontrado las siguientes: F1/F2/F3, del área 1; A50/A52/A53, A27/A29/A3, F1/F2, del área 9; A8/SCF12 y F7/F8, del área 2; A49/A51, A46/A43, A47-E/A47-W, F1/ F2, del área 5; F1/F2, del área 6; y, por último, F33/ F34/F37/F38, que forman una circunferencia con F36 ‒que es un hogar‒ justo en el centro (Macarro 2000: 173-174).

3.3. RESTOS MATERIALES Los materiales obtenidos de los hoyos también son variados. La mayor parte son cerámicos y entre ellos hay fragmentos tanto sin decorar, como decorados; dentro de estos últimos, encontramos predominantemente decoraciones incisas, en zig-zag, de espiga impresa y reticulados incisos, aunque también hay algunas de puntos impresos, boquique y decoradas tipo “Los Vascos”. Se han documentado restos de objetos de diferentes perfiles y fuentes carenadas. Gracias

Foto 2: Materiales cerámicos del yacimiento. (Catálogo de Bienes Culturales M.A.R.). 29

a la tipología de los materiales cerámicos y sus decoraciones se ha podido enmarcar el yacimiento en el periodo cronocultural de Cogotas I (Silva y Macarro 1996). También son muy numerosos los restos óseos, sobre todo debidos a inhumaciones de animales, aunque se han localizado algunos útiles sobre hueso, como punzones o agujas (Silva y Macarro 1996). Los elementos líticos están presentes en menor medida, representados por lascas, láminas, puntas de flecha de sílex, molinos y útiles de cuarcita. Si estos restos son escasos, los metálicos Fig. 4: Ubicación de los enterramientos en el yacimiento de “La Dehesa” (Alcalá de Henares, Madrid). (Modificado de Macarro 2000: 272, 270).

lo son aún más, ya que apenas si se han encontrado este tipo de útiles (Silva y Macarro 1996).

3.4. ENTERRAMIENTOS En lo que a restos humanos localizados respecta, se hallaron un total de siete inhumaciones, una de ellas en la zona C, que no se pudo documentar más allá del testimonio de los empleados de la empresa constructora, que afirmaron que el individuo se encontraba en posición fetal y que era de pequeño tamaño (Macarro 2000: 220). El resto de las inhumaciones se localizaron en la zona A, un total de seis muy próximas entre sí, que se distriFig. 5: Detalle de la localización y esquemas de los enterramientos de la zona A. (Modificado de Macarro 2000: 259, 272).

buyen en: dos enterramientos individuales de carácter primario, ya que cada uno de los cuerpos fue encontrado en posición anatómica; otro

30

enterramiento primario, pero en este caso doble, y un enterramiento secundario doble, en el que se localizaron dos cráneos aislados. El enterramiento nº 1 corresponde al encontrado en el hoyo 21. Este hoyo presenta un diámetro en la boca de 100-110 cm, que aumenta a partir de los 40 cm de profundidad hasta un diámetro de 160 cm. La profundidad total del hoyo es de 1 m. El enterramiento se localizó a unos 65 cm de profundidad; estaba colocado en posición fetal sobre su lado derecho, con la mano izquierda entre las rodillas y la derecha sobre el omóplato izquierdo. El cuerpo estaba orientado de E a O, con la cabeza hacia el E y mirando hacia el S; tenía la espalda adosada a la pared norte del hoyo (Foto 3). Sobre las piernas se encontraron restos del pavimento que debió servir para sellar Foto 3: Enterramiento 1, primario individual. (En Macarro 2000: 260).

el enterramiento; es un nivel de unos 10 cm de potencia, de color blanquecino y con numerosos nódulos de adobe. Desde el fondo hasta la parte por debajo del cuerpo, el relleno era de coloración rojiza, aunque de similares características al que se encuentra encima del cuerpo (Macarro y Silva 1996; Macarro 2000: 114-115). Los enterramientos nº 2 y nº 3 se localizaron en el hoyo 22 (Foto 4). Éste tiene una profundidad de 110 cm y un diámetro igual en la embocadura, que se ensancha a partir de los 35-40 cm hasta alcanzar un diámetro de 210 cm; el relleno era de coloración ocre (Macarro y Silva 1996: Macarro 2000: 120-121). El enterramiento nº 2 se encontró a unos 65 cm de la superficie; el cuerpo estaba en posición fetal sobre el lado derecho, con los brazos

Foto 4: Enterramientos 2 y 3, primario doble. (Foto de José Antonio Macarro).

replegados sobre el pecho. Se orientaba de N a S, con la cabeza hacia el N y mirando hacia el O, justo de cara a la pared. En este caso, también se

documentó un nivel de 10 cm de potencia de adobes que sellarían el enterramiento. Además se localizó al lado del cuerpo un pequeño fragmento de varilla de bronce (Macarro y Silva 1996; Macarro 2000: 120-121).

31

El enterramiento nº 3 estaba a 1m de profundidad, situado en el centro del hoyo y con una orientación similar a la del enterramiento nº 2. El individuo estaba boca arriba en una postura forzada, con los dos brazos y la pierna izquierda abiertos respecto al cuerpo y semiflexionados. El brazo derecho se dirigía hacia el O y el izquierdo, hacia el E, con la mano en la parte posterior del cráneo. La pierna izquierda tenía la rodilla orientada hacia el E y el pie a la altura de la rodilla derecha. La pierna derecha se encontraba completamente flexionada, con el pie a la altura de la cadera. El nivel de adobes de 10 cm también se documenta en este caso, quedando a unos 30 cm del cuerpo y sirviendo de base para el enterramiento nº 2 (Macarro y Silva 1996; Macarro 2000: 120-121). En el hoyo 22W-Ampliación sur, de 150 cm de diámetro y relleno de color ceniciento, se encuentra el enterramiento nº 4 a unos 45 cm de profundidad. El cuerpo estaba en posición fetal, apoyado sobre el lado izquierdo, en la pared norte y con una orientación O-E, con la cabeza hacia el O y de cara hacia la pared del hoyo. El cuello estaba torcido; el brazo derecho, extendido y algo separado del cuerpo; el izquierdo quedaba por debajo del cuerpo sobresaliendo sólo el antebrazo y la mano al nivel del abdomen. La pierna izquierda estaba totalmente flexionada, con el pie a la altura de la cadera, mientras que de la pierna derecha sólo se halló el fémur (Foto 5). Cabe destacar que se localizó una pequeña lasca de sílex, material muy escaso en el yacimiento, a la altura de la garganta (Macarro y Silva 1996; Macarro 2000: 123). Los enterramientos nº 5 y nº 6 corresponden a los dos cráneos aislados y se localizaron en el área 9, en el hoyo 3 (F3). Este hoyo tiene una profundidad y un diámetro de unos 105 cm y el relleno es de la misma tierra margosa que el sustrato natural. A 85 cm de profundidad, se localizaron los cráneos, orientados en direcciones opuestas; es decir, uno

Foto 5: Enterramiento 4, primario individual. (Foto de José Antonio Macarro).

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Foto 6: Enterramientos 4 y 5, cráneos aislados. (Foto de José Antonio Macarro).

miraba al NE y el otro al SO. Además de los cráneos, se localizaron numerosas piedras alrededor, incluso algunas incrustadas en los huesos (Foto 6), lo que llevó a los autores a afirmar que los individuos habían sido lapidados. También se encontró un recipiente cerámico pequeño, boca arriba, en el centro, en el fondo del hoyo; al mismo nivel, adosada a la pared, había una moledera (Macarro y Silva 1996; Macarro 2000: 109-112). Cabe destacar que los rellenos de los hoyos en los que se localizaron los enterramientos eran prácticamente estériles. Además, todas las inhumaciones estaban muy próximas entre sí, hasta el punto de que los hoyos A22, A22W y A22W-Ampliación sur, están asociados por yuxtaposición (Silva y Macarro 1996; Macarro 2000: 120, 123). Todos se encuentran en el núcleo de la zona de habitación, formando parte de las estructuras que rodean el gran espacio vacío nº 1. Asimismo, tres de los enterramientos se relacionan directamente con pavimentos, por lo que se han interpretado como lugares de habitación ‒bien lechos o partes de cabañas‒. El mejor ejemplo de ello son los enterramientos 4 y 5, que se localizan en la cabaña que forma el área 9 (Macarro 2000: 94).

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4. ANÁLISIS DE LOS ENTERRAMIENTOS

4. ANÁLISIS DE LOS ENTERRAMIENTOS 4.1. ESTUDIO ANTROPOLÓGICO 4.1.1 DESCRIPCIÓN Se han podido documentar un total de cinco individuos: tres de ellos con esqueleto craneal y postcraneal (Ind. 1, 2 y 3) y otros dos de los que sólo se conserva el cráneo (Ind. 4 y 5), que se corresponden con el enterramiento secundario. A pesar de la antigüedad de los restos, se encuentran en un buen estado de preservación, siendo el individuo 1 el que más destaca en este sentido (Foto 7). A continuación, se describen en detalle cada uno de los individuos. Los restos de los tres primeros se presentan en forma de fichas que recogen información acerca de los huesos: si están ausentes o si se han podido localizar y, en este último caso, cuáles y el estado de preservación de los mismos. Estas fichas permiten una visión global del individuo. En los dos últimos, debido a que sólo conservaban el cráneo no se han empleado fichas. Para todos los individuos se han elaborado también tablas con las fórmulas dentales.

Foto 7: Vistas del cráneo del individuo 1. (Foto de Elena Marinas).

37

Individuo 1 De todos los restos documentados, los correspondientes a este individuo son los que se encontraban en un mejor estado de preservación, ejemplo de lo cual es que tanto el cráneo como la mandíbula estén perfectamente completos. Los dientes localizados son todos permanentes. Cabe destacar también la agenesia de todos los terceros molares. La distribución de los dientes (tabla inferior) y la de los huesos (página siguiente) documentados son las siguientes:

FÓRMULA DENTARIA IZQUIERDA

DERECHA

X

M2

M1

P2

P1

C

I2

I1

I1

0

C

P1

P2

M1

M2

X

X

0

0

P2

P1

C

I2

I1

0

I2

0

P1

P2

0

0

X

Esquema 1: I1, I2: incisivos permanentes; C: canino permanente; P1, P2: premolares permanentes; M1, M2, M3: molares permanentes; 0: pérdida postmortem; X: agenesia.

En el examen preliminar de los restos, se ha observado que se trata de un individuo en proceso de crecimiento y que el tamaño de sus huesos es pequeño para el momento de desarrollo en el que se encuentra. Además, se ha podido documentar que el individuo presenta cribra orbitalia, foramen olecraneano en el húmero izquierdo, así como dos patologías en la región axial y osteocondritis disecante en la epífisis distal del fémur derecho.

38

Lámina 1: Ficha restos del individuo 1.

39

Individuo 2 Como se puede observar en la ficha correspondiente, de los individuos que presentaban esqueleto postcraneal, éste es del que menos restos se han podido identificar. El cráneo estaba fracturado y, además, presentaba concreciones, lo que ha imposibilitado su reconstrucción completa; faltan fragmentos del parietal izquierdo, del occipital, el maxilar y, prácticamente, toda la zona basal. La mandíbula, en cambio, aunque también se encontraba fragmentada, se ha podido reconstruir completamente. El individuo tenía dientes de leche y permanentes, de los cuales tres premolares, un canino y tres molares conservan todavía la raíz en crecimiento; también se ha localizado un M3 en calcificación. Se distribuyen de la siguiente manera:

FÓRMULA DENTARIA IZQUIERDA M3

0*

M2

M2

P2

DERECHA C

0

P2

M1

m2

P1

c

I2

I1

I1

I2

c

P1

m2

M1

M1

m2

m1

c

I2

I1

I1

I2

c

P1

m2

M1

P2

P1

C

C

P2

M2

0*

M2

M3

Esquema 2: I1, I2: incisivos permanentes; C: canino permanente; P1, P2: premolares permanentes; M1, M2, M3: molares permanentes; c: canino de leche; m1, m2: molares de leche; 0: pérdida postmortem; 0*: se desconoce si no se había formado o está ausente. (En rojo: sin erupcionar; en negro: erupcionados).

Este individuo es el más incompleto. Como el individuo 1, también se encuentra en proceso de crecimiento, pero sus huesos son incluso más pequeños que los de aquél. Cabe destacar que se localizaron cuatro huesos sesamoideos en las extremidades inferiores. Al igual que el anterior, presenta cribra orbitalia y foramen olecraneano en el húmero izquierdo. Además, tiene el canino superior izquierdo, todavía sin erupcionar, en malposición.

40

Lámina 2: Ficha restos del individuo 2.

41

Individuo 3 Este individuo es del que se ha podido localizar un mayor número de restos, pero se encontraban en un estado de preservación bastante malo, sobre todo el cráneo, que estaba muy fragmentado, habiéndose perdido una gran parte de la zona posterior del mismo. La mandíbula, aunque se encontraba también muy fragmentada, se conserva completa. Los dientes que se han localizado son todos permanentes; cabe destacar que el M1 de la mandíbula izquierda lo perdió en vida. El resto se distribuyen de la siguiente manera:

FÓRMULA DENTARIA IZQUIERDA

DERECHA

M3

M2

M1

P2

0

0

0

0

I1

I2

C

P1

P2

M1

M2

0*

0*

M2

Ø

P2

P1

C

I2

0

I1

0

C

P1

P2

M1

M2

0*

Esquema 3: I1, I2: incisivos permanentes; C: canino permanente; P1, P2: premolares permanentes; M1, M2, M3: molares permanentes; 0: pérdida postmortem; 0*: se desconoce si no se había formado o está ausente; Ø: pérdida en vida.

Este individuo está más desarrollado que los dos anteriores: el tamaño de sus huesos es mucho mayor, el sacro está terminándose de fusionar y tiene un M3 emergido. La única observación reseñable es que presenta una patología en L5. Los restos documentados para este individuo son los siguientes:

42

Lámina 3: Ficha restos del individuo 3.

43

Individuo 4 (Foto 8) De este individuo se conserva únicamente el cráneo, que se encontraba fragmentado, y algunos dientes superiores, de leche y permanentes, que se distribuyen de la siguiente manera:

FÓRMULA DENTARIA IZQUIERDA X

X*

X

X*

P2 M1

m2

DERECHA C

P1*

c

0

I1

I1

I2

C

P1

P2

c

m1

0

M1

X*

X

X*

X

Esquema 4: I1, I2: incisivos permanentes; C: canino permanente; P1, P2: premolares permanentes; M1, M2, M3: molares permanentes; c: canino de leche; m1, m2: molares de leche; 0: pérdida postmortem; X: agenesia; X*: se desconoce si hay agenesia o pérdida postmortem; P1*: no se puede saber si había erupcionado o no. (En rojo: sin erupcionar; en negro: erupcionados).

Foto 8: Restos del individuo 4 y piedra localizada en el cráneo. (Foto del M.A.R. realizada por Mario Torquemada).

44

Individuo 5 (Foto 9) En este caso sucede igual que con el individuo anterior: sólo se conservan el cráneo fracturado, que presenta sutura metópica, y algunos dientes superiores, tanto de leche como permanentes, que presentan la siguiente distribución:

FÓRMULA DENTARIA IZQUIERDA X

X*

X

X*

M1

P2

P1

m2

m1

DERECHA C

I2

I1

I1

0

C

P1

P2

c

m1

m2

X M1

M2*

X

Esquema 5: I1, I2: incisivos permanentes; C: canino permanente; P1, P2: premolares permanentes; M1, M2, M3: molares permanentes; c: canino de leche; m1, m2: molares de leche; 0: pérdida postmortem; X: agenesia; X*: se desconoce si hay agenesia o pérdida postmortem; M2*: no se puede saber si había erupcionado o no. (En rojo: sin erupcionar; en negro: erupcionados).

Foto 9: Restos del individuo 5 y piedra localizada en el cráneo. (Foto del M.A.R. realizada por Mario Torquemada).

45

Hay dos piezas dentales que se atribuyen al individuo 5 y se han catalogado como tal, pero que por su tamaño y morfología podrían corresponder al individuo 4. El m1 derecho del individuo 5 podría ser del individuo 4 y el P1 derecho del individuo 5 podría corresponder al P2 derecho del individuo 4. Estos dos cráneos se hallaron asociados a piedras, algunas de las cuales estaban incrustadas todavía en los mismos (Foto 10), motivo por el que se encontraban en tan mal estado de preservación.

Foto 10: Cráneos aislados localizados, asociados a piedras, algunas incrustadas en los mismos. (Foto de José Antonio Macarro).

4.1.2 RESULTADOS Una vez realizados los análisis antropológicos, los resultados obtenidos para cada uno de los individuos, en cuanto a la información que se ha podido extraer, han sido dispares, ya que para alguno de ellos son bastante escasos, debido al estado de preservación y/o a la cantidad de restos de los que se disponía. A continuación se presentan los diferentes análisis realizados, con la información que han aportado por cada individuo.

Medidas En la obtención de las medidas se utilizó, como ya se ha dicho, el método de Buikstra y Ubelaker (1994), con el que se toman medidas craneales y postcraneales expresadas en centímetros, que se recogen en una serie de tablas, divididas por las siguientes unidades anatómicas:

46

-

Cráneo.

-

Mandíbula.

-

Cintura escapular.

-

Huesos largos de los brazos (izquierdo y derecho).

-

Huesos largos de las piernas (izquierda y derecha).

-

Cintura pelviana.

Tabla 2: Medidas expresadas en centímetros; —: ausencia; X: mala preservación.

La tabla que recoge los datos del cráneo es la única que cuenta con información de los cinco individuos (Tabla 2). En ella se puede apreciar que el cráneo del individuo 1 es el único del que se han podido obtener todas las medidas indicadas en el protocolo antropométrico. De los individuos 2 y 3, los datos que se han recogido son menos, en el primer caso por la ausencia de partes del cráneo, mientras que en el individuo 3 la causa ha sido que el cráneo no se encontraba en las condiciones necesarias para poder tomar determinadas medidas Tabla 3: Medidas expresadas en centímetros; —: ausencia; X: mala preservación. 47

de forma precisa; es decir, las zonas de interés del cráneo estaban presentes, pero carecían del estado de preservación suficiente para que la medida en cuestión fuera fiable. En el caso de los individuos 4 y 5, sólo se disponía del cráneo y, además, ambos se encontraban en un estado de preservación bastante malo; en consecuencia, las medidas que se pudieron obtener de estos dos individuos son muy escasas, como se puede apreciar en la tabla 2. En el caso de las medidas de las mandíbulas (Tabla 3), así como en el resto de las tablas, sólo Tabla 4: Medidas expresadas en centímetros; —: ausencia; X: mala preservación.

se pudo obtener información de los individuos 1, 2 y 3. Las mandíbulas estaban en buen estado de preservación, lo que ha posibilitado tomar todas las medidas propuestas, excepto una en el individuo 2, la correspondiente a la altura del mentón, como se puede ver en la tabla 3. La tabla de medidas de la cintura escapular (Tabla 4) es una de las que menos información ha arrojado, debido al estado de los huesos. La única ausencia corresponde a la clavícula derecha del individuo 1 y, aunque los demás restos están presentes, sin embargo sólo se han podido obtener medidas de los omóplatos del individuo 1 y de la

Tabla 5: Medidas expresadas en centímetros; —: ausencia; X: mala preservación.

clavícula derecha del individuo 3, como se puede apreciar en la tabla 4. Las tablas referentes a las extremidades superiores se dividen según la lateralidad; es decir, hay una tabla para cada uno de los lados (Tablas 5 y 6). En este caso, vuelve a ser el individuo 2 el que menos información ofrece ‒sólo se han podido obtener las medidas del radio izquierdo‒. En cuanto a los otros dos individuos, se han podido tomar medidas de todos los huesos; en el caso del individuo 1 corresponden a los huesos del lado izquierdo, el mejor preservado; con el 3 sucede a la inversa y las medidas son de todos los huesos del lado derecho, como aparece en las

Tabla 6: Medidas expresadas en centímetros; —: ausencia; X: mala preservación. 48

siguientes tablas.

Las tablas de las extremidades inferiores también se dividen en función de la lateralidad (Tablas 7 y 8). En este caso vuelve a ser el individuo 1 el que ofrece mayor información, ya que se han obtenido medidas de todos los huesos, excepto del peroné derecho. En cuanto a nivel de información, el individuo 3 estaría en segundo lugar, ya que del lado izquierdo se han podido tomar medidas de todos los huesos, aunque del fémur son únicamente dos, y algunas de la tibia derecha. Con el individuo 2 sólo se han Tabla 7: Medidas expresadas en centímetros; —: ausencia; X: mala preservación.

podido sacar unas pocas medidas del fémur y la tibia izquierdos. Estos resultados se pueden comprobar en las tablas 7 y 8. La última de las tablas recoge las medidas de la cintura pelviana (Tabla 9). En este caso no se pudo obtener resultados de ninguno de los individuos, debido al estado de preservación en el que se encontraban estos huesos. Abajo a la izquierda se muestra la tabla correspondiente.

Tabla 8: Medidas expresadas en centímetros; —: ausencia; X: mala preservación.

Tabla 9: Medidas expresadas en centímetros; —: ausencia; X: mala preservación.

49

Sexo A la hora de estimar el sexo, los principales problemas han sido el estado preservación de los restos y el grado de desarrollo de los individuos. Por ello se han empleado diferentes métodos, con el fin de lograr unos resultados más exactos. El primero de los métodos empleados es el Bruzek (2002), que se pudo utilizar únicamente con el individuo 1, ya que las pelvis de los individuos 2 y 3, a pesar de conservarse, no eran aptas para el método. La del individuo 2 todavía no está ni fusionada ni desarrollada, por lo que aún no están presentes las características sexuales. La del individuo 3 presenta un grado de deterioro tal, que imposibilita la aplicación de este método. Los resultados obtenidos mediante el Bruzek (2002) son los siguientes:

IZQUIERDA

DERECHA

Surco preauricular

I

M

M

F

F

M

Escotadura ciática mayor

F

F

F

M

F

M

Arco compuesto

F

Borde inferior

X

X

Proporción isquiopúbica RESULTADO

I X

X

X

X

X

X

FEMENINO

ALOFISO

Tabla 10: Resultados Bruzek (2002). F: femenino; M: masculino; I: indeterminado; X: no valorable.

Además del Bruzek (2002), se decidió aplicar el método del WEA para estimar el sexo mediante los coxales, el cual arrojó los siguientes resultados para el individuo 1: INDIVIDUO 1 CARACTERÍSTICA

DERECHA

IZQUIERDA

PESO DEL CARÁCTER

VALOR (V)

I*V

VALOR (V)

I*V

Surco preauricular

3

-1

-3

1

3

Escotadura ciática mayor

3

-1

-3

-1

-3

Ángulo pubis

2

Arco compuesto

2

1

2

1

2

Los coxales

2

-1

-2

-1

-2

Foramen obturador

2

Cuerpo isquion

2

0

0

0

0

Cresta ilíaca

1

-1

-1

-1

-1

Fosa ilíaca

1

-1

-1

-1

-1

Pelvis mayor

1

0

0

Pelvis menor

1

0

0

-8

-2

-0.32

-0.08

COXALES

ΣI*V RESULTADO (ΣI*V/ΣV)

0

0

Tabla 11: Resultados del WEA coxales individuo 1. (Valores negativos: femenino; positivos: masculino).

50

0

0

Como los resultados obtenidos para este individuo no eran concluyentes y, además, la pelvis planteaba algunas dudas debido a su tamaño, se decidió aplicar otro método, el DSP (Murail et. al. 2005), con el que se obtuvieron los siguientes resultados:

Obs

Pum

Spu

Dcox Iimt

Izda. Dcha.

18,00

Ismm

Scox

Ss

Sa

Sis

Veac

PF

PM

SEX

30,00

56,00 58,50 25,00

45,00 0,9756

0,0244

Female

24,00

54,00 54,00 23,00

42,50 0,9937

0,0063

Female

Tabla 12: Tabla extraída de la aplicación del método DSP, desarrollada por Murail et. al. (2005).

Con el fin de corroborar los resultados obtenidos mediante los diferentes métodos, se consultó con la experta Dña. Josefina Rascón, quien los ratificó. Para la estimación del sexo del individuo 3, resultaba imposible aplicar ni el Bruzek ni el Murail et. al., por el mal estado de preservación en el que se encuentra la pelvis. A pesar de este problema, se decidió emplear el WEA, ya que se podían valorar algunos de los aspectos que propone este método que, aunque escasos, tienen valor diagnóstico. Los resultados obtenidos son: INDIVIDUO 3 CARACTERÍSTICA

DERECHA PESO DEL CARÁCTER

VALOR (V)

I*V

IZQUIERDA VALOR (V)

I*V

COXALES Surco preauricular

3

0

0

Escotadura ciática mayor

3

0

0

Ángulo pubis

2

0

0

Arco compuesto

2

Los coxales

2

Foramen obturador

2

Cuerpo isquion

2

2

4

2

4

Cresta ilíaca

1

1

1

1

1

Fosa ilíaca

1

2

2

2

2

Pelvis mayor

1

0

0

Pelvis menor

1

0

0

11

11

0.44

0.44

ΣI*V RESULTADO (ΣI*V/ΣV)

0 2

4

0 2

0

4 0

Tabla 13: Resultados del WEA coxales individuo 3. (Valores negativos: femenino; positivos: masculino).

En el caso de los individuos 2, 4 y 5, no se pudo analizar la pelvis por los motivos ya comentados ‒la falta de desarrollo de ésta en el caso del 2 y por ausencia de la misma en los individuos 4 y 5‒. Por tanto, se decidió aplicar el método del WEA para cráneo y mandíbula. Este método también se aplicó a los individuos 1 y 3 para reforzar los resultados obtenidos mediante la pelvis. Los resultados arrojados por estos análisis se presentan en las siguientes tablas:

51

INDIVIDUO 1 CARACTERÍSTICA

INDIVIDUO 2 IMPORTANCIA

VALOR (V)

I*V

CRÁNEO

CARACTERÍSTICA

IMPORTANCIA

VALOR (V)

I*V

CRÁNEO

Glabela

3

-1

-3

Glabela

3

-2

-6

Apófisis mastoide

3

1

3

Apófisis mastoide

3

-2

-6

Relieve plano nucal

3

-1

-3

Relieve plano nucal

3

0

Arco zigomático

3

-1

-3

Arco zigomático

3

Arco supraciliar

2

-2

-4

Arco supraciliar

2

-2

-4

Protuberancia parietal frontal

2

-1

-2

Protuberancia parietal frontal

2

-2

-4

Cresta nucal

2

-1

-2

Cresta nucal

2

0

Malar

2

0

0

Malar

2

0

Inclinación del frontal

1

-1

-1

Inclinación del frontal

1

-2

-2

Forma órbita

1

2

2

Forma órbita

1

1

1 -3

MANDÍBULA

0

MANDÍBULA

Aspecto total

3

1

3

Aspecto total

3

-1

Mentón

2

1

2

Mentón

2

1

2

Ángulo mandibular

1

1

1

Ángulo mandibular

1

-1

-1

Margen inferior

1

1

1

Margen inferior

1

-1

ΣI*V

-13

RESULTADO (ΣI*V/ΣV)

-0,52

-1

ΣI*V

-21

RESULTADO (ΣI*V/ΣV)

-0,84

Tablas 14 y 15: Resultados del WEA cráneos y mandíbulas individuos 1 y 2. (Valores negativos: femenino; positivos: masculino). INDIVIDUO 3 CARACTERÍSTICA

INDIVIDUO 4 IMPORTANCIA

VALOR (V)

I*V

Glabela

3

2

6

Glabela

3

Apófisis mastoide

3

2

6

Apófisis mastoide

0 2

6

CRÁNEO

CARACTERÍSTICA

IMPORTANCIA

VALOR (V)

I*V

3

-2

-6

Relieve plano nucal

3

-1

-3

Arco zigomático

3

CRÁNEO

Relieve plano nucal

3

Arco zigomático

3

0

0

Arco supraciliar

2

2

4

Arco supraciliar

2

-2

-4

Protuberancia parietal frontal

2

0

0

Protuberancia parietal frontal

2

-2

-4

Cresta nucal

2

0

Cresta nucal

2

-1

-2

Malar

2

2

4

Malar

2

Inclinación del frontal

1

2

2

Inclinación del frontal

1

0

0

Forma órbita

1

2

2

Forma órbita

1

-1

-1

MANDÍBULA

0

MANDÍBULA

Aspecto total

3

2

6

Aspecto total

3

Mentón

2

2

4

Mentón

2

0 0

Ángulo mandibular

1

2

2

Ángulo mandibular

1

0

Margen inferior

1

2

2

Margen inferior

1

0

ΣI*V

30

ΣI*V

-20

RESULTADO (ΣI*V/ΣV)

1,2

RESULTADO (ΣI*V/ΣV)

-0,8

INDIVIDUO 5 CARACTERÍSTICA

IMPORTANCIA

VALOR (V)

I*V

CRÁNEO Glabela

3

-1

-3

Apófisis mastoide

3

-2

-6

Relieve plano nucal

3

-1

-3

Arco zigomático

3

Arco supraciliar

2

-2

-4

0

Protuberancia parietal frontal

2

-2

-4

Cresta nucal

2

-1

-2

Malar

2

-1

-2

Inclinación del frontal

1

-2

-2

Forma órbita

1

-1

-1

MANDÍBULA Aspecto total

3

Mentón

2

0

Ángulo mandibular

1

0

Margen inferior

1

ΣI*V52

RESULTADO (ΣI*V/ΣV)

0

0 -27 -1,08

Tablas 16, 17 y 18: Resultados del WEA cráneos y mandíbulas individuos 3, 4 y 5. (Valores negativos: femeninos; positivos: masculinos).

Una vez analizados todos los restos, los resultados obtenidos mediante el conjunto de los métodos utilizados son los siguientes: -

Individuo 1: femenino.

-

Individuo 2: indeterminado*.

-

Individuo 3: masculino.

-

Individuo 4: indeterminado*.

-

Individuo 5: indeterminado*.

*Los individuos 2, 4 y 5 son inmaduros, debido a lo cual los análisis de estimación del sexo en estos casos están condicionados por la edad de muerte de los sujetos. Dado que los caracteres femeninos y los inmaduros pueden confundirse, no se puede asegurar el sexo de ninguno de ellos.

Edad Como he mencionado, para la estimación de la edad de los individuos se utilizaron dos métodos: el de Ubelaker (1978), para todos ellos, y el de Schaefer, Scheuer y Black (2009), para los individuos 1, 2 y 3, que son los únicos que tenían también esqueleto postcraneal. Los resultados de las edades según el método de Ubelaker (1978), basado en el desarrollo y erupción dental, se recogen en las siguientes tablas:

Tablas 19: Edades Ubelaker (1978). X: presente; O: ausente; ?: ausente o sin formar.

53

Tablas 20, 21, 22 y 23: Edades Ubelaker (1978). X: presente; O: ausente; ?: ausente o sin formar. 54

Para intentar concretar algo más la edad de los individuos 1, 2 y 3, se empleó el estado de fusión de las epífisis. En el caso del individuo 1, las epífisis que sirvieron para obtener la información fueron las del húmero, el radio, el cúbito y la cresta ilíaca. Teniendo en cuenta que se trata de un individuo femenino, los rangos de edad que se obtuvieron fueron: -

La epífisis proximal del húmero se encuentra fusionada parcialmente (Foto 11), por lo que estaría en una edad entre los 14 y los 19 años.

-

En el caso del radio, la epífisis distal también está fusionada de manera parcial (Foto 12), lo que da un intervalo entre 14 y 19 años.

-

El cúbito tiene la epífisis proximal totalmente fusionada (Foto 13), lo que indica que es mayor o igual a 12 años.

-

La pelvis no tiene fusionada la cresta ilíaca (Foto 14), por lo que la edad sería menor o igual a 16 años.

Fotos 11 y 12 (izquierda-derecha): Húmero y radio individuo 1. (Fotos de Elena Marinas).

Fotos 13 y 14 (izquierda-derecha): Cúbito y pelvis individuo 1. (Fotos de Elena Marinas).

En el individuo 2 se han empleado el fémur, el sacro y la pelvis para estimar la edad según los estados de fusión de las epífisis; en este caso, al tratarse de un individuo que no ha alcanzado la pubertad, no se puede hacer la estimación en función del sexo: -

El fémur no tiene fusionadas las epífisis proximales (Foto 15) por tanto es menor de 14 años, si es femenino, y menor de 16, si es masculino.

-

El sacro está sin fusionar (Foto 16); se encuentran todas las partes separadas, por lo que es un individuo menor de 12 años en ambos casos.

-

La pelvis también se encuentra completamente sin fusionar (Foto 17), así que tiene una edad comprendida entre 5 y los 11 años en ambos casos.

55

Fotos 15, 16 y 17 (izquierda-abajo-derecha): Fémur, pelvis y sacro individuo 2. (Fotos de Elena Marinas).

Para estimar la edad del individuo 3, que es masculino, se han tenido en cuenta la fusión de las epífisis de la pelvis, el sacro y la clavícula. Los resultados obtenidos son: -

La pelvis tiene la cresta ilíaca completamente fusionada (Foto 18), por lo que el individuo es mayor de 18 años.

-

En el sacro quedan por fusionar del todo los cuerpos de S1 y S2, S2 y S3, y S4 y S5 (Foto 19), por lo que estaría entre los 16 y los 25 años. Sin embargo al tener fusionadas las alas la edad estimada es de 19 o más años.

-

La clavícula tiene la epífisis lateral completamente fusionada y la medial sin fusionar del todo (Foto 20), lo que indica una edad entre 18 y 20 años para la primera, y entre 17 y 30 para la segunda.

Fotos 18, 19 y 20 (izquierda-derecha-abajo): Pelvis, sacro y clavícula individuo 3. (Fotos de Elena Marinas). 56

Por tanto, teniendo en cuenta los resultados de los métodos empleados, las edades de los individuos son las siguientes: -

Individuo 1: entre 14 y 16 años.

-

Individuo 2: entre 8 y 11 años.

-

Individuo 3: entre 21 y 25 años.

-

Individuo 4: entre 6 y 10 años.

-

Individuo 5: entre 7 y 11 años.

Alcalá P26: Ind. 1

144

Estatura

de Tellkä et. al. (1962) en el que se emplean las longitudes de los huesos largos para estimar

ESTATURA (CM)

Este parámetro se ha calculado con el método

143 142 141 140 139 138 137

la estatura según cada uno de ellos; posterior-

136

mente, se obtiene la media entre todos los resultados y se trasladan a una gráfica los valores

niños MIEMBRO INFERIOR

niñas SEXO MIEMBRO SUPERIOR

MEDIA

mayor, menor y medio. Debido a los restos con los que se contaba, se 140

los individuos 1, 2 y 3. Se representa en los

120

gráficos situados a la derecha. En función de los datos obtenidos con el cálculo de la estatura, representados en los

ESTATURA (CM)

ha podido estimar la estatura únicamente en

100 80 60 40 20

gráficos, los individuos tendrían la siguiente

0

talla estimada: -

Alcalá P25: Ind. 2

niños MIEMBRO INFERIOR

Individuo 1: entre 139´7 cm y 143

niñas SEXO MIEMBRO SUPERIOR

MEDIA

cm. Una media de 141´3 cm. Ya que es femenino. -

178

cm. Si es femenino, 116,4 cm. En

que este individuo sólo conserva un hueso largo con el que poder hacer el cálculo (el radio izquierdo). -

177 ESTATURA (CM)

este caso sólo hay una medida, ya

176 175 174 173 172

Individuo 3: entre 176´2 cm y 172´9

171

cm. Una media de 174´6 cm, porque

170

es masculino.

Alcalá P26: Ind. 3

179

Individuo 2: si es masculino, 112,65

niños MIEMBRO INFERIOR

niñas SEXO MIEMBRO SUPERIOR

MEDIA

Figs. 6, 7 y 8: Gráficos de estatura de los individuos 1, 2 y 3.

57

Patologías y caracteres de interés En este apartado, destaca notablemente el individuo 1, en el que se han localizado la casi totalidad de las patologías documentadas en los restos estudiados. Debido a la complejidad de dichas patologías, se requirió el asesoramiento especializado de D. Manuel Campo Martín y Dña. Josefina Rascón. Las patologías detectadas en el examen preliminar fueron: -

Cribra orbitalia: porosidad en la órbita del ojo, que se asocia a déficits nutricionales (Foto 21).

-

Foramen olecraneano en el húmero izquierdo: pequeño orificio, de componente genético, que algunos expertos asocian con los individuos femeninos (Foto 22).

-

Osteocondritis disecante en la epífisis distal del fémur derecho: destrucción del tejido óseo (Foto 23).

Fotos 21, 22 y 23 (izquierda-derecha y abajo): Cribra orbitalia, foramen olecraneano, osteocondritis disecante. (Fotos de Elena Marinas).

-

Del análisis realizado en el atlas y la L1 por el paleopatólogo D. Manuel Campo Martín, se extrajo la siguiente información: ‡ El atlas tiene una fisura anterior (Foto 24), patología que es muy rara ‒con tan sólo una frecuencia del 0´1%‒ y que va acompañada siempre, según los estudios paleopatológicos, de fisura en la zona posterior. En este caso no hay fisura en la parte posterior, por lo que se trata de un “imposible”, razón por la cual será objeto de futuros estudios. ‡ La L1 presenta espondilolisis en el lado izquierdo (Foto 25). Este caso no es muy habitual, ya que este tipo de lesiones se suele dar en L5 o L4.

58

Fotos 24 y 25 (Izquierda-derecha): Fisura en atlas y espondilolisis en L1. (Fotos de Armando González).

También se ha podido documentar que la L5 estaba sacralizada; es decir, que la última de las vértebras lumbares tiene las características de una vértebra del sacro. Además, llama la atención el pequeño tamaño de la pelvis, que no se corresponde con la edad del individuo. Lo anterior llevó a un estudio más detenido de las extremidades inferiores. Se observó la presencia de genu valgo (rodillas rotadas hacia dentro), origen seguramente de la osteocondritis disecante del fémur. También se detectó periostitis ‒el rastro que dejan las infecciones en el hueso‒ en la zona distal de la diáfisis de la tibia derecha, originada seguramente por algún golpe. Debido a la cantidad y escasa frecuencia de algunas de las patologías que presenta, el individuo 1 será objeto de futuros estudios. En el resto de los individuos, apenas se localizaron patologías; únicamente, el individuo 2 presenta cribra orbitalia, foramen olecraneano en el húmero izquierdo y malposición del canino superior izquierdo, todavía sin erupcionar. El individuo 3 también presenta espondilolisis bilateral en L5 (Foto 26). Todas estas patologías presentes en los individuos 2 y 3 son muy comunes y no aportan datos de especial interés, más que los puramente descriptivos o estadísticos en futuros estudios.

Foto 26: Espondilolisis bilateral en L5. (Foto de Elena Marinas).

59

4. 2. ESTUDIO DE LOS ENTERRAMIENTOS A la hora de estudiar los enterramientos del yacimiento de “La Dehesa”, se han tenido en cuenta las características de tres aspectos diferentes: las del enterramiento en sí, las del individuo y las del hoyo en el que se encuentra. Desde el primer momento, se observaron una serie de limitaciones. La primera fue que no se contaba con el mismo número de enterramientos que de individuos. El documentado en la zona C se perdió por completo y la única información que se tiene del mismo, aportada por los trabajadores de la constructora, es que se encontraba en posición fetal. Del enterramiento nº 2 no se ha podido localizar el cuerpo, por lo que se desconocen los datos relativos al individuo allí depositado. La segunda tiene que ver con los restos óseos que sí se han podido estudiar. En el caso de los individuos 4 y 5, correspondientes a los enterramientos 5 y 6, sólo se encontraban los cráneos; el resto de los esqueletos no se hallaron en ninguna parte del yacimiento por lo que la información que se ha podido extraer de los mismos es bastante limitada. En el resto de los individuos, 1, 2 y 3, localizados en los enterramientos 1, 4 y 3 respectivamente, se han logrado obtener numerosos datos, aunque no todos los potencialmente informativos, debido al estado de preservación en el que se encuentran. La tercera y última es que el número de enterramientos y, más aún, de individuos, es escaso como para poder realizar estudios poblacionales u observar patrones en los mismos. A pesar de estas limitaciones, los datos que se han podido extraer de los enterramientos del yacimiento de “La Dehesa” son bastante numerosos, como se puede apreciar en los apartados siguientes.

4.2.1 CARACTERÍSTICAS DEL ENTERRAMIENTO En lo que a este aspecto se refiere, se han valorado distintas características como el tipo de enterramiento; si el lugar donde se ha depositado el cuerpo se rellenó o se dejó vacío; la orientación y posición del cuerpo; la profundidad a la que se encontraba, y si se acompañaba de ajuar o no.

Tipo En cuanto al tipo de enterramiento, en el yacimiento objeto de este estudio, se ha documentado cierta variedad. El enterramiento 1 es primario, ya que el cuerpo encontrado en él estaba en conexión anatómica, lo que indica que no ha sido movido desde que se depositó en origen; además, es individual porque es el único cuerpo enterrado en el hoyo. Lo mismo sucede con el enterramiento 4, que también es primario e individual. Los enterramientos 2 y 3 forman uno doble, pues los dos cuerpos están en el mismo hoyo; no son simultáneos, pues están uno encima del otro, separados por un pavimento y, además, tienen diferentes posiciones dentro del hoyo ‒uno centrado y otro en un lateral‒. El enterramiento 3 tiene el pavimento en la parte superior, que sirve de base en la que se apoya el 2. Ambos son también enterramientos primarios, ya que los cuerpos se descubrieron en conexión anatómica, lo que indica que la esqueletización se ha producido en ese mismo lugar.

60

Los enterramientos 4 y 5 son claramente secundarios; se corresponden con los dos cráneos aislados documentados. No hay rastro del resto del esqueleto, por lo que dichos cráneos fueron depositados en el hoyo una vez producida la esqueletización, dejando el resto del cuerpo en otro lugar que desconocemos, ya que en toda el área excavada -ciertamente sólo una parte de lo que debió ser el poblado en su momento‒ no se han localizado otros huesos que pudieran corresponder con los individuos de los cráneos. También es un enterramiento doble simultáneo, porque se trata de dos cráneos que están colocados de manera tan específica uno respecto del otro, al mismo nivel y en contacto, mirando en direcciones opuestas, que debieron de ser depositados en el mismo momento. Todos los enterramientos fueron tapados una vez colocados los cuerpos, ya que todos los restos encontrados estaban en conexión anatómica y con diferentes posturas que se habían conservado perfectamente, lo que indica que no se han producido grandes desplazamientos de los huesos al esqueletizarse, que es lo que hubiera sucedido si el cuerpo se hubiera depositado en un espacio vacío. El cuerpo que presentaba mayores dudas a este respecto era el del enterramiento 4, debido a la posición un tanto extraña de la cabeza: girada respecto del cuerpo y, sin embargo, se puede apreciar en las fotograf ías tomadas en el lugar, que las vértebras continúan en conexión, siguiendo el giro de la cabeza. Además, el cráneo estaba relleno de sustrato y la mandíbula y las primeras vértebras cervicales, así como la caja torácica y uno de los brazos, formaban respectivos bloques debido al endurecimiento del sustrato. Esto ocurre cuando la tierra circundante va sustituyendo las partes blandas del cuerpo a medida que éstas desaparecen, por lo que es necesario que el cuerpo esté rodeado de gran cantidad de tierra para que esto suceda. (Duday et al. 1990).

Orientación En el caso de la orientación de los cuerpos los únicos que se asemejan son los enterramientos 2 y 3 que se orientan en sentido N-S y aproximadamente N-S, respectivamente. Sin embargo los enterramientos 1 y 4 están orientados en sentido contrario, ya que en el 1 el cuerpo tiene una orientación E-O, mientras que el del 4 está en sentido O-E. Con los cráneos pasa lo mismo, pues cada uno de ellos está mirando hacia un punto, el correspondiente al enterramiento 5 hacia el NE y el del 6 al SO. En este caso las orientaciones que se especifican corresponden al lugar hacia donde “mira la cara”, pero como se encuentran apoyados sobre un lado y con las partes superiores de los cráneos tocándose entre sí, las orientaciones de los cráneos son al NO el del enterramiento 5 y al SE el del 6 (Fig. 9).

Fig. 9: Orientaciones de los cuerpos de los diferentes enterramientos. 61

Posición del cuerpo (Figs. 10, 11, 12 y 13) Respecto a la posición del cuerpo, la que más se repite es la fetal, ya que en cuatro de los siete enterramientos localizados en el yacimiento el cuerpo estaba en dicha posición, contando con el de la zona C, pues lo único que se sabe del mismo es precisamente este dato. El resto son los enterramientos 1, 2 y 4. Al profundizar un poco más en este aspecto, se observa, no obstante, cierta variabilidad: el cuerpo correspondiente al 4 se apoya en su lado izquierdo, mientras que los de los enterramientos 1 y 2 lo hacen sobre el derecho. Desgraciadamente, del de la zona C no se tienen datos a este respecto. El cuerpo del enterramiento 3 se encuentra boca arriba, pero en una posición forzada, con los brazos abiertos respecto al mismo y las piernas flexionadas de diferente forma cada una, lo que compone una postura general bastante extraña. En los enterramientos 5 y 6 están únicamente los cráneos aislados, pero, como se ha mencionado anteriormente, éstos se encuentran apoyados sobre uno de sus lados, en el caso del correspondiente al 5, sobre el izquierdo, y el del 6, sobre el derecho.

Figs. 10 y 11: detalle de enterramientos 1, 2 y 3 de “La Dehesa”. (Figuras modificadas de Macarro 2000: 259; fotos de José Antonio Macarro). 62

Figs. 12 y 13: Detalle de enterramientos 4, 5 y 6 de “La Dehesa”. (Figuras modificadas de Macarro 2000: 259; fotos de José Antonio Macarro).

Profundidad y localización en el hoyo Este aspecto se refiere a la profundidad en la que se localizaron los cuerpos en los hoyos, tomando como punto cero la superficie. El del enterramiento 3 es el que estaba más profundo, a 100 cm, mientras que el cuerpo del 4 es el que se situaba más cerca de la superficie, a una profundidad de sólo 45 cm. Los individuos de los enterramientos 1 y 2 y los cráneos de los 5 y 6 se hallaban en profundidades intermedias, los dos primeros a 65 cm y los cráneos a 85 cm desde la superficie. En este apartado también se ha recogido información relativa a la localización en el hoyo, es decir, a la posición del cuerpo con respecto a la horizontal. En cuanto a este último aspecto, el único cuerpo hallado en la zona central del hoyo es el del enterramiento 3; los demás se encontraban en uno de los extremos. 63

En los enterramientos 1 y 4, los cuerpos estaban pegados a la pared norte del hoyo, pero mientras que en el caso del 1 es la espalda la que estaba adosada, el esqueleto del 4 se encontraba de cara a la pared. El cuerpo del enterramiento 2 también estaba con la cara pegada a la pared, pero a la oeste y no a la norte. Los cráneos de los enterramientos 5 y 6 no llegaban a estar pegados a la pared, pero sí se encontraban cerca de la misma, en este caso, de nuevo la orientada hacia el N.

Ajuar En este apartado es poco lo que se puede decir; sólo se encontró ajuar en el enterramiento 2 y en los 5 y 6, que son los de los cráneos, por lo que, en realidad, se trata únicamente de dos ajuares. Junto a los cráneos, se localizaron un recipiente cerámico, colocado boca arriba y una moledera pegada a la pared (Macarro y Silva 1996; Macarro 2000: 109-112); éste es el ajuar más rico de los documentados en el yacimiento. En el otro caso, el del enterramiento 2, lo único que se pudo encontrar fue un fragmento de varilla de bronce (Macarro y Silva 1996; Macarro 2000: 120-121). En el enterramiento 4, se localizó una lasca de sílex cerca de la zona de la garganta del individuo, pero no se ha podido confirmar si ésta fue depositada allí como ajuar o no. Por último, en los enterramientos 1 y 3 no se encontró ningún objeto o resto que acompañara a los cuerpos.

4.2.2. CARACTERÍSTICAS DE LOS HOYOS Los aspectos que se han observado en este apartado son: el tamaño de los hoyos que contienen enterramientos; si tenían o no pavimento; si formaban parte de una estructura de habitación; si se encontraban relacionados con hogares, y si se encontraron indicios de que los hoyos habían sido reutilizados o no.

Tamaño En relación con este parámetro se han recogido datos acerca del diámetro de la boca de los hoyos; la profundidad; si tenían o no ampliaciones y, en caso afirmativo, a qué distancia comienzan y hasta qué tamaño aumenta el diámetro. -

Hoyo del enterramiento 1: diámetro en boca 100-110 cm, profundidad 100 cm, ampliación a 40 cm de profundidad hasta los 160 cm de diámetro en el fondo.

-

Hoyo enterramientos 2 y 3: diámetro en boca 110 cm, profundidad 110 cm, ampliación a 35-40 cm de profundidad hasta los 210 cm de diámetro en el fondo.

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-

Hoyo enterramiento 4: diámetro en boca 150 cm, profundidad 85 cm, sin ampliación.

-

Hoyo enterramientos 5 y 6: diámetro en boca y profundidad 105 cm, sin ampliación.

Pavimento El único enterramiento en el que no se ha documento pavimento es en el 4; en todos los demás sí se localizó. En los enterramientos 1, 2 y 3, con una potencia de 10 cm; el del 3 se encuentra a unos 30 cm del cuerpo y sirve de base para el 2. Los enterramientos 5 y 6 también tenían pavimento, que en este caso se extendía a los hoyos circundantes, ya que formaban parte de una cabaña.

Habitación Como se menciona en el apartado anterior, los enterramientos 5 y 6 están en un hoyo que forma parte de una cabaña. Los enterramientos en los que se ha documentado pavimento se podrían interpretar como lugares de habitación, por la existencia del mismo, pero los casos de los enterramientos 1, 2 y 3 no está tan clara la relación con una estructura de habitación.

Hogares Todos los hoyos en los que se han hallado enterramientos están asociados, ya sea de manera directa, por yuxtaposición o por cercanía, con otros hoyos en los que se han documentado hogares.

Reutilización La reutilización de los hoyos sólo está clara en uno de los casos, en el que contiene los enterramientos 2 y 3, ya que el 2 se sitúa por encima del 3, por lo que el hoyo se ha utilizado, como mínimo, en dos ocasiones distintas para sendos enterramientos. En el resto de los hoyos no se han encontrado materiales en el relleno de los mismos que pudieran indicar que habían tenido una función distinta, ya sea antes o después del enterramiento. No obstante, este hecho lo único que nos indica es que no fueron utilizados como basureros, nada más, puesto que no encontrar materiales o que éstos sean muy escasos no basta para sostener que el hoyo no ha sido reutilizado. Como se comenta en el apartado dedicado al yacimiento, los autores defienden la teoría de que los hoyos que presentan pavimento fueron utilizados como lechos para dormir; si se acepta esta teoría, los hoyos de los enterramientos 1, 2, 5 y 6 podrían haber sido reutilizados como lechos, pero es algo imposible de comprobar.

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4.2.3. CARACTERÍSTICAS DE LOS INDIVIDUOS En este apartado se recopila la información que se ha podido obtener de los individuos enterrados en el yacimiento de “La Dehesa”.

Cuerpo entero o partes aisladas En este caso sólo cabe comentar que en los enterramientos 1, 2, 3 y 4 los cuerpos se encontraron completos, es decir, que contaban con esqueleto craneal y postcraneal, mientras que los enterramientos 5 y 6 contenían únicamente los cráneos de los individuos. Este es el único aspecto del individuo del enterramiento 2 que se ha podido valorar en este apartado, ya que no se localizaron sus restos en el M.A.R., por lo que no se le ha realizado estudio antropológico alguno.

Sexo Como ya se ha comentado en el apartado de resultados, la estimación del sexo de los individuos ha sido bastante complicada y sólo se han obtenido resultados concluyentes en dos casos: en el del individuo del enterramiento 1 (individuo 1), que es femenino, y el del enterramiento 3 (individuo 3), que es masculino. Para el resto de los individuos no se ha podido estimar el sexo. En el caso del 2 ‒correspondiente al enterramiento 4‒, debido a las características de los restos; en los individuos 4 y 5 ‒enterramientos 5 y 6, respectivamente‒, por la edad de los mismos y porque no se contaba con esqueleto postcraneal.

Edad Las edades han sido más sencillas de estimar y los resultados más precisos, debido a las características de los restos; se trata de individuos muy jóvenes, lo que beneficia a la hora de averiguar la edad, ya que tenemos a nuestra disposición los indicadores de desarrollo que se van sucediendo durante el proceso ontogenético, y que conocemos muy bien en nuestra propia especie -

Enterramiento 1: individuo 1, entre 14 y 16 años.

-

Enterramiento 3: individuo 3, entre 21 y 25 años.

-

Enterramiento 4: individuo 2, entre 8 y 11 años.

-

Enterramiento 5: individuo 4, entre 6 y 10 años.

-

Enterramiento 6: individuo 5, entre 7 y 11 años.

Estatura Este dato se pudo obtener sólo en tres de los casos. En el enterramiento 1, el individuo presenta una estatura media de 141´3 cm. En el enterramiento 4, el individuo 2 tiene una estatura media de 112´6 cm, en caso de que fuera masculino, y 116´4 cm, si fuera femenino. Y por último, el individuo 3, correspondiente al enterramiento 3, tiene una estura media de 174´6 cm. 66

Patologías Se encontraron patologías en tres de los individuos, el 1, el 2 y el 3, correspondientes a los enterramientos 1, 4 y 3, respectivamente. El individuo 1 presentaba numerosas patologías, algunas de ellas tan raras que serán objeto de futuros estudios. En concreto son: una fisura en la parte anterior del atlas, espondilolisis en la L1, sacralización de la L5, cribra orbitalia, foramen olecraneano en el húmero izquierdo, osteocondritis en la epífisis distal del fémur derecho, periostitis en la parte distal de la diáfisis de la tibia derecha, además de tener genu valgo y un tamaño muy pequeño para su edad. El individuo 2 presentaba cribra orbitalia, foramen olecraneano en el húmero izquierdo y malposición del canino superior izquierdo, que todavía no había erupcionado. El individuo 3 únicamente tenía espondilolisis bilateral en la L5.

4.2.4. RECOPILACIÓN Y PROPUESTAS Una vez analizadas todas las características relativas a los enterramientos que se encontraron en el yacimiento de “La Dehesa”, se han recopilado para tener una visión general de todas ellas (Tabla 24). El propósito de dicha unificación ha sido facilitar la búsqueda de semejanzas o diferencias que pudieran llevarnos a observar algún tipo de patrón o comportamiento determinado relacionado con los enterramientos. Al valorar todos los enterramientos en conjunto llaman la atención especialmente el 5 y el 6 que, aunque se hayan documentado como dos enterramientos, bien podría hablarse de uno sólo, ya que se trata de uno doble simultáneo y los restos se encontraban pegados el uno al otro. Este enterramiento es el único de los localizados que es secundario y en el que se ha documentado sólo una parte del cuerpo, lo cual no tiene por qué ser siempre así, ya que en los enterramientos secundarios pueden aparecer distintas partes del cuerpo e incluso hay enterramientos primarios en los que se ha depositado exclusivamente una región anatómica determinada del individuo. Por consiguiente, este dato es destacable, no sólo porque supone haber tomado un fragmento del cuerpo del lugar donde estaba originalmente y haberlo trasladado a otro sitio, sino por el fragmento seleccionado, el cráneo, el hueso del esqueleto con mayor simbolismo. Destaca también el hecho de que sea el enterramiento que presenta un ajuar más claro; en otros dos, el 2 y el 4, se encontraron un fragmento de varilla de bronce y una lasca de sílex, respectivamente, pero en este caso había depositados junto a los cráneos un recipiente cerámico y una moledera, ajuar, si no el único, sí el más relevante de los documentados.

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LA DEHESA CARACTERÍSTICAS

Nº1-IND1

Nº2-FOTO

Nº3-IND3

TIPO ORIENTACIÓN POSICIÓN PROFUNDIDAD PEGADO A PARED TAPADO O VACÍO AJUAR

primario individual

primario doble

E-O fetal derecha 65 cm si, norte, espalda tapado no

N-S fetal derecha 65 cm si, oeste, cara tapado si, varilla bronce

TAMAÑO HOYO PAVIMENTO HABITACIÓN HOGAR REUTILIZACIÓN ENTERO SEXO EDAD ESTATURA MEDIA PATOLOGÍAS

d100-110/40/160 f100 si 10 cm ? si ? si femenino 14-16 141´3 cribra orbitalia , foramen húmero, espondilolisis L1, osteocondritis fémur,

d100/35-40/210 f110 si 10 cm ? si si, enterramiento 3 si X X X X

primario doble

Nº4-IND2 primario individual

Nº5-IND4 Nº6-IND5 Nº7-ZONA C secundario doble secundario doble simultáneo simultáneo X

apróx. N-S forzada, boca arriba 100 cm no, en el centro tapado no

O-E fetal izquierda 45 cm si, norte, cara tapado ?, lasca de sílex

NO (mira al NE) cráneo aislado 85 cm no tapado si, recipiente cerámico y moledera d105 f 105 si, cabaña entera si si ? no X 6-10 X no

d110/35-40/210 f110 d150 f 85 si, a 30 cm, 10 cm, base no ? no si si si, enterramiento 2 ? si si masculino X 21-25 8-11 174´6 112´6 m-116´4 f espondilolisis bilateral cribra orbitalia , en L5 foramen y canino sup. izdo.

SE (mira al SO) cráneo aislado 85 cm no tapado si, recipiente cerámico y moledera d105 f105 si, cabaña entera si si ? no X 7-11 X no

X fetal X X X X X X X X X X X X X X

Tabla 24: Tabla resumen de los datos relativos a las características de los enterramientos de “La Dehesa” (Alcalá de Henares, Madrid).

También está situado dentro de una estructura de habitación. Si bien es cierto que otros de los enterramientos podrían encontrarse también formando parte de este tipo de estructuras, en este caso no hay lugar a dudas, pues se ha podido constatar que el área 9, en la que se encuentra el enterramiento, formaba una cabaña. Todos estos datos nos incitan a pensar que se trata de un enterramiento especial, más aún si tenemos en cuenta que los restos encontrados en él corresponden a los dos individuos de menor edad de todos los que se han podido analizar y consideramos también la posición en la que se encontraron, cada uno de ellos mirando hacia un lado. Este enterramiento, sin duda, es excepcional, pero ¿a qué es debido? Quizá podría tratarse de un rito fundacional por encontrarse dentro de una cabaña que se sitúa alrededor del gran espacio vacío. El problema es que desconocemos la extensión total del yacimiento; la cabaña está en un lugar relevante si sólo tenemos en cuenta la zona A, pero ¿tenía esa zona una posición importante dentro del conjunto del poblado o se encontraba en la periferia? Estos son datos que nos ayudarían a comprender mejor la singularidad y la posible motivación de este enterramiento, pero que se han perdido. Otro enterramiento que llama la atención es el 3; es el que se encuentra a mayor profundidad; el único de los completos que no está en posición fetal; que se ubica en el centro del hoyo en lugar de pegado a la pared, y que tiene otro enterramiento encima. Además, con el análisis antropológico, se ha podido averiguar que es el individuo de mayor edad de todos los estudiados y que es masculino. Todos los enterramientos completos están a una profundidad menor que la del 3; de hecho, se encuentran a una distancia del fondo bastante semejante en todos los casos: a 35 cm el 1; a 45 cm el 2, y a 40 cm el 4; sin embargo, el 3 está tan sólo a 10 cm del fondo, como se puede apreciar en los esquemas de la página derecha: La profundidad y el hecho de que tiene un enterramiento encima ‒que, como ya hemos argumentado, no parece simultáneo y sí coincide con el resto en la posición del cuerpo y en la distancia aproximada al fondo del hoyo‒ podría

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Figs. 14, 15 y 16 (izquierda-derecha-abajo): Enterramiento 1, enterramientos 2 y 3, y enterramiento 4.

estar indicándonos que no fue un enterramiento preparado; además, la postura del cuerpo parece más casual que intencionada y la localización alejada de la pared también, es decir, da la impresión de que fue arrojado en lugar de depositado. ¿Murió de una forma tan repentina o inusual que hizo que no se pudiera preparar el enterramiento como con los demás? O ¿fue un acto intencionado debido a su edad o su sexo ‒ el individuo aquí enterrado es el único que, aun siendo joven, llegó a la edad adulta y es masculino‒? Para poder afirmar que se trata de un tratamiento diferencial por sexo o edad tendríamos que disponer de los datos de todos los individuos, pero lo que sí se puede constatar es que éste fue enterrado de forma distinta a los demás por alguna razón concreta. Los individuos correspondientes a los enterramientos 1, 2 y 4 se asemejan más entre sí. Todos ellos están en posición fetal, pegados a la pared y a una profundidad similar en relación con el fondo del hoyo; no obstante, aunque pudiera parecer que estos enterramientos coinciden, presentan características que los hacen diferentes entre sí. Una de esas distinciones es el lado sobre el que se apoyan los cuerpos. Es cierto que todos se encuentran en posición fetal, pero los individuos 1 y 2 están sobre su lado derecho, mientras que el 4 está sobre el izquierdo. También todos están pegados a la pared, pero el 1 y el 4 a la norte, y el 2 a la oeste; además, el 1 tiene pegada la espalda, mientras que el 2 y 4 están de cara a la pared. La orientación de los cuerpos también es diferente: el 2 se orienta N-S y en los enterramientos 1 y 4 la orientación es opuesta entre sí ‒están orientados E-O y O-E, respectivamente‒. Estas últimas se asemejan bastante a las que tienen los cráneos aislados de los enterramiento 5 y 6, que miraban el primero al NE y el segundo al SO. De hecho la orientación de los cráneos parece un intermedio entre las de los enterramientos 1 y 4, y la de los del 2 y 3, pues el 3 también se orienta N-S. El problema para intentar determinar si hay alguna razón por la que uno está orientado hacia un punto y otro hacia uno distinto o por qué unos miran a la pared mientras que otros están de espaldas, o la elección de la pared en la que descansan, o el motivo por el que se apoyan sobre un costado u otro, es que, de los individuos de los enterramientos 2 y 4 se tiene muy poca información, del 2 casi nada, ya que no se ha podido estudiar el cuerpo, y del 4, únicamente la edad. 69

Por tanto, pretender obtener afirmaciones en este caso es prácticamente imposible con la información de la que se dispone; habría que tener más datos de todos los individuos para poder ver si están relacionadas o no con el lugar y la posición en la que se depositan. Se ha podido observar que, en dos de los hoyos, el individuo que hay enterrado tiene una estatura mayor que el diámetro en boca del hoyo, pero no del diámetro del fondo. Esto sucede con los hoyos correspondientes a los individuos 1 y 3. En el caso del enterramiento 2, se desconoce la estatura del individuo, por lo que no se puede saber si también era mayor; sin embargo, es bastante probable, ya que el diámetro es sólo de 110 cm, y, por la foto, el individuo parece tener la suficiente edad como para haber sobrepasado esa estatura. Sin embargo, en el enterramiento 4, el diámetro en boca es mayor que la estatura del individuo. Todo ello nos sugiere que, a la hora de introducirlos, se encontrarían con la dificultad de tener que encogerlos o que meterlos verticalmente y, una vez dentro, tumbarlos. Esta dificultad podría ser la razón por la que el cuerpo del enterramiento 3 tiene una postura anómala respecto a los demás, ya que se encuentra a una profundidad de 1 m y en el centro, mientras que los otros están rondando el medio metro (65 cm en el 1 y el 2, y 45 cm en el 4) y pegados a la pared, lo que haría más accesible el lugar de enterramiento desde el exterior del hoyo y facilitaría la colocación del cuerpo en una determinada posición. Estas diferencias entre el diámetro de la boca del hoyo y la estatura del individuo nos hacen plantearnos algunas cuestiones: el uso de hoyos con diámetros menores en boca que en fondo, con individuos enterrados con mayor estatura que el diámetro en boca ¿podrían estar indicando que son hoyos reutilizados, no ideados en origen para enterrar, y de ahí la diferencia de tamaños? ¿Serían entonces los hoyos con diámetros superiores a la estatura del individuo que albergan, y con el mismo diámetro en todo el hoyo, los realizados expresamente para albergar un enterramiento? Si no es así, y también son hoyos reutilizados, ¿por qué reutilizarían unas estructuras que les son más incómodas, cuando tienen otras en las que es más fácil depositar el cuerpo o que están hechas para ese uso? Para poder resolver todas estas cuestiones, se requiere de un estudio mucho más amplio, en el que se cuente con más información. En relación con las posibles reutilizaciones de los hoyos, los diámetros de los mismos no son el único aspecto a tener en cuenta. Por un lado, el relleno que había en los hoyos era prácticamente estéril; no contenía restos que indicaran alguna actividad previa o posterior, aunque podrían haber contenido restos orgánicos que hoy ya hayan desaparecido, o que no se han podido documentar al no contar con análisis polínicos o carpológicos del sedimento. Esto podría llevarnos a pensar que los hoyos fueron abiertos exclusivamente para los enterramientos, pero en todos ellos se ha localizado relleno por debajo del nivel de enterramiento. Al no encontrarse los enterramientos en el fondo de los hoyos, cabe pensar que éstos estuvieron destinados a otra actividad; el problema para verificar esta hipótesis radica en el hecho de que no hay restos que documenten dicha posible actividad. Cabe plantearse también otras posibilidades como: ¿podrían haber sido abiertos los hoyos con anterioridad a los enterramientos y, debido al tiempo transcurrido entre un hecho y otro, se han ido rellenando de forma natural por el sustrato? ¿Es intencionado el relleno que queda por debajo del enterramiento, siendo algún tipo de preparativo? Para poder resolver estas dudas habría que contar con datos concretos acerca del relleno de los hoyos. Sabemos que no contenían casi material y que coinciden con el sustrato natural de la zona, pero desconocemos otras cuestiones como el grado de compactación, si había diferencias en la misma entre unos niveles y otros, o si los escasos restos encontrados estaban por encima o por debajo del nivel de enterramiento, entre otras, lo que imposibilita ahondar en el estudio de estas cuestiones.

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En cuanto a las patologías, no parece que tengan relevancia en relación con el tratamiento de los cuerpos, ya que el individuo del enterramiento 1, que es el que mayor número de patologías ‒y menos comunes‒ tiene, no presenta grandes diferencias con relación a los demás enterramientos. De los otros dos individuos en los que se han documentado patologías ‒los correspondientes a los enterramientos 3 y 4‒, el único que destaca, como ya se ha comentado, es el del 3, pero este individuo la única patología que presenta es una espondilolisis bilateral en la L5, la cual suele ser imperceptible en vida, por lo que no sería razón por la que brindarle un trato diferencial al morir. Ocurriría lo mismo con los casos de cribra orbitalia de los individuos 1 y 2. De todo lo dicho se desprende que en el yacimiento de “La Dehesa” encontramos diferentes tipos de enterramientos: individuales-dobles, primarios-secundarios; en posición fetal y en posiciones forzadas; con distintas orientaciones y localizaciones, tratamiento diferencial de determinadas partes del cuerpo, entre otras, diferentes prácticas a las que nos hemos acercado, pero cuyas motivaciones, a pesar de los estudios llevados a cabo en este trabajo, aún se desconocen.

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5. EL MUNDO FUNERARIO PROTOCOGOTAS

5. EL MUNDO FUNERARIO PROTOCOGOTAS 5.1. ANTECEDENTES Y PARALELOS El estudio del mundo funerario de las poblaciones pertenecientes a la cultura Protocogotas ha sido, y sigue siendo, complicado. Durante décadas, el desconocimiento fue total, ya que no se contaba con ningún tipo de dato al respecto. No fue hasta los descubrimientos de la sepultura de “Renedo de Esgueva” y, sobre todo, la de “La Requejada de San Román de Hornija”, cuando se comenzó a tener una idea acerca de las costumbres funerarias de estas poblaciones (Delibes et al. 2012: 259-260). Hasta entonces habían surgido algunas teorías con las que se pretendía explicar la ausencia de enterramientos. Dichas teorías giraban en torno a dos premisas que eran, por un lado, que éstas poblaciones no conservaban los cuerpos, por lo que, o bien eran dejados al aire libre o arrojados a las aguas, tomando como ejemplo las poblaciones de la fachada atlántica y por otro lado, estaba la teoría de que practicaban la incineración, basándose en los restos de cenizas encontrados en algunos hoyos (Delibes et al. 2012: 259-260; Esparza 1990: 107 y 109). Actualmente la inhumación es aceptada como la práctica funeraria más habitual entre estas poblaciones, gracias en gran medida al trabajo desarrollado por Esparza en 1990 recopilando todos los datos acerca del rito funerario del periodo Cogotas I, en el que se pone de manifiesto que el rito por excelencia es la inhumación (Delibes et al. 2012: 261). Sin embargo, todavía hay autores que proponen que la escasez de hallazgos se debe a que, además, tenían otras prácticas en las que no se conservaba el cuerpo (Esparza 1990: 109; Barroso 2002: 98). Estas discrepancias se entienden al observar la documentación de la que se dispone, pues es realmente escasa. Son pocos los datos con los que contamos relativos a los enterramientos del periodo Protocogotas; aunque el número de enterramientos conocidos ha aumentado, la documentación de los mismos, en la mayoría de los casos, es bastante deficiente en cuanto a su contextualización, adscripción cultural, dataciones, estudios antropológicos, etc., debido a que, como el registro funerario es complejo, los criterios a la hora de estudiarlo no suelen ser los mismos dando unos investigadores mayor importancia a unas cuestiones y otros a otras (Díaz del Río 2001: 157-161; Blasco et al. 1991: 56; Macarro 1998; Montero 2011: 54). A pesar de las limitaciones, se sabe que la práctica funeraria más habitual en el periodo Protocogotas es la inhumación en fosa, aunque también se dan casos en cueva y en dólmenes reutilizados, en su mayoría enterramientos individuales, con escasos ajuares y que se localizan en el área de habitación (Blasco et al. 1991: 86 y 70; Barroso 2002: 83). Estas características han hecho a muchos autores proponer una continuidad entre las tradiciones funerarias de otros grupos de la zona de la Meseta, especialmente los de la cultura Campaniforme, y de otras regiones peninsulares como la cultura Argárica, en las que también es habitual el enterramiento en fosa e individual, llegando incluso algunos a retrotraerse hasta el Neolítico (Barroso 2002: 83; Blasco et al. 1991: 69-70; Blasco et al. 1995: 86; Blasco 1997: 187; Barroso et al. 2011: 89 y 100-101; Macarro 1998; Esparza 1990: 135-136). La gran aceptación con la que cuenta dicha propuesta no ha evitado que salgan voces críticas señalando importantes diferencias entre las costumbres funerarias de unas culturas y otras, como es el caso de la escasez o ausencia de ajuares en los enterramientos Protocogotas, que choca con los ricos ajuares encontrados en enterramientos Campaniformes, o la falta de señalización de las tumbas frente a la monumentalidad de otras etapas (Montero 2011: 296-297). 75

5.2. CARACTERÍSTICAS DE LOS ENTERRAMIENTOS PROTOCOGOTAS Una de las principales características de los enterramientos de este periodo es que se encuentran relacionados con la zona de hábitat (Delibes et al. 2012: 269-270; Barroso 2002: 97; Blasco 1997: 177; Montero 2011: 333-335). Sin embargo, la existencia de enterramiento en cueva o en megalitos hizo que algunos autores cuestionaran esta relación espacio funerario-habitacional (Esparza 1990: 130). Las discrepancias aumentan cuando se analiza la distribución de las tumbas dentro de esos espacios domésticos. Así, mientras algunos autores defienden la aleatoriedad de la ubicación de las tumbas (Delibes et al. 2012: 270), otros optan por resaltar la dificultad o imposibilidad de comprobar una supuesta ordenación de las mismas (Barroso 2002: 97; Blasco 1997: 177-178). Hay, no obstante, algunos autores que no dudan en establecer una organización de las tumbas en el interior de los poblados (Macarro 1998; Barroso et al. 2011: 85-86) indicando que se encuentran agrupadas en determinados sectores de los mismos, de lo que serían buen ejemplo los yacimientos de “Caserío de Perales del Río”, “Los Berrocales” y el aquí estudiado de “La Dehesa” (Díaz del Río 2001: 152; Blasco 1991: 65; Aliaga et al. 2011: 42-43 y 79; Montero 2011: 297). Los enterramientos más habituales de este periodo, como ya se ha dicho, se realizan en fosas, que son excavadas en el subsuelo (Blasco 1997: 181). Estos contenedores se caracterizan por tener plantas de tendencia circular u ovalada (Blasco 1997: 181; Díaz del Río 2001: 152; Aliaga et al. 2011: 79), si bien varían en cuanto a los perfiles que presentan, que pueden ser globulares (con la base más grande que la boca), rectilíneos, troncocónico (con la base más pequeña que la boca) o con covachas o nichos excavados en las paredes (Aliaga et al 2011: 80; Blasco 1997: 181-182; Montero 2011: 295). Esta morfología que presentan las fosas es igual a la de otros contenedores, excepto en el caso de las que poseen covachas; sin embargo, a la hora de excavar resulta imposible diferenciar los hoyos con enterramientos del resto. Este hecho ha llevado a interpretar el uso de dichas fosas como reutilizaciones de los contenedores ideados inicialmente para otros usos, como el almacenaje (Díaz del Río 2001: 152; Montero 2011: 295). Otra de las propuestas de esta incapacidad de diferenciación es que las fosas que contenían enterramientos no estaban señalizadas, es decir, no poseían ningún elemento que las diferenciara del resto de los hoyos del yacimiento (Esparza 1990: 129; Blasco 1997: 180; Montero 2011: 297). Sin embargo, en el yacimiento, aunque del Bronce Tardío, de “Cortecampo II”, apareció una laja sobre uno de los enterramientos y en el de “Caserío de Perales del Río”, este ya sí Protocogotas, se detectó una zanja que cambiaba bruscamente de dirección evitando con ello destruir un hoyo con enterramiento (Delibes et al. 2012: 270-271). Parece más que probable por tanto que los enterramientos contaran con algún tipo de señalización que no se ha conservado. En cuanto a las características de los enterramientos, todos los autores coinciden en que la práctica más habitual es la inhumación primaria individual, en posición fetal (Díaz del Río 2001: 154; Esparza 1990: 125-126; Montero 2011: 298). A esto hay que añadir que también se dan casos de inhumaciones dobles y triples, y que, en estas últimas, es habitual que por lo menos uno de los individuos sea infantil (Blasco 2012: 214). Fuera de estos aspectos, la variabilidad con la que nos encontramos en los enterramientos Protocogotas es enorme respecto al lado sobre el que se apoyan los cuerpos; la orientación de los mismos; la posición dentro del hoyo tanto en sentido horizontal ‒pues se localizan en covachas, pegados a la pared o en el centro del hoyo‒, como vertical ‒en el fondo, a mitad o cerca de la superficie‒ (Díaz del Río 2001: 152; Blasco 1997: 184). 76

En lo relativo a los estudios que tienen en cuenta los datos antropológicos, a la escasez de datos general sobre este periodo se le suman los parcos restos óseos localizados y los más escuetos aún estudios realizados sobre los mismos. Esto impide que se hayan podido llevar a cabo estudios poblacionales, y además, provoca una gran diversidad de resultados que por la falta de información, en ocasiones, llegan a ser contradictorios unos con otros. Ejemplo de ello serían los resultados relativos a los grupos de edad, pues en unos casos se expresa la predominancia de los individuos subadultos (Delibes et al. 2012: 277; Blasco 1997: 186), mientras que en otros son los individuos adultos los de mayor presencia en la muestra (Montero 2011: 308). En lo que al sexo de los individuos se refiere, los resultados son más concordantes observándose un equilibrio entre ambos sexos (Blasco 1997: 215; Montero 2011: 308-309; Delibes et al. 2012: 277). En algún caso se ha llegado a proponer que el sexo del individuo estaba directamente relacionado con el lado sobre el que se depositaba, apoyándose las mujeres en el izquierdo y los hombres en el derecho (Esparza 1990: 127); sin embargo, actualmente ha quedado desmentida esta propuesta (Díaz del Río 2001: 154). Se han documentado también enterramientos en los que los cuerpos aparecen en una posición forzada, descoyuntados ‒como sucede con el individuo del enterramiento 3 de “La Dehesa”‒ o incluso desmembrados, como es el caso de los restos que aparecieron en el Fondo 20 de “Caserío de Perales” (Blasco 1991: 62-63). También han aparecido partes del cuerpo aisladas, entre las cuales la más habitual es el cráneo, ejemplo de lo cual son los enterramientos 5 y 6 de “La Dehesa”, pero no los únicos, ya que en “Arenero Soto de Perales del Río” apareció una mano en conexión anatómica (Blasco 1997: 215; Díaz del Río 2001: 154; Delibes et al. 2012: 272; Macarro 1998). Respecto a los ajuares, ya se ha dicho que en esta etapa son bastante escasos, siendo además pocas las ocasiones en los que se documentan con certeza (Barroso 2002: 101; Blasco 1997: 214). Cuando aparecen, los restos que se encuentran con más frecuencia son: recipientes cerámicos ‒normalmente boca abajo‒, molinos, punzones o varillas de cobre y huesos de fauna ‒en muchas ocasiones asociados a enterramientos infantiles‒ (Blasco 1997: 185-186; Díaz del Río 2001: 155-156; Blasco 2012: 211-213). Estos objetos son de uso cotidiano, no de prestigio, por lo que no serían claros indicadores de diferenciación social (Montero 2011: 304-307; Blasco 1997: 214). Más llamativo es el caso de los restos de fauna, pues hay animales que se dedican al consumo, por ejemplo los bóvidos, y otros que no, como los cánidos (Blasco 1997: 211-214; Díaz del Río 2001: 155-156). La gran diversidad comentada a lo largo de todo el apartado se puede comprobar perfectamente en los siguientes ejemplos, en los que se han recogido las características de los enterramientos documentados en tres yacimientos, el del presente trabajo, de “La Dehesa”, y dos yacimientos con restos humanos, de los más relevantes, si no los más, de la Comunidad de Madrid en este periodo. Dichos yacimientos son el de “Caserío de Perales del Río” y el de “Los Berrocales”.

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LA DEHESA CARACTERÍSTICAS

Nº1-IND1

Nº2-FOTO

Nº3-IND3

TIPO ORIENTACIÓN POSICIÓN PROFUNDIDAD PEGADO A PARED TAPADO O VACÍO AJUAR

primario individual

primario doble

E-O fetal derecha 65 cm si, norte, espalda tapado no

N-S fetal derecha 65 cm si, oeste, cara tapado si, varilla bronce

TAMAÑO HOYO PAVIMENTO HABITACIÓN HOGAR REUTILIZACIÓN ENTERO SEXO EDAD ESTATURA MEDIA PATOLOGÍAS

d100-110/40/160 f100 si 10 cm ? si ? si femenino 14-16 141´3 cribra orbitalia , foramen húmero, espondilolisis L1, osteocondritis fémur, fisura atlas, periostitis tibia, L5 sacralizada, piernas tocidas, pequeño tamaño

d100/35-40/210 f110 si 10 cm ? si si, enterramiento 3 si X X X X

primario doble

Nº4-IND2 primario individual

Nº5-IND4 Nº6-IND5 Nº7-ZONA C secundario doble secundario doble simultáneo simultáneo X

apróx. N-S forzada, boca arriba 100 cm no, en el centro tapado no

O-E fetal izquierda 45 cm si, norte, cara tapado ?, lasca de sílex

NO (mira al NE) cráneo aislado 85 cm no tapado si, recipiente cerámico y moledera d105 f 105 si, cabaña entera si si ? no X 6-10 X no

d110/35-40/210 f110 d150 f 85 si, a 30 cm, 10 cm, base no ? no si si si, enterramiento 2 ? si si masculino X 21-25 8-11 174´6 112´6 m-116´4 f espondilolisis bilateral cribra orbitalia , en L5 foramen y canino sup. izdo.

SE (mira al SO) cráneo aislado 85 cm no tapado si, recipiente cerámico y moledera d105 f105 si, cabaña entera si si ? no X 7-11 X no

X fetal X X X X X X X X X X X X X X

Tabla 24: Tabla resumen de los datos relativos a las características de los enterramientos de “La Dehesa” (Alcalá de Henares, Madrid).

CASERÍO DE PERALES DEL RÍO F.23 F.11 doble individual N-S O-E fetal izquierda fetal derecha e izquierda X fondo

CARACTERÍSTICAS TIPO ORIENTACIÓN POSICIÓN

F.30 individual S-N fetal derecha

F.21 individual O-E fetal izquierda

PROFUNDIDAD

X

X

PEGADO A PARED TAPADO O VACÍO AJUAR TAMAÑO HOYO PAVIMENTO HABITACIÓN HOGAR REUTILIZACIÓN ENTERO SEXO

si, covacha X no d130-128 f108 X X X X si masculino

si, covacha bloques de sílex cazuela cerámica d128 f116 X X X X si femenino

no, en el centro X cánido d128-168 f50 X X X X si X

EDAD ESTATURA MEDIA PATOLOGÍAS

20-25 1´57 hipoplasia y exóstosis cartilaginosa Blasco et al. 1991

30-35 1´52-1´58 hipoplasia

9y5 X el mayor hipoplasia el menor nada

Blasco et al. 1991

Blasco et al. 1991

BIBLIOGRAFÍA

F.20 individual X desmenbrado

F.V individual N-S fetal izquierda

a 18 cm del fondo

casi superficial

no, casi en el centro bloques de piedra no d200-120 f 130 X X X X si femenino

no, en el centro X no d127 f50 X X X X si masculino

30-42 1´62-1´65 hipoplasia y deformación en escápula Blasco et al. 1991

20-25 X X

no, en el centro X no d178-168 f80 X X X si si podría ser femenino porque es grácil adulto X X

Blasco et al. 1991

López y Morín 2007

Tabla 25: Tabla resumen de los datos relativos a las características de los enterramientos de “Caserío de Perales del Río” (Getafe, Madrid).

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CARACTERÍSTICAS TIPO ORIENTACIÓN POSICIÓN

T.11 individual E-O fetal izquierda casi superficial

T.15 individual E-O fetal izquierda en medio

LOS BERROCALES T.16 T.18 individual individu X X boca X arriba fondo fondo

PROFUNDIDAD

T.3 individual E-O boca arriba en medio

T.6 individual N-S fetal derecha en medio

T.19 individual E-O fetal

T.20 individual O-E fetal derecha fondo

T.22 doble X fetal izquierda fondo

PEGADO A PARED

si bloques de sílex

si, covacha no, en el centro bloques de bloques sílex de sílex

si

TAPADO O VACÍO AJUAR

X

si, covacha no, en el centro laja X cerrando covacha X X

no, en el centro bloques bloques de sílex de sílex

si bloques de sílex

no, en el casi pegado centro bloques X de sílex

no, en el centro X

no, casi en el centro bloques de sílex

?, cazuela cerámica

X

X

TAMAÑO HOYO

d140-148 f89 X X X X si femenino

d124 f34

PAVIMENTO HABITACIÓN HOGAR REUTILIZACIÓN ENTERO SEXO

d130-138 f100 X X X X si femenino

X X X X si X

d152-181 f91 X X X X si X

d170 f136 d140 f146 X X X X X X X X si si masculino X

punzón o varilla de cobre d119-138 f18 X X X X si masculino

X

X

X

X

X X X X X si X

d160-222 f60 X X X X si X

EDAD

adulto

adulto

adulto

adulto

32-34´7

2-4

16-17

adulto

juvenil

ESTATURA MEDIA PATOLOGÍAS

X X

X X

X X

X X

X X

X X

X X

X X

X X

BIBLIOGRAFÍA

Aliaga et al. 2011

Aliaga et al. Aliaga et 2011 al. 2011

Aliaga et al. 2011

Aliaga et al. 2011

Aliaga et Aliaga et al. 2011 al. 2011

Aliaga et al. 2011

Aliaga et al. 2011

fondo

T.23 individual N-S boca arriba

T.34 individual X X

casi fondo

fondo

X

d155 f60

d112-136 d170-190 f82 f147 X X X X X X X X X X X X si si si femenino femenino femenino yX juvenil adulto y 6- 28-38 8 X X X X X perforación en occipital, traumatismo perimortem Aliaga et Aliaga et Aliaga et al. al. 2011 al. 2011 2011

T.38 individual S-N fetal izquierda fondo

Tabla 26: Tabla resumen de los datos relativos a las características de los enterramientos de “Los Berrocales” (Vallecas, Madrid).

5.3. INTERPRETACIONES DEL RITO FUNERARIO Debido a lo variado del registro arqueológico, las interpretaciones que se han hecho del mismo también son diversas proponiendo que: las distintas prácticas responden únicamente a factores coyunturales, pues al ser poblaciones trashumantes enterraban a los individuos donde se encontraban; los diferentes tratamientos responden a diferencias sociales dentro del grupo y, también, a diferencias culturales dentro de las poblaciones; son una forma de apropiación de la tierra o de resaltar la importancia de los linajes y el parentesco, a través de los antepasados (Esparza 1990: 131-136; Montero 2011: 364-374). En cualquier caso, a la hora de enfrentarse a la interpretación del registro funerario hay que: “[...] tener en cuenta la posible existencia de prácticas funerarias diferenciales socialmente normalizadas: determinados individuos, por razones diversas, reciben un tratamiento sepulcral particularizado. Así pues, una eventual representación parcial provocada por una respuesta cultural obliga a considerar si el segmento de población en estudio coincide con el que fue objeto de la práctica fúnebre «normalizada» (o más generalizada) o si, por el contrario, constituye la porción que se asocia a lo que podrían denominarse «tumbas de excepción»” (Delibes et al. 2012: 287).

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6. CONCLUSIONES: EL YACIMIENTO DE “LA DEHESA” EN EL MUNDO FUNERARIO PROTOCOGOTAS

6. CONCLUSIONES: EL YACIMIENTO DE “LA DEHESA” EN EL MUNDO FUNERARIO PROTOCOGOTAS Del estudio realizado sobre el yacimiento de “La Dehesa” se han extraído las siguientes conclusiones: -

Gracias al estado de preservación en el que se encontraban los restos, se ha podido llevar a cabo el estudio antropológico, mas éste no ha sido completo, por la ausencia de los cuerpos pertenecientes a dos enterramientos y porque, debido al escaso número de individuos, no se han podido realizar estudios poblacionales.

-

Pese a las limitaciones, se han obtenido numerosos y valiosos datos de los individuos enterrados en “La Dehesa”, que servirán sin duda para futuras investigaciones. Entre esos datos cabe destacar los relativos a las patologías del individuo 1, que será objeto de futuros estudios.

-

En el análisis de los enterramientos ha quedado patente la gran variabilidad de prácticas funerarias que se dan en este periodo, pues están muchas de ellas representadas en el yacimiento de “La Dehesa”. ‡ Se ha podido documentar la presencia de un individuo masculino y otro femenino. ‡ La posición más habitual es la fetal, aunque también se ha documentado un individuo en postura forzada. ‡ En dos de los enterramientos se localizaron cráneos aislados. ‡ Las orientaciones son diversas.

-

No se han encontrado evidencias de que la postura, la localización del individuo dentro de la fosa o la orientación estén relacionadas ni con la edad ni con el sexo ni con las patologías.

-

Es significativo que todos los individuos enterrados, a excepción del 3, sean subadultos, tres infantiles y uno juvenil.

-

Aún queda mucho por investigar con respecto al mundo funerario de esta cultura; aunque el número de yacimientos conocidos en las últimas décadas ha aumentado notablemente, en la mayoría, esos hallazgos se deben a excavaciones de urgencia, por lo que los restos en ellos localizados no se han estudiado o los datos no se han llegado a publicar.

-

Es necesaria una revisión de los materiales depositados en los museos para poder ampliar el conocimiento que tenemos del periodo Protocogotas, así como de los restos humanos para aumentar el número de individuos estudiados, de forma que en un futuro se puedan realizar análisis poblacionales que quizá arrojen algo de luz.

-

No sólo es necesaria una revisión de los restos, sino también de las ideas preconcebidas que se tienen acerca de estas poblaciones. Se da por supuesto que eran ganaderos, para muchos trashumantes, pero si su economía se basa en la ganadería, ¿por qué la mayoría de sus poblados se localizan en terrazas fluviales, los lugares en los que el suelo es más fértil y, por tanto, más propicio para la agricultura? Además, las estructuras más habituales y los objetos que se suelen encontrar están directamente relacionados con la agricultura, los silos o los molinos. Si se dedicaban principalmente a la ganadería ¿por qué tanto esfuerzo en construir y fabricar estos elementos?

-

Se interpretan los poblados como inestables, por los que iban pasando distintos grupos, sólo porque las estructuras de hábitat se realizaban en materiales perecederos, y esto influye a la hora de interpretar los enterramientos, pues no es lo mismo tener a tus muertos cerca que ir dejándolos por el camino.

-

En definitiva, hace falta estudiar más a fondo el registro del que disponemos, con más y nuevos análisis que anteriormente no se han empleado, pero también con ojos nuevos, pues quizá sólo de esta manera logremos ver qué se esconde detrás de esta enorme variabilidad. 83

7. BIBLIOGRAFÍA

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ANEJO 1 MÉTODOS ANTROPOLÓGICOS

A. INSTRUMENTOS DE MEDIDA Todos los instrumentos empleados en los estudios antropológicos sirven para tomar medidas, ya sean de longitud, grosor, anchura, altura, diámetro, perímetro e incluso ángulos. La diferencia entre el empleo de uno u otro radica principalmente en el hueso que se desee medir y en la distancia de la medida. -

Calibre: se utiliza para tomar pequeñas medidas, como los diámetros de los huesos largos, la altura de las apófisis mastoides o la anchura de la fosa nasal.

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Compás de espesor: se emplea para numerosas medidas craneales, ya que permite obtener la distancia en línea recta entre dos puntos cuando la forma del hueso no admite que se haga directamente.

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Tabla osteométrica: es un instrumento con una regla en uno de los laterales o con la base con cuadrículas milimetradas, y dos paredes, una de ellas móvil, en la que se miden los huesos largos. Se puede tomar la longitud de los mismos con sólo pegar un extremo del hueso a la pared estática y ajustando la pared móvil al otro extremo.

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Mandibulómetro: es un instrumento específico para la mandíbula. Consta de tres paredes, una reclinable que se ajusta a la parte posterior de las ramas mandibulares, que a su vez tiene una pequeña pared móvil que se sitúa en la zona superior de las ramas, y una tercera pared, también móvil, que se adosa a la zona del mentón, con lo que se pueden medir de una vez la longitud de la mandíbula, la altura de las ramas y el ángulo que forman el cuerpo de la mandíbula y las ramas.

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Cinta métrica: sirve para tomar las medidas de los perímetros, ya que al ser un instrumento flexible se puede rodear el hueso con él.

B. MÉTODO BUIKSTRA Y UBELAKER 1994 Se trata de un protocolo en el que se recogen diferentes medidas, tanto craneales, como mandibulares y postcraneales. Mediante dibujos con sus correspondientes explicaciones, se determina el lugar exacto en el que hay que tomar cada una de las medidas, así como el instrumento de medida con el que se debe recoger ‒calibre, compás, tabla osteométrica, mandibulómetro y cinta métrica‒ en función de la recomendación hecha por los autores para cada caso. Es un texto muy difundido y utilizado entre los estudiosos de los restos óseos arqueológicos, lo que hace que sea muy útil a la hora de unificar las mediciones de los huesos en las diferentes investigaciones, de cara a futuras comparaciones; permite, además, obtener información necesaria para realizar otros estudios, de estatura principalmente, pero también de sexo o edad. Las medidas tanto craneales como postcraneales se expresan en centímetros y se recogen en una serie de tablas, divididas por unidades anatómicas, que son las siguientes: -

Cráneo.

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Huesos largos de los brazos (izquierdo y derecho).

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Mandíbula.

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Huesos largos de las piernas (izquierda y derecha).

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Cintura escapular.

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Cintura pelviana. 91

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C. MÉTODO DE UBELAKER 1978 Este método se basa en la dentición y es, en realidad, una recopilación, en la que no se diferencia entre individuos femeninos y masculinos. Permite comparar piezas dentales de individuos con un gráfico en el que aparecen las diferentes fases de formación y erupción dentales, con las edades a las que corresponden. Debido a que el margen de variabilidad es muy amplio, conviene siempre reforzar los resultados con algún otro método de estimación de la edad.

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D. MÉTODO DE SCHAEFER, SCHEUER Y BLACK 2009 Consiste en comparar los restos óseos a estudiar con una serie de dibujos en los que aparece el proceso de fusión de cada una de las epífisis, de cada uno de los huesos del cuerpo, especificando el intervalo de años en los que se encuentra ese estado de fusión y diferenciando entre individuos femeninos y masculinos, ya que el desarrollo y crecimiento se produce en diferentes momentos en las mujeres y en los hombres.

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E. MÉTODO DE BRUZEK 2002 Es un método de estimación del sexo, basado en el estudio de 402 individuos, de edad y sexo conocido, procedentes de dos colecciones europeas, una francesa y otra portuguesa, de la primera mitad del siglo XX y de entre 1820 y 1920, respectivamente. Consiste en la observación de 5 caracteres morfológicos de la pelvis, 3 de la zona sacroilíaca y 2 de la isquiopúbica. De dichos caracteres, 3 se dividen a su vez en diferentes aspectos a valorar, por lo que se analizan un total de 11 elementos. Los resultados se expresan mediante letras: F para los caracteres femeninos, M para los masculinos e I para los indeterminados. La estimación definitiva depende del sumatorio de los resultados de cada uno de los elementos observados, siendo femenino si hay mayoría de F, masculino si son más las M e indeterminado si el número de F y el de M coinciden o hay mayoría de I. Este método ha demostrado tener un porcentaje de acierto del 95%, con sólo un 3% de casos en los que no ha sido posible identificar el sexo y un 2% de errores.

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F. MÉTODO DEL WEA FEREMBACH et al. 1980 Este método es el conjunto de las recomendaciones para la estimación de la edad y el sexo surgidas del “Workshop of European Anthropologists” que tuvo lugar en Praga en 1972. Dichas recomendaciones se basan en la revisión de los diferentes métodos existentes hasta la fecha (1978, año en el que se finalizó), para proponer una serie de métodos de estimación del sexo y de la edad con dos objetivos: unificar los métodos utilizados hasta entonces en los estudios y hacerlos más accesibles a los investigadores. En este trabajo, las recomendaciones se han utilizado para determinar el sexo de los individuos mediante los coxales, y el cráneo y la mandíbula. Consiste en valorar 11 caracteres y, en función de su aspecto, atribuirles un valor numérico que va del −2 al 2, siendo los valores negativos los correspondientes a caracteres femeninos; los positivos, a masculinos, y el 0 a alofisos (expresión que se usa para clasificar caracteres o individuos en los que resulta imposible estimar uno u otro sexo). A su vez, cada uno de los caracteres tiene un peso determinado, que va de 3 a 1, en función de su mayor o menor poder discriminante; para estimar el sexo, por tanto, se multiplica el valor adjudicado a cada uno de los caracteres por el peso del mismo. A continuación, se suman, por un lado, todos los valores otorgados y, por otro, los resultados de multiplicarlos por el peso y se dividen el sumatorio de las multiplicaciones entre el sumatorio de los valores. Si el resultado obtenido es negativo, el individuo será femenino; si es positivo, masculino, y si es cero, alofiso. El método del WEA para la estimación del sexo sobre cráneo y mandíbula es igual que el empleado para la pelvis; consiste en la observación de 14 caracteres, 10 para el cráneo y 4 para la mandíbula, cada uno con su peso específico, a los que se les asigna un valor entre −2 y 2. Para estimar el sexo en este caso se emplea la misma fórmula que en el anterior y se divide el sumatorio de las multiplicaciones entre el sumatorio de los pesos. Si el resultado es negativo, el individuo es femenino; si es positivo, masculino; y si el resultado es 0, alofiso.

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G. MÉTODO DE MURAIL et al. 2005 Los autores de este método han creado un programa informático, denominado Probabilistic Sex Diagnosis (DSP en sus siglas en francés), mediante el cual se estima el sexo de los individuos. El programa cuenta con una base de datos de 2.040 individuos, de edad y sexo conocido, de 12 poblaciones diferentes procedentes de los distintos continentes, comprendidas entre el siglo XVIII y el XX. Gracias a esto, el programa se considera útil para cualquier población de humanos anatómicamente modernos. Se basa en la medición, expresada en mm, de 10 caracteres de la pelvis, 8 generales y 2 añadidos, en especial, para los estudios paleoantropológicos. Para poder estimar el sexo, hay que contar con al menos 4 de los 10 caracteres. En los casos en los que se cuenta con los 10 caracteres o con los 8 generales, la tasa de precisión del programa es del 99´63%; en aquellos en los que se cuenta sólo con 4 caracteres, si son muy discriminantes, la tasa es del 99´61%; pero, incluso en los casos en los que se tengan sólo 4 caracteres y que sean muy poco discriminantes, la tasa de precisión del programa es del 98´75%. El programa compara las medidas introducidas con las de la base de datos y calcula la probabilidad de que sea de uno u otro sexo. En función de la probabilidad, arroja un resultado de femenino o masculino, cuando es igual o mayor del 95%, o indeterminado, si es menor dicho porcentaje. La tabla en la que se introducen las medidas tomadas para que el programa efectúe los cálculos es como la siguiente:

Obs

Pum

Spu

Izda. Dcha.

18,00

Dcox Iimt

Ismm

Scox

Ss

Sa

Sis

Veac

PF

PM

SEX

30,00

56,00 58,50 25,00

45,00 0,9756

0,0244

Female

24,00

54,00 54,00 23,00

42,50 0,9937

0,0063

Female

La primera columna corresponde a los individuos estudiados, en este caso uno sólo, diferenciando entre coxal izquierdo y derecho. Las siguientes 10 columnas son los caracteres observados con sus respectivas medidas. En el caso de los valores que aparecen en rojo se debe a que la medida tomada se encuentra fuera del rango de las medidas de la base de datos del programa. Las últimas 3 columnas indican el porcentaje de que sea femenino, el de que sea masculino y el resultado del sexo en función a los mismos.

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H. MÉTODO DE TELKKÄ et al. 1962 Este método para el cálculo de la estatura se basa en el estudio realizado sobre población viva, mediante radiografías. Con las medidas de los huesos largos, a través de ecuaciones de regresión, permite estimar la estatura de individuos subadultos, diferenciando a su vez entre masculinos y femeninos. Se compone de tres artículos en los que se establecen las ecuaciones en función de unos rangos de edades -menores de 1 año, de 1-9 años y de 10-15 años- (Palkama et al. 1962; Telkkä et al. 1962 y Virtama et al. 1962, respectivamente). Dado que estos tres artículos se consideran como un solo método, a lo largo del trabajo, por facilitar la lectura, se ha nombrado como Telkkä et al. 1962. Transformación: X’=V*log(1+(long max (cm)/V)), siendo V una constante con valor igual a 40 para el miembro inferior y 20 para el superior. Niños menores de un año (Palkama et al. 1962): Hueso

Niños

Niñas

Fémur

y=17.4+4.94(X’)±3.1

y=13.9+5.09(X’) ±2.7

Tibia

y=17.3+5.95(X’)± 3.8

y=14.2+6.14(X’)±2.7

Peroné

y=15.2+6.39(X’)±3.1

y=15.0+6.25(X’)±3.1

Humero

y=7.5+7.88(X’)±2.5

y=6.6+7.90(X’)±3.1

Radio

y=2.5+10.56(X’)±3.1

y=7.5+9.81(X’)±3.8

Cubito

y= -1.1+10.14(X’)±3.3

y=0.49+9.91(X’)±4.0

Niños entre 1 y 9 años (Telkkä et al., 1962): Hueso

Niños

Niñas

Fémur

y=3.41+321ln(1-(X/100))±4.1

y=3.41+321ln(1-(X/100))±4.1

Tibia

y=38.4+3.43X±3.3

y=38.4+3.43X±3.3

Peroné

y=39.1+3.42X±3.1

y=39.1+3.42X±3.1

Humero

y=28.0+4.41X±3.0

y=28.0+4.41X±3.0

Radio

y=23.0+6.38X±3.3

y=23.0+6.38X±3.3

Cubito

y=21.1+5.96X±3.1

y=21.1+5.96X±3.1

Niños entre 10 y 15 años (Virtama et al. 1962): Hueso

Niños

Niñas

Fémur

y=10.0+3.73X±5.3

y=33.5+3.12X±5.3

Tibia

y=44.0+3.35X±7.0

y=57.8+2.90X±6.8

Peroné

y=38.8+3.59X±6.9

y=44.5+3.42X±5.3

Humero

y=16.5+4.91X±4.2

y=36.9+4.11X±5.7

Radio

y=30.5+5.96X±4.6

y=35.3+5.85X±4.7

Cubito

y=26.7+5.73X±4.3

y=37.8+5.24X±4.8

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ANEJO 2 CATÁLOGO DE INDIVIDUOS

* Fotos del M.A.R. realizadas por Javier Casado. Resto de fotos realizadas por Elena Marinas.

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ANEJO 3 CATÁLOGO DE CAJAS

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