El vínculo entre el discurso misógino del régimen franquista y de los siglos XVI y XVII

October 2, 2017 | Autor: Natalie Limón | Categoría: Literature, Hispanic Studies
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Descripción

Limón, 1
Natalie Limón
Nicolás Vivalda
HISP 229
el 17 de octubre, 2014
El vinculo entre el discurso misógino del régimen franquista y de los siglos XVI y XVII
La opresión de la mujer bajo el franquismo representaba una regresión inmensa de las logras políticas y sociales que ya habían ganado las mujeres en la sociedad español. Con el ascenso al poder a Franco, el país experimentó una resurgencia fuerte de la ideología antigua del catolicismo, la cual tenía ideas claras sobre la inferioridad de la mujer, pero también de la importancia de su papel domestica. El régimen quiso cambiar la conciencia social de las mujeres para que se aceptaran esta ideología, y para realizarlo instalaron un sistema política con lo cual intentaba controlarlas, quitarlas los derechos, y vaciar sus cabezas de ideas modernas sobre la independencia y la libertad. Aquellos esfuerzos, aunque muy únicos para su época en Europa, son una reflección casi igual del modelo de la mujer construido en España en los siglos XVI y XVII. De hecho, es éste mismo discurso y la historia de aquella época antigua que dan lugar a su repetición en el siglo veinte, y sirven como fuentes de información y influencia. Como resultado, escritura del siglo XVI y XVII sobre el comportamiento de la mujer—por ejemplo, "La perfecta casada" de Fray Luis de León del siglo XVI—renació en la propaganda del régimen como "El guía de la esposa perfecta" de 1953. Este ensayo tratará de la resurgencia de la misoginia católica con el franquismo y las similitudes entre los discursos y sistemas del control de las dos épocas.
Para que sea posible observar la resurrección del ambiente misógino de los siglos XVI y XVII con el franquismo, primero hay que explorar la misoginia católica y conocer su discurso notorio, lo cual informaría más tarde los esfuerzos del régimen. La inferioridad de la mujer se basaba más obviamente en el pecado original. Esta piedra angular del cristianismo provino evidencia suficiente de lo superioridad espiritual y moral del hombre. Sin embargo, el prejuicio contra la mujer llegó hasta informar la medicina y ciencia de la época, cuyo encontraron las mujeres también físicamente e intelectualmente más débiles (Hernández 176-177). A pesar de su inferioridad, su papel en la familia—según la interpretación católica—valía mucho, y intelectuales de la época se dedicaba a "elaborar un modelo de comportamiento que aspiraba marcar el estado de perfección de la mujer en su condición de doncella, casada, y viuda," (Hernández 176). A fuera de estos papeles o de una vida religiosa, la mujer se consideraba "perdida" al pecado y deshonra, lo cual también manchaba la imagen de su familia (Perry, "The Lost Women"; Vives 86).
Por esto, se consideraba muy importante guiar a las mujeres con reglas, y enseñarlas como se debían cumplir su posición social y evitar el pecado. Este propósito cabe lógicamente adentro de la clima más amplia de la sociedad religiosa de la España de entonces, como se describe M. Ángeles Hernández Bermejo en su artículo "La imagen de la mujer en la literatura moral y religiosa de los siglos XVI y XVII." Escribe: "[España era] …una sociedad fundada sobre valores como la autoridad del derecho divino, la jerarquía, el orden, que repercuten sobre la estructura familiar e imponen a cada uno de sus miembros, según su estado, un papel y un estatus preciso," (176). Consecuentemente, las mujeres "tuvieron que aceptar o sufrir una vida que antes de nacer ya había sido planificada, a veces hasta en sus mas pequeñas detalles," por hombres misóginos (188).
Uno de los primeros para escribir un tratado sobre el comportamiento de la mujer fue el filósofo Juan Luis Vives, quien escribió un libro definiendo el papel de la mujer en cada etapa de su vida. También escribía extensamente sobre la virginidad como el requisito más importante de la mujer; sin ella la mujer no tenía valor ninguna y se podía esperar una vida del abandono, acoso sexual, y castigo divino ("Capitulo VII"). La misoginia de Vives se ve claramente desde el principio de su trabajo, dónde escribe, "puesto que las leyes y constituciones de los varones son muchas y diversas, mas cierto es así que brevemente y en pocas palabras se puede componer e instruir las costumbres de las mujeres," (26). Vives, como hacían todos que formaban parte del discurso, se basaba sus proposiciones sobre las lecciones de Jesu Cristo, los Apóstoles, los santos y los filósofos antiguos (26).
Un hombre cuyo escritura se circulaba muchísima y tenía un gran impacto era Fray Luis de León, un miembro del orden agustino y escritor muy importante de su época. Su trabajo famosa, "La perfecta casada," consistió en primer lugar de una serie de consejos escritos en letras personales a una estimada amiga de la aristocracia. A pesar de esto, se la hacía público y llegó a formar un parte integral del discurso. Según León, la mujer debe ser "trabajadora lo primero, y lo segundo, que vele, y lo tercero que hile. No quiere que se regale, sino que trabaje…porque es la sal que preserva de corrupción a nuestra vida y a nuestra alma…" (49). Quiere decir León, que incluso si es aristócrata, la mujer todavía tiene que trabajar en algo doméstico, porque si no, tendrá demasiado tiempo para realizar o aun pensar en el pecado. Por esto, se consideraba importante que las mujeres aprendían actividades productivas cómo la fabrica de ropa. León regaña a la mujer demasiado débil para cumplir su trabajo, perezosa, vana, y demasiado regalada.
Del mismo modo, León amonesta a la mujer que sale de su casa para participar en la vida pública. Esto la acerca a la tentación y comportamiento inmoral, "y que de en ser ventanera, callejera, amiga de fiestas, enemiga de su rincón, dé su casa olvidada," (52). Para evitar la exposición a las mujeres a influencias corruptas, Vives, León y otros pensadores oponían la educación formal de las mujeres. En primer lugar, el papel de la mujer no hacía falta aquella forma del conocimiento. Como resume León, la naturaleza hizo "a las mujeres para un solo oficio simple y domestico, así les limito al entender, y por consiguiente les tasso las palabras y las razones," (93). Propone que "…el saber callar es su sabiduría propia," y que la mujer quien se cree inteligente luego quisiera hablar mucho, a pesar de que su virtud "natural" es ser la mucama quieta y humilde a su esposo y llevar la casa (94). Sin embargo, esto no fue la única razón para no educar a las mujeres. Hernández señala a varios razones adicionales hecho por el padre Astete, otro pensador de los tiempos. Resume que según Astete, irse a la escuela les acostumbraba a las mujeres salir de sus casas y descubrir de realidades que jamás podían experimentar. También les aproximaba a los hombres, lo cual arriesgaba no solo problemas morales en cuanto al coqueteo, sino la posibilidad que las mujeres pescaran malas costumbres e ideas de ellos (Hernández 178). Por todo esto la mujer solo le permitía leer en casa libros basados en la religión o sobre la buena conducta femenina.
El todo de este discurso se realizó en una sociedad en que las mujeres eran vigiladas siempre y su obediencia era exigido. Escribe Hernández, "cualquier intento por parte de la mujer que fuera en contra de este orden jerárquico no sólo era considerado como pecado mortal. En cambio se consideraba lícito que su esposo la castigara," (182). Políticamente las Leyes del Toro del siglo XVI "…estipularon que sin ésta [licencia de su esposo] no podía repudiar una herencia…ni hacer contratos o estar en juicio," (Hernández 182). A fuera del matrimonio, la familia, y el convento una mujer se veía descontrolada, así que sola se podía considerarla una prostituta o vinculada de alguna forma con lo perverso (Perry, "The Lost Women"). Fue natural pensar, que la propia naturaleza femenina, sin dirigirse a lo bueno, le llevaría hasta el pecado.
Aunque el nacionalismo enmarca la realización franquista al regreso hacia una sociedad católica, no se puede negar su fundación en aquellos mismos textos que se ha ido discutiendo. Una prueba de que una facción de la sociedad seguía con conexiones a éste modelo será un anuncio de los años treinta para una publicación nueva del antiguo "La perfecta casada" de León, describiéndolo como "un obsequio para la novia, un delicado libro para regalo de bodas, una atención para la esposa," (qtd. in Bender, "The Perfect Wife in the 21st Century: 'La perfecta casada' en el siglo XXI"). Es cierto, el papel de la mujer no cambiaba drásticamente en España hasta el final del siglo XVIII, en que movimientos políticos desarrollaban esfuerzos para desafiar el poder de la iglesia y del catolicismo y formar un gobierno anticlerical. Tras este proceso de modernización, mujeres ganaban el derecho al voto, al divorcio, y al acceso bastante igual a la educación y en el mundo profesional. Además, un discurso revolucionario desafío la misoginia. ("Unit 16 Spain: Culture, education, women, and sexuality").
Por esto, aunque el régimen instaló una serie de leyes quitándoles a las mujeres todos los derechos que habían ganado, haciéndolos graves delitos el aborto y el adulterio, y impidiéndoles trabajar sin el permiso del marido, todavía costaba el régimen franquista recuperar la mentalidad cerrada y sumisa de la mujer (Ortiz). Diferente de la época antigua, el régimen católica no solo tenía que mantenerlas mujeres en su lugar, sino volverlas a ello, por lo cual sería necesario un sistema del control más legislado y político. Una de las estrategias para hacerlo fue la creación de la Sección Femenina en 1934. Según Manuel Ortiz Heras, autor del ensayo "Mujer y dictadura franquista," el régimen quería que la mujer sirviera como un símbolo nacional en cuanto a la identidad de España como un país de tradición católica. La Sección Femenina "…se tratara de afirmar en el ánimo de la mujer española su carácter de inferioridad respecto al hombre, pero poniendo de manifiesto la dignidad e importancia del trabajo de ama de la casa…" (4-5). Su intento fue nacionalizarlas tras comunicar su importancia a la patria como madres y esposas.
Para lograrlo, se creó un sistema mandatario de servicio social para las mujeres que contenía aspectos de la educación indoctrinada (Ortiz 4). Cada mujer recibía una copia de "La guía de la buena esposa," escrito por la directora de la Sección Femenina (quien también era la hermana de la cabeza del partido político del fascismo español, la Falange) Pilar Primo de Rivera. Contiene once reglas para mantener feliz al marido. Similar a la "Perfecta casada," se basa en la idea que una mujer debe darse cuenta de la trivialidad de sus propias ideas y ser una trabajadora callada para su marido. Se dice, "déjalo hablar antes, recuerda que sus temas son más importantes que los tuyos," y "cualquier problema tuyo, es un pequeño detalle comparado con lo que él tuvo que pasar." Además, ella debe agradarle con felicidad, hermosura, y comodidades y nunca quejarse, aun si "llega tarde, si va a divertirse sin ti, o si no llega en toda la noche. Trata de entender su mundo de compromisos," (qtd. in "La anticuada 'Guía de la buena esposa' del año 1953").
Para cada cual de estos consejos, es posible encontrar una frase parecida en los manuales del discurso antiguo, como ya vimos en la escritura de León y sus comentos sobre la mujer callada. En cuanto al sistema de control, el régimen preocupaba por los mismos problemas, como la separación de los sexos (Ortiz 3). Quizás lo más irónico de las reflexiones de la misoginia del pasado en el siglo veinte, era el aumento de la prostitución como respuesta a la restricción de oportunidades femeninas, y la reacción del gobierno católico a ella. Igual que en los siglos XVI y XVII, hasta 1956 el régimen toleraba " 'casas de tolerancia' que pagaban sus impuestos y eran inspeccionados," (Ortiz 3; Perry "The Lost Women"). Esta sistema coexistía con una organización que se pareció a una versión miniatura de la Inquisición, la cual se dedicaba a reportar y denunciar casos de inmoralidad. Los dos acontecimientos reflejan de manera asombroso un paso atrás al pasado de España y su especie de la misoginia llena de contradicciones.
La producción discursivo de ambos épocas es bastante extenso, con plena oportunidad comparar las expectativas de la mujer y la función de ideales católicos adentro de dos contextos, uno más contemporaneo y fuertemente politizado. Es cierto, el discurso antiguo provenía un fondo inmenso de referencias con lo cual el franquismo podía reconstruir la sociedad misógina del pasado. En combinación con la propaganda y el adoctrinamiento, la misoginia católica dejaba una marca profunda en la conciencia social de España—aún después de la muerte del Franco y el regreso a normas democráticas. Se sigue luchando hasta hoy sus impactos.
TRABAJO CITADO
Bender, Rebecca M. "The Perfect Wife in the 21st Century: "La Perfecta Casada" En El Siglo XXI." Web log post. Rebecca M. Bender, PhD. Wordpress, 5 Feb. 2014. Web. 17 Oct. 2014.

Hernández, M. A. "La imagen de la mujer en la literatura moral y religiosa de los siglos XVI y XVII." Revista de historia 8-9 (1987-1988): 175-88. Print.

"La anticuada 'Guía de la buena esposa' del año 1953." Publimetro. Metro Internacional, 17 Feb. 2014. Web. 17 Oct. 2014.

León, Luis de. La perfecta casada. 3rd ed. Chicago: U of Chicago, 1903. Print.

Ortiz, Manuel. "Mujer y dictadura franquista." Aposta: Revista de ciencias sociales 28 (2006): n. pag. May 2006. Web. 17 Oct. 2014.

"Unit 16 Spain: Culture, Education, Women, and Sexuality." Self-Education Solidarity Federation. N.p., 2001. Web.

Vives, Juan Luis. Instrucción de la mujer cristiana: Tratado de las vírgenes. Madrid: Administracion, n.d. Print.



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