El valor del tiempo

October 5, 2017 | Autor: Jimena Casillas | Categoría: Anthropology, Humanities, Human Resource Management
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Descripción

¿Qué pasaría si pudieras cambiar tu futuro haciendo de tu presente las cosas distintas?
Si tuviéramos el poder de conocer nuestro futuro a partir de lo que hacemos en el presente, ¿qué harías? Los antiguos filósofos han buscado demostrar que el tiempo le pertenece al hombre, aunque éste sea la medida del movimiento de las cosas, sólo el hombre es el único ser capaz de dar cuenta de ello y dotarlo de sentido. Sin embargo, vivimos determinados al paso del tiempo como un monstruo que devora los segundos, y cada paso de nuestra vida se encuentra amenazada por él. Lo que la filosofía no enseña es, que ésta amenaza existe sólo en nuestra imaginación y no en la realidad por lo que el paso del tiempo nosotros lo dotamos de sentido y no al revés.
El hombre –según el tiempo agustiniano es prioritariamente dependiente del sujeto, no como individuo, sino como especie sin dejar de ser objetivo– busca llegar a un fin, a la felicidad o la vida bienaventurada. Esta concepción se distingue de la tradición desde Aristóteles en donde el tiempo es considerado como "la medida del movimiento según un antes y un después". Pero, San Agustín afirma que esto se da según el momento en que el hombre piensa, recuerda o proyecta, sus vivencias, sin las cuales no habría tiempo, y no habría quien lo midiera.
El tiempo para el hombre tiene una causa, la cual éste se entiende con vistas a una finalidad, en donde este pueda llegar a la vida bienaventurada, decisión que depende de él personalmente. Otras visiones de la definición del tiempo no son del todo útiles para tratar en este caso, ya que analizan el tiempo como objeto y no desde el sujeto.
El tiempo en San Agustín es paradójico ya que al parecer todos lo mencionamos como si supiéramos qué es, pero al tratar de definirlo y explicarlo no logramos saber exactamente lo que es. Me resultaría muy fácil conformarme con la afirmación que hace el Africano acerca del tiempo en Confesiones XI, 23: si me lo preguntas qué es el tiempo no lo sé, si no me lo preguntas, entonces sí lo sé, pero no es el caso, ya que mi interés es saber cómo el tiempo permea dentro de la vida del hombre para llegar a su fin.
Conociendo que el hombre tiene una tendencia, una razón de vivir, el Santo se da cuenta que esta finalidad —a la que busca llegar el hombre– implica un esfuerzo cotidiano para alcanzar la felicidad en la lucha diaria, es por esto, que el hombre teniendo las herramientas necesarias busca revivir su pasado a través del recuerdo en la memoria, atendiendo el presente para proyectarlo al futuro en sus acciones cotidianas. Depende del hombre de su inmediata acción de las cosas en presente, y con su voluntad para decidir si es feliz o desdichado para siempre. Para esto es necesario recurrir al pasado para poder aprender de él y tener una proyección al futuro: esto es, tener una trascendencia.
La memoria en el hombre como instrumento junto con la voluntad, para ampliar lo bueno y disminuir lo malo, por lo que es un punto de referencia para tener una vida feliz. Sin la memoria el hombre no sólo es capaz de cometer los mismos errores una y otra vez, sino que sin ella no es capaz de proyectar su vida al futuro.
Del tiempo se desprenden 3 características: en donde el pasado ya no es, y el futuro todavía no es, por lo que, ninguno de los dos nos pertenece; sólo el presente, el instante en el que estamos viviendo, es por eso que debemos vivirlo como si fuera el último, ya que no hay nada seguro de lo que vendrá después, sino de lo que es ahora.


Cfr. ARISTÓTELES; Física; IV, 10; trad. Calvo Martínez, José Luis; Consejo Superior de Investigaciones Científicas, Madrid, 1996 



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