El tesoro de Cerro Colorado. La segunda Guerra Púnica en la costa occidental malagueña (Benahavís Málaga).

October 6, 2017 | Autor: Miguel Vila Oblitas | Categoría: Arqueología, Segunda Guerra Púnica
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Descripción

NVMISMA XIII Congreso Nacional de Numismática (Cádiz, 22-24 octubre de 2007). Págs. 97-110.

El tesoro de Cerro Colorado. La Segunda Guerra Púnica en la costa occidental malagueña (Benahavís, Málaga) Por Salvador Bravo Jiménez, Miguel Vila Oblitas, Rafael Dorado Cantero y Antonio Soto Iborra RESUMEN La aparición de tres vasijas llenas de monedas de plata principalmente hispano-cartaginesas y numerosas piezas de orfebrería junto con recortes y lingotes de plata fechados en el siglo III a.n.e., permite acercarnos al estudio de la presencia cartaginesa en la Península Ibérica así como atisbar los primeros momentos de la ocupación romana.

ABSTRACT The appearance of three pots filled with silver coins, mostly Hispanic-Carthaginian, and numerous pieces of precious metalwork, along with clippings and silver ingots dating from the 3rd century B.C., allows us to engage in the study of the Carthaginian presence in the Iberian peninsula in addition to catching a glimpse of the first instants of Roman occupation.

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INTRODUCCIÓN. CONTEXTUALIZACIÓN DEL HALLAZGO

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URANTE los meses de julio a septiembre de 2005 tuvimos ocasión de acometer la segunda fase de los trabajos arqueológicos que desde 2004 se habían llevado a cabo en Cerro Colorado, un cerro amesetado artificialmente con una altura media de 146 metros sobre el nivel del mar, entre los términos municipales de Marbella y Benahavís en la margen izquierda del río Guadaiza.

NVMISMA 248. Enero - Diciembre 2004. Año LIV. Págs. 7-21.

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Durante la primera fase se constató un asentamiento que se regía por el patrón de un oppidum cuya cronología se delimitó, merced a varios sondeos arqueológicos y una prospección superficial, entre los siglos IV a I a.C. La segunda fase, acometida en 2005 y de la que es objeto la presente comunicación, estuvo motivada por varios objetivos, entre los cuales destacaríamos dos: — Delimitación del asentamiento. — Adscripción cronológica y cultural. Ambos objetivos creemos que han sido suficientemente solventados durante la campaña del 2005, para lo cual se abrieron siete sondeos en la meseta superior del cerro y tres zanjas o transets en las laderas oeste, norte y sur. Con ello se pretendía obtener una secuencia estratigráfica completa y delimitar en la medida de lo posible la extensión del asentamiento.

Figura 1.—Sondeo A/2. Detalle de la muralla de época púnica y su derrumbe

La delimitación la logramos, al menos en las vertientes norte, oeste y sur, mediante la documentación de una muralla de época púnica construida probablemente entre los años 240 a 220 a.C. Es cierto que tanto el poblado del siglo IV a.C. (época mastiena) y el asentamiento de época romano-republicana excedían los límites de este pomerium hacia el lado oeste aunque por lo demás parece muy probable que acomodaran la cerca púnica a los límites del asentamiento romano. La muralla aparece recorriendo toda la falda sur a una cota de unos 125 metros para ir subiendo por la falda oeste y llegar a la meseta superior en torno a la cota de los 146 m.s.n.d.m. Está fabricada mediante dos líneas de mampuestos irregulares de mediano tamaño que sirven de soporte a un relleno de mampuestos pequeños y guijarros del río. 98 —

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Por lo que respecta a la adscripción cronológica, hemos podido agotar secuencia en la mayoría de los sondeos, destacando por encima de todos la estratigrafía obtenida en el sondeo L el cual nos ha deportado niveles que arrancan de mediados del siglo IV a.C. merced al hallazgo de barnices negros datables en torno al 350 a.C. (copas de labio interior Grupo Viena 116); niveles que sin solución de continuidad, continúan con sus distintas fases, hasta los primeros decenios del siglo II a.C. Cerro Colorado se asienta en un promontorio elevado a 146 m.s.n.d.m. en la margen derecha del río Guadaiza (fig. 2) a unos 4,5 km de la línea costera actual, aunque pensamos que a finales del primer milenio a.C. la línea de costa debería estar más cercana al yacimiento, en torno a poco menos de 900 metros, aunque seguramente el río sería navegable para embarcaciones de poco calado, lo que entraña la posibilidad de que el propio asentamiento tuviera algún tipo de instalación portuaria en la parte más cercana al río. La masiva presencia de ánforas destinadas a las producciones marinas, así como el hallazgo de pesas de red, nos hace barajar la posibilidad de que nuestro cerro se encontrara en un ambiente bastante más cercano al mar de lo que a simple vista pueda parecer en la actualidad.

Figura 2.—Ubicación de Cerro Colorado

EL HALLAZGO Durante la excavación del sondeo L en la meseta elevada de Cerro Colorado en el sector oeste, el equipo técnico que llevaba a cabo la excavación del mismo tuvo la oportunidad de sacar a la luz lo que se puede convertir en uno de los hallazgos arqueológicos más importantes producidos en la provincia de Málaga en las últiXIII Congreso Nacional de Numismática (Cádiz, 22-24 octubre de 2007). Págs. 97-110.

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mas décadas. Nos referimos a la excavación de un tesorillo de época cartaginesa del que analizaremos pormenorizadamente su contenido (1). Las especiales características del contexto en el que se halla la ocultación significan aún más su relevancia científica, toda vez que hallazgos de este tipo se conocen pero sin la debida ubicación estratigráfica. Con este hallazgo tenemos la oportunidad de fechar con una extraordinaria precisión un nivel arqueológico y, por consiguiente, servir de referente para la datación arqueológica de otros artefactos de su mismo contexto. La ocultación se hallaba en un lugar que, aunque ha contribuido decisivamente a su conservación, no ha permitido su registro en planta. El hecho de que un acebuche de gran tamaño creciera justo encima del tesoro impidió que las acciones de desalmados buscadores de metales y expoliadores del patrimonio arqueológico lo hallaran; sin embargo, la dificultad de acceso al mismo no ha permitido su excavación y registro en planta, por lo que el proceso de excavación hubo de abarcarse una vez que el sedimento donde se encontraba (UE-12008) del sondeo L, ya había sido retirado. Fue justo en el perfil artificial dejado por la imposibilidad de excavar junto al acebuche cuando el equipo técnico se percató de la existencia de dos pequeñas orzas.

Figura 3.—Contexto del hallazgo. Se aprecian las dos primeas orzas bajo las raíces del acebuche (1) En la actualidad se está llevando a cabo un pormenorizado estudio dirigido por la profesora doña Francisca Chaves Tristán, de la Universidad de Sevilla, a quien agradecemos sus comentarios siempre enriquecedores.

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Se encontraban una junto a otra dispuestas en paralelo y no pudo apreciarse ningún tipo de fosa de inserción por las características del lugar, debido a la profunda alteración que las raíces del acebuche han ocasionado a la microestratigrafía del hallazgo. Tras tomar en consideración varias opciones (incluso la retirada del árbol) y siendo viernes a última hora, se decidió excavar el tesorillo, procediendo a la retirada de las dos primeras orzas. Son de forma globular sin pie indicado y con una leve acanaladura en su borde. Presentan igualmente un cuenco/tapadera de pie indicado. De dichos recipientes cerámicos hemos encontrado varios ejemplares en el propio Cerro. Para la retirada de las mismas y una vez que se consiguió ubicar certeramente el hallazgo en la unidad estratigráfica correspondiente, comenzó el delicado proceso de extracción de las mismas. Las ollitas se encontraban en estado fragmentario; sin embargo, el contenido de las mismas y las raíces del acebuche han preservado la forma. Nuestro interés radicaba en conseguir sacar a bloque las dos ollas, pero fue del todo imposible. Tras evaluar varias posibilidades, decidimos retirarlas a mano cortando las raíces del árbol y colocando un tamiz muy fino justo bajo cada una de las orzas durante su extracción. No obstante, aunque tras su retirada una de las orzas se fragmentó, la poca cantidad de tierra que había en el interior de las orzas debido a la tapadera y al efecto de las raíces, nos hizo pensar que sería prácticamente imposible sacar a bloque las orzas. El interior aparecía repleto de objetos de plata aunque sin poder apreciar con claridad la naturaleza de los propios objetos. La figura 3 muestra el estado de una de las orzas tras la retirada de los fragmentos cerámicos pertenecientes a la tapadera que la cubría. Tras su posterior análisis en el Museo Municipal de Estepona, nos hemos percatado que apenas existe tierra en el interior de las orzas, lo cual es bastante significativo a la hora de extraer conclusiones sobre la naturaleza del ocultamiento. Una vez retirada la primera de las orzas, se procedió con la segunda, la cual se encontraba bastante más compacta que la anterior, por lo que pudimos rescatarla

Figura 4.—Orza restaurada XIII Congreso Nacional de Numismática (Cádiz, 22-24 octubre de 2007). Págs. 97-110.

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«a bloque» aunque la tapadera apareció en completo estado fragmentario debido a la acción de las raíces. Una vez retirada las dos orzas y su consecuente registro, procedimos a la limpieza y perfilado del lugar del hallazgo, encontrándonos con la sorpresa de una nueva orza, de similares características tipológicas aunque de dimensiones más grandes. Nuevamente evaluamos las posibilidades de conservación y aunque en principio parecía que se encontraba en buen estado, lo cierto es que la acción de las raíces había destrozado por completo la misma. Procedimos por tanto a su extracción, mucho más dificultosa debido a la cantidad y magnitud de las raíces.

Figura 5.—Tercera de las orzas en el momento de su limpieza

La naturaleza y el contenido de la tercera orza eran similares a las dos anteriores, por lo que utilizamos el mismo protocolo para su registro e inventario. Una vez cerciorados de la no existencia de más ocultaciones, procedimos a la retirada del acebuche para registrar en planta el contexto estratigráfico del hallazgo, contexto que enmarcamos dentro de una acción de rebaje de parte del estrato en época romano-republicana para la construcción de un edificio. EL CONTENIDO DE LAS ORZAS Por lo que se refiere al contenido de las orzas, éste puede clasificarse en tres grandes apartados: 102 —

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a) Monedas y fracciones de las mismas. b) Objetos de adorno. c) Recortes de metal. La primera de las características a destacar es que, salvo algunos casos esporádicos en que se encuentra algún objeto bañado en oro, el contenido del mismo es exclusivamente plata. Esto resulta significativo, pues si unimos esto al hecho de que los objetos aparecen prácticamente aplastados e incluso fragmentados intencionadamente, hace que debamos reflexionar sobre qué motivó la propia ocultación en sí. Se ha completado el estudio monetal de una de las orzas pequeñas, concretamente la que responde al número de inventario 231. Se trata de la primera orza extraída cuyo contenido ha podido ser estudiado debido al estado tan fragmentario (aunque completo) en el que se hallaba el recipiente. El contenido es plata en su totalidad, destacando numerosos recortes de vasos y pequeños lingotes. Dichos recortes creemos que pueden responder a la naturaleza de la ocultación. El autor o autores mostraron así su intención de esconder la mayor cantidad posible de plata, para lo cual no tuvieron ningún problema en fragmentar vasos y objetos de adorno como torques o pulseras. También aparecen numerosos pendientes así como anillos y cadenillas, trozos de gargantillas de pequeños eslabones y grandes torques entrelazados con la misma intención de superar los problemas de espacio. Sin embargo, lo más importante a nuestro modo de ver, es el hallazgo de numerosas monedas que podemos clasificar en cuatro grandes apartados: a) Monedas hispano-cartaginesas. b) Monedas romano-campanas. c) Monedas de cecas hispanas. d) Otras monedas. La principal característica del monetario es que en su totalidad está acuñado en plata y con un abanico cronológico bastante restringido. A continuación vamos a comentar algunos aspectos por grupos. El grupo más numeroso y significativo es el formado por las monedas hispanocartaginesas. Aparecen varias series y es igualmente sintomático la no comparecencia de otras series coetáneas. Las más antiguas son las de la clase III de Villaronga, caracterizadas por presentar divisores grandes como trishekels con cabeza laureada a izquierda (probablemente representando a Melkart) en anverso y elefante caminando a derecha en su reverso, aunque también encontramos cuartos de shekel de la misma serie. Es una de las series más antiguas, fechada entre los años 237 a 221 a.C. Por tanto, no son monedas anibálicas, sino acuñadas por su padre, Amílcar Barca, una vez desembarcado el cuerpo expedicionario en Gadir el año 237 a.C. XIII Congreso Nacional de Numismática (Cádiz, 22-24 octubre de 2007). Págs. 97-110.

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Hispano-cartaginesas Romano-campanas Imit. Ampuritanas Gades Ibiza Cerdeña Indeterm.

Figura 6.—Porcentajes de monedas por tipos

Trishekel Shekel 1/4 Shekel 1/2 Shekel Shekel y 1/2 1/2 de 1/4

Figura 7.—Porcentajes de monedas hispano-cartaginesas

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A esta serie le siguen varios ejemplares de la clase IV destacando los shekels con cabeza masculina a izquierda adornada de manera apolínea en su anverso y reverso con uno de los motivos más repetidos de la iconografía cartaginesa: caballo parado a derecha y en segundo plano una palmera. Todo parece indicar que son acuñaciones del año 227 a.C. A estas dos series le sigue la clase VIII con una cronología cercana al año 220 a.C. Destacan los anversos decorados con cabeza femenina (¿Tanit?) a izquierda, volviéndose a repetir el caballo y la palmera en su reverso. Predominan los shekels y medios shekels. Por último, la clase XI está caracterizada por anversos reflejando una cabeza masculina a izquierda y los reversos por un caballo parado sin palmera. Deben fecharse en el año 209 a.C., apuntando algunos autores a su acuñación en Cartagonova. Las monedas romano-campanas aportan valiosos datos, pues son especímenes extraños dentro de la Península Ibérica y suelen aparecer en ambientes asociados a la Segunda Guerra Púnica. Aparecen cuadrigatos y didracmas entre las que destacan las del tipo en reverso con victoria alada y las del sacrificio. En los cuadrigatos, el anverso viene ocupado por una doble cabeza enfrentada diademada. El reverso representa una cuadriga conducida por Júpiter y en exergo la leyenda ROMA. Solamente hemos detectado la mitad de una didracma con anverso con cabeza yelmada a izquierda y reverso con victoria alada y leyenda ROMA. Por último, la didracma del sacrificio representa en su reverso el sacrificio de un jabato realizado por tres soldados conmemorando la victoria romana en la Tercera Guerra Samnita. Dichas monedas vienen fechadas comúnmente a lo largo de la primera mitad del siglo III a.C. Las monedas de cecas hispanas están ocupadas por muy pocos ejemplares de Gadir con anverso con cabeza de Melkart con leonté y reverso con atún y leyenda GADIR en caracteres neopúnicos. Aparecen numerosos hemidracmas de Ibiza presentando sus anversos al dios Bes y ocupando el reverso un toro con cabeza doblada. Por último, tenemos varios ejemplos de hemidracmas ampuritanas anepígrafas con Pegaso en reverso y cabeza de Aretusa con delfines en su anverso. Es de notar el shekel partido con anverso con cabeza femenina y reverso con tres espigas de trigo. Según MAZARD (1955, p. 156), pertenecería a la ceca de Iol Caesarea aunque últimamente MANFREDI (1991, p. 31) las ha puesto en relación con acuñaciones broncíneas sardas. XIII Congreso Nacional de Numismática (Cádiz, 22-24 octubre de 2007). Págs. 97-110.

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Figura 8.—Trabajos de estudio de las monedas en el Museo Municipal de Estepona (Málaga)

CONCLUSIONES Visto lo anterior, debemos señalar la heterogeneidad de las monedas en cuanto a su procedencia, aunque dentro de un mismo ambiente. La inclusión de monedas romano-campanas y hemidracmas ampuritanas que pueden muy bien fecharse en torno a los años 250-240 a.C. junto a monedas cartaginesas claramente fechadas el año 209 a.C., hace que debamos llevarnos la fecha de la ocultación al año 206 a.C. enmarcado en la acción que lleva a cabo Lelio, almirante de la flota romana a las órdenes de Escipión en su conquista del litoral mediterráneo andaluz. Sin embargo, ¿cómo explicar la naturaleza del hallazgo y su composición? Si hemos de hacer caso a las fuentes, Aníbal, al no poder soportar la presión que supone mantener continuamente en movimiento a su ejército en Italia, decide licenciar poco a poco a sus mercenarios, gentes de armas que debieron enriquecerse de los botines acuñados en las victoriosas campañas anibálicas en Italia, llegando a su más alta cota en Cannas. Dichos mercenarios, entre los que sabemos que se encontraban los mastienos, volverían a sus poblaciones de origen en unos momentos en los que la presión romana se hacía insoportable para las poblaciones filopúnicas del litoral mediterráneo andaluz. Quizás el autor o autores de la ocultación objeto de este trabajo fuesen mercenarios licenciados de las campañas italianas. Eso explicaría la presencia de monedas romano-campanas y también la cantidad de recortes y objetos de adorno. La presencia de monedas hispano-cartaginesas en mayor porcentaje no deja lugar a dudas sobre la naturaleza mercenaria del autor de la ocultación. Aparecen igualmente pequeños anillos de filiación claramente púnica con símbolos a Tanit o motivos orientales. 106 —

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El hallazgo, del que hemos dado apenas unas pinceladas (por encontrarse actualmente en proceso de estudio), se configura así como uno de los más importantes a nivel monetal efectuados en la Península Ibérica. Se encuentra perfectamente estratificado y su estudio aportará mayor luz al conocimiento que tenemos sobre un hecho de gran trascendencia histórica ocurrido en nuestra provincia a finales del siglo III a.C.: el fin de la Segunda Guerra Púnica y el inicio de la presencia romana en la provincia de Málaga.

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Pieza núm. 38, quadrigatus

Pieza núm. 106

Pieza núm. 40

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Pieza núm. 41

Pieza núm. 1, trishekel

Pieza núm. 4, shekel XIII Congreso Nacional de Numismática (Cádiz, 22-24 octubre de 2007). Págs. 97-110.

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Pieza núm. 43

Pieza núm. 17, 1/4 shekel

Pieza núm. 19, 1/4 shekel

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