El símbolo del “huerto místico” en la obra de Santa Teresa de Ávila - Desde la óptica hermenéutica de Paul Ricoeur

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Descripción

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FRANCISCO JAVIER SANCHO FERMÍN, DIR.

La identidad de la mística:

FE y EXPERIENCIA DE DIOS Actas del Congreso Internacional de Mística

Ávila 21-24Abril 2014

[Homenaje a los 400 años de la Beatificación de Sta. Teresa de Jesús}

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Monte Carmelo

CITeS - Universidad de la Mística ­

El símbolo del "huerto" en la obra de Santa Teresa de Ávila. Desde la óptica hermenéutica de Paul Ricoeur Hernán Pablo Fanuele Universidad Católica de Argentina Buenos Aires

Un asomo hermenéutico, en este caso desde Paul Ricoeur, facilitará un camino de comprensión de la imagen del huerto utilizada por Teresa en sus escritos. Acumulados tantos siglos de distancia entre los andares de la Santa Doctora y nuestras búsquedas y oídas a su experiencia, "la hermenéutica se pre­ senta como el recurso con que nuestra modernidad supera su propio olvido de lo sagrado".1 Asimismo, la hermenéutica "se preocupa por reconstruir toda la gama de operaciones"2 por las que el autor toma de la cultura, configura lo recibido y lo entrega a la operación de un leer. La dinámica de esta reflexión se desarrollará en tres pasos: figura, poética y propuesta. Estos tres estadios son asimilables al pensamiento planteado por Ricoeur en Tiempo y narración, cuando estructura la triple mímesis en prefigura­ ción, configuración y refiguración. La imagen, la experiencia narrada y la comu­ nicación serán los núcleos del presente trabajo. "La tarea del pensador, dirá Ricoeur, consiste en elaborar, partiendo de los símbolos, conceptos existenciales, es decir, no solo ya estructuras de la reflexión sino estructuras de la existencia en cuanto que la existencia es el ser del hombre". 3

2

P.

RICOEUR,

P.

RICOEUR,

1987,118. ¡bid., 498.

3

"La simbólica del mal", en: Finitud y culpabilidad, Madrid, Taurus, 1982, 494. nempo y narración L Configuración del tiempo en el relato histórico, Cristiandad, Madrid,

852

VlfI - TERESA DE JESús

LA IDENTTDAD DE L 4 _ _

El símbolo del huerto será mucho más que un espacio cllltivado, porque el corazón religado de Teresa advertirá y compartirá una remembranza con los ecos de esa figura, convertida, como dijimos, en "estructura de la existencia". Se abordará el vocablo en su dimensión mística.

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La misma expresión Carmelo, derivada del hebreo Har ha Karmel, se tradu­ ce como jardín o viñedo de Dios. AqUÍ creemos conveniente considerar la figura, la experiencia narrada y el mundo desplegado por Teresa como una "actividad representativa", y por lo tan­ to "mimética". 5 Al ser una experiencia formalizada en el registro de un relato. hablará también a la profundidad de todo hombre, por las características que encierra toda actividad poiética. Yen este último sentido radicará la conclusión del trabajo.

, . antes d I · ., " 6 La 6. gura como " mImesIS e a compoSlClon La figura, como objeto fenoménico transignificado, es la expresión religiosa más primitiva y, también, la más universal? Por un lado, reúne en sí las incli­ naciones y ansias de expresión del lenguaje humano, en niveles tan arquetípicos que a través de las generaciones pareciera convocar las mentes más diversas en similares significados. Y desde aquÍ surge, por otro lado, su dimensión global. La elección teresiana del término "huerto" se "enraíza en la precomprensión de un mundo de acción: de sus estructuras inteligibles, de sus recursos simbólicos y de , su caracter temporal" .8 Ella descubre en su mundo circundante la fuerza de una imagen que permi­ te expresar y contener su misma y personal experiencia. Antes de llegar a formar parte de un texto, el huerto pertenece a un contexto cultural de significación. "Es el ámbito en que la naturaleza aparece sometida, ordenada, seleccionada, cerca­ da. Constituye el símbolo de la conciencia frente a la selva (inconsciente) [ ... ]. 4 5 6

J.

CHEVALIER,

Diccionario de los símbolos, Barcelona, Herder, 1986, 19.

P. RICOEUR, Tiempo y narración 1, 111. ¡bid., 107.

7 D. ROLDÁN, "Hacia una fenomenología de la teología negativa: Aportes del Pseudo Dionisio y Em­ manuel Lévinas", en Teologíay Cultura, año 1, vol. 1 (agosto 2004) 33. 8 P. RICOEUR, Tiempo y narración 1, 120.

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VII! - TERESA DE JESÚS

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LA iDENTIDAD DE LA MIS TlCA: FE y EXPERIENCIA D E DiOS

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Es a la vez un atributo femenino en los emblemas de los siglos XVI y XVII".9 Los elementos que conforman la cosmología interior del huerto inmediatamente proyectan el pensamiento a monumentos bíblicos de peso. Cuando la vida espi­ ritual se sumerge en el clima de las escrituras se rodea de esos elementos y más que contemplarlos los experimenta. El huerto remite al paraíso, al jardín de los enamorados del Cantar de los cantares, a los viñedos del antiguo y del nuevo tes­ tamento, al Getsemaní y, finalmente, al huerto del encuentro del resucitado con la Magdalena. 10 Ninguna de estas puede dejarse de lado. Incluso, en el momento de la identificación, pueden coexistir varias de estas referencias en una misma alusión, ya que las imágenes tardías de la Escritura han integrado con antelación las significaciones antiguas. Según Ricoeur, "las formas simbólicas son procesos culturales que articulan toda la experiencia".1I Por lo tanto, la "articulación significante" de la realidad que rodea la temática hortelana, tiene un carácter publico. Si se habla del huerto es porque éste es socialmente conocido y todos, más o menos, saben de qué se está hablando cuando se evoca el término. El huerto se convierte en la posibilidad mediadora de realidades espirituales que solo a través de un lenguaje quebrado pueden describirse. Ricoeur explica que la precomprensión del mundo implica una competencia que se llama com­ prensión práctica. Ésta consiste en la capacidad de considerar los elementos de un conjunto en su relación de intersignificación. Por ello el huerto se encontrará complementado por el agua, el cerco, el hortelano, el sol y el pozo, los frutos y árboles, las flores y las fragancias. Antes de la elaboración de un relato se debe poder "dominar la red conceptual en su conjunto"Y En los escritos teresianos aparece el vocablo "huerto" en múltiples oportu­ nidades. También sus sinónimos "jardín", "huerta" o "vergel" Y J. E. CIRLOT, Diccionario de símbolos, Editorial Labor, Barcelona, 1992,258. En el arte pictórico, particularmente el que representa a los jardines místicos virreinales, expone los íconos alusivos a todos estos temas. Se puede consultar la curaduría presentada por la historiadora PATRICIA DÍAZ CAYEROS, "Jardines místicos virreinales", en: Diario de los Andes, Puebla - México, en su edición de! 9 de junio de 2013,18. II P. RrCOEUR, Tiempo y narración 1, 124. 12 ¡bid., 121. 13 Utilizaremos alternativamente huerto y jardín, si bien ambos términos conservan, en lo científico y arquitectónico, sus diferencias utilitarias, como bien se señala en: J. Calatrava y J. Tito, Jardín y paisaje, miradas cruzadas, Abada Editores, Madrid, 2010, 140. "El texto de Francisco Fernández Navarrete de 1732 es especialmente significativo: "Consiste la fertilidad hermosa de este terreno [Granada] en los Huertos y Jardines dentro del casco de la ciudad y en cármenes y huertas suburbanas. Huertos: llaman a los que sin artificio especial y disposición para e! recreo, se cultivan sólo para lograr sus frutos. D e éstos hay muchos especialmente en los conventos religiosos y en las casas de modo y medianas que están en eminencia en e! 10

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VlIl - TERESA DE JESÚS

Casi siempre es usado en sentido espiritual, con algunas alusiones arqui­ tectónicas al momento de las fundaciones de conventos y su utilidad en el mo­ vimiento cotidiano de la casa de religiosas. 14 Y así se expresa al respecto: 'Mtes que se fundase este monasterio de San José de Malagón, cuatro o cinco meses, tratando conmigo un caballero, principal, mancebo, me dijo que si quería hacer un monasterio en Valladolid, que él daría una casa que tenía con una huerta muy buena y grande que tenía dentro una gran viña, de muy buena gana, y quiso dar luego la posesión". 15

LA IDENTIDAD DE lA ll!!l!I:Ja

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Con~ En cuanto al sentido propiamente espiritual, todavía en el nivel de la prefi­ la Vida. guración, tiene dos indicaciones, la que se refiere al Huerto de los Olivos y tam­ La"unagat .Ii "'!.!! bién otra metafórica cuando alude al "huerto" como experiencia de encuentro tulo 17, irá ~ consagrado e Íntimo. Dios Ysu En lo que respecta al primer uso, equiparado con el GetsemanÍ, la refe­ tendrá al h .: rencia es repetida. "Miradle camino del huerto";16 "no cansar el entendimiento andándole buscando en el monte Calvario yal huerto y a la columna";I? "así lo pedisteis en el huerto; mostrasteis vuestra voluntad y temor, mas dejásteisos en la suya", 18 y la última citada en Camino de perfección, que hace alusión también a GestemanÍ: "preguntadlo a su Hijo glorioso, que se lo dijo cuando la oración te y se presena . 20 "Toda n -. del Huerto". 19 Quedarán solo algunas más repartidas en sus otros libros. auditori:';::;¡

1

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Albaycín, Alhambra, Amequeruela, Zenete, etc. Jardines: llaman a los que más cultiva el ane para la delicia

que para el fruto. Consisren más en fuentes, flores, cuadros, calles y vistas, aunque a éstos no les faltan

hermosos Árboles y delicadas Frutas. Los cármenes consisten en uno y otro,,".

entreel~e~

Si bien bs ~ riadas, toma ~ 14 Al respecto puede consultarse la investigación realizada para un trabajo de tesis: ELIBER SALCEDO

siderar ser mi . , D'ANDREY, O.C.D., Aplicación de elementos semiológicos de la espiritualidad teresiana en espacios arquitectó­

nicos como generadores de espiritualidad, de la Universidad Javeriana de Colombia, 2012. En panicular uno

de sus capítulos: "La arquitectura como teología del espacio y experiencia de sentido místico", publicado

en: Reflexiones teológicas 9 (109-132) enero-junio 2012, Bogará, Colombia.

15 Fundaciones, 10, l.

16

Camino, 26,5.

17

Camino, 28,4.

18

Camino, 30,2.

19

Camino, 32,6.

Moradas, 7,10: "comenzamos en la oración del Huerto y no para el entendimiento hasta que está puesto en la cruz"; 7,11 : "estámpanse en la memoria de manera que de sólo ver al señor caído con aquel espantoso sudor en el Huerto"; Conceptos, 3,10: "mirad que dice el buen Jesús en la oración del Huerto: La carne es enferma"; 3, 11: "Cuando iba al Huerto, dijo: Triste está mi ánima hasta la muerte; y estando en la cruz, que era ya pasando la muerte, no se queja". Y alguna otra referencia en el libro de la Vida, reniendo en cuenta que las nominaciones aquí hacen generalmente referencia al huerto místico. Vida, 9,4: "En especial me hallaba muy bien en la oración del Huerto. Allí era mi acompañarle. Pensaba en aquel sudor y aflicción que allí había tenido, si podía"; 29,4: "me mostraba las llagas; algunas veces en la cruz y en el Huerto; y con la corona de espinas, pocas". 20

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21

Cf. L. LóPEZ a..¡

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Rn.-4I!i

22

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23

Vida, 14,9.

24

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25

¡bid., 110.

VIII - TERESA DE JESÚS

las alusiones arqui­ L utilidad en el mo­ al respecto: "Antes uro o cinco meses, que si quería hacer lía con una huerta llUy buena gana, y el nivel de la prefi­ e los Olivos y tam­ :ncia de encuentro ;etsemanÍ, la refe­ r el entendimiento

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imiento hasta que está señor caído con aquel oración del Huerto: La muerte; y estando en la de la Vida, teniendo en Vida, 9,4: "En especial aquel sudor y aflicción z y en el Huerto; y con

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Pero la atención de esta investigación se centra en sus referencias al huerto místico. AqUÍ se despliega todo un imaginario de vocablos locativos y naturales plenos de connotaciones espirituales. El agua y la sequedad. La esterilidad en la ausencia de frutos y los peligros más allá de los cercos. La intimidad cerrada que permite el denso encuentro con el amado. El verdor y la muerte serena. En este segundo carácter de citación del término puede advertirse, no exclusivamente, pero sí de modo subrayado, la influencia sufí hispano-africana, en lo que con­ cierne al "alma como jardín mÍstico".21 Con algunas excepciones, este segundo empleo se concentra en el Libro de la Vida. La imagen del huerto desde el capítulo 11 del Libro de la Vida hasta el capí­ tulo 17, irá acompañada de la recurrente alusión al agua. El agua será la gracia de Dios y su presencia que estimula la santidad por medio de la oración. Pero el agua tendrá al huerto como escenario simbólico de actuación y eficacia. Por lo tanto, el imaginario no se limita solo al continente "huerto", sino que, de modo armónico y muy elaborado, Teresa arma un verdadero racimo de figuras. Árboles, flores, frutos, alimañas, riachos, muros, asientos, fuentes, pozos y descanso. También sol, noche y lluvia. El huerto, por lo tanto, está colocado como centro aglutinan­ te y se presenta como figura simple, pero relacionalmente compleja y satelizada. "Toda narración, afirmará Ricoeur, presupone, por parte del narrador y de su auditorio, familiaridad con términos".22 AqUÍ radica la futura comunión y alianza entre el mensaje de Teresa y el lector, en la previa comunión de significaciones. Si bien las resonancias, siempre concordantes, en torno al huerto, son va­ riadas, toma preeminencia la metaforización del alma: "me era gran deleite con­ siderar ser mi alma un huerto y al Señor que se paseaba en él". 23 Como rasgo primordial de la mímesis l, como momento de la prefiguración según Ricoeur, subrayamos su carácter cultural. "Sin mitos transmitidos no ha­ bría tampoco nada que transponer poéticamente".24 Por lo tanto, en el momen­ to de considerar el lenguaje hortelano de Teresa, debemos circunscribirlo en un mundo que reverbera con esas terminologías. "La conexión lógica de lo verosímil no puede separarse de las coacciones culturales de lo aceptable".25 Para que algo leído sea comprendido, debe ser primero culturalmente conocido. 21 el L. LÓPEZ BARALT, "Simbología mística musulmana en San Juan de la Cruz y en Santa Teresa de Jesús", Nueva Revista de Filología Hispánica, XXX (1981), México, 65-66. 22

P. RICOEUR, Tiempo y narración 1, 122.

23

Vida, 14,9.

24

P. RICOEUR, Tiempo y narración 1, 110. ¡bid., 110.

25

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VI!! - TERESA DE JESÚS

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