El rol de la intención en los procesos inconscientes

July 23, 2017 | Autor: Carlos B. Ruiz-Matuk | Categoría: Cognitive Science
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Descripción

Cornisa: LA INTENCIÓN Y LO INCONSCIENTE








El rol de la intención en los procesos inconscientes
Carlos B. Ruiz-Matuk
Universidad Autónoma de Santo Domingo

Resumen

Se propone la idea de la intencionalidad como una conexión factible entre
la aproximación psicoanalítica y la psicología cognitiva que puede
incrementar nuestra comprensión de la mente. Y en este sentido, existe una
correspondencia viable entre los paradigmas funcionales y topográficos que
simulan su funcionamiento en una jerarquía del modelo de procesadores
paralelos. Se asume que una línea de demarcación entre lo consciente y lo
inconsciente probablemente no exista. Por otro lado, la libre voluntad
puede ser en si misma conceptualizada como la capacidad del pensamiento
auto reflexivo. Y finalmente, esta autorreflexión resulta en una meta
cognición o interpretación de la cognición y acción de la persona que puede
ser racional y a su vez el fundamento de la intencionalidad.
El rol de la intención en los procesos inconscientes

El estudio de la experiencia consciente es fundamental para el
entendimiento de la mente. Se ha postulado que la "inconsciencia"
presupone un entendimiento previo de la consciencia. Sin embargo, es falso
decir que ambos conceptos son claramente antitéticos. Una alternativa
consiste en usar la expresión "no consciencia", pero ésta es una distinción
que puede implicar dicotomías tales como monismo, mecanicismo, y
materialismo, por un lado, y dualismo, vitalismo, y espiritualismo por el
otro (Klein, 1984).
Considerando el problema de si la mente es capaz de ver su propia
generación o sus etapas en la generación de la conducta, esta discusión de
nomenclatura puede ser relegada a un segundo plano. Sin embargo, esta
distinción ha sido usada para separar diferentes connotaciones en distintos
paradigmas con respecto al concepto. Por ejemplo, lo inconsciente ha sido
relegado al psicoanálisis y sus connotaciones "místicas", mientras que el
procesamiento no consciente ha sido asignado a la aproximación experimental
de la ciencia cognitiva.
Una tendencia actual en esta área ha sido ver al fenómeno con una
aproximación interdisciplinaria (Brakel & Snodgrass, 1998). En esa
perspectiva se ha querido integrar el inconsciente psicodinámico del
psicoanálisis y el inconsciente cognitivo de la psicología moderna
(Bornstein, 1999; Epstein, 1998 & Western, 1998). En ese mismo tenor,
Mahoney (1998) ha apuntado que las direcciones y desafíos de la psicología
cognitiva y la psicoterapia en general son la creciente aceptación de
procesos inconscientes organizadores del conocimiento y las emociones
asumiendo contenidos de pensamiento no simbólicos.
En este artículo se propone la idea de que la intencionalidad puede
ser el concepto que ayude a construir el puente que enlace la psicología
cognitiva y las aproximaciones psicodinámicas. La intencionalidad
representa una conexión viable entre los paradigmas funcionales y
topográficos que simula su funcionamiento en una jerarquía del modelo de
procesadores paralelos. Y en este sentido, existe una conexión factible
entre la aproximación psicoanalítica y la psicología cognitiva que puede
incrementar nuestra comprensión de la mente.


¿Cuales son las diferencias entre el inconsciente dinámico del
psicoanálisis y el inconsciente psicológico en la teoría cognitiva?
La psicología psicoanalítica, en términos de la teoría clínica ve lo
inconsciente como observable en la formación de pensamientos asociados a
síntomas molestos e incontrolables, impulsos y conductas a los cuales la
persona no tiene acceso. Excepto por algunos supuestos concernientes a la
relación con el impulso de los procesos inconscientes, y los orígenes
inconscientes de los sueños y los síntomas, su tratamiento aplica
igualmente bien a los puntos de vista cognitivo y dinámico del inconsciente
psicológico (Kilhstrom, 1990). En otras palabras, la teoría cognitiva se
ha enfocado en los aspectos intelectuales de la mente inconsciente,
mientras que la aproximación psicoanalítica es considerada como centrada en
aproximaciones instintivas y biológicas de esos procesos.
Un aspecto en el que muchos psicólogos cognitivos se han enfocado,
esta relacionado con la supuesta hipótesis de Freud de que los procesos
inconscientes son primitivos e irracionales. El debate no ha terminado
aún. Por un lado, enfocados en las capacidades inconscientes de las
defensas del ego, algunos autores han rechazado que el inconsciente sea
tonto (Greenwald, 1992). Por otro lado, basados en experimentos usando
estímulos degradados argumentan que es cierta la idea de que sea torpe
(Erdelyi, 1992, Malik & Paraherakis, 1998), y otros responden basados en
condicionantes tales como la práctica fundada en la automaticidad y la
sobrecarga en el procesamiento de la información aumentando o disminuyendo
su capacidad (Bruner, 1992). Esta discusión toca un elemento que
representa una separación de la perspectiva psicoanalítica y la psicología
cognitiva. Por ejemplo, las conclusiones de los experimentos apoyan las
limitaciones del inconsciente. Sin embargo, éstas están basadas en las
extracciones de la información proveniente de estímulos degradados o no
atendidos que no pueden compararse con la vasta acumulación de conocimiento
previamente consciente en la memoria inaccesible, "a la cual el
psicoanálisis se ha aferrado y en ocasiones ha exorcizado" (Erdelyi, 1992,
p. 786).
Para estudiar la diferencia entre el inconsciente dinámico en el
psicoanálisis y el inconsciente psicológico en la teoría cognitiva, debe
recordarse el cambio en la concepción del aparato psíquico que se ha
experimentado dentro del mismo psicoanálisis. La concepción inicial del
inconsciente como un sistema (análisis topográfico) parece perderse en el
último análisis funcional de la mente. El problema de reconciliar las dos
divisiones de la mente, no fue resuelto por Freud (Kilhstrom, 1990). La
asignación de las funciones no conscientes de Freud al ego en la esfera de
los mecanismos de defensas pudo haber inducido a la psicología del ego a
enfocarse en su función no defensiva y orientada hacia la realidad. Esto
ha sido quizás escapando de la "lata de gusanos" del inconsciente
freudiano. De alguna manera el modelo topográfico y el funcional del
psicoanálisis son opuestos, pero solo si se considera la distinción
consciente versus inconscientes como áreas delimitadas con líneas claras de
demarcación.
Algunas defensas han sido aclamadas como intencionales. Si un
aspecto del campo psicológico es amenazante, en términos de Janet (Elderyi,
1992), nosotros lo disociamos (reprimimos en términos freudianos) en
nuestra "isla de seguridad de la amenaza" (Erdelyi, 1994) intencionalmente
o no. Erdelyi (1994) es uno de los autores que han aclamado que la
hipótesis de que de los procesos de represión que terminan en lo
inconsciente son en sí necesariamente inconscientes no puede ser
empíricamente probada. Este autor ha mantenido que Freud aparentemente no
insistió en la represión como un proceso inconsciente, y que realmente en
una ocasión advirtió a sus lectores no asumir que la represión era siempre
un mecanismo consciente.
Este es un punto que puede ser tomado en consideración para dar cuenta
de que el "yo", tal y como es conceptualizado por Freud, no representa la
mente consciente sino la capacidad de autoreflexión, y por tanto,
detentando intencionalidad. Ciertamente, esto pudo brindar la impresión de
contradicción porque la intención o libre voluntad esta asociada con la
mente consciente. Sin embargo hay que apuntar que, primero que todo, una
línea de demarcación entre lo consciente y lo inconsciente probablemente no
exista (Erdelyi, 1994). Segundo, la libre voluntad puede ser en sí misma
conceptualizada como la capacidad del pensamiento autoreflexivo (Johnson-
Laird, 1988). Y finalmente, esta autoreflexión resulta en una
metacognición o interpretación de la cognición y acción de la persona que
puede ser racional y a su vez el fundamento de la intencionalidad.



La disociación entre la mente consciente e inconsciente
Para enfatizar el primer argumento que declara la demarcación
indiscernible entre la mente consciente y la inconsciente es bueno destacar
que los resultados experimentales en este dominio han sido inestables y
difíciles de replicar. Algunos teóricos identifican los fenómenos de los
estados mentales solamente con la consciencia –todo lo demás, dicen, es
materia de neuropsicología. Si esto es verdad, entonces la psicología esta
obligada a indagar acerca del estatus de los eventos neurofisiológicos que
dan lugar a la experiencia consciente, y también acerca del poder
misterioso por el cual, por ejemplo, un número telefónico guardado en la
memoria puede ser transformado dentro de la consciencia cuando este es
convocado dentro de la mente. Ya que ambos estados representan el mismo
contenido, parece preferible hablar de representaciones mentales que pueden
ser conscientes o inconscientes (Johnson-Laird, 1988).
Una gran mayoría de investigaciones en la ciencia cognitiva claramente
muestra que estamos conscientes solo del contenido de la vida mental, pero
no de lo que genera el contenido. Parece ser claro que alguna información
no es accesible a la consciencia. Sin embargo, algunos psicólogos como
Erdelyi (1994) plantean que la distinción debe ser tomada como una
herramienta preteórica. Por un largo tiempo, la investigación en
percepción subliminal ha buscado con muchos problemas usando diseños
metodológicos sofisticados establecer la validez de procesos inconscientes.
Un ejemplo lo constituye el uso del método de regresión estadística que ha
provocado un nuevo debate acerca de los supuestos estadísticos necesarios y
los errores de medición (e. g., Klauer, Greenwald & Draine, 1998; Greenwald
& Draine, 1998).
Algunos investigadores que han obtenido evidencia de la percepción
depende de cuales criterios, subjetivos u objetivos establecen el umbral
(Gazaniga, Ivry & Mangun, 1998). Cuando los criterios son subjetivos, los
cuales podrían ser reportes introspectivos de cada sujeto, los efectos de
preparación (priming) son evidentes. Cuando los criterios son
objetivamente establecidos por el requerimiento de selección forzada, tales
como si un participante vió cualquier información, no se observan los
efectos de preparación. Entre otras cosas, estos estudios hacen manifiesto
el área gris entre lo consciente y lo inconsciente. El umbral claramente
varia según sea el criterio.
Este cuerpo de evidencia también apunta al hecho de que la
introspección no puede ser expulsada del estudio de los fenómenos
psicológicos. La introspección en sí misma puede ser el objeto de estudio.
Parece ser que los investigadores experimentales necesitan integrar en sus
discusiones de la regulación consciente e inconsciente a las defensas y a
las emociones no placenteras en general, desde sus motivos primitivos
sexuales y agresivos (Kilhstrom, 1994), penetrando en la experiencia de los
participantes.
Lo que parece estar claro es que –como asume la teoría
neodisasociacionista- la restricción de la consciencia no necesita ser
"caliente" o "fría", y tampoco esta restringida al conocimiento automático
del conocimiento procedimental o percepciones o memorias de estímulos
degradados o no atendidos. Aunque la psicología cognitiva contemporánea ha
enfatizado solo un aspecto (Kihlstrom, 1994), eso no significa que debe
abandonar el estudio de esta naturaleza de la vida mental inconsciente. Lo
que necesitamos es una extensión del concepto o asumir que no existe
distinción claramente demandada por los datos (Erdelyi, 1994).


La voluntad como capacidad de autoreflexión
Un autómata no tiene su propia voluntad; por tanto no posee
sentimientos, y no tiene consciencia. Que los sentimientos, voluntad, y
consciencia puedan ser computables o representados científicamente, es una
cuestión que ha provocado muchas controversias.
Una maquina creada por Turing (1950) pudo incorporar un programa
interpretativo que usaría sus propias descripciones para calcular lo que en
sí mismo haría en algunas situaciones hipotéticas. Sin embargo, nuestro
sistema interpretativo que usa modelos mentales imperfectos con
autoreflexión consistentes en invocar la construcción de modelos de su
propia operación los cuales usa para guiar sus propios procesos (Johnson-
Laird, 1988) es el proceso que una maquina no es capaz de hacer aun.
Un filosofo del lenguaje (Searle, 1994) ha desafiado la evidencia
conductual concerniente a la existencia de los estados mentales, incluyendo
la evidencia referente a la causa de la conducta de la persona, arguyendo
que no importa cuan completa, siempre deja el caracter "aspectual" de los
estados intencionales indeterminados. Este caracter aspectual se refiere
al hecho de que siempre que percibimos cualquier cosa o pensamos acerca de
algo, nosotros lo hacemos siempre bajo algún aspecto y no otro. Este
asunto aspectual podría ser imposible de describir en una maquina.
Una idea sensible y quizás mas compartida es que la mente humana es un
resultado de un modo especial de procesamiento que crea la experiencia
subjetiva de la consciencia. Una vez el sistema operativo ha evolucionado,
este podría asumir tal función, y este modo de procesamiento refleja el
componente afectivo de sistemas especializados. En otras palabras, nuestra
consciencia de esas actividades mentales está también relacionada a nuestra
capacidad de asignar sentimientos a ellos mismos, lo cual es otro factor
que nos distingue de los artefactos electrónicos que nos rodean (Gazzaniga,
et al. , 1998). Nosotros tenemos la habilidad de representar e inferir
estados mentales no observables tales como deseos, intenciones, y
creencias de uno mismo y de otros (Premack & Woodruff, 1978). "La gente
sabe que sabe lo que pueden hacer para tratar de conseguir alguna meta, y
pueden usar este conocimiento para determinar que hacer" (Johnson-Laird,
1988).
Gazzaniga et al. (1998) aseveran que tenemos un sistema especializado
para llevar a cabo una "síntesis interpretativa" y que esta localizado en
el hemisferio izquierdo. El "interpretador" es un sistema que busca
explicación de los eventos internos y externos con el propósito de producir
conductas apropiadas en respuesta. Estos autores proponen que este sistema
esta unido aparentemente a nuestra capacidad de ver cómo eventos contiguos
se relacionan entre sí. El interpretador, una especialización inherente
en sí misma, opera en otras adaptaciones construidas dentro de nuestro
cerebro. Las adaptaciones son la mayoría basadas en la corteza cerebral,
pero trabajan ampliamente fuera de la consciencia, como la vasta
generalidad de nuestras actividades mentales que son interpretadas y que
proporcionan el hilo de nuestra historia personal.
Este sistema representa el módulo en el cual se asume en este artículo
esta basada nuestra capacidad de autoreflexión la cual es crucial para la
intencionalidad idiosincrásica del ser humano.








La voluntad consciente
Un segundo aspecto que se quiere resaltar en este artículo es que la
voluntad puede ser experimentada en el grado en que la vía causal aparente
es inferida entre el pensamiento y la acción (Wegner & Wheatly, 1999).
Este último punto puede estar relacionado a la idea de que la
voluntad no es necesariamente una fuerza psicológica que causa la acción.
Por ejemplo, cuando uno ha decidido qué hacer, trata de hacer algo o
planifica como hacerlo, uno puede actuar intencionalmente para llevarlo a
cabo. Asimismo, algunos programas de computadoras pueden tratar de
conseguir una meta establecida (Johnson-Laird, 1988). Entonces, ¿estos
programas tienen intenciones? Una respuesta es que les falta la capacidad
de autoreflexión en una jerarquía de procesadores paralelos (Johnson-Laird,
1988) o como Wegner y Wheatly (1999) han señalado, estas simplemente no
pueden interpretar sus propios pensamientos como las causas de sus
acciones. Para tener un sentido sobre la voluntad consciente nuestros
pensamientos deben preceder la acción en un intervalo apropiado, ser
compatible (por ejemplo semánticamente) con la acción, y ser la única causa
aparente de la acción.
Estos autores apoyan con este punto la idea de que existe una
tendencia en el ser humano a tomar una extensión de lo que Dennet (1996) ha
llamado "estancia intencional" hacia las personas. La estancia intencional
es la estrategia de percibir la conducta de una entidad considerando esta
como si fuera un agente racional que gobierna su elección de la acción por
una consideración de sus creencias y deseos que causan sus actos.
Este análisis sugiere lo que Freud ha proclamado (1915/1959, citado
en Searle, 1994): Todos los estados mentales s6n "inconscientes en sí
mismos". En otras palabras, los mecanismos causales reales subyascentes a
una conducta nunca están presentes en la consciencia. Mucha de la
investigación reciente que sugiere un rol fundamental de los procesos
automáticos en la conducta cotidiana (Bargh & Chartrand, 1999) puede ser
entendida en este sentido.

Los procesos inconscientes o automáticos
Un argumento resultante de esta ultima idea es que puede ser reconocido que
la libre voluntad es una ilusión. Aun su existencia es compatible con la
capacidad de pensamiento autoreflexivo. En otras palabras, esta ilusión
aparente no significa que no somos libres. Somos libres, aunque seamos
ignorantes de las raíces de muchas de nuestras decisiones, porque nuestros
modelos de nosotros mismos nos capacitan para elegir qué elegir (Johnson-
Laird, 1988).
Mucha de la investigación psicológica contemporánea esta basada en el
presupuesto de que los procesos mentales son generalmente conscientes. Sin
embargo, la mente inconsciente, la cual podría ser considerada el punto de
referencia que últimamente ha producido la aproximación entre la ciencia
cognitiva interdisciplinaria y el psicoanálisis, es de interés creciente en
los últimos años. Una peculiaridad de esta aproximación es que considera
lo inconsciente como procesos automáticos los cuales son no intencionados,
sin esfuerzo, muy rápidos, y muchos de ellos pueden operar en cualquier
momento (Bargh & Chartrand, 1999).
En este tenor, las rutas de la automatización de un proceso
psicológico puede ser intencional o no intencional (Bargh & Chartrand,
1999). Aunque el efecto de la percepción sobre la conducta ocurre
pasivamente, sin la necesidad de la elección consciente o intención de
comportarse de alguna manera sugerida, esto no significa que las personas
no tienen metas y propósitos y que son meramente pasivos experimentadores
de eventos. Las personas son participantes activos en el mundo con
propósitos y metas que quieren cumplir. Lo que puede pasar es que cuando
las personas encuentran problemas en traducir sus propósitos en acción,
pueden estratégicamente elegir procesos automáticos en un intento de
asegurar el logro de sus metas (Gollwitzer, 1999). En términos
psicoanalíticos, las personas delegan sus intenciones al poder
inconsciente.
La intencionalidad es una expresión exclusiva del ego, porque el ego
(autoreflexión) representa nuestra capacidad de pensar en nuestros
pensamientos, relacionarlos con la acción. Lo que debe estar claro es que
el ego no representa la mente consciente aunque es capaz de estar
consciente.

Conclusiones
¿Cómo podemos conectar los procesos no simbólicos (emociones y necesidades)
con los procesos simbólicos?
El contenido de la consciencia puede ser concebido como simbólico y
no simbólico. Los contenidos simbólicos son percepciones, ideas,
creencias, hipótesis y toda entidad que es referida por los filósofos como
poseedora de contenido proposicional. Los contenidos no-simbólicos de la
consciencia son los sentimientos y sensaciones. Uno podría preguntarse una
cuestión acerca del énfasis de Freud de brindar a la consciencia los
sentimientos y urgencias. ¿Por qué es tan importante estar conscientes de
nuestros sentimientos? Johnson-Laird (1988) ha sugerido una respuesta
parcial: La consciencia es la base de nuestra conducta intencional,
voluntaria, que depende de nuestro acceso a un modelo de uno mismo. Este
modelo resulta de un proceso secundario de pensamiento. Y ese nivel de
pensamiento puede representar el estar capacitado para ser libre. Una
pregunta final puede hacerse en este punto: ¿Esta última aseveración sobre
la necesidad de consciencia es un ejemplo del punto de vista freudiano o de
la ciencia cognitiva?
Las emociones son otro aspecto que la psicología cognitiva esta
reconociendo recientemente como un área que no puede ser separada de los
procesos de información o conocimiento. Así como la consciencia, la
intencionalidad, y la autoreflexión, los sentimientos son elementos que
necesariamente han de tomarse en cuenta en la ciencia cognitiva
interdisciplinaria.


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