El relleno del pozo de Menga: estratigrafía y radiocarbono

May 25, 2017 | Autor: G. Aranda Jimenez | Categoría: Megalitismo, C14 Dating
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Descripción

MENGA 07 CONJUNTO ARQUEOLÓGICO DÓLMENES DE ANTEQUERA AÑO 2016 2015 ISSN 2172-6175

REVISTA DE PREHISTORIA DE ANDALUCÍA · JOURNAL OF ANDALUSIAN PREHISTORY

MENGA 07 REVISTA DE PREHISTORIA DE ANDALUCÍA JOURNAL OF ANDALUSIAN PREHISTORY Publicación anual Año 6 // Número 07 // 2016

JUNTA DE ANDALUCÍA. CONSEJERÍA DE CULTURA Conjunto Arqueológico Dólmenes de Antequera ISSN 2172-6175 Depósito Legal: SE 8812-2011 Distribución nacional e internacional: 250 ejemplares

Menga es una publicación anual del Conjunto Arqueológico Dólmenes de Antequera (Consejería de Cultura de la Junta de Andalucía). Su objetivo es la difusión internacional de trabajos de investigación científicos de calidad relativos a la Prehistoria de Andalucía. Menga se organiza en cuatro secciones: Dossier, Estudios, Crónica y Recensiones. La sección de Dossier aborda de forma monográfica un tema de investigación de actualidad. La segunda sección tiene un propósito más general y está integrada por trabajos de temática más heterogénea. La tercera sección denominada como Crónica recogerá las actuaciones realizadas por el Conjunto Arqueológico Dólmenes de Antequera en la anualidad anterior. La última sección incluye reseñas de libros y otros eventos (tales como exposiciones científicas, seminarios, congresos, etc.). Menga está abierta a trabajos inéditos y no presentados para publicación en otras revistas. Todos los manuscritos originales recibidos serán sometidos a un proceso de evaluación externa y anónima por pares como paso previo a su aceptación para publicación. Excepcionalmente, el Consejo Editorial podrá aceptar la publicación de traducciones al castellano y al inglés de trabajos ya publicados por causa de su interés y/o por la dificultad de acceso a sus contenidos. Menga is a yearly journal published by the Dolmens of Antequera Archaeological Site (the Andalusian Regional Government Ministry of Culture). Its aim is the international dissemination of quality scientific research into Andalusian Prehistory. Menga is organised into four sections: Dossier, Studies, Chronicle and Reviews. The Dossier section is monographic in nature and deals with current research topics. The Studies section has a more general scope and includes papers of a more heterogeneous nature. The Chronicle section presents the activities undertaken by the Dolmens of Antequera Archaeological Site in the previous year. The last section includes reviews of books and events such as scientific exhibitions, conferences, workshops, etc. Menga is open to original and unpublished papers that have not been submitted for publication to other journals. All original manuscripts will be submitted to an external and anonymous peer-review process before being accepted for publication. In exceptional cases, the editorial board will consider the publication of Spanish and English translations of already published papers on the basis of their interest and/or the difficulty of access to their content.

Ídolo placa procedente del dolmen 40 de la necrópolis de Cabezas Rubias (Huelva). Foto: Miguel A. Blanco de la Rubia.

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ÍNDICE 07 EDITORIAL 12 DOSSIER: LOS ORÍGENES DE LA METALURGIA: TRANSMISIÓN DEL CONOCIMIENTO

VERSUS INNOVACIÓN TECNOLÓGICA



Coordinado por Ignacio Montero Ruiz y Mercedes Murillo Barroso

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Los inicios de la metalurgia y el valor social del metal Ignacio Montero Ruiz y Mercedes Murillo Barroso

31

An Overview of Chalcolithic Copper Metallurgy from Southern Portugal Pedro Valério, António M. Monge Soares y María Fátima Araújo

53

La metalurgia calcolítica en el suroeste de la Península Ibérica: una interpretación personal Salvador Rovira Llorens

68 ESTUDIOS 71

Estudio bioarqueológico de la necrópolis megalítica de El Barranquete (Níjar, Almería) Marta Díaz-Zorita Bonilla, Gonzalo Aranda Jiménez, Javier Escudero Carrillo, Sonia Robles Carrasco, Águeda Lozano Medina, Margarita Sánchez Romero y Eva Alarcón García

101

Las primeras importaciones griegas en Occidente y la cronología de la cerámica geométrica: hacia un nuevo paradigma (I) Eduardo García Alfonso

135

Drones y su aplicación en Arqueología. Volando sobre Acinipo (Ronda, Málaga) Eduardo García Alfonso, Daniel David Florido Esteban, Federica Pezzoli y Gilberto Gazzi

154 CRÓNICA 157

Testing the Potential of Optically Stimulated Luminescence (OSL) for the Dating of the Antequera Megaliths (Málaga, Spain): Assessing the Results of the First Round of Sampling Constantin Athanassas, Leonardo García Sanjuán, Katerina Theodorakopoulou, Mayank Jain, Reza Sohbati, Guillaume Guerin y José Antonio Lozano Rodríguez

167

Un percutor en meta-arenitas encontrado en el túmulo del dolmen de Menga. Estudio litológico, traceológico y contextual José Antonio Lozano Rodríguez, Leonardo García Sanjuán, Alba Masclans Latorre, Juan Francisco Gibaja Bao, Luis Alfonso Pérez Valera, Francisco Martínez-Sevilla y Coronada Mora Molina

189

Estudio arqueozoológico de los restos faunísticos recuperados en el pozo del dolmen de Menga (Antequera, Málaga) en las excavaciones de 2005-06 José Antonio Riquelme Cantal

199

El Relleno del Pozo de Menga: Estratigrafía y Radiocarbono Leonardo García Sanjuán, Gonzalo Aranda Jiménez, Francisco Carrión Méndez, Coronada Mora Molina, Águeda Lozano Medina y David García González

225

Proyectiles de 9 mm hallados en el atrio del dolmen de Menga ¿Testimonio de la Guerra Civil Española? Leonardo García Sanjuán, Ángel Rodríguez Larrarte, Mark A. Hunt Ortiz, Gonzalo Aranda Jiménez y Coronada Mora Molina

238 RECENSIONES 238

Gabriel Martínez Fernández Victor S. Gonçalves, Mariana Diniz y Ana Catarina Sousa (eds.): 5º Congresso do Neolitico Peninsular

247

Juan Pedro Bellón García Vicente Lull Santiago, Rafael Micó Pérez, Cristina Rihuete Herrada y Roberto Risch: Primeras investigaciones en La Bastida (1869-2005)

250

Ignasi Grau Mira Juan Pedro Bellón Ruiz, Arturo Ruiz Rodríguez, Manuel Molinos Molinos, Carmen Rueda Galán y Francisco Gómez Cabeza (eds.): La Segunda Guerra Púnica en la Península Ibérica. Baecula, Arqueología de una batalla

253

Eduardo García Alfonso Ramón Hiraldo Aguilera, Juan A. Martín Ruiz y Juan Ramón García Carretero: Excavaciones arqueológicas en el Cerro del Castillo (Fuengirola, Málaga). Los niveles fenicios (siglos VII-III a.C.)

258

Miguel Ángel Blanco de la Rubia Sitio de los Dólmenes de Antequera. Intuición e intención en la obra de Javier Pérez González

261 NOTICIAS

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DIRECTOR/DIRECTOR

Miguel Cortés Sánchez (Universidad de Sevilla)

Bartolomé Ruiz González (Conjunto Arqueológico Dólmenes de Antequera)

Felipe Criado Boado (Consejo Superior de Investigaciones Científicas, Santiago de Compostela) José Antonio Esquivel Guerrero (Universidad de Granada)

EDITORES/EDITORS

Silvia Fernández Cacho (Instituto Andaluz del Patrimonio Histórico)

Gonzalo Aranda Jiménez (Universidad de Granada)

Román Fernández-Baca Casares (Instituto Andaluz del Patrimonio Histórico)

Eduardo García Alfonso (Junta de Andalucía. Delegación Territorial de Cultura, Turismo y Deporte, Málaga) COORDINADOR DE RECENSIONES/REVIEWS COORDINATOR María Oliva Rodríguez Ariza (Universidad de Jaén) SECRETARIA TÉCNICA/TECHNICAL SECRETARY Victoria Eugenia Pérez Nebreda (Conjunto Arqueológico Dólmenes de Antequera) CONSEJO EDITORIAL/EDITORIAL BOARD Gonzalo Aranda Jiménez (Universidad de Granada) María Dolores Camalich Massieu (Universidad de La Laguna) Eduardo García Alfonso (Junta de Andalucía. Delegación Territorial de Cultura, Turismo y Deporte, Málaga) Leonardo García Sanjuán (Universidad de Sevilla) Francisca Hornos Mata (Museo de Jaén) Víctor Jiménez Jaimez (Universidad de Southampton) José Enrique Márquez Romero (Universidad de Málaga) Dimas Martín Socas (Universidad de La Laguna) Ana Dolores Navarro Ortega (Museo Arqueológico de Sevilla) Bartolomé Ruiz González (Conjunto Arqueológico Dólmenes de Antequera) Arturo Ruiz Rodríguez (Universidad de Jaén) Carlos Odriozola Lloret (Universidad de Sevilla) María Oliva Rodríguez Ariza (Universidad de Jaén)

Alfredo González Ruibal (Consejo Superior de Investigaciones Científicas, Santiago de Compostela) Almudena Hernando Gonzalo (Universidad Complutense de Madrid) Isabel Izquierdo Peraile (Ministerio de Educación, Cultura y Deporte del Gobierno de España) Sylvia Jiménez-Brobeil (Universidad de Granada) Michael Kunst (Deutsches Archäologisches Institut, Madrid) Katina Lillios (University of Iowa) José Luis López Castro (Universidad de Almería) Juan Antonio Martín Ruiz (Academia Andaluza de la Historia, Málaga) Martí Mas Cornellà (Universidad Nacional de Educación a Distancia) Fernando Molina González (Universidad de Granada) Ignacio Montero Ruiz (Consejo Superior de Investigaciones Científicas, Madrid) Arturo Morales Muñiz (Universidad Autónoma de Madrid) María Morente del Monte (Museo de Málaga) Leonor Peña Chocarro (Escuela Española de Historia y Arqueología en Roma. CSIC) Raquel Piqué Huerta (Universitat Autònoma de Barcelona) José Ramos Muñoz (Universidad de Cádiz) Charlotte Roberts (University of Durham) Ignacio Rodríguez Temiño (Conjunto Arqueológico de Carmona) Robert Sala Ramos (Universitat Rovira i Virgili) Alberto Sánchez Vizcaíno (Universidad de Jaén)

Margarita Sánchez Romero (Universidad de Granada)

Stephanie Thiebault (Centre Nationale de Recherche Scientifique, París)

CONSEJO ASESOR/ADVISORY BOARD

Ignacio de la Torre Sáinz (Institute of Archaeology, University College London)

Xavier Aquilué Abadias (Centro Iberia Graeca, L´Escala, Girona) Ana Margarida Arruda (Universidade de Lisboa) Rodrigo de Balbín Behrmann (Universidad de Alcalá de Henares) Juan Antonio Barceló Álvarez (Universitat Autònoma de Barcelona) María Belén Deamos (Universidad de Sevilla) Juan Pedro Bellón Ruiz (Universidad de Jaén) Joan Bernabeu Aubán (Universitat de València)

Juan Manuel Vicent García (Consejo Superior de Investigaciones Científicas, Madrid) David Wheatley (University of Southampton) Joao Zilhão (Universitat de Barcelona) EDICIÓN/PUBLISHED BY JUNTA DE ANDALUCÍA. Consejería de Cultura

Massimo Botto (Consiglio Nazionale delle Ricerche, Roma) Primitiva Bueno Ramírez (Universidad de Alcalá de Henares)

PRODUCCIÓN/PRODUCTION

Jane E. Buikstra (Arizona State University)

Agencia Andaluza de Instituciones Culturales Gerencia de Instituciones Patrimoniales DISEÑO

Teresa Chapa Brunet (Universidad Complutense de Madrid) Robert Chapman (University of Reading)

MENGA. REVISTA DE PREHISTORIA DE ANDALUCÍA // Nº 07. 2016. ISSN 2172-6175

DISEÑO/DESIGN Carmen Jiménez del Rosal MAQUETACIÓN/COMPOSITION Francisco José Romero Romero (Agencia Andaluza de Instituciones Culturales) IMPRESIÓN/PRINTING PodiPrint LUGAR DE EDICIÓN/PUBLISHED IN Sevilla FOTOGRAFÍAS/PHOTOGRAPHS Portada / Front cover: Tholos de El Romeral. Fotografía de Javier Coca / The El Romeral tholos. Photo: Javier Coca. INSTITUCIONES COLABORADORAS/SUPPORTING ENTITIES Instituto Universitario de Investigación en Arqueología Ibérica (Universidad de Jaén). Grupo de Investigación: ATLAS (HUM-694) (Universidad de Sevilla). Grupo de Investigación: GEA. Cultura material e identidad social en la Prehistoria Reciente en el sur de la Península Ibérica (HUM-065) (Universidad de Granada). Grupo de Investigación: PERUMA. Prehistoric Enclosures Research (Universidad de Málaga). Grupo de Investigación de las sociedades de la Prehistoria Reciente de Andalucía y el Algarve (GISPRAYA) (Universidad de La Laguna).

ISSN 2172-6175 Depósito legal: SE 8812-2011

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MENGA. REVISTA DE PREHISTORIA DE ANDALUCÍA // Nº 07. 2016. ISSN 2172-6175

Perspectiva de la boca del pozo desde el interior de Menga. Fotografía: Juan Moreno.

CRÓNICA

EL RELLENO DEL POZO DE MENGA: ESTRATIGRAFÍA Y RADIOCARBONO Leonardo García Sanjuán1, Gonzalo Aranda Jiménez2, Francisco Carrión Méndez2, Coronada Mora Molina1, Águeda Lozano Medina2 y David García González3

Resumen: En 2005 se descubrió en el dolmen de Menga un pozo de 19,4 m de profundidad completamente colmatado, lo que causó una enorme sorpresa en la comunidad científica, pues no se tenía ninguna constancia de la existencia de esta estructura, que de hecho carece de paralelos. En este artículo se investiga la cronología del relleno de este pozo. En primer lugar se describen los primeros pasos en la investigación de este megalito durante el siglo XIX, en los que se hicieron referencias al pozo luego olvidadas durante todo el siglo XX. A continuación se describen su estratigrafía y los hallazgos asociados y se presentan los resultados del modelado bayesiano de 14 fechas radiocarbónicas obtenidas sobre muestras de vida corta (huesos de animales recuperados de su relleno). Estos datos permiten plantear una hipótesis bastante robusta en relación con la temporalidad del proceso de colmatación del pozo, que tuvo lugar en el siglo XVIII DNE, así como ciertas especulaciones informadas respecto de las circunstancias que pudieron conducir a su colmatación.

Palabras clave: Dolmen, Pozo, Menga, Relleno, Sedimentos, Estratigrafía, Restos Faunísticos, Radiocarbono, Modelado Bayesiano.

THE INFILL OF THE MENGA WELL. STRATIGRAPHY AND RADIOCARBON Abstract: In 2005, a fully backfilled 19.4 metres deep water well was found inside the Menga dolmen, causing an enormous surprise among the scientific community, as there was no knowledge of the existence of such structure, which is unparalleled. In this paper, the chronology of the infill of this well is investigated. First, we describe the early steps in the investigation of this megalithic monument in the 19th century, when references to this well were made which were then forgotten throughout the 20th century. Next, we describe the stratigraphy and associated finds of the well and present the results of a Bayesian modelling of 14 radiocarbon dates obtained from short-lived samples (animal bones retrieved from within its infill). This evidence sets the ground for the discussion of a fairly robust hypothesis regarding the temporality of the well’s backfilling process, which took place in the 18th century CE, as well as some informed speculations regarding the circumstances that may have led to it.

Keywords: Dolmen, Water Well, Menga, Infill, Sediments, Stratigraphy, Faunal Remains, Radiocarbon, Bayesian Modelling.

1 Departamento de Prehistoria y Arqueología de la Universidad de Sevilla. [[email protected]]; [[email protected]] 2 Departamento de Prehistoria y Arqueología de la Universidad de Granada. [[email protected]]; [[email protected]]; [[email protected]] 3 Consejo Superior de Investigaciones Científicas. [[email protected]]

Recibido: 20/07/2015. Aceptado: 13/09/2015

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1. INTRODUCCIÓN Uno de los elementos arquitectónicos más excepcionales del dolmen de Menga es el pozo de 19,4 m de profundidad que se encuentra al fondo de la cámara megalítica, perfectamente centrado con respecto al ortostato de cabecera, los ortostatos laterales y el tercero de los pilares (Lám. 1). Su descubrimiento se produjo en 2005 durante la intervención realizada con motivo del acondicionamiento de la iluminación y accesos al monumento1, causando una enorme sorpresa, pues por una parte no se tenía ninguna constancia de su existencia y por otra no se conoce ningún caso en Europa en la que un monumento megalítico aloje en su interior una estructura de estas características.

El relleno de amortización de este pozo fue excavado en dos fases. En la primera de ellas, en la primavera de 2005, el mismo equipo que lo había descubierto lo excavó hasta una profundidad aproximada de seis metros, abandonando la excavación en ese punto al carecer de la infraestructura necesaria para un trabajo de esa complejidad técnica. La segunda fase de la excavación la llevó a cabo un equipo de la Universidad de Granada entre octubre de 2005 y febrero de 2006 en el marco de un proyecto de estudio arqueológico y geoarqueológico del dolmen de Menga2. En esta segunda intervención, y mediante la instalación de un sistema seguro de cabrestantes y arneses que permitía a los excavadores descender y ascender, se com-

Lám. 1. Ubicación del pozo en la planta y sección del dolmen de Menga. Imágenes: TDTEC.

1 NAVARRETE PENDÓN, V. (2005): Memoria de los Trabajos en el Control de Movimientos de Tierras para el Acondicionamiento de Iluminación y Accesos al Sepulcro Megalítico de Menga, Informe Inédito. 2 CARRIÓN MÉNDEZ, F., MUÑIZ LÓPEZ, T., GARCÍA GONZÁLEZ, D., LOZANO RODRÍGUEZ, J. A., FÉLIX, P. y LÓPEZ RODRÍGUEZ, C. F. (2006): Intervención en el Conjunto Megalítico de Menga y Viera (Antequera, Málaga), Universidad de Granada, Granada. Informe Inédito.

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pletó la excavación del relleno del pozo hasta su base a casi 20 m de profundidad (Láms. 2, 3 y 4). La excavación del pozo de Menga deparó una cantidad importante de artefactos de muy diversa naturaleza y cronología, recuperándose además abundantes restos faunísticos que han sido ya objeto de estudio y publicación (Riquelme Cantal, 2012; 2016). En conjunto, a pesar de la presencia de algunos elementos de cultura material de posible cronología prehistórica (mazas), el relleno fue interpretado por ambos equipos como de cronología moderna. El objetivo principal de este artículo es precisamente establecer de la forma más exacta posible la cronología del relleno del pozo de Menga. La base fun-

damental de este estudio son 14 dataciones radiocarbónicas obtenidas sobre muestras de hueso de los animales encontrados en los sedimentos que lo colmataban. De forma complementaria se utiliza la cultura material recuperada en su interior, pero esta colección de objetos será publicada de forma independiente en un trabajo actualmente en preparación. Es importante subrayar que este artículo tan solo se ocupa de la cronología de la formación de los depósitos que colmataba el pozo de Menga cuando fue excavado entre 2005 y 2006, no tratándose aquí el problema de la apertura, excavación o factura del pozo en sí mismo, ya que ello exigiría el manejo de unos datos que actualmente no están sistematizados y la realización de una discusión más amplia de la que podemos abordar aquí.

Lám. 2. Sistema de cabrestante y arneses utilizado para la excavación del pozo. Fotografía: David García González.

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Lám. 3. Trabajo de limpieza de las paredes del pozo mediante agua a presión durante el proceso de excavación. Fotografía: Francisco Carrión Méndez.

Lám. 4. David García González desciende al pozo durante el proceso de excavación. Fotografía: Francisco Carrión Méndez.

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2. DESCUBRIMIENTO Y PRIMERAS REFERENCIAS En el opúsculo en el que dio cuenta de las excavaciones que realizó en la década de 1840, Rafael Mitjana y Ardison (1847) no hizo ninguna referencia expresa a la existencia de un pozo en el domen de Menga. El descubrimiento del mismo en 2005, sin embargo, permitió interpretar bajo una nueva luz un pasaje de dicho trabajo en el que el autor afirmaba que se había excavado “… en el centro de la cueva bajo de la gran piedra, sitio donde se creía encontrar restos de cadáveres, urnas, etc. profundizando de 20 a 26 pies…”3 (Mitjana y Ardison, 1847: 19). Aunque sin mencionar la existencia del pozo (esta palabra no es utilizada nunca por Mitjana), dado que un pie castellano equivale a 27,86 cm resulta evidente que el único lugar en el interior del dolmen donde Mitjana pudo realizar una excavación de entre 7 y 9 metros de profundidad es precisamente en el pozo, lo que indica que excavó una parte del mismo, aproximadamente hasta la misma profundidad que luego alcanzaría el equipo de Verónica Navarrete Pendón en las excavaciones realizadas en 2005 con motivo del acondicionamiento de la iluminación y los accesos del monumento. Que Rafael Mitjana debió excavar una parte del relleno del pozo parece venir de hecho confirmado por una referencia publicada pocos años después. Esta referencia corresponde a Louisa Tenison, viajera británica que recorrió el sur de España, acudiendo a Antequera específicamente atraída por el magno monumento megalítico, del que ya había tenido referencias previas. Como ha descrito Juan Sánchez-Cuenca López (2011: 26), Tenison visitó “The Cave of Mengal” el 3 de junio de 1852, dejando en su libro de viajes (Tenison, 1853) una vívida descripción del interior del monumento y constatando que, al fondo de la cámara, había un pozo abierto de “cinco pies de ancho y cuarenta y tres de profundidad” (1,5 m de ancho x 13 m de profundidad), advirtiendo del peligro de que, por falta de luz, “un visitante no precavido no pudiera evitar caerse dentro”4. De esta referencia de la viajera inglesa cabe resaltar que el dato que facilita respecto de la profundidad del pozo no coincide con el facilitado por Mitjana y Ardison en relación con la cota a la que él llegó. Es

posible que Mitjana fuera algo descuidado al dar la profundidad del pozo, pero parece excesivo que se equivocara en seis metros, lo que sugiere que, o bien en los cinco años que transcurrieron entre la publicación de la memoria de su excavación y la visita de Tenison alguien profundizó aún más en la excavación del relleno de la estructura, o bien Tenison, presumiblemente provista de escasa iluminación y sin medios muy precisos de medición, estimase la profundidad del pozo de visu, errando en su estimación. Con posterioridad a la publicación del libro de Tenison el pozo de Menga solo sería citado una vez más. Esta referencia apareció en 1874 en un artículo de Trinidad de Rojas publicado en el semanario literario El Genil con el título “La Cueva de Menga” en el que asignaba al megalito una antigüedad de 4000 años (Sánchez-Cuenca López, 2011: 30-31). En este trabajo, Trinidad de Rojas afirmaba que “... en algunas imaginaciones exaltadas [había brotado] la creencia de que, minando el terreno por donde pareciera más adecuado, debían forzosamente encontrarse extensos subterráneos, joyas, tesoros y sepulcros, ¡Esperanza fallida! Tan solo entre las primeras capas del profundo pozo que se abriera en el ultimo departamento del dolmen, se hallaron algunas monedas árabes y romanas, y toscas herramientas de picapedrero, talladas en piedra oscura, dura y consistente, y con las que es probable fuesen labradas las caras interiores de las piedras que forman el monumento”5. Las referencias de Louisa Tenison en 1853 y Trinidad de Rojas en 1874 contrastan con el silencio de muchos otros autores que en la época describieron Menga pero sin citar el pozo. De hecho, con posterioridad a la escueta referencia de Trinidad de Rojas en 1874 ya no se publicaría ninguna otra alusión al pozo de Menga hasta su redescubrimiento en 2005. Apenas 15 años después de la publicación de la obra de Tenison, Manuel de Góngora y Martínez omitía toda referencia a esta estructura en su obra Antigüedades Prehistóricas de Andalucía (1868). Tampoco dejó constancia del mismo Manuel Gómez-Moreno González (padre de Manuel Gómez-Moreno Martínez) en el croquis que de Menga realizó también en 1868 y en el que indicaba sus dimensiones internas y de los ortostatos (Moya Morales, 2004: 20). Ni tan siquiera

3 La cursiva es nuestra. 4 “…an unwary visitor could hardly escape being precipitated into it” (Tenison, 1853: 276) 5 La cursiva es nuestra.

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en obras de la relevancia de Les Ages Préhistoriques del’Espagne et du Portugal publicado en 1886 por Emile Cartailhac, quien había visitado el monumento, o en los varios trabajos que en las primeras décadas del siglo XX profundizaron en la descripción de los megalitos antequeranos (Gómez-Moreno Martínez, 1905; Velázquez Bosco, 1905; Mortillet, 1921; De Mergelina, 1922; Leisner y Leisner, 1943) se mencionó el pozo. Incluso durante las excavaciones realizadas por la Universidad de Málaga entre 1988 y 1991, en el transcurso de las cuales se abrieron 30 cortes en el dolmen de Menga, este importante elemento arquitectónico habría de pasar desapercibido.

3. MORFOLOGÍA, ESTRATIGRAFÍA Y HALLAZGOS DEL POZO

Sobre las causas del completo ‘olvido’ en el que cayó tan importante elemento, constitutivo de la arquitectura de este excepcional megalito, solo cabe hacer algunas especulaciones más o menos informadas. Una posibilidad teórica es que, aunque se lo conociera, simplemente no se diera importancia al pozo, omitiéndose toda descripción o valoración del mismo, aunque esto parece bastante improbable en el caso de algunos estudiosos que proporcionaron descripciones minuciosas de otros aspectos de la arquitectura megalítica antequerana. Por una parte, parece claro que la descripción realizada por Louisa Tenison en su libro de viajes, fuera del ‘circuito’ de la literatura arqueológica convencional, pasó completamente desapercibida para la totalidad de los arqueólogos que se ocuparon de este monumento a lo largo de los siglos XIX y XX, pues no fue citado por ninguno de ellos. Por otra parte, cabe suponer que tras la excavación de Rafael Mitjana y Ardison (y quizás por parte de otros actores algo después), los primeros seis metros del pozo debieron volver a rellenarse en algún momento durante las décadas de 1850 y 1860, en todo caso probablemente antes de que en 1868 Manuel Gómez-Moreno González elaborase su croquis de la planta del dolmen. A la vista de su omisión en dicho croquis, cabe razonablemente suponer que cuando Trinidad de Rojas citaba el pozo en 1874 estaba ya hablando de memoria (quizás lo vio en persona con anterioridad o recibió informaciones al respecto) y realmente en ese momento ya no había constancia visible de tal elemento. Parece bastante probable que el pozo ya estuviese re-colmatado y olvidado en 1886, cuando Emile Cartailhac publicó su obra Les Ages Préhistoriques del’Espagne et du Portugal, no haciendo ninguna referencia al mismo.

Con 19,4 m de profundidad, morfológicamente el pozo es de planta circular, aunque en la base las paredes se curvan ligeramente hacia dentro, describiendo por tanto su sección una forma de U (Lám. 5). De hecho, su diámetro que en la boca es de 1,60 m, en la base queda reducido a 1,10 m. Hasta los 13 m de profundidad la sección del pozo es prácticamente recta, por lo que geométricamente tiene forma de cilindro, pero a partir de ahí el diámetro se va estrechando y asume la geometría de un cono truncado (Fig. 1). En conjunto, el pozo tendría un volumen de 35,36 m3 (35.360 litros).

3.1. MORFOLOGÍA El pozo se sitúa a 0,8 m de la cara trasera (oeste) del tercer pilar de Menga, a 2,3 m del ortostato de cabecera y a 2 m de los ortostatos laterales derecho e izquierdo. De acuerdo con la descripción facilitada en el informe de la intervención, su re-descubrimiento fue posible al detectarse y excavarse una mancha de yeso de forma aproximadamente circular6 bajo la cual se encontró la boca del pozo.

Fig. 1. Forma geométrica aproximada del pozo a partir de 13 m de profundidad (cono truncado) y fórmula aplicada para el cálculo de su volumen. Diseño: Alicia Medialdea Utande.

6 NAVARRETE PENDÓN, V. (2005): Memoria de los Trabajos en el Control de Movimientos de Tierras para el Acondicionamiento de Iluminación y Accesos al Sepulcro Megalítico de Menga, Informe Inédito, página 22.

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Lámina 5: Montaje fotográfico con la sección del pozo y croquis de la disposición de los mechinales y del desarrollo de los niveles estratigráficos de la primera fase del relleno. Fotografía y dibujo: David García González.

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Lám. 6. Detalle de los mechinales. Fotografía: Juan Moreno.

El estudio geoarqueológico realizado por la Universidad de Granada mostró que la litología del sitio en el que se excavó el pozo la componen fundamentalmente gravas, arenas y lutitas, nada cementadas y muy deleznables, propias de unas facies deltaicas proximales características de formaciones terciarias7. Aunque el pozo se encuentra excavado en unos materiales terciarios poco recomendables para soportar un gran acuífero en la actualidad, probablemente por la sobre explotación de este recurso, sí ha albergado un acuífero libre desde su construcción hasta su colmatación y abandono. Sus niveles de carga, como en todos los pozos, dependen de condiciones medioambientales, fundamentalmente de las precipitaciones y aportes de surgencias de agua que vierten a la cuenca de Antequera. Las oscilaciones del régimen pluviométrico caracterizarían la capacidad de carga del pozo y durante los periodos de estrés hídrico condicionaría la viabilidad del uso de su agua. Desde un punto de vista formal, las paredes del pozo de Menga están cuidadosamente acabadas, con una

superficie regularizada en la que lo único que destaca son los 77 mechinales que debieron ser usados durante su excavación y quizás en ulteriores tareas de mantenimiento (Láms. 5 y 6). En la pared noreste hay 67 mechinales, dispuestos en su mayoría en dos hileras más o menos paralelas, desde el inicio del pozo hasta una cota de 17 m de profundidad (Lám. 6). En la pared suroeste hay tan solo 10 de estas oquedades, dispuestas en su mayoría en una sola hilera, comenzando a una profundidad de 10,40 m y finalizando a los 17 m. Los mechinales de la pared noreste tienen unos 20 cm de alto, por 10 cm de ancho y unos cinco cm de profundidad, separados entre sí por unos 40 cm de distancia. Los mechinales de la pared suroeste no presentan entre ellos una equidistancia análoga a la que presentan los de la pared noreste. Respecto a la técnica constructiva empleada para la apertura de este pozo, dada su geometría casi totalmente cilíndrica, es posible que se aplicase alguna variante de la técnica tradicional denominada “en

7 CARRIÓN MÉNDEZ, F., LOZANO RODRÍGUEZ, J. A., GARCÍA GONZÁLEZ, D., MUÑIZ LÓPEZ, T., FÉLIX, P., ESQUIVEL GUERRERO, J. A. y MELLADO GARCÍA, I. (2006): Estudio Geoarqueológico de los Sepulcros Megalíticos de Cueva de Menga y Viera y Romeral (Antequera, Málaga), Universidad de Granada, Granada. Informe Inédito.

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marraneta”, consistente en realizar un agujero lo más redondo posible, para acto seguido levantar un tabique alrededor de toda la superficie circular excavada8. Con este procedimiento se impide que el material poco consistente en el cual se está abriendo el pozo se caiga, tapando la perforación realizada. Una vez colocado el tabique, se sigue perforando de forma que éste vaya bajando conforme se profundiza, para lo que se recrece por la parte de arriba. Curiosamente, este procedimiento tradicional se ha aplicado incluso en pozos abiertos en terrenos con materiales consolidados, como es el caso de las areniscas, arenas, gravas y limos sobre los que está realizado el pozo de Menga. No obstante, no es en absoluto descartable que se utilizase para su factura un procedimiento más simple, semejante a los conocidos en los múltiples pozos prehistóricos, protohistóricos y antiguos que se conocen en la Península Ibérica. Durante las labores de excavación arqueológica se pudieron identificar en las paredes del pozo hasta su base numerosas marcas de trabajo dejadas por las herramientas usadas en el momento de su excavación (Lám. 7). Sin embargo, ninguna de estas evidencias es lo suficientemente diagnóstica como para especificar una cronología precisa. Como se decía al principio de este trabajo, no es nuestra intención abordar aquí la problemática de la excavación o talla original del pozo, quedando el presente estudio circunscrito a la cronología de los depósitos sedimentarios que se excavaron en su interior entre 2005 y 2006. En resumen, en relación con su estratigrafía y hallazgos, pueden distinguirse, en principio, al menos dos grandes fases. La más reciente de ellas corresponde aproximadamente a los primeros seis metros, que fueron los excavados por el equipo dirigido por Verónica Navarrete Pendón. La más antigua, que se desarrolla entre -6 y -19,4 m, corresponde básicamente al relleno excavado por el equipo de la Universidad de Granada. A continuación se ofrece una descripción general de los sedimentos y la cultura material encontrados aunque, como se mencionó anteriormente, este último aspecto será objeto de un estudio más pormenorizado. La Lámina 8 muestra un resumen gráfico de los hallazgos realizados en las dos intervenciones.

Lám. 7. Marcas de cantería en las paredes de la base del pozo. Fotografía: David García González.

3.2. ESTRATIGRAFÍA Y HALLAZGOS: SEGUNDA FASE DEL RELLENO La fase más reciente de la formación de relleno del pozo parece corresponder aproximadamente a la profundidad que pudo alcanzar Rafael Mitjana en sus excavaciones, realizadas en una fecha imprecisa entre 1842, cuando visitó por primera vez el monumento, y 1847, año de la publicación de su Memoria (Mitjana y Ardison, 1847: 19). Así, las unidades sedimentarias excavadas por el equipo de V. Navarrete Pendón, que formaban un único nivel estratigráfico, debieron formarse con posterioridad a la finalización de la excavación de Mitjana y deben tener por tanto una antigüedad que como máximo se remontaría a 1847. En lo que a cultura material se refiere, para el conjunto de esta fase se documentó lo siguiente: un percutor de ofita, 37 fragmentos cerámicos de distintos recipientes a los que la excavadora atribuyó una cronología de Edad Moderna o Contemporánea (siglos XVII-XX DNE), todos ellos fragmentos de vajilla de cocina común realizada a torno así como tres fragmentos de ladrillos de la misma época. Además, se identificaron restos faunísticos de una vaca y un perro.

8 En época moderna este tabique se realizaba con ladrillos.

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Lámina 8: Hallazgos de cultura material en el pozo de Menga por niveles estratigráficos. Diseño: Coronada Mora Molina

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LEONARDO GARCÍA SANJUÁN ET AL.

Lámina 9: Proceso de excavación del esqueleto de bóvido hallado a -5,9 m. Fotografía: Juan Moreno.

A una profundidad de -1,50 m se documentaron varios fragmentos cerámicos de época moderna o contemporánea: dos fragmentos de ladrillos, cinco fragmentos de cerámica a torno y vidriada9 de distintos recipientes (cuatro amorfos y un borde), otros dos fragmentos de cerámica (amorfo y borde de un mismo recipiente) a torno, vidriada de color blanco y decorada con dos líneas rojas en el borde que podrían corresponder a un plato, dos fragmentos amorfos de un mismo recipiente de cerámica a torno y esmaltado de color azul añil, dos bases de cerámica a torno, un borde de cerámica a torno y vidriada y un asa de cerámica a torno y vidriada. A -3,00 m de profundidad se volvieron a documentar tres fragmentos cerámicos, todos ellos de cerámica a torno, siendo dos de ellos fragmentos amorfos de vajilla de cocina vidriados en verde, mientras que el otro corresponde a la base y parte del cuerpo de un

recipiente de almacenaje como una orza. A -3,45 m de profundidad se halló un percutor de ofita10, que podría ser coetáneo a la construcción del dolmen (ver una discusión general sobre las herramientas de percusión de Menga en Lozano Rodríguez et al., 2016). A -4,00 m se halló un fragmento de ladrillo, un fragmento amorfo de cerámica a torno y vidriada, dos fragmentos amorfos de un mismo recipiente de cerámica a torno y vidriada, dos fragmentos de borde de un único contenedor cerámico, a torno y vidriado, uno de ellos con parte del asa, que podría corresponder a un una jarra, orza u olla, y 15 fragmentos de un mismo recipiente tipo fuente, realizado a torno y vidriado11. A -4,50 m se halló un pequeño fragmento de la base de un recipiente cerámico a torno y vidriado. A una profundidad de -5,9 m se encontraron los restos de una vaca (Lám. 9) y dos fragmentos óseos de un animal de mediano tamaño identificado poste-

9 Nº 4 en el inventario de Navarrete Pendón y A/DJ 14540.0087 y A/DJ 14540.0158 en el del Museo de Málaga. 10 Nº 10 en el inventario de Navarrete Pendón y A/DJ 14540.0068 en el del Museo de Málaga 11 Nº 1 en el inventario de Navarrete Pendón y A/DJ 14540.0078 en el del Museo de Málaga.

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riormente como un Canis Familiaris12. Como se verá a continuación, las dos dataciones radiocarbónicas obtenidas a partir de muestras de estos restos óseos (Riquelme Cantal, 2012: 232) dieron unos resultados que resultan totalmente consistentes con los obtenidos de muestras obtenidas en el relleno subyacente, lo cual sugiere de hecho que estos animales no llegaron a ser excavados por Mitjana y Ardison, y que por tanto el equipo de Navarrete Pendón profundizó en el relleno unos 30-40 cm más de lo que debió profundizar Mitjana en su día.

3.3. ESTRATIGRAFÍA Y HALLAZGOS: PRIMERA FASE DEL RELLENO La primera fase del relleno del pozo se desarrolla aproximadamente a partir de -6 m y hasta su base, y coincide grosso modo con la que excavó el equipo de la Universidad de Granada, que reanudó la excavación a una cota de -6,35 m de profundidad. A partir de esa profundidad el relleno consistía fundamentalmente en una alternancia de rellenos terrígenos y bloques de piedra, algunos de ellos de grandes dimensiones. La mayoría de estos bloques de piedra destacaban por el hecho de que tanto por su litología (arenisca) como por su forma eran muy similares a los encontrados formando parte del túmulo de Menga. Esto podría derivarse del hecho de que el relleno del pozo se llevara a cabo usando los materiales de la propia estructura tumular del megalito. Los niveles estratigráficos identificados fueron 10: nivel I (6,35-9,60 m), nivel II (9,60-10,50 m), nivel III (10,50-11,50 m), nivel IV (11,50 a 12,00 m), nivel V (12,00-14,00 m), nivel VI (14,00-16,40 m), nivel VII (16,40-17,55 m), niveles VIII y IX (17,55-19,00 m) y nivel X (19,00-19,40 m) (Lám. 8). En conjunto, en los primeros tres metros excavados en esta intervención (Nivel I, -6,35 a -9,60 m) las características de los depósitos sedimentarios eran muy homogéneas, salvo en ocasiones donde la presencia de bloques de piedra era mayor en detrimento del relleno terrígeno (Lám. 10). En cuanto a la cultura material asociada, era escasa, consistiendo fundamentalmente en fragmentos de una aceitera o alcuza

Lámina 10: Bloques de piedra del Nivel I. Fotografía: David García González.

en cerámica vidriada verde (Lám. 11A) y trozos de metal que remiten a una cronología de Edad Moderna. A una profundidad de -8,50 m se localizaron los restos de un perro en conexión anatómica cerca de uno de los bordes de la pared. Tras su limpieza y documentación se prosiguió con la excavación sin que se apreciasen cambios notables en el relleno. A partir de la cota de -9,60 m y hasta -12 m se definen los niveles II, III y IV. En la interfacies entre el nivel I y II se documentaron los restos óseos de tres animales en conexión anatómica, dos perros (uno de ellos de grandes dimensiones) y un équido descritos en más detalle por José Antonio Riquelme Cantal (2016) (Lám. 12). Se localizan a su vez dos herraduras cerca de las extremidades traseras del équido13. La secuencia de deposición de los restos es la siguiente: en primer lugar fue arrojado el équido y seguidamente los perros, como así lo indican la superposición de los huesos. La diferencia de tiempo entre una acción y otra pudo ser corta ya que los restos de los perros y el équido se situaban a una cota muy similar. Los

12 NAVARRETE PENDÓN, V. (2005): Memoria de los Trabajos en el Control de Movimientos de Tierras para el Acondicionamiento de Iluminación y Accesos al Sepulcro Megalítico de Menga, Informe Inédito, página 22. 13 Tradicionalmente ha sido práctica frecuente herrar estos animales solamente en dos patas.

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A

B

C

D

Lámina 11: Selección de materiales cerámicos recuperados en el pozo (primera fase): A) Fragmentos de aceitera o alcuza de cerámica vidriada verde del Nivel I; B) Cazuela de cerámica vidriada melada del Nivel III; C) Pequeña olla de cocina con huellas de exposición al fuego del Nivel VIII; D) Orza del Nivel X.

huesos mostraban una perfecta conexión anatómica, lo que indica que el proceso de descomposición de los cadáveres ocurrió en el interior del pozo. Tras la retirada de los restos óseos, se pudo observar un cambio en la estratigrafía con un relleno terrígeno más compactado y con un mayor contenido en arenas que se desarrollaba entre unos 9,60 y 10,5 m de profundidad (Nivel II). El número de bloques de piedra se redujo, alternándose capas de una coloración de tierra verdosa y otras de color marrón claro. Entre los artefactos de este nivel se cuentan algunos restos cerámicos, material de construcción (mortero y ladrillos) y restos de metal (clavos y varios botones) (Lám. 8). El Nivel III (de -10,5 a -11,50 m) estaba formado por bloques de piedra soportados por una matriz

212

arenosa. En el interfaz entre los niveles II y III aparecen algunos fragmentos de tegulae, que podrían relacionarse con la constatada presencia de tumbas romanas en los túmulos, atrios e inmediaciones de los dólmenes de Menga y Viera (Aranda Jiménez et al., 2015). En el nivel IV se encontraron fragmentos de cerámica vidriada incluyendo una cazuela de cerámica vidriada melada casi completa (Lám. 8 y Lám. 11B). Los niveles V y VI, que se desarrollaban entre -12 m y -16,40 m, depararon fragmentos de piezas cerámicas de cronología fundamentalmente moderna, algunas tegulae, sílex y restos de tejido carbonizado. En el relleno terrígeno del nivel VII (entre -16,4 y 17,55 m), donde la humedad se hizo cada vez más evidente, se registró numeroso material cerámico de construcción y tres mazas de

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EL RELLENO DEL POZO DE MENGA: ESTRATIGRAFÍA Y RADIOCARBONO

Lámina 12: Esqueletos de équido y perros hallados entre los niveles I y II. Fotografía: David García González.

piedra. Tras la retirada de un bloque de grandes dimensiones y los restos de un perro se localizaron numerosas maderas y clavos, posibles restos de mobiliario. Destaca también la existencia de fragmentos de mortero, pudiéndose tratarse del mismo empleado en el brocal del pozo. A una cota de -17,55 m se localizó el nivel freático, dentro de los límites de los niveles VIII y IX14, que se desarrollaban entre -17,55 y -19 m (Lám. 13). El primero de estos niveles, con abundantes bloques de piedra (Nivel VIII) dio paso a un sedimento cada vez más fino, aunque se intercalaban en él algunos bloques de piedra. En este nivel el volumen de artefactos documentados es inferior, reduciéndose a solo unos pocos fragmentos de material de construcción y tegulae, aunque también se recuperó una pequeña olla de cerámica vidriada melada casi completa (Lám. 11C).

Lámina 13: Inicio del nivel freático a -17,55 m (Nivel VIII). Fotografía: David García González.

14 Debido a la dificultad que entrañaba la excavación con la presencia constante de agua del nivel freático resultó muy complicado definir los límites entre el nivel VIII y IX.

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ples excavaciones practicadas en Menga demuestran que este monumento presenta sedimentos que incluyen materiales de muchas épocas distintas, lo cual es reflejo de su compleja biografía (García Sanjuán y Lozano Rodríguez, 2016). El uso de materiales obtenidos del entorno más inmediato para rellenar el pozo tendría sentido desde el punto de vista de una elemental economía del esfuerzo. Por su morfología, la mayoría de los recipientes cerámicos documentados en el pozo se adscriben a época moderna y contemporánea (siglos XVIXVIII DNE). Aun así, es difícil concretar su cronología debido a que pertenecen a formas de cerámica común y de cocina que mantienen una larga pervivencia en cuanto a su tipología y decoración. El estudio actualmente en curso permitirá precisar algo más este aspecto.

Lámina 14: Base del pozo. Fotografía: David García González.

El nivel X se desarrollaba en los últimos 40 cm del relleno, localizándose la base del pozo a -19,40 m. Tras una breve inclinación, las paredes daban paso al suelo, del mismo material litológico que estas, es decir una alternancia de niveles de areniscas y gravas (Lám. 14). En este nivel solamente se recogieron los restos de una orza (Láms. 8 y 11D).

3.4. ESTRATIGRAFÍA Y HALLAZGOS: VALORACIÓN PRELIMINAR Como se señaló anteriormente, el estudio completo de los artefactos recuperados del interior del pozo de Menga está actualmente en proceso, por lo que aquí tan solo se hará una valoración preliminar de los mismos. En conjunto, la cultura material identificada incluye fragmentos de vasijas cerámicas (que al menos en tres casos pudieron ser restituidas casi por completo), restos de metal de hierro (clavos, botones y herraduras), fragmentos de tegulae, así como mazas o martillos de piedra. Sin detrimento de lo que establezca el estudio pormenorizado de esta colección, es evidente que está integrada por una mixtura bastante heterogénea de materiales prehistóricos, antiguos, medievales y modernos, los cuales entraron en el pozo, con toda probabilidad, procedentes del entorno inmediato de Menga. Las múlti-

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Los fragmentos de tegulae, en cambio, podrían corresponder a algunas de las tumbas presentes en el entorno de Menga y Viera y que han sido datadas por fechas radiocarbónicas obtenidas sobre hueso humano entre mediados del siglo II y mediados del siglo IV DNE (Aranda Jiménez et al., 2015: 274). En la excavación dirigida por V. Navarrete Pendón en 2005 también se encontraron en el atrio y exterior de Menga 50 fragmentos de gran tamaño de tegulae (con un peso total aproximado de 72 kg) que permanecen por ahora inéditos. Otro grupo de materiales hallados en el pozo de Menga son los fragmentos de metal, entre los que se cuentan apliques pertenecientes a algún recipiente, clavos y botones (algunos de ellos decorados con un escudo), así como dos herraduras asociadas al équido. El cuarto gran grupo de artefactos identificados en el pozo de Menga son las herramientas de percusión de piedra. Estas herramientas podrían ser prehistóricas, aunque no existe prueba fehaciente de ello, pues no se conoce bien la tecnología de herramientas de piedra usadas en tareas de cantería en la Antigüedad o el Medievo y es muy difícil establecer su cronología en base únicamente a la morfología. Sin embargo, como se señala en una colaboración incluida en este mismo volumen (Lozano Rodríguez et al., 2016), se da la circunstancia de que el número de herramientas de percusión encontrada en este gran megalito es bastante alto (37 según el recuento provisional que manejamos actualmente) lo que en principio encaja

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EL RELLENO DEL POZO DE MENGA: ESTRATIGRAFÍA Y RADIOCARBONO

con el hecho de que su construcción debió exigir un importante trabajo de cantería. En general, estos útiles de percusión parecen haber sido manufacturados fundamentalmente en ofita, aunque se documentan también una peridotita y una dolomía, materiales todos disponibles localmente y frecuentes en el utillaje macro-lítico de las sociedades del Neolítico Final en la región de Antequera. Las herramientas de percusión encontradas en el pozo corresponden a tres grupos: martillos de extremo redondeado, martillos de extremo apuntado y grandes mazas. Los martillos de extremo redondeado presentan en sus extremos dístales numerosas huellas de uso producidas por el contacto y el golpeo contra otras superficies líticas. Los martillos con extremo apuntado presentan las mismas características tecnológicas que el grupo anterior, a excepción de su forma apuntada. Al igual que los anteriores, estos martillos se han empleado para trabajar areniscas y brechas. Su extremo permite crear caras rectilíneas en los bloques de estos materiales. Presentan también escotaduras en los flancos asociadas al sistema de enmangue. Por último, las grandes mazas, realizadas sobre ofitas y dolomía, presentan, además de un tamaño mayor en relación a los anteriores, grandes escotaduras y ranuras muy marcadas, que no solo afectan a los flancos laterales sino a las superficies de ambas caras. Su gran peso y tamaño las convierte en herramientas dedicadas a la extracción del material que posteriormente será trabajado hasta conseguir la forma deseada. Como se señalaba anteriormente, ya Trinidad de Rojas señaló en su breve artículo de 1874 que en los primeros metros del relleno del pozo se encontraron“… toscas herramientas de picapedrero, talladas en piedra oscura, dura y consistente…”, que él interpretó en relación con la construcción del propio dolmen. El posterior hallazgo de al menos un hacha y un percutor colocados en los rellenos del túmulo, justo en los intersticios de los ortostatos, sugiere la posibilidad de que en el dolmen se llevaran a cabo prácticas de deposición deliberada de herramientas de percusión, prácticas que tendrían sentido en el contexto del amplio trabajo de cantería que debió exigir la construcción del monumento (Lozano Rodríguez et al., 2016). Ello explicaría el número relativamente alto de este tipo de piezas halladas en el dolmen de Menga.

En conjunto, como valoración preliminar de la estratigrafía y hallazgos cabe decir que el pozo de Menga presentaba 11 niveles estratigráficos. El primero de ellos, desde el inicio hasta aproximadamente 6 m de profundidad, fue excavado por Rafael Mitjana en la década de 1840, siendo luego re-colmatado entre aproximadamente 1852 y 1868. Este relleno sería por tanto posterior a los 10 niveles subyacentes, que se desarrollan entre -6 y -19,4 m, y que no fueron excavados por Mitjana, aunque todas las referencias disponibles sugieren una cronología bastante similar y moderna para la formación de todos ellos, algo que, como se verá a continuación, corrobora el radiocarbono.

4. CRONOLOGÍA RADIOCARBÓNICA Con independencia de las precisiones que puedan obtenerse del estudio en curso de los materiales encontrados en los sedimentos del pozo (especialmente la cerámica), se ha considerado que el punto de partida más sólido para el establecimiento de la cronología de formación de dicho relleno es la datación radiocarbónica de los numerosos restos óseos de animales que contenía. Estos restos ya han sido objeto de una caracterización arqueozoológica general (Riquelme Cantal, 2012; 2016), incluyendo dos dataciones ya publicadas (Riquelme Cantal, 2012: 232). Su caracterización ha permitido documentar diferentes especies (vaca, caballo, asno, perro, gato y liebre) cuyos restos óseos aparecen total o parcialmente articulados. Las dataciones radiocarbónicas se han obtenido a partir de muestras de vida corta (huesos de animales) seleccionadas con dos criterios principales. En primer lugar, se ha atendido al número mínimo de individuos identificados, de cara a asegurar que un mismo individuo no se data dos veces, lo que por otra parte es una precondición fundamental para utilizar el modelado bayesiano en la interpretación de la serie radiocarbónica15. En segundo lugar, se han seleccionado muestras de individuos articulados anatómicamente, lo cual permite minimizar el grado de incertidumbre respecto de si realmente las dataciones permiten fechar el contexto en el que se documentan dado que habitualmente se desconoce la distancia temporal entre la muerte del organismo

15 El algoritmo usado en este tipo de análisis asume que cada datación es estadísticamente independiente de las otras (Bronk Ramsey, 2001)

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215

LEONARDO GARCÍA SANJUÁN ET AL.

Datación calibrada Cal AD*

Datación calibrada Cal AD**

Referencia

211 ± 28

1650-...

1640-...

Este artículo

179 ± 28

1660-...

1650-...

Este artículo

1,65

172 ± 28

1660-1950

1660-...

Este artículo

3,1

1,27

172 ± 28

1660-1950

1660-...

Este artículo

15,7

3,2

4,42

164 ± 28

1660-1950

1660-...

Este artículo

14,6

3,1

3,66

163 ± 28

1660-1950

1660-...

Este artículo

31,6

11,7

3,2

1,83

158 ± 28

1660-1950

1660-...

Este artículo

43,7

16,1

3,2

3,49

153 ± 28

1660-1950

1660-...

Este artículo

-

-

-

-

-

150 ± 30

1670-1950

1660-...

Riquelme Cantal, 2012

Radio del cánido

-18,28

35,7

13,2

3,2

2,46

147 ± 28

1670-1950

1660-1950

Este artículo

Ulna del cánido

-19,95

34,8

12,9

3,1

1,48

137 ± 28

1680-1940

1670-1950

Este artículo

CNA-3369

Fémur del cánido

-19,30

35

12,9

3,2

2,08

134 ± 28

1680-1940

1670-1950

Este artículo

Beta-322311

Radio de bóvido

-

-

-

-

-

120 ± 30

1680-1930

1670-1940

Riquelme Cantal, 2012

CNA-3364

Fragmento indeterminado del équido

-20,03

41,8

16,8

2,9

3,69

118 ± 28

1680-1930

1680-1940

Este artículo

Beta-322311

Radio de bóvido

-

-

-

-

-

120 ± 30

1680-1930

1670-1940

Riquelme Cantal, 2012

CNA-3364

Fragmento indeterminado del équido

-20,03

41,8

16,8

2,9

3,69

118 ± 28

1680-1930

1680-1940

Este artículo

Tipo de material

δ13C (AMS) ‰

CNA-3366

Ulna del felino

CNA-3363

Mandíbula del équido

CNA-3365 CNA-3370 CNA-3362 CNA-3367 CNA-3368 CNA-3360 Beta-322312

Código del laboratorio

Rendim. de extracción Fecha BP %

%C

%N

C:N

-19,82

43

16,4

3,1

8,25

-18,70

34,2

13,3

3

5,02

Fémur del cánido

-18,25

35,1

13

3,2

Fragmento indeterminado de liebre

-20,12

32,3

12,3

Tarso del asno

-21,41

42,6

Húmero del cánido

-18,80

38,5

Tibia del cánido

-18,59

Fémur del felino

-24,66

Metacarpo de cánido

CNA-3371 CNA-3361

* 68% de probabilidad ** 95% de probabilidad Tabla 1: Dataciones radiocarbónicas del relleno del pozo de Menga.

que se fecha y el acto de deposición. Efectivamente, la presencia de varios esqueletos de animales en conexión anatómica ha ofrecido una excelente oportunidad para evitar esta incertidumbre. La selección exclusivamente de muestras procedentes de deposiciones primarias permite asegurar que entre el acto de deposición y la muerte del individuo no existen diferencias temporales por lo que las dataciones obtenidas fechan con seguridad el momento en que el interior del pozo fue colmatado. A partir de estos criterios se han fechado 12 muestras que se añaden a las dos ya publicadas (Riquelme Cantal, 2012: 232) para producir un total de 14 dataciones (Tab. 1, Fig. 2 y 3)16. Todas las dataciones han sido medidas por Espectrometría de Masas con Aceleradores, 12 de ellas en el Centro Nacional de Ace-

leradores (CNA) de Sevilla y dos en el laboratorio de Beta Analytic Ltd. (Miami, EEUU)17. Una primera valoración de la serie radiométrica obtenida evidencia la enorme coincidencia temporal entre todas las dataciones obtenidas, cuyos intervalos de probabilidad son muy parecidos entre sí (Fig. 3). El intervalo cronológico para esta serie se sitúa entre 1650 y al menos 1950 cal DNE que es el límite superior hasta donde alcanza la curva de calibración. Debe tenerse en cuenta que en nueve de las dataciones obtenidas el programa de calibración (OxCal, versión 4.2) advierte de que sus intervalos de probabilidad pueden prolongarse más allá de 1950. Un segundo elemento significativo de esta serie radiocarbónica son los amplios intervalos temporales de sus dataciones a pesar de que las desviaciones

16 Todas las dataciones han sido calibradas con la curva IntCal13 (Reimer et al., 2013), usando OxCal (versión 4.2) (Bronk Ramsey, 1995; 1998; 2001; 2009) y el método probabilístico (Stuiver y Reimer, 1993). Siguiendo las recomendaciones de Stuiver y Polach (1977) y de Millard (2014), se han redondeado los resultados a 10 años cuando la desviación típica era igual o superior a 25 años y a 5 años si era inferior. 17 Santos Arévalo et al. (2009) describen los procedimientos de pre-tratamiento y medición empleados por el CNA, mientras los utilizados por el laboratorio de Beta pueden consultarse en http://www.radiocarbon.com/

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Fig. 2. Distribución acumulada de las dataciones radiocarbónicas del pozo de Menga. Diseño: Manuel Eleazar Costa Caramé.

Fig. 3. Distribuciones individuales de las 14 fechas radiocarbónicas utilizadas para la datación del relleno del pozo de Menga.

estándar son reducidas (≤ 30 años). Este hecho se debe a la forma extremadamente sinuosa que adopta la curva de calibración para el tramo cronológico analizado. En concreto, las dataciones coinciden con varios cambios abruptos en la curva, en torno a 100 y 200 años en fechas radiocarbónicas (Fig. 4). Para intentar ajustar los amplios intervalos de probabilidad, la estadística bayesiana es una excelente herramienta que permite reducir los intervalos de probabilidad combinando la cronología absoluta con otras formas de información cronológica. Además, esta técnica permite crear estimaciones probabilís-

ticas para el comienzo y final de las diferentes fases o eventos en los que las dataciones son agrupadas, así como medir en número de años la duración de cada fase (Bronk Ramsey, 1995; Bayliss et al., 2007). La secuenciación estratigráfica en la que se integran las dataciones es el criterio utilizado habitualmente para reducir los intervalos de probabilidad. De esta forma, las relaciones de anterioridad y posterioridad son las variables independientes que permiten acortar los intervalos temporales proporcionados por las dataciones. Desafortunadamente, la ausencia en las bolsas que contenían el material faunístico de información relativa a los niveles estratigráficos en los

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Fig. 4. Distribuciones individuales de las 14 fechas radiocarbónicas obtenidas contra la curva de calibración.

que fueron hallados ha impedido correlacionar de forma precisa el primero (y las dataciones obtenidas a partir de esas muestras) con los diferentes niveles estratigráficos en los que fueron registrados. Alternativamente, se ha utilizado otro criterio cronológico menos habitual para intentar ajustar los intervalos de probabilidad. Se trata de fechas calendáricas que marcan eventos o balizas cronológicas en las que es posible razonablemente presuponer que el pozo se encontraba ya colmatado. El programa OxCal permite

combinar fechas radiocarbónicas con calendáricas que actúan como terminus ante quem para la serie radiocarbónica analizada. De esta forma, se ha considerado el año 1923, cuando Menga fue declarado Monumento Nacional, como la fecha a partir de la cual es en principio razonable presuponer que el pozo no fue objeto de acciones antrópicas de naturaleza incontrolada. Por tanto, se ha estimado que todas las dataciones deben ser necesariamente anteriores al año 1923. A partir de este criterio, el modelo bayesiano resultante presenta un alto índice de correlación del (Amodel88%)18, lo que

18 El modelado bayesiano también incorpora un estadístico denominado índice de correlación (index of agreement) que mide la consistencia entre las dataciones radiocarbónicas y la información cronológica introducida en el modelo. Si este índice se sitúa por debajo del 60% el modelo posee una baja coherencia interna y debe ser revisado (Bronk Ramsey, 1995: 427-428).

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Fig. 5. Modelo bayesiano de la cronología del relleno del pozo de Menga.

supone que la información cronológica es consistente de las dataciones radiocarbónicas (Fig. 5). De esta forma, el inicio de la colmatación del pozo se iniciaría hacia el 1700-1770 cal AD al 79,5% de probabilidad situándose su final entre 1730-1830 cal AD al 87,5% de probabilidad (Tab. 2). El alto grado de solapamiento entre ambas estimaciones sugiere una breve duración para este evento (es decir, la colmatación del pozo), de entre 0-35 años (al 68% de probabilidad_Difference Boundary End&Start). El test de contemporaneidad apoyaría igualmente la proximidad temporal de la serie radiométrica (T’ = 9.9; T’ (5%) = 22.4) (Ward y Wilson, 1978). Se ha realizado un segundo modelado bayesiano considerando en este caso el año 1874 como terminus ante quem, ya que, tal y como se ha indicado

anteriormente, la última referencia publicada al pozo la hizo Trinidad de Rojas ese año. Con posterioridad no existe ninguna noticia relativa al pozo con lo que es posible asumir que al menos desde 1874 el pozo permaneció colmatado hasta su re-descubrimiento en 2005. Los resultados de este modelo son prácticamente idénticos a los del primero. Por tanto, la serie de dataciones radiocarbónica junto a su modelado bayesiano permite realizar las siguientes valoraciones sobre la temporalidad de los depósitos que colmatan pozo: i) todas las dataciones poseen intervalos de probabilidad muy parecidos entre sí; ii) el proceso de colmatación sedimentaria se produjo muy probablemente durante el siglo XVIII DNE y iii) su duración temporal parece que fue relativamente breve, posiblemente no superior a 35 años (1σ).

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Parámetros

68% de probabilidad Cal AD

95% de probabilidad Cal AD

Comienzo colmatación (Boundary Start)

1720-1760

1700-1770 (79,5%) 1655-1690 (11,2%) 1790-1810 (4,7%)

Final colmatación (Boundary End)

1735-1785

1730-1830 (87,5%) 1675-1700 (7,9%)

Duración colmatación (Difference Boundary Start & End)

0-35 años

0-125 años

Tab. 2. Parámetros de comienzo y final de relleno del pozo de Menga de acuerdo con el modelo bayesiano.

5. CONCLUSIONES El estudio arqueológico pormenorizado del pozo de Menga es una prioridad científica de primer orden dado que constituye un elemento excepcional en la arquitectura megalítica europea. Mediante la combinación de datos obtenidos a partir de la revisión de excavaciones antiguas, referencias bibliográficas, estudios arqueológicos de fauna y artefactos, y dataciones radiocarbónicas, el estudio realizado en las páginas precedentes ha permitido una primera aproximación a un importante problema concerniente a la biografía del dolmen de Menga: el de la cronología del relleno del pozo. En primer lugar, los datos obtenidos mediante la datación radiocarbónica permiten establecer con un grado muy alto de probabilidad que de -6 m hacia abajo (primera fase), el relleno excavado en 20052006 se formó en el siglo XVIII DNE. Igualmente, las referencias bibliográficas analizadas, y la lógica de las evidencias sedimentarias sugieren que de 0 a -6 m el relleno excavado en 2005 (segunda fase) se había formado con posterioridad a las excavaciones de Rafael Mitjana que supusieron el vaciado del pozo hasta esa profundidad. En otras palabras, hasta la cota de -6 m, el relleno excavado en 2005 se habría formado con posterioridad a 1852, y probablemente entre ese año y 1868 DNE. Las distintas referencias disponibles, en cualquier caso, sugieren que, antes de su excavación por Mitjana, la naturaleza de esa parte del relleno habría sido muy semejante a la registrada por debajo de -6 m. En segundo lugar, el modelado bayesiano sugiere que el proceso de formación del relleno por debajo de -6 m debió ser relativamente rápido, ocurriendo con un 68% de probabilidad en un periodo máximo de 35 años. No existen datos conclusivos sobre si ese proceso de colmatación fue espontáneo o antrópico, pero hay indicios claros de que el relleno debió formarse con ayuda humana. A ello apunta

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la presencia de esqueletos de animales muy diferentes (équidos, bóvidos, gatos, perros), que probablemente fueron arrojados, vivos o ya muertos, dentro del pozo de forma deliberada. Es altamente improbable que todos esos animales cayesen de forma accidental en el pozo en un plazo tan corto de tiempo. A la misma conclusión apunta el hecho de que el sedimento incluya la misma mixtura de materiales de cronología heterogénea (prehistóricos, antiguos, modernos…) encontrada en los sedimentos del atrio y entorno del dolmen de Menga: parece que el relleno del pozo se conformó, en parte o en su totalidad, mediante el transporte deliberado de materiales terrígenos, bloques de piedra y restos de cultural material presentes en el entorno inmediato. Si la colmatación del pozo fue, como parece, corta y deliberada, ello plantea interesantes cuestiones acerca de las pautas de uso de Menga a finales del siglo XVII y principios del XVIII DNE. Teniendo en cuenta que un m3 de arena seca pesa 1450 kg, el rellenado completo de los 35,36 m3 de capacidad aproximada del pozo habría exigido el transporte y volcado de más de 51 toneladas de este material, equivalente aproximadamente a la carga de seis camiones volqueta normales. Estos datos conducen a la pregunta de por qué se llevó a cabo el considerable trabajo de cegado del pozo. En la hipótesis de que el mismo se hubiese producido de madera gradual a lo largo de varias décadas, quizás como resultado del interés por utilizar Menga para la estabulación de animales o como vivienda, los materiales y los animales utilizados en su rellenado habrían entrado gradualmente, siendo arrojados de una manera más o menos oportunista, como ocurre frecuentemente en la actualidad con los pozos abandonados. En cambio, en la hipótesis de que el cegado del pozo fuera una acción planeada y ejecutada en un periodo corto, el transporte y volcado de todo ese material debió suponer un importante trabajo que tuvo que exigir una cierta organización técnica y humana.

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Con los datos disponibles en la actualidad es difícil decantarse por una u otra hipótesis. La primera de ellas casa con el hecho de que en el dolmen de Menga se han constatado indicios de estabulación de ganado (probablemente ovejas o cabras) de cronología indeterminada, y que parece que a principios del siglo XX fue utilizado como vivienda19. En relación con la segunda hipótesis, en el manuscrito titulado “Discursos Históricos de Antequera” de Agustín de Tejada Páez, racionero de la Santa Iglesia Catedral de Granada, escrito en 1587, se trasladaba la idea de que Menga era un “...templo nocturno donde venían a sacrificar de noche los gentiles” (Sánchez-Cuenca López, 2011: 15). En 1640 y 1645 Francisco de Tejada y Nava (sobrino del anterior) y Francisco de Cabrera escribieron, respectivamente, sendos manuscritos en los que se hicieron eco de la misma idea (Sánchez-Cuenca López, 2011: 15). Estas referencias sugieren que a mediados del siglo XVII podía existir la idea de que Menga había sido un lugar asociado a ‘idólatras’ o ‘paganos’, lo que quizás provocase un cierto rechazo religioso o moral. Son conocidos los casos en la Península Ibérica en los que a la altura de los siglos XVII y XVIII ciertos megalitos atraían una atención popular (en forma de romerías, celebraciones, etc.) que no siempre era del agrado de la Iglesia Católica (García Sanjuán et al., 2007: 127), así como la frecuencia con que en esos mismos siglos algunos monumentos megalíticos europeos fueron físicamente destruidos o manipulados por orden de las autoridades eclesiásticas cristianas, quienes veían con malos ojos la atracción que tales lugares ejercían sobre las poblaciones locales. Entre ellos, es famoso el caso de los ‘autos de fe’ a que fueron sometidas algunos de los menhires de Avebury (Reino Unido) (Pollard y Reynolds, 2002). Así, la importante obra de cegado y anulación del pozo de Menga en el siglo XVIII tendría un sentido diferente si las referencias de Francisco de Tejada y Nava y Francisco de Cabrera a mediados del XVII hubiesen representado una percepción extendida sobre Menga como lugar ‘inadecuado’ desde un punto de vista religioso. En este contexto, el vertido de animales (posiblemente ya muertos) en el pozo

quizás podría explicarse como un intento de contaminar el agua deliberadamente que disuadiese de su frecuentación y uso. Debe tenerse en cuenta que la región de Tierras de Antequera se caracteriza por un importante fenómeno de salobridad en las aguas, reflejado en la toponimia (Fig. 6), lo que hace al pozo de Menga, que da acceso a agua potable de buena calidad, especialmente valioso también a efectos prácticos y económicos, por lo que no cabe descartar que hasta el momento de su colmatación en el siglo XVIII, hubiera sido usado y visitado de forma habitual. En tercer lugar, cabe insistir en la idea, ya esbozada al principio de este trabajo, de que la aportación aquí realizada concierne exclusivamente a la edad de formación del relleno del pozo de Menga. Dado que en esencia se desconoce el intervalo temporal que medió entre la construcción del pozo y la formación de los depósitos sedimentarios que posteriormente lo colmataron, no puede en ningún caso asumirse que la edad del relleno sea la misma que la de factura del pozo. Antes al contrario, una primera conclusión de este trabajo, que no por menos obvia deja de ser relevante, es que la factura del pozo debe muy probablemente ser como mínimo anterior a la primera mitad del siglo XVIII DNE. Por tanto, en ningún caso se puede asumir que las dataciones radiocarbónicas procedentes de los materiales documentados en su relleno fechen el momento de construcción del pozo. Construcción y colmatación sedimentaria son al menos dos eventos que requieren de una discusión cronológica particularizada. El problema de la factura del pozo de Menga deberá ser tratado en el futuro con evidencias independientes a las aportadas por su relleno. Finalmente, un último aspecto que merece la pena resaltar es que los resultados obtenidos en este estudio subrayan la idea, ya planteada en relación con la ocupación y uso de los megalitos antequeranos en la Antigüedad (Aranda Jiménez et al., 2015: 277), de que en ausencia de referencias escritas muy precisas, el radiocarbono es el método más apto para fijar la temporalidad de las prácticas sociales también en sitios y depósitos arqueológicos de cronología histórica, incluso, como en este caso, inscritos en la Historia Moderna. En el caso particular del

19 Como vivienda rústica es representada Menga en una acuarela de A. Wallace Rimington publicada por Edward Hutton en su obra de 1906 The Cities of Spain (Methuen & Co., London) (García Sanjuán y Lozano Rodríguez, 2016: 13), mientras que en una visita realizada al dolmen en 1939 se constató que estaba siendo habitado por gitanos (Giménez Reyna, 1946: 38).

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Fig. 6. Mapa de topónimos referidos a cursos y láminas de agua salada en Tierras de Antequera. Diseño: Manuel Eleazar Costa Caramé.

relleno del pozo de Menga, la datación radiométrica se ha revelado como el procedimiento más preciso para fijar la temporalidad de su formación, transcendiendo el amplio arco cronológico que el análisis tipológico de los objetos materiales asociados ofrece. Las dataciones radiocarbónicas presentan limitaciones y problemas que deben ser tenidos en cuenta, empezando por las inherentes al propio método, que es probabilístico por naturaleza, y siguiendo con las que sean específicas de cada problema u objeto de estudio, pero por ahora son la mejor herramienta con la que cuenta la Arqueología para fijar la temporalidad de los procesos sociales de la Prehistoria Reciente y la Historia.

AGRADECIMIENTOS Este trabajo ha sido realizado dentro de los proyectos Naturaleza, Sociedad y Monumentalidad: Investigaciones Arqueológicas de Alta Resolución del Paisaje Megalítico de Antequera (HAR2013-45149-P) (20142017) e Innovación, Continuidad e Hibridación: Las Sociedades de las Edades del Cobre y Bronce en el Sur de la Península Ibérica (HAR2013-42865-P) del

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Plan Nacional I+D del Ministerio de Economía y Competitividad del Gobierno de España, así como dentro del proyecto Sociedades, Territorios y Paisajes en la Prehistoria de las Tierras de Antequera (Málaga) (Proyecto General de Investigación de la Secretaría de Cultura de la Consejería de Educación, Cultura y Deportes de la Junta de Andalucía para el periodo 2013-2018).

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