El programa iconográfico del foro

August 19, 2017 | Autor: Carlos Márquez | Categoría: Roman Sculpture, Scultura
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Descripción

TORREPAREDONES, INVESTIGACIONES ARQUEOLÓGICAS (2006-2012)

TORREPAREDONES, INVESTIGACIONES ARQUEOLÓGICAS (2006-2012)

EL Programa Iconográfico del foro CARLOS MÁRQUEZ 1

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esde hace varias décadas, se ha constatado la presencia de grupos escultóricos romanos formados por variadas representaciones de miembros de la casa imperial, fundamentalmente pertenecientes a la dinastía julio-claudia, que se componen de uno o varios emperadores ataviados de forma diversa según los casos: con la toga (ya sea capite velato o no), representaciones militares con la coraza y representaciones ideales, adoptando en este caso el desnudo o semidesnudo como principal signo distintivo. Estos tres modos de representación (Garriguet 2008: 118 ss) aluden, naturalmente, a los tres ámbitos en los que el emperador es modelo y emblema: como sumo sacerdote de la religión oficial, fiel a los cultos tradicionales (apareciendo entonces con la cabeza cubierta) o como emblema de la ciudadanía, empleando para estos casos la toga; como jefe del ejército se le representa con la coraza militar, llevando implícito el imperium y, finalmente, las representaciones idealizadas de desnudo (adoptando diversas variantes) simbolizan su status de divus. Estos ciclos escultóricos (Rodríguez Oliva 1993; Boschung 2002; Garriguet 2004; Rodríguez Oliva 2009) se ubican en puntos concretos de la ciudad romana, cumpliendo con ello un objetivo claro de propaganda dirigida al mayor número de espectadores posible; así por ejemplo en el foro podrían ocupar un espacio en la basílica, en los templos, en los pórticos, sacella o augustea; del mismo modo, el teatro podía también contar con ellos. En las excavaciones que se están realizando en Torreparedones durante los últimos años se han encontrado varias es-

culturas que forman un nuveo ciclo estatuario forense. Las esculturas que han aparecido hasta ahora en el foro de Torreparedones son: 1.- Cabeza de divus Augustus. 2.- Cabeza retrato del emperador Claudio reelaborada a partir de otra de Calígula. 3.- Togado masculino. 4.- Figura femenina vestida del tipo Kore. 5.- Fragmentos de estatua con coraza. 6.- Fragmento de Hüftmantel. 7.- Figura sedente femenina. 8 y 9.- Figuras sedentes masculinas. 1.- Cabeza-retrato de divus Augustus2 (Fig. 1) De aspecto idealizado, el retrato nos presenta un Augusto de frente ancha y plana. Sin señalar las cejas, los ojos son grandes y están bien elaborados, marcando los párpados de forma muy ligera. Detalles anatómicos no labrados son, por ejemplo, los lacrimales. Nariz poco prominente y boca estrecha con labios bien definidos cuidando de señalar las comisuras. Las mejillas han sido tratadas de forma somera sin apenas señalar detalle alguno. Orejas pequeñas con una falta de simetría muy acentuada, a las que no se ha vaciado su parte posterior. Tres son los mechones que se individualizan encima de la frente, entre otros que, a ambos lados, apenas se señalan de forma paralela; de izquierda a derecha, el primer mechón es el más largo y forma la típica garra junto a otro mechón más

1 Las figuras 7 a 13 están hechas por Da Nuria Fuentes y forman parte del Trabajo de Fin de Máster de Dª Laura Dara Mateos, a quienes agradezco la gentileza de cedermelas para este trabajo. 2 Medidas: altura: 30,5 cm.; ancho: 27 cm.; material: mármol blanco de grano medio. Procedencia: Aparecido en la curia de Torreparedones. Estado de conservación: la cabeza está rota en el arranque del cuello; tiene dañado el extremo de la nariz y leves arañazos en la oreja derecha: por lo demás, la pieza se encuentra en un extraordinario estado de conservación. Se ha hecho un estudio en profundidad de la pieza en Márquez 2012, 212-221.

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corto y que marca el eje de la cara; el tercero adopta la dirección contraria al anterior, formando el típico motivo en forma de cola de golondrina. La corona de hojas de encina deja ver en sus contornos los restos del trabajo del trépano. Varias bellotas se señalan sobre algunas de sus hojas. A la altura de las orejas deja de labrarse dicha corona y por la parte posterior su continuación se señala a modo de moldura lisa, de la que nacen las ínfulas que tampoco han sido trabajadas. En el eje de la corona, en la parte frontal, se labra un orificio ancho para insertar algún elemento.

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El cráneo de la pieza no está trabajado pero sí alisado. En esta zona sólo cabe reseñar la presencia de siete orificios en la zona aledaña a la corona que todavía conservan restos metálicos, huella de la corona radiada. El tipo del retrato baenense es el de sobra conocido como Prima Porta (Fittschen y Zanker 1985: 3 ss, nº 3; Boschung 1993: 38 ss; Schröder 1993: cat. 25, 111 ss.).

Como dijimos al inicio, el rasgo que más define este retrato es el de la idealización dando al personaje un marcado carácter intemporal. Pero además, este escueto modelado de las mejillas es seña característica del periodo tiberiano (León 2001: 246). Precisamente a este principado pertenece otro ejemplar italicense que coincide con el nuestro en una característica que, a su vez, lo asemeja al emperador Tiberio: me estoy refiriendo a la nariz con fuerte caballete, característica que comparte nuestro ejemplar con el Augusto de Itálica (León 2001 cat. 73, p. 246) y que se une a otras que, para aquel retrato, demuestran un claro deseo de acentuar el parecido fisionómico entre el emperador Augusto y Tiberio cuyo objetivo no era otro que facilitar la secuencia dinástica entre Augusto y su sucesor. Vimos en la descripción de la pieza que, además de los orificios arriba comentados, cuenta con uno en el eje de la corona, justo en el punto donde se tocan los extremos de las hojas de encina, donde creemos que se colocaría la estrella que simboliza el sidus Iulium, la cometa que surgió en el cielo de Roma en el mes de julio del año 44 a. de C. como símbolo del ascenso del alma de César al cielo (Plinio HN, II, 94; Suetonio, Divus Iulius, 78,2). El retrato que estamos comentando, localizado en el foro de Torreparedones, cuenta con la característica excepcional, ya mencionada, de lle-

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var la corona radiada, circunstancia por la que no cabe duda acerca de su adscripción a divus Augustus. Pero además lleva la corona cívica y el sidus Iulium. Tales atributos, como venimos comentando, vinculan este retrato con la representación de Augusto tras la consecratio dictada por el Senado y por la cual pasaba a formar parte de los dioses del Estado; efectivamente, tras su fallecimiento, el Senado podía votar la admisión del difunto entre los dioses del Estado y otorgarle una serie de honores, entre otros, la corona radiada además de promover la erección de estatuas que suelen llevar dicho atributo (Bergmann 1998: 118 ss) 2.- Retrato de divus Claudius reelaborado a partir de otro de Calígula3 (Fig. 2). Cabeza de tamaño mayor que el natural (Ruck 2007) a la que le falta la nariz y que tiene dañada la barbilla y parte del cabello. Tiene arañado el lateral de la cabeza y retallada parte de la misma. Sólo se conservan del cabello los mechones del flequillo que le llegan hasta detrás de la oreja; el resto de la cabeza ha sido retallada y se aprecian dos grandes orificios rectangulares en la zona superior para empotrar en elemento aparte que podría ser, con toda probabilidad, una corona. Cinco pequeños orificios en el cráneo son los restos de la corona radiada que, al igual que en el caso de Augusto, llevaría encima esta pieza. Frente surcada por dos arrugas horizontales, más profunda la inferior, de la que nace otra vertical hasta el punto donde comienza la nariz. La mitad inferior de la frente es más abultada que la superior. Dos mechones laterales se ubican justo encima de la oreja. Pliegues labionasales muy pronunciados; ojos y boca pequeños, al igual que la oreja en comparación con la cabeza. Dos son las características en este retrato que nos ayudan a conocer la identidad del representado. Por un lado, la muy marcada tendencia triangular en el rostro (Fittschen 1977: 239 ss.) y por otro la disposición de los mechones del cabello, tema sobre lo que apuntaremos algo más adelante. Si a ello unimos las no menos características arrugas paralelas en la frente y la vertical formada en el entrecejo, podremos concluir que nos encontramos ante un retrato del emperador Claudio. Un cuello ancho, fragmentado, nos permite saber que es una pieza para ser embutida aparte. Los mechones del cabello, muy poco

Fig. 2. Retrato de divus Claudius. (Museo Histórico de Baena)

individualizados, que toman direcciones opuestas a partir de su eje, pero que en el lado derecho vuelve a girar, remite al tipo principal del emperador Claudio (Fittschen 1977; Jucker 1981: 261, dibujo 3; Menichetti 1983- 84: 205 ss; FittschenZanker 1985: 16; Boschung 1993: 70 s. dibujo 57): el trabajo y labra de la pieza aluden a un taller con buena formación técnica que sin embargo, denota su carácter local. Algunas características de la misma podrían estar indicándonos, posiblemente que se trata de una reelaboración sobre un retrato anterior, posiblemente de Calígula: la excesiva estrechez del mentón, la curva creada bajo las orejas que no resuelve anatómicamente el enlace entre cara y cuello (excesivamente robusto visto de perfil) y, añádase a ambas circunstancias, el que conserve los mechones en forma de pinza en el lateral derecho del cuello4, caracterizado por Boschung como recurso habitual de la iconografía de Calígula (Boschung 1989: 34, 53).

3 Altura: 0,36 m; grosor: 0,24 m; ancho: 0,21 m. Está labrada en mármol de Estremoz o de Almadén de la Plata. Bibliografía: Morena 2010: p. 206, fig. 35. Morena et alii 2011:162 s; fig. 23). 4 Agradezco la indicación de tal característica al Dr. D. Ojeda.

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3.- Escultura masculina togada5 (Fig. 3). Escultura que representa a un personaje masculino que porta la toga, símbolo del status ciudadano (Niemeyer 1968: 40 ss.). De apariencia muy maciza, la pieza se sostiene en el pie

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izquierdo, estando el derecho flexionado. La toga cubre todo el cuerpo hasta los tobillos, donde se aprecia la lacinia. El balteus es ancho y horizontal, sobre el que se destaca el umbo en forma de U. El sinus no alcanza la rodilla derecha. La lacinia se observa con toda perfección caer entre los pies de la pieza que van calzados con el calceus compuesto por dos tiras de cuero que se cruzan en el empeine del pie y que responde tanto al tipo de calceus senatorius como al patricius (Goette 1990: 449 ss.). Los pliegues tienen una notable profundidad y una técnica esmerada. La parte posterior de la pieza señala sin entrar en detalle, las curvas adoptadas por lo pliegues. La pieza se apoya en lo que parece un grueso tronco.

La representación de figuras femeninas con los trajes típicos de las matronas romanas o con ropajes de corte greco-helenístico es normal en ámbito público y privado a partir del periodo republicano. En concreto, el tipo al que pertenece la figura ahora comentada es el tipo Koré, cuyo prototipo se remonta a finales del siglo IV a. C., conociéndose ejemplos del mismo hasta el siglo III de nuestra era, siendo muy popular en ámbito hispano (Garriguet 2001: 70 ss; Álvarez y Nogales 2003: 215; Baena del Alcázar 2009: 262; Idem 2000; Alexandridis 2005) donde se reprodujo en gran número desde época pre-augustea hasta el periodo adrianeo. Característica de la pieza que comentamos es el que, aunque el manto se pega al cuerpo desde el pecho para abajo, sin embargo no marca tan bien la anatomía en el vientre como en la pierna doblada. Del mismo modo nuestra pieza cuenta con similitudes de labra respecto a un ejemplar custodiado en el Museo Arqueológico de Córdoba (Garriguet 2001: cat 43, lám. XIII.4) fechada en los años 30-40 de nuestra era, aunque no responda al mismo tipo. No parece, pues, arriesgado, asignar una cronología claudia a nuestra pieza.

Nuestro togado forma parte del amplio grupo caracterizado por Goette como toga de época imperial con umbo en forma de U (Goette 1990: 449 ss.). Dentro de este amplio grupo, la horizontalidad y anchura del balteus, el tamaño del umbo y el hecho de que el sinus alcance la rodilla sin taparla, son características que avalan la pertenencia del togado de Torreparedones al periodo central de la dinastía julio-claudia, seguramente en las postrimerías del principado de Tiberio o ya de Claudio (Goette 1990: 35 ss.). Un ejemplo que se propone como paralelo es un togado aparecido en el teatro de Tarragona (Koppel 1985: 141 ss., nº 2, lám. 2; Garriguet 2001: cat 72; Mar et alii 2009: 192, fig. 18) que coincide con el que analizamos en la mayor profundidad de pliegues, por lo que se le da una cronología del periodo final de Tiberio, durante el de Calígula y de principios del de Claudio.

Cuestión que es de todo punto necesario abordar sería a quién estaría representando este personaje femenino. El lugar de hallazgo señalaría con toda probabilidad a un miembro de la familia imperial, y dentro de este nucleo tal vez a la emperatriz Livia o Agripina Minor (Garriguet 2008: 123; idem 2001: 70; Pérez Macías et alii 2008). 5.- Fragmento de estatua con coraza7 (Fig. 5).

Queda aún por definir a quién estaría representando este togado que, no lo olvidemos, está colocado ocupando un puesto preeminente (encima de un pedestal) junto a una figura femenina; si, como creemos, el personaje femenino representa a Livia, este togado pudo representar bien a Augusto (si se fecha en el periodo tiberiano el togado) o también a Tiberio (Castillo y Ruiz 2008: nota 98). 4.- Escultura icónica femenina6 (Fig. 4).

Fig. 3. Togado. (Museo Histórico de Baena)

Escultura femenina que viste la calasis, observable debajo del cuello de la figura y la stola, encima de la que se coloca el manto o palla que cubre casi la totalidad de la figura a ex-

Fig. 4. Figura icónica femenina. (Museo Histórico de Baena)

cepción del pecho y el pie derechos. El manto llegaría hasta el hombro izquierdo, hoy desaparecido y se recogería en el brazo de donde caería hasta llegar a la altura del pie. Se apoya en la pierna izquierda, dejando flexionada la derecha. Va calzada con los calcei muliebris.

La figura se apoya en la pierna izquierda, dejando exonerada la derecha. El paludamentum cubre su hombro izquierdo y es recogido en su extremo por el desaparecido antebrazo. La coraza se decora en su parte superior con la cabeza de medusa que es alada, de dimensiones reducidas, con serpientes anudadas en la base del cuello y en la parte central dos victorias enfrentadas con un thymiaterion en el centro; debajo, una figura femenina, tendida sobre el manto y cubierta por éste en la mitad inferior de su cuerpo a la que podría identificarse en un primer momento como Tellus. Las victorias tocan el thymiaterion con una mano, y con la otra sostienen una espada y lo que parece ser un yelmo. La simetría no se consigue porque a la izquierda del grupo aparece un erote que porta un escudo en su brazo izquierdo. Por debajo de la

5 Altura: 1,94 m; ancho hombros: 0,70 m; anchura base: 0,55 m. Elaborada en mármol blanco de Macael. Le falta la cabeza y las manos, teniendo dañado también el pedestal. Bibliografía: Morena 2010: p. 206, fig. 34; Morena et alii 2011: 163, fig. 21) 6 Altura: 1,92; ancho de base: 0,66 m. Elaborada en mármol blanco de Estremoz o Almadén de la Plata. Está muy dañada en su hombro izquierdo, desaparecido en su totalidad junto al pecho. Tampoco se conserva el antebrazo derecho y las dos manos. También dañado el soporte de la pieza. Bibliografía: Morena 2010: p. 206, fig. 34; Morena et alii 2011: 163 y 166, fig. 22).

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7 Altura: 1,20 m; ancho hombros: 0,68 m; grosor: 0,38 m; la pieza ha perdido la cabeza, las piernas hasta la parte superior de la rodilla, el brazo derecho y el antebrazo izquierdo. Procede del pórtico norte del foro.

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coraza, dos filas de pteryges con motivos típicos de estos elementos: palmetas de variada composición, cabezas de medusas, cabezas de felinos y escudos cruzados. Por debajo, una sola banda de launas que terminan con el extremo inferior de la túnica o colobium que viste el personaje bajo la coraza. El brazo derecho, hoy desaparecido, debió tenerlo levantado mientras que el izquierdo, doblado, sostiene el paludamentum en el antebrazo; una parte de ese mismo paludamentum doblado a modo de umbo es sostenido en el hombro izquierdo. Por todo ello cabe ubicarlo en el esquema VII de Stemmer (Stemmer 1978: p. 5, 76-95 y en especial, 90-93). De ese modo, nos encontramos con una libre interpretación de un tema muy difundido en otras zonas del imperio pero fundamentalmente en Roma (Nista 1981: 9 ss.; Stemmer 1978: 154 ss; Cadario 2004: p. 324) y también en la Bética; efectivamente, la decoración en las corazas compuesta por dos Victorias enfrentadas y con un thymiaterion como eje de simetría es muy común en la Bética (Acuña 1975: 91) y con diversas variantes la pieza de Baena viene a sumarse a las cuatro bien documentadas hasta ahora en Itálica, minas de Tharsis en Riotinto y dos en Montoro (Rodríguez Oliva 2009: 125 ss.; Ojeda 2010: 275 s.) Del mismo modo, el personaje femenino tendido en la parte inferior de la composición se parece a Tellus (Ghisellini 1994: 879 ss.) que suele acompañar a Oceanos en este tipo de composiciones pero que en este caso no tiene pareja. También en solitario y en la misma postura, aparece en otra pieza fechada en los años 78-85 d.C. (Guisellini 1994: nº 69, p. 885). Por todo ello creemos que de nuevo se ha hecho una libre interpretación de un

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tema bien difundido en otras partes del imperio y que se caracteriza por tener a Tellus como pareja de Oceanos, si bien en este caso sólo se ha representado a la diosa. Sin embargo, no debemos rechazar la posibilidad de que este personaje se trate de una alegoría de una fuente o de un espacio húmedo, similar a otras que aparecen en la Bética (Rodríguez Oliva 2009: 127). Nos encontramos con una alegoría de la Victoria conseguida mediante el soporte de las armas; la vinculación del personaje femenino recostado, que hemos identificado como Tellus o bien la representación de una fuente, ampliaría y diversificaría el significado a una geografía peculiar o bien, podemos pensar que esta victoria se apoya y sostiene en el territorio, a modo de victoria global, tal como Stemmer cree observar en casos parecidos (Stemmer 1978: 157 s.). Llama poderosamente la atención que el elemento ornamental central de nuestra pieza cuenta con una gran representación en el periodo que va del final de la dinastía flavia hasta, incluido, el principado de Trajano, periodo en el que se observa una unidad estilística (Stemmer 1978: 127). Así por ejemplo se documentan en este periodo nada menos que 8 piezas con Victorias de largo chitón flanqueando sendos thymiateria. A ello se debe añadir el movimiento adquirido por las launas, movimiento que comenzaría a partir del periodo flavio como bien pueden demostrar las piezas halladas en el teatro de Tarragona (Cadario 2004: p. 325, lám. XL, 1, 2 y 4). Por otro lado, las concomitancias de nuestra pieza con las de la escultura aparecida en Segóbriga (Noguera et alii 2008:309 ss, lám. 17-19; Ojeda 2008) que ha sido fechada por Ojeda en periodo tardoflavio, junto con las similitudes y cronologías dadas a las piezas béticas de similares características nos obligan a fechar esta pieza en las postrimerías del periodo flavio.

6.- Fragmento de escultura con manto alrededor de la cadera8 (Hüftmantel) (Fig. 6). Fragmento de escultura de tipo Hüftmantel, de la que se conserva el manto que rodea la cintura a la figura y que en la parte inferior llega justo hasta el arranque de la rodilla derecha. Rota en la zona inferior derecha, la pieza está cortada a bisel en la parte superior. Se conserva la parte inferior de los pliegues a modo de balteus. En el lado derecho quedan restos de lo que parece ser un brazo. El estado de conservación de la pieza no permite mucha precisión, pero parece claro que no se ha buscado un particular contraste formado por los pliegues ni tampoco han querido profundizar en exceso. El tipo representa a personajes importantes, generalmente emperadores y príncipes, con un manto que le rodea la cadera. El grado de heroización del personaje es, pues, evidente, por lo que podemos deducir que al igual que en época republicana, cuando se representaba de esta guisa a notables generales, se ha hecho una representación del personaje, con toda probabilidad, un emperador. La mayor parte de estas estatuas pueden ser fechadas en época

Fig. 7. Fragmento de figura femenina sedente. (Museo Histórico de Baena)

claudia, como en el caso de la aparecida en Segóbriga (Noguera et alii 2008: 305), por lo que el personaje podría ser Augusto o bien el propio emperador Claudio. La tendencia de los pliegues a adoptar una forma semicircular concéntrica los asemejan a los que vimos para el togado analizado con anterioridad, por lo que le damos la misma cronología (Post 2004: cat II.5 en lám 8-c, p. 401 s; cat. II,2, lám. 8,b, p.399). 7.- Figura femenina sedente9 (Figs. 7-8). Ataviada a la griega, el manto le cae por la espalda y por el hombro izquierdo, cubriendo las piernas dejando ver el final de la túnica (chitón); dicha túnica es la que viste en el fragmento superior, con una cinta debajo del pecho que crea el característico apoptygma; los pliegues del pecho adoptan una forma en V; la anatomía, sin embargo, es claramente reconocible bajo la túnica. Su brazo derecho nos permite ver la botonadura de la túnica. La figura despega de forma ostensible el brazo derecho mientras que el izquierdo parece estar pegado al hombro, al menos en la parte que se conserva. Piernas algo abiertas y en paralelo, más adelantado el pie izquierdo que el derecho. La figura se calza con sandalias. La parte inferior de la pieza deja apreciar parte de lo que parece un trono donde está sentada.

Fig. 6. Fragmento de Hüftmantel. (Museo Histórico de Baena)

El tipo es bien conocido en el imperio y representa a diosas o bien a emperatrices asimiladas a alguna divinidad o virtud

8 Altura: 0,64 m; ancho: 0,36 m; grosor: 0,56 m. Mármol blanco de Paros Lichnites. Se ignora la procedencia exacta; hallada casualmente en el yacimiento en los años 40 del siglo XX durante las tareas agrícolas. 9 Mitad superior: Altura: 0,90 m.; ancho: 0,84 m.; prof.: 30. Parte inferior: Altura: 0,82 m; ancho: 0,68 m.; prof.: 0,64 m. Elaborada en mármol blanco de grano fino. Se encontró desmontada junto a los dos sedentes masculinos en el ángulo SO de la Curia.

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Fig. 8. Fragmento de figura femenina sedente. (Museo Histórico de Baena)

imperial. Adaptan una vestimenta a la griega, con chiton y el hymation. Los modelos últimos de estas representaciones pueden encontrarse en las diosas entronizadas mediterráneas. En época romana el tipo sirvió para representar a diosas como Ceres, a personificaciones y deidades menores y a damas y mujeres de rango imperial. En la península ibérica ha aparecido un buen número de estatuas femeninas sedentes como la Ceres de Mérida, tres sedentes en Cártima (Málaga) y otras tres en la provincia de Córdoba, una en la capital y otras dos procedentes del Cerro del Minguillar en Iponuba (Baena, Córdoba). También en Baelo Claudia apareció la estatua de culto de uno de sus templos donde habría que ver a la diosa Juno. En la mayoría de las ocasiones se representa a la emperatriz Livia divinizada; como veremos más adelante, también pudiera tratarse de dicha emperatriz en el caso que nos ocupa.

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Fig. 9. Fragmento de figura masculina togada sedente. (Museo Histórico de Baena)

8.- Figura togada sedente10 (Figs. 9-10). La toga cubre toda la espalda y cae por el hombro izquierdo del personaje, tapando dicho hombro, cayendo entre las piernas después de cubrir la pierna izquierda; la lacinia se puede ver entre los dos pies (elaborados en pieza aparte) de la pieza. El brazo izquierdo ha desaparecido y sólo se conserva el hombro, cubierto en parte por la toga; dicho brazo se remataría con el antebrazo que iría en pieza aparte; en el pecho de la pieza se deja ver la túnica con unos pliegues en forma de u muy señalados y pegados unos a otros. La espalda tiene labrados, de forma muy sucinta, los pliegues de la toga. La pierna izquierda se adelanta respecto a la derecha y el escultor marca de forma considerable los pliegues de la toga en forma de anillos diagonales y paralelos. Está calzado con el calceus patricius.

Fig. 10. Fragmento de figura masculina togada sedente. (Museo Histórico de Baena)

En general, el tratamiento de los pliegues es bastante duro y nunca pierden un aspecto rígido que se observa perfectamente en la pesadez con que cae la toga entre las piernas. Los pliegues sobre el pecho, muy juntos y en paralelo, adoptan una sección semicircular con pocos ángulos y dobleces; se trata de una forma muy colorista de representar la túnica que tiene en el primer cuarto del siglo I de C. algunos interesantes parelelos; así por ejemplo un ejemplar conservado en el Museo Arqueológico de Córdoba ( López 1998: cat. 4, p 29 ss; lám. V; Baena 2009: p. 241, fig. 329) fechado en el primer cuarto de siglo de nuestra era; con el que comparte además un uso destacado del trépano. Ese mismo gusto por los pliegues semicirculares y concéntricos se observa en un togado capite velato del mismo museo (Baena 2009: p. 241, fig. 331; Peña 2011: cat. 1 p. 300 y 399)

Fig. 11. Fragmento de figura masculina togada sedente. (Museo Histórico de Baena)

9.- Figura togada sedente11 (Figs. 11-12). La toga cubre toda la espalda y cae por el hombro izquierdo del personaje tapando dicho hombro y el brazo y formando el umbo por debajo del ombligo; el balteus, cruzando el vientre, forma una bolsa en forma de U encima del pie izquierdo a la altura del muslo y vuelve en su recorrido hasta terminar entre las piernas del personaje. El brazo izquierdo cae y apoya el antebrazo en el trono. El arranque del hombro cae pegado al cuerpo pero no se conserva la pieza que debió de tener empotrada y que formaría el antebrazo. Las piernas están abiertas y se adelanta ligeramente la derecha. El personaje va calzado con mulleus (Fig. 13). Sin lugar a dudas el trabajo del escultor es muy notable, des-

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hay que olvidar que dicho retrato está reelaborado a partir de uno de Calígula. Si añadimos a ello el peculiar modo de calzarse del sedente (llevando un mulleus y no el tradicional calceus patricius. Fig. 13) podríamos vincularlo a Calígula por el particular aprecio que éste tenía por el calzado militar. De ese modo concluiríamos que este segundo sedente representaría en un primer momento a Calígula y posteriormente se reelaboraría su retrato con los rasgos de Claudio.

representado por el grupo escultórico aquí analizado. Aunque son variados dichos motivos, en todos subyace el interés recíproco por parte del poder central y las élites locales para crear un espacio donde representar al primero en el centro de la ciudad. Parece determinante el estímulo transmitido por el poder central que induce a la comunidad cívica a realizar las obras necesarias y a gastar sumas ingentes de dinero con el fin de adaptar un marco digno y en un lugar frecuentado donde poder ser representado con toda dignidad y donde, a su vez, se pueda rendir los honores que le corresponden.

Conclusiones.

Fig. 12. Fragmento de figura masculina togada sedente. (Museo Histórico de Baena)

tacando el tratamiento dado al torso de la figura que deja ver la anatomía del personaje debajo de la túnica y también en las piernas bajo la toga. La representación de togados sedentes, como indica Goette (1989: 75 ss.) obliga a unos pequeños cambios en la disposición de la toga, respecto al togado estante, lo que explicaría el dejar el pecho casi al descubierto. Una aproximación cronológica a esta pieza vendría dada por la forma y dirección del balteus y umbo; a pesar de que la zona de unión entre los dos bloques es justamente donde se encuentran dichos elementos, se puede observar en la zona del vientre un balteus horizontal y un poco desarrollado umbo en forma de U, características ambas del periodo claudio. Como paralelo proponemos el colosal hallado por Ivo de la Cortina en Itálica (Baena 2009: p. 245 s., fig. 335; León 1995: cat. 15) donde se observa que el tratamiento de los paños del pecho es diametralmente distinto a lo visto para la pieza anterior, destacando en este caso la preponderancia de la anatomía que se deja traslucir bajo la túnica frente al plegado; pequeños surcos van diseñando el tejido sobre el pecho y torax dejando traslucir de forma destacada el ombligo. Cuestión aparte es la de conocer al personaje que representa nuestro sedente. Veremos al final de este trabajo que los dos sedentes pueden relacionarse con los dos retratos antes vistos, Augusto y Claudio; pero en el caso de este último no

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Las piezas hasta ahora vistas tienen una serie de características comunes como el hecho de estar elaboradas en mármol, ser mayor que el natural y proceder del foro de la colonia Ituci Virtus Iualia. Constituyen en consecuencia, un nuevo ciclo escultórico de carácter dinástico que se suma a los muchos conocidos en el imperio; en concreto estamos ante un “Ciclo de Crecimiento” (Fittschen 2009: 1133-1134), es decir, que se va ampliando a lo largo del tiempo; el nuestro comenzaría en los inicios del periodo de Tiberio y llegaría hasta el periodo flavio, con la escultura con coraza, siendo el periodo de Claudio el que más piezas aportó. Esto no es extraño porque es bien conocido el deseo del emperador Claudio de autorrepresentarse en vínculo directo con Augusto y con Tiberio, en un intento de refrendar la línea dinástica a la que pertenecía. Todos los tipos que hemos comentado hasta ahora aparecen con mayor o menor frecuencia en otros ciclos estatuarios conocidos excepto los togados sedentes. Por un lado, no es frecuente encontrar togados sedentes, y cuando se encuentra alguno suele representar a algún magistrado en una representación funeraria; ahora bien, por las dimensiones y por el lugar de hallazgo de las piezas de Torreparedones podemos excluir su pertenencia al ámbito funerario y debemos de pensar más en una representación oficial. En este sentido, tenemos ejemplos de togados estantes o de sedentes vestidos a la griega o semidesnudos en representación heroica; pero no se conocía hasta ahora (o mejor dicho no se ha conservado) ningún ejemplo de representación sedente togada; y como decíamos antes tenemos varios argumentos para adscribirla a un tipo vinculado con los emperadores divinizados, en concreto al tipo Divus Pater, del que no se conoce ninguna escultura y sólo a través de la numismática podemos acercarnos a ella: El reverso de algunos sestercios (Bergmann 1998: 107, fig. 20-3), fechados hacia el 21-22 de nuestra Era muestran a divus Augustus en un trono: lleva la corona radiada y una toga; el brazo izquierdo sostiene un largo cetro y la

Fig. 13. Fragmento de mulleus perteneciente al segundo togado sedente. (Museo Histórico de Baena)

mano derecha sostiene la rama de los triunfadores y portadora de la paz. De la ceca de Lugdunum se conservan aurei y denarios que aparecen con la leyenda Divus Augustus Pater: aparece una imagen togada y entronizada de Augusto con la corona (Rose 1997: 23, lám. 14, nota 14). Llegados a este punto, y gracias a estas monedas, hemos de vincular estos dos sedentes con los retratos de Augusto y Claudio aparecidos en Torreparedones, ambos con corona cívica y otra radiada, esto es, como divi. Vemos a través de las monedas antes citadas que el tipo de sedente togado representaría al emperador divinizado y que son mostrados sedentes, con toga y corona radiada; estamos en condiciones de afirmar, en consecuencia, que los dos sedentes de Torreparedones están representando a Augusto y Claudio (reelaborado a partir de un retrato original de Calígula, a quien se haría en origen la escultura) quienes recibieron los honores de la consecratio y, en consecuencia, con la corona radiada. Si esta hipótesis es acertada, podemos pensar que en primer lugar se labró el togado 1, en época tiberiana temprana y representando a divus Augustus (razones de estilo abogan por esta fecha que es la misma que tiene la cabeza de Augusto), justo después de su consecratio; en el principado de Calígula se haría la segunda escultura, estando en vida todavía dicho emperador cuyo retrato, tras su muerte, sería reelaborado en uno de Claudio; poco después acompañaría la figura de Livia, una vez fallecida y divinizada por su nieto Claudio en el año 42, representada como Diva Augusta. Aspecto de gran interés es conocer los motivos por los que la comunidad cívica emprende un proyecto tan caro como el

Añádase a ello otra razón de peso y es la constatación del mayor protagonismo representado por los provinciales justo a partir del principado de Claudio; dicha realidad, que se observa tanto en provincias del oriente como occidentales, tiene como paso previo el esfuerzo de dichos provinciales por generarse las simpatías del poder central y provincial para formar parte de las administraciones correspondientes, esfuerzo centrado fundamentalmente en la monumentalización de los centros urbanos y en la creación de estos ciclos dinásticos (Menichetti 1982-84: 216; Torelli 1994: 185). Esa es precisamente la tesis sustentada por Enrique Melchor, quien demuestra a través de varios testimonios epigráficos, que algunos personajes relevantes en sus comunidades de origen dentro de la provincia bética (sobre todo de la zona central de la provincia) se trasladaron a la capital provincial para, tras ocupar puestos en la administración provincial (incluso local en la propia capital) volver con posterioridad a su predio y ciudad de origen donde en algunos casos se conoce su propia tumba (Melchor 2006: 252 s., 277). La pavimentación de la plaza forense de Torreparedones con material similar al empleado en el foro colonial patriciense podría responder al deseo de Marco Iunio Marcelo, (artífice del enlosado según la inscripción pavimental en litterae aureae) de copiar en su ciudad de origen el modelo puesto de moda en la capital provincial. Otro de los objetivos claramente destacados en este tipo de ciclos es el de promocionar el culto imperial en ámbito local, que tiene unas clarísimas vertientes dinásticas que ya pusimos de relevancia en párrafos anteriores (Noguera et alii 2008: 288 y 329; Nogales y Gonçalves 2008: 657) A todo ello habría que añadir el orgullo cívico por parte de las élites locales que no ahorrarían esfuerzos y dinero a fin de dotar a su ciudad de los edificios más monumentales adornados con las más destacadas esculturas que puedan entrar en competencia con otras comunidades vecinas, lo que redundaría en una mayor gloria para ellos y su ciudad.

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