El Príncipe de Viana

June 15, 2017 | Autor: Isabel Ilzarbe | Categoría: Historia medieval de España, Historia Medieval, Divulgación, Historia de Navarra
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Descripción

Don Carlos, Príncipe de Viana: la guerra civil entre padre e hijo.

Isabel Ilzarbe López

A la muerte de Carlos III de Navarra, le sucedieron en el trono su hija Blanca y su marido Juan, uno de los Infantes de Aragón a los que hace referencia Jorge Manrique. Habían contraído matrimonio en la catedral de Pamplona el 10 de julio de 1420, y en 1421 nació su primer hijo Carlos, el Príncipe de Viana. Doña Blanca falleció en 1441, año en que se puede dar por iniciado el conflicto entre Juan II de Aragón y su hijo don Carlos. Lugartenencia La muerte de la reina no dejó abierta la sucesión al trono navarro al príncipe. En 1439 doña Blanca dictó testamento, en el que nombraba heredero del reino y del ducado de Nemours a Don Carlos. Sin embargo, establecía que éste no podría tomar posesión de estos títulos sin "la benevolencia et bendiçión de su padre o despues de su fallecimiento". Esta cláusula debió ser el principal tema de discusión en la reunión celebrada entre el príncipe de Viana y su padre en Santo Domingo de la Calzada, en la que desde luego se definió la nueva situación del reino. Don Juan conservó el trono, mientra Don Carlos quedó al mando efectivo del reino como lugarteniente de Juan II. El príncipe dispuso del reino a su libre albedrío como lugarteniente durante un periodo de nueve años, en los que la presencia del rey Juan II en el reino fue nula. En los actos de gobierno del príncipe estuvo muy presente la figura de Jean de Beaumont, prior de la orden de San Juan de Jerusalén y descendiente de la rama ilegítima del infante Luis, hermano de Carlos II el Malo. En los Beaumont se apoyó el príncipe como medio de consolidación de su propia figura a cargo del gobierno del reino. Mientras, Juan II encontró un claro apoyo en la figura de Pierres de Peralta, consejero a su vez de la difunta reina Blanca I. Los problemas surgirían cuando, a partir de 1444, don Juan necesitó recurrir a las Cortes navarras en busca de financiación para sus campañas castellanas. A partir de ese momento, los cuarteles otorgados

por las cortes navarras al príncipe irán

descendiendo en favor de su padre. Ello, unido a la presencia en Navarra de la segunda esposa del rey, Juana Enríquez, en Navarra (que en apariencia hacía decaer los derechos de Juan II sobre el trono navarro), llevarían al príncipe y a sus partidarios a iniciar toda una serie de movimientos que terminarían derivando en el inicio de la guerra civil entre agramonteses, partidarios de Juan II, y Beaumonteses, partidarios del príncipe. Guerra Civil y prisión En julio de 1450, Don Carlos y parte de sus partidarios se trasladaron a Guipúzcoa, buscando el apoyo castellano contra las pretensiones de Juan II. Al mismo tiempo Jean de Beaumont y Juan de Luxa se alzaron en San Juan de Pie de Puerto contra el rey, contando inicialmente con el apoyo de Álvaro de Luna y Juan II de Castilla. La guerra se caracterizó por el empleo de la táctica de asedio de plazas enemigas. La más destacada batalla del conflicto en este momento fue la de Aibar, en el otoño de 1451. Don Carlos, al que Aibar le era enemiga como plaza agramontesa, intentó evitar la batalla enviando una embajada en la que solicitaba, como condiciones, la amnistía completa para todos sus partidarios, el reconocimiento de los pactado con los castellanos en Puente la Reina, la devolución de todo lo confiscado desde el inicio del conflicto y la capacidad plena de gobernar sin intromisiones del rey cuando éste estuviera ausente. Aunque Juan II se mostró conforme con la mayor parte de las condiciones impuestas por el príncipe, las negociaciones se rompieron repentinamente al 23 de octubre. El bando beaumontés sufrió una grave derrota, que terminó con la rendición del príncipe. Así comenzó su primer periodo de prisión, al tiempo que la guerra civil se extendía por el reino. Desde prisión conoció también el nacimiento de su nuevo hermano, el infante Fernando, el 10 de marzo de 1452. Precisamente durante este periodo se habría planteado la idea de escribir la historia del reino, resaltando su propio linaje, como forma de justificar su derecho a reinar. En los últimos momentos de presidio, escribió también un testamento ológrafo en el que nombra a su hija ilegítima, Ana (nacida de sus amores con María de Armendáriz) heredera legítima del reino y de sus bienes. "(...)Yo, el Príncipe Charles, temiendo morir, mientríe tengo logar, ordeno y fago este mi testamento, de mi propia mano scripto, (...) ordeno e mando,

e así á D. Luys de Beaumont, mi primo e governador general por mi en el dicho Reyno, como á Don Jhohan de Beaumont mi tio, a todos los otros deudos, criados e subditos mios, (...) alcen por Reyna del dicho mi Rey no de Navarra e por Señora suya á Doña Anna de Navarra, fija mía, como á persona que por virtud de la fé que por cyerta manera tengo dada á su madre, le pertenesce después de mis días legítimamente la succesión del dicho Reyno y no á otra persona alguna (...)" El presidio del príncipe terminó en 1453, cuando las Cortes de Aragón intervinieron a favor de Don Carlos. El príncipe seguía reconociendo la dignidad regia de Juan II, al tiempo que se encomendaba a su tío, Alfonso V el Magnánimo de Aragón. A partir de ese momento, el príncipe se instaló en Pamplona, lo que supuso el desarrollo de una administración paralela a la oficial. Así, terminarán por desarrollarse unas cortes Agramontesas y unas Cortes Beaumontesas, que dictarán leyes y órdenes contrarias entre sí, y que funcionarán de forma paralela. Exilio Mientras, el desarrollo del conflicto entre agramonteses y beaumonteses se agravó con la libertad del príncipe. Como consecuencia, Juan II tomó una drástica decisión: desheredar al príncipe y a su hermana Blanca en favor de su otra hija, Leonor, y del marido de ésta, Gastón de Foix. Este cambio en la línea sucesoria fue aceptado y ratificado por las Cortes agramontesas en la primavera de 1456. Por su parte, Castilla no intervino en favor del príncipe ante estos cambios. Ante esta nueva situación, el Príncipe de Viana decidió exiliarse, nombrando antes de su partida a Jean de Beaumont gobernador del reino. La reacción de Juan II fue de legitimar definitivamente a Gastón de Foix como heredero, a través de las cortes reunidas en Estella en enero de 1457.

BIBLIOGRAFÍA RAMÍREZ VAQUERO, E. y TAMBURRI BARIAIN, P., El Príncipe de Viana, Institución Príncipe de Viana-Gobierno de Navarra, Colección Panorama, nº30, Pamplona, 2001. SEPARAS,M., "Carlos de Viana", en Príncipe de Viana, nº 2, Pamplona, 1941. pp. 3758.

NAVARRO, F..J., Nueva historia de Navarra, Universidad de Sevilla-EUNSA, Pamplona, 2010. CARRASCO PÉREZ, J., "El principado de Viana", en Príncipe de Viana, nº 195, Pamplona, 1992. pp. 191-194. CLAVERÍA ARZA, C,. Historia del Reino de Navarra, Idazluna, Pamplona, 2001 GONZÁLEZ NAVARRO, F., Navarra, matriz de reinos y puerta de Europa, Gobierno de Navarra-Consejería de Justicia, Pamplona, 2010. LACARRA, J.M., Historia del Reino de Navarra en la Edad Media, Caja de Ahorros de Navarra, Pamplona, 1975. MARTÍN RODRÍGUEZ, J.L., "Biografía y leyenda del Príncipe de Viana. Sant Carles de Viana", en BENITO RUANO, E. (Coord.), Tópicos y realidades de la Edad Media III, Real Academia de la Historia, Madrid, 2004.

(Texto original enviado a Revista de Historia, 28/03/2015)

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