El potencial del jaguar como especie sustituta en la conservación de ecosistemas tropicales

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Descripción

BIOINDICADORES: GUA R DI A N ES DE N U ESTRO F U T U RO A M BI EN TA L

César Alberto González Zuarth Adriana Vallarino Juan Carlos Pérez Jiménez Antonio M. Low Pfeng (editores)

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El Colegio de la Frontera Sur (Ecosur) Instituto Nacional de Ecología y Cambio Climático (INECC)

Bioindicadores: guardianes de nuestro futuro ambiental Primera edición: 2014 Diseño de portada e imagen: Hugo Arquímedes Carrillo

D.R. © El Colegio de la Frontera Sur (ECOSUR) Carretera Panamericana y Periférico Sur s/n Barrio de María Auxiliadora CP 29290 San Cristóbal de Las Casas, Chiapas www.ecosur.mx

Instituto Nacional de Ecología y Cambio Climático (INECC) Periférico sur 5000, Col. Insurgentes Cuicuilco, CP 04530. México, D.F. www.inecc.gob.mx

ISBN 978-607-8429-05-9 (edición digital) 978-607-8429-04-2 (edición impresa)

Se autoriza la reproducción del contenido de esta obra, siempre y cuando se cite la fuente

Impreso y hecho en México / Printed and made in Mexico

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24 El potencial del jaguar como especie sustituta en la conservación de ecosistemas tropicales The Jaguar potential as surrogate species in the conservation of tropical ecosystems Gerardo Ceballos, Heliot Zarza y José F. González-Maya

Resumen. Los grandes carnívoros pertenecen a uno de los grupos más susceptibles a la fragmentación y pérdida de hábitat. Entre los efectos inmediatos se observa no solo la reducción de sus áreas de distribución sino también de sus poblaciones, las cuales se vuelven más susceptibles a la extinción. Esta susceptibilidad sumada al carisma de estas especies, los hacen especialmente atractivos para ser usados como especies sombrilla o paraguas en iniciativas de conservación. El jaguar, el mayor depredador del Neotrópico, ha sido una especie emblemática utilizada en múltiples programas de conservación; sin embargo, existe cierta incertidumbre acerca de su funcionalidad como especie sustituta y en muchos casos ha sido potencialmente mal utilizada como herramienta de conservación. El objetivo de este capítulo es evaluar el uso del jaguar como especie sustituta en el trópico, sus aciertos y desaciertos y proponer un esquema de evaluación crítico de las condiciones en que podría ser usado como herramienta de conservación. A lo largo de América existen varios ejemplos exitosos del establecimiento de áreas prioritarias y corredores biológicos, donde el jaguar ha sido de gran utilidad en planificar a grandes escalas cuando el objetivo es asegurar amplias extensiones de hábitat. En cambio, no es necesariamente un buen indicador cuando se planifica a pequeñas escalas y cuando se busca evaluar o mitigar el impacto de actividades sobre procesos ecosistémicos como contaminación o extracción forestal, entre otros.

Palabras clave: Panthera onca, mamífero, vida silvestre, conservación, Neotrópico Abstract. Large carnivores are one of the most sensitive groups to fragmentation and loss of habitat. Range and populations size are promptly reduced which make the group to be more susceptible to extinction. This susceptibility together with the po503

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pular appeal of these species are used as umbrella species in conservation initiatives. The jaguar is the higher predator in the Neotropic and it has been a flagship species used in multiple programs of conservation; however, there is some uncertainty about its functionality as surrogate species and some studies has been used wrong as a conservation tool. The objective of this chapter is to evaluate the use of surrogate species as jaguar in the tropics, their strengths and weaknesses and propose a scheme of critical evaluation of the conditions under which it could be used as a conservation tool. Throughout America, there are several successful examples of the establishment of priority areas and biological corridors, where the jaguar has been very useful in planning at large scales when the objective is to secure large tracts of habitat. However, it is not necessarily a good indicator at small scales and when looking to evaluate the impact of activities on ecosystem processes such as pollution or logging.

Keywords: Panthera onca, mammal, wildlife, conservation, Neotropic

Los grandes carnívoros son uno de los grupos más susceptibles al cambio asociado con su hábitat debido a sus requerimientos ecológicos e historias de vida. Son especies que requieren de amplias extensiones de hábitat continuo y de un gran número de presas (Benson et al. 2006), por lo que la persistencia de sus poblaciones en ambientes modificados por actividades humanas se ha convertido en uno de las mayores preocupaciones en los últimos años y un reto de conservación (Noss et al. 1999; Ray et al. 2005; Ripple et al. 2014). Los efectos de la fragmentación y la pérdida de hábitat en los grandes carnívoros son visibles a diferentes escalas espaciales, donde uno de los efectos inmediatos es la pérdida de conectividad entre hábitats contiguos (Woodroffe 2000; Ceballos y Ehrlich 2002; Crooks 2002; Gaines et al. 2005). Esto genera que los grandes carnívoros no sólo reduzcan sus áreas de distribución sino también sus poblaciones, llegando a causar extinciones locales y finalmente el colapso de las mismas (Woodroffe y Ginsberg 1998; Crooks et al. 2011). A largo plazo, la fragmentación del hábitat afecta el flujo genético entre metapoblaciones, subpoblaciones vecinas de diferente tamaño, con una o más poblaciones centrales. Las poblaciones pequeñas generalmente son las más propensas a la extinción, ya que los factores intrínsecos y estocásticos (genéticos, demográficos y ambientales) aceleran su reducción (Primack et al. 2001; Norris 2004). Desde esta perspectiva, la conservación de los grandes carnívoros depende principalmente de dos acciones fundamentales: la generación de un conocimiento sólido sobre los requerimientos de hábitat de estas especies

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en ambientes dominados por actividades humanas y del cambio en la actitud humana y la existencia de mayor tolerancia hacia los grandes carnívoros (Woodroffe et al. 2005; Lindsey et al. 2013). Este conocimiento permitirá identificar áreas prioritarias de conservación y diseñar corredores biológicos con el objetivo de mitigar los impactos negativos que tiene la fragmentación del hábitat sobre los grandes carnívoros (Paquet 1996; Miquelle et al. 1999). Entre las estrategias de conservación implementadas durante el siglo pasado, sin duda la más utilizada fue el establecimiento de áreas protegidas (Ervin 2003). Sin embargo, la expansión de la frontera agropecuaria y la extracción forestal han sido los detonadores del cambio en el uso del suelo, que aunado a políticas públicas poco eficientes en materia de conservación, han generado que la matriz natural se transforme y con ello aumente el riesgo de que las áreas protegidas queden aisladas (Soulé y Terborgh 1999). Para contrarrestar tal efecto, se promueve el establecimiento de corredores biológicos que permitan la conectividad y el desplazamiento de especies entre fragmentos de mayor tamaño a lo largo de un paisaje dominado por actividades humanas (Rabinowitz 1992; Fabrizio et al. 2008). Dado que en gran medida la conservación de la biodiversidad está unida directamente a la conservación de las coberturas naturales, su conectividad y el mantenimiento de la dinámica natural de las poblaciones y ecosistemas, los grandes carnívoros juegan un papel fundamental (Ostfeld y Holt 2004). Este grupo al ser uno de los primeros afectados por la perdida y fragmentación de su hábitat, a la vez que posee una fuerte relación con comunidades saludables de presas y sus grandes requerimientos de área, pueden ser usados como herramientas de planificación. En este sentido, para el Neotrópico el jaguar es considerado el principal depredador y ocupa la mayor diversidad de hábitats, desde México hasta Argentina. Sus principales amenazas están relacionadas con la pérdida de hábitat y la competencia con humanos por espacio y recursos, y por ende ha sido usado como elemento focal de conservación a lo largo del continente pues puede representar a múltiples escalas las necesidades de protección. Sin embargo, a pesar de ser una especie carismática y haber sido usada extensivamente en conservación, aún existen numerosos interrogantes acerca de su efectividad y funcionalidad como especie sombrilla, bandera o en general sustituta. El objetivo de este capítulo es evaluar el uso del jaguar como especie indicadora en el trópico, sus aciertos y desaciertos y proponemos un esquema de evaluación crítico de las condiciones en que podría ser usado como herramienta de conservación.

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Uso del jaguar en conservación La realidad de la conservación en Latinoamérica, África y Asia es diferente a la existente en países desarrollados. Debido a ello, es imprescindible la generación de información para el diseño de estrategias de conservación y acciones a seguir, que contribuyan no sólo a la implementación de soluciones prácticas para salvar a los grandes carnívoros sino estrategias holísticas y participativas que salvaguarden la diversidad en general. A nivel global el uso de especies sustitutas (surrogate, por su término en inglés), especies que son usadas para representar a otras especies o algunos aspectos del ecosistema dentro del paisaje, puede realmente generar oportunidades únicas de conservación, manteniendo la funcionalidad de los ecosistemas y los procesos ecosistémicos que generan, con resultados tan variados como estrategias mismas (Joseph et al. 2011; Viquez-R et al. 2013). La selección de especies para este tipo de enfoques también incluye una amplia variedad de criterios, sin embargo, en ausencia de información, en general las especies carismáticas resultan las más atractivas (Simberloff 1998), incluso cuando su representatividad y significancia para otro grupos no sea clara (Caro et al. 2004; Verissimo et al. 2011a). Dentro de las especies que han sido principalmente utilizadas, los felinos ocupan un lugar preferencial dada su relevancia cultural y en general el atractivo que representa para diversas culturas humanas y su papel fundamental en el mantenimiento de los procesos ecológicos (Loveridge et al. 2010). Dentro de las iniciativas más conocidas a escala global están los esfuerzos basados en las necesidades de los tigres (Panthera tigris) como especie sombrilla en Asia (Wikramanayake et al. 2004, 2011) y más recientemente el uso del jaguar (Panthera onca) como especie indicadora para el establecimiento de áreas protegidas y corredores biológicos considerando sus requerimientos biológicos y de área, principalmente. Muchos de estos ejemplos han tenido buenos resultados en conservación, sin embargo, hasta la fecha no se ha evaluado este éxito de forma sistemática para evidenciar los aciertos y desaciertos, o para definir las principales consideraciones en este tipo de iniciativas. Entre los principales ejemplos de estrategias de conservación diseñadas a escala continental, multinacional y regional a lo largo de la distribución del jaguar se encuentran: Corredor Pantera (Kaiser 2001), Corredor del JaguarAmérica (Rabinowitz y Zeller 2010; Zeller et al. 2013), Jaguares sin frontera, México-Guatemala-Belice (CONANP 2012), Corredor Verde, Argentina-Brasil-Paraguay (Varela et al. 2005; Paviolo et al. 2008), Conservación del jaguar

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en la Península de Yucatán, México (Faller et al. 2007; Chávez y Zarza 2009), los Santuarios de Vida Silvestre, Belice (Rabinowitz y Nottingham 1986; Braun 2010), Corredor Biológico Osa, Costa Rica (Jiménez 2000) y el Plan de conservación de felinos del Caribe Colombiano (González-Maya et al. 2013). Todos los ejemplos anteriores han utilizado al jaguar, con excepción del Corredor Pantera que se basó en el puma para el establecimiento de áreas protegidas o corredores biológicos. Las propuestas se enfocaron en la planificación para el jaguar y asumiendo que su conservación asegura la protección de un amplio espectro de la biodiversidad dados sus requerimientos de área y hábitat. Sin embargo, pocos estudios se han enfocado en evaluar el verdadero impacto de estos enfoques en otros grupos (Caro et al. 2004). Hasta la fecha la mayoría se han enfocado en asegurar la conservación del jaguar por sí mismo, pero el enfoque de éste como especie indicadora per se aún carece de un sustento empírico real. A pesar de la incertidumbre acerca de la funcionalidad del jaguar en representar la biodiversidad, el atractivo que esta especie posee para programas de divulgación, educación y consecución de recursos, ha hecho que la especie sea considerada objeto de conservación en un gran número de iniciativas, principalmente en la planificación de áreas protegidas. Los anteriores casos de estudio han demostrado a lo largo del tiempo ser estrategias de conservación funcionales para la protección del jaguar. Sin embargo, presentan vacíos de información y en algunos casos no se han consolidado del todo para garantizar la viabilidad de las poblaciones de jaguar.

¿Cuándo usar y cuándo no usar al jaguar cómo especie indicadora? Dado su papel en el ecosistema, los grandes carnívoros a menudo son clasificados como especies sombrilla, ya que al proteger una amplia superficie, se conserva un número mayor de otras especies que poseen áreas de menor actividad (Sanderson et al. 2002). También han sido usados como especie clave donde su función es esencial para el mantenimiento del ecosistema y como especies indicadoras por ser sensibles a las condiciones ambientales y por lo tanto dan una señal temprana del estado de salud del ecosistema (Miller et al. 2001; Ostfeld y Holt 2004; Ritchie et al. 2012). Al ser depredadores tope tienen la capacidad de regular la distribución, abundancia y conducta de los animales de los cuales se alimentan, además de mantener la biodiversidad, los procesos ecológicos y funcionales del ecosistema (Terborgh et al. 1999; Miller et al. 2001; Sinclair et al. 2003; Steneck 2005). En ausencia de depredadores, se

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ha observado cómo los grandes herbívoros tienen la capacidad de modificar la estructura y composición del ecosistema en muy poco tiempo y con ello la pérdida de procesos ecosistémicos (Bressette et al. 2012; Eisenberg et al. 2013). En los últimos 50 años, por ejemplo, se ha documentado en la Isla de Barro Colorado, Panamá un aumento de las poblaciones de herbívoros medianos y grandes, como resultado de la extinción local de jaguares (Miller y Rabinowitz 2002; Terborgh 2005). Los grandes carnívoros han sido usados como especies indicadoras para evaluar el impacto de las perturbaciones antropogénicas a través del paisaje a gran escala (Soulé y Terborgh 1999). En Estados Unidos de América por ejemplo, específicamente en el sur de Florida, se ha usado al puma (Puma concolor coryi) como especie indicadora ya que su sobrevivencia a largo plazo depende en buena medida de las tierras privadas y de una serie de corredores que permiten el desplazamiento de individuos (Maehr 1990). Sin embargo, estos esfuerzos se hacen en ecosistemas donde la densidad de la población humana es baja y donde los apoyos financieros y políticos son sólidos (Breitenmoser et al. 2001). El jaguar como carnívoro y depredador tope cumple un papel fundamental en los ecosistemas que habita (Figura 1). Sin embargo, debido a que es una especie relativamente tolerante a la perturbación de su hábitat, posee una amplia plasticidad ecológica para ocupar varios ambientes y tiene un amplio espectro alimenticio (Figura 2). Por ende, existen múltiples situaciones en las que este no necesariamente sirve como especie focal o sustituta. Como ya se mencionó, el uso del jaguar a escalas mayores, cuando el objetivo de conservación es de naturaleza espacial, puede ser de mucha utilidad al facilitar procesos de protección de remanentes de hábitat o para el diseño de corredores biológicos entre grandes áreas. Sin embargo, a escalas menores, el jaguar no necesariamente representa de forma adecuada los procesos ecológicos que ocurren, o no necesariamente su presencia está asociada a la diversidad o salud de ensamblajes de otros grupos biológicos (Caro et al. 2004). Por ejemplo, el jaguar como depredador no es tan susceptible a los cambios en la diversidad o composición de especies del hábitat a pequeñas escalas, siendo fundamentalmente susceptible a la presencia de hábitat estructural. Es decir, independientemente de la composición de especies que conformen un bosque, la presencia del bosque mismo desde el punto de vista estructural (densidad, estratificación y cobertura) puede ser utilizado por la especie. Incluso, hallazgos recientes han encontrado que el jaguar puede utilizar áreas altamente intervenidas como monocultivos de palma, probablemente debido a que este cultivo presenta una

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Figura 1. Jaguar Panthera onca

Figura 2. Hábitat del jaguar, Selva mediana, Calakmul, Campeche.

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estructura vertical similar a un bosque sin estratos menores (Boron y Payán 2013). En este sentido, el uso del jaguar para planificar a escalas pequeñas y cuando se busca evaluar o mitigar el impacto de actividades puntuales sobre procesos ecosistémicos puede no ser ideal. Por ejemplo, a pesar de que recientemente se han encontrado rastros de contaminantes en la especie (p. ej. mercurio; Racero-Casarrubia et al. 2012), el jaguar puede no necesariamente ser un buen indicador de este tipo de disturbios, porque su respuesta a este tipo de intervenciones puede ser lenta o prolongada. Sin embargo, sí es altamente susceptible a la transformación del hábitat extensivo y especialmente a la pérdida de sus presas principales, donde la cacería intensiva de éstas puede considerarse una de las principales amenazas a la persistencia al largo plazo de poblaciones de jaguar (Carvalho-jr y Desbiez 2013). También se ha usado al jaguar en modelos espaciales para determinar corredores y áreas prioritarias a escala regional y continental, sin embargo es importante considerar una serie de variables tanto ambientales, biológicas y sociales que pueden estar determinando la presencia de la especie en la región, y no solo las variables climáticas. En especial en especies como el jaguar de amplia vagilidad y plasticidad ecológica y climática, ya que se podría sobreestimar una mayor superficie de presencia. En general, el jaguar puede ser de mayor utilidad en conservación cuando se planifica a grandes escalas, cuando el objetivo está en función de asegurar amplias extensiones de hábitat o cuando se busca reducir presiones como la cacería. No necesariamente es una especie clave o indicadora cuando se busca mitigar presiones a escalas menores o de baja resolución, como contaminación, extracción de especies vegetales, entre otros, donde su respuesta será probablemente más lenta que la de otras especies indicadoras mientras cuente con una base importante de presas y hábitat disponible.

¿Cómo usar efectivamente al jaguar? Como se mencionó anteriormente, el jaguar como depredador tope juega un papel fundamental en la dinámica de los ecosistemas, ejerciendo un fuerte control al regular las poblaciones de herbívoros (efecto “top-down”, Moreno et al. 2006), y por ende sobre la estructura del ecosistema mismo (Terborgh et al. 2001). En este sentido, a pesar de que el jaguar no es una especie altamente susceptible a variaciones climáticas o de hábitat, e incluso puede llegar a utilizar hábitats intervenidos para sus requerimientos básicos, su fuerte dependencia de una base sana de presas lo hacen potencialmente una herramienta útil para conservar ensamblajes completos de mamíferos, en especial de talla mediana y grande.

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Entendiendo los alcances, potencial y restricciones del uso del jaguar como especie sustituta (Víquez-R et al. 2013), se puede reducir la incertidumbre y obtener mejores resultados en términos de conservación del jaguar. Se deberán considerar una serie de supuestos, con el fin de que la planificación y uso de la especie reduzca al mínimo los potenciales resultados sesgados o perversos, i. e. selección de áreas no idóneas, entre otras, que por obvias razones no se esperan de una estrategia funcional de conservación. Existen numerosos ejemplos del uso inadecuado de especies sustitutas y sobre todo la discusión sobre los conceptos más adecuados aún continúa siendo un tema común en la literatura especializada (Joseph et al. 2011; Verissimo et al. 2011a, b). Sin embargo, independientemente de la conceptualización o las múltiples definiciones que se usen o en las que se base la selección de una especie, el concepto básico es que ésta debe ser eficiente y efectiva en cuanto a su impacto en planificación de conservación. Así, el uso del jaguar como especie sombrilla o bandera debe basarse principalmente en tres factores fundamentales ya mencionados: 1) su importancia como depredador tope y por ende su efecto fundamental en la dinámica ecosistémica; 2) los grandes requerimientos de hábitat lo hace de suma utilidad para planificar a escalas de paisaje; y 3) su cercana relación con humanos tanto positiva a nivel cultural como negativa de competencia por recursos y espacio así como el conflicto generado con unidades de producción pecuaria. El uso del jaguar como especie sustituta en el contexto de cualquiera de los factores mencionados o su combinación, puede ser una herramienta eficaz para la implementación de estrategias y políticas de conservación. El jaguar ha sido extensamente utilizado en planes, programas y estrategias de conservación en América, varias de estas iniciativas han sido exitosas en mayor o menor medida. Sin embargo, aún carecemos de métodos sistemáticos para evaluar el éxito puntual de cada una de ellas, o en sí del uso o maluso del jaguar. Lo que sí es claro es que a pesar de que todas las estrategias tienen en general algún aporte o beneficio en términos de conservación es posible que el uso del jaguar en todas estas no haya sido la mejor o más eficiente herramienta, o que incluso, en términos de los retornos de la inversión haya sido baja o nula. En este contexto, la consideración de los principales lineamientos para decidir cuándo usar o no al jaguar como especie sustituta puede ayudar a definir mejores y alcanzables metas de conservación, optimizando el uso de los escasos recursos que existen para la conservación. Una estrategia de conservación que considere utilizar al jaguar como especie clave, bandera o sombrilla debería seguir los siguientes pasos:

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1. Definir claramente los objetivos del plan, programa o estrategia, 2. Definir los recursos, actores y demás elementos humanos que la estrategia afectará o involucrará 3. Considerar la escala y resolución de los impactos que se esperan alcanzar 4. Evaluar las oportunidades y retos sobre los objetivos del plan, programa o estrategia y definir el papel potencial y la aplicabilidad de estrategias enfocadas en la conservación del jaguar y su efecto potencial sobre otras especies (Figura 3). Dado el amplio ámbito de distribución del jaguar y el vasto espectro de situaciones, sistemas y metas de conservación, cada estrategia deberá ser diseñada y ajustada a la escala de interés. Figura 3. Elementos a considerar en estrategias de conservación que consideren el uso del jaguar como especie sustituta

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¿Qué nos falta por probar? A pesar de los numerosos estudios realizados sobre el jaguar, la mayoría han estado enfocados en aspectos básicos de su ecología, estimaciones de abundancia, distribución y densidades, así como en la magnitud, solución y distribución de los conflictos con la ganadería (Medellín et al. 2002; Maffei et al. 2011; Desbiez y de Paula 2012). A pesar de las pocas evidencias científicas del papel o potencial de los grandes depredadores como especies sombrilla, indicadoras o sustitutas ideales (Sergio et al. 2008), el jaguar puede ser utilizado más por sus características carismáticas y sus grandes requerimientos de área. En este sentido, debe considerarse con cuidado la selección del jaguar como especie indicadora para programas de conservación, debido a los requerimientos específicos del jaguar, escalas macro, por lo que no necesariamente son de utilidad a escalas menores a las de paisaje (Caro et al. 2004). Dentro de las principales necesidades en términos de investigación para evaluar el papel del jaguar como especie sustituta, definimos cinco macrotemas que deben ser abordados para mejorar la resolución y el apoyo conceptual de las estrategias de conservación que usen a la especie. A continuación delineamos los temas y los tópicos que requieren de atención prioritaria. 1. Ecología a. Uso de hábitats fragmentados, hábitats de borde, ecotonos y matrices agrícolas i Frecuencia, preferencias, patrones de actividad. ii Conectividad. b. Dieta y hábitos alimentarios en sistemas intervenidos. c. Interacciones inter e intraespecíficas. i Magnitud, dependencia e interacciones dinámicas. 2. Funcionalidad del jaguar a. Papel ecológico del jaguar en los ecosistemas. b. Relación entre el jaguar y niveles tróficos inferiores. c. Efecto de la ausencia del jaguar en la dinámica ecosistémica. d. Magnitud del efecto “top-down”. 3. Representatividad de otras especies a. Representatividad de especies y ecosistemas en zonas con presencia/ausencia de jaguar. b. Tipos de ecosistemas, meso y micro hábitat en áreas de actividades vitales del jaguar.

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4. Susceptibilidad a amenazas a. Susceptibilidad y respuesta a amenazas a diferentes escalas. b. Respuestas poblacionales a intervenciones. c. Viabilidad a largo plazo de poblaciones bajo diferentes niveles y tipos de intervención. 5 Estrategias de conservación a. Efectividad de las estrategias que han usado al jaguar. b. Eficiencia de las inversiones usando al jaguar como especie focal. c. Lecciones aprendidas.

Conclusiones Evaluamos y proponemos las condiciones y características del jaguar para ser usado como especie indicadora en el trópico y sus potenciales aciertos y desaciertos como herramienta de conservación para el establecimiento de planes, programas y estrategias de acción para garantizar la sobrevivencia de la especie a largo plazo. Los ejemplos expuestos demuestran el valor y relevancia que tiene el jaguar como especie clave y su papel en la planificación de estrategias de conservación observando que puede ser un buen indicador a grandes escalas, cuando se desea analizar grandes extensiones de hábitat. En cambio, cuando se trabaja a pequeñas escalas o con una alta resolución del paisaje, deja de ser necesariamente un buen indicador. Debido a lo anterior debe tomarse con cautela la aplicabilidad y su uso en los modelos de conservación, ya que puede ser altamente específica si lo que se pretende es obtener resultados de las estrategias de conservación implementadas. Por otra parte, deben empatarse las agendas ambientales entre los países involucrados para establecer acuerdos y planes o programas multinacionales para la conservación del jaguar y de la biodiversidad regional, entendiendo que la diversidad biótica no se atañe a fronteras políticas y por el contrario las amenazas en muchas ocasiones si son compartidas. Además, la voluntad política no siempre fluye como la voluntad de las organizaciones civiles y la academia, por lo que debe ser un elemento fundamental de cualquier estrategia. El éxito de las estrategias de conservación no sólo depende de factores biológicos, sino culturales, sociales y económicos de la población humana local que coexiste con los jaguares, por lo que futuras estrategias deben incorporar la mayor transdisciplinariedad posible con el fin de maximizar los retornos de las inversiones de los escasos recursos para mantener la diversidad biótica del planeta.

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Agradecimientos. Nuestro agradecimiento a todas las personas e instituciones que han aportado a la conservación del jaguar. Agradecemos al Programa de Apoyo a Proyectos de Investigación e Innovación Tecnológica Proyecto No. IN 211811-3 de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM). A Pro-CAT Colombia y The Sierra to Sea Institute por todas las facilidades brindadas. Este trabajo contribuye parcialmente al cumplimiento en el Programa de Posgrado en Ciencias Biológicas y del Posgrado en Ciencias Biomédicas de la UNAM. H. Zarza y J.F. González-Maya agradecen la beca (103123 y 255983, respectivamente) otorgada por el Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología (Conacyt), así por el apoyo brindado por la UNAM.

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a contaminación ambiental, las especies exóticas invasoras y el cambio climático global entre otros, pueden alterar de manera severa la estabilidad de los ecosistemas y por ende a la biodiversidad que en ellos habita. En consecuencia, es imperativo identificar de manera temprana las señales que nos permitan impedir que dichos daños sean irremediables, ya que las consecuencias que implica la destrucción de los ecosistemas son incalculables. Por otro lado, su restauración o rehabilitación implica altos costos y es poco probable que se alcance el mismo estado inicial de los ecosistemas. La sensibilidad mostrada por las especies indicadoras ante disturbios ambientales, cuantificados a través de las modificaciones de sus patrones conductuales, de distribución y abundancia, así como en sus alteraciones genéticas, bioquímicas, fisiológicas y morfológicas, han probado ser una herramienta confiable en la detección de disturbios ambientales de tan baja intensidad que no pueden ser detectados por otros medios.. Además, la información que pueden proveer los organismos bioindicadores es de suma utilidad para orientar las políticas públicas en materia de conservación y protección de los ecosistemas. Te invitamos a conocer las ventajas y en algunos casos desventajas del uso de los organismos bioindicadores para evaluar distintos tipos de perturbaciones ambientales y las técnicas necesarias para hacerlo con éxito. En un futuro cercano, estas especies jugarán un papel primordial en la preservación de nuestros recursos naturales y dada nuestra íntima interdependencia, también determinarán en buena medida, nuestra propia existencia.

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