El poder local de posguerra: Parafascismo, clientelismo y (re)construcción de instituciones extractivas en Antonio Barragán (coord) La articulación del franquismo en Andalucía

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Descripción

El poder local de postguerra: Parafascismo, clientelismo y (re)construcción de instituciones extractivas Óscar Rodríguez Barreira Universidad de Almería Hombres de España: ni el pasado ha muerto ni está el mañana, ni el ayer escrito. -Antonio Machado-

Probablemente una de las mayores frustraciones o insatisfacciones de dedicarse a la investigación histórica tiene que ver con la importancia y trascendencia que, al menos en nuestros inicios, los profesionales concedemos al peso de la historia en nuestra realidad presente y la escasa consideración que ya no sólo la sociedad concede a nuestros trabajos sino, sobre todo, que los medios de comunicación y las administraciones suelen dar a la disciplina. Así, mientras otras ciencias sociales –como la economía, la politología o la sociología– disfrutan de la consideración de ser ciencias útiles, prácticas –incluso, a veces, predictivas– resulta muy frecuente que se desdeñe a la historiografía como algo sin utilidad para el presente –más allá del saber erudito o de la necesidad, ideológicamente guiada, de realzar o vituperar la acción de personajes pasados–. Hoy vivimos uno de esos momentos. A la explosión del fenómeno de la Memoria Histórica le ha seguido un periodo de abulia, en el mejor de los casos, desconsideración, en otros, e incluso hostilidad, en el peor de ellos, por la investigación de nuestro pasado reciente. Las múltiples razones para la extensión de estas actitudes serían un buen motivo para la celebración de, como mínimo, otro Seminario sin embargo no creo que puedan desligarse ni de la caída en desgracia del gobierno Zapatero –y la abrumadora victoria en las elecciones del actual gobierno conservador– ni, sobre todo, de la violenta crisis económica e institucional que desde 2008 asola el país y el continente. Mientras los escándalos de corrupción salpican a todas y cada una de las instituciones – monarquía, partidos políticos, sindicatos, magistratura…– y el conservadurismo alemán se apodera de la Unión Europea convirtiendo a los países de Europa meridional en chivos expiatorios de una crisis bursátil con responsabilidades compartidas, los ciudadanos ven cómo sus derechos y prestaciones sociales son inexorablemente suprimidos o recortados. En una situación así no puede extrañar ni que crezcan las actitudes antieuropeas y nacionalistas ni que se reaccione con hostilidad hacia cualquier gasto que no se considere estrictamente necesario y/o…. útil.1



Estas páginas recogen y reelaboran algunos datos y conclusiones que he utilizado y defendido en Miserias del poder. Los poderes locales y el Nuevo Estado franquista. Valencia, PUV, 2013 y en “The Many Heads of the Hydra: Local Parafascism in Spain and Europe, 1936-50”, Journal of Contemporary History 49-4, 2014, pp. 702-726. Agradezco la lectura crítica, comentarios y aportaciones realizados por Sofía Rodríguez y Antonio Cazorla así como por los asistentes al Taller Seminario del CENTRA celebrado en Coria del Río el jueves 20 de marzo de 2014. Obviamente, cualquier error es de mi responsabilidad. 1 Sobre el desprestigio de la política y de las instituciones en que se sustenta nuestra democracia –en la que según los datos ocho de cada diez andaluces no confían en el sistema judicial–véanse las últimas encuestas sobre actitudes y valores del Centro de Investigaciones Sociológicas (CIS) o la propia Encuesta sobre la Realidad Social Andaluza del CENTRA. Ética pública y corrupción. Estudio 2826. Madrid, CIS, diciembre de 2009; Cultura política de los jóvenes. Estudio 2919. Madrid, CIS, noviembre de 2011. Preferencias sobre los procesos de toma de decisiones políticas. Estudio 2.860. Madrid, CIS, enero-

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Así, una situación que guarda grandes paralelismos con la crisis y fenómenos sociales que dieron origen a los conflictos que estudiamos debería ser un buen momento para que los historiadores de la guerra civil y el franquismo acerquemos nuestros relatos a las preguntas y problemas con los que se debate la sociedad. Al margen de lo justa o injusta que sea la percepción sobre nuestra labor, sí parece un buen momento para intentar acercar nuestro trabajo a la sociedad, también para adaptar nuestros relatos a los problemas y situaciones que ésta siente como acuciantes. Este ensayo camina en este sentido. Tomando como objeto de estudio la (re)construcción del poder local durante la postguerra plantearemos que ese proceso no sólo tiene parangón con lo acaecido en otras sociedades próximas –como la portuguesa, italiana o helena– o que puede ser calificado como la construcción de un modelo de poder local parafascista, sino que también suponen la consolidación en el poder de élites políticas y económicas extractivas y la construcción de instituciones políticas y económicas depredadoras.2 En otros lugares ya hemos defendido la pertinencia de calificar como parafascista el modelo de poder local franquista. Además de las similitudes con otros casos así considerados, creemos que este concepto resulta muy útil en la medida que, de momento, es todavía un concepto en construcción. El parafascismo, tal y como lo ha definido su creador Roger Griffin, es más un concepto en negativo –en contraste con el verdadero y genuino fascismo– que uno definido por unas características propias. Creemos que este vacío semántico nos ofrece la oportunidad para dotar de contenido un concepto, por otro lado, lo suficientemente flexible para incluir un fenómeno tan importante y operativo como el caciquismo. Así, en este ensayo narraremos el proceso de unificación personal de cargos locales y provinciales interpretándolo como propio del parafascismo y como una reestructuración del clientelismo.3 Para ello nos serviremos del caso almeriense si bien también utilizaremos datos del resto del Estado y lo compararemos con estudios locales de otras provincias y países. La realidad, ya conocida, de la que partiremos será la proliferación de conflictos entre los responsables de locales de FET-JONS y los alcaldes y gobernadores civiles en la más inmediata postguerra. Pasemos a ello. 1. La unificación de cargos locales y provinciales como reconstrucción de instituciones extractivas. Los conflictos por el poder local se extendieron como una mancha de aceite en la

febrero de 2011; Barómetro de noviembre de 2013. Estudio 3005. Madrid, CIS, 2013; Barómetro de junio de 2014. Estudio 2990. Madrid, CIS, 2014 y ¿Qué pensamos de la justicia?, Sevilla, CENTRA, 2014. 2 ACEMOGLU, D. y ROBINSON, J. Por qué fracasan los países. Los orígenes del poder, la prósperidad y la pobreza, Barcelona, Deusto, 2012, GRIFFIN, R. The Nature of Fascism. London, Routledge, 1993 y SAZ, I. Fascismo y franquismo. Valencia, PUV, 2004. Buenos estados de la cuestión sobre el tema de los poderes locales bajo el franquismo en SANZ HOYA, J. “Jerarcas, caciques y otros camaradas. El estudio de los poderes locales en el primer franquismo”, Historia del Presente, 15, 2010, 9-26 y, del mismo autor, “Los hombres de Franco: sobre los cuadros locales de la dictadura” en DEL ARCO, M.Á. et alii (eds.): No solo miedo. Actitudes políticas y opinión popular bajo la dictadura franquista (1936-1977), Granada, Comares, 2014, 83-96. 3 RODRÍGUEZ BARREIRA, Ó. “The Many Heads of the Hydra: Local Parafascism in Spain and Europe, 1936-50”, Journal of Contemporary History, 49-4, 2014, pp. 702-726, GRIFFIN, R. “Stating the Nation’s Rebirth: the Politics and Aesthetics of Performance in the Context of Fascist Studies” en BERGHAUS, Günther (ed.): Fascism and Theatre: The Politics and Aesthetics of Performance in the Era of Fascism, Oxford, Bergham Books, 1994, 11-29 y SAZ, I. “¿Dónde está el otro? O sobre qué eran los que no eran fascistas” en MELLÓN J.A. (coord.): El fascismo clásico (1919-1945) y sus epígonos, Madrid, Tecnos, 2012, 155-190.

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España de postguerra.4 Por norma general estos tuvieron su máxima expresión en las luchas entre jefes provinciales de FET-JONS y gobernadores civiles por la designación del personal que debía poblar los ayuntamientos. Se trataba de una lucha desigual ya que los gobernadores civiles atesoraban todo el poder en estos nombramientos dejando únicamente, y al igual que al Nasjonal Samling (el partido colaboracionista noruego durante la ocupación), a FET-JONS la función de asesorar. Dado que durante la Guerra Civil y primeros meses de 1939 la mayor parte de gobiernos civiles estaban en manos de militares y viejos políticos las protestas de FET-JONS no tardaron en aparecer. La situación de desprotección del partido ante el poder del Gobierno Civil, en unos momentos de tensiones entre ambas instituciones, llegó a tal punto que el Ministerio de la Gobernación emitió una circular instando a los gobernadores civiles a que antes de sancionar a cualquier jerarquía del partido se informara de ello a su respectivo jefe provincial para que, en aras de evitar el desprestigio del partido, éste lo destituyera.5 Tabla 1. FET-JONS en las provincias del Sur (1940-1949) 1940 Albacete Alicante Almería Badajoz Cádiz C. Real Córdoba

1949

1940

Militantes

% Pob

Militantes

% Pob.

13.082 11.936 22.008 48.414 12.574 21.391 26.926

3,49 1,96 6,12 6,51 2,09 4,03 3,53

10.386 18.725 18806 32.144 10.791 21.063 17.067

2,61 2,95 5,26 3,94 1,54 3,71 2,18

Granada Huelva Jaén Málaga Murcia Sevilla

1949

Militantes

% Pob.

Militantes

% Pob.

50.092 20.223 33.843 35.185 12.099 43.337

6,79 5,51 4,5 5,19 1,68 4,5

46.436 22.485 19.645 28216 17405 -

5,93 6,11 2,56 3,76 2,3 -

Fuente. Archivo General de la Administración (AGA). Presidencia. DNP. 51-20509, 51-20742 a 51-20752 e INE. Censos de población 1940 y 1950. Elaboración Propia

Esta conflictividad se explicó entonces, y aún hoy, como una lucha de FET-JONS contra la derecha tradicional por el poder. La estrategia seguida por el partido fue muy similar a la del fascismo belga denunciando a los alcaldes como viejos políticos y su gestión como ineficaz y corrupta. En Alicante, por ejemplo, el jefe provincial denunció la obstrucción de los alcaldes al partido solicitando la sustitución de las gestoras que se encontraban anormalmente constituidas. La protesta no encontró respuesta por lo que Falange radicalizó sus críticas denunciando graves irregularidades en materia de abastos. En Aragón también se produjeron choques entre los gobernadores civiles y jefes provinciales de Zaragoza o Teruel. Estos conflictos venían causados por el ostracismo de FET-JONS en el control de una administración local dominada por caciques. Lo mismo ocurrió en Almería, Granada y en otras provincias de Castilla o Galicia donde Falange denunciaba el retorno de un caciquismo ancestral y arrollador. Las denuncias no pretendían tanto acabar con las irregularidades como desprestigiar y anular al adversario político. Por esta razón cuando la solución adoptada era sustituir a los gestores pero los nuevos no eran los que Falange deseaba ésta, por norma general, redoblaba la intensidad de su campaña añadiendo además el deseo de que se unificara en la misma persona el cargo de gobernador civil y el de jefe provincial.6 4

CAZORLA, A. “Dictatorship from Below: Local Politics in the Making of the Francoist State, 19371948”, The Journal of Modern History, 71-4, (1999), pp. 882-901. 5 Archivo Histórico Provincial de Almería (AHPAl). Circulares Gobierno Civil, GCB-274. Circular del Ministerio de la Gobernación. 10-7-1939. 6 WOUTERS, N. “New Order and Good Government: Municipal Administration in Belgium” Contemporary European History, 13/4, 2004, 389-407 SANZ, D. La implantación del franquismo en

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Las pugnas fueron, pues, lo cotidiano. Éstas se generaron de abajo hacia arriba, desde los ayuntamientos hasta el Ministerio de la Gobernación pasando por los Gobiernos Civiles, debido a los múltiples enfrentamientos de poder en las pequeñas localidades. Los falangistas en las capitales de provincia interpretaron estos pugnas de acuerdo a su identidad, e interés, explicándolas como una lucha entre el fascismo acorralado por la reacción. En esta tesitura y dado que el partido no tenía poder ejecutivo solicitaron la unificación de cargos provinciales y locales. Tenían la esperanza de que ésta sería la vía de acceso al poder ya que esperaban que se nombraran gobernadores civiles falangistas y conseguir así que, como en Italia, la fascistización se intensificara.7 El principal problema de este relato, y de esta estrategia, es que en muchas ocasiones la propia Falange estaba invadida de caciques que utilizaban la organización para continuar antiguas luchas en una España donde la realidad banderiza era la cultura política dominante –algo también usual en Italia y Portugal–.8 “En no pocas ocasiones, los nuevos falangistas aunque no pertenecieran a las antiguas elites dirigentes, podían estar conectados con ellas por medio de lazos familiares o afectivos. También por esas solidaridades verticales tan abundantes en el medio rural que, en muchos casos, encubrían una fuerte dependencia de los más débiles con respecto a los más poderosos” 9

Aunque hubo fascistas que apostaron por la fascistización, la heterogénea, y débil, implantación del partido, la debilidad y conflictividad de los liderazgos dentro de una FET-JONS ya reestructurada por la dictadura y la persistencia de una cultura política clientelar en todo el territorio tornan el conflicto en algo más que un intento de Falange de hacerse con el poder siguiendo la vía italiana. La solución al problema fue la que solicitó FET-JONS: la unificación en una sola persona del liderazgo local y provincial del partido y el Estado –algo que, pese al deseo de Farinacci, no sucedió en Italia hasta la República de Saló–. Esta política, que se realizó de facto y sin darle carácter de ley, y cierta renovación del personal político de los ayuntamientos ha servido como argumento para que enfatizar el poder de una Falange que, supuestamente, habría conseguido fascistizar la administración a nivel local. Nuestra interpretación es diferente. La unificación de cargos no se produjo convirtiendo en gobernadores civiles a los jefes provinciales que habían denunciado las irregularidades y corruptelas, ni tan siquiera se promocionó a otros falangistas menos intransigentes y escandalosos sino que se eligieron nuevos gobernadores civiles, por norma general militares o juristas de carrera, Alicante. El papel del Gobierno Civil (1939-1946), Alicante, UA, 1999, GONZÁLEZ, D. Los hombres de la dictadura. Personal político franquista en Castilla-La Mancha, 1939-1945, Ciudad Real, Almud, 2007 y CENARRO, Á. Cruzados y camisas azules. Los orígenes del franquismo en Aragón, 1936-1945, Zaragoza, PUZ, 1997. 7 MORGAN, Ph. “The Prefects and Party-state Relations in Italian Fascism”, Journal of Modern Italian Studies, 3, 1998, 241-272, GENTILE, E. La via italiana al totalitarismo. El partido y el Estado en el régimen fascista. Buenos Aires, Siglo XXI, 2005, SANZ HOYA, J. “El partido fascista y la conformación del personal político local al servicio de las dictaduras de Mussolini y Franco”, Historia Social, 72, 2011, 107-124. 8 WEINGROD, A. “Patrons, Patronage, and Political Parties”, Comparative Studies in Society and History, 10, 1968, 377-400, RAMOS, R. “O Estado Novo perante os poderes periféricos: o governo de Assis Gonçalves em Vila Real (1934-39)” Análise Social, 90, 1986, 109-135 y CAZORLA, A. Las políticas de la victoria. La consolidación del Nuevo Estado franquista (1938-1953). Madrid, Marcial Pons, 2000. 9 CENARRO, Á. “Instituciones y poder local en el Nuevo Estado” en JULIÁ, S. (coord.): República y Guerra en España (1931-1939), Madrid, Espasa-Calpe, 2006, p. 335.

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que, fueran o no fascistas, se adueñaron del partido a nivel provincial. Lo mismo sucedería a nivel local donde las jefaturas de Falange pasaron, casi siempre, a manos de los alcaldes quienes, por norma general, no eran falangistas (Gráficas 1 y 2).10 Gráfica 1. Militancia previa de Jefes Locales de FET-JONS, 1943 Toledo

Cádiz

Almería 0% Camisa Vieja

33,97%

66,03%

37,34%

62,66%

39,67%

10% 20% Camisa Nueva

60,33%

30%

40% 50% 60% 70% 80% 90% 100% Fuente. AGA. Presidencia. DNP. 51-20628 y 51-20632. Elaboración propia

Resulta, además, sintomático que esta política se ensayara en primer lugar en las provincias donde Falange era más fuerte o contaba con grupos y liderazgos carismáticos (Sevilla, Santander, Valladolid…). La intención, pues, no era potenciar al partido sino silenciarlo. Con la unificación personal de cargos provinciales y locales la dictadura convertía cualquier signo público de disidencia en una quimera. A partir de entonces los informes y correspondencia interna del partido se llenaron de informes triunfales y monótonas estadísticas. Cualquier discordancia con el gobernador civil (y jefe provincial) podía suponer la inmediata destitución. No obstante, ocasionalmente, las críticas a los alcaldes y, en menor medida, gobernadores civiles provinieron de delegaciones de FET-JONS como el Frente de Juventudes o la CNS. 11 Sin embargo, la crítica pública apenas era posible y sólo podía demostrarse de manera elusiva o a través de cauces no oficiales. Falange abandonaba cualquier rol dinámico para convertirse en una burocracia paralela. Como se preguntaba un jefe provincial en junio de 1943: “¿Para qué nos sirve esa masa de afiliados? […] Todo ese tinglado es una farsa. No nos dan su apoyo moral y cuando más deben considerarse como meros simpatizantes”.12

10

Entre las personas que ocuparon el cargo de gobernador civil en las provincias andaluzas durante la década de los cuarenta destacan los juristas –cuatro notarios, un magistrado, tres abogados del estado…– y los militares –sobre todo de infantería– si bien también nos encontramos con arquitectos y algún catedrático de Universidad. PONCE, J. (coord.). Guerra, franquismo y transición. Los gobernadores civiles en Andalucía (1936-1979), Sevilla, CENTRA, 2008 y MARÍN, M. “Los gobernadores civiles del franquismo 1936-1963: seis personajes en busca de autor”, Historia y Política, 29, 2013, 269-299. 11 RODRÍGUEZ BARREIRA, Ó y LANERO, D. “Juventud y campesinado en las Falanges rurales. España, 1939-50”, Historia Agraria, 62, 2014, 177-216, PALOMARES, J.Mª. El primer franquismo en Valladolid, Valladolid, UV, 2002. TUSELL, J. Franco en la Guerra Civil. Una biografía política, Barcelona, Tusquets, 1992 SANZ HOYA, J. La construcción de la dictadura franquista en Cantabria. Santander, UC, 2008 y, del mismo autor, “FET-JONS en Cantabria y el papel del partido único en la dictadura franquista”, Ayer, 54, 2004, 281-303. 12 AGA. Presidencia. DNP. 51-20614. Informe del Jefe Provincial, 7-6-1943.

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Gráfica 2. Profesión de los gobernadores civiles. Andalucía, 1939-1951 Otros 19%

Militares 42%

Juristas 39%

Fuente: PONCE, J. (coord). Guerra, franquismo... Elaboración propia.

La unificación de cargos supuso la construcción de un nuevo modelo de articulación del clientelismo. Con la concentración de poderes en una sola persona, y su articulación en torno a la administración y FET-JONS, la dictadura reconfiguró un modelo de clientelismo de Estado y partido único –algo ya ensayado durante la dictadura de Primo de Rivera– que ocultaba las luchas banderizas en el seno del partido único y del Estado. Además de conseguir el sometimiento de Falange, la función de los gobernadores civiles y alcaldes sería insertar las redes clientelares en el nuevo marco de relaciones permitiendo una convivencia, o conflictividad soterrada, con otras redes y con los recién llegados: los falangistas. Este sistema, similar al portugués, ocultaba la política en penumbra y profundizaba en la sinergia entre élites económicas y políticas profundizando y perfeccionando la (re)construcción de unas instituciones extractivas. La lógica de éstas era clara: acumular el mayor poder con el menor control posible. Un control que únicamente dependía de los organismos superiores y del equilibrio entre las fuerzas y redes locales que se integraban o desechaban en las instituciones en función del momento y de su necesidad.13 Para desarrollar este modelo resultaron muy útiles los profesionales liberales y los técnicos que actuaron como puentes entre las elites tradicionales y el Nuevo Estado. Este modelo se consolidaría con la implantación, en 1947, de la Ley de Bases de Régimen Local de 1945 que no sólo facilitó una renovación constante del personal político local sino que también institucionalizó la integración del clientelismo a través de la burocracia sindical y los colegios profesionales.14 Fue así como se conjugó lo viejo y lo nuevo creando un modelo de poder local parafascista que, como ha defendido Aristotle Kallis, adopta cierta fisionomía fascista pero coopera con los conservadores aunque coopte a algunos fascistas. Este tipo de 13

ACEMOGLU, D. y ROBINSON, J. Por qué fracasan… ROBLES EGEA, A. (ed.) Política en penumbra: patronazgo y clientelismo políticos en la España contemporánea, Madrid, Siglo XXI, 1996 y OPELLO Jr., W. “Local Government and Political Culture in a Portuguese Rural County”, Comparative Politics, 13/2, 1981, 271-289. 14 LANERO, D. Historia dun ermo asociativo. Labregos, sindicatos verticais e políticas agrarias en Galicia baixo o franquismo, A Coruña, TresCtres, 2011; BERNAL, F. El sindicalismo vertical. Burocracia, control laboral y representación de intereses en la España franquista (1936-1951), Madrid, CEPC, 2010 y GONZÁLEZ D. “Coaliciones de sangre en el poder político local. Castilla-La Mancha, 1939-1945”, Ayer 73, 2009, 215-244.

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sistemas garantizan continuidad y estabilidad si bien apenas son capaces de ocultar la continuidad que suponen respecto a la vieja política y a la concepción del Estado como un mero instrumento de extracción de rentas. “Voluntary fascistization, based on the appropriation of selective fascist commodities from above and within, ensured a higher degree of continuity and stability with minimal risk of any shift of power away from the traditional centres of power; yet the new veneer could not mask the uninterrupted continuities with the past, flawed political system”15

Una última característica del parafascismo a nivel local, compartida con los fascismos, fue el proceso de concentración de poder en la figura de los gobernadores civiles y alcaldes o caudillización del poder local. Sin embargo, y como muestra el ejemplo noruego, el fenómeno de caudillización no tiene por qué llevar directamente a la radicalización sino que, en función del personal escogido para los altos cargos, puede tener diferentes consecuencias. En este tipo de sistemas los concejales de los ayuntamientos serán únicamente comparsas dado que todo el poder lo poseen los alcaldes. Esta circunstancia daba mayor flexibilidad al sistema ya que permitía que en localidades y regiones en las que el partido fascista era fuerte el poder administrativo fuera ejercido, o no, por alguien en sintonía mientras que en otras tuviera otro perfil. 16 El modelo parafascista abre así la ventana para la coexistencia de diferentes equilibrios tanto políticos como regionales y temporales permitiendo procesos de fascistización y desfascistización de ida y vuelta.17 Un sistema que también permite la concentración del poder, y perpetuación en él durante largos periodos de tiempo, de pocas personas –un elemento muy importante para la consolidación de redes clientelares–. Así, a la altura de 1952 casi el 30% de los alcaldes de la provincia de Almería lo eran desde, como mínimo, siete años atrás mientras que el 20% llevaban, como mínimo, nueve años en el cargo. Tres años después, en 1955, todavía continuaban como primeros ediles el 35% de ellos (Gráfica 3).18

15

KALLIS, A. “Fascism, Parafascism and Fascistization: On the Similarities of Three Conceptual Categories”, European History Quaterly, 33-2, 2003, 219-249 y, del mismo autor, “The Regime-Model of Fascism: A Tipology”, European History Quaterly, 30-1, 2000, 77-104. El deseo de conectar corporativamente con los sectores productivos locales fue también característico en Vichy o Portugal, sirva de muestra la Corporation Paysanne, si bien la integración de antiguos políticos y notables en el poder local tomó múltiples caminos como, por ejemplo, a través de los Conseils Generaux. PAXTON, R. French Peasant Fascism: Henry Dorgeres Greenshirts and the Crises of French Agriculture 1929-1939. Oxford, Oxford University Press, 1997. ATRUX M. y BAPTISTE, M. “Por una historia social de la Corporation Paysanne (Francia 1930-1970)”, Ayer, 83, 2011, 27-52 y FREIRE, D. “Estado Corporativo em acção: sociedade rural e construção da rede de Casas do Povo” en ROSAS, FERNANDO y GARRIDO, ÁLVARO (eds): Corporativismo, Fascismos e Estado Novo, Coimbra, Almedina, 2012. 16 CANALES A. “Las lógicas de la victoria. Modelos de funcionamiento político local bajo el primer franquismo”, Historia Social, 56, 2006, 111-130 y DEL ARCO, M.Á. “Hombres nuevos. El personal político del primer franquismo en el mundo rural del sureste español (1936-1951)”. Ayer, 65, 2007, 237267. 17 Bélgica, en cambio, fue un ejemplo de radicalización –al contrario que los Países Bajos– WOUTERS, N. “Municipal Government during the Occupation (1940-5): A comparative model of Belgium, the Netherlands and France” European History Quaterly, 36/2, 2006, 221-246. 18 Significativos por su longevidad fueron alcaldes como el comerciante de Tíjola Manuel Sánchez Jiménez, el maestro de Viator Joaquín Visiedo Álvarez, el propietario de Terque Emiliano Martínez Amat o el abogado de Purchena Antonio Jurado Jiménez. AHPAl. Gobierno Civil. Comisiones Gestoras. 3954.

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Gráfica 3. Longevidad en el cargo de los alcaldes. Almería,1952

Número de Años

71,72%

0% Menos de 7 años 10 a 11 años

10%

20%

7 a 9 años 12 o más años

30%

40%

13,13%

50%

60%

70%

80%

7,07%

90%

8,08%

100%

Fuente. AHPAl. Gobierno Civil. Comisiones Gestoras. 3948 y 3954. Elaboración propia

Este sistema no fascistizó la sociedad pero sí logró encuadrar los apoyos sociales en Falange y homogeneizar su implantación en todo el Estado. Aquel partido que antes de la Guerra Civil tenía una implantación débil y muy desigual en la geografía española y andaluza19 estimaba, en diciembre de 1940, que contaba con más de 996.389 afiliados. Nueve años después las cifras habían variado poco aunque sí su distribución espacial (véase Mapas 1 y 2 y Tabla 1).20 Mapa 1. Porcentaje de afiliación a FET-JONS por provincias, 1940

Fuente. Véase Tabla 1. Elaboración propia.

19

PAREJO, J.A. Las piezas perdidas de la Falange: el Sur de España, Sevilla, US, 2008 y, del mismo autor, La Falange en la Sierra Norte de Sevilla (1934-1956), Sevilla, US-Ateneo, 2004; LAZO, A. Retrato de fascismo rural en Sevilla, Sevilla, US, 1998; GONZÁLEZ, J.I. La Falange y sus hombres en la provincial de Huelva. Valverde del Camino, 1936-1946. Huelva, UHU, 2012 y QUIROSA, R. Católicos, monárquicos y fascistas en Almería durante la Segunda República, Almería, UAL-IEA, 1998. 20 AGA. Presidencia. DNP. 51-20509 y del 51-20742 al 51-20752. La discusión sobre el centralismo del poder local fascista ya llamó la atención a los observadores contemporáneos. MC ELLIGOTT, A. Contested City. Municipal Politics and the Rise of Nazism in Altona, 1917-1937, Ann Arbor, University of Michigan Press, 1998.

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En cualquier caso, esta norma general –la caudillización– debe matizarse. Hay que tener en cuenta que el ejército fue un poder omnipresente en todos los ámbitos durante los años 40. Los gobernadores civiles sabían que debían cuidar de no generar suspicacias en sus homólogos militares. También debían generar el menor descontento posible en su territorio ya que las élites locales tenían conexiones en el gobierno central que podían provocar su destitución. Algo similar ocurría, aunque en menor medida, con su propia burocracia o con la Iglesia. En definitiva, se trata de un sistema flexible con un complejo, e irregular, equilibrio cuya aplicación práctica no resulta muy distinta de la Noruega tras la implantación de los decretos de política municipal de 1940.21 Mapa 2. Porcentaje de afiliación a FET-JONS por provincias, 1949

Fuente. Véase Tabla 1. Elaboración propia.

2. Las instituciones locales y su personal político. El proceso descrito tendrá su reflejo en las características del personal político que pobló los ayuntamientos entre 1939 y 1950. Esta es una línea de trabajo ya explotada gracias a la conservación en los archivos de FET-JONS y del Ministerio de la Gobernación de numerosos listados y fichas de concejales. Por norma general, estos trabajos ofrecen una compilación de datos exhaustiva pero apenas cuestionan críticamente la información. Creemos que es importante tener presente que estos datos están condicionados por el interés, y marco de interpretación, del poder bajo el que se crearon. Así, no es inusual encontrar inexactitudes, errores y, a veces, flagrantes manipulaciones. Un ejemplo son las fichas creadas por FET-JONS en 1948. En éstas, en 21

BORGE, BAARD H. (2006): “Quisling’s Mayors. The Führer principle in Norwegian municipalities during World War II” en DE WEVER, B., VAN GOETHEM, H. y WOUTERS, N. (eds.) Local Government in Occupied Europe (1939-1945). Gent, Academia Press, pp. 134-135.

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el apartado de militancia política, aparecerán mayoritariamente derechistas (Gráfica 1 y Tabla 2). Sin embargo, en muchas ocasiones, este calificativo oculta la adscripción política real del edil en 1936. La cuestión no es sólo que se pretendieran ocultar pasados políticos sino que a la altura de 1948, e incluso seis o siete años antes, la adscripción política de 1936 no era significativa. En 1948, Falange sólo distinguía entre tres categorías: rojo, de orden (o derechista) y camisa vieja. Además, en ocasiones, los que se califican como camisas viejas no lo eran o, al menos, esta condición es discutible.22 Un ejemplo de la volatilidad –y del conflicto de intereses existentes en la elaboración de estos listados– es el que observamos en el Archivo Municipal de Alcudia de Guadix (Granada). En el fichero de afiliados de esa JONS se observa cómo una Falange de 66 afiliados únicamente contaba con dos camisas viejas –el alcalde y jefe local Emilio López Montijo y Antonio Hernández Pleguezuelos–. Esta condición también será solicitada por otros dos afiliados como Francisco Porcel o Aureliano del Castillo que declararán haber solicitado ingreso en FE durante la primavera del Frente Popular. No tenemos claro si se les concedió esta condición pero sí que de forma temprana pasaron al listado de miembros pasivos de la organización. La propia condición de camisa vieja del alcalde, e industrial, Emilio López gana en complejidad si tenemos en cuenta que también fue alcalde entre 1927 y 1929. No obstante la información más sustanciosa de este archivo es la que ofrecen sobre la evolución política de todos los afiliados desde el inicio de la República, más interesante aún es la del periodo 1936 y 1939, ya que pone en evidencia no sólo que las inquietudes políticas en el mundo rural republicano se expresaban al margen de la afiliación a partidos sino también el carácter volátil e instrumental de las adscripciones políticas entre 1936 y 1945 (Tabla 2). Así, la mayor parte de ellos no tuvieron interés en acercarse a ningún partido hasta el comienzo de la Guerra Civil en que se afiliaron en masa a Izquierda Republicana –“tuve que ampararme” suelen argumentar– y tras el fin de la Guerra a FET-JONS.23 Tabla 2. Afiliación y/o tendencia política durante II República y Guerra Civil. Miembros de FET-JONS de Alcudia de Guadix (1939-1960) II República Antes del Golpe Después del Golpe

Ninguna

Derechas

JAPCEDA 17,18%

Izquierda Republicana 0%

Sindicato (UGT/CNT) 0%

Otros

45,31%

FEJONS 6,25%

31,25% 24,61%

49,23%

9,23%

15,38%

0%

0%

0%

18,46%

6,15%

0%

1,53%

49,23%

19,99%

4,64%

0%

Fuente. AMVdZ. Alcudia de Guadix. Fichero FET-JONS. Elaboración propia.

Delimitar la profesión también es problemático. Diferenciar claramente entre lo que era un agricultor, un labrador, un campesino y un propietario en 1940 puede ser una labor ardua. Además, muchos ediles que aparecen registrados como abogados, médicos o ingenieros eran también propietarios de tierras o industriales. Definir la ocupación de las capas bajas puede ser peor. Un trabajador que se autocalificaba como minero podía, fácilmente, trabajar al mismo tiempo como jornalero agrícola y peón de albañil debido a que el mercado de trabajo español fue, hasta los años 60, extremadamente inestable, fluctuante e impreciso. 22

RODRÍGUEZ BARREIRA, Ó. Miserias del… y SANZ HOYA, J. “Los hombres de Franco: sobre los cuadros… 23 Archivo Municipal del Valle del Zalabí (AMVdZ). Alcudia de Guadix. Fichero FET-JONS.

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Tabla 3. Clasificación socioprofesional de los ediles por tamaño de sus localidades. Almería, 1939-49 Propietarios Profesionales Liberales e Intelectuales Capas medias urbanas Agricultores y campesinos Artesanos y oficios Obreros y jornaleros Estudiantes y clases pasivas

+ 10.000 19,31% 36,63%

Entre 10.000 y 5.000 25,85% 29,93%

Entre 5.000 y 1.000* 24,8% 10,38%

Todas 25,26% 14,23%

31,19% 7,92% 3,96% 0% 0,99%

8% 10,88% 8,16% 6,12% 1,36%

19,81% 27,69% 10,77% 5,78% 0,77%

17,41% 28,57% 8,28% 5,52% 0,74%

* Sólo la mitad de las localidades Fuente. AHPAl. Gobierno Civil. Comisiones Gestoras. AGA. Interior Comisiones Gestoras. Archivos Municipales de Alhama, Alicún, Almócita, Alsodux, Antas, Arboleas, Bayarque, Beires, Benahadux, Benínar, Oria y Viator. Elaboración propia.

La base de datos que hemos conformado consta de 1770 personas que poblaron los ayuntamientos almerienses entre 1939 y 1950. De estos 794 son del periodo 1939-1945 y 976 del 1946-1950. A pesar de que la muestra está un tanto descompensada, por el peso de los ediles posteriores a 1946, creemos que es muy representativa permitiendo análisis diacrónicos y regionales. No obstante, las dificultades que hemos mencionado, y otras más, obligan a tener prevenciones hacia los datos y, sobre todo, a hacer un esfuerzo por interpretarlos.24 Durante los últimos años algunos autores han mantenido que el poder local franquista estaba conformado por una alianza interclasista en la que tenía un gran peso el campesinado y amplios sectores de las clases medias bajas. Esta alianza estaría representada, además, por hombres nuevos, es decir, personas sin militancia política previa. Los ayuntamientos de Andalucía, por ejemplo, estarían formados en un 52,57% por clases medias y medias-bajas, en un 5,86% por clases bajas y en un 41,57% por clases medias altas. Nuestros datos abundan en este sentido (Tabla 3) ya que si agrupamos nuestra clasificación en grupos similares la proporción sería: 54,26% clases medias-bajas, un 5,52% clases bajas y 39,49% clases medias-altas.25 Esta impresión general oculta situaciones que hacen la lectura de los datos algo más complejo. En realidad los agricultores y labradores sólo aparecen, significativamente, en las localidades menores de 5.000 habitantes, es decir allí donde la propia estructura socio-económica local no ofrece demasiadas alternativas (Tabla 3). En las poblaciones más grandes los sectores que dominaban los ayuntamientos estaban claros: propietarios, industriales y profesiones liberales e intelectuales –poder económico y burócratas. Esta distribución distorsiona los datos globales. En 1940 esta provincia contaba con 103 municipios de los que sólo catorce pasaban de 5.000 habitantes. Un cálculo aproximado sobre el número de ediles que aportan a los datos globales esas 89 pequeñas localidades debilita seriamente la imagen interclasista del poder local franquista. En las ciudades, allí donde existía mayor heterogeneidad, comprobamos que el franquismo no se decantó por los labradores, campesinos o agricultores radicalizados. Estos sectores no llegan al 24

SANZ HOYA, J. “Jerarcas, caciques y otros… SÁNCHEZ RECIO, G. Sobre todos Franco. Coalición reaccionaria y grupos políticos, Barcelona, Flor del Viento, 2008 y MORENO, R. y SEVILLANO CALERO, F. “Los orígenes sociales del franquismo”, Hispania, 205, 2000, 703-724. 25 Lo de la alianza interclasista COBO, F. y ORTEGA T. Franquismo y posguerra en Andalucía Oriental. Represión, castigo a los vencidos y apoyos sociales al régimen franquista, 1936-1950. Granada, UGR, 2005 y, de los mismos autores, “No sólo Franco. La heterogeneidad de los apoyos sociales al régimen franquista y la composición de los poderes locales. Andalucía, 1936-1948”, Historia Social, 51, 2005, 49-71 Lo de los hombres nuevos en DEL ARCO, M.Á. “Hombres nuevos. El personal político…

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8%. La mayor parte de los ediles son profesionales liberales e intelectuales: abogados, ingenieros, médicos, maestros... El franquismo cooptó a propietarios y personas ligadas a la administración. Pero, de todos ellos, y en un sistema en el que el alcalde concentraba todo el poder, ¿quiénes coparon las alcaldías? La respuesta es nítida: los profesionales liberales (Gráfica 4). En las poblaciones de más de 10.000 habitantes, y al igual que veíamos para el caso de los gobernadores civiles, predomina claramente el sector de los juristas y, dentro de estos, los notarios. Mientras tanto en las localidades de entre 1.000 y 5.000 habitantes las alcaldías están más repartidas si bien el peso del campesinado es escaso (12,99%) frente al casi 59% que ocupan los propietarios y profesionales liberales. La distribución socioprofesional de los alcaldes en las localidades de entre 1.000 y 5.000 habitantes vuelve a mostrar que, incluso en estas pequeñas localidades, el franquismo prefirió propietarios y burócratas. Las capas bajas como jornaleros, profesionales y artesanos apenas llegan al 5%. Todo ello pone muy en tela de juicio que el franquismo concediera altas cotas del poder local a las capas medias, medias-bajas.26 Gráfica 4. Clasificación socioprofesional de los Alcaldes por tamaño de sus localidades. Almería, 1939-49 3,89%

Entre 1.000 y 5.000 habitantes

27,27%

31,17%

19,49%

12,99%

2,60% 2,60%

Más de 10.000 habitantes

15%

0%

10%

Propietarios Agricultores y campesinos Estudiantes y clases pasivas

75%

20%

30%

Profesiones Liberales Artesanos y oficios

40%

50%

10%

60%

70%

80%

90%

100%

Clases medias urbanas Obreros y jornaleros Fuente. Véase Tabla 3. Elaboración propia

Este perfil, por otro lado, contribuye a explicar que los concejales elegidos no adquirieran compromisos militantes en el contexto de 1936 –algo que como muestra el caso de Alcudia era lo usual en el mundo rural– (Gráfica 5). Algunos de ellos, como los jueces o notarios, estaban impedidos legalmente a hacerlo. Otros, como los maestros, no podían ejercer como alcaldes o concejales según la normativa electoral de la Ley Municipal de 1877 vigente durante los primeros años de República.27 Además, existió el deseo explícito de ocultar cualquier signo de colaboración con situaciones políticas precedentes por lo que el poder buscó personas sin pasado político aparente: hermanos, primos, cuñados, yernos, aparceros fieles de los poderes tradicionales. Todo esto no significaba que carecieran de inquietudes, o fidelidades, políticas sino que éstas quedaban definidas bien por la familia y sus clásicas redes clientelares, bien por los

26

Siete notarios, tres abogados, tres propietarios, dos ingenieros de minas, un farmacéutico, un veterinario, un maestro nacional, un funcionario y un comerciante. Datos globales similares en GONZÁLEZ D. “Coaliciones de sangre en el poder… 27 Gaceta de Madrid, 4-10-1877.

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ámbitos de sociabilidad –asociaciones profesionales, deportivas, casinos… o bien por la actitud hacia la religión y sus instituciones.28 Una tercera vía de renovación del personal político muy importante fue la experiencia bélica. Aunque la Guerra Civil despolitizó a amplias capas de población, que únicamente deseaban paz y normalidad, también politizó y radicalizó a otras. Muchos familiares de represaliados o perseguidos sin adscripción política previa se convirtieron en fervientes franquistas. En aquellos lugares que vivieron la mayor parte de la Guerra Civil en el bando republicano ser excautivo, quintacolumnista o héroe de Guerra fue un mérito que garantizó el acceso a los ayuntamientos. La experiencia bélica también facilitó la construcción de nuevas identidades políticas y redes sociales que tuvieron gran importancia en la postguerra. En las regiones que participaron en la Guerra del bando rebelde los excombatientes, muy jóvenes la mayoría, accedieron masivamente a los ayuntamientos y al funcionariado desde 1940-41. Sin embargo, como muestran Ángel Alcalde o Jordi Rubio, existió una jerarquización de clase entre el colectivo a la hora de acceder al poder y, además, muchos tenían relaciones familiares con las elites tradicionales. Esta heterogénea amalgama de recién llegados compartirá el poder, no obstante, con algunos viejos políticos con los que se establecerá una interacción formal e informal. Serán, precisamente, todos estos factores cualitativos, y no tanto los cuantitativos, los que habrá que tener en cuenta para comprender su cooptación por la dictadura y el juego político en la misma.29 Gráfica 5. Origen político de los ediles. Almería, 1939-49

75,75%

0%

10%

Derechas Tradicionalismo Republicanismo

20%

30%

FE-JONS AP/CEDA Otros

12,91%

40%

50%

60%

70%

80%

7,48%

90%

100%

Frente de Juventudes JAP Fuente. Tabla 2. Elaboración propia

Así, pensamos que los datos refuerzan nuestro argumento de que el franquismo –y la unificación de cargos provinciales y locales– no supuso el fin del caciquismo y el clientelismo sino que simplemente lo perfeccionó ocultándolo en penumbra e introduciéndolo en la administración. Con la elección preferente de notarios y abogados los gobernadores civiles reclutaron a personas con fuertes vínculos –profesionales, amistosos, familiares, de clase– con los poderes tradicionales y con los propietarios de 28

RODRÍGUEZ BARREIRA, Ó. Miserias del… y RODRÍGUEZ BARREIRA, Ó. y CAZORLA, A. “Hoy Azaña, mañana… Franco. Una microhistoria de caciquismo en democracia y dictadura. Berja (Almería), 1931-1945” Hispania, 68-229, 2008, 471-502. 29 CAZORLA, A. “Beyond They Shall Not Pass: How the Experience of Violence re-Shaped Political Values in Early Franco’s Spain” Journal of Contemporary History, 40/3, 2005, 503-520, MATHEWS, J. Soldados a la fuerza. Reclutamiento obligatorio durante la Guerra Civil, 1936-1939. Madrid, Alianza, 2012, ALCALDE, Á. Los excombatientes franquistas (1936-1965). Zaragoza, PUZ, 2014 y RUBIO J. “Continuidades y discontinuidades en las elites locales del primer franquismo. Del éxodo de 1936 a la consolidación de 1948” Ayer, 82, 2011, 211-237.

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tierra que, además, contaban con los conocimientos, experiencia y preparación oportunos para manejar la ley y la administración. Esta preferencia, además, no sólo se detecta en el poder local sino que diferentes autores la observan no sólo en la administración central sino, incluso, en el Sindicato Vertical. Así, en un análisis sobre la política agraria y la sociología rural del primer franquismo, se concluye que: “la fórmula política franquista descansa en una gran delegación de poder en la élite burocrática, por su identificación ideológica absoluta con el régimen, tanto individual como corporativamente […] Élite burocrática formada por técnicos altamente cualificados, preferentemente en el ramo propio de la actividad de cada Ministerio, y, en el caso del sector agrario, con intereses personales directos en el mismo. En segundo lugar, la élite burocrática la integran especialistas del derecho” 30

Los notarios, además, tenían otra característica especial y es que, en muchas ocasiones, eran personas ajenas a la localidad que tenían, en principio, mayor facilidad para crear espacios de entendimiento entre los bandos políticos derechistas –familias– tradicionalmente enfrentados. Se buscaba a un hombre, en principio, relativamente ajeno a ellos que tratara de aglutinar las redes clientelares tradicionales alrededor de las nuevas –las de la administración, la burocracia y FET-JONS. 3. Viejas y nuevas realidades e historias A lo largo de estas décadas, la derecha ha ejercido su poder en dos direcciones. Por una parte, persiguió de forma implacable a sus opositores; por otra, repartió privilegios en aquellas capas de la población que obedecían sus decretos -Petros Márkaris-

Dos años después de iniciada la crisis económica internacional que puso al borde del colapso a Italia, Irlanda, España, Grecia y Portugal –y con ellas, a la Unión Europea y su moneda única– Petros Márkaris publicaba en un periódico suizo un polémico artículo en el que defendía que la historia reciente del país heleno, y su actual crisis, estaba marcada indeleblemente por el clientelismo. En su opinión, desde el fin de la Guerra Civil (1946-1948) los caciques locales se apoderaron de los recursos del Estado administrándolos de forma semejante a una dictadura comunista: “Del mismo modo que en los países del socialismo real, la nomenclatura y los miembros del partido disponían de toda suerte de privilegios, mientras que los simples ciudadanos tenían que bregar como podían, en Grecia surgió un sistema en el que los favoritos de las derechas tenían todos los privilegios y el resto de la población vivía como ciudadanos de segunda clase” 31

Un sistema que apenas cambió con la caída de la Junta Militar en 1974. Tampoco lo haría con la llegada al poder del Pasok en 1981 ni con la posterior entrada en la CEE. Los nuevos dirigentes del Estado, vinculados al partido socialdemócrata, estimaron más 30

GÓMEZ BENITO, C. Políticos, burócratas y expertos: un estudio de la política agraria y la sociología rural en España, 1936-1959, Madrid, Siglo XXI, 1995, p. 322; JEREZ MIR, M. Elites políticas y centros de extracción en España, 1938-1957. Madrid, CIS, 1982, VIVER, C. El personal político de Franco (1936-1945), Barcelona. Vicens-Vives, 1978, BERNAL, F. El sindicalismo… Los trabajos sobre caciquismo en el XIX español muestran una tendencia acusada: la de que los caciques fueran juristas y periodistas. PANIAGUA, J. y PIQUERAS, J.A. (ed.) Poder económico y poder político, Valencia, UNED-Historia Social, 1998. 31 MÁRKARIS, P. “Wo alles sozialistisch ist”, Die Wochenzeitung (Zúrich), 5 de mayo de 2011.

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oportuno colocar “de manera masiva a su propia gente en los aparatos administrativos” y crear una clase proclive y dependiente de “nuevos ricos entre los que repartió generosamente las subvenciones de la Comunidad Económica Europea”. 32 Así, los cambios en la cúspide del sistema político no supusieron grandes modificaciones en el funcionamiento de las instituciones locales manteniéndose intacta la cultura política clientelar.33 Incorporar al concepto de dictadura parafascista la dinámica clientelar y el estudio de cómo esta dinámica actúa en, y se adapta a, diferentes regímenes políticos nos permite no sólo renovar el análisis de las instituciones locales bajo el franquismo sino hacerlo desde una perspectiva local transnacional que lo conecte con el más amplio, y reciente, debate sobre las élites e instituciones extractivas y la actual crisis en España y los países del Sur de la Unión Europea.34 Nuestros análisis ganarían así profundidad, tanto temporal como espacial. Temporal en la medida que nos permitiría analizar, en el medio plazo, la validez de las tesis de Daron Acemoglu y James Robinson de que “el derrocamiento de un régimen que preside instituciones extractivas anuncia la llegada de un conjunto nuevo de amos para explotar el mismo conjunto de instituciones extractivas perniciosas”. Espacial en tanto en cuanto permite comparar casos locales concretos de diferentes países observando cómo interactúan y se retroalimentan entre sí las elites políticas y económicas en cada caso. También aventurando hipótesis a partir de análisis empíricos sobre qué factores deben confluir en una crisis para que esas instituciones predadoras sean sustituidas por instituciones inclusivas.35 Precisamente, nuestros trabajos sobre el caso almeriense apuntan cómo la II República y, sobre todo, la primavera del Frente Popular fue uno de esos momentos críticos en los que, pese a su posterior fracaso, las élites locales extractivas fueron puestas en tela de juicio y parecieron tambalearse. También hemos mostrado las conexiones entre élites económicas y políticas en el primer franquismo narrando casos en los que se observa e intuye qué la lógica del juego político no estaba tan dominada por el conflicto ideológico entre diferentes corrientes políticas como por el interés económico y la venalidad. Sin embargo para hacer esta línea de trabajo verdaderamente fructífera y evitar equiparar élites extractivas con clase política debemos profundizar en análisis de caso que conjugando las técnicas de la historia económica con las de la prosopografía, la nueva historia política y la microhistoria describan cómo influían políticamente las élites económicas así como qué intereses materiales determinaron en cada caso las decisiones políticas. Este tipo de preguntas obligarán, a su vez, a buscar y trabajar con

32

MÁRKARIS, P. La espada de Damocles. La crisis en Grecia y el destino de Europa, Barcelona, Tusquets, 2012, págs. 31 y 100. 33 GRAHAM, H y QUIROGA, A. “After the fear was over? What came after dictatorships in Spain, Greece, and Portugal” en STONE, D. (ed.) The Oxford Handbook of Postwar European History. Oxford University Press, Oxford, 2012, 502-524, LYRINTZIS, Ch “Political parties in post‐junta Greece: A case of bureaucratic clientelism?”, West European Politics, 7-2, 1984, 99-118 y MAVROGORDATOS, G. “From Traditional Clientelism to Machine Politics: the Impact of PASOK Populism in Greece”, South European Society and Politics, 2-3, 1997, 1-26. 34 Un buen ejemplo, continuando con el caso heleno, en KALLIS, A. “Neither Fascist nor Authoritarian the 4th of August Regime in Greece (1936-41) and the Dynamics of Fascistisation in 1930s Europe” East Central Europe, 37/2-3, 2010, 303-330. 35 DE WEVER, B., VAN GOETHEM, H. y WOUTERS, N. (eds.): Local Government in Occupied Europe (1939-1945). Gent, Academia Press, 2006 ACEMOGLU, D. y ROBINSON, J. Por qué fracasan… MOLINAS, C. Qué hacer con España. Del capitalismo castizo a la refundación de un país, Barcelona, Destino, 2013.

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fuentes y documentación distintas a las hasta ahora utilizadas: archivos de empresa y familiares, correspondencia y diarios personales, archivos judiciales…36 Otra vía para profundizar, y renovar, los estudios sobre el franquismo, en general, y sobre las instituciones locales y su personal político, en particular, es la del estudio de las actitudes de las clases medias y los profesionales liberales durante la dictadura. Sectores profesionales como los abogados, ingenieros, profesores… no sólo apoyaron la dictadura sino que jugaron un papel fundamental en la política actuando como nexos entre la población y las élites y entre las propias élites políticas y económicas. Sin embargo apenas tenemos trabajos que nos expliquen en detalle este papel y las implicaciones del mismo en el largo plazo. Tampoco existen demasiados estudios sobre los Colegios Profesionales y cómo se organizaban.37 El encabezamiento de este ensayo nos recordaba la influencia del pasado sobre el presente así como el carácter imprevisible de éste y del futuro. La actual crisis nos impele a nosotros como historiadores a ofrecer nuevas interpretaciones del pasado, un relato socialmente útil. Esas respuestas y relatos deben distinguir entre instituciones (y elites) inclusivas y extractivas que prevengan contra la extensión del nihilismo político. Una actitud muy extendida en un país donde, en diciembre de 2009, el 26,5% de los encuestados estaba muy de acuerdo con la frase los partidos se critican mucho pero son todos iguales – a estos habría que añadir al ¡¡42,3%!! que estaba de acuerdo con la misma–.38 Como ya hemos sostenido en otras ocasiones, fue precisamente el pasado dictatorial y guerra-civilista el que alejó a las sociedades del Sur de Europa del bienestar y desarrollo económico asociados al pacto social de la postguerra mundial europea39. Volver hoy sobre ese pasado obliga a mostrar que el clientelismo y cinismo político encuentran mayor acomodo en dictaduras que en democracias. También a recordar que el precio de la eliminación –o de la no construcción– de instituciones políticas y económicas inclusivas es una hipoteca sobre el futuro. Una hipoteca que aún seguimos pagando.40

36

ROBLES EGEA, A. (ed.) Política en penumbra… RODRÍGUEZ BARREIRA, Ó. Miserias del… y RODRÍGUEZ BARREIRA, Ó. y CAZORLA, A. “Hoy Azaña, mañana… 37 Véase la interesante aportación de Antonio Barragán en esta monografía y FERNÁNDEZ-CREHUET, F. Jueces bajo el franquismo. Once historias (y una nota sobre la depuración de los funcionarios judiciales, Granada, Comares, 2011. 38 Para completar el cuadro, en junio de 2013, el 32,5% de los ciudadanos estimaban que la corrupción y el fraude eran uno de los tres principales problemas del país (el 30,6% también incluía entre éstos a la política, los partidos políticos y la clase política) mientras que cinco meses después, en noviembre de 2013, era el 31,8% el que creía que la corrupción era uno de los tres grandes problemas y el 29,7% el que tenía esa misma opinión de la política y los partidos. Ética pública y corrupción. Estudio 2826. Madrid, CIS, diciembre de 2009; Barómetro de noviembre de 2013. Estudio 3005. Madrid, CIS, 2013 y Barómetro de junio de 2013. Estudio 2990. Madrid, CIS, 2013. 39 RODRÍGUEZ BARREIRA, Ó. “El mal fue a peor”, El País (Madrid), 29 de febrero de 2011 y “Cambalaches. Hambre, moralidad popular y mercados negros de Guerra y Postguerra”, Historia Social, 77, 2013, 149-174. 40 PIKETTY, Th. El capital en el siglo XXI. Madrid, FCE, 2014; CAZORLA, A. Fear and Progress. Ordinary Lives in Franco's Spain, 1939-1975 Oxford, Wiley-Blackwell, 2010 y JUDT, T. Postguerra. Una historia de Europa desde 1945, Madrid, Taurus, 2006.

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