El platero Antonio Gozalbo Llaudéns y la custodia de la parroquia de San Lázaro de Alhama de Murcia

August 2, 2017 | Autor: I. Garcia Zapata | Categoría: Murcia, Orfebrería, Baños De Alhama, Orfebrería y platería, Plateria
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Descripción

El platero Antonio Gozalbo Llaudéns y la custodia de la parroquia de San Lázaro de Alhama de Murcia IGNACIO JOSÉ GARCÍA ZAPATA

La custodia de la parroquia de San Lázaro Obispo de Alhama de Murcia podría tenerse como el colofón del conjunto de intervenciones que desde mediados del siglo XVII se vinieron desarrollando en el templo, y que tuvieron una mayor incidencia y sus logros más espectaculares entre los últimos años del siglo XVIII y los inicios de la centuria siguiente. La vieja iglesia medieval y renacentista fue modificando su aspecto hasta convertirse en un importante ejemplo de la arquitectura religiosa que se impone en la diócesis de Cartagena a lo largo del Setecientos1, refrendando, además, durante su última etapa constructiva, paralela a la dotación mobiliar, el enfrentamiento y la integración del academicismo ilustrado y la tradición vernácula. La evolución de este proceso, bien conocido y estudiado2, se documenta a través de los libros de fábrica conservados en el archivo parroquial y en el archivo diocesano y viene a confirmar, como en tantos otros casos de templos murcianos sometidos a profundas reformas durante ese tiempo, que se trató de una empresa lenta, interrumpida innumerables veces, fruto de los vaivenes de la economía local y que sólo pudo culminarse por el entusiasmo de los feligreses y de sus aportaciones. 1 Sobre el tipo de iglesia de iglesia dominante en la tierra durante el Barroco puede remitirse a J. RIVAS CARMONA, “Las iglesias barrocas de la ciudad de Murcia: consideraciones sobre su significación y arquitectura”. Imafronte nº 19-20 (2007-2008), pp. 395-410. 2 En este sentido hay que destacar las aportaciones llevadas a cabo por P. SEGADO BRAVO, “Juan de Uzeta (1697?-1779), escultor y retablista del siglo XVIII en Murcia”. Imafronte nº 8-9 (19921993), pp. 403-422; C. de la PEÑA VELASCO, El retablo barroco en la antigua diócesis de Cartagena, 1670-1785. Murcia, 1992, pp. 455-458; M. PÉREZ SÁNCHEZ, “Las obras neoclásicas de la parroquia de San Lázaro de Alhama”. Imafronte nº 8-9 (1992-1993), pp. 329-336 y VV. AA., La iglesia parroquial de San Lázaro Obispo de Alhama de Murcia. Alhama de Murcia, 2008.

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El ostensorio que realizará para dicha iglesia el platero Antonio Gozalbo supone un hito en la historia parroquial, ya que dicha obra vino a culminar la iniciativa artística que se organizó en torno a la capilla mayor, presidida por el monumental retablo finalizado en 1784. Como documentó la profesora de la Peña Velasco, el retablo anterior era “indecente” y estaba “deteriorado”. El párroco de entonces, Pedro García Alexandre, y el fabriquero, Juan Fuentes Díaz, pidieron licencia al obispado para ejecutar un ambicioso proyecto para el cual estaban capacitados, ya que en las arcas de la parroquia había suficiente liquidez para afrontar la obra, que ellos tasaban en unos cuarenta mil reales de vellón, “sin faltar a los alimentos precisos y gastos ordinarios”. El encargado de llevar a cabo la empresa fue Francisco Ganga, quien asumió la responsabilidad de las obras durante el tiempo que duró la renovación tardobarroca, un periodo que no estuvo exento de dificultades y controversias tal como corrobora la paralización del retablo mayor a tenor de una orden dada por el Conde de Floridablanca, quien argumentaba que tenía “una invención confusa y desarreglada”, aunque finalmente, y ante lo avanzado de la estructura, permitió su conclusión. Incluso se plantearon algunos cambios, a propuesta del maestro mayor de la Catedral de Murcia, con el fin de atemperar su traza y acercarla a los gustos academicistas3. Donde realmente se demuestra la importancia de este retablo es en su programa escultórico4, tarea que fue encomendada al discípulo más aventajado de Salzillo, Roque López. Su labor se concretó en dos Evangelistas para el tabernáculo, un San Pedro y un San Juan, además de las santas Marta y María y la Virgen de Gracia, sin olvidar la escultura del titular de la iglesia, San Lázaro, que iba acompañado de cuatro serafines y dos ángeles5. La custodia, por tanto, hay que enmarcarla en ese ambiente de renovación general del templo, que culminaría a continuación con otras obras desarrolladas a caballo entre el siglo XVIII y XIX, unas intervenciones que se centraron en la sacristía nueva, el camarín y la capilla de la Comunión. Por aquellos años el arquitecto Lorenzo Alonso fue irradiando por la diócesis los nuevos gustos artísticos neoclásicos que se defendían desde los ámbitos académicos, lo que le conllevó problemas con los sectores más vinculados a la tradición, como demuestra el hecho de que los responsables del templo volvieran a ignorar las reales ordenes, no informando, tal y como era obligado y pertinente, a la Real Academia de Bellas Artes de todo ese nuevo proceso constructivo. La edificación de la sacristía se adjudicó de nuevo, en 1790, a Francisco Ganga. Sin embargo, no corrió la misma suerte que el retablo, ya que la iniciativa fue reprimida tras la denuncia interpuesta por el arquitecto y académico 3 C. de la PEÑA VELASCO, ob. cit., pp. 455-458. 4 De este retablo y de todo el programa iconográfico no se conserva nada, debido a que fue destruido durante la pasada Guerra Civil. Sólo se salvó de la barbarie una pequeña cabeza femenina, posiblemente de una de las hermanas de Lázaro. 5 J. SÁNCHEZ MAURANDI, Biografía y Catalogo. Estudio sobre la escultura de Roque López. Murcia, 1949. El escultor Roque López ha merecido recientemente un detenido análisis, una más que acertada revisión de su obra y de la significación de la misma en el panorama artístico finisecular del sureste español, en la monografía editada por C. BELDA NAVARRO, Roque López. Genio y talento de un escultor. Murcia, 2012.

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Lorenzo Alonso. Francisco Ganga acabó siendo ejecutor de la obra, pero sólo eso, “ejecutor”, pues tras la paralización del primer proyecto, se pidieron nuevas ideas y de las tres presentadas, la de Lorenzo Alonso fue la aprobada. De este modo Ganga quedaba como encargado de realizar las obras “sin hacer ignorancia” a lo ideado por Alonso. Una vez solucionada la controversia, las obras dieron comienzo. El camarín, que se levanta sobre la sacristía, destaca por ser una estancia circular cubierta con cúpula, siendo el primero de esta disposición en la diócesis. La más importante construcción neoclásica se llevó a cabo en la capilla eucarística, también de planta central, y de líneas sencillas y ornamentación muy contenida, respondiendo, en todo, a los planteamientos comunes defendidos por la tratadística de la época, caso del célebre texto del marqués de Ureña, que como es bien sabido abogaba por la planta circular para este tipo de capillas6. Con estas nuevas incorporaciones, la iglesia de Alhama se hacía eco de los nuevos conceptos academicistas que reinaban en la península. Unas nuevas concepciones que se hicieron también patentes en el ostensorio. El ajuar de plata de la parroquia de San Lázaro antes de la llegada del ostensorio En el archivo de la parroquia sólo se conservan dos libros de fábrica. El primero de estos abarca desde 1673 hasta 1748, mientras que el segundo entra ya de lleno en un avanzado siglo XIX. Existe, por tanto, un gran vacío que, salvo en lo que atañe a los años iniciales de esta última centuria, impide acercamiento, al detalle, de ese proyecto dieciochesco en el que hay que contextualizar la recepción del ostensorio. Sí es posible conocer, sin embargo, el ajuar de plata del templo a través del primer libro de fábrica. En él se incorporan cuatro inventarios realizados en los años 1680, 1701, 1719 y 1728, y en los que se recoge con precisión, como es lo habitual en estos casos, la plata que la parroquia poseía. En 1680 el párroco, don Pedro, realizó el primero de esos inventarios para entregárselo a Francisco Cayuela, sacristán de la parroquia. Las piezas reseñadas conforman un ajuar que, aunque no muy numeroso, sí da una buena idea de lo que la economía parroquial permitía, un culto más que digno7: ·Cuatro candelabros ·Cáliz de plata sobredora con su patena ·Cáliz de plata con su patena ·Cáliz pequeño con su patena de plata ·Otra patena de plata ·Unos remates de plata ·Dos vinagreras de plata y plato para ellas de plata ·Un incensario con naveta, cuchara y copa pequeña 6 M. PÉREZ SÁNCHEZ, ob. cit., pp. 329-336. 7 Archivo parroquial de San Lázaro de Alhama (APSLA). Libro de fábrica de 1673-1748, inventario de 1680, s.f.

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·Una custodia de plata con su viril con una cruz y un Cristo encima ·Un vaso grande de plata sobredorado con su cubierta y una cruz encima todo de plata ·Otro vaso pequeño con su cubierta y una cruz todo de plata ·Tres crismeras de plata ·Una cajita que está en el sagrario ·Custodia de plata ·Cruz de plata ·Lámpara de plata ·Cruz de plata “a lo moderno” por una parte una imagen dorada de Nuestra Señora y por la otra una de San Lázaro, también dorada. En los brazos tiene dos remates dorados. El último inventario, realizado por el cura don Alonso en virtud de lo mandado por el visitador, lleva fecha de 5 de diciembre de 1727. En éste las incorporaciones han sido escasas y las más importantes son las realizadas por medio de donaciones particulares, como son8: ·Un copón dado por el Obispo de Málaga, Bartolomé Espejo Cisneros, natural de esta villa ·Una mitra de plata con piedras de colores para San Lázaro, donada por D. Salvador Hermosa y Espejo, caballero de la orden de Santiago y secretario de la Inquisición. Vecino de Murcia y natural de esta villa ·Cruz de Jerusalén grande de tres cuartos de alta, que es de tierra santa. Con toda su peana embutida de nácar, con dos imágenes de Nuestra Señora de el mismo nácar, una en la pena y otra en el arranque. Donada por una serie de eclesiásticos de esta villa. Muy poco variaría el ajuar de este templo a partir de esas fechas, pues lógicamente gran parte del presupuesto parroquial iría destinado a las grandes intervenciones que durante las décadas siguientes se llevaron a cabo, haciendo más complicado, por tanto, el encargo de nuevas piezas de plata. El platero Antonio Gozalbo Llaudéns La gran cantidad de documentos que existen sobre la figura de este platero corroboran que era uno de los maestros de mayor prestigio de la Murcia de finales del siglo XVIII y principios del siguiente. Ese estatus se reafirma con su elección por algunas de las mejores familias de la capital murciana para tasar sus obras de plata9. Gozalbo fue un platero que vivió desahogadamente gracias a la fortuna que fue 8 APSLA. Libro de fábrica de 1673-1748, inventario de 1728. 9 Entre las tasaciones llevadas a cabo, destacan las realizadas a la familia Mayol, a Dña. María Rocamora y Melgarejo y a D. Joaquín Riquelme y Fontes, entre otras.

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amasando con el tiempo, un patrimonio que al final produjo bastantes problemas entre sus herederos, y más al morir sin descendencia. Casado por dos veces con murcianas de posición bien desahogada, propietarias de ricos terrenos de huerta, puede ser ese el motivo de su interés por la explotación agrícola. Ciertamente, desarrollo una gran capacidad emprendedora, como bien manifiestan sus iniciativas en el negocio de la plata. En 1759, de la unión de Juan Gozalbo y de Antonia María Llaudéns, nace en San Felipe de Játiva Antonio Gozalbo Llaudéns, del que no se conoce la fecha exacta de su llegada al Reino de Murcia, donde desarrollaría la mayor parte de su actividad profesional. No obstante, sí se puede afirmar que fue antes de 1785, pues en ese año, ante Ximenez Ortega, otorga poderes a su padre, residente en Játiva10. Muy posiblemente llegó a la ciudad de Murcia por vinculación o amistad con la familia Esbrí, cuyos miembros, también plateros, procedían de aquella localidad del reino de Valencia. Ya en Murcia estuvo muy ligado a Antonio Morote, o al menos eso se desprende de la recomendación que éste hace para que le suceda en el cargo de Fiel Contraste. Tras nueve años desempeñando esa responsabilidad, Morote, solicita en 1784 su cese, argumentando estar enfermo para ejercer dicho cometido11. Es aquí cuando comienza uno de los “problemas” de Gozalbo, pues aunque el Concejo vio con buenos ojos la propuesta de Morote, teniendo en cuenta que el recomendado era persona “de opinión, conducta, inteligencia y con las cualidades y circunstancias que se requieren para ejercer los citados empleos”, y se le proponía como sucesor para un tiempo de seis años, todo quedaba pendiente del visto bueno de la Junta General de Comercio12. En el nombramiento de cargos que se hace a final de ese año de 1784 se ratifica la elección de Gozalbo como Fiel Contraste13. La sorpresa llegaría a mediados de 1785, concretamente el 19 de junio, cuando la Junta General de Comercio indica que el candidato no tenía la “calidad de ensayador que se requiere según las ordenanzas”, ya que desde 1752 se había establecido la necesidad de este título para poder ejercer el cargo. Por ello la Junta General de Comercio requiere que, antes de proceder a la aprobación del nombramiento de Gozalbo, éste se presente en la Corte para ser examinado de ensayador por el mayor de estos reinos14. En la reunión ordinaria del 23 de julio, el cabildo siguiendo la recomendación de la Junta de Comercio manda que Gozalbo se examine y que mientras éste no esté en posesión del título se busque un platero que desempeñe la función de Fiel Contraste como “interino”. Para ello encarga a don José Monino y a don Antonio del Castillo elaborar una lista de posibles candidatos al puesto de interino y comprobar si estos se han examinado de ensayadores en la Corte15. 10 F. CANDEL CRESPO, “Los plateros de Murcia en el Censo para el Reclutamiento General (1809)”. Imafronte nº 11 (1995-1996), pp. 21-26. 11 Archivo Municipal de Murcia (AMMU). Actas Capitulares, 27-11-1784, f. 332r. 12 AMMU. Actas Capitulares, 27-11-1784, f. 332v. 13 AMMU. Actas Capitulares, 22-12-1784, f. 353v. 14 AMMU. Actas Capitulares, 19-07-1785, f. 212v. 15 AMMU. Actas Capitulares, 23-07-1785, f. 216r-v.

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En el siguiente pleno ordinario los citados regidores, don José Monino y don Antonio del Castillo, presentan un informe, en el que recogen que tras hablar con Juan Antonio de Maya, secretario en el arte de la platería, y tras haber consultado éste los libros que están a su cargo, no consta que entre los individuos que componen este arte en el Reino de Murcia haya ninguno con el cargo de ensayador. Finalmente el cabildo nombra a Bartolomé Manresa, Contraste, Marcador de plata y Tocador de oro “interino”, mientras Gozalbo llevaba a cabo el pertinente examen16. Tras este episodio el Ayuntamiento decidió “que a partir de ahora no se nombre para este oficio ningún platero que no esté examinado de dicho título, o que no estándolo se saque el título en el plazo máximo de seis meses”17. Acabado ese año de 1785, en el pleno de nombramiento de cargos de la ciudad de Murcia, se constata que Gozalbo todavía no había superado el examen, pues se recoge como Bartolomé Manresa seguía ejerciendo de interino18. Habrá que esperar a finales de marzo de 1786 para que la Junta de Comercio apruebe el nombramiento oficial de Antonio Gozalbo para el cargo de Fiel Contraste, y por consiguiente el cese de Bartolomé Manresa como interino19. Además, en cabildo de agosto del 1787 el Ayuntamiento accede al memorial de Gozalbo, “Ensayador por S.M. y Fiel Contraste Marcador de Plata y Tocador de Oro en esta ciudad”, en el que pedía licencia para colocar las armas de la ciudad en su platería, “como los tienen los que desempeñan sus cargos en la Villa y Corte de Madrid, Toledo y otros lugares”20. Antonio Gozalbo será reelegido en 1791 por otros seis años más en el cargo21, hasta 1797, año en el que con el agradecimiento del cabildo es reemplazado por José Esbrí22. A continuación, el Ayuntamiento ordena a Gozalbo que le hiciera entrega de las marcas (lám. 1)23. En estos años en los que desempeña la labor de marcador, fue adquiriendo fama y amistad entre los grandes plateros de la ciudad, como puede deducirse del hecho de que Antonio Morote, lo nombrase albacea testamentario24. Otro platero, don Antonio García Toro, instituyó como herederos a Gozalbo y a su mujer25, y además don Antonio Durante, también platero, contrajo matrimonio con una de las criadas de Gozalbo.

16 AMMU. Actas Capitulares, 30-07-1785, ff. 220r, 221r-v, 222r-v y 226r. 17 AMMU. Actas Capitulares, 13-08-1785, f. 230r-v. 18 AMMU. Actas Capitulares, 23-12-1785, Folio 353r-v. 19 AMMU. Actas Capitulares, 28-03-1786, f. 49r-v. 20 AMMU. Actas Capitulares, 11-08-1787, f. 320r-v. 21 AMMU. Actas Capitulares, 23-12-1791, f. 393r. 22 AMMU. Actas Capitulares, 23-12-1797, f. 452r-v. 23 AMMU. Actas Capitulares, 27-03-1798, f. 14r. Para el Fiel Contraste en la Murcia del siglo XVIII y para el caso específico de Gozalbo también debe remitirse a C. TORRES-FONTES SUÁREZ, “El fiel contraste y marcador de oro y plata en Murcia durante el siglo XVIII”, en Estudios de Platería. San Eloy 2002. Murcia, 2002, pp. 441-466. 24 F. CANDEL CRESPO, ob. cit., pp. 21-26. 25 Ibídem, p. 22.

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LÁMINA 1. Marcas de Antonio Gozalbo en el ostensorio de Alhama de Murcia. El platero valenciano no sólo se dedicaba a este arte, sino que destacó por su perspicaz sentido para los negocios, según lo dicho. Esas empresas comerciales le causaron algunos contratiempos, como puede ser el litigio que mantuvo con don José Escribano, un vecino de Torreagüera, que le debía 2.000 reales de vellón por diversas alhajas26, y que más tarde adquiría otra deuda de 4.000 reales. Aunque finalmente estas deudas se saldan sin pleitos y con una resolución amistosa, sin la necesidad de emprender acciones legales27. También tuvo disputas con don Francisco Guirado28 y con don Francisco de Barrios y Rocafull29. De todos modos, Gozalbo a lo largo de su actividad comercial irá otorgando poderes a diversas personas para que lo defiendan de posibles juicios, como son los otorgados a don Luis Salinas, a don Manuel de Ibarra o a don Juan Martínez de Valenzuela. Aunque no sólo daba poderes para ser defendido sino también para que, por ejemplo, le arrendasen un puesto en la feria de Lorca, en la que debió participar en más de una ocasión30. Su interés comercial le llevo incluso a centrarse en las labores agrícolas, como demuestran los muchos documentos referidos al arrendamiento y la compra de tierras de cultivo31. Lo que realmente interesa de sus actividades económicas, son las relacionadas con la platería. De éstas, deben destacarse por su importancia la creación de una compañía con el platero cartagenero don Juan Ortiz, con el que a partir de 1793 le unió una relación comercial, que demuestra como Gozalbo quiso extender su negocio a más lugares y abrir nuevos horizontes, y por supuesto en estos momentos supo aprovechar el auge de la vecina Cartagena, ciudad que le debió generar 26 Archivo Histórico Protocolos de Murcia (AHPMU). Protocolos Notariales, Signatura 03617, f. 195r-v. Murcia, 23-12-1791. 27 AHPMU. Protocolos Notariales, Signatura 03618, f. 210r-v. Murcia, 14-10-1793. 28 D. Francisco Guirado, morador de Monteagudo, debía 2204 reales de vellón. 29 Vecino de Cádiz que contrajo deuda con Gozalbo. 30 F. CANDEL CRESPO, ob. cit, pp. 21-26. 31 Ibídem, p. 28.

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interesantes encargos. El 20 de diciembre de 1793 se formalizo la creación de la compañía. Este primer “convenio” no duraría mucho, pues el 23 de marzo de 1795 se firma un nuevo acuerdo, a causa de la nueva situación de Juan Ortiz, a raíz de su enlace matrimonial, incorporándose su esposa a la empresa. Quedaba así anulado el primer acuerdo de 1793 y era avisado don Francisco López, abogado de Orihuela que fue fiador en esta primera unión. Ambas partes pensaban que “la formación de la compañía les era útil y beneficiosa”32. El 25 de marzo de 1795 quedaron fijadas legalmente las nuevas condiciones33: 1. La compañía empezaría a funcionar en abril de 1975, por tanto pocos días después de dicho acuerdo. Esta unión tendría su final cuando una de las dos partes lo estimara oportuno, y ninguna debería de forzar a la otra a continuar por más tiempo. 2. Que en el último día de ese mes de marzo, se ha de hacer inventario de lo que hay en la tienda de Juan Ortiz y se ha de hacer saber a Antonio Gozalbo. 3. Que a los cuatro meses de este acuerdo se ha de hacer otro inventario, y así sucesivamente, salvo que Antonio Gozalbo estime realizar uno entremedias. 4. Que los gastos de manufactura de los oficiales -lo cual indica que trabajaban varias personas en esa tienda de Cartagena-, los gastos de Ortiz y su familia, el alquiler de la casa y demás gastos de mantenimiento de la compañía, han de ser hechos de las “utilidades que produzca y el sobrante de estas ha de quedar para mayor fondo de ella”. 5. Han de tratar “únicamente empeños, efectos y alhajas de oro, plata y pedrería fijada y puesta sobre estos materiales, y no en otras cosas, procurando que todo sea de ley, sin fraude ni engaño” para así evitar “contratiempos y vivir como es correspondiente entre personas de buena conciencia”. 6. Que cuando se disuelva la compañía por el motivo que sea, el platero Juan Ortiz entregará a Gozalbo en los cuatro meses siguientes a la disolución la cantidad que haya puesto en su poder, así como documentos e inventarios que den fe de las ganancias, y se le entregue la mitad. 7. Juan Ortiz y su mujer han de asistir personalmente la casa y el obrador en que se establece la compañía, “Para que su presencia, cuidado, eficacia y vigilancia, anime a los oficiales y operarios en el trabajo, y cuiden y prevengan todo extravío”. 8. Que si alguno de los firmantes no cumple lo establecido, el otro queda en libertad de poder emprender acciones legales en Murcia o Cartagena.

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AHPMU. Protocolos Notariales, Signatura 02548, ff. 169r-171v. Murcia, 23-03-1795. AHPMU. Protocolos Notariales, Signatura 02548, ff. 172r-176v. Murcia, 25-03-1795.

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El 30 de julio del mismo año se cumple con el apartado número tres y se realiza el inventario de los objetos que existen en la compañía. De éste puede deducirse que no se trabajaban grandes obras de platería, puesto que la mayoría de los objetos reseñados son medallas, cruces de cintura, candados…, pero lo que más llama la atención es su variada oferta de platería civil: anillos, palilleros, cajas para tabaco, llaveros, pitos, saleros, puños para cuchillo, dedales… Y con ello la compañía debía de tener buenas ventas, pues al final de esos cuatro meses alcanzó un montante de ganancias de 287 reales de vellón, sin contar el dinero que le adeudaban. El inventario incluía lo siguiente: ·Primeramente cinco pares de calabazas grandes a veinticuatro reales el par, ciento y veinte reales de vellón. ·Treinta y dos pares más pequeños, a catorce reales el par, cuatrocientos cuarenta y ocho reales de vellón. ·Diecisiete pares más pequeños, a doce reales el par, doscientos cuatro reales de vellón. ·Catorce más pequeños, a siete reales el par, noventa y ocho reales de vellón. ·Diez pares más pequeños, a seis reales el par, sesenta reales de vellón. ·Dieciséis pares más pequeños, a cinco reales el par, ochenta reales de vellón. ·Veintisiete pares más pequeños, a cuatro reales par, ciento ocho reales de vellón. ·Ocho pares de copetes, a tres reales y medio el par, veintiocho reales de vellón. ·Cinco pares de copetes con chorrillo de perlas falsas, a cuatro reales, veinte reales de vellón. ·Siete pares de candados, a real y medio el par, diez reales de vellón. ·Tres pares de arracadas de luto, a cinco reales y medio el par, dieciséis reales de vellón. ·Cinco aderezos de cintería todos con valor de ciento veinte reales de vellón. ·Dos medallas de filigrana con valor de cincuenta y dos reales de vellón. ·Tres medallas sobre dorada, a veintiocho reales cada una, ochenta y cuatro reales de vellón. ·Seis relicarios blancos, con valor de ciento quince reales de vellón. ·Cuatro cruces para cintura sin cadena, con valor de sesenta y dos reales de vellón. ·Treinta y una medallas para rosarios, todas con valor de trescientos treinta y uno reales de vellón. ·Tres Cristos para rosarios, a siete reales cada uno, veintiuno reales de vellón. ·Tres vírgenes del Pilar, a cuatro reales cada una, doce reales de vellón. ·Sesenta y seis piececitas pequeñas para rosario, con valor de ciento ochenta reales de vellón. ·Una cruz de Jerusalén grande, ocho reales de vellón. ·Cinco de otras pequeñas, a cuatro reales cada una, veinte reales de vellón.

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·Diez cajas para tabaco, a veintiséis reales cada una de hechura, doscientos sesenta reales de vellón. ·Cuatro palilleras grandes, a catorce reales cada una de hechura, cincuenta y seis reales de vellón. ·Nueve palilleras pequeñas, a diez reales cada una de hechura, noventa reales de vellón. ·Peso de cajas y palilleras cuarenta y uno onzas y ocho adarmes, ochocientos treinta reales de vellón. ·Un salero, su hechura veintiséis reales de vellón. ·Un puño de espadín, su hechura, cuarenta reales de vellón. ·Seis puños de cuchillos, a diez reales cada uno de hechura, sesenta reales de vellón. ·Nueve pitos de contramaestre, a quince reales cada uno de su hechura, ciento treinta y cinco reales de vellón. ·Ocho llaveros a veinte y seis reales cada uno de hechura, doscientos ocho reales de vellón. ·Peso de salero, puño de espadín, puños de cuchillos, pitos y llaveros, de cincuenta y seis onzas y seis adarmes, importan un mil ciento veintisiete reales y diecisiete más reales de vellón. ·Veintinueve dedales, a veinte reales cada uno, importan ciento setenta y cuatro reales de vellón. ·Veintisiete tumbagas de filigrana doradas a cuatro reales, ciento ocho reales de vellón. ·Dieciocho anillos de plata blanca, a tres reales cada uno, cincuenta y cuatro reales de vellón. ·Un estuche de venturina, cuarenta reales de vellón. ·Cuatro caracolas engastadas con cadena, cuarenta y ocho reales de vellón. ·Dieciséis cruces de cintura con cadena, a ocho reales cada una de hechura, ciento veintiocho reales de vellón. ·Cinco campanas de cintura, a doce reales la hechura, sesenta reales de vellón. ·Peso de cruces y campanas, veintiocho onzas y ocho adarmes, quinientos sesenta reales de vellón. ·Catorce docenas de broches de velo, a siete reales la docena, noventa y ocho reales de vellón. ·Cincuenta y seis más pequeños, a veinte reales la docena, trescientos treinta y seis reales de vellón. ·Cuarenta y seis docenas de broches vaciados, a cuatro reales la docena, ciento ochenta y cuatro reales de vellón. ·Doce broches en pretina a real y medio cada uno, dieciocho reales de vellón. ·Peso de todos los broches, ciento treinta y tres onzas, importan, dos mil seiscientos sesenta reales de vellón. ·Veintiséis pares de charreteras sencillas, a seis reales cada par de hechuras, ciento y seis reales de vellón.

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·Diecinueve pares de cubiertos, a diez el par de hechura, ciento noventa reales de vellón. ·Peso de todas charreteras, es de cuarenta y tres onzas y ocho adarmes, ochocientos setenta reales de vellón. ·Sesenta y un pases de hebillas de veinte y seis reales la hechura, importan, mil quinientos ochenta y seis reales de vellón. ·Peso de todas doscientos ochenta y nueve onzas y ocho adarmes, importan, cinco mil setecientos noventa reales de vellón. ·Ocho pares de calabazas de oro, a trescientos siete reales y medio el par de hechura, trescientos reales de vellón. ·Peso de las calabazas, una onza y trece adarmes, y dieciocho onzas más a veinte pesos la onza, quinientos cincuenta y tres reales, y veintiuno más. ·Un anillo de oro con valor de treinta reales de vellón. ·Diecinueve pies de patillas dobles, a cinco reales el par, noventa y cinco reales de vellón. ·Ocho pies sencillas a treinta el par, veinticuatro reales de vellón. ·Doce pies charreteras a real y medio, dieciocho reales de vellón. ·Once onzas de doradillo viejo, a quince reales el par, ciento sesenta y cinco reales de vellón. ·Veintinueve onzas y cuatro adarmes de plata vieja, a dieciocho reales la onza, quinientos veintiséis reales y diecisiete más. ·Ochenta y dos onzas y seis adarmes de plata arreglada a veinte reales la onza, mil seiscientos cuarenta y siete reales y diecisiete más. ·Tres onzas y ocho adarmes de oro arreglado a veinte pesos la onza, importa, un mil y cincuenta reales de vellón. ·En deudas cobrables, ciento setenta y ocho reales de vellón. ·En deudas incobrables, doscientos reales de vellón. ·Dinero que tiene don Juan Ortiz extraído del fondo de esa compañía para gastos en su cuenta en dinero efectivo, ochocientos reales de vellón. ·Y últimamente hay existente en dinero efectivo, doscientos ochenta y siete reales de vellón. El inventario, en su conjunto, representaba un montante de 24.160 reales de vellón34. La compañía quedo disuelta el 22 de febrero de 1798, seis años después de la primera unión y tres más tarde de la incorporación de María Dolores, mujer de Juan Ortiz. En esta carta de disolución, ante Bocio y Belda, Juan Ortiz entregaba cuanto le correspondía a Gozalbo, y ambos firmaban la disolución amistosa de la compañía “quedando a salvo el honor y honradez de ambos socios”35. Pocos años después, en abril de 1800, su primera mujer, María Josefa Sánchez Alexandre, le entregaba plenos poderes para testar en su nombre. Siete años más tarde testaban los dos, y al no tener descendencia se heredaban el uno al otro. Nom34 35

AHPMU. Protocolos Notariales, Signatura 02548, ff. 439r-443v. Murcia, 30-07-1795. AHPMU. Protocolos Notariales, Signatura 02553, f. 46r-v. Murcia, 22-02-1798.

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braban por albaceas a don Francisco Ortega y Ribero y al párroco del lugar donde se produjera su fallecimiento. Se declaraban feligreses de Santa María. Entre sus legados, su procurador se beneficiaba con una escribanía y cubierto de plata, y el Convento de las Clarisas de Cieza era favorecido con la cantidad de cien pesos, aunque sobre todo llama la atención su preocupación por el futuro de sus criadas36. En 1809 el censo realizado con motivo del alistamiento general establece a Gozalbo casado y con cincuenta años, con vivienda en el nº 93 de la calle Platería y sin trabajadores a su cargo37. La muerte llegaría en primer lugar a su mujer el 25 de marzo de 1812, muy posiblemente a causa de la “peste” que ese año azotó la ciudad de Murcia. Poco después Gozalbo se casaría con doña María Josefa Sánchez Saura trasladando su domicilio a la elegante Alameda del Carmen, el paseo de moda y auténtico ensanche de la ciudad de Murcia38. El 17 de marzo de 1819 testaba a favor de su esposa y sus hermanos de Játiva. Los albaceas eran el escritor don Luis Santiago y Vado y los padres Fray Juan Gómez y Fray Antonio García. Gozalbo se declaraba vecino del partido de San Benito. La muerte le tuvo que llegar en torno a 1824. En ese año sus albaceas tasan los bienes que había dejado, entre ellos: tierras en Torre Pacheco, tierras en Rincón de Velarde, un molino de harina en Cartagena, diversas casas en Murcia, estando la principal en el Partido de San Benito. Es aquí cuando comienza el problema con su herencia, pues al fallecer sin descendencia directa, son muchos los que intentaron hacerse con ella, demorándose el asunto hasta casi mediados del siglo. No son muchas sus obras hoy conocidas, a pesar de su gran dinamismo empresarial y su larga trayectoria profesional. Según recoge Francisco Candel Crespo, la obra documentada de Gozalbo se limita a unos arreglos de la cruz de cristal de roca y plata de Lorca, por la que se le abono 546 reales en 1807, y el recado de escribir, tintero y salvadera, que suministró al Concejo de Murcia unos años antes, concretamente en 179539. La custodia de la parroquia de San Lázaro de Alhama El ostensorio de la parroquia de Alhama de Murcia viene a ser un eslabón más, en esa cadena de ostensorios que bajo la tipología de la custodia con astil de figura se hicieron patentes en el sureste peninsular desde las primeras décadas del siglo XVIII. El interés que ha despertado este peculiar modelo y su vigencia en el ámbito hispánico parte de los estudios de Heredia Moreno40, a los que hay que sumar aportaciones como la de Pérez Sánchez41. Estos trabajos han creado una base para la 36 F. CANDEL CRESPO, Plateros en la Murcia del siglo XVIII. Murcia, 1999, p. 137. 37 F. CANDEL CRESPO, “Los plateros...” ob. cit., pp. 21-26. 38 Ibídem, p. 25. 39 Ibídem. 40 M.C. HEREDIA MORENO, “De arte y devociones eucarísticas: las custodias portátiles”, en Estudios de Platería. San Eloy 2002. Murcia, 2002, pp. 163-182. M.C. HEREDIA MORENO, “Iconografía del ostensorio mexicano del siglo XVIII con astil de figura”. Cuadernos de Arte e Iconografía t. IV-7 (1991), pp. 321-330. 41 M. PÉREZ SÁNCHEZ, “La custodia con astil de figura del Barroco a la Ilustración a tra-

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contextualización de estas singulares custodias configuradas en torno a un astil de figura, manifestación clara de la exaltación, contrarreformista y de la magnificencia del culto que a partir de entonces comenzó a desarrollarse en los ámbitos católicos42. Con la llegada del Barroco y la implantación de la teatralidad, la tipología definitiva fue derivando hacia la custodia sol con astil de figura43. Giacomo Laurentiani, el grabador y broncista italiano, divulgará ese modelo a partir de 1632 como demuestran los diseños que vieron la luz a través de Opere per Argientieri et altri, cuya portada recoge ya esta forma con figura antropomórfica en el astil44. Este modelo no tardó en difundirse por el resto del continente, teniendo en nuestro país uno de sus primeros ejemplos en Toledo, concretamente en la custodia palermitana destinada a la iglesia de Santo Tomé45. El sureste peninsular no fue ajeno a estas modas y son varios los ejemplos que se realizaron en Murcia y en Orihuela, destacando, por encima de todos, el que guarda la murciana parroquia de San Miguel, diseñado por el escultor Francisco Salzillo. La inmersión de escultores, arquitectos y pintores en otras artes, como la platería, no es de extrañar, pues todas las artes están bajo el patrón del dibujo46. Pero son sobre todo los primeros los que más aportaron y más contribuyeron al enriquecimiento de las artes decorativas. Hay ejemplos de reconocidos y prestigiosos escultores asentados en Murcia que llevaron a cabo diseños de piezas de plata para completar algunas de sus actuaciones, Bussy, Dupar o Salzillo son sólo algunos de ellos47. No sería descabellado pensar que si el retablo del templo de San Lázaro contó con la colaboración de Roque López, discípulo de Salzillo, algo de las ideas del maestro estuvieran presentes a la hora de diseñar la nueva custodia.

vés de los ejemplos del sureste español. La impronta de Salzillo”, en J. RIVAS CARMONA (coor.), Estudios de Platería. San Eloy 2013. Murcia, 2013, pp. 399-420. En este contexto de la Universidad de Murcia se han producido otras aportaciones al estudio de la escultura y la imagen en platería. Así, C. de la PEÑA VELASCO, “Algunas reflexiones sobre el valor de la escultura en las custodias portátiles del siglo XVIII en España”, en J. RIVAS CARMONA (coor.), Estudios de Platería. San Eloy 2005. Murcia, 2005, pp. 403-425. También hay que citar M.M. ALBERO MUÑOZ y M. PÉREZ SÁNCHEZ, “Giacomo Laurentiani y sus Opere per Argentieri el altri”, en J. RIVAS CARMONA (coor.), Estudios de Platería. San Eloy 2012. Murcia, 2012, pp. 59-76. 42 Para el contexto general de la platería contrarreformista ver J. RIVAS CARMONA, “El impacto de la Contrarreforma en la platerías catedralicias”, en Estudios de Platería. San Eloy 2003. Murcia, 2003, pp. 515-536. 43 M. PÉREZ SÁNCHEZ, “La custodia con astil…” ob. cit., pp. 399-420. 44 Esta cuestión ha sido desarrollada por M.M. ALBERO MUÑOZ y M. PÉREZ SÁNCHEZ, ob. cit., pp. 59-76. 45 Corpus, historia de una presencia. (Catálogo de la exposición). Toledo, 2003, pp. 162-163. 46 Para el valor del dibujo en la propia platería puede citarse a C. BELDA NAVARRO, “San Eloy”. La luz de las imágenes. Orihuela. (Catálogo de la exposición). Valencia, 2003, nº 152, pp. 454-455. 47 Salzillo estaría íntimamente ligado con el gremio de plateros, ya que contrajo matrimonio con Juana Vallejos, hija del miembro de esa corporación Bartolomé Vallejos, ver: C. de la PEÑA VELASCO, “El platero Bernabé Vallejos, sus relaciones familiares con Francisco Salzillo y algunas incidencias del gremio a comienzos del siglo XVIII”, en Estudios de Platería. San Eloy 2001. Murcia, 2001, pp. 183-197.

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No sólo la incorporación de una figura en el astil es relevante en la custodia de Alhama, ya que aquí no se presenta en el astil un ángel, como era lo más común en Europa, sino que éste aparece protagonizado, como en algunos otros ejemplos del sureste, por la imagen de la Fe, iconografía que se había impuesto en algunos ostensorios dieciochescos del sur de Italia. La presencia de ésta ya se había hecho realidad mucho antes, durante la segunda mitad del siglo XVII, tal como confirma custodia del convento de San José de Paderbom (Renania), algo lógico ya que en esas zonas fronterizas del mundo alemán se cuidó mucho el aspecto teológico aplicado a las artes48. Posiblemente su presencia en el ostensorio de Alhama derive de aquellas custodias de Murcia u Orihuela o de las originales creaciones del platero de origen milanés Carlos Zaradatti, que asimismo incorporó esa iconografía en los ostensorios de las parroquias de Fortuna y Molina de Segura o en el que realizó para el monasterio de Santa Ana de Murcia. Incluso las obras más monumentales de Zaradatti49, como las citadas de Molina o la del cenobio dominico50, sumaron también las otras dos Virtudes, la Esperanza y la Caridad. Iconográficamente la presencia de la Fe en este tipo de objetos es muy recurrente puesto que materializa la fe de la iglesia, representada por la comunidad parroquial, como fe eucarística, como expresión de un culto eucarístico renovado que era propugnado, como motor de la necesaria renovación espiritual y litúrgica, por la iglesia reformista de la Ilustración51. La Fe, por tanto, como vía por excelencia de la comprensión y devoción eucarística y, en consecuencia, como su soporte. A diferencia de otras obras, como el ostensorio de la Iglesia de Santa Ana de Murcia, aquí la imagen aparece con los ojos sin vendar. La efigie se eleva sobre una nube, portando en su mano izquierda una cruz y con la derecha, alzada, sustenta el cáliz, sobre el que monta el sol radiante, adornado con siete querubines. Su ropaje aparece repleto de pequeños adornos florales, llamando la atención el conjunto de pliegues que dan la verdadera sensación de movimiento. Para dar mayor altura y por consiguiente mayor realce al viril, la imagen no emerge directamente de la base, sino que es elevada sobre una columna, que otorga un sentido clásico a la custodia. La base muestra diversos atributos iconográficos muy recurrentes en estas obras: el cordero de los siete sellos, un racimo de vid, las espigas de trigo y el pelicano (lám. 2). Las características de este ostensorio pueden verse asimismo en la custodia de la Iglesia de Nuestra Señora de la Asunción de la localidad albaceteña de Yeste, donde se repite, con algunas variantes, el mismo esquema compositivo que en Alhama: base con idénticos atributos, astil compuesto por un cuerpo prismático sobre 48 M. PÉREZ SÁNCHEZ, “La custodia con astil…” ob. cit., pp. 399-420. 49 Las custodias de Carlos Zaradatti cuentan con una reciente monografía, centrada en el ejemplo de Molina de Segura, debida a J.D. HERNÁNDEZ MIÑANO, La custodia procesional de la Iglesia de la Asunción de Molina de Segura: la obra magna de Carlos Zaradatti. Murcia, 2013. 50 J. RIVAS CARMONA, “Las artes suntuarias en el Monasterio de Santa Ana”, en El Monasterio de Santa Ana y el arte dominico en Murcia. Murcia, 1990, pp. 73-102. 51 M. PÉREZ SÁNCHEZ, “Platería e Ilustración: el ejemplo de la catedral de Orihuela”, en J. RIVAS CARMONA (coor.), Estudios de Platería. San Eloy 2010. Murcia, 2010, pp. 613-627.

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LÁMINA 2. ANTONIO GOZALBO. Ostensorio (1786). Parroquia de San Lázaro, Alhama de Murcia. el que se hallan dos imágenes de bulto redondo, la Esperanza y la Fe, esta última sosteniendo con el mismo juego del brazo derecho la copa sobre la que se alza el viril52. Todo lleva a pensar en una posible atribución a Gozalbo (lám. 3). De hecho, la vinculación del ostensorio a un taller murciano ha sido puesta de relieve en numerosas ocasiones. Y ello parece lógico en tanto que dicha localidad formaba parte por aquel entonces de la diócesis de Cartagena y lo propio era acudir a la capital del obispado para atender un encargo de tal notoriedad. No obstante, se trata tan sólo de una atribución ya que el ostensorio carece de marcas, ausencia justificada por estar confeccionado en bronce dorado. El recurrir a dicho material hace pensar que su realización pudo concretarse en fechas más tardías de lo que hasta ahora se ha venido pensando para esta pieza53. En efecto, la posibilidad de una fabricación en los años siguientes a la Guerra de la Independencia resulta lo más probable y más 52 Los Caminos de la Luz. Exposición conmemorativa. 2000 años del nacimiento de Cristo. Diócesis de Albacete, 50 años de vida. Albacete, 2000, pp. 226-227. 53 Fides (Catálogo de la Exposición con motivo del Año de la Fe). Albacete, 2013, p. 30.

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teniendo en cuenta los saqueos que padecieron las iglesias de la comarca de la Sierra del Segura por parte de las tropas francesas en su retirada de Andalucía54. Es evidente, y dados los parecidos que guarda con la de Alhama, que el encargo de esa nueva custodia, posiblemente destinada a reemplazar a una robada, recayera sobre Gozalbo, un platero de prestigio, bien relacionado y posiblemente el único en Murcia, muerto ya Zaradatti en 1812, que pudiera hacer frente a una tipología tan especial.

LÁMINA 3. ¿ANTONIO GOZALBO? Ostensorio (Primer cuarto siglo XIX). Iglesia de Nuestra Señora de la Asunción, Yeste. 54 La anterior custodia, a la que seguramente reemplazó la de Gozalbo, está documentada. Con fecha 4 de julio de 1641 se pagaron al platero Juan de Villegas la cantidad de 551 reales por “la hechura de la custodia los quales no estaban recibidos en quenta por no averse librado y con esta cantidad y dos partidas que dio en descargo el licenciado Rivera y el licenciado Juan Ruiz Quesada y 729 reales que dieron de limosna personas particulares de esta villa para la hechura de la dicha custodia se le acabaron de pagar a dicho Juan de Villegas platero 1795 reales que monto las hechuras segun el concierto que con el se hizo”. Archivo Diocesano Albacete (ADA). Caja 2 Yeste. Cuentas de Fábrica de la Iglesia de Yeste 1641-1649, s.f.

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