El pecado en el Cristianismo

June 28, 2017 | Autor: Gabriel Revollo | Categoría: Christianity, Human Evolution, Philosphy of Religion
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Descripción

EL PECADO EN EL CRISTIANISMO

Gabriel Revollo

Dedicado a mis hijos Sarita y Darío

LA MEMORIA

La memoria es hija del incesto.

La abuela, con la semilla en las entrañas de su nieto que al mismo tiempo era su hijo, parió primero al hermano y luego, con la misma semilla en las entrañas, parió también a la hermana.

El hermano y la hermana se aparearon muchas veces y trajeron al mundo cinco camadas de mellizos.

Desde el vientre de la madre, cada pareja de mellizos - mujer y hombre solo pudieron mirarse entre ellos, solo pudieron sentirse entre ellos, solo pudieron aparearse entre ellos… y apareció en ellos la chispa de la memoria al relacionar por primera vez el placer de la copulación con la concepción de un nuevo ser.

La chispa de la memoria se estampó en la huella genética como el gen mutante de la memoria

y nacieron, de aquellos hermanos mellizos, los humanos mutantes con memoria.

Mas no tan solo el incesto hizo el gen mutante de la memoria, también lo hicieron los hongos alucinógenos que en aquel entonces eran parte cotidiana de la dieta de la horda.

LOS MUTANTES

Los mutantes con memoria hijos del incesto son más débiles y vulnerables.

Las impresiones de mecanismos de selección natural desarrolladas a lo largo de su sobrevivencia confrontando las agresiones del medio ambiente, quedan estampadas en la huella genética agregada del grupo animal.

Porque se duplican las mismas impresiones en su ascendencia consanguínea, el abanico de impresiones de los hijos del incesto es muy menor comparado al abanico de impresiones de la huella agregada del grupo animal, haciendo de los mutantes con memoria seres menos aptos para confrontar las agresiones del medio ambiente.

Cuando su ascendencia es portadora de las impresiones que resguardan la sobrevivencia contra eventos fortuitos con menor posibilidad estadística de suceder, esos mutantes con memoria son más débiles y vulnerables aún; tienen muy poco chance de sobrevivir.

EL PECADO

Los mutantes con memoria son un dilema para la horda; rápidamente se hacen indispensables en la sobrevivencia grupal, porque recuerdan con claridad dónde conseguir la mejor comida y dónde acechan los más grandes peligros; pero también significan un peligro a la sobrevivencia, son una carga pesada - más aún que los bebés pequeños -, los más fuertes – como madres a bebés – deben llevarlos en sus espaldas. La huida es más difícil y las migraciones estacionales son muy lentas. Solo quieren alimentarse de los hongos. Solo quieren aparearse entre ellos. El gen mutante de la memoria ya se ha ido dispersando en el grupo humano. La horda ha comprendido que de en la copulación puede ser concebido un nuevo ser. La horda ha comprendido que si los padres son débiles los hijos son más débiles aún. La horda ha comprendido que si los padres son hermano y hermana, padre e hija o abuela y nieto, los hijos son más débiles aún.

Los individuos de la horda empiezan a vigilarse los unos a los otros

para evitar el apareamiento entre débiles, para evitar el apareamiento entre padre e hija, hermano y hermana, abuela y nieto; para preservar la sobrevivencia del grupo.

En la prohibición de las relaciones incestuosas nace el pecado. En el pecado los mutantes aprenden a aparearse con los más fuertes y los más fuertes aprenden a aparearse con los más débiles. En el pecado se consolida el gen mutante de la memoria en la huella genética agregada de la horda.

La intención del Dios judeo-cristiano era animales humanos incestuosos. El fruto que hizo la memoria -del árbol de la ciencia, del bien y del mal– (GEN 2, 17) fueron hongos alucinógenos. La desobediencia en el pecado original fue hacer del incesto un pecado.

EL DESEO

Antes del pecado era tan solo urgencia sexual. En el pecado nace el deseo. El deseo existe en la prohibición, en aquello que no se puede consumar. La urgencia sexual es animal, está asociada a la sobrevivencia que significa la reproducción, comienza y termina durante el período de celo. El deseo es humano, no termina. no se puede satisfacer porque existe en la prohibición, existe en la disasociación entre la urgencia sexual y la reproducción. El deseo queriendo satisfacerse es el placer, la energía del placer es muy poderosa porque la vorágine del deseo en prohibición no puede satisfacerse.

LA IMAGINACIÓN

El deseo es un peligro para la sobrevivencia de la horda, la consumación del deseo regresaría a la horda al estado animal. El deseo sexual que se consuma es castigado. Cuando la horda sorprende al hermano copulando con la hermana los separa con violencia. Cuando el padre encuentra al hijo copulando con la madre, lo echa fuera del espacio vital tribal. El temor al castigo desarrolla la imaginación. En el deseo, deseando lo prohibido, nace la imaginación.

EL CONSCIENTE

En la imaginación del mutante copulando una y otra vez con su hermana y con su madre nace la soledad. Antes del pecado, el deseo y la imaginación, el individuo no existía sino en el instinto de sobrevivencia del grupo. En la soledad de la imaginación deseando y pecando nace el individuo consciente de si mismo, nace la conciencia de ser uno humano desprendido del grupo social. El deseo del individuo antagoniza con el propósito de sobrevivencia del grupo humano. Por primera vez, el individuo tiene una conciencia dual, es al mismo tiempo individuo y grupo humano y – en él mismo – están en conflicto sus deseos como individuo y su necesidad como individuo que es parte del grupo humano que necesita sobrevivir.

EL INCONSCIENTE

El deseo del individuo antagoniza con el propósito de sobrevivencia del grupo humano. La imaginación deseando se desborda y se manifiesta en las miradas, en las erecciones y en el comportamiento. El grupo humano vigila al individuo y censura su comportamiento. El consciente del individuo – que es a la vez consciente grupal – entra en conflicto consigo mismo. El individuo entonces, para garantizar su sobrevivencia dentro la horda y para evitar el intolerable conflicto de la paradoja en su propia conciencia, debe ocultar las manifestaciones de su deseo, y la única manera de ocultar las manifestaciones de su deseo es ocultarse a si mismo las imaginaciones de su deseo. Ha nacido el inconsciente en el individuo humano.

LA CULPA

El consciente en el individuo está en conflicto entre su deseo y el instinto del grupo. El grupo censura las manifestaciones de deseo del individuo. La parte del consciente del individuo que es grupo censura a la otra parte del consciente del individuo que desea. Durante el aprendizaje de milenios de sobrevivencia animal estampado en su huella cromosómica, el instinto del individuo era el instinto del grupo. Durante milenios, la copulación en la urgencia sexual ha significado sobrevivencia. A partir del pecado, el deseo del individuo pone en peligro la sobrevivencia del grupo; pero la única resolución del deseo es regresionarlo al estado de urgencia animal y, regresionar el deseo a la urgencia animal también significa poner en riesgo la sobrevivencia: volver al incesto y aniquilar al gen mutante de la memoria. El deseo es paradoja. La culpa nace en la paradoja, la culpa nace en la incapacidad del individuo de resolver su conflicto de sobrevivencia. La culpa se nutre de la poderosa energía que significa el placer. Y la culpa existencial,

aquella que se denomina mal intrínseco en el pecado original, nace cuando el individuo oculta en el inconsciente las imaginaciones de su deseo, llevando al inconsciente la paradoja que significa sobrevivir después del pecado.

LA SOBREVIVENCIA

La sobrevivencia es animal y es tan solo cambio errático. El instinto de sobrevivencia del individuo animal que es igual al instinto de sobrevivencia de la manada están sometidos al espacio. La sobrevivencia solo busca persistir, solo quiere permanecer. El cambio en la sobrevivencia no tiene tiempo, no tiene pasado ni futuro. La sobrevivencia es tan solo reacción a las agresiones fortuitas del espacio, a las agresiones fortuitas del medio ambiente.

EL TIEMPO

En la memoria la especie humana descubre el tiempo pasado. En el pecado la especie humana descubre el tiempo futuro. El tiempo no existe en la vida animal. El sentido de antes nace con la memoria. El sentido de después nace con la imaginación. La memoria es pasado y es tan real como puede ser. La imaginación es futuro y es una posibilidad estadística. Conocer el tiempo es prerrogativa de la especie humana. El tiempo pasado que existe en la memoria es real. El tiempo futuro que existe en la imaginación es una posibilidad estadística.

LA SOBREPOBLACIÓN

Las especies animales almacenan en la memoria de su huella genética agregada las impresiones de los mecanismos de selección natural que les permiten sobrevivir confrontadas a las agresiones del medio ambiente.

Los individuos más aptos para sobrevivir son aquellos cuya huella genética los protege contra agresiones fortuitas del medio ambiente con alta posibilidad de ocurrencia. Los individuos menos aptos para sobrevivir son aquellos cuya huella genética los protege contra agresiones fortuitas del medio ambiente con poca posibilidad de ocurrencia.

La fortuitidad sujeta al tiempo y al espacio determina la posibilidad estadística de re-ocurrencia de agresiones del medio ambiente.

Hacer del incesto un pecado es la primera acción deliberada de arquitectura genética en la especie humana. En el pecado del incesto se fortalece la huella genética de los individuos que conforman la horda alterando el ecosistema del espacio que habitan, ocasionando la sobrepoblación

al elevar desproporcionadamente el número de individuos aptos para sobrevivir, ocasionando la sobrepoblación al elevar desproporcionadamente el número de individuos cuya existencia es irrelevante para la sobrevivencia de la especie.

A partir del pecado, la especie humana imaginando futuros con la imaginación altera el equilibrio de la relación espacio-tiempo de los lugares donde habita, ocasionando la sobrepoblación.

LA EVOLUCIÓN

La sobrevivencia es propia de las especies animales. La evolución es característica de la especie humana. La evolución es el acto de adueñarse del espacio Y la ilusión de adueñarse del tiempo. La evolución existe a partir del pecado.

En la evolución el hombre - a través de la sobrepoblación – se adueña del espacio. La sobrepoblación ocasiona la migración de grupos de individuos con alta capacidad de sobrevivir alterando el ecosistema de los espacios colindantes y el equilibrio de sobrevivencia de las otras especies animales compartiendo los espacios con la especie humana.

En la evolución el hombre también pretende– ilusamente - adueñarse del tiempo futuro. A partir del pecado, la especie humana - gracias a la sobrepoblación ocasionada por la imaginación imaginando futuros – constriñe en su huella genética agregada el historial de mecanismos de selección natural que le permita enfrentar eventos fortuitos

cuya posibilidad de ocurrencia se extiende durante muchísimas más - comparada con las especies animales generaciones futuras por venir.

La sobrepoblación – que ocasiona el pecado – invade espacios colindantes.

La sobrepoblación – que ocasiona el pecado – pretende – ilusamente - invadir tiempos futuros.

El pecado hace del hombre invasor de los espacios y crea en el hombre la ilusión de invadir los tiempos futuros.

En el proceso de evolución las agresiones del medio ambiente van dejando de tener significancia real en el peligro de extinción de la especie humana.

En el proceso de evolución el propio hombre se va convirtiendo en el mayor peligro de extinción para su propia especie.

En el pecado el hombre se adueña del espacio y crea en si mismo la ilusión de adueñarse del tiempo.

En el pecado el hombre se hace rey de la creación.

LA BONDAD Y LA MALDAD

El individuo se da cuenta que el deseo en su imaginación puede copular en el pecado del incesto o también, el deseo en su imaginación puede copular fuera del incesto con la aprobación de la tribu, con la aprobación de su propio consciente individual y con la aprobación de su propio consciente grupal; con la aprobación de su inconsciente. El individuo se da cuenta que puede imaginar sin cometer pecado. Pero el deseo que no comete pecado no es el mismo deseo porque existe más en la incertidumbre del futuro - incluso en la incertidumbre futura de la aprobación del grupo -. Ha nacido – en los humanos – el sentido de bondad y maldad.

LA ASOCIACIÓN

Cuando el individuo comienza a imaginar bondad ha nacido en el individuo la capacidad de asociar. El deseo en la bondad es incertidumbre del futuro pero también es deseo en el pecado, porque la bondad nace cuando nace en el humano la facultad de imaginar asociando el deseo prohibido del incesto con quien no tiene lazos consanguíneos. La virtud es en el pecado.

LA COMUNICACIÓN

La urgencia sexual ha empezado a desaparecer en el pecado del incesto, y ha terminado desapareciendo en el deseo hecho imaginación. La necesidad de sobrevivencia ha sido reemplazada con la necesidad de evolucionar. El gen mutante – ya no de la memoria – de la memoria y de la imaginación, con consciente e inconsciente, con sentido de bondad y maldad, con sentido del espacio y del tiempo, con capacidad de asociar; el gen mutante de las facultades mentales, el gen mutante de la tribu – ya no de la horda – sale a la conquista de espacios y tiempos, - haciendo la guerra mullido de los superhombres que ocasionan las sobrepoblaciones, los superhombres que ya no son sobrevivientes - son evolucionantes fortachones – transformando hordas en tribus, transformando tribus en naciones, transformando naciones en civilizaciones.

El objetivo del gen mutante es hacerse en cada individuo de la horda, en cada individuo de la tribu, en cada individuo de la nación, en cada individuo de la civilización, en cada individuo de la especie. Y – para cumplir su objetivo – el gen mutante hace la guerra pero también, inventa la comunicación; la comunicación que es la palabra, la comunicación que es la escritura, la comunicación que es la música, la comunicación que es la tecnología. El objetivo del gen mutante es hacerse en cada individuo de la especie humana, pero su objetivo es muy difícil de alcanzar porque – para alcanzarlo – debe mantenerse en movimiento, tratando de atrapar espacios, tratando de atrapar tiempos. El gen mutante – para poder hacerse uno en el colectivo consciente e inconsciente de la especie humana – debe en verdad ser un gen mutante

- ¡deseo! en constante movimiento, en constante búsqueda de su no-ser.

LA JUSTICIA

La injustica social es producto de la sobrepoblación que causa el pecado en su afán de evolucionar a la especie humana.

El gen mutante transmitido de generación en generación crea dentro el grupo humano individuos menos o más evolucionados según la capacidad de cada cual para imaginar, recordar y desear; según la capacidad de cada cual para comunicar.

Los individuos más evolucionados habitan en la cúspide de la pirámide social, algunos de ellos migran, y otros se sirven de la vida y gobiernan sobre la vida de los menos evolucionados desde las posiciones de poder que han alcanzado gracias a su alta capacidad de comunicar.

Aquellos menos afortunados que llevan una carga genética con menor capacidad para recordar, imaginar y desear, habitan – pobres, miserables y hambrientos – en las bases de la pirámide social,

resguardando inútilmente la sobrevivencia por generaciones de siglos de siglos por venir, para hacer los cimientos que necesita la evolución de la especie humana; guardando – con su hambre, su miseria y su espacio hacinado la franja marginal de tiempo que necesita la evolución para mantener soberanía sobre los espacios conquistados y continuar con su tarea de invadir nuevos espacios.

El sentido de injusticia nace en los desafortunados no solamente del hambre y la miseria que aguantan cada día, una gran mayoría de los individuos que conforman un grupo humano y que son capaces de satisfacer holgadamente sus necesidades básicas, llevan día a día un sentido de injusticia porque la evolución, en su necesidad de estar preparada para invadir nuevos espacios, los tiene acorralados en un espacio y en un tiempo más pequeños del que merece su carga genética

de deseo, memoria e imaginación para expresarse libremente.

LA MUERTE

Las facultades mentales existen a partir del gen mutante de la memoria. El conocimiento del hombre se construye a partir del gen mutante de la memoria. Los individuos - incluso – usando sus capacidades asociativas pueden desarrollar su imaginación imaginando las imaginaciones de otros individuos, comprendiendo las memorias agregadas del grupo a partir de sus propias memorias.

Ningún individuo del grupo lleva a la muerte en su memoria. La memoria agregada del grupo nunca va a llevar a la muerte en su memoria. La muerte no es recordada, solo se recuerda la observación de la muerte. La memoria agregada del grupo es la sumatoria de las memorias de los individuos. La memoria hace a las facultades mentales. Las facultades mentales hacen al conocimiento. La muerte no puede ser conocida. La muerte solo puede ser observada.

Cuando la tradición oral trasciende la memoria agregada más allá de la muerte, el humano se percata que no existe en el pasado de sus antepasados, el individuo se percata que en el pasado es nada.

La memoria del individuo antes de la vida es nada, la imaginación del individuo después de la muerte solo puede ser nada.

El miedo a la muerte nace en los humanos cuando conocemos que la muerte no puede ser conocida, cuando nos damos cuenta que a la muerte no podemos recordarla, cuando nos damos cuenta que no podemos imaginar más allá de nuestra muerte.

LA FANTASÍA

En algún momento durante el proceso de evolución de la especie humana, comienzan a existir en el presente - a través de la memoria los antepasados muertos.

Puesto que las imaginaciones futuras se construyen a partir de nuestras memorias pasadas, solo cabe concluir que los antepasados que habitan en nuestras memorias trascienden la muerte y persisten en el tiempo hacia una vida futura; cuando arribamos a la conclusión que nuestros antepasados trascienden la muerte, solo cabe concluir que cada uno de nosotros trascendemos más allá de la muerte.

A partir de la imaginación, valiéndose del miedo a la muerte y de la capacidad para asociar, la evolución en movimiento ha extraído de la caja de Pandora la facultad mental llamada fantasía.

La imaginación es el futuro con posibilidad estadística de suceder. La fantasía es el futuro sin ninguna posibilidad estadística de suceder.

La fantasía - a diferencia de la memoria, el deseo y la imaginación no es en el gen mutante, la fantasía es en el conocimiento agregado que ha originado el gen mutante.

La escritura se inventa a partir de la fantasía, en la necesidad de construir el pasado que nos permita consolidar nuestra ilusión de – para cada individuo – un futuro después de la muerte.

En la fantasía la ilusión del tiempo se extiende hasta después de la muerte, fantaseando vidas después de la muerte que no tienen ninguna posibilita estadística de suceder.

Gracias a la fantasía – sin embargo – la imaginación se desarrolla

- ¡evoluciona! – en su ilusión de invadir tiempos futuros imaginando más vidas futuras - terrenales con posibilidad estadística de suceder, haciendo sobrepoblaciones de sobrepoblaciones, haciendo más evolucionantes fortachones comunicadores buscando sembrar el gen mutante en todos los individuos de la especie humana.

LA FE

Si a la fantasía del tiempo construida sobre los recuerdos de nuestros antepasados no le ponemos una dirección espacial igualmente fantástica, solo podría llevarnos de vuelta - allá en fantaseadas vidas no-terrenalesa nuestros orígenes animales desmemoriados e incestuosos.

Cuando la ilusión del tiempo se desborda en la fantasía, deja de preocuparse que la imaginación esté confinada a la posibilidad estadística de suceder.

El deseo - haciendo la fantasía a partir de la imaginación – inventa el no-ser del tiempo, inventa una eternidad donde el principio y el fin fantaseados se puedan encontrar.

El deseo - haciendo la fantasía a partir de la imaginación – inventa el no-ser del espacio – los dioses -

donde pueda caber la eternidad inventada. En los dioses inmortales el tiempo eterno y el espacio infinito se pueden encontrar, y la fantasía puede permitirnos no ser - en el pasado y en el futuro animales incestuosos y desmemoriados.

La ilusión de invadir tiempos futuros hubiera podido estancarse en la muerte. En la muerte hubiéramos podido volver a ser animales sin tiempo. En la muerte habríamos – en el olvido – alcanzado la convicción de que el cambio es errático. En la muerte el futuro se desvanecería en las imaginaciones de las memorias del pasado. En la ilusión de invadir tiempos futuros limitada por la muerte asumida como frontera infranqueable, los humanos seríamos tribus dispersas - conquistadores y conquistados disputando – aburridos los espacios usurpados por la imaginación.

Para conquistar espacios más grandes,

para construir naciones y civilizaciones, la evolución debe trascender la muerte.

Para trascender la muerte la evolución se sirve de la fantasía e inventa la fe. La fe comienza con la convicción de que nuestros antepasados trascienden la muerte; la fe sigue con la convicción de que sí existen seres inmortales - dioses y la fe termina con la convicción de que los humanos podemos acceder a la inmortalidad – cristianos -.

Para poder acceder los humanos a la inmortalidad la fe evoluciona aniquilando dioses antropomorfizados a quienes los humanos hemos fantaseado y construyendo un solo Dios – infinito y eterno – fantaseando que Él nos ha creado a su imagen y semejanza - ¡inmortales! -, un solo Dios donde se reencuentran el grupo con el individuo,

donde la paradoja deja de existir, donde se reencuentran el espacio y el tiempo, donde fantaseamos la muerte como un pasajero castigo divino en esta vida terrenal, donde fantaseamos un principio humano inmortal, infinito y eterno - más del árbol de la ciencia, del bien y del mal no comerás; porque el día que de él comieres morirás – (GEN 2, 17) para tener fe en un final humano inmortal, infinito y eterno.

En la angustiosa paradoja de extinguir el deseo, en la angustiosa paradoja que significa actuar con virtud y bondad, el deseo sexual se ha reinventado a si mismo en el deseo de inmortalidad, y el deseo de inmortalidad se ha resuelto a si mismo en la fe.

La fe es el placer del deseo en la prohibición de ‘ser’ cada uno de nosotros en la vida eterna.

El placer - de la fe es incapaz de satisfacer el deseo - de inmortalidad –.

La fe alimenta la culpa consciente e inconsciente y también alimenta la culpa existencial porque existe – consciente o inconscientemente – en la incertidumbre de la duda. La fe lleva a la perspectiva de la vida eterna la paradoja de sobrevivir que ha originado el pecado.

LA VIDA ETERNA

El deseo es en el mal porque nace imaginando lo prohibido. El deseo es en el mal incluso cuando imagina - en bondad – con la aprobación del grupo porque el deseo en bondad nace de la asociación con el deseo prohibido y porque en última instancia, la bondad de la consumación del deseo imaginado está sujeta a la futura aprobación del grupo.

El deseo – el mal – es en el individuo. El bien – la aprobación de lo deseado – es en el grupo social.

Cuando los humanos inventamos vidas eternas el bien – el grupo humano - es Dios, Quien en el último futuro del fin de los tiempos aprueba o desaprueba – emite un juicio final – sobre la bondad o maldad de los actos que la imaginación del individuo ha consumado durante su vida terrenal.

El premio para una vida terrenal virtuosa

es una vida inmortal en paz y felicidad, es la vida eterna sin deseo pero… - ¡con conciencia y con memoria! la fantasía quiere consumar el deseo de inmortalidad resucitando a cada individuo con cuerpo y alma. Los cristianos no consideran la posibilidad de una vida eterna sin memoria y sin conciencia donde el individuo deja de existir y queda mimetizado en la conciencia divina durante toda la eternidad. Una vida eterna mimetizada en la conciencia divina equivaldría al retorno a la “nada” de antes de la vida cuando el individuo no tiene conciencia de su existencia, o también equivaldría a regresionar a la vida animal cuando el instinto del individuo está mimetizado en el instinto de sobrevivencia del grupo.

La conciencia fantaseada para la vida eterna no tiene imaginaciones porque no tiene necesidad de imaginar futuros, no vive en la paradoja que significa evolucionar y – sobretodo - no tiene culpa consciente ni inconsciente.

El diablo es la extensión del individuo en la vida eterna.

Ante la fantasía de una vida eterna al amparo de la bondad divina, el individuo deja de temer la muerte eterna. El miedo a la muerte eterna deja de ser un instrumento eficaz para manipular el comportamiento del individuo ya sea por la creación del concepto de vida eterna o también porque el individuo comienza a preferir la muerte eterna antes que someterse a la manipulación del grupo.

El concepto del diablo y del infierno, el concepto de sufrimiento y maldad eternas fue inventado por el grupo para manipular al individuo después que éste fantaseara su derecho a acceder a la vida eterna, para extender hasta la eternidad su paradoja de existir, para institucionalizar su culpa en el inconsciente.

En el inconsciente el individuo es el diablo, en el inconsciente el individuo es el mal eterno.

En el plano de esta vida terrenal la bondad es el deseo imaginado que el grupo humano autoriza consumar y la maldad es el deseo imaginado que el grupo humano prohíbe consumar.

En el plano de la vida eterna la bondad es el deseo de inmortalidad consumado en Dios y la maldad es el deseo – el individuo deseando eternamente en el Infierno.

El más grande deseo del individuo es poder ser persona, poder ser individuo inmortal en la vida eterna, con conciencia y con memoria pero sin deseo.

El más grande deseo del individuo es ser Dios.

El hombre ha creado a Dios a la imagen y semejanza de su deseo satisfecho, a la imagen y semejanza de su no-ser.

El grupo humano se sirve de la culpa que ha nacido en la paradoja existencial del individuo confrontado al grupo - culpa evolucionada a la perspectiva de una vida eterna en la paradoja de la duda que significa tener fe – para inventar el concepto del mal eterno para concebir los demonios y los diablos en la eternidad, para hacer del individuo deseo en la eternidad, para hacer del individuo maldad en la eternidad.

LA MORAL DEL DESEO

El grupo utiliza la culpa para manipular al individuo a través de la moral y sostener el proceso de evolución.

La moral son asociaciones conductistas - con la censura del grupo, con el miedo a la muerte eterna, con la recompensa del cielo bendito en la vida eterna y con el castigo de los infiernos eternamente dolorosos que el grupo impone en el individuo para manipular su comportamiento y salvaguardar el proceso de evolución.

La culpa nace en la paradoja existencial, en la imposibilidad del individuo de satisfacer su deseo cumpliendo el mandato del grupo, cumpliendo el mandato de Dios, en la imposibilidad del individuo de ser bondadoso.

El deseo imaginando lo prohibido es maldad, pero el deseo imaginando lo no prohibido también es maldad porque nace a partir de la asociación en la imaginación

y porque la bondad existe en la incertidumbre del juicio futuro que el grupo habrá de emitir, del juicio final que Dios habrá de emitir.

La fe está al servicio de la moral y la moral está al servicio de la evolución.

El grupo humano se constituye en la agresión del medio ambiente para controlar la evolución de la especie regulando - mediante la moral respaldada por la fe la transmisión hereditaria del gen mutante de la memoria la imaginación y el deseo.

El deseo existe en la prohibición y las facultades mentales existen en el deseo.

En la bondad el individuo se desvanece en la voluntad del grupo. En la bondad muere el deseo. En la bondad se estanca la imaginación. En la bondad no existe la culpa. En la bondad desaparece el consciente y se debilita el inconsciente.

La bondad no tiene la fuerza para invadir espacios y tiempos. En la bondad el individuo se idiotiza porque deja de ejercitar sus facultades mentales. En la bondad el grupo se expone a ser esclavizado porque la sobrepoblación no alcanza para conquistar otros pueblos. En la bondad no existe el pecado, no existe la fuerza impulsora que hace a la evolución. En la bondad se disipa el placer, la energía que hace a la evolución. Muy pronto la nación cae en cuenta que la fuerza evolucionante del deseo en bondad - del deseo sustentado más en la incertidumbre del futuro – es débil. Ya se ha desencadenado la vorágine de la evolución, ya se ha abierto la caja de Pandora que contiene las facultades mentales y para continuar su carrera desenfrenada, la evolución necesita del pecado, la evolución se nutre del pecado.

La moral del deseo

confina al deseo con prohibiciones para desarrollar la imaginación del individuo y – a partir de la imaginación – desarrollar sus facultades mentales, conquistar espacios y tiempos, desarrollar la comunicación, hacer sobrepoblaciones de sobrepoblaciones para construir naciones y civilizaciones.

La moral no delimita pecado de virtud, la moral existe en la paradoja de la culpa que impide al individuo resolver en bondad su conflicto existencial, porque la moral tiene la obligación de alimentar el deseo - alimentar el pecado para sostener la evolución.

Durante milenios la moral del deseo evoluciona, evolucionando hordas, tribus y naciones hasta sostener a la civilización occidental cristiana confinando al deseo donde el deseo –simplemente - no puede ¡dejar de ser!, donde la virtud de la bondad – simplemente – ¡no puede existir!, condenando al deseo

al solo propósito de la reproducción en la fidelidad conyugal de la alcoba de un matrimonio monogámico no incestuoso.

Si la moral del deseo tuviera intención verdadera - ciudadanos cristianos virtuosos la intención del grupo humano equivaldría a despojar al deseo de la imaginación, despojar a la especie humana del tiempo, privar al individuo de ejercitar sus facultades mentales.

Si los individuos que hicieron la civilización occidental hubieran llevado una vida de comportamiento virtuoso, la civilización occidental nunca hubiera existido.

El propósito de la moral del deseo es alimentar el deseo, transferir la energía del placer alimentando la culpa para crecer la paradoja de existir y… ¡evolucionar!

La moral del deseo utiliza la culpa - que ha generado en el individuo confinando al deseo para dosificar la evolución, para evitar que la evolución se torne

en contra de la sobrevivencia.

Pero en su tarea fundamental de preservar la carrera alucinante de la evolución humana salvaguardando la sobrevivencia de la especie hasta la eternidad, la moral del deseo debe asumir también otra tarea fundamental: preservar la integridad y cohesión del grupo humano - tribu, nación o civilización – enfrentado a las injusticias que causa la sobrepoblación.

La moral del deseo es también la moral de la sobrepoblación.

El sentido de injusticia nace en los desafortunados no solamente del hambre, la miseria y la pobreza que aguantan cada día, sino también de vivir por siempre acorralados en un espacio y un tiempo más pequeños del que merece su carga genética de deseo, memoria e imaginación para expresarse libremente.

La moral de la sobrepoblación tiene la tarea de confinar la memoria, el deseo y la imaginación del individuo dentro los límites de los tiempos y los espacios presentes

que le ha tocado vivir confrontados a los límites de los tiempos y los espacios presentes concebidos en la imaginación agregada del grupo, más aún con ayuda de la fantasía.

La moral de la sobrepoblación tiene la tarea de obligar al individuo a someterse a la voluntad del grupo, de obligar al individuo a sobrellevar sumisamente sus hambres, sus miserias y sus espacios hacinados, de obligar al individuo a soportar con mansedumbre el sentido de injusticia que le nace al ver otros individuos disfrutando en el presente los espacios y tiempos que lleva en su carga genética de imaginación, deseo y memoria, porque tienen la equivalencia adecuada con el medioambiente en el que se desenvuelven durante el tiempo de vida que les ha tocado vivir.

La fe está al servicio de la moral y la moral está al servicio de la evolución.

La fe y la moral cristianas están al servicio de la evolución, la evolución significa injusticia social, la fe y la moral cristianas están al servicio de la injusticia social.

El propósito de la fe… la fe en la existencia de Dios, la fe en una vida eterna, la fe en la recompensa de vivir la vida eterna en paz y felicidad junto a Dios en el cielo, la fe en el castigo de vivir la vida eterna en sufrimiento eterno junto al Diablo en los infiernos, la fe en la resurrección de Jesucristo que prueba la inmortalidad de Dios, la fe en el pecado original que nos hace malos desde el día en que nacemos, la fe en la virginidad de María que hace de la virginidad una virtud, la fe en la virginidad de María que significa que Dios no es deseo, la fe en la redención de los pecados que significa el sometimiento definitivo del individuo al grupo humano, la fe en el juicio final donde finalmente Dios nos premiará o nos castigara después de juzgarnos buenos o malos, la fe en la resurrección de los muertos en cuerpo y alma, la fe que hace de la castidad una virtud, … el propósito de la fe

es otorgar el marco conductista que necesita la moral para sojuzgar en mansedumbre al individuo dentro los propósitos de la evolución que ocasionan la injusticia social.

La moral no necesita de la fe de cada individuo para someter su comportamiento, basta que la fe consiga una fuerza importante dentro del grupo humano para que la moral cumpla sus objetivos sirviéndose de la presión grupal.

LA DECLARACIÓN UNIVERSAL DE LOS DERECHOS HUMANOS

Tan solo un milagro se atrevería a pronosticar que en los próximos siglos la fe cristiana se va a convertir en vínculo de comunicación entre las civilizaciones que habitan el mundo.

La fe cristiana y la moral occidental sí han logrado que la civilización occidental evolucione hasta construir las herramientas que necesita para cumplir el objetivo del gen mutante, para crear lazos de comunicación entre todos los individuos que conforman la especie humana.

La primera acción de la especie humana, la primera acción de la recién nacida civilización de la especie humana, luego de crear la plataforma donde hacer efectiva su capacidad de comunicarse, ha sido emitir la Declaración Universal de los Derechos Humanos.

La Declaración es un manifiesto en contra de la evolución de la especie humana comandada por la religión cristiana, la Declaración es un manifiesto en contra de la injusticia social.

La Declaración significa la decisión voluntaria de la civilización occidental de disasociar las vinculaciones conductistas entre los dogmas de fe y las normas morales.

La dignidad intrínseca significa la aceptación del grupo humano de no manipular el comportamiento del individuo a través de la fe, a través del pecado, a través del deseo.

La igualdad de derechos significa la búsqueda de justicia social, la convicción de alcanzar una relación espacio-tiempo-población donde todos los humanos vivientes se sientan libres, con sus necesidades básicas satisfechas y expresando cómodamente su potencial genético.

La protección de la Declaración a las diversas manifestaciones de la sexualidad humana significa la decisión de la humanidad de no manipular al individuo mediante el deseo.

La Declaración tiene el objetivo de dotar de la misma capacidad de comunicación a cada uno de los individuos de la especie humana, de reducir las diferencias genéticas

entre los individuos que conformamos la especie humana.

La Declaración tiene la decisión de que los humanos - cada cual con sus propias convicciones, cada cual con su propia fe, cada cual con sus propios dogmas, cada cual con sus propios dioses – nos hagamos dueños de nuestro destino en esta vida terrenal y mortal, fijemos nuestras propias normas morales de manera democrática y escribamos nuestras propias leyes - inspiradas en nuestra moral democrática -, encaminadas a la búsqueda de justicia social, encaminadas a eliminar la sobrepoblación, encontrando la relación tiempo-población-planeta Tierra que nos permita salir a conocer otros espacios.

En un mundo donde todos los individuos de la especie están comunicados y tienen similar capacidad de comunicación, solo cabe la paz mundial, ya no son necesarios evolucionantes fortachones invadiendo tiempos y espacios, ya no caben conquistadores ni conquistados.

La Declaración nace cuando los humanos tomamos

conciencia de que somos capaces de comunicarnos pero también somos capaces de aniquilarnos.

La Declaración – en muchos aspectos – hace inmoral a la religión cristiana, los humanos nacemos libres, no nacemos con maldad y pecado, los humanos somos iguales por derecho y dignidad, el fin eterno es común a todos los hombres, no existen recompensas o castigos en la vida eterna, el grupo y el individuo vuelven a tener un solo objetivo - la justicia social Dios y el Diablo vuelven a ser la misma cosa.

La fe y la moral cristianas han significado la evolución de la civilización occidental hasta conseguir las herramientas tecnológicas y los conceptos democráticos que hacen la posibilidad de todos los individuos de la especie humana estar comunicados entre nosotros, tomando decisiones sobre las normas morales en forma democrática, para ir desacelerando gradualmente la evolución que significa injusticia social,

para ir desanudando gradualmente las relaciones conductistas entre moral y fe, para ir aceptando paulatinamente la des-relación entre el deseo y la reproducción, entre el deseo y la vida eterna, para direccionar la energía del deseo – el placer al objetivo de alcanzar un orden social mundial sin hambre pobreza ni miseria, un orden mundial con justicia social, paz y libertad.

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