EL PCE 1936-1944

May 19, 2017 | Autor: Aitzol Arroyo Tumas | Categoría: GUERRA CIVIL ESPAÑOLA, Historia del comunismo. PCE
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Descripción

EL PCE DESDE EL ALZAMIENTO NACIONAL HASTA LA INVASION DEL VALLE DE ARAN (Ensayo Bibliográfico)

1. Introducción 2. Situación antes del comienzo de la Guerra Civil (19341936) 3. El alzamiento y las primeras semanas bélicas ( JulioOctubre 1936) 4. Desde el norte hasta Valencia, pasando por Madrid y Barcelona (Noviembre 1936- Abril 1939) 5. Exilio, reestructuración del PCE en dos frentes y represión (1939-1942) 6. La UNE: Monzón y la “Operación Reconquista” (19421944) 7. Consecuencias 8. Bibliografía Aitzol Arroyo Tumas

1. Introducción Después de casi un siglo desde el nacimiento del Partido Comunista Español, son muchos los análisis o diferentes lecturas que se han hecho al respecto sobre la trayectoria del partido. Pero esta vez, nos centraremos en los momentos más importantes para el PCE, donde se jugaba la supervivencia, durante el siglo XX.: La Guerra Civil y el volver a comenzar desde cero en una situación de dura represión, con el estatus de exiliados y fuertemente influenciados por los soviéticos de la URSS. Como todo partido comunista de Europa, nació a comienzos de la década del 1920, después de la revolución y de la Guerra Civil Rusa y a consecuencia de una escisión de las juventudes socialistas de la época (Federación Juventud Socialista). En este caso, no tuvo la repercusión que pudieron tener en otros lugares como Alemania, por ejemplo. Es por eso que se fue organizando y creciendo pausadamente en la clandestinidad durante la dictadura de Primo de Rivera, aumentando exponencialmente de militantes y simpatizantes durante la Segunda República. Con la llegada de la República, el PCE comenzó una fase de organización democrática inédita hasta ahora, que podría estructurar sus comités regionales en torno a una dirección que sería marcada desde Madrid, por medio de José Díaz. Dichos comités tendrían una fuerza elevada en la zona del Pais Vasco, con Jesus Larrañaga a la cabeza, que posteriormente crearían el PCE-EPK (Partido Comunista de Euskadi) y en la zona de Andalucía, con Cayetano Bolívar como cabeza visible y primer diputado comunista de España.

2. Situación antes del comienzo de la Guerra Civil (1934-1936) Con la llegada del primer diputado comunista en las elecciones generales de 1933, ganadas por la CEDA (Confederación Española de Derechas Autónomas), se dio una vuelta de tuerca en el gobierno al imponerse la derecha con sus medidas y planes. Con ello, trajo como consecuencia la radicalización del PCE, creándose las Milicias Antifascistas Obreras y Campesinas (MAOC), después de la militarización de la rama ultraderechista, la Falange. Ya en el 1934 y con la derecha al mando del gobierno, la organización del partido sufrió un leve estancamiento por la dura represión y persecución que sufrían mayoritariamente

los comunistas, socialistas y anarquistas. Pero a finales de año, llegaría a estallar la revolución de Asturias, una insurrección izquierdista con el PSOE, UGT y la CNT a la cabeza. Se instauraba una especie de república socialista, también llamada la Comuna Asturiana, haciendo el símil del siglo pasado que sucedió en París. La revolución apenas duraría dos semanas y fue duramente reprimida por parte del gobierno radicalcedista y en la cual encontramos a comandantes de renombre que supondrían una amenaza en el 1936 como fueron Manuel Goded y el propio Francisco Franco 1. La dura represión se pudo apreciar en el más de un millar de muertos y cerca de 25.000 prisioneros, que serían dispersados en las diferentes prisiones de la península. Supuso un duro golpe para los partidos de izquierda y más especialmente sobre el PCE, que prácticamente volvía a actuar en una especie de clandestinidad organizativa para captar militantes y formar diferentes estructuras. 1935 fue un año de inflexión dentro del partido, puesto que partía de dos acontecimientos que iban a ser de vital importancia tanto a la organización del partido como a los ideales y el camino a seguir. Este fue el año de la creación del PCE-EPK (Partido Comunista de Euskadi-Euskadiko Partidu Komunista) que sería un referente en la guerra y sobretodo en la posguerra, con hombres relevantes como Larrañaga, Errandonea, Carreras, etc. En cuanto al cambio de ideales o de organización, después del VII Congreso de la III Internacional en verano de 1935, Stalin ordenó formar frentes antifascistas que serían grandes coaliciones mayoritariamente izquierdistas que pelearían contra las “hordas fascistas”. Fruto de ese cambio de estrategia fue la inclusión del PCE en el Frente Popular a manos de los socialistas, que se presentaría a las elecciones del 1936, logrando una victoria que devolvía a la izquierda el gobierno después de casi tres años. Con la victoria del Frente Popular -se aplicaron las medidas reivindicadas en campaña, como fueron la amnistía para los presos de la revolución de Asturias, el estatuto de autonomía para Euskadi y Cataluña o la ley de arrendamientos rústicos- se cumplió un nuevo hito dentro del partido, puesto que Vicente Uribe y Jesús Hernández liderarían los ministerios de agricultura e instrucción pública, respectivamente.

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Bueno Lluch, Manuel, José Hinojosa y Carmen García. Historia del PCE: I. Congreso, 1920-1977. Madrid: Fundación de investigadores Marxistas, 2007, pp. 149-150

Cabe destacar el impulso notorio que obtuvo el PCE desde la victoria en las elecciones en adelante, teniendo en cuenta que antes del 1936 apenas contaba con 10.000 militantes y cuadriplicó la cifra en cuestión de un año2. Pero la carencia de estabilización social y la radicalización de las ideologías eran presentes en el día a día en las posteriores semanas de la victoria electoral, antes de darse el fracasado golpe de estado de julio de 19363.

3. El alzamiento y las primeras semanas bélicas ( Julio-Octubre 1936) Era conocido entre todos los partidos políticos que una sublevación podría suceder, cabía esa posibilidad. Hasta que finalmente, el 18 de julio se dio el golpe de estado, que sería un fracaso y conllevaría a tres largos años de guerra de desgaste. Ante la incapacidad de operación del gobierno, la Segunda República sobrevivió tres años más gracias a las movilizaciones de las masas y la organización que tuvieron las milicias, columnas y batallones de izquierdas, principalmente comunistas y anarquistas. Aquí jugó un gran papel conocido como el Quinto Regimiento, el batallón creado por el PCE, al mando de Enrique Lister, que desde los primeros días se estructuró en cuadros de mandos militares4. Desde los primeros días quedó claro que la guerra iba a ser, tal y como quiso Franco, una guerra de desgaste y aniquilamiento del enemigo, en la que la población civil iba a sufrir mayoritariamente. Los principales focos de guerra iban a ser Madrid, como capital de la república, el norte con las batallas por Irún y San Sebastián como enclaves estratégicos y frenar el avance de las tropas sublevadas, sobretodo en Barcelona y el sur de la península5. Al finalizar el verano, la frontera franco-española de Irún estaba en manos de los sublevados al igual que gran parte del país vasco y el oeste de la península. A partir de entonces, la guerra se internacionalizó con intervención directa del eje fascista que 2

Bueno Lluch, Manuel. (et. al), 2007, págs. 154-156 Lo que conocemos como alzamiento o sublevación, fue realmente un golpe de estado fracasado, que trajo la guerra como consecuencia de la derrota. 4 Bueno Lluch, Manuel. (et. al), 2007, págs. 149-152 5 Ibáñez Ortega, Norberto y Jose Antonio Pérez Pérez. Ormazabal: Biografía de un comunista vasco (1910-1982). Arganda del rey: Latorre literaria, 2005, pág. 52 3

formaban Alemania e Italia, mientras que la Segunda República estaba condenada con la política de No-Intervención de los principales países europeos como Gran Bretaña o Francia. En lo que respecta al gobierno, no había capacidad para formar un gobierno estable y mucho menos unificado. Ya en septiembre y ante otro nuevo gobierno provisional, Largo Caballero (histórico dirigente marxista del PSOE) hizo un llamamiento de ayuda a los comunistas, que accedieron rápidamente a las instituciones, por medio de Vicente Uribe y Jesús Hernández.

4. Desde el norte hasta Valencia, pasando por Madrid y Barcelona (Noviembre 1936- Abril 1939) Como hemos citado anteriormente, la ayuda exterior parecía decantarse por el lado fascista nada más, hasta finales del año 1936, con el comienzo de la ayuda de la URSS hacia la república, usando para ello barcos que transportaban suministros, municiones, armas, incluso tanques BT-5 y T-26. La ayuda no solo se limitaba en materiales, sino también en gente bien formada militarmente, que estructurarían las milicias y sobre todo el Quinto Regimiento, en una unidad especializada en la disciplina y sacrificio, con la ayuda de comisarios políticos y militares de alto rango. Ello tuvo un gran impacto sobre la población izquierdista y en gran medida, hacia el PCE -con el auge después del VII. Congreso de la Internacional Comunista- que vio multiplicada su militancia desde el comienzo del fracasado golpe de estado, varios meses atrás6. Con el fenómeno comunista en pleno auge a finales de 1936, y ante la llamada de socorro que lanzó Dolores Ibárruri días después de comenzar la guerra, llegaron para dar un impulso vital a las contienda socialistas, comunistas y anarquistas de todo el mundo, ejerciendo una actitud de solidaridad y de respeto hacia la población civil republicana, que serían agrupados en las brigadas conocidas como Brigadas Internacionales. Italianos, alemanes, estadounidenses, belgas y demás, pelearían codo con codo contra los fascistas en batallas cruciales como fueron las de Jarama, Belchite o Ebro.

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Garai, Juan Ramón. Celestino Uriarte: Clandestinidad y resistencia comunista. Tafalla: Txalaparta, 2008. pág. 96

Por otra parte, el año 1937 fue un año crítico para el bando republicano, puesto que a la pérdida del frente del Norte, se sumó los sucesos de mayos de Barcelona, que fracturaba la unión de las izquierdas más radicales, como lo eran los comunistas y anarquistas. Supuso un duro golpe para la república y concretamente para el sector socialistacomunista, puesto que perdían uno de los principales focos de sus respectivos militantes, como era el caso de Euskadi para el PCE-EPK. Respecto al PCE y su emblemático Quinto Regimiento, fue participe de la heroica defensa de Madrid, siendo muy inferiores en armamento y municiones, consiguió resistir hasta el año 1938, que sería el año que marcaría la victoria de unos y la derrota de otros. Otro hecho histórico que decantó la balanza de la guerra fue la famosa Batalla del Ebro, que tuvo lugar de julio a noviembre de 1938, donde fue la última gran ofensiva de las fuerzas republicanas. Fue una batalla pura de desgaste entre los dos ejércitos, donde el bando nacional resistía los envites de los republicanos mientras lanzaban ofensivas y contraofensivas continuamente. A pesar de que al principio parecía lograrse el objetivo, con una cabeza de puente de unos 40 kilometros comandada por el general Lister, finalmente a mediados de noviembre la batalla llegó a su fin, siendo una total retirada hacia Barcelona y hacia los pirineos en busca de refugio, dejando atrás más de 60.000 efectivos entre muertos, desaparecidos y heridos7. La derrota de la batalla del Ebro trajo consigo el declive del gobierno republicano, así como la capacidad de operación del PCE.

Las instituciones republicanas estaban

sumidas en el caos después del fracaso de Aragón y después de ello, los comunistas ejercieron una dura presión hacia el que estaba al mando del gobierno, que no era otro que el socialista Juan Negrín. El que llegó a ser presidente del gobierno entre 1937 y comienzos del 1939, se vio obligado a entregar las instituciones a los comunistas pero ya era demasiado tarde, puesto que la derrota era inminente con la perdida de Madrid a mediados del 1938 y la caída de Barcelona al empezar el año 19398. Mientras tanto, los archivos documentales, así como los máximos dirigentes comenzaban a marchar hacia la URSS, donde estarían a salvo de los fascistas. El PCE,

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Garai, Juan Ramón, 2008, págs. 102-106 Ibáñez Ortega, Norberto y Jose Antonio Pérez Pérez, 2005, págs. 72-73

por orden directa de Stalin, decidió trasladar el cuadro político a la “madre patria”, entre ellos estaban los dirigentes Dolores Ibárruri, Santiago Carrillo o Jesús Hernández 9. Lo poco que quedaba de aquella España republicana se acabó disipando ya en marzo de 1939, con el fracasado golpe de estado de Casado y la posterior huida de la gran mayoría de izquierdistas, entre ellos los del propio PCE. Un nombre carismático de los comunistas como lo fue Jesús Larrañaga, llamó a una última reunión en nombre del PCE dentro de la península para decidir el futuro del partido. En ella, se decidió que el partido actuaría en dos frentes: En el interior de la península y en el exterior. La rama del interior sería la más preocupante debido a la peligrosidad y a la comunicación con los del exterior, como paso años más tarde10. Al finalizar dicha reunión, solo faltaba la entrega del gobierno y la posterior rendición del bando republicano a manos de los fascistas, que se haría oficial a día 1 de abril de 1939, después del anuncio del último parte de guerra en la Radio Nacional Española11.

5. Exilio, reestructuración del PCE en dos frentes y represión (19391942) Con la derrota de la guerra, el exilio fue el camino obligado para el sector republicano de la sociedad española. La población civil pudo ir regresando poco a poco a territorio español, pero los militantes de diferentes sindicatos y partidos políticos tendrían muy difícil regresar a sus casas. Es por ello que el PCE, por ejemplo, se estableció en la sede del PCF (Partido Comunista Francés) que tenía en Paris. Teniendo en cuenta la difícil situación de la posguerra (exiliados, desaparecidos, encarcelados,…) para el partido comunista no fue fácil la labor de reagrupar y reorganizar a sus militantes. Muchos de ellos se encontraban en campos de concentración, como por ejemplo en Gurs o en Argeles-sur-mer. Es por ello que comenzó la fase de contactos tanto en el interior como en el exterior a mediados de 193912.

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Hernández Sánchez, Fernando. Los años de plomo: La reconstrucción del PCE (1939-1953). Barcelona: Critica, 2015. págs. 17-18 10 Ibáñez Ortega, Norberto y José Antonio Pérez Pérez, 2005, pág. 85 11 Hernández Sánchez, Fernando, 2015, pág. 17 12 Garai, Juan Ramón, 2008, págs. 108-109

Pero pronto llegarían órdenes directas desde la URSS, puesto que en junio de 1939, la Komintern se reunió con los máximos dirigentes del PCE (Uribe, Carrillo, Antón, etc.) y allí se decidió que no podría haber una organización del PCE fuera de España. Con lo cual, querían transmitir la necesidad de reforzar el frente del interior y anular o fusionar el frente del exterior en él. En poco tiempo, a mediados de agosto, en el día 23, llegó la declaración del pacto de no agresión germano-soviética, que supuso un duro golpe para los militantes del PCE, algunos traicionados, otros sorprendidos con la decisión tomada13. Mientras tanto, la dirección del PCE en el interior comenzaba a dar sus frutos bajo el mando de Heriberto Quiñones14, puesto que unos pequeños grupos comenzaban a operar y sobretodo en constante contacto con el PCE del exterior. Cabe matizar, que bajo el mandado de Quiñones, influenciados por él, el partido en el interior fue muy crítico con las ideas y ordenes que llegaban desde fuera. El partido como tal, se sostenía en tres direcciones principales (URSS-Francia-España) que pronto pasarían a ser dos después de la invasión nazi a Francia. Es por ello que toda la cúpula del PCE establecida en Francia o bien, tuvo que huir, ya sea a la URSS, a México o escoger la vía de la resistencia, creando para ello el grupo AGE (Agrupación de Guerrilleros Españoles). En consecuencia, se decidió actuar rápidamente y formar un Buró Político que se establecería en el extranjero, con la presencia de Uribe, Hernández, Carrillo y Antón, entre otros15. Con el Buró en pleno funcionamiento, como siguiente paso, se creó la Delegación del Comité Central para dirigir toda la reestructuración del PCE en el interior, formado hasta ahora con grupos que actuaban con casi propia autonomía bajo mando de Quiñones. Con la creación del comité, comenzaron las discrepancias con la URSS, al carecer los primeros de una autonomía necesaria a su modo de ver16.

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Hernández Sánchez, Fernando, 2015, págs. 29-32 Se desconoce su nombre real, pero fue un agente de la Komintern que actuó entre 1939 y 1941 en el interior dirigiendo el PCE. 15 Hernández Sánchez, Fernando, 2015, pág. 38 16 Martorell, Manuel. Jesús Monzón el líder comunista olvidado por la Historia. Arre: Pamiela, 2013, págs. 73-76 14

Ya en 1941, con el comienzo del funcionamiento del Buró como de la delegación del comité central, varios grupos regionales empezaban a funcionar fluidamente

con

constantes comunicaciones con la dirección, y sobretodo informar de la situación en la que se encontraba el interior, con Quiñones al mando. En esos contactos, funcionaron con vital importancia los diferentes enlaces comunistas, como por ejemplo el hondarribiarra Jesús Carreras17, que fue el enlace más usado por Jesús Monzón (mientras estaba al mando del Comité Central) para contactar con Quiñones18. Pero, la clandestinidad tenía un serio problema que afectaría a las diferentes direcciones que tendría el PCE en el interior: Las constantes persecuciones, encarcelaciones y asesinatos por parte de la policía fascista. En septiembre de 1941 cayó la dirección de Quiñones y en la que también estaba su número dos, llamado Luis Sendín. Con la caída del agente de la Komintern, pronto comenzaría a desestructurarse el partido en el interior, con la caída del conocido “Grupo de Lisboa” en la que formaban dirigentes históricos comunistas como Jesús Larrañaga o Manuel Asarta 19. Pero una caída solía traer un nuevo grupo de acción, que esta vez apenas duraría medio año al mando de Jesús Bayón. Mientras estaba Bayón al mando, el PCE ordenó seguir organizando grupos con más amplitud y sobretodo, condenó enérgicamente el “Quiñonismo” y su línea menchevique que tantos problemas había traído al partido 20. 1942 iba a tener una última caída hasta la llegada de Jesús Carreras a la secretaria del PCE, la del grupo de Jesús Bayón. En abril le ordenaron trasladarse a Madrid para asumir la dirección del partido en el interior, después de informarle de sendas caídas anteriormente citadas21. Para entonces, el PCE y sobre todo Jesús Monzón, ya había estado planeando la nueva línea política a seguir para los antifranquistas.

6. La UNE: Monzón y la “Operación Reconquista” (1942-1944) En 1941, Mundo Obrero, la publicación clandestina del PCE decía:

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Jesús Carreras seria posteriormente el secretario general del interior en el año 1942 hasta su caída en marzo de 1943. Gracias a él llegó a España la primera publicación de Mundo Obrero, reeditada en Francia. 18 Hernández Sánchez, Fernando, 2015, pág. 105 19 Jesús Larrañaga fue un dirigente comunista vasco, uno de los creadores de las MAOC y comisario de guerra en Euskadi en la guerra civil. En la posguerra actuó desde Portugal con el fin de reorganizar el partido hasta que su grupo operativo cayó en una redada a gran escala ejecutada contra el PCE. 20 Hernández Sánchez, Fernando, 2015, pág. 100 21 Garai, Juan Ramón, 2008, pág. 138

“¡En pie todos los españoles junto a la URSS, a Inglaterra, a China y a todos los aliados! ¡En pie por la reconquista de la Republica y de la Independencia Nacional! ¡Unión Nacional para aplastar a Franco y expulsar a los invasores!” Mundo Obrero, agosto de 194122

Era un llamamiento a la unión de fuerzas antifranquistas, pero iba a tener un factor importante en Jesús Monzón, que no iba a gustar dentro del partido. El lema impulsado por el comunista navarro era claro y conciso: . Pero había un factor que el PCE no iba a dejar pasar en alto, puesto que Monzón quería y había contactado con grupos carlistas y monárquicos simpatizantes de D. Juan, al que el régimen les había dejado en la estocada, para formar lo que se iba a conocer más tarde como UNE (Unión Nacional Española)23. A pesar de que los primeros contactos se iniciaron en 1940 entre el PCE y el PSOE, no llegarían a hacerse oficial hasta el 5 de septiembre de 1942. Para entonces, habían logrado el apoyo de un amplio sector socialista, al igual que alguna escisión anarquista de la posguerra. Cabe destacar, dentro del contexto de la UNE, que la Komintern no vio con buenos ojos esta vía “Monzonista” y es por eso que comenzaron las discrepancias desde el inicio del proceso. La Unión Nacional fue caracterizada como una organización antifranquista que tenía como medidas o exigencias, seis proclamas24: 

Romper las relaciones que la España franquista mantenía con el Eje



La amnistía total para los apresados, represaliados y exiliados, con el fin de que volviesen a España



Depuración de cualquier núcleo falangista dentro del aparato del estado



Libertad de prensa, opinión, reunión, asociación, libertad de conciencia y práctica de cultos religiosos



Pan y trabajo para todos los españoles



Unas elecciones democráticas a la Asamblea Constituyente, tal y como sucedió en el año 1931, que funcionarían como un plebiscito.

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Garai, Juan Ramón, 2008, pág. 121 Martorell, Manuel, 2013, pág. 90 24 Op. Cit. pág. 150 23

Con la organización en funcionamiento, Monzón planeaba una invasión guerrillera que se daría en todos los focos de los Pirineos, desde el País Vasco-Francés hasta la frontera con Cataluña, con el objetivo de la toma del valle d’Aran. Pero una vez mas, la URSS no vio con buenos ojos, ya que preferían actuar en pequeños focos usando tácticas de guerrillas distintas25. Siguiendo el proceso que tuvo el PCE en la posguerra, esta vez también se decidió actuar con autonomía propia, con un Monzón a la cabeza con ayuda de Vicente López Tovar y Gabriel León Trilla. Y ya a mediados de 1944, comenzaron los preparativos de lo que se iba a denominar Operación Reconquista de España, con el foco principal puesto en la invasión del valle d’Aran. En ella, iba a participar como fuerza principal la AGE, con el XIV. Cuerpo de Ejército Guerrillero al mando con más de 9.000 hombres26. Finalmente, y después de semanas a la espera de suministros y más hombres, comenzó el intento de invasión la primera semana de octubre de 1944, en la zona del Roncal. Los guerrilleros aguantaron cerca de una decena de días, hasta que llegó el relevo de los guerrilleros, pero esta vez, iba a ser en la zona objetiva, el ataque sobre Bosost a mediados de octubre. A pesar del triunfo inicial, pronto quedó claro que sería una derrota, puesto que las fuerzas del régimen franquista se establecieron en las inmediaciones de Bosost; eran mayores en número y mejor armados. Unas horas más tarde, el 22 de octubre, el propio Santiago Carrillo recién llegado de la URSS se estableció en el puesto de mando que tenía el PCE en Toulouse desde donde Jesús Monzón comandaba las fuerzas. Ordenó inmediatamente la retirada de todas las tropas bajo la amenaza de arresto hacia Monzón, que sería su punto y final dentro del partido. Tanto el comunista navarro Monzón, como León Trilla fueron expulsados del PCE tras una condena enérgica de la línea carrillista sobre la actuación de los mandos que ordenaron la invasión. Supuso un punto final en la lucha antifranquista de la posguerra, con la posterior purga que se ejecutó dentro del partido, quedándose únicamente la línea oficialista.

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Las pequeñas guerrillas funcionaban mayoritariamente bajo la táctica del Hit & Run: Se trataba de realizar un ataque directo, breve pero intenso, causando el mayor número de daños, replegándose inmediatamente a posiciones iniciales. 26 Heine, Hartmut, 1983, págs. 210-211

7. Consecuencias Después de tantos años de lucha, constancia y distintas caídas dentro del partido, el fracaso de la Operación Reconquista supuso un cambio de rumbo dentro del PCE y sobre todo, el seguimiento de la línea carrillista, que abogaba por una depuración dentro del partido, en el cual los que discrepaban con Carrillo serían expulsados, como los citados anteriormente u otros como, Enrique Lister o Marcelino Uriarte. A pesar de la imagen de limpieza y purgas constantes, el partido recuperó su imagen luchadora y revolucionaria –en gran medida por la feroz y heroica lucha antifascista realizadaampliando el círculo de militantes, aunque todavía seguía siendo muy reducido, provocado por la clandestinidad. Por otro lado, y en relación con la Operación Reconquista, la lucha guerrillera volvería al interior de la península, funcionando en pequeños focos y con acciones aisladas, apoyadas por el PCE. Pero pronto sufrirían un gran revés, tras 1948, cuando Stalin ordenó acabar con la lucha armada, puesto que Francia era la base de operaciones de los guerrilleros y la URSS y Francia querían mantener una relación cordial, sin problemáticas. Es por eso que la mayoría de los conocidos como maquis, dejaron la lucha y los que prosiguieron, actuarían con propia autonomía y sin ayuda del propio partido. Para finalizar, el fracaso de la invasión del Valle de Aran, trajo consigo la derrota definitiva y el final de la UNE, que se disolvería en 1945, ante la imposibilidad de realizar ningún cambio a nivel político-ideológico. Con el fin de la guerra y el proceso de España de camuflarse en una democracia, la Unión Nacional Española carecía de total sentido su funcionamiento, viéndose obligados los máximos dirigentes, entre ellos Jesús Monzón, a alejarse de unas políticas unionistas que tenían la esperanza de volver a tiempos de la Segunda República27.

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Heine, Hartmut. La oposición política al franquismo. De 1939 a 1952. Grijalbo: Critica, 1983, p. 228

8. Bibliografía Bueno Lluch, Manuel, José Hinojosa y Carmen García. Historia del PCE: I. Congreso, 1920-1977. Madrid: Fundación de investigadores Marxistas, 2007. Garai, Juan Ramón. Celestino Uriarte: Clandestinidad y resistencia comunista. Tafalla: Txalaparta, 2008. Heine, Hartmut. La oposición política al franquismo. De 1939 a 1952. Grijalbo: Critica, 1983 Hernández Sánchez, Fernando. Los años de plomo: La reconstrucción del PCE (19391953). Barcelona: Critica, 2015. Ibáñez Ortega, Norberto y Jose Antonio Pérez Pérez. Ormazabal: Biografía de un comunista vasco (1910-1982). Arganda del rey: Latorre literaria, 2005 Martorell, Manuel. Jesús Monzón el líder comunista olvidado por la Historia. Arre: Pamiela, 2013.

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