El origen de la heráldica en los reinos hispánicos

June 29, 2017 | Autor: R. Sancho Garzón | Categoría: Cultural History, Medieval Art, Symbols, Spanish Medieval History
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Descripción

El origen de la heráldica en los reinos hispánicos.










Ricardo Sancho Garzón.


3º del grado de Historia.




ÍNDICE:


0. Introducción. Página 3.
1. Origen de la heráldica en Europa Occidental. Páginas 3-8.
2. El origen de la heráldica en los reinos hispánicos. Páginas 8-15.
3. Singularidad de la heráldica de los reinos hispánicos. Páginas 16-20.
4. La crisis de la heráldica en los reinos hispánicos. Páginas 20-23.
5. La importancia de la heráldica para el historiador. Páginas 23-24.
6. Bibliografía. Página 25.
















































































0. Introducción.


Para poder tratar un asunto como el tema de la heráldica y el sistema
de emblemas de la Edad Media, debemos primero de todo plantear el enfoque
con el que pretendemos abordar dicha cuestión. Desde bien entrada la Baja
Edad Media incluso hasta nuestros días el sistema heráldico ha seguido
una línea de estudio similar centrada exclusivamente en la recopilación
de emblemas y sellos heráldicos sin hacer hincapié en el factor
antropológico y social. Es en las últimas décadas cuando se ha venido
construyendo de manos de autores como Michel Pastoreau en Francia con sus
diversos escritos y tratados de heráldica, Faustino Menéndez-Pidal en
España y también Martín de Riquer más concretamente en el ámbito catalán
y de la filología este enfoque de signo antropológico que pretende dar
una explicación humana a la aparición de un sistema de emblemas único y
que pertenece al periodo concreto que tratamos.


Si tratamos de indagar acerca del origen del sistema heráldico nos
encontramos con multitud de opiniones y estudios que afirman dar una
definición sobre qué es la heráldica pero dejan de lado la pregunta del
por qué de la heráldica, y a qué factores se debe su aparición. Obviando
el fuerte historicismo cultural que en la historia ha predominado siempre
en muchas investigaciones desde el siglo XIX y esa intención de recopilar
todos los emblemas con sus grafías diversas pero sin hacer énfasis en
estudios que definiesen el carácter antropológico en el origen de la
heráldica, empezamos a ver algunas luces que empiezan a despejar esta
primera incógnita de por qué aparece el sistema heráldico.

1. El origen de la heráldica en Europa Occidental.

Maurice Keen en su obra La Caballería el capítulo que dedica a la
heráldica da en su comienzo esta definición: ''la heráldica, que
podríamos definir como el uso sistemático de insignias hereditarias en el
escudo de un caballero o de un noble''. Vemos pues una definición concisa
y breve, pero que no deja resultarnos hoy en día a simple vista
reduccionista, más adelante añadirá: ''desde los primeros tiempos, las
fuerzas militares han utilizado insignias de una clase o de otra con la
finalidad de reconocerse en campaña. La heráldica, pues, parece haberse
iniciado como respuesta a esta concreta necesidad''[1]. En definitiva, la
heráldica es empleada por los caballeros para ser identificados cuando se
disponen a combatir en el frente de la batalla. ¿Resulta esto cierto y
completo?


Si analizamos y estudiamos la épica caballeresca de la Edad Media, más
concretamente del siglo XII, siglo en que el parece ser se configura el
sistema heráldico, vemos una gran y continua alusión a los emblemas de
leones, leopardos, águilas, castillos y bandas de gules, azur, sinople,
sable y púrpura para la identificación de los caballeros que van a
batirse bien en un torneo, una batalla o un duelo a vida o muerte, y
estos emblemas aparecen en las telas de los pendones de las lanzas, véase
pues los relatos de épica medieval de Chrétien de Troyes como el
Caballero de la Carreta, Cligés, o la Chanson de Roland donde los
trovadores hacen continuas presentaciones de estos emblemas a la hora de
identificar a los caballeros. Bien es cierto que este aspecto, y estas
fuentes literarias sirven muy satisfactoriamente a los estudios
filológicos, pues como señala Martín de Riquer en su obra Caballeros
medievales y sus armas, en concreto en el capítulo que le dedica a la
heráldica comenta: ''Los estudios que ponen en relación la heráldica
medieval con la literatura abren unas perspectivas que enriquecen el
conocimiento filológico y que contribuyen a explicar la historia del
blasón (…), obras literarias situadas en la época en la que los emblemas
personales, están en trance de convertirse en escudos heráldicos''[2].


Martín de Riquer sin decírnoslo directamente, afirma que hoy en día
podemos tener una visión equivocada desde el punto de vista histórico y
no filológico, puesto que el hecho de acudir a las fuentes trovadorescas
y literarias nos induce a errar al pensar que la existencia de la
heráldica se debe al reconocimiento de los caballeros de los torneos, por
una sencilla razón, se tratan de obras literarias a veces de fantasía
como la Chanson de Roland, donde obviamente no hay consciencia del por
qué de la heráldica en el siglo XII. La necesidad de reconocimiento en
campaña o en torneo no puede ser el germen del sistema de emblemas
heráldico de la Edad Media, puesto que no debemos acudir únicamente a las
fuentes literarias como hace Maurice Keen en sus continuas referencias
bibliográficas, además de que no en todos los reinos el fenómeno de la
heráldica se da igual manera y no todos los reinos al igual que Francia
tienen la misma creación literaria trovadoresca en un sentido
cuantitativo.


Para poder dar una respuesta más precisa al origen y al por qué del
sistema de emblemas heráldico tan característico de la Edad Media debemos
preguntarnos si existe una fase preheráldica desde la Antigüedad que nos
ayude aclarar el sistema heráldico y su especial particularismo en
diferencia de todos aquellos de otras épocas. Tal y como comenta Michel
Pastoreau en su Traité d'Heraldique, ya encontramos en el mundo
occidental y en la antigua Grecia y Roma unos emblemas característicos.
En el caso de Grecia las figuras en escudos de guerreros y monedas son
representativas de héroes, guerreros o ciudades y estos estaban en
continuo cambio y a diferencia del sistema heráldico medieval no
constituían ningún sistema esquematizado. En Roma cada signo solía estar
en relación a una figura mitológica, a la hora de diferenciar los
escuadrones y legiones del ejército, al querer identificar a una gens de
Roma, en definitiva dista bastante de parecerse al sistema heráldico
medieval que más adelante describiremos[3].


Llegamos a la Alta Edad Media entre los siglos VI y XI y resulta
complicado frente a la escasa información que nos llega tanto
arqueológicamente como literariamente realizar un estudio de una fase
preheráldica que tenga su origen en los siglos anteriores al XII. Lo
único que podemos observar son algunos emblemas pertenecientes a pueblos
germanos, pero nada o apenas nada hasta la corte carolingia de Carlomagno
en los territorios ingleses, franceses, españoles e italianos que nos
indiquen la presencia de esta clase de signos. Encontraremos las primeras
señas preheráldicas por ejemplo en el tapiz de Bayeux que rememora la
batalla de Hastings de 1066, pero se trata de un caso muy singular y que
de ningún modo nos indica la presencia de la formación del sistema
heráldico hasta bien entrado el siglo XII[4].




Ilustración 1: Tapiz de Bayeaux que representa la batalla de Hastings en
1066.




Ilustración 2: Arqueta de San Millán, c. 1050-1060. Leovigildo en la toma
de Calahorra. Casco con nasal y escudo sin señales.




En el siglo XII aproximadamente y teniendo en cuenta las opiniones que
tanto Menéndez-Pidal como Pastoreau establecen en su cronología, entre
los años 1125 y 1175 aparece de diferentes formas y en los distintos
reinos de la Europa occidental el sistema de emblemas heráldico de la
Edad Media. Hemos respondido ya por tanto a dónde y cuándo aparece este
sistema heráldico que por supuesto engloba a la heráldica de los reinos
hispánicos de Navarra, Aragón, Castilla, Portugal y León aunque con sus
diferencias respecto al sistema heráldico del Canal de la Mancha que más
tarde trataremos. La cuestión del por qué surge en estas fechas
determinadas y en estos lugares dan inherentemente también la respuesta
al por qué de la heráldica en época pleno-medieval.


Tomando entonces este espacio cronológico que ambos autores nos
entregan en sus libros, es entre 1125 y 1175 el espacio que da inicio a
la heráldica. Un aspecto de suma importancia aunque no por ello
absolutamente explicativo de la heráldica en los reinos occidentales es
el equipo militar, en el sentido de que es en el mundo militar donde
veremos generalmente los primeros emblemas heráldicos. Como mencionábamos
antes al principio con Keen los caballeros aparecerán ahora con sus
blasones en sus cascos, armaduras, gualdrapas del caballo, pendones de
las lanzas, pero esto no quiere indicar una necesidad de reconocimiento
en el campo de batalla únicamente. La aparición de la heráldica no va
necesariamente unida al ámbito de la guerra. El principal argumento que
nos ofrece Michel Pastoreau es que si se tratase únicamente de un sistema
que vienen ligado al mundo de la guerra y a ser reconocido en el campo de
batalla, no se explica por qué la heráldica a lo largo del siglo XII irá
constituyéndose en torno a unas reglas definidas, los emblemas irán
modificándose, al igual que sus colores, y más aún por qué esas formas,
posiciones, caracteres, atributos estereotipados, número limitado de
colores[5].


Otro aspecto que nos aclararía más la cuestión de por qué es erróneo
pensar que la heráldica se debió a querer ser reconocido en campaña viene
determinado por el registro arqueológico, por un lado los cascos
medievales que encontramos de caballeros no aparecen con insignias
heráldicas, y en el mundo artístico de tapices, estelas desde época
visigoda hasta los tiempos de Guillermo el Conquistador tampoco hallamos
este tipo de signos en sus representaciones medievales. Por tanto nos da
la arqueología la prueba fehaciente de que hubo otros motivos en realidad
más sencillos y cotidianos que desde luego no estuvieron conscientemente
implantados en la sociedad feudal de los siglos XI-XII. Debido a su éxito
en esos momentos el afán de imitar a los primeros se extendió por toda
Europa occidental.








1.1 La cuestión de la identidad en la Europa de lo siglos XI-XII y su
expresión en los emblemas heráldicos.


Desde la Alta Edad Media a partir de los siglos IX y X con la
desintegración del Imperio Carolingio, en Europa habíamos venido
asistiendo a un aumento lento y progresivo de la demografía, mejora de
las técnicas agrícolas con la introducción de la metalurgia en los arados
del campo sobre todo en la Europa del Norte. Hay un renacimiento urbano
que se verá bien reflejado en el norte peninsular ibérico sobre todo tras
los intercambios comerciales y los nuevos asentamientos para el comercio
establecidos desde Francia hasta Santiago de Compostela. En el norte de
Italia ciudades como Pisa, Génova y Venecia serán el claro ejemplo de
urbanización y del poder de las ciudades en un mundo cada vez más abierto
hacia Oriente y al establecimiento de rutas comerciales con Bizancio y el
Levante mediterráneo.


Unido a esta urbanización progresiva y continuada en estas zonas de
Europa, al aumento demográfico que implicará el inicio de las
colonizaciones en los siglos XI y XII al este del Rin en su mayor parte,
y el establecimiento de una sociedad ''plenamente'' estamentaria entre
oratores, bellatores y laboratores, con los rituales vasalláticos en
pleno auge, se encuentra en definitiva un mejora de la comunicación
social entre diferentes partes de la Europa occidental, y vemos por
primera vez el primer estilo artístico internacional en la Edad Media, el
románico, clara expresión de una Europa bajo el manto de la Cristiandad.
Con la aparición de las primeras ferias, las primeras sociedades
comanditarias y la banca, y los caminos de peregrinación por no hablar ya
del fenómeno de las cruzadas a partir del año 1095, todo esto va a dar
paso a la aparición del sistema de emblemas de la Edad Media a partir del
siglo XII, la heráldica.


Dentro de la aparición del sistema heráldico, éste se da de formas
diferentes en las diferentes zonas con características especiales de la
zona, de ahí la importancia de la heráldica para conocer las diferentes
situaciones de los diversos reinos donde aparecen[6]. Podemos deducir del
anterior análisis del contexto histórico que rodea a todo este sistema de
emblemas, que hay una mayor estabilidad social y una diferenciación
social más definida y estable, aunque esto no quiera decir que la
heráldica estuviera restringida a un grupo social determinado, pues
veremos que su expansión a lo largo del siglo XIII será deslumbrante.


La heráldica aparece en el siglo XII y su origen se debe a varios
factores: la imitación y el éxito que tendrá en Europa occidental debido
a su continuada expansión y adopción (multiplicidad), por su carácter
hereditario que da lugar a lo que llamamos linaje, deseo de manifestar
gala y riqueza en el ámbito militar, la consolidación del carácter de
emblema que será independiente en sus inicios del soporte que use y que
recogerá ''la personalidad social de aquél a quien representa, su
situación en las estructuras sociales conocidas''[7].


De todas estas cuestiones, tal vez la que más nos interese sea la
cuestión del linaje, puesto que las estructuras sociales que se perfilan
ya en los siglos pertenecientes a la Plena Edad Media, expresan no de
forma racional y premeditada su pertenencia a un colectivo, por lo que
podríamos deducir que es la expresión ulterior del grado de consolidación
de unas pocas de familias y en el caso de los reinos hispánicos de las
familias reales en una sociedad feudal donde se han establecido
estructuras verticales dentro de las familias.


''Las necesidades de organización familiar y del patrimonio que el grupo
nobiliario experimentó a lo largo de los siglos pleno y bajomedievales
encontraron respuesta en la creación y puesta a punto de las estructuras
que el término linaje condensa y evoca''[8].


La consolidación de los diversos linajes es todavía un fenómeno muy
reducido que por supuesto no deja de depender de la zona en la que nos
situemos, pero en estos siglos la puesta en escena de la ''imagen
nominal'' que ya se observa en los anillos sigilares resulta ser
significativo respecto a los que todavía no conocen o no saben leer, y
vemos pues en los sellos una dispersión de las efigies de señores y reyes
o de sus emblemas. Los descendientes del portador de las armas adquieren
estas mismas y éstas son la corroboración del dominio jurisdiccional de
unas tierras, el uso del emblema heráldico en aquella época para todo el
mundo era de mayor alcance que el propio apellido que en determinados
casos ni siquiera existía o se había perdido. La necesidad de hacer las
armas hereditarias muestra pues un deseo de pertenecer a un linaje
determinado con una serie de dominios y poderes y además de continuar una
tradición en este caso familiar, son los emblemas heráldicos al fin y al
cabo una expresión del poder de esos linajes, y lo que significaba
portarlos. En definitiva la adopción del sistema heráldico pretende
reflejar un acentuado individualismo dentro de los colectivos sociales.


No hay por tanto un deseo o necesidad premeditada de reconocimiento en
la batalla, este aspecto podría darse más tarde, ni tampoco una necesidad
de darse a conocer al mundo a través del emblema de manera premeditada,
es simplemente hacerse con el emblema que continúa una tradición familiar
y que permite al individuo de forma fehaciente pertenecer a un linaje con
unos poderes determinados.


2. El origen de la heráldica en los reinos hispánicos.

Todos los aspectos comentados en el primer apartado son aplicables al
origen de la heráldica en los reinos hispánicos durante la segunda mitad
del siglo XII en sus diferentes zonas y con sus particularismos en cada
uno de los emblemas heráldicos. Los reinos hispánicos a lo largo del
siglo XII presentan ya una mayor estabilidad en las fronteras aunque
tienen en frente un enemigo considerable: los almohades. Una mayor
estabilidad en sus fronteras supone también una mejor delimitación de
unos reinos respecto de otros, aunque no debemos confundir la aparición
de los emblemas heráldicos en los reinos hispánicos por su afiliación a
una zona determinada, la aparición de los emblemas heráldicos está
completamente relacionada con las cuestiones que hemos mencionado en el
primer apartado que son el linaje y la consecuente pertenencia a una
familia, poder y jurisdicción territorial.


Los emblemas heráldicos en los reinos hispánicos tanto su origen como
uso irán aparejados con el fortalecimiento de las figuras monárquicas en
cada uno de los reinos. Hay un deseo implícito de las familias reales de
dar a conocer su pertenencia a la monarquía a través de los símbolos lo
que no sólo supondrá el posterior desarrollo y expansión a partir del
siglo XIII de los emblemas heráldicos sino también de los sellos que
portan los emblemas heráldicos en los documentos jurídicos que parten de
las cancillerías reales.


Tal y como trata la obra de Menéndez Pidal que fecha la cronología de
las primeras apariciones de los emblemas heráldicos y su posterior
difusión entre los años 1135-1225, los primeros emblemas pertenecen al
reino unificado de Castilla-León bajo el emperador Alfonso VII (1135-
1157), el reino de Navarra de Sancho VI (1150-1194) y el reino de Aragón
por Ramón Berenguer IV (1113-1162).[9]




a) El león de los reyes de León.


La figura del león como emblema heráldico es en general en el ámbito
occidental europeo una de la figuras más empleadas a partir del propio
siglo XII, los veremos en Inglaterra teniendo incluso a reyes que porten
su nombre, véase Ricardo Corazón de León a finales de siglo, o los
propios reyes leoneses anteriores incluso al emperador del reino de
Castilla y León Alfonso VII.


¿Qué simboliza la figura del león a la hora de ser empleado como
emblema en la heráldica? El león según Paola Rapelli en su publicación de
Historia en el arte: Emperadores, Príncipes y Soberanos: ''Como el
águila, es el símbolo del señorío animal, del señor natural o poseedor de
la fuerza, principio masculino por excelencia''. En la heráldica lo
encontramos levantado sobre las patas posteriores o con las fauces
abiertas en actitud beligerante y la melena agitada. El león es también
la fuerza física, sus colores dorados y púrpuras lo asemejan al sol y al
oro. Controla la energía y pasa de la calma a la furia rápidamente.[10]


El león en la heráldica de los reinos hispánicos lo introduce el
emperador Alfonso VII durante su mandato entre 1135 y 1157. Aún así las
primeras representaciones pictóricas de los reyes desde el siglo XI ya
aparecen en este caso en la cabeza de los cetros de algunos reyes como
Fernando I, o en las representaciones pictóricas de reyes como Bermudo
III a sus pies y de color púrpura. De estas primeras representaciones al
establecimiento de la figura del león como símbolo de la heráldica
hispánica suponen un cambio en su significado, puesto que pasa de
designar el nombre del reino a representar firmemente el símbolo del
imperio y del emperador sobre el reino de León y también de Castilla
mientras dure el reinado de Alfonso VII. El león simboliza ahora de forma
paralela la figura del rey humano que posee la fuerza y fortaleza del rey
de los animales, por tanto ya nada tiene que ver con el nombre del
reino.[11]


En el origen de sus representaciones como emblema heráldico dentro del
reino de León, encontraremos una forma absolutamente independiente de su
soporte, todavía algo tosca en sus bordados. Se da en la figura del León
la principal característica en la que profundizaremos más adelante, de la
evolución más lenta del proceso de formación y dispersión de la heráldica
en los reinos hispánicos respecto a otros territorios extrapeninsulares,
pasaremos a tratar ahora sus representaciones y significados de estas en
sus orígenes y primeros años.


Por una parte, la representación del león en los primeros emblemas se
da de forma estereotipada absolutamente distinta de cómo podía llegar a
ser un león africano y esto responde a una cuestión muy sencilla, el león
en la península ibérica no era un animal conocido ni frecuente por tanto
se desconocía su forma fidedigna y las representaciones se dan a partir
de otras representaciones más antiguas. Esto se ve claro por ejemplo en
el signo de Fernando II.


Otra característica en las primeras representaciones es el empleo del
color púrpura que nos responde a otra cosa que relacionarlo con el color
del emperador, en este caso el emperador de León y Castilla. Su posición
en caso de los reyes leoneses Alfonso VII y su sucesor en este reino
Fernando II será a cuatro patas mirando hacia la izquierda, con la cola
destacada y con puntas abiertas, con las fauces abiertas, con una
diminuta melena en el pecho y cuello y en posición enérgica de lo que da
fe la posición de las garras.


El propio emblema del león en Fernando II a partir de 1158 y su
posterior evolución durante su reinado se verá reflejado en su uso en los
sellos de los documentos emitidos por las cancillerías reales, es decir,
aparecen los primeros signos rodados con la figura del león encerrado en
un círculo, en la parte del reverso. Se da entonces por primera vez en la
historia de la heráldica del reino de León el empleo de un emblema
heráldico en los sellos, otra característica propia de la heráldica en
los reinos hispánicos, y posiblemente la más importante a la hora de
consolidar la heráldica en la península.

Ilustración 3: Signo de Fernando II.


b) El águila de los reyes de Navarra.


Debemos recordar que los emblemas heráldicos en los reinos hispánicos
al principio de su aparición no son dependientes del soporte o la forma
geométrica en la que se incrustan. Será tras el posterior desarrollo del
sistema heráldico a partir del siglo XIII y la materialización de los
emblemas en los anillos sigilares cuando si veamos el emblema asociado a
un tipo de soporte, con la aparición de los escudos de armas.


El emblema heráldico del águila es junto al león dentro del ámbito
peninsular el más usado. El águila como símbolo de los emperadores de la
antigua Roma, seguirá siendo usado por los emperadores del sacro imperio
romano-germánico durante la dinastía de los sálicos y los staufen durante
los siglos en los que aparecieron los diferentes emblemas heráldicos.
Utilizada ya en tiempos de Carlomagno en su palacio de Aquisgrán tras su
coronación en el 800.


Debemos volver a formularnos la pregunta que nos hacíamos con el león
respecto a qué simboliza el águila como para llegar a ser empleada en el
origen de la heráldica hispánica. De nuevo Paola Rapelli nos aclara esta
cuestión diciendo que: '' es la luz que vence a las fuerzas del mal,
signo de poder ilimitado y destreza con las armas, imagen de nobleza,
pero también del maldad despiadada e inevitable por su índole
animal''[12]. El águila además simboliza la ''ascensión de Cristo a los
cielos'' en el simbolismo cristiano.


Es el águila el emblema heráldico establecido a partir del reinado de
Sancho VI Navarra entre 1150 y 1194. En su caso los sellos con emblema de
águila en el reverso no vendrán hasta el reinado de Sancho VII, su
sucesor. Será durante el reinado de éste último 1194-1234 cuando en
Navarra a través del sello con un reverso con el emblema del águila donde
quede constituido y partir de ahí evolucione la heráldica hispánica
gozando de mayor dispersión, consenso y sobre todo aceptación como
símbolo que le reconoce a los reyes navarros y una jurisdicción
territorial en su reino. Llama la atención la tardía incorporación del
emblema de los reyes de Navarra a los escudos y sellos viendo ya su
establecimiento en los reinos de Castilla y León, y Aragón, y esto se
debe en parte al largo reinado de Sancho VI que siguió utilizando sus
sellos con reverso sin emblemas, de ahí una más tardía incorporación por
parte de este reino a la consolidación del sistema heráldico. Con Sancho
VII se utilizarán los emblemas del águila para ''signar los privilegios,
en sustitución de los signos crucíferos usados desde la Alta Edad
Media''[13].


Respecto al origen del emblema del águila en los reyes navarros de
finales del siglo XII, hay una teoría que expone Faustino Menéndez Pidal
en su libro Los emblemas heráldicos a partir de otra teoría del siglo
XVII por Arnaldo Oyhenart que habla de un origen normado del emblema.
Resulta que la abuela del rey Sancho VII, Margarita de l'Aigle esposa de
García Ramírez de principios del siglo XII tenía un hermano que ya
portaba el emblema del águila en el ducado de Normandía y que a través de
los sellos de éste, Riquer de l'Aigle queda absolutamente probado el
origen y su aceptación como emblema del reino de Navarra[14].


Respecto a la forma de la grafía del águila en los sellos y demás
tipos de soportes en sus orígenes del siglo XII, por lo general
atendiendo a los sellos de Sancho VII de Navarra de principios del siglo
XIII, nos encontramos con águilas de cuerpo entero en algunos casos con
la cabeza y las alas únicamente y en otros con las garras también
representadas. Con una posición extendida y de color sable en algunas de
sus representaciones.


A diferencia del emblema del león, el águila si está representada de
una forma bastante más realista al tener conocimiento en el territorio de
su fisionomía. Aunque una cosa que a mi parecer podemos aportar y es que
ambos emblemas que son los originarios de animales a principios de la
heráldica en los reinos hispánicos comparten similitudes en cuanto a
significación simbólica respecto de quienes los portan. Por un lado ambos
emblemas presentan siempre una dualidad de nobleza, autoridad, poder,
seguridad y confianza, pero a la vez se presentan como peligrosos,
despiadados, implacables e incluso crueles con todo enemigo, lo cual
quiere indicar el uso de estos emblemas desde su inicio como una
advertencia de las consecuencias de desencadenar dicho poder a través de
estos símbolos. Volvemos de nuevo por tanto a la definición básica de
heráldica y sus emblemas como muestra del poder en este caso de las
monarquías leonesa-castellana y navarra.


Además ambos emblemas tienen muchas significaciones bíblicas y
religiosas relacionadas con la resurrección y el ascenso a los cielos.
Esto parece indicar el afán de querer legitimar la sustentación del poder
divino de los reyes a través de dichos emblemas aunque resulta tal vez un
aspecto todavía poco iluminado en la heráldica hispánica, o bien un deseo
también a partir de estos emblemas del papel religioso que juegan los
reyes en esos momentos en los diferentes reinos hispánicos.




Ilustración 4: Sello de Sancho VII, 1214. Archivo Municipal de Pamplona.














-Señales de linaje en la nobleza castellana, leonesa, aragonesa y
portuguesa en los orígenes de la heráldica.


Fuera del ámbito de la realeza de los reinos cristianos hispánicos que
volveremos a tomar más adelante, existieron y aparecieron durante el
siglo XII las primeras señales de linaje con emblemas heráldicos en
diferentes familias nobiliarias que conocemos a través del registro
arqueológico de la época, los signos de suscripción, sellos, y sobre todo
algo muy importante, la relación que guarda la heráldica en su origen con
el mundo funerario expresado en los brocales de sus sepulcros.


-El linaje en el siglo XII.


Para poder establecer una relación entre los emblemas heráldicos de
las distintas familias que durante el siglo XII acogieron diversas
señales de linaje que incluían al sistema heráldico, debemos antes
aclarar severas cuestiones sobre la implantación del linaje en los reinos
hispánicos.


Para ello recurrimos a la lectura de algunos de los apartados de la
obra de Isabel Beceiro Pita y Ricardo Córdoba de la Llave Parentesco,
Poder y Mentalidad. La nobleza castellana siglos XII-XV. En este libro se
hace un completo recorrido sobre la aparición de las primeras
características que conformaron el linaje en la España del siglo XII
fuera del ámbito de la realeza.


Primero de todo el linaje, tal y como mencionábamos en los apartados
anteriores es causa directa de la aparición de los emblemas heráldicos en
los diferentes reinos hispánicos en el siglo XII, será el linaje, siempre
sujeto a múltiples ambigüedades debido a la escasísima información que
nos llega de la nobleza en aquellos tiempos, el producto de toda una
serie de acontecimientos bien podríamos decir azarosos e
inconscientemente meditados que desde el inicio de la repoblaciones y las
victorias de Alfonso VI contra los reinos de taifas, y su posterior
repliegue con el contraataque de los almorávides en el siglo XI. Lo que
dará lugar a la aparición de los primeros magnates de la nobleza que en
pago por sus triunfos y ayudas a la monarquía en esta ardua tarea
recibirán feudos que no muchos de ellos mantendrán a partir de entonces.


En el siglo XII la ''irrupción manifiesta de los elementos agnáticos
en esta época y de jerarquización interna del grupo de parientes, propia
del linaje, constituye una transposición al plano familiar de la
consolidación de la aristocracia castellano-leonesa y de su posición
hegemónica en esta centuria''[15]. Con el progresivo abandono de la Lex
Visigothorum a la hora de realizarse los matrimonios y el reparto de la
dote tras la muerte del cabeza de familia cada vez más acentuado en la
primogenitura de cada familia nobiliaria se va constituyendo el camino a
la hora de adoptar un sistema de emblemas que hasta ahora había
pertenecido únicamente a reyes y a las familias reales.


Digamos pues que el fortalecimiento de las primeras familias
nobiliarias con conciencia de clase noble provocó la decisión de querer
mantener su poder marcando la primogenitura a la hora de heredar las
tenencias aunque siempre esto sujeto a múltiples variables debido a que
la consolidación de una fuerte clase nobiliaria no la veremos hasta
principios del siglo XIII, se trata pues de un proceso muy lento que
reflejado en los orígenes de la heráldica nos da muestra de la
permutabilidad social que se vivía en aquella época de cambio constante.


En definitiva el establecimiento progresivo a lo largo del siglo XII
sobre todo a partir del segundo cuarto de siglo de una línea de
parentesco en sentido ascendente y descendente, la primogenitura, y
además la búsqueda de un cognomen muchas veces con carácter toponímico
provocó en algunos casos la adopción de emblemas heráldicos en estas
familias que adquirieron feudos durante la época de la Reconquista y ya
más tarde en la época de las repoblaciones.


Como conclusión podemos afirmar que el comienzo del engrandecimiento
del poder señorial a partir de este siglo supuso la aparición de las
primeras señales de linaje en la heráldica española, muestra del poder.


Las familias de las que podremos hablar son aquellas de las que nos ha
quedado algún vestigio heráldico a través de sus sepulcros, sellos o
cartularios. Los primeros emblemas que encontramos están datados a partir
de los dos últimos cuartos de siglo: el lobo de los Haro, señores de
Vizcaya en 1193, la cabra de los Cabrera en 1200[16], la caldera de los
Lara adoptada por el conde Don Nuño Pérez, alférez de Alfonso VII, el
lunel de los Sousa por Don Gonzalo Méndez de Sousa en el reino de
Portugal, el mulo embriado de los Baldovín, los bezantes de Guillén Ramón
de Moncada a mediados del siglo XII[17].


-El lobo de los Haro.


Es en los Haro donde se atestiguan las primeras señales de la
consolidación del linaje en algunas familias nobiliarias. Esto se ve en
la continuada repetición de nombres de padres a hijos Lope Díaz-Diego
López en los señores de Vizcaya[18]. Lope = lupus. El conde Lope Díaz
podría haberlo adoptado ya durante el reinado de Alfonso VII, pero
atendiendo al registro arqueológico y de fuentes documentales no será
hasta el siglo XIII con sus descendientes donde se vea un uso continuado
en los sellos de por ejemplo su nieto Diego López de Haro o en el
sepulcro de Doña Mencía en Santa María la Real de Nájera mujer del
primero fallecida en 1216.[19]


En el emblema figuran dos lobos de sable sobre campo de plata.
Atendiendo a la tesis presentada por Luís Valero de Bernabé y Martín de
Eugenio en la Complutense de Madrid, el lobo es el típico animal
hispánico de la fauna ibérica, asociado en repetidas ocasiones a los
árboles. ''Su simbolismo heráldico se presenta en una doble acepción: en
sentido activo representa al guerrero esforzado, cruel con sus enemigos,
a los que nunca da cuartel, y siempre listo para la acción, lo que se
manifiesta por su posición de pasante. Mientras en su aspecto pasivo de
lobo desollado o con solo su cabeza, resulta ser un trofeo de caza y
simboliza el triunfo sobre malhechores o traidores al reino que han sido
vencidos''[20].


En el caso de los Haro se lo presenta de cuerpo entero mirando hacia
la izquierda, con la lengua fuera, enseñando los dientes y con una de sus
patas delanteras adelantadas. En el caso del sepulcro de Doña Mencía
aparecen dos lobos en actitud acechante con un conejo en la boca. El rabo
es largo y mantiene una actitud agresiva.




Ilustración 5: Sepulcro de Doña Toda Pérez de Azagra. Santa María Real de
Najera.


- El mulo embridado de los Baldovín.


Un curioso caso de la aparición de emblemas heráldicos en familias
nobiliarias de no tan alta cuna son los Baldovín, familia tudelana.
Venida de aquellos que ayudaron a Alfonso el Batallador desde el mundo
transpirenaico en la reconquista del Ebro medio en el año 1129.
Trabajaron de cambistas e hicieron fortuna. En la catedral de Tudela hay
muchos emblemas suyos y las labras más antiguas son del año 1190. El
hecho de que el emblema sea un mulo embridado se relaciona por la cría de
caballos a la que se dedicaba la familia.[21]


Atendiendo a la tesis de Martín de Eugenio el mulo simboliza la
constancia unida a la fuerza.




3. Singularidad de la heráldica hispana respecto del resto de Europa.


A la hora de querer establecer las diferencias y aportaciones
singulares que nos da la heráldica hispana durante el proceso de
desarrollo a partir del siglo XIII, debemos tener en cuenta a priori tal
y como la mayoría de autores especialistas señalan la formación de los
dos núcleos heráldicos en la Europa occidental, el primero el del Canal
de la Mancha y el segundo que se da en la península ibérica, el
castellano-leones.


Para poder establecer la formación de diversos núcleos tendríamos que
introducirnos en el desarrollo histórico de los reinos circundantes en
ambos núcleos heráldicos. En su desarrollo histórico desde principios del
siglo XI hasta el proceso de maduración heráldico en el siglo XIII
advertimos importantes diferencias.


-Breve desarrollo comparativo de ambos núcleos.


Entre el núcleo anglo-francés del Canal de la Mancha y el núcleo
castellano-leones del interior peninsular ibérico hay grandes diferencias
aunque a su vez grandes similitudes en lo que al desarrollo del sistema
heráldico se refiere, pero debido al contexto histórico absolutamente
dispar que viven en ambos sitios la especialidad de la heráldica
castellana frente a la inglesa y francesa se hace denotar en sus
vestigios materiales arqueológicos.


Frente a un pleno desarrollo del feudalismo y relaciones de vasallaje
que se darán durante los reinados de Felipe Augusto y Juan I con la
proliferación de armerías, nos encontramos una España en pleno proceso de
Reconquista a inicios del siglo XIII contra el poderoso imperio almohade.
La situación de estabilidad de las estructuras sociales del primero
frente a momentos de convulsión y perpetuos cambios en la fijación de la
frontera impiden que los sistemas heráldicos sean más similares respecto
a su sentido y ornamentación.


El desarrollo de las armerías y respectivos emblemas en el núcleo
anglo-francés va ligado necesariamente al ámbito militar, gran profusión
tendrán en los torneos de caballeros, es sobre todo en el equipo militar,
de ahí que siempre que en los análisis de Pastoreau cuando hable del
desarrollo hable de sistemas heráldicos a partir del equipo militar en
sus primeras obras. Los emblemas que vamos a encontrar en este primer
núcleo se expandirán a partir de modelos de los equipos militares.


En cambio en Castilla coartada en sus fronteras por otros reinos
también cristianos y por el enemigo o incluso a veces aliado musulmán en
pleno siglo XIII, siglo dorado de la Reconquista, el desarrollo del
sistema heráldico se dará más bien en el ámbito civil, de las
cancillerías y los sellos, y en los estratos sociales de niveles
inferiores. Esto no quiere decir que los niveles inferiores del núcleo
francés e inglés no se acogiesen al uso de emblemas heráldicos.


-Diferencias en el sentido y ornamentación de los sistemas heráldicos en
la etapa de desarrollo.


Las diferencias del sistema heráldico que se evidencian por una parte
en los emblemas castellanos y por otro en los anglo-francés está
fundamentalmente relacionado con lo expuesto anteriormente, y también por
algo que ya comentábamos en anteriores puntos cuando afirmábamos que el
desarrollo evolutivo de los emblemas heráldicos en la península ibérica
se había dado de forma muy lenta alargada durante todo el siglo XII.


Las diferencias entre ambos núcleos y lo que a su vez nos da la
respuesta a este apartado tienen que ver con las diferentes
interpretaciones de entonces del sentido del uso de emblemas heráldicos y
la forma de la ornamentación. Estas diferencias las podríamos dividir en:


1. Uso conjunto de emblemas.


Este apartado es de vital importancia para ver la singularidad de la
heráldica castellano-leonesa y sus aportaciones al mundo de la heráldica.
En la obra de Faustino Menéndez Pidal encontramos elaboradísimos
recorridos de este aspecto de nuestra historia.


Si en el área clásica, es decir anglo-francesa, el uso de emblemas
heráldicos tiene un punto de difusión esencialmente militar, en el ámbito
castellano es totalmente al contrario, tiene su punto de desarrollo en la
familia, en el linaje. Por este motivo durante el desarrollo de la
heráldica en Inglaterra a inicios del siglo XIII el uso conjunto de
emblemas va a ser bastante raro, puesto que hay un sentido muy
individualista de la heráldica en todos los estratos que la emplean, y
además por su empleo del ''escudo de armas'', elemento que la heráldica
castellana no va a emplear en absoluto. El empleo del ''escudo de armas''
y su propagación en el núcleo clásico, ligado al concepto individualista
del uso de signos heráldicos va a marcar una seria diferencia con la
heráldica castellana.


La heráldica castellana del siglo XIII en adelante va formando un
concepto del uso de emblemas heráldicos de carácter esencialmente
familiar, sobre todo en las familias reales de Navarra, Castilla y
Aragón, es decir, es el linaje y la constitución de las estructuras
sociales del linaje en la España pleno-medieval lo que por un lado va a
invalidar el uso del ''escudo de armas'' para la representación de sus
emblemas, y además va a suponer el uso conjunto de emblemas de ahora en
adelante. Claros ejemplos los vemos en el rey Sancho VII de Navarra o en
el rey Fernando III de Castilla. En el caso del emblema conjunto de
Sancho VII vemos el uso del águila que tiene un significado más bien
territorial y el uso del león que viene heredado de su madre Doña Sancha
y por tanto de carácter familiar. En el caso de Fernando III en sus
sellos se verá su castillo del reino de Castillo marcando su significado
territorial y los leones heredados por sus ancestros de carácter
familiar.


En definitiva queda bien marcada la diferencia entre una heráldica
individualista, guerrera que ocupa todos los estratos sociales de cierto
raigambre en Inglaterra y Francia frente una heráldica familiar, de
linaje, más desligada del ámbito militar que es la castellana y a lo
largo de su desarrollo en el siglo XIII aunque con particularismos
también en los reinos de Portugal y Aragón.


-Fórmulas gráficas y ornamentación.


Este apartado está estrechamente ligado con el anterior puesto que el
uso o no del ''escudo de armas'', el uso conjunto o no de emblemas y los
caracteres más bien militares o civiles de las armerías y los emblemas
influyen necesariamente en las formas gráficas y sus ornamentaciones.


En lo que respecta a cuestiones gráficas y estilísticas hay una
diferencia fundamental entre ambas zonas y tiene que ver sobre todo que
la existencia y proliferación de las armerías. El hecho de que existan o
no armerías dedicadas al uso de emblema por diversos titulares de
diversos orígenes implica en la decoración de tejidos, sepulcros,
monasterios una continua repetición de los emblemas, por una sencilla
razón, su éxito como elementos decorativos.


Tanto en Francia, Inglaterra como España el siglo XIII aparte de
conflictivo con los musulmanes y entre los propios ingleses y franceses,
fue un siglo de esplendor cultural en todos los sentidos artísticos, y va
a ser el arte de fines del románico y del apogeo del gótico los que van a
acoger los emblemas heráldicos para su decoración , lo cual advierte a su
vez un proceso de superficialidad en los emblemas quedando únicamente su
significado como meramente decorativo y no antropológico, lo cual
advierte ya la llegada de la crisis en los emblemas heráldicos del siglo
XIV y XV.


Efectivamente el éxito por el uso de los emblemas heráldicos se pasa
al arte en diferentes soportes, pero como cabía suponer entre ambos
núcleos con diferencias. La primera de las diferencias tiene que ver con
la forma de repetición de los emblemas, en el caso del núcleo anglo-
francés van a ser muy dispares unos de otros en los bordados que
encontremos, se repiten esos escudos de armas pero todos o en su mayoría
son distintos unos de otros, por tanto vemos ahí la mentalidad en el
sentido de su uso de carácter individualista y ampliado a todos los
estratos sociales que quiera emplearlos. En cambio la repetición de los
emblemas en el ámbito peninsular es al contrario, los emblemas de los
bordados son siempre el mismo a no ser que tengamos un uso conjunto de
varios emblemas.


Tal y como señala Menéndez Pidal en Castilla se desarrolla el uso de
los emblemas en el ámbito de la vida cotidiana y civil en el siglo XIII,
y señala tres aspectos fundamentales que la diferencian del resto de
heráldicas del occidente europeo: 1)Inmensa utilización de señales sin
escudo lo que dará lugar tarde o temprano al sello cuadrilobulado;
2)Perfeccionamiento innovador con la partición en cuartelado para incluir
dos armerías como será el caso de Fernando III y su sello con el león y
el castillo; 3) Uso intensísimo de emblemas que terminará sobrepasando
la finalidad de la heráldica como seña de identidad para quedar como
meramente decorativa.[22]


Todas estas características arriba mencionadas reflejan la
particularidad de nuestra heráldica respecto a la inglesa o francesa.
Otro aspecto muy importante es lo que nos da seguridad sobre lo que
comentamos son los numerosos soportes donde aparecen repetidos los mismos
emblemas, véase cojines, mantas, alfombras, almohadas, vestidos, tocados.
Es evidente que los textiles durante este siglo eran los más usados por
dos cuestiones, su poca durabilidad y su rápida renovación que a su vez
permitía adaptarse a nuevas modas. Luego encontraremos las pinturas y
grabados, y su uso en sepulcros, borduras de los escudos, en los
sepulcros, estolas de los monasterios. Todo este desarrollo estrictamente
decorativo del sentido de los emblemas dará lugar a algo específicamente
castellano en la heráldica, el campo cuartelado en los emblemas que irán
derivando en el uso de formas romboides, octogonales, de estrella con el
paso del siglo XIII.


A modo de conclusión, el sentido familiar y de linaje pervive a lo
largo del desarrollo pero sobre todo en las familias reales y las
familias de la alta nobleza, la pérdida del significado antropológico en
su empleo en el ámbito civil por el cambio a un significado básicamente
decorativo en todos los estratos sociales supondrá el camino hacia la
crisis de los sistemas heráldicos. Aún así el desarrollo en Castilla de
la heráldica con diferencias respecto al núcleo francés e inglés, se verá
en otro miembro de la heráldica castellana particular: el sello
cuadrilobulado.



Ilustración 6: Signo de Alfonso X.


-El sello cuadrilobulado.


Haremos aquí una breve mención de este sello característico de la
heráldica castellana del siglo XIII. Este sello tiene su origen entre los
años 1170-1180 y se empleará sobre todo en las capas sociales inferiores.
En este sello se pretende mostrar emblemas a partir de los sellos con sus
singularidades castellanas fuera de un escudo, y que sirve para la
representación de dos emblemas.


A la hora de disponer de forma gráfica del sello cuadrilobulado se
empleaba el emblema principal en el centro, y los secundarios en las
semicircunferencias o lóbulos, véase el ejemplo en el sello de Doña Mayor
Arias de Hinojosa esposa de Lope Díaz de Haro el Chico de la segunda
mitad del siglo XIII. En el centro el lobo de los Haro, y en los lóbulos
la planta del finojo. Es esta una muestra de la importancia de los sellos
en la formación y desarrollo de nuestro sistema heráldico. En el caso del
cuadrilobulado tendrá la función esencial de señalar cual es el linaje
del titular. La forma cuadrilobulada es una clara representación de la
fusión sobre todo en los territorios de Sevilla y Toledo consolidados a
través de las conquistas castellanas en el siglo XIII como dominio
castellano, del arte gótico con el mudéjar.


En palabras de Menéndez Pidal: ''la ordenación del sello
cuadrilobulado no es sino de unas de las pautas nacidas en Castilla
durante el siglo XIII para mostrar los emblemas heráldicos sin recurrir a
un campo en forma de escudo (…) a partir de 1220 se llevan los emblemas
de linaje materno junto con el paterno. Esta situación no se da en los
espacios anglo-francés o germánico y dentro de España en Castilla''.[23]


4. La crisis de la heráldica en los reinos hispánicos.


Cuando hablamos de la ''crisis'' de la heráldica debemos apuntar y
definir bien qué entendemos por este término en el espacio de estudio de
trabajo que nos ocupa. Tras varias lecturas realizadas, la crisis de la
heráldica responde a una sencilla fórmula en los reinos hispánicos: la
relevancia en la significación de las armas en detrimento de las formas
gráficas.


Atendiendo a esta fórmula que luego veremos tiene nuevos elementos que
componen cada uno de los dos factores, la crisis está referida a un
cambio, dicho cambio podríamos entenderlo bien como continuado de la
etapa de desarrollo del sistema heráldico de los reinos hispánicos, pero
no este el caso, cuando hablamos de crisis en la heráldica hispánica
hablamos de un cambio brusco y rápido.


Cuando afirmamos que la crisis de heráldica supone un cambio brusco y
rápido nos está indicando que a su vez en el contexto de los reinos
hispánicos está a su vez habiendo momentos de cambio, movimientos que a
lo largo del siglo XIV van a pasar factura también a la heráldica
hispánica que van a ser determinantes de ahora en adelante puesto que no
va a haber una vuelta a los modelos que configuraron la heráldica a
inicios del siglo XIII.


-Revolución en los significados respecto a las formas.


El principal factor que hace que llamemos a este periodo crisis de la
heráldica que comprende a partir de la segunda mitad del siglo XIV en
adelante, es que la forma implícita de transmitir los significados de
poder, familia y linaje deja de ser implícita a través de las formas
gráficas de las armerías como bien podía ser el león del reino de León,
el castillo del reino de Castilla, el águila del reino de Navarra, el
lobo de la familia noble de los Lope de Haro, sino que pasa a ser
absolutamente explícito.


A partir de bien entrado el siglo XIV en los reinos hispánicos van a
dejar de crearse emblemas heráldicos que incluyan escasez de formas
gráficas como bien podían ser animales, sino que a partir de ahora se
representarán escenas de tiempos remotos que en su mayor parte serán
mitológicas. Estas escenas donde podremos ver perfectamente un caballero
frente a un castillo en señal de arenga nada tienen que ver con el
sentido de las armerías del siglo XIII. El sentido del significado ha
cambiado, se percibe a los emblemas heráldicos no sólo como meros signos
de diferenciación sino como marcas de honor, dichas marcas de honor
tienen que ver a su vez con el deseo o intención de reflejar una
ascendencia ilustrada. A partir de ahora todas las representaciones
gráficas querrán por este motivo de carácter honorífico incrementar el
valor del signo disminuyendo el valor de la grafía como expresión
implícita de la pertenencia al poder social.


Cuando antes mencionábamos que el cambio en España ha sido brusco y
rápido tiene que ver básicamente con que el siglo XIV es el siglo para
los reinos de hispánicos de expansión de sus vías comunicativas, sobre
todo el reino aragonés tras la anexión del reino de Mallorca en el año
1343. Los contactos por las vías mediterráneas con el resto de reinos de
Europa del sur y Oriente, y a su vez el establecimiento de relaciones con
otros reinos a través de matrimonios entre dinastías como Francia,
Inglaterra, el imperio Alemán hace que las vías de transmisión cultural
se abran en todos los frentes posibles.


Aún así existe un aspecto fundamental que influirá en este detrimento
del valor del significado a través de la forma gráfica, y será un cambio
en la sociedad de los altos estamentos, concretamente, en el estamento
nobiliario. Cuando mencionamos un cambio en el estamento nobiliario,
hablamos de una transformación o mutación interna. A partir del siglo XIV
se van a empezar a fundir los conceptos de noble y caballero a la hora de
llevar emblemas heráldicos. Entran en la escena de la heráldica
peninsular los hidalgos que recibirán el apelativo de caballeros pardos y
a su vez sus armas recibirán el nombre de armas pardas.[24]


En los inicios de la heráldica hispánica en el siglo XII, y en su
etapa de desarrollo a lo largo del siglo XIII a la hora de portar
emblemas heráldicos los que podían portarlos eran los linajes e
individuos reconocidos por su poder, riqueza, ascendencia y únicamente
con mostrar limitadas figuras y formas gráficas en sus armerías daban
muestras de ese poder. En cambio en el siglo XIV todo se rompe, el acceso
de los caballeros al uso de emblemas está permitido socialmente y es por
ello también que la calidad simbólica de los emblemas decae, puesto que
no hay detrás de ese símbolo ningún poder material que lo sustente. Por
tanto vemos en las formas gráficas de los emblemas el triunfo de modelos
arquetípicos o ideales con escenas de un pasado remoto que nunca existió.
Habrá una preferencia por el adorno recargado, minucioso y rico[25].


Toda esta crisis que entonces anunciamos en la heráldica de los reinos
hispánicos en el siglo XIV es también una crisis en la sociedad
castellana, aragonesa, navarra, una crisis estamental que rompe con el
modelo tripartito medievalista de oratores, bellatores y laboratores. En
definitiva el valor del signo gráfico abstracto ha perdido su fuerza, el
ámbito decorativo y honorífico de portar un emblema ha terminado
absorbiendo el principal motivo humano que dio origen a la heráldica en
los reinos hispánicos.


Resulta interesante abordar esta cuestión por ejemplo en el caso
citado por Menéndez Pidal en el sello flahón de Pedro IV el Ceremonioso
de Aragón en 1343. Es un cambio en el modelo de la forma gráfica
espectacular que refleja un aspecto en el que todavía no hemos
profundizado, y es en la entrada del modelo anglofrancés en la heráldica
de los reinos hispánicos. Este modelo entraría a Aragón y Navarra por
Gascuña y Languedoc y tarde o temprano cambiaria la forma del escudo en
forma rectangular con base circular sin punta, hacia modelos
anglofranceses cuya forma acaba en punta.


En el caso de los sellos, y sobre todo del sello de flahón de Pedro IV
vemos como una matriz del 1337 presenta todavía el modelo mediterráneo de
mostrar en las figuras ecuestres el lado izquierdo con un gran escudo que
tapase todo el torso y con escasa decoración alrededor de la figura. En
cambio en 1343 con la incorporación del reino de Mallorca en 1343 y con
la nueva titulación añadida se produce un cambio significativo. La
cuestión de porque se debe este cambio es porque el anterior monarca
desposeído Jaime III utilizaba ya este modelo anglofrancés. La cuestión
devendrá también con Pedro I de Castilla que abandonará el modelo
mediterráneo y acogerá en sus sellos el modelo anglofrancés[26].


Todos estos cambios repentinos indican no sólo un cambio en los
significados y formas heráldicas sino en que hay un cambio no ya a nivel
peninsular en las altas esferas que luego se transferirá a las bajas
capas sociales, sino que hay un cambio a nivel podríamos decir europeo en
todos los reinos centrales y occidentales, una expansión y
establecimiento de las comunicaciones entre estos reinos, y en el caso de
los reinos hispánicos el inicio de la salida del aislamiento que había
sufrido debido al acoso y a la guerra contra el enemigo musulmán que
perduraba en al-Andalus bajo el reino nazarí de Granada.


Dos elementos que reflejarán de forma muy señalada esta salida del
aislamiento a nivel continental serán el arte y los viajes caballerescos
promocionados por la realeza y los nobles. En los viajes caballerescos
tenemos una obra de gran importancia conocida como Libro de conoscimiento
de todos los rregnos et tierras e señoríos que son por el mundo et de las
señales et armas que han. En la parte que habla de los emblemas
heráldicos refleja el interés por los viajes de caballeros que recorrían
Francia, Inglaterra, Alemania y otras zonas de Europa y terminaban
adoptando sus modelos emblemáticos que luego transferían al modelo
emblemático español.


En esa transmisión cultural de los emblemas heráldicos no sólo se
transmitía ese aspecto sino en general se intercambiaba muchos otros
aspectos sociales con el resto de reinos europeos. Esta transmisión ya se
verá en los modelos arquitectónicos de algunas de nuestras catedrales
góticas más reconocidas, como la catedral de Burgos, León, esta última
construida por arquitectos franceses. O también los innumerables escudos
de armas que aparecen en los arquitrabes de la catedral de Pamplona donde
hay emblemas franceses e ingleses que figuran también.




Ilustración 7: Sello de flahón de Pedro IV.


5. Importancia de la heráldica para el historiador.

Podemos resumir la importancia de la heráldica para el historiador con
un fragmento de la obra de Menéndez Pidal que dice lo siguiente: ''Sin
duda el mayor interés de los emblemas heráldicos reside en sus aspectos
humanos, en descubrir en ellos el reflejo de la sociedad que los creó y
usó; es probable que en el futuro se obtengan interesantes deducciones de
esta inexplorada fuente. Su valor reside en la gran amplitud de los
ámbitos temporal, geográfico y social que abarcan los testimonios
heráldicos, lo que permite la comparación de una enorme cantidad de datos
homogéneos, y en la espontaneidad y autenticidad de esos mismos
testimonios, en los que se dejaron indicaciones de manera muchas veces
inconsciente''[27].

Nos encontramos en un momento de nuestra historia decisivo a la hora
de emprender investigaciones que por cuestiones pretéritas habían estado
olvidadas y entregadas a los métodos historiográficos del siglo XIX, con
esos corpora monumentales de emblemas heráldicos que abandonaban por
completo un enfoque social y antropológico como tratábamos en el primer
punto del trabajo. Teniendo en cuenta importantes obras rupturistas con
esta tradición positivista en la metodología de estudio de la heráldica
en la historia como bien pueden ser las de Michel Pastoreau o Faustino
Menéndez Pidal, podemos dar el paso ahora como futuros historiadores de
iniciar nuevos estudios que indaguen en este aspecto tan importante pero
tan olvidado de nuestra historia medieval.

Al fin y al cabo debemos de abandonar ya esos tópicos de una Edad
Media oscura, no tiene sentido poner colores a las etapas históricas que
estudiamos, hoy en día en las universidades el predominio de la historia
antigua y de la historia contemporánea lideran el número de
investigadores y de tesinas, por tanto da la sensación de que la Edad
Media se está reduciendo a una serie de círculos de especialistas de
élite que sólo podemos ver en los congresos sobre temas concretos. Aunque
haya autores que consideren la Edad Media una impostura y un intermedio
entre la caída del imperio romano de occidente y la caída de
Constantinopla en 1453, pero el hecho de que parte de tiempo decidamos
darle a la Edad Media no es motivo de su estigmatización a la hora de
interesarse por su estudio, pues es por tanto la heráldica y su escasa
investigación fruto de dichos tópicos que la degradan.

Si hay algún claro indicio de que la Edad Media no fue una etapa de
oscuridad ya sea social o cultural es precisamente el empleo de los
emblemas heráldicos, la cantidad de bordados, sus variedades, sus
diferentes soportes, la ingente producción artística literaria donde
aparecen mencionados dichos emblemas, y esos emblemas son en conclusión
la expresión de esa cultura, esa sociedad y del poder. Si hay algo que
desmiente esa oscuridad en la Edad Media son sus símbolos que a lo largo
de todo el periodo que hemos abarcado dan datos e información que no
existen en otras etapas históricas, el sistema de emblemas heráldico es
único en la Edad Media en su origen.























































6. Bibliografía.


-Beceiro Pita, I, Córdoba de la Llave, R. Parentesco, Poder y Mentalidad.
La nobleza castellana siglos XII-XV. Consejo Superior de Investigaciones
Científicas. Madrid, 1990.


-De Riquer, M. Caballeros medievales y sus armas. Instituto Universitario
''General Gutiérrez Mellado'' Universidad Nacional de Educación a
Distancia. Madrid, 1999.


-Keen, M. La caballería. Editorial Ariel, S.A. Madrid, 2008.


-Menéndez Pidal, F. Leones y castillos. Real Academia de la historia.
Madrid, 1999.


-Menéndez Pidal, F. Los emblemas heráldicos. Una interpretación
histórica. Real Academia de la Historia. Madrid, 1993.


-Menéndez Pidal, F. Los emblemas heráldicos, novecientos años de
historia. Real Maestranza de Caballería de Sevilla. Sevilla, 2014.


-Pastoreau, M. Traité d'héraldique. Éditions A. et J. Picard. 1979,
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-Pastoreau, M. Una historia simbólica de la Edad Media Occidental. Katz
Editores. Buenos Aires, 2006.


-Rapelli, P. La historia en el arte. Volumen I, Emperadores, príncipes y
soberanos. RBA Revistas S.L. 2005, Milán.


-Sánchez Saus, R. En la España Medieval, nº 17, 9-16. Editorial
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-Valero de Bernabé y Martín de Eugenio, L. Análisis de las
características generales de la heráldica gentilicia española y de las
singularidades heráldicas existentes entre los diversos territorios
históricos hispanos. Universidad Complutense de Madrid. Madrid, 1997.
-----------------------
[1] Keen, M. La Caballería. Editorial Ariel , S.A. Madrid, 2008. p 175.
[2] De Riquer, M. Caballeros medievales y sus armas. 1999, Madrid. –pp269.
[3] Pastoreau, M. Traité d'Heraldique. Éditions A. et J. Picard 1979. –pp20-
23.
[4] Idem –pp24-26.
[5] Pastoreau, M. Traité d'Heraldique. Éditions A. et J. Picard 1979. –pp26-
28: ''En effet, si l'on s'explique aisément que des guerriers aient eu
recours à des figures peintes sur leur écu pour se reconnaitre à la guerre
et au tournoi; si l'on s'explique facilement que dans un but pratique ils
aient décidé de faire toujours; si l'on s'explique que dans un but pratique
ils aient décidé de faire toujours usage des memes figures leur vie durant;
si meme l'on peut justifier par les structures vassaliques et foncières
l'établissement progressif du caractère héréditaire des signes ainsi créés;
en revanche, on ne s'explique guère pourquoi des règles furent rapidement
instituyes pour en codifier la représentation. Car, si l'on y réfléchit
bien, ces règles sont à peu près inútiles. Pourquoi un nombre limité de
coleurs? Pourquoi des positions, des caracteres et des attributs
stéréotypes? Pourquoi une composition rigoureuse, des positions codifiées?
[6] Menéndez-Pidal, Faustino. Los emblemas heráldicos, una interpretación
histórica. Madrid, 1993. –pp59.
[7] Idem. –pp52-54.
[8] Sánchez Saus, R. En la España Medieval, nº 17, 9-16. Editorial
Complutense. Madrid, 1994.
[9] Menéndez Pidal, F. Leones y Castillos. Real Academia de la Historia,
Madrid. 1999. –pp22-23.
[10] Rapelli, P. La historia en el arte, volumen I: Emperadores, Príncipes
y Soberanos. 2014 RBA Revistas, S.L.-pp60.
[11] Menéndez Pidal, F. Los emblemas heráldicos, novecientos años de
historia. Real Maestranza Caballería de Sevilla, 2014.-pp71-73.
[12] Rapelli, P. La historia en el arte, volumen I: Emperadores, Príncipes
y Soberanos. 2014 RBA Revistas, S.L.-pp50-53.
[13] Menéndez Pidal, F. Los emblemas heráldicos, novecientos años de
historia. Real Maestranza Caballería de Sevilla, 2014. -pp78.
[14] Idem. –pp79.
[15] Beceiro Pita, I, Córdoba de la Llave, R. Parentesco, Poder y
Mentalidad. La nobleza castellana. CSIC Madrid, 1990. –pp47.
[16] Beceiro Pita, I, Córdoba de la Llave, R. Parentesco, Poder y
Mentalidad. La nobleza castellana. CSIC Madrid, 1990. –pp60-61.
[17] Menéndez Pidal, F. Los emblemas heráldicos, novecientos años de
historia. Real Maestranza Caballería de Sevilla, 2014. –pp80-90.
[18] Idem. –p82.
[19] Idem. –pp82-84.
[20] Valero Bernabé y Martín de Eugenio, L. Análisis de las características
generales de la heráldica gentilicia española y de las singularidades
heráldicas existentes entre los diversos territorios históricos hispanos.
Universidad Complutense de Madrid. Madrid, 1997.

[21] Menéndez Pidal, F. Los emblemas heráldicos, novecientos años de
historia. Real Maestranza Caballería de Sevilla, 2014. –pp87-88.
[22] Menéndez Pidal, F, Los emblemas heráldicos: novecientos años de
historia. Sevilla, 2014. Real Maestranza de Caballería de Sevilla. pp 245-
348.
[23] Menéndez Pidal, F, Los emblemas heráldicos: novecientos años de
historia. Sevilla, 2014. Real Maestranza de Caballería de Sevilla. pp 340-
341.
[24] Menéndez Pidal, F, Los emblemas heráldicos: novecientos años de
historia. Sevilla, 2014. Real Maestranza de Caballería de Sevilla. p353.
[25] Idem. pp352-254.
[26] Menéndez Pidal, F, Los emblemas heráldicos: novecientos años de
historia. Sevilla, 2014. Real Maestranza de Caballería de Sevilla. pp354-
356.
[27] Menéndez Pidal, F, Los emblemas heráldicos: novecientos años de
historia. Sevilla, 2014. Real Maestranza de Caballería de Sevilla. p349.
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