El orientalismo africano en la obra de Mariano Fortuny
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GRADO EN HISTORIA DEL ARTE
El orientalismo africano en la obra de Mariano Fortuny Historia del Arte Neoclásico y del Siglo XIX en España CARLOS Ortega Sánchez
Historia del Arte del Neoclásico y del siglo XIX en España
Carlos Ortega Sánchez
El orientalismo africano en la obra de Mariano Fortuny, por Carlos Ortega Sánchez.
Índice: Introducción. 1-El orientalismo español en el siglo XIX. 1.1-El orientalismo en la cultura española. 1.2-Fortuny y los pintores orientalistas españoles. 2-El estilo orientalista de Fortuny. 2.1-Fortuny y Marruecos. 2.2-El orientalismo africanista de Mariano Fortuny. 3-La obra orientalista de Mariano Fortuny. 3.1-La batalla de Tetuán. 3.2-La Odalisca. 3.3-El vendedor de tapices y otras obras costumbristas. 4-Conclusiones. 5-Bibliografía. 6-Anexo.
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Introducción. Mariano Fortuny Marsal (1838 – 1874) desarrolla su obra en España, Italia y el Norte de África y, a pesar de morir a los treinta y seis años, su obra resultó ser, además de abundante, una de las claves para comprender la pintura española del siglo XIX, especialmente gracias al desarrollo de un estilo personal manifestado a partir de la expresividad del uso de luces, sombras y manchas sobre el lienzo, causando una fuerte emoción estética en el espectador. El objetivo del presente trabajo es realizar un breve estudio y descripción de la obra pictórica de Mariano Fortuny y, con ello presentarlo como uno de los mayores representantes del orientalismo español, receptor y transmisor de influencias artísticas a nivel nacional e internacional.
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1-El orientalismo español en el siglo XIX. De la mano de Mariano Fortuny llegó el Orientalismo a España. Este fenómeno, no obstante, había sido heredado de las influencias europeas del autor, principalmente anglo-francesas. Durante todo el siglo XIX, viniendo ya del XVIII y con el claro impulso del colonialismo, Europa, en pleno apogeo del romanticismo, vio su arte impregnado de influencias africanas y asiáticas, influencias que marcaron decisivamente el desarrollo del orientalismo tanto en las artes plásticas como literarias, algo visible en novelas como Las mil y una noches, traducida al inglés por Richard Francis Burton o, en el caso español y con gran relevancia para el historicismo medievalista español, Cuentos de la Alhambra, de Washington Irving. La influencia de estas obras, producto también de las campañas coloniales, rápidamente se reflejó en la obra de autores como Antoine-Jean Gros, Dominique Ingres, Louis-François Lejeune o Jean-León Gérôme1. 1.1-El orientalismo en la cultura española. Como hemos podido ver, una sección del romanticismo europeo dedicó su temática a la idealización de lo hispano-musulmán, convirtiéndose en un foco de influencia fundamental para el desarrollo del orientalismo por parte de autores españoles. Así, las guerras con Marruecos llevadas a cabo durante la segunda mitad del siglo XIX jugarán un papel fundamental, como puede observarse en la propia biografía de Fortuny y de otros tantos autores. Probablemente el ejemplo literario fundamental (posterior a las Cartas Marruecas de Cadalso) sea Aita Tettaouen, escrita por Benito Pérez Galdós en 19052 e inspirada en gran parte en la obra pictórica de Mariano Fortuny.
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Citas y bibliografía adaptadas a las normas de estilo de AWRAQ: Revista de Análisis y pensamiento sobre el mundo árabe e islámico contemporáneo, copublicada por casa Árabe y la Dirección General de Relaciones Culturales y Científicas de la Agencia Española de Cooperación Internacional para el Desarrollo (AECID). Hashim Cabrera (1997). «Orientalismo: en torno al discurso de Edward Said; La visión que se tiene de Oriente, del islam o de los musulmanes, es el resultado de varios siglos de estrategia imperial». En http://www.webislam.com/ [Web en línea, consultado el 26/11/2015]. Alfonso Pérez Sánchez; Miguel Boyer Salvador; Antonio Marí; Enrique Arias Angles (1988). Pintura orientalista española (1830 – 1930): [exposición] 8 de junio – 22 de julio de 1988. Madrid: Fundación Banco Exterior. Págs 1619. 2
Susan Martín Márquez (2001). «Here’s Spain Looking at You: Shifting Perspectives on North African Otherness in Galdós and Fortuny». Arizona Journal of Hispanic Cultural Studies, 5. Tucson: Universidad de Arizona. De hecho, la autora cita las palabras de Benito Pérez Galdós, considerando a Fortuny ‘el pintor más original y más aplaudido de estos tiempos, maestro de su época’, en alabanza al estilo orientalista del autor. Pág. 11.
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El orientalismo español, si bien es orientalismo, se puede, asimismo, denominar africanismo e, incluso, marroquismo o africanismo magrebí, en tanto que la influencia directa principal venía del Magreb3. Por tanto, de la inicial temática bélica de fuerte influencia de la pintura (y artes en general) europea historicista vemos un progresivo avance hacia ‘el pintoresquismo etnográfico y de factura impresionista’, alcanzando una ‘dimensión estética, selecta y popular a la vez, reflejada en las líneas de la escritura novelesca, en las pinceladas de un cuadro y en la partitura de una composición musical’4. 1.2-Fortuny y los pintores orientalistas españoles. De Europa llegaron las ideas de idealización sobre el orientalismo, relacionadas con nuevas percepciones de los paisajes, de los desnudos, de los retratos, etc., creando una nueva iconografía a partir de lo clásico y difundiendo una nueva pintura basada en la fantasía, en la sensualidad oriental, en el misterio, en la violencia y la crueldad, en el misterio y en la calurosa luminosidad de África. El exotismo y la búsqueda de sensualidad impactaron enormemente a los pintores españoles que, al llegar a Marruecos, entraron directamente en contacto con todas aquellas influencias antes percibidas en la pintura europea5. A pesar de que Fortuny es el gran pintor orientalista en la España del siglo XIX, junto a él existieron otros tantos que de sus andanzas por el Magreb recibieron influencias que canalizaron hacia su arte. Siguiendo así la moda europea e imitando en ocasiones a la obra de Fortuny, con quien muchos tuvieron relación, se desarrolló un movimiento orientalista y romántico que evolucionaría en el final del siglo en una pintura luminista y hasta impresionista (viéndose ciertos reflejos impresionistas ya en la pincelada de Fortuny). Los dos pintores de mayor relevancia del orientalismo romántico desarrollados en paralelo a Fortuny fueron Eugenio Lucas Velázquez y Francisco Lameyer. Los viajes del primero a Marruecos fueron en paralelo a los de Fortuny y se prolongaron aún más 3
Víctor Morales Lezcano (1989). Africanismo y orientalismo español en el siglo XIX. Madrid: Universidad Nacional de Educación a Distancia. Págs. 20-21. 4
Ibídem (ambas citas) Págs. 111-112. Alfonso Pérez Sánchez; Miguel Boyer Salvador; Antonio Marí; Enrique Arias Angles (1988). Pintura orientalista española (1830 – 1930): [exposición] 8 de junio – 22 de julio de 1988. Madrid: Fundación Banco Exterior. Págs 2731. 5
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en el tiempo aunque su pintura se conformó, dentro de lo romántico, en lo fantástico y medievalista, huyendo de la realidad y costumbre que tanto abrazó Fortuny. Por otro lado, Lameyer viajó mucho más que los otros dos, aproximándose con más precisión a la realidad no sólo de Marruecos sino también de Filipinas, China, Japón, Egipto y Palestina6. Fortuny, tras de sí, deja su influencia en pintores de alta relevancia como Josep Tapiró y Baró, con quien había trabado una amplia amistad con el pintor y que acabó viviendo en Marruecos, interesándose por la cultura judía dentro de la medina de Tánger. Otros pintores serían Joaquín Domínguez Béquer, José Chaves Ortiz o Antonio Muñoz Degrain7.
2-El estilo orientalista de Fortuny. 2.1-Fortuny y Marruecos. Fortuny comienza a desarrollar su obra de forma temprana en Reus, su localidad de nacimiento. Posteriormente viaja a Barcelona, donde comienza sus estudios en la Academia de Bellas Artes de la Llotja de Barcelona, cultivándose en la pintura de historia con obras como Ramón Berenguer III elevando la bandera de Barcelona en el castillo de Foix en Provenza, obra gracias a la que conseguirá una beca para viajar a Roma. Es importante decir que en Barcelona su maestro fue Claudio Lorenzale, discípulo a su vez de Friedrich Overbeck, ambos de la escuela artística nazarena, caracterizada por la espiritualidad romántica medievalista 8. Roma, capital artística del momento junto con París, resultó ser para Fortuny una de las fuentes principales de influencia, aunque poco tardó en cansarse de aquellos ambientes. Sería poco después, en 1860, cuando, cumpliendo con sus ansias de conocimiento, Fortuny es contratado por el gobierno español para viajar a Marruecos y relatar
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Ibídem. Págs. 37-39. Ibídem. Págs. 43-44.
Andrea Ayuso Bueno (2013). «Pintores Orientalistas Españoles». Descubrir el arte, 183. Tarragona: Universidad de Barcelona. 8
Rafael Mendoza Yusta (2013). «Fortuny y Marruecos: El trabajo del pintor sobre la Guerra de África (1859 – 1860)». Arte, arqueología e historia, 20. Córdoba: Asociación ‘Arte, Arqueología e Historia de Córdoba’. Pág. 115.
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pictóricamente la guerra hispano-marroquí. Su actividad pictórica, que relataremos a continuación, fue de gran abundancia, y le sirvió para exponer a su vuelta a Barcelona sus dibujos y para retratar con más detenimiento, en óleo y acuarela, algunas de esas obras. Será a partir de ahora cuando comience a crear una obra basada en la luz norteafricana, en la estética marroquí y en la temática costumbrista, conformando el estilo orientalista impregnado de la experiencia personal del autor al que el presente escrito se dedica. Dos años después regresaría a Marruecos en busca de influencias y, a su vuelta, en su taller de Roma, realizaría La batalla de Tetuán, su mejor obra militar y probablemente una de sus mejores obras. En 1871 volverá una vez más a Marruecos junto con otros pintores, y poco después de su vuelta, en 1874, fallece9.
2.2-El orientalismo africanista de Mariano Fortuny. Las experiencias en Europa de Fortuny apenas lo pusieron en contacto con vanguardias del momento con las que se relaciona a su obra, como es el impresionismo (aunque sí hay conocimiento de contactos con Renoir). Sin embargo, puede establecerse que las principales influencias sobre su obra son los pintores románticos como los antes citados, como Delacroix, Ingres, etc., todos ellos con obra orientalista. Además de ello, las influencias iniciales de la pintura historicista medieval española
(que pueden
percibirse en obras como El tribunal de la Alhambra, de 1871, o La matanza de los Abencerrajes, de 187010) y del academicismo nazareno de su primer maestro también harían mella en su personalidad pictórica. No obstante, la eclosión de todas aquellas influencias haría efecto tras la primera visita a Marruecos del autor en 1960. El encargo del gobierno español de representar las batallas de Wad Ras y de Tetuán lo pusieron en contacto con el ambiente y costumbres marroquíes, cuya primera impresión fue la luz. A partir de su llegada, la luz norteafricana tomaría un gran protagonismo en su obra, y sería a partir de ella desde donde desarrollaría su orientalismo pictórico. El uso de pinceladas sueltas creando movimiento buscaría impresionar al espectador a través de la naturalidad y una técnica muy aguda en cuanto a la representación de la realidad, consiguiendo una expresividad a partir de manchas y evidentes juegos de luces 9
Ibídem. Pág. 116.
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Ver anexo 1. 7
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y sombras que alcanzan en toda la obra costumbrista de Fortuny una fuerte emoción estética11. Es altamente probable que su interés por lo paisajístico provenga de la escuela nazarena, aunque lo africano resultó decisivo para que el autor orientara y personalizara su estilo. A partir de su experiencia basará sus obras en la riqueza del color y en el movimiento a partir de las citadas pinceladas y juegos lumínicos. Su método de trabajo se basó en la realización de croquis y de numerosísimas acuarelas y óleos, apuntes que le llevarían a crear obras de gran envergadura que detallaremos con posterioridad, como La batalla de Tetuán o La odalisca. Gracias a la técnica y al fuerte estudio composicional y cromático, Fortuny consigue escenas vibrantes con un ambiente misterioso y ajeno, con clara plasmación del espíritu del orientalismo europeo aplicado a lo puramente marroquí12. Probablemente las dos grandes virtudes de la pintura de Fortuny fueron la aplicación de la modernidad al orientalismo superando las percepciones más folklóricas y, el alcance de un absoluto preciosismo a través del refinamiento de su pincelada y del efectismo en intencionados juegos lumínicos y cromáticos. Un aspecto interesante es que, presentando ambientes que en ocasiones parecen de enorme simpleza, Fortuny alcanza una amplia maestría a través de la composición y, sobre todo, a través del uso del color. El uso del color por parte de Fortuny se muestra aparentemente sencillo tanto en sus óleos como en sus acuarelas. Sin embargo, su valor reside en el alcance de la luminosidad a partir del claroscuro, contraponiendo fondos muy oscuros, como puede verse en Moro mendigo, Marroquíes o en Cabeza de moro anciano a superficies iluminadas con pinceladas gruesas de colores firmes. Otras obras, como Un marroquí13, utilizan los contrastes para, sobre un blanco pasteloso, resaltar la figura principal. Otra característica de su uso del color es la aplicación de colores brillantes sobre ambientes que se antojan casi monocromáticos al espectador, destacando, como es visible en 11
Francisco Crespo Jiménez (1996). «El costumbrismo exótico de Mariano Fortuny». Romanticismo 6: Actas del VI Congreso. El costumbrismo romántico. Barcelona: Universidad de Barcelona. Pág. 2. 12
Alfonso Pérez Sánchez; Miguel Boyer Salvador; Antonio Marí; Enrique Arias Angles (1988). Pintura orientalista española (1830 – 1930): [exposición] 8 de junio – 22 de julio de 1988. Madrid: Fundación Banco Exterior. Págs. 4043. 13
Ver Anexo 2. 8
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Fantasía árabe, a algunos personajes con rojos y azules fuertes sobre un lienzo de colores pardos oscuros14. Estos juegos de contrastes utilizados por el autor son creados a partir de trabajos rápidos a partir de los citados bocetos, en la mayoría de ocasiones acuarelas, así como, en óleo, utilizando capas gruesas de tonos oscuros y pardos dedicados a crear el efecto pictórico ambiental perceptible en la mayoría de su obra africanista.
3-La obra orientalista de Mariano Fortuny. Como hemos observado anteriormente, la obra orientalista de Fortuny es amplísima, por lo que la finalidad del presente apartado es hacer un análisis de algunas de sus obras orientalistas más relevantes poniéndolas en relación con su contexto artístico y cultural y con la propia obra orientalista del autor. 3.1-La batalla de Tetuán. El óleo de La batalla de Tetuán15 es una de las mayores obras de Fortuny, realizada entre 1862 y 1864 por encargo de la Diputación de Barcelona como resultado de las experiencias y apuntes tomados durante sus viajes por Marruecos. La obra relata una de las batallas más relevantes de la guerra hispano-marroquí, que junto a la de Wad Ras supuso la victoria de los españoles bajo el mando de O’Donnell y Prim. Inspirándose en la pintura de historia con evidencia en obras como The Battle of the Pyramids16 (1806), de Lejeune, y con ciertas reminiscencias del carácter épico y heroico de estas pinturas, Fortuny plantea en un plano panorámico y en un lienzo amplísimo una visión de la batalla desde el lado marroquí, estableciendo al mismo tiempo una perspectiva dramática y experimental en la que los soldados españoles dominan el centro de la obra y los soldados marroquíes, vencidos, huyen hacia las esquinas inferiores del cuadro. Esta composición, unida a la presentación de los españoles como un bloque fuerte con O’Donnell a la cabeza y a los marroquíes disueltos y muchos heridos de muerte, se define de forma excelente con las palabras de José Yxart:
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Ver Anexo 3. Ver Anexo 4. 16 Ver Anexo 4.1. 15
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“si como español celebra su derrota, su corazón de artista está por ellos, y los traslada a la tela en fantástica atmósfera de colores para que inmortalicen su propio nombre en aquel cuadro, antes que con la fuga, con la victoria de nuestras armas” 17.
La batalla de Tetuán acaba por elevarse tras su creación en una obra distante al propio género histórico en tanto que, por su ‘postura’, acaba siendo controvertida. La visión del combate plantea compositivamente un triángulo en el que los españoles se alzan en la cúspide, desplegándose sobre la base, compuesta por los marroquíes, que huyen. Destaca, con la composición de la obra y sus planteamientos iconográficos, la luminosidad africanista que tanto inspiró a Fortuny y que lo llevó a plantear la obra a partir de manchas cromáticas. Si bien la obra no fue concluida, fue considerada tanto por el autor como por sus estudiosos una de las principales y más significativas pinturas históricas de la segunda mitad del siglo XIX18. 3.2-La Odalisca. La temática femenina en la obra orientalista de Fortuny es bastante amplia a pesar de las dificultades que tuvo para tener acceso a modelos ajenas al harem, llegando a producir bastantes retratos de mujeres, especialmente judías, de las que se conservan hermosas acuarelas. Uno de los aspectos resaltables en toda la obra de Fortuny es su interés por los adornos y joyas de marroquíes tanto judías como bereberes y en la diferenciación a través de esto de las distintas etnias y religiones. La Odalisca
19
(1861) es otra de las grandes obras de Fortuny de influencia
oriental, esta vez rehuyendo de la pintura historicista y costumbrista para rendir tributo evidente a pintores como Ingres y a La Gran Odalisca (1814) a través de la experiencia propia en el mundo islámico. La obra, en primer lugar, presenta un elemento iconográfico de enorme relación con la pintura orientalista europea, haciendo una referencia absoluta al concepto de lo femenino a través de la sensualidad oriental que puede verse en la pintura decimonónica en obras dedicadas a baños turcos, bailarinas del vientre, retratos de mujeres anónimas 17
Susan Martín Márquez (2001). «Here’s Spain Looking at You: Shifting Perspectives on North African Otherness in Galdós and Fortuny». Arizona Journal of Hispanic Cultural Studies, 5. Tucson: Universidad de Arizona. Pág. 15. 18 Dossier de Prensa (2013). La batalla de Tetuán; Fortuny: De la trinchera al museo. Museu Nacional D’art de Catalunya: Barcelona. Pág. 6.¡ 19
Ver Anexo 5. 10
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o, incluso, heroínas bíblicas. Sin embargo, lo fantasioso en esta obra toma protagonismo a partir de la personalidad de la mujer y de la iluminación ilusoria. Así, la mujer, de piel blanca y delicada, observa cómo un músico toca para ella, en una evidente referencia a Odalisca con esclavo20 (1842), de Ingres. Independientemente de quién sea la mujer, la obra evoca al erotismo de la odalisca a partir de la postura de la mujer y contando con la complicidad europea en cuanto a la conceptualización de la mujer oriental en Occidente. Profundizando más en la temática, podemos observar cómo la mujer se gira suavemente hacia el músico marroquí, de forma que rechaza el contacto visual con el espectador, sugiriendo según Susan Martin-Márquez21 una repulsión del colonizador europeo para dirigirse al marroquí. Independientemente de esta hipótesis, la obra evidencia un interés hacia la sensualidad de lo exótico y hacia la belleza estética a partir de las ficciones europeas sobre Oriente y a partir de una composición colorida con un interesantísimo estudio de la iluminación y que destaca por el preciosísimo y detallismo tan característicos de la pintura de Fortuny. La Odalisca plantea un cierto ideal europeo dentro de lo que puede considerarse el costumbrismo arabizante de Fortuny. No obstante la excepcionalidad de la obra se consigue gracias a la capacidad de Fortuny de crear ambientes densos y cargados de autenticidad a través de su juego de luces y sombras a partir de manchas, más delicadas y precisas en esta obra. 3.3-El vendedor de tapices y otras obras costumbristas. El vendedor de tapices22 resulta ser una de las obras maestras de Fortuny por el tema y, especialmente, por reflejar la temática y técnica orientalistas en todo su esplendor. Esta pequeña acuarela hecha en sus últimos años, en 1870, representa un ambiente típico de un zoco marroquí, probablemente de Tetuán. El carácter ejemplar de la obra tiene que ver con la cotidianeidad de la escena y por ser tan representativa del estilo orientalista del autor. Así, los colores se reparten de forma excelente por el cuadro, jugando el autor con ellos y destacando puntos concretos como los tapices del vendedor o los del pañuelo de uno de los marroquíes. Junto a su estilo brillante
20
Ver Anexo 5.1.
21
Susan Martín Márquez (2001). «Here’s Spain Looking at You: Shifting Perspectives on North African Otherness in Galdós and Fortuny». Arizona Journal of Hispanic Cultural Studies, 5. Tucson: Universidad de Arizona. Pág. 19. 22
Ver Anexo 6. 11
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encontramos suaves transiciones de luz y sombra en toda la pintura y una composición dedicada únicamente a presentar el exotismo de la sociedad marroquí. La representación de diferentes escenas cotidianas y de distintos personajes marroquíes por parte de Fortuny se caracteriza por la absorción del pintor de las atmósferas para plasmarlas en el lienzo o en el papel creando vibrantes espacios orientales en un evidente interés por la luz ambarina, que carga de misterio a partir de la densificación de los escenarios. Todo ello llevará al pintor a crear ambientes cromáticos muy sobrios que, como hemos visto, destacan por algunos toques interesados de brillo que aumentan el ‘preciosismo’ con el que es tildado el estilo del autor. Con ello, el naturalismo con que Fortuny presenta las escenas aumenta, como puede verse en El café de las golondrinas (1868), Patio árabe (1865), Herrador Marroquí (1870) o Paisaje Norteafricano
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(1862). Al respecto de este último, también es
interesante destacar su interés por los paisajes marroquíes tanto como apuntes para realizar obras como La batalla de Tetuán como para constituir obras en sí mismas, visibles en su predilección por los paisajes no solo marroquíes sino también de Portici, Granada o Sevilla. Una idea muy presente constantemente en la obra costumbrista de Fortuny, especialmente en El vendedor de tapices es el pintoresquismo, tan presente en lo romántico y que supera ligeramente lo naturalista y costumbrista para acercarse a lugares y personas de especial singularidad dentro de lo cotidiano. Ejemplos de este pintoresquismo son obras como Caballero árabe en Tánger (1867), Askari (1860) o Fantasía árabe 24(1867).
4-Conclusiones. La abundante obra de Mariano Fortuny y la calidad de ésta lo convierten en uno de los pintores de mayor relevancia a nivel nacional y Europeo, tanto como receptor de influencias como transmisor de éstas. Su capacidad para canalizar las influencias europeas, tanto tradicionales como más vanguardistas (desde la escuela de los nazarenos y el historicismo hasta el acercamiento al impresionismo) y utilizarlas para captar la luz 23 24
Ver Anexo 6.1. Ver Anexo 6.2. 12
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y ambientes marroquíes se convierte en una de sus características más importantes en tanto que el pintor consigue crear ambientes espesos con una luz característica y atmósferas densas y cargadas del misterio oriental que suponía Marruecos para los viajeros europeos. Estas cualidades, desarrolladas en la obra costumbrista de Fortuny a través de naturalismo, el pintoresquismo y, la vez, la fuerte expresividad y emoción transmitidas a partir del movimiento y el frecuente uso de manchas y pinceladas gruesas en trabajos rápidos pero a la vez tratados de forma cuidadosa y preciosista. Esta pincelada abre el debate sobre si, realmente, Fortuny llegó al impresionismo de forma intencionada o no. A pesar de su carácter contemporáneo, el pintor muestra una clara tendencia decimonónica e historicista aunque vanguardista. En cualquier caso, contemplar las obras del autor permite a cualquier espectador observar en ellas evidencias de la captación de los instantes del impresionismo. El exotismo y el orientalismo de Fortuny, incluidas sus pinturas de influencia japonesa, mucho menores, evidencian tanto la evolución del artista hacia las nuevas influencias externas y a lo europeo como su alta capacidad para captar las cualidades de lo más remotamente ajeno a su educación, convirtiéndolo en uno de los grandes canalizadores de las atmósferas africanas y, en general, orientales, llevando como ningún otro pintor las luces y ambientes de las medinas a los lienzos europeos.
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Bibliografía AYUSO BUENO, Andrea (2013). «Pintores Orientalistas Españoles». Descubrir el arte, 183. Tarragona: Universidad de Barcelona. CABRERA, Hashim (1997). «Orientalismo: en torno al discurso de Edward Said; La visión que se tiene de Oriente, del islam o de los musulmanes, es el resultado de varios siglos de estrategia imperial». En http://www.webislam.com/ [Web en línea, consultado el 26/11/2015]. CERRILLO RUBIO, Lourdes (1992). Mariano Fortuny. Madrid: Historia 16. CRESPO JIMÉNEZ, Francisco (1996). «El costumbrismo exótico de Mariano Fortuny». Romanticismo 6: Actas del VI Congreso. El costumbrismo romántico. Barcelona: Universidad de Barcelona. MARTÍN-MÁRQUEZ, Susan (2001). «Here’s Spain Looking at You: Shifting Perspectives on North African Otherness in Galdós and Fortuny». Arizona Journal of Hispanic Cultural Studies, 5. Tucson: Universidad de Arizona. MENDOZA YUSTA, Rafael (2013). «Fortuny y Marruecos: El trabajo del pintor sobre la Guerra de África (1859 – 1860)». Arte, arqueología e historia, 20. Córdoba: Asociación ‘Arte, Arqueología e Historia de Córdoba’. MORALES LEZCANO, Víctor (1989). Africanismo y orientalismo español en el siglo XIX. Madrid: Universidad Nacional de Educación a Distancia. PÉREZ SÁNCHEZ, Alfonso; BOYER SALVADOR, Miguel; MARÍ, Antonio; ARIAS ANGLÉS, Enrique (1988). Pintura orientalista española (1830 – 1930): [exposición] 8 de junio – 22 de julio de 1988. Madrid: Fundación Banco Exterior. Dossier de Prensa (2013). La batalla de Tetuán; Fortuny: De la trinchera al museo. Museu Nacional D’art de Catalunya: Barcelona.
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6-Anexo. Anexo 1: El tribunal de la Alhambra y La matanza de los Abencerrajes.
Anexo 2: Marroquí y El almuédano.
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Anexo 3: Fantasía árabe.
Anexo 4: La batalla de Tetuán y detalle.
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Anexo 4.1: The Battle of the Pyramids, de Lejeune.
Anexo 5: La Odalisca.
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Anexo 5.1: Odalisca con esclavo, de Ingres.
Anexo 6: El Vendedor de Tapices.
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Anexo 6.1: El Café de las Golondrinas, Patio árabe y El herrador marroquí.
Anexo 6.2: Caballero árabe en Tánger y Askari.
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