El nomadismo incesante por los pliegues del rizoma: el viaje se reafirma, el espacio se deconstruye, Babel persiste

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1   El nomadismo incesante por los pliegues del rizoma: el viaje se reafirma, el espacio se deconstruye, Babel persiste Fue la lectura de una novela sobre el viaje que sugirió las ideas expuestas brevemente

en el presente artículo. Este nació con el objetivo de investigar cómo se transforma el concepto del viaje en nuestra actualidad rizomática y observar la actualización de este topos arquetípico dentro del contexto sociocultural y político de hoy. El viaje es sin duda uno de los motivos fundamentales en la cultura mundial y posee un enorme potencial receptivo. Joseph Campbell, en El héroe de las mil caras, exploró el viaje del héroe como el monomito, a través del cual el individuo se asocia con la inmanencia de lo universal. En las mitologías y literaturas del mundo el viaje proporciona la búsqueda, iniciación, el camino a la serenidad o al renacimiento. En la novela que desencadenó esas reflexiones nuestras, La nave de los locos, 1984, de la autora uruguaya Cristina Peri Rossi, ocurre una transformación peculiar de este concepto. El título de la novela sugiere el topos vagante de la cultura mundial. La imagen de la nave de los locos surge en La República de Platón como una alegoría de la democracia en toda su irracionalidad. Lo encontramos más tarde en la épica celebración irónica de la imperfección humana por Sebastian Brant. En el siglo pasado había otro comeback de la nave – esta vez se hace a la mar gracias a Katherine Ann Porter, quien en su novela Ship of Fools, 1962 palpa los prejuicios sociales en sus numerosas formas, incluso las premisas sociosicológicas del fascismo. A su vez, la nave bien manejada por William Golding (Rites of Passage, 1980) se presenta como un modelo socioestructural de tipo tiránico y al mismo tiempo un teatro flotante. Cristina Peri Rossi, junto con su protagonista, emprende un viaje metafísico que resulta más que exitoso – exiliada de Uruguayo a España en 1972, Peri Rossi sí que tiene un background nómada muy considerable. Cristina es conocida mundialmente por sus textos que

 

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exploran los temas del espacio íntimo, de la corporalidad y sexualidad como categorías políticas. No obstante, esta vez nos propone una novela cosmopolita y visionaria, donde se sobreponen de una manera palimpséstica la intelectualización posmoderna, remitologización y la híbrida filosofía latinoamericana (Latin American Philosophy 1). Dentro de la topología abundante y espacialidad multidimensional, el acontecimiento del viaje sufre una fuerte transformación posmoderna y, por lo tanto, la remitologización más profunda. La nave de Peri Rossi no simplemente regenera la imagen arquetípica del arca de Noé demostrando una sociedad en miniatura, sino se presenta como un refugio para el otro, una casa temporal del nómada eterno. De ahí surge el núcleo conceptual de la presente recepción crítica. El protagonista de la novela llamado Equis es un extranjero, un exilio, el otro típico. Al principio de la novela él se embarca en la nave y al franquear el umbral (Campbell 47) comienza su viaje. Viajar, para Equis, viene a ser el modo de vivir, más aún, el modo de su existencia. El viajero Equis es nómada típico, pues no posee sujetidad fija. Eso nos sugiere muy directamente su nombre, el X que significa al mismo tiempo una variable y una incógnita. Dentro del discurso postmoderno, el sujeto es depersonalizado y decentralizado, de naturaleza múltiple, caótica, dispersa; la integridad y autoidentidad son, a su vez, una pura ilusión. El filosofa ruso Alexander Sekatskiy en su Libro del nómada, 2000 así define la naturaleza metafísica del vagante (post)postmoderno: “Como el verdadero daos, nómada se asimila a todo fondo y a todo medio, y no hay ningún cazador que logre reconocer una víctima en él” (254-255). “A hero ventures forth from the world of common day into a region of supernatural wonder” (Campbell 28). Atreviéndose a emprender el viaje, nuestro héroe Equis escapa la cotidianidad y desde ahora su realidad es el viaje. Gilles Deleuse percibe el viaje como una experiencia inmediata que nos permite liberarnos del dictado de la cotidianidad. A fin de asegurar la estabilidad social y el carácter monolítico del “yo”, la cotidianidad sigue

 

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refundiendo todo lo otro y desconocido en lo dominado, aprendido, mediado por el sentido común, creando el orden jerárquico (Kasavin, Shchavelev 68). Otro tipo de orden, el que se define aquí y ahora, sólo se lo puede crear a través de una experiencia inmediata. Esta resulta en un acontecimiento del nacimiento de sentido y inauguración de un estado cualitativamente diferente. Uno de tales acontecimientos es el viaje. El viaje dentro del paradigma posmoderno reivindica el sujeto como una singularidad nómada anónima (Deleuze 137) y la estructura del acontecimiento del viaje se la puede definir como la ruptura constante de la identidad del sujeto. Es el espacio liminal entre antes y después. En cuanto empiece este movimiento formativo, se disipa la autorreferencialidad y autoidentidad de objetos y del mismo “yo”. Como la sujetidad (así como también la subjetividad) del viajero es variable y sufre cambios, no puede adquirir el sentido concreto y claramente definido, pues para eso el viajero tendría que hacer una pausa. Nuestro héroe nómada Equis no suspende su viaje, para él la realidad se desenvuelve inmediatamente en este espacio marginal, y no en el punto de partida ni en la destinación. Al instalarse en cada ciudad nueva, Equis compra los mismos libros: La Biblia, La Eneida, La Odisea, Robinson Crusoe, Los viajes de Gulliver, relatos de Edgar Allan Poe, El proceso y La metamorfosis de Kafka, la lírica de Catulo y sonetos de Shakespeare. ¿Puede uno imaginar el listo más obvio para el nómada, cuya vida es “el viaje incesante, la gran huida, la hipóstasis del viaje” (Peri Rossi 33). No logramos atestiguar la decisión de emprender el viaje. Este, así como la misma novela, empezó con los sonidos de la sirena del barco que había comenzado a aullar exactamente en el verso 18 del canto VI de La Ilíada leída por Equis en aquel mismo momento: “Magnánimo Tídida! ¿Por qué me preguntas sobre el abolengo?” (ctd en Peri Rossi 10). No disponemos casi ninguna información sobre la vida de Equis anterior a su viaje ni sobre su familia – sólo conocemos a su amigo que acabó siendo la víctima de una máquina represiva. La demás información sobre el medio social de Equis refleja la vida ilusoria en la

 

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matriz de cotidianidad y no parece merecer atención de la autora ni nuestra empatía. Lo que se desenvuelva dentro del tejido rizomático de la novela es la verdadera transformación posmoderna del monomito. La primera fase de la iniciación destacada por Campbell, la separativa que presupone el derroto del papel social y el inicio del viaje, se suspende; el papel social estable como tal está ausente. El héroe que llega a ser Equis es también puramente posmoderno: no es abrumado por ninguna vocación impuesta desde arriba. Su vocación sólo se puede definir a través de la pregunta que pone el acontecimiento del viaje. El viaje de señor Equis transcurre dentro del cronotopo puramente convencional: al intentar seguir la ruta del viaje imaginado partiendo del sistema de coordinados actualmente aceptado, el lector inevitablemente construirá un itinerario único, imaginará sus propios países y límites temporales. A Equis le gustaban los atlas antiguos; la ruta del héroe en la novela de Peri Rossi nos sugiere el mapa mudo, una pieza bruta: en vez del autor o del héroe, el mismo lector crea la trayectoria del viaje. Puede que el mayor mérito de la posmodernidad resida en lo que se han dudado de una manera radical las ideas de espacio – hasta el punto donde acaban completamente socavadas. Peri Rossi, en La nave de los locos, nos propone la resignificación radicalizada de relaciones entre el centro y la periferia en la línea de las ideas derridianas. El topos de la ciudad obtiene una actualización peculiar. El espacio urbano en la novela es marcado por los sentidos del angst existencial y tensión que surgen de las relaciones verticales basadas en dominación, opresión y resistencia y al mismo tiempo tienden de nutrir cualquier orden de tal tipo. La narrativa La nave de los locos es la del exilio, por lo tanto el espacio del texto es marcado por la liminalidad. Los puntos clave de la trama son puntos de intersección ubicados en la periferia. A su vez, el centro como una categoría y un principio está sujeto a deconstrucción. A fin de examinar en breve esas ideas, cabe permitirse una pequeña digresión y fijarse con un poco más detalle en los dos elementos temáticos de La nave que las implican claramente – la

 

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Torre de Babel y la Ciudad del Gran Ombligo. En La nave de los locos, Peri Rossi constantemente acentúa la diversidad de idiomas y el papel de éstos en el despliegue del argumento urbanístico babélico de hoy: “…Pienso que la diversidad de lenguas está bien. … Aunque quién sabe cómo sería el mundo si todos habláramos igual” (88). La peculiaridad de la interacción entre los personajes se transmite de una manera puramente posmoderna: se comunican en idiomas diferentes o al menos utilizan variantes diferentes del mismo idioma (dialectos, jergas, estilos etc.). Este procedimiento se utiliza con mayor frecuencia para marcar la transcodificación continua en la comunicación entre hombres y mujeres. Leyendo frases como “tuvimos que amarnos en códigos diferentes”, “mi lengua ya no era la mía” (39-40) etc., extrapolamos la otridad del amor a la extranjera al esquema arquetípico de relaciones entre el hombre y la mujer, donde ambos mezclan su “lengua” (i.e. representación) con la de su amante, reconocen el otro a través de esta lengua franca y descubren de nuevo sus múltiples “yos”. En la novela, el aspecto lingüístico lo completan alusiones directas a la obra de Peter Brueghel el Viejo La torre de Babel, ca. 1563. El crítico de arte Gustav Glück sostiene que en Brueghel no encontramos la Torre bíblica, sino vemos el edificio de La nave de los locos de Sebastian Brant donde se describe la construcción de la Torre de Babel por el rey Nimrod (Glück 27). Esa transtextualidad y multiplicidad fragmentaria también se revela en el texto de Peri Rossi – al nivel conceptual, así como también al narrativo. “Como en el cuadro de Brueghel” – así describe Equis la ciudad donde estaba encarcelado su amigo Vercingetórix (Peri Rossi 60). A propósito cabe mencionar que la desaparición de Vercingetórix se describe en la novela como un viaje, “… él no había tomado ninguna disposición para … preparar el viaje, porque hay viajes involuntarios que nos sorprenden en medio de nuestra candorosa hipótesis del tiempo y del espacio” (55). El circo había llegado a la ciudad, pero Vercingetórix, por mucho que quisiera, no llegó a ver su función inaugural y en vez de

 

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experimentar el catarsis carnavalesco fue colocado a viva fuerza en un espacio completamente diferente: “La ciudad era un enorme torre, de varias plantas, ignorantes entre sí; en cada una de ellas la vida se desarrollaba con independencia y no existía la sospecha de las otras” (60). Vercingetórix entendía muy bien todo lo que ocurría y “pensó que para no volverse loco, era mejor … olvidar la lengua común, aceptar Babel”. Aquí viene una alusión al fascismo y una referencia muy clara a las dictaduras militares de Mercosur, donde al lado de homicidios crueles pasaba la vida cotidiana. La torre, en Perri Rossi, es también un símbolo del límite de habilidades humanas, una ilusión del centro monumental. El espacio centralizado tradicional es marcado por las mismas características. En La nave, el apogeo de la deconstrucción del espacio urbanístico como el centro es una descripción paródica de la Ciudad del Gran Ombligo, adonde viajó el personaje llamado Morris. Es posible que sea su nombre una alusión al poeta y pintór William Morris, el autor de la novela Noticias de ninguna parte. Utopia, 1891. La descripción del Gran Ombligo por Peri Rossi parece a una parodia travestida de una sociedad utópica. A modo de Los viajes de Gulliver el personaje Morris describe el Gran Ombligo como una inmensa metrópoli: “La principal ocupación de los habitantes de la ciudad consiste en mirarse el ombligo. Ellos no se dan cuenta, porque sumergidos en uno de los pliegues más recónditos, … han olvidado por completo que se encuentran en las profundidades de un ombligo, y no en el mundo…” (119). Peri Rossi socava la función centralizadora de la ciudad y del Estado en general, indicando a través de la descripción metafórica e hiperbolizada el egoísmo y la hybris del punto cero muy típicos de los ciudadanos de una metrópoli. La alusión propuesta por Peri Rossi es históricamente muy arraigada. Cualquiera metrópolis se representa como el centro, aunque había ciertas ciudades, cuyos habitantes imaginaban su población como el centro del universo. Así, los griegos antiguos llamaban Delfos el Ombligo del Mundo y el Oráculo de Delfos lo denominaban ὀµφαλός (el ombligo

 

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o, metafóricamente, el centro). Podríamos hablar sobre el deseo de romper con los valores “occidentales” y la filosofía continental que germinan del manifestacionismo antiguo grecorromano y colonizan el discurso latinoamericano. No obstante, en este caso particular la voz subalterna no suena muy convincente, más aún si nos acordamos de que el nombre Tenochtitlán se traduce como el Ombligo de la Luna o, por ejemplo, que los habitantes de Cuzco creían que su ciudad era el centro de la Tierra. De ahí, la hybris del punto cero es un rasgo calificativo de la civilización como tal, con su sistema de relaciones del modelo vertical. En lo tocante al metáfora del espacio, parece muy ilustrativo reconstruirlo (deconstruyéndolo) a través de la oposición de los conceptos del calco y mapa. Al calco (le calque) que no produce nada sino sólo se reproduce a sí mismo Gilles Deleuze opone el principio del mapa (la carte). En efecto, el mapa es un rizoma que está en el proceso continuo del desarrollo horizontal y ampliación, es una libre idea del espacio, que se fija de la manera también libre, partiendo de los principios del juego de corporalidad espacial. El texto de La nave, así como el viaje del protagonista dentro de este texto ficcional, no es el calco sino el mapa. Cualquier texto cerrado tiende a dictar y dirigir y el texto abierto y rizomático de Peri Rossi hace posible el placer del texto (Barthes, R.) y el experimento inmediato (Deleuze, G.); del mismo modo al dictado de la cotidianidad se le opone el acontecimiento del viaje en La nave de los locos. La actualización de un proyecto del viaje presupone la construcción (aunque sea inconsciente) de un trayecto (aunque sea geográficamente convencional y abstracto) que contiene la respuesta a cierta pregunta. El viaje de Equis nunca termina, no obstante, inaugura una transformación y el nacimiento de nuevos sentidos. Uno de tales puntos constructivos será el encuentro de Equis con la mujer llamada Lucía en el disfraz de Marlene Dietrich durante un drag show. Aquí cabe hacer otra digresión y notar que en esta novela de Cristina

 

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Peri Rossi las mujeres encarnan tal actante del modelo de Campbell como el Demonio de resistencia y el alter ego del héroe, lo cual es tradicional. No obstante, esos súcubos realizan ayuda sobrenatural. “What such a figure represents is the benign, protecting power of destiny. The fantasy is a reassurance – a promise that the peace of Paradise, which was known first within the mother womb, is not to be lost” (Campbell 66). Las mujeres ayudan al Equis a conocer el mundo y su presencia – primeramente a través de la corporalidad – y aún actualizan en sí la imagen arquetípica de Magna Mater, recibiendo a través de la misma corporalidad no simplemente la función de la ayudante (consejera), sino la del mentor, lo cual había sido realizado normalmente por los hombres en previas variantes del viaje mitológico. Equis dice que la mejor manera que tiene el extranjero de conocer una ciudad es enamorándose de una de sus mujeres. “Ella construirá una ruta que no figura en los mapas y nos hablará en una lengua que nunca olvidaremos. Nos mostrará los puentes y los lugares secretos, nos adoptará como a niños de pecho, nos enseñará a balbucear las primeras palabras de un idioma nuevo, a dar los primeros pasos...”(Peri Rossi 38). Volvámonos a Lucía. Al acudir a las ideas de Campbell, en este caso se puede hablar sobre la actualización del acontecimiento del encuentro con la Diosa encarnada en la mujer, que es la última aventura, el apogeo del viaje, la última prueba del héroe por el amor fati (Campbell 109). ¿Cómo lo indica la fábula? Equis relata a Lucía el sueño que lo persigue desde su primer encuentro con esa mujer. En su sueño el viejo rey enamorado en su hija propone una adivinanza a los pretendientes y Equis tiene que resolverla para demostrar que es digno de la hija del rey. El acertijo dice, “¿Cuál es el tributo mayor, el homenaje que el hombre puede hacer a la mujer que ama?” (195). Después de contemplar a Lucía en persona del hombre y de la mujer durante el mismo espectáculo, el protagonista comprende la respuesta. La respuesta es “su virilidad”. “Alienando” su virilidad a favor de una mujer, dándole el pleno derecho de manifestar lo masculino, de construir su “yo” híbrido y

 

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polivalente, el hombre atestigua la restauración de la armonía primaria en esta mujer. El rey padre del sueño pierde su poder, se desmorona como un muñequito de pasta y desaparece. ¿Quién es “yo”? ¿Quién es el hombre? ¿Y la mujer? ¿Dónde está la casa (si ésta existe)? ¿Para qué uno se pone en movimiento? ¿Es importante adónde va? El lector escrupuloso se enfrasca en la anónima y dispersa sujetidad de Equis y a través de su propio viaje imaginado inevitablemente encuentra sus propias cuestiones.

 

10   Obras citadas

Campbell, John. The Hero with a Thousand Faces. Princeton: Princeton University Press, 2004. – 230 p. Glück, Gustav. Pieter Brueghel the Elder. London: Thames and Hudson, 1957. – 50 p. Deleuze, Zhilles. Lógica del sentido [Edición rusa]. Trad. Yakov Svirskiy. Moscú: Akademia, 1995. – 300 p. Kasavin, Ilya, Shchavelev, Sergei. Migración. Creatividad. Texto. El Problema de la teoría de cognición no clásica. Мoscú: Kanon +, 2004. – 408 p. Latin American Philosophy. Currents, Issues, Debates. Ed. by E. Mendieta. Bloomington: Indiana University Press, 2003. – 218 р. Sekatskiy, Alexander. El libro del nómada. Tres pasos a un lado. San Petersburgo: Amfora, 2000. – 278 p. Peri Rossi, Cristina. La nave de los locos. Barcelona: Seix Barral, 1989. – 197 p.

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