El No Grupo 1977-1983

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Descripción

EL GRUPO NO-GRUPO

El NO-GRUPO estuvo trabajando de 1977 a 1983.

Nos conocimos en la casa-estudio del escultor Hersua donde por la fiebre
grupal de la época llegamos a reunirnos unas 20 personas discutiendo e
imaginando posibles proyectos. Yo fui invitada por Katya Mandoky a la que
conocí en unos cursos para la selección de profesores para el proyecto que
Bellas Artes estaba organizando, la preparatoria de arte hoy conocido como
el Cedart. Nos hicimos muy amigas y ella me invitó a estas sesiones de
trabajo. Ahi conocí entre muchos otros, al escultor Francisco Moyao
recientemente fallecido, a Roberto Realh de León, a Susana Sierra, a Andrea
di Castro, a la colombiana Sandra Isabel Llano, a Esther Cimet, a Zalathiel
Vargas y desde luego a Rubén Valencia, a Melquiades Herrera y a Alfredo
Núñez.

Hersúa ya había trabajado muy en firme, había participado con Sebastián en
el llamado Arte Otro y formaba parte del movimiento geometrista cuya
primera exposición importante fué en 1975, y por ese entonces se estaba
formando el Espacio escultórico en la UNAM. Cuando Hersua fué invitado a
participar en el Homenaje a Gunther Gerszo que se organizó a través del
Salón de Invitados de 1979, generosamente él extendió esa invitación a los
que nos veíamos en su taller y asi se realizó ese primer evento en la Sala
Manuel M. Ponce del Palacio de Bellas Artes.

Fué un evento bastante caótico donde presentamos trabajos de corte
conceptual y películas en Super8. Creo que no nos fué tan mal ya que los
organizadores nos pidieron hacer otra presentación, lo cual nos obligó a
reproducir varios de los trabajos que al presentarse se rompían o se
entregaban al público. Ahí empezamos de manera muy propia a trabajar con
lo efímero. Según recuerdo, la Sala Ponce estaba llena y la gente muy
divertida, todo se desarrolló relativamente bien, solo recibimos una queja
de uno de los trabajadores de Bellas Artes que, encargado de la limpieza,
nos dijo muy enojado que algunas de las butacas estaban manchadas de
pintura. Sin embargo, después de esta segunda presentación varios de los
participantes nos peleamos mucho y de manera muy directa ya que surgieron
muchas diferencias tanto sobre lo presentado, como a nivel personal. Que si
unos llegaron demasiado tarde, que otro llegó tomado, que unas de las
propuestas se perdieron o no se oyeron, que las películas no entraban a
tiempo.

Para el primer y único Salon de Experimentación que se realizó en ese mismo
año, solo quedábamos 5 incluída Katya la que había participado formalmente
en la convocatoria. Como los demás no estábamos de acuerdo con la
estructura de los concursos, en una junta ella defendió que quería
participar en el Salón y permanecer en el grupo, asi que después de una
ácida discusión, quedó automáticamente fuera del grupo. Con todo y nuestras
críticas al formato del evento, el No Grupo fué invitado para presentarse
fuera de concurso en una actividad colateral en la galeria del Auditorio
Nacional, espacio en el que se instalaron las obras de los artistas.
Aprovechamos esta situación para criticar al Salón, a sus participantes, a
las autoridades, a las instituciones y a los representantes de las
politicas culturales. Recuerdo que fuimos programados un domingo como a las
2 de tarde, por supuesto que el día y la hora harían muy dificil el contar
con asistentes, asi que diseñamos unas loncheras de carton con comida
"artística", la cocacola de Melquiades, la leche en polvo con una vaquita
de Alfredo, los chochitos que salian de la boca de Duchamp de Rubén y unos
panqués que yo ofrecí con unos corazones dibujados en su interior que yo
horneé la noche anterior. Preparamos como 100 loncheras y las regalamos a
los a los asistentes. De hecho asi empeamos el evento, criticando la hora y
el dia.

Para sorpresa de los cuatro, nada mas empezando, Katya, de manera
provocativa entró e interrumpiendo lo que hacíamos, metió una jaula con
barrotes de madera en la que estaba un sujeto dentro con un letrero que
decía "pintor". Me acuerdo que fué una experiencia agria y violenta para
todos porque era una intromisión forzada. Muchos desde el público asi lo
notaron, entre ellos Raquel Tibol que le gritaba que se saliera y nos
dejara trabajar. Esa fué la última vez que vimos a Katya y la causa de la
ruptura de la amistad entre ella y yo.

A partir de entonces el grupo quedó con cuatro integrantes, pasamos de ser
un grupo exógamo para convertirnos en uno endógamo. Nunca invitamos a nadie
más a formar parte del grupo.

Sus cuatro integrantes definitivos fuimos: Melquiades Herrera, Alfredo
Núñez, Rubén Valencia y yo. Mientras los demás estudiaron en San Carlos, yo
procedía de La Esmeralda, los cuatro nacidos en 1949, con estudios en las
carreras de artes visuales, misma edad, curiosamente los cuatro
primogénitos.

Entre 1979 y 1983 realizamos once propuestas.
Para cada una escribimos textos que repartíamos a los presentes junto con
pequeños objetos para que contribuyeran desde su lugar en los distintos
momentos del evento y además para que fuera para todos una experiencia
lúdica y hasta divertida. Esta cuestión de solicitar la colaboración de los
espectadores era algo recurrente en esos momentos, y creo que lo hacíamos
con la intención de cambiar las variables estables que venían utilizándose,
para hacerlo menos vertical. Entonces, como cada vez teníamos más
espectadores, siempre calculamos que habría que realizar unos 300 paquetes,
los cuales fueron siempre gratuitos y financiados por nosotros.

Consideramos el humor como algo muy serio, incluso fue una via de
interrelación y formó parte de nuestros eventos a los que a partir de 1979
los denominamos Montaje de Momentos Plásticos, lo cual por cierto fué
sugerencia mía y aceptada por el grupo. En esos momentos no existía el uso
del término performance art que después fué aceptado por todos ya que
permitió circular a nivel nacional e internacional con el tipo de
propuestas que se desarrollaron. Por eso nos vino como anillo al dedo el
término Artes No Objetuales que introdujo Juan Acha con el cual nos veíamos
y platicábamos mucho. Desde entonces defendimos que al aceptar esta
denominación no es que no hubiera objeto, sino que nuestro objeto era otro.

Trabajábamos como profesores en varias escuelas y universidades, nos
reuníamos por lo menos una vez a la semana, a veces mucho más según las
necesidades del trabajo que partiendo de cero, poco a poco fue creciendo.
Lo hacíamos en nuestras casas-estudio, sobre todo en la de Alfredo o en la
que Rubén y yo viviamos porque estaban cerca la una de la otra, también nos
reuníamos en algunos espacios externos como un cafetín al aire libre que
había detrás del Museo de Antropología en la Avenida Ghandi.

Nunca aceptamos entre nosotros líderes ni jefes y respetando nuestras
individualidades, teníamos que estar de acuerdo en lo que presentaría cada
quién. El trabajo fué siempre lo más importante, lo analizábamos
detenidamente criticándonos a nosotros mismos, luego a las instituciones
políticas y culturales e incluso a los colegas, no importando si había
amistad o no lo que provocó desencuentros algunas de las veces.

No creimos en la crítica ni en los críticos, preferíamos a los teóricos del
arte, de ahí que nuestra relación con Juan Acha fuera tan importante. Esto
se reflejó en nuestros eventos en los que, en no pocas ocasiones, tuvimos
altercados muy fuertes, durante y posteriormente a las presentaciones con
muchos de los presentes. Buscamos las maneras para que se patrocinara
nuestro trabajo, pero nunca la falta de dinero nos detuvo, fuimos desde
entonces intelectualmente muy ambiciosos. A pesar de que las realidades se
presentan siempre de manera muy abrumadora, y las crisis económicas se
hacían reiteradas, simplemente nos reuníamos a trabajar.

Además de los textos, casi siempre hacíamos nuestros carteles y nuestros
boletines. Los objetos con los que presentábamos nuestras tesis e hipotesis
visuales eran elaborados a partir de materiales muy baratos. Creo que en
este sentido incluso realizamos aportaciones en algunos proyectos como el
utilizar rollos de positivos fotograficos lo que permitía trabajar en
escala 1:1, una vez que teníamos un original podíamos reproducir las
imágenes por medio de las máquinas heliográficas que eran utilizadas sobre
todo para reproducir planos de arquitectura cuyo costo era muy bajo. De
esta manera podíamos hacer obra muy grande muy barata. Buscar costos bajos
fué lo que nos orilló a buscar objetos que se vendían en los mercados como
el ahora muy utilizado Mercado de Sonora rescatando asi la cultura popular
urbana.

Convivíamos mucho, hasta puede decirse que confiando plenamente los unos en
los otros, nos convertimos además de cómplices, en amigos. En el tiempo y a
través de compartir el arte y sus obsesiones, nos encontramos con más, como
sucedió con Manuel Zavala y con el maestro José Luis Cuevas.

Con Manuel pudimos realizar animaciones y películas en una época donde no
había ni fax, ni video, ni computadora ni correo electrónico. A Manuel lo
conocí en 1975 en la Esmeralda cuando él estaba acabando su carrera y yo,
que recién había terminado la mía, fui invitada por el maestro Lorenzo
Guerrero y Benito Messeguer, Subdirector y Director respectivamente, para
ser profesora en mi escuela. Manuel vivía en Tlatelolco y muy cerca de ahí
rentaba un departamento donde había instalado su estudio-laboratorio. Era
un lugar incredible donde había cámaras, cables, conexiones, libros y
objetos extraños por todos lados. Olía a solventes conocidos y
desconocidos. Ahí pasamos muchos ratos planeando, apuntalando, pegados a
las tradicionales moviolas de edición, cortando y pegando nuestras
peliculitas. No había problema que Manuel no pudiera resolver, así que
gracias a él hoy podemos ver algunas de esas micro peliculas que Álvaro
Vázquez Mantecón, curador-investigador de la exposición la Era de la
Discrepancia empezó a recopilar en DVD con el apoyo de la Filmoteca de la
UNAM.

Cuando en 1979 el maestro José Luis Cuevas regresó de Paris para presentar
su exposición El Regreso del hijo pródigo en el Museo de Arte Moderno, nos
invitó a su casa para platicar. Yo lo conocí cuando era maestra en la
Esmeralda, de manera que le presenté al No Grupo. Como resultado de estas
pláticas en su estudio, nos invitó para presentarnos en una actividad
paralela a su exposición a la que denominamos Atentado al hijo pródigo, y
desde entonces se inició una relación de amistad y también claro, de
complicidad con él.

Simultáneamente al trabajo artístico nos involucramos en labores docentes
como profesores en las escuelas de artes visuales y de diseño. Rubén y
Melquiades trabajaron en la Escuela de artesanías y en San Carlos, poco
después, Rubén y yo logramos unas plazas en la Universidad Autónoma
Metropolitana de Azcapotzalco de donde me jubilé hace dos años después de
28 años. Participamos con textos y propuestas gráficas en varias revistas
como la de la revista LACE de Los Angeles y las de Artes Visuales del Museo
de Arte Moderno de México que fueron armadas y sostenidas por Carla
Stellweg.

Participamos también en el llamado Arte Correo, hicimos Libros de Artista,
organizamos conferencias, mesas redondas, nos encontrábamos con artistas y
muchas veces platicamos con una cerveza en la mano con artistas del grupo
Mira, Suma, Proceso Pentágono, Peyote y la Cía, Março, Tepito Arte Acá y
con muchos más.

Desde entonces, y como nadie nos conocía, empezamos a visitar las
redacciones de los periódicos llevando cartas para que se divulgaran
nuestras posiciones, lo que propició que conociéramos periodistas con los
que a través de los años nos unió amistad y camaraderia, con algunos de
ellos, también complicidad. Así logramos una presencia cada vez más activa
en los medios impresos y muchas veces hasta nos sorprendimos como cuando
hojeando una revista de High Performance de 1980, descubrimos que Jerry
Dreva un performancero-músico ya muy conocido de Los Angeles cercano al
Grupo Asco, mencionaba nuestro trabajo con mucho entusiasmo. Tengo en mi
archivo una carta de la época en la que nos escribimos, aunque nunca nos
conocimos personalmente.

Realizamos los primeros eventos-performances en el Museo de Arte Moderno de
la Ciudad de México y en varios otros tan conocidos hoy como el Museo del
Chopo; conocimos y nos presentamos en casi todos los espacios culturales,
incluso teatros y cabarets por eso siempre digo que este movimiento nunca
fué ni clandestino ni marginal, fué alternativo.

En el año de 1981 fuimos invitados a participar en el Primer Coloquio de
Arte No Objetual cuyo presidente fué Juan Acha y donde asistimos como
invitados. Este evento se realizó en el Museo de Arte Moderno de Medellín,
Colombia, en el que conocimos a varios notables accionistas
latinoamericanos como Leopoldo Malher y Martha Minujin asi como a Juan
Camilo Uribe, recientemente fallecido. Desde luego a nuestro cuasi hermano
el venezolano Carlos Zerpa.

Después de participar en la exposición del Museo de Arte Moderno de 1983
que llamamos "La Muerte del performance" y después de haber estado reunidos
6 años, decidimos separarnos en el mes de diciembre. Alfredo Núñez se fué a
vivir a Los Angeles y los demás permanecimos en la ciudad de México. De
manera muy personal seguimos trabajando con las herencias del grupo, a
diferencia de los individuos de otros grupos que al terminarse como tales,
modificaron substancialmente su obra o regresaron a las galerías.

Rubén Valencia y yo, que desde el año de 1977 fuimos pareja, seguimos
desarrollando cada quién sus propios proyectos además de trabajos en
conjunto y con otros artistas.

En el año de 1989, Rubén Valencia murió a los cuarenta años, de cáncer.
Melquiades Herrera murió el 18 de octubre del 2003.
Alfredo Núñez se quedó a vivir en Estados Unidos y cortó relaciones con
este pasado completamente.

Me considero como la sobreviviente de este grupo.
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