El niño bien sintonizado. Sobre el Emilio de Rousseau

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Descripción

El niño bien sintonizado. Sobre el Emilio de Rousseau (1712-1778) José Luis Lucas Saorín “Tout est bien sortant des mains de l'Auteur des choses, tout dégénère entre les mains de l'homme” (Todo es perfecto cuando sale de las manos de Dios, pero todo degenera en las manos del hombre) Entre abril y mayo de 1762 se publicaron El contrato social y el Emilio de Jean-Jacques Rousseau, siendo a los pocos días prohibidos, retirados y quemados. El 9 de junio se elevó orden judicial contra él por lo que tuvo que huir sucesivamente a Suiza y luego a Prusia, a Môtiers, donde finalmente fue aceptado por Federico II. Aunque el motivo del rechazo recaía específicamente en la religión natural del vicario saboyano, el resto de ideas eran igualmente revolucionarias. Así se expresará en la respuesta al censor parisino en las Quatre lettres a M. le président de Malesherbes 1, de las cuales la segunda de 4 de Enero de 1762 es la más jugosa: “j’ai pris en mépris mon siècle et mes contemporains”, tratando en general de justificar su personalidad y su comportamiento por su decidida apuesta en contra de las injusticias y desigualdades sociales, de manera que los tres grandes escritos de los que se enorgullece, el Discurso sobre la desigualdad, el Contrato y el Emilio, no forman sino una unidad. Cúmulo de ideas que le vinieron según cuenta tras su visita a Diderot en la cárcel de Vincennes en 1749 por la Lettre sur les aveugles à l’usage de ceux qui voient, visita tras la que experimentó un cuarto o media hora de inconsciencia bajo un árbol de lo que se lamenta “O Monsieur, si j’avois jamais pu écrire le quart de ce que j’ai vu et sentí sous cette arbre, avec quelle clarté j’aurois fait voir toutes les contradictions du systême social” 2. Será allí, en Montmorency en el Petit Montlouis (demeure enchantée), donde trabaje para terminar el Emilio, que trata de una educación ideal desde la infancia hasta el matrimonio. Los primeros tres libros desarrollan los principios antropológicos, relativos a la consciencia y éticos de una filosofía de la Bildung 3, con el descubrimiento esencial para la posteridad de la infancia como una época autónoma en el desarrollo humano. Educación para la libertad que no puede entenderse sino como correlato de El contrato social en el que participarían individuos educados de esta manera, por lo que el Emilio es el experimento mental de cómo educar ciudadanos republicanos, de lo que bien se harían eco los revolucionarios con sus gritos “Vive la republique! Vive la mémoire de JeanJacques Rousseau” y, según dejaron en su tumba: “Ici repose l’homme de la nature et de la vérité”. Modelo educativo en el que no hay espacio para las reformas, pues para salir de la corrupción debemos reeducarnos y cambiar radicalmente las formas de convivencia social. La educación es un medio para la cultura y no a la inversa, se trata de educar en libertad y de forma comprensiva. Orientada según la marche de la nature la educación debe desarrollar las capacidades y cualidades naturales de forma que garanticen la unidad integradora de la persona en contextos sociales complejos. No olvidemos que el modelo de Rousseau es fruto de un experimento mental constructivista que opera con escasas variables sociales al colocar el punto de partida en la naturaleza humana. Sin duda una educación de corte estoico que contempla la República de Platón como uno de los libros pedagógicos más bellos jamás escritos, orientado a la justicia social. Si algo destila el Emilio es el aura de la autenticidad en las relaciones con uno mismo, con las cosas y con los demás, de manera que el mal es el falseamiento de 1

Oeuvres de J.J.Rousseau, tomo 15, Paris 1817, pp.3-29. “Si hubiera podido escribir la cuarta parte de lo que he visto y sentido bajo este árbol, con qué claridad habría hecho ver todas las contradicciones del sistema social” 3 Dieter Sturma, Jean-Jacques Rousseau, München:Verlag C.H.Beck, 2001 2

estas relaciones por lo que no procede de la libertad sino de una mala/falsa educación. El objetivo sin duda, la reconciliación del poder y del querer: es imposible ser feliz si las capacidades y la voluntad no son puestas en común a partir del reconocimiento de uno mismo y de los demás en un contexto de igualdad. De los demás en su justa medida, lo que implica reconocer la infancia y la adolescencia como una etapa vital autónoma y valiosa en sí misma que implica no tratar a los alumnos como adultos en potencia. Ésta es una de las grandes aportaciones del Emilio contra el Locke 4 partidario de “razonar” con los niños. Si buscamos adultos en los niños les ocasionaremos graves fallas morales pues su edad requiere unas reglas éticas adecuadas. Como dice Rousseau, “la naturaleza quiere que los niños sean niños antes de ser hombres” 5. En cuanto a cómo llevar a cabo la educación Rousseau es contrario al conductismo de premio y castigo debiendo dejar a los niños disfrutar del tiempo libre, del aburrimiento. Hay que reaprender a perder el tiempo para que se desarrollen naturalmente las capacidades y cualidades humanas. Habría tres tipos de educación que deben proseguirse consecutivamente: de la naturaleza, de las cosas y de los hombres. Es la última el culmen que lleva al reconocimiento moral de los otros y de uno mismo, la dimensión de la cultura o Bildung, del sentimiento de pertenencia a la “humanidad”. Por eso la educación de Emilio ha de ser sobre todo negativa, por contraria a las convenciones públicas y religiosas, que menoscaban la libertad. Es una educación que garantice el desarrollo libre de las capacidades, sin injerencias, o las mínimas. No se debe aprender la verdad y la virtud sino preservar el corazón de la locura y la razón del error. La crítica de Rousseau a la sociedad del s. XVIII, y por extensión a la nuestra, es que fomenta el estado de incompleta libertad (minoría de edad que dirá Kant) de manera que se establecen las condiciones que imposibilitan el equilibrio entre capacidades y necesidades tanto económica como psicosocialmente. Ello no significa dejar al niño en completa libertad, sino bajo una libertad bien reglada, basada en el ejemplo del que el instructor debe ser el primer modelo. Lo que más llama la atención del Emilio es además el acento puesto en la educación del corazón o sentimental propia de la etapa que Rousseau señala como de segundo nacimiento: la adolescencia, tratada en el Libro IV. La proliferación de penas, volubilidades e inseguridades demandan una necesaria educación emocional que debe orientarse al desarrollo de la empatía y al manejo racional de los propios sentimientos. Si sólo somos empáticos o racionales pero no las dos cosas a la vez, no somos nada. Se vislumbra aquí esa inteligencia emocional que algunos retrotraen a Jean Austen en Pride and Prejudice (1813), y que debe basarse en el buen manejo tanto de la imaginación como de la razón. Pues “el verdadero hombre libre sólo quiere lo que puede y sólo hace lo que le gusta”, objetivo final del modelo rousseuaniano que apunta al desarrollo de la individualidad y de la persona de forma autónoma, a la educación para la toma de las riendas del propio destino. Elitista o no, de lo que no cabe duda es que no es un modelo totalitario pues en todo caso apunta a la preparación para el reino de la libertad en el que no debemos ser esclavos de los caprichos ni de las fantasías. Sí cabe la cierta acusación de sexista al mantener a la mujer en una inferioridad moral o intelectual que, puesta de manifiesta ya por Mary Wollstonecraft, obvia el contexto en que se produce y que en todo caso no rebaja el tono general del experimento pedagógico rousseauniano. Calificado de utópico, las ideas del Emilio sobrevuelan las de los teóricos de la educación 6, no sólo del siglo XVIII como Pestalozzi y Froebel y del XIX como Montessori y Piaget, sino de las nuevas tendencias en inteligencia emocional y diríamos que incluso de programación neurolingüística. Howard Gardner 7 con su teoría de las inteligencias múltiples y Daniel Goleman 8 con su inteligencia emocional refieren al desarrollo de la empatía y a la idea del “niño bien sintonizado” con claras referencias ginebrinas.

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John Locke, Some Thoughts Concerning Education, 1693 Rousseau, Emilio, Libro II, p.89, Barcelona:RBA, 2002, Vol 1. 6 Joy A.Palmer (ed.), FIFTY MAJOR THINKERS ON EDUCATION. From Confucius to Dewey, Routledge, 2001, pp.61-65. 7 Howard Gardner, La mente no escolarizada, “El niño bien afinado”, pp.56-59, Barcelona:Paidós, 1993 (The unschooled mind, 1991) 8 Daniel Goleman, Inteligencia emocional, “7. Las raíces de la empatía”, pp.162-183, donde se incluye “El niño bien sintonizado”,p.167, Barcelona:Kairós, 1997 (Emotional Intelligence, 1995) 5

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