El licenciado D. Luis Quixada de Salcedo y Córdoba: Abad mayor de la Iglesia Colegial de Ugíjar (1625-1669)

May 31, 2017 | Autor: F. Cano Hila | Categoría: Genealogia, Historia del reino de Granada, Alpujarra
Share Embed


Descripción

El licenciado D. Luis Quixada de Salcedo y Córdoba: Abad mayor de la Iglesia Colegial de Ugíjar (1625-1669)

Francisco José Cano Hila Ingeniero de Telecomunicaciones Experto Universitario en Genealogía y Archivos por la UCO

En las navidades del año 1590 nacía en Ugíjar un niño llamado Luis, hijo primogénito del escribano Juan García de Salcedo y de su primera esposa Dª Mariana de Córdoba y Quixada, siendo bautizado el domingo 27 de diciembre de ese mismo año en la iglesia colegial de esta villa por el canónigo y cura propio Cristóbal Fernández1. Casualidad o no, por esas mismas fechas veintidós años antes tuvieron lugar unos acontecimientos decisivos para la historia de La Alpujarra y del Reino de Granada y que marcarían particularmente a Luis y a su familia. Nos referimos a la rebelión de los moriscos de 1568 y la muerte a manos de éstos de una parte importante de la población cristiana vieja de Las Alpujarras. Para comprender mejor la historia del abad D. Luis Quixada de Salcedo y Córdoba es imprescindible que empecemos conociendo la de sus antepasados y a este objetivo vamos a dedicar la primera parte de este artículo para luego detenernos en la biografía de nuestro personaje. Con el nacimiento de Luis se iniciaba el linaje de los Salcedo en Ugíjar. Pocos años antes, a mediados de 1584, su padre Juan García de Salcedo había llegado a Ugíjar procedente de la ciudad de Guadix para ejercer diversos oficios de escribano público del número de Las Alpujarras2 y también la escribanía pública del concejo del lugar de Válor3. Los orígenes de estos Salcedo son inciertos y por el momento la única información que poseo es la que aparece en la ejecutoria de hidalguía que uno de sus descendientes, D. Melchor de Salcedo, ganó en 1758 ante la Real Chancillería de Granada. En este documento, cuya veracidad y exactitud debemos tomar con las necesarias reservas4, se declara que Juan García de Salcedo 1

Archivo Parroquial de Ugíjar (APU), Libro 2º de Bautismos, Folio 16v El 27/4/1584, Juan García de Salcedo, escribano real y vecino aun de la ciudad de Guadix, consigue un aval para poder alquilar a Celedón de Enciso, juez ejecutor de la hacienda real y escribano público del número, su oficio de escribano durante un periodo de cuatro años (Archivo Histórico Provincial de Almería [AHPAL], Protocolos Notariales, P-7573). Probablemente el acuerdo anterior con Celedón de Enciso no llegó a materializarse porque cinco meses más tarde, el 22/9/1584, Diego de Cepeda renunció a su oficio de escribano público del número de Las Alpujarras a favor de Juan García de Salcedo, aun nombrado como escribano real pero ya vecino de Ugíjar. (Archivo Histórico Municipal de Ugíjar [AHMU], Protocolos Notariales, c002-p001). 3 El 22/8/1585 vendió este oficio a Antón Sánchez de Mérida por escritura otorgada en Ugíjar ante el escribano Juan Ángel. (Archivo Histórico Provincial de Granada [AHPGr], Libro de apeo y repartimiento de suertes del lugar de Válor, Libro nº 6821). 4 Los pleitos de hidalguía fueron una vía que utilizaron muchas familias enriquecidas del estado llano para iniciar su asalto al estado noble, siendo la obtención de su reconocimiento como hijosdalgo el primer escalón a subir en su ascenso. Para la obtención de la anhelada hidalguía fue muy frecuente que estas familias tuviesen que reinventar su pasado, eliminando aquellas realidades poco adecuadas a su 2

nació en la ciudad de Guadix en 1561 y que fue hijo de Fernán García Balbuena y de Catalina de Salcedo, ambos también naturales Guadix y cuyas familias eran oriundas del Valle de Toranzo en Cantabria5. Este Juan García de Salcedo debió tener cierta relevancia social en el Ugíjar de aquellos años inmediatamente posteriores a la guerra de los moriscos ya que muy rápidamente consiguió enlazar matrimonialmente con una de las familias antiguas más ilustres de la villa y de toda la Alpujarra, como eran los Córdoba y Quixada. La dama escogida fue Dª Mariana de Córdoba y Quixada, hija de Diego de Córdoba y de Dª María de Quixada, que aportó como dote al matrimonio la nada despreciable cantidad de 700 ducados (200 en forma de diversos objetos de ajuar, joyas y mobiliario; y los 500 restantes en una escribanía pública del número de Las Alpujarras que su padre vendía a su yerno Juan García de Salcedo por un precio de 900 ducados)6. El término familia antigua se utilizaba ya en la época para designar a las familias de cristianos viejos que habitaban en La Alpujarra antes de la rebelión de los moriscos de 15687. Estas familias fueron las que sufrieron especialmente la ira de los moriscos sublevados, perdiendo a buena parte de sus miembros, principalmente a los varones, siendo estas víctimas conocidas tradicionalmente con el nombre de Mártires de Las Alpujarras. En cualquier caso, es conveniente señalar que -salvo escasísimas excepciones- tales víctimas no han sido reconocidas como mártires por la Iglesia Católica. Este término se asoció a estas víctimas alpujarreñas con el acceso al solio arzobispal granadino de D. Pedro de Castro (1589-1610) que usó estos hechos como uno de los ejes de su programa recristianizador, creando en Las Alpujarras, epicentro de aquellos sucesos, una mentalidad martirial que, entre otras cosas, permitió a los descendientes de estos supuestos mártires gozar de un estatus social superior al de los recién llegados repobladores8. Como veremos a continuación, las familias Córdoba y

pretensión de nobleza y pureza de sangre. Gracias a su poder económico y a la connivencia del sistema lograron hacer pasar estas invenciones por verdades inmemoriales, llegando hasta nosotros en la documentación de los pleitos de hidalguía. Entre otras muchas referencias el libro de SORIA MESA, E., La nobleza en la España moderna. Cambio y continuidad, Marcial Pons, Madrid, 2007 es imprescindible para entender el ascenso social en España en la época moderna. Un ejemplo muy cercano en el tiempo y en el espacio de esta redefinición del pasado como mecanismo de ascenso social puede verse en CANO HILA, F.J., "El linaje de los Mérida: inicio y final de su ascenso social en La Alpujarra", Historia y Genealogía, 5 (2015), pp. 113-173. 5 Archivo de la Real Chancillería de Granada (ARChGr), Pleitos de Hidalguía, 301-132-18. 6 Promesa de dote otorgada en la villa de Ugíjar en marzo de 1588 ante el escribano Benito Hernández (Archivo Histórico de Protocolos Notariales de Granada [AHPNGr], U4). Carta de dote otorgada por Juan García de Salcedo el 7/12/1588 ante el mismo escribano (AHPNGr, U4). 7 La reconstrucción de estas antiguas familias alpujarreñas es una ardua y laboriosa tarea en la que actualmente estoy inmerso y de la que espero poder publicar las conclusiones en un futuro cercano. Su principal dificultad es la enorme escasez de documentación de la época provocada principalmente por las destrucciones propias de la guerra, no olvidemos que los principales objetivos de los moriscos sublevados fueron los escribanos y sus archivos junto con los eclesiásticos y sus parroquias, dos de las principales fuentes de información para esa época. Los datos que a continuación expondré sobre los Córdoba y los Quixada son parte de este trabajo en curso y por tanto deben entenderse como mi mejor contribución hasta la fecha, pero provisionales hasta poder completar la investigación. 8 Sobre este fenómeno interesa particularmente BARRIOS AGUILERA, M., SÁNCHEZ RAMOS, V., Martirios y mentalidad martirial en Las Alpujarras, Universidad de Granada, Granada, 2001.

Quixada de Ugíjar pertenecían a este selecto club y así mismo la vida de nuestro abad mayor de Ugíjar y su familia constituyen un claro exponente de esa mentalidad martirial alpujarreña. Es importante recordar que la población de La Alpujarra fue abrumadoramente morisca hasta la expulsión de éstos al terminar de la guerra de 1568, y que la población cristiano vieja se concentraba en determinados pueblos, ya fuera por su relevancia administrativa, como por ejemplo en la villa de Ugíjar que era la capital administrativa de La Alpujarra y que concentraba la mayor parte de cristianos viejos; o por su relevancia estratégica o militar, como por ejemplo los lugares de Laroles y Bayárcal que permitían controlar una de las entradas a La Alpujarra a través del Puerto de la Ragua, o la villa de Adra como bastión para el control de la costa. La mayor parte de estas familias antiguas alpujarreñas estaban pues relacionadas con la administración de justicia, contando entre sus miembros con numerosos alguaciles, escribanos y procuradores, o con el estamento eclesiástico, vinculadas a la legión de curas y beneficiados que gobernaban las parroquias de La Alpujarra. Esta minoría cristiano vieja fue creciendo paulatinamente desde la marcha de Boabdil en 1493, no olvidemos que hasta entonces La Alpujarra era su señorío de acuerdo a las capitulaciones que firmó con los Reyes Católicos, a la vez que el aparato administrativo y religioso del estado se implantaba y se afianzaba en la comarca, acaparando progresivamente la mayor parte del poder y de las riquezas en detrimento de sus convecinos moriscos. Las familias Córdoba y Quixada parece que llegaron a Ugíjar en el segundo cuarto del siglo XVI ocupando varios de sus miembros diversos oficios de justicia como podemos ver en la Tabla 1. Oficio

Comentarios

Bartolomé Quixada

Escribano público del número

desde 1556

Antón Quixada

Escribano público del número

mencionado en 1557

Hernando Quixada

Alguacil

mencionado en 1560-1561

Pedro Quixada

Procurador

mencionado en 1560-1561

Antón Quixada

Alguacil

mencionado antes de 1568

Juan de Córdoba

Alguacil y procurador

mencionado en 1560-1561

Diego de Córdoba

Alguacil

mencionado en 1560-1561

Rodrigo de Córdoba

Alguacil

mencionado en 1560-1568

Tabla 1.- Oficiales de justicia de las familias Córdoba y Quixada durante el siglo XVI

Las recientes investigaciones de los profesores María José Osorio y Juan de la Obra han puesto claramente de manifiesto el particular estado en el que se encontraba el Juzgado de Las Alpujarras en aquella época9. Caracterizado por un importante desgobierno, los diferentes oficiales campaban a sus anchas, todos ellos llevados por el deseo de sacar el máximo beneficio económico de su posición a costa de la población más débil, que en La Alpujarra era 9

OSORIO PÉREZ, M. J., DE LA OBRA SIERRA, J. M., "Los escribanos de Las Alpujarras (1500-1568)" en MORENO TRUJILLO M.A. ed al (eds.), El notariado andaluz. Institución, práctica notarial y archivos. Siglos XVI, Universidad de Granada, Granada, 2011, pp. 89-126. OSORIO PÉREZ, M. J., DE LA OBRA SIERRA, J. M., "Los escribanos de justicia. La justicia contra los escribanos. La visita del licenciado Huarte a Las Alpujarras en 1560" en ARROYAL ESPIGARES, P.J, OSTOS SALCEDO, P., Los escribanos públicos y la actividad judicial. III Jornadas sobre el notariado en Andalucía, Universidad de Málaga, Málaga, 2014, pp. 99-144.

claramente la morisca. Las constantes quejas de la población morisca y la insostenible situación del juzgado provocaron en 1560 la intervención del Rey Felipe II que comisionó al licenciado Rodrigo Huarte, oidor de la Real Chancillería de Granada, para que pusiese fin a estos desmanes. El panorama que se encontró el visitador a su llegada al juzgado, descrito en un memorial que remitió a la Corte, es suficientemente elocuente: "era un avispero de ladrones este juzgado, no eran alguaciles, escribanos ni procuradores, sino ladrones públicos que, so color de tener los oficios, hurtaban y robaban, vendiendo la justicia de su majestad, haciendo grandes insultos, encubriendo los delitos de muertes, sodomías, fuerzas de mujeres, salteamiento e otros atroces delitos ...". El licenciado Huarte procesó a sesenta y cuatro personas, de las que sólo dieciséis fueron sentenciadas, ya que la mayoría habían huido o estaban ya en la cárcel. Se dictaron cuatro sentencias de muerte y confiscación de bienes contra cuatro escribanos, entre los que se encontraba Pedro López, que durante dos décadas había ejercido el oficio de escribano mayor de Las Alpujarras y que representaba el máximo exponente de la corrupción del juzgado alpujarreño. Como era de esperar este proceso también salpicó a las familias Córdoba y Quixada tal y como podemos ver en la Tabla 2. Oficio

Condena

Hernando Quixada

Alguacil

Diego de Córdoba

Alguacil

Destierro, pérdida del oficio, penas corporales y galeras

Pedro Quixada

Procurador

Juan de Córdoba

Alguacil y procurador

Bartolomé Quixada

Escribano público del número

Estuvo mucho tiempo preso pero no fue condenado al finalizar la comisión del Ldo. Huarte

Rodrigo de Córdoba

Alguacil

No fue condenado por encontrarse huido

Destierro, pérdida del oficio y penas corporales

Tabla 2.- Impacto del proceso contra el Juzgado de Las Alpujarras de 1560 sobre los Córdoba y los Quixada10

Pero las contundentes medidas del licenciado Huarte no consiguieron enderezar el rumbo del Juzgado de Las Alpujarras y ya en 1563 volvemos a encontrarnos un nuevo proceso contra Bartolomé Quixada, escribano público del número, por falsedad documental11. En 1566, sólo dos años antes del estallido de la rebelión de los moriscos, la corona envió al licenciado Manzanedo, otro oidor de la Real Chancillería de Granada, en un nuevo intento de solventar el problema. La información secreta realizada por el oidor puso de manifiesto que la presión sobre la comunidad morisca era constante y especialmente contra los que en su momento presentaron denuncias durante la visita de Huarte, constatándose que los oficiales del juzgado constituían una "liga y parentela" fuera del control de la justicia, tanto del alcalde mayor como del alguacil mayor. Uno de los testigos de esta visita fue el morisco Miguel de Rojas, alguacil perpetuo de Ugíjar y suegro de Aben Humeya, que declaró que muchos de los oficiales que en 10

Tabla de confección propia a partir de los datos sobre las condenas incluidos en OSORIO PÉREZ, M. J., DE LA OBRA SIERRA, J. M., "Los escribanos de justicia ...", op. cit., pp. 99-144; y las declaraciones de los testigos de la visita del Ldo. Manzanedo al Juzgado de Las Alpujarras en 1566 (ARChGr, Pleitos, 1608002) para los datos sobre los oficiales no condenados. 11 ARChGr, Pleitos, 12250-004.

la visita de Huarte habían sido condenados y otros que huyeron habían vuelto a Ugíjar y que de nuevo gozaban de sus oficios, entre ellos los alguaciles Rodrigo de Córdoba y Hernando Quixada, el escribano Bartolomé Quixada y el procurador Pedro Quixada12. En esta situación no es de extrañar que durante los primeros compases del alzamiento morisco los escribanos y oficiales de justicia fuesen, junto con los eclesiásticos, uno de sus principales objetivos de los sublevados, asaltando y quemando sus escritorios junto con todos los procesos, y dando muerte a todos los que consiguieron atrapar. La familia Quixada fue una de las que más sufrió la ira de los moriscos ya que asesinaron a todos sus miembros sobreviviendo solamente Dª María de Quixada, hija de Bartolomé Quixada, escribano público del número, y de su esposa Juana Ortiz de Valderas. Bartolomé y sus hijos Luis Quixada y Pedro Ortiz Quixada, junto con su primo hermano el alguacil Antón Quixada, murieron en Ugíjar a manos de los moriscos el 28 de diciembre de 156813. Como la mayor parte de las mujeres, Dª María de Quixada no fue asesinada sino que fue hecha prisionera y llevada al lugar de Paterna, donde según parece permaneció retenida con otras muchas mujeres durante más de cuarenta días, hasta que los ejércitos cristianos las liberaron14.

Signo y firma del escribano público del número Bartolomé Quixada (año 1559)

Firma del alguacil Antón Quixada (año 1565)

Parece que la familia Córdoba no perdió a tantos de sus miembros durante el alzamiento a tenor del contenido del memorial que Mayor Núñez, viuda de Francisco de Córdoba, envió en 12

ARChGr, Pleitos, 1608-002. VIZUETE MENDOZA, J.C., Los Mártires de Las Alpujarras. Volumen I. Informaciones (1569-1621), Editorial Nuevo Inicio, Granada, 2014, pp. 247-261. 14 APU. Actas de Ugíjar, p. 394. 13

1575 al Rey para solicitarle ayudas para compensar sus pérdidas durante la guerra. En este memorial expone al monarca que había sufrido la pérdida de su hermano15, alguacil de Ugíjar durante más de diez años, y que los moriscos le habían robado su hacienda junto con la de una hermana y tres sobrinas, estimando la pérdida en más de 4.000 ducados; y solicita al Rey tener acceso al reparto de pan que se hacía en el Hospital Real de Granada y que se les asigne una casa para vivir en el Albaicín granadino16. Todo parece indicar que Diego de Córdoba, el futuro esposo de Dª María de Quixada, hijo de Francisco y Mayor, se encontraba ausente de la villa de Ugíjar en el momento del estallido de la rebelión. Esta circunstancia le permitió salvar la vida y luchar posteriormente contra los moriscos a las órdenes del Comendador Mayor de Castilla, D. Luis de Requesens, y del maestre de campo D. Lope de Figueroa, obteniendo por sus buenos servicios el nombramiento de tenedor de bastimentos17 y guía de los gobernadores que quedaron en los presidios de Las Alpujarras18. Una vez acabada la guerra, Diego de Córdoba y Dª María de Quixada, únicos supervivientes de sus linajes, se desposaron en la villa de Ugíjar, continuando el linaje de los Córdoba que ocupará un lugar destacado entre la oligarquía de La Alpujarra hasta su desaparición a finales del siglo XVIII. Fruto del matrimonio entre Diego y María nacieron cuatro hijos a través de cuyos matrimonios, para los que escogieron siempre a otros familias antiguas y en la mayoría de los casos también mártires, consiguieron mejorar su posición social así como su poder e influencia en la comarca. Merece la pena detenernos un instante y repasar brevemente quienes fueron los hijos de Diego y María, así como la descendencia de éstos, ya que fueron respectivamente tíos y primos hermanos de nuestro personaje, el abad Quixada, y nos permitirá entender mejor la relevancia social de su familia más directa. Fueron los siguientes:

15



Luis de Córdoba y Quixada, que participó en la defensa de Adra durante el ataque turco de 1620 y por el que continuará la rama principal de su linaje, casó con Dª Ana de Carranza, nieta por vía materna del también mártir el escribano Pedro de Valderas. Esta rama familiar estrechó lazos con otra de las familias mártires más importantes de La Alpujarra, los Almenara19, gracias a un triple enlace entre sus miembros; sin descuidar la cohesión interna dentro de su propia familia gracias al enlace de su primogénito, Sebastián de Carranza, con su prima hermana, Dª Ángela de Salcedo, hermana de nuestro abad. Finalmente, también casaron a una de sus hijas, Dª Esperanza de Córdoba, con un linaje nuevo como el de los Guerra, que por aquel entonces se hizo con el oficio de alférez mayor perpetuo de la villa de Ugíjar20.



Mateo Ortiz de Córdoba, que continuando con la estrategia familiar se desposó con Dª Catalina de Hoz, miembro de una importante familiar de mártires de Pitres, de cuya

Probablemente se trate de Rodrigo de Córdoba, que fue alguacil de Las Alpujarras, y que aparece entre las víctimas de los moriscos en Ugíjar. 16 Archivo General de Simancas (AGS), Cámara de Castilla, Legajo 2170, Pieza 57. 17 Persona encargada de los víveres para su pronta distribución. 18 AGS, Cámara de Castilla, Legajo 2170, Pieza 57. 19 Puede encontrarse información detallada sobre este relevante familia y sus descendientes en CANO HILA, F.J., "El linaje de los Almenara o la sangre de los mártires alpujarreños", FARUA, 13 (2010), pp. 209-246. 20 Francisco Guerra, padre de Juan Guerra, esposo de Dª Esperanza de Córdoba, fue nombrado en 1624 alférez mayor perpetuo de la villa de Ugíjar por renuncia de su anterior propietario (AHMU, Actas de Cabildo, Libro de Cabildos de 1592-1626, Cabildo celebrado el 26/4/1624).

unión nacieron dos hijos: Cristina, que con su matrimonio fortalecería aun más el vínculo de su familia con la de los Almenara; y un hijo varón que siguió la carrera eclesiástica hasta convertirse en canónigo de la iglesia colegial de Ugíjar, llamado D. Francisco Ortiz de Córdoba, del que hablaremos más adelante puesto que tendrá mucha relación con su primo hermano nuestro abad Quixada. 

Dª Inés de Córdoba y Quixada que contrajo matrimonio con Luis de Salazar, miembro de una interesante familia oriunda de la ciudad de Granada y que tras finalizar la guerra se asentó principalmente en Ugíjar y Laujar de Andarax donde ocuparon diversas regidurías perpetuas y escribanías públicas. La familia de Luis de Salazar gozaba también de un pasado martirial ya que su madre Dª Ana de Almazán fue esposa en primeras nupcias del escribano Lucas de Morales, muerto a manos de los moriscos durante el alzamiento, y sobrina del mártir D. Diego de Almazán, beneficiado del lugar de Laroles. Los hijos del matrimonio entre Luis e Inés continuaron con la misma estrategia familiar enlazando la mayor parte de ellos con otras familias antiguas y mártires, como la de los Peralta de Ugíjar, los Manuel también de Ugíjar descendientes del escribano mayor Pedro López que mencionamos anteriormente- y los Molina-Almenara de Válor.



Dª Mariana de Córdoba y Quixada, que como vimos al principio del artículo desposó a Juan García de Salcedo, procreando durante su matrimonio a nuestro abad D. Luis Quixada de Salcedo y Córdoba y a otros cuatro hijos, llamados Dª Catalina, Dª Ángela, Dª Gabriela de Salcedo y al capitán Tomás de Salcedo.

Abordemos ahora la biografía del abad Quixada una vez contextualizada su familia y el momento histórico en el que llegó al mundo. Las primeras noticias que tenemos de él datan del año 1613, por tanto cuando contaba ya con 23 años de edad. En ese momento aparece nombrado como colegial del Colegio de San Miguel de la ciudad de Granada en las informaciones que su padre, el escribano Juan García de Salcedo, mandó realizar en su nombre para probar su ascendencia materna así como los martirios y pérdidas que había sufrido su familia durante la rebelión de los moriscos21. No sabemos el motivo exacto por el que Juan García de Salcedo mandó realizar estas informaciones, pero curiosamente son coetáneas de otras muy similares realizadas por otros tantos descendientes de mártires. Seguramente todas ellas tengan en común la voluntad de preservar los sufrimientos de sus antepasados a manos de los moriscos a través de un documento público que les permitiese demostrar "su derecho" en un futuro. Para ello una de las mejores formas de dotar a estas probanzas de la mayor verosimilitud posible era haciendo declarar como testigos a personas que vivieron aquellos mismos hechos antes de que éstas falleciesen, pues todas eran ya de avanzada edad en aquellas fechas. Esto explicaría la proliferación de este tipo de probanzas durante este periodo de tiempo22.

21

Estas informaciones fueron incluidas por el Arzobispo D. Diego Escolano en las probanzas que realizó sobre los Mártires de La Alpujarra en 1668 (APU. Actas de Ugíjar, pp. 383-396; un traslado de estas informaciones puede encontrarse en VIZUETE MENDOZA, J.C., Los Mártires ..., pp. 247-261). 22 Informaciones y probanzas similares fueron realizadas por Juan Lorenzo Beltrán, vecino de Laujar de Andarax, en 1611 (VIZUETE MENDOZA, J.C., Los Mártires ..., pp. 239-247); Antonio de Almenara, vecino de Laroles, en 1616 (VIZUETE MENDOZA, J.C., Los Mártires ..., pp. 261-279); el licenciado Melchor

El Colegio de San Miguel fue fundado en la ciudad de Granada en el año 1526 con el objetivo de servir de seminario y escuela para enseñar a leer, escribir y doctrina cristina a los niños moriscos. Después de la guerra, con la expulsión de la comunidad morisca del Reino de Granada, el colegio se reformó para servir de estudio de Artes, Teología y Leyes a los hijos de cristianos viejos23. Todo parece indicar que Luis estudió leyes ya que en 1617 consta que era abogado. Probablemente fuera ya una persona valorada e influyente en las Alpujarras, puesto que ese mismo año fue comisionado por todos los concejos del partido para representarles ante el Rey y solicitar en su nombre que todos los beneficios y curatos de Las Alpujarras se diesen a los naturales de ellas24. En este mismo año aparece mencionado como clérigo presbítero y avecindado en la villa de Ugíjar25. Durante el desempeño de la abogacía fue comisionado por el cabildo de Ugíjar para gestionar sus pleitos y querellas ante la Real Chancillería de Granada hasta que en 1623 se le revocó este poder, probablemente porque abandonó esta actividad profesional al aparecer ya nombrado como canónigo de la Iglesia Colegial de Ugíjar26. No obstante, el cabildo siguió confiando en él para algunas gestiones como cuando, a raíz de una iniciativa de los propios vecinos de la villa, el cabildo le encargó la búsqueda de un médico para la villa de Ugíjar27. El resultado de sus gestiones fue la llegada a la villa del doctor Onofre Benet de Ribera, médico valenciano, que como veremos un poco más tarde acabaría desposándose con Dª Gabriela de Salcedo, una de las hermanas del propio Luis. Su etapa como canónigo en la Iglesia Colegial de Ugíjar fue breve, ya que sólo dos años después, en 1625, y cuando contaba con tan sólo 35 años de edad, fue nombrado abad por el fallecimiento de su antecesor, el licenciado D. Juan Pérez de la Cámara, que fue el primer abad de Ugíjar después de la rebelión de los moriscos28. En la Tabla 3 podemos ver la nómina de todos los abades de la colegiata de Ugíjar desde el final de la rebelión de los moriscos hasta principios del siglo XIX. En ella queda claramente de manifiesto que el abad Quixada fue el que ostentó durante más tiempo la dignidad abacial de la Iglesia Colegial de Ugíjar, nada más y nada menos que durante 44 años, doblando prácticamente al siguiente abad que más tiempo estuvo en el cargo. Desgraciadamente, al no conservarse los libros capitulares de la colegiata no disponemos de mucha información sobre su gestión al frente de la misma. La progresión del abad Quixada continuó, consiguiendo ser nombrado Comisario del Santo Oficio de la Inquisición y vicario de la taha de Ugíjar, dignidades en las que aparece nombrado a partir de 165129. La obtención del comisariado de la Santa Inquisición ponía en las manos de Martínez de Herbás, beneficiado de Huécija, en 1621 (VIZUETE MENDOZA, J.C., Los Mártires ..., pp. 279283); y Gerónimo Martín, vecino de Pinos del Rey, en 1624 (APU. Actas de Ugíjar, pp. 410-456). En todas estas probanzas la mayoría de los testigos coetáneos de los sucesos ya tenían entre 70 y 80 años. 23 CALERO PALACIOS, M.C., La enseñanza y educación en Granada bajo los Reyes Austrias, Diputación de Granada, Granada, 1978, pp. 141-142, 276. 24 AHMU, Actas de Cabildo, Libro de Cabildo de 1592-1626, Cabildo celebrado el día 3/1/1617. 25 AHMU, Protocolos Notariales, c007-p001, Escritura otorgada en la villa de Ugíjar el 22/1/1617 ante el escribano público Martín de Mérida. 26 AHMU, Actas de Cabildo, Libro de Cabildo de 1592-1626, Cabildo celebrado el día 29/7/1623. 27 AHMU, Actas de Cabildo, Libro de Cabildo de 1592-1626, Cabildo celebrado el día 28/1/1623. 28 APU, Libro de 3º de Bautismos, Página sin foliar justo después de finalizar el índice de bautismos. En esta página aparece un listado de todos los abades de Ugíjar hasta el abad D. Miguel Sánchez Araque. 29 APU, Libro 3º de Bautismos, Fol. p114v. Partida de bautismo de Felipe hijo del Ldo. D. Pedro de Hinojosa y Dª Gerónima de Mérida (27/5/1651).

su familia los principales puestos de esta importantísima e influyente institución en el distrito de Las Alpujarras, ya que su hermano, el capitán Tomás de Salcedo, era familiar y notario del Santo Oficio, y su primo tercero, D. Luis de Peralta y Almenara, era también familiar y además su alguacil mayor. No cabe duda de que la herencia martirial ejerció una gran influencia sobre el abad Quixada, tal y como nos muestran algunas circunstancias y vicisitudes de su vida. Un primer detalle importante que nos muestra esta gran influencia es su propio nombre: Luis Quixada de Salcedo y Córdoba. En él podemos encontrar dos aspectos que llaman la atención. De entrada podemos observar que utilizó como primer apellido uno distinto al de sus dos progenitores en favor del de sus abuelos maternos, los Quixada, que como hemos visto fueron una de las familias con un mayor número de mártires; y luego el detalle de incluir también el apellido martirial Córdoba de su madre junto con el propio de su padre. Por supuesto, nada de esto es casual y constituye una clara señal de respeto y veneración hacia sus antepasados mártires. Como podemos ver en el árbol genealógico adjunto esta circunstancia no sucede con ninguno de sus hermanos que utilizaron como primer apellido el paterno Salcedo. Abad

Periodo de posesión de la abadía

Ldo. D. Juan Pérez de la Cámara

1602-1624

Ldo. D. Luis Quixada de Salcedo y Córdoba

1625-1669

Dr. D. Fernando de Quesada Valcázar

1670-1673

Dr. D. Diego de San Martin y Buiza

1673-1680

D. Fernando Gutiérrez de Haro

Murió sin tomar posesión

Dr. D. Joseph Camargo y Loaysa

1680-1687

Dr. D. Bernardo de Salcedo

1688-1712

Dr. D. Thomas de Arana

1712-1732

Dr. D. Pedro Martin Pobeda y Castellanos

1733-1748

Dr. D. Juan Altamirano y Mendieta

1748-1751

Ldo. D. Francisco Cordero y Chinchilla

1752-1755

Ldo. D. Miguel Sánchez Araque

1755-1775

Dr. D. Juan Manuel de Cassasola y Ortiz

1775-1783

Dr. D. Sebastián de Medina y Ordaz

(ejerció como cura interino durante el periodo de abadía vacante entre 1783 y 1785)

1785-1811

Tabla 3.- Listado de los abades de la Iglesia Colegial de Ugíjar desde el final de la guerra de los moriscos hasta principios del siglo XIX30

A principios del año 1655, el abad Quixada, conjuntamente con los canónigos D. Francisco de Peralta y Almenara y D. Mateo Ortiz de Córdoba, realizó una recopilación de los sucesos ocurridos en Ugíjar durante la rebelión de los moriscos con una clara voluntad de perpetuar la 30

Tabla de elaboración propia a partir de los datos incluidos en la referencia anterior y en el resto de libros parroquiales de Ugíjar. Según parece, una vez sofocada la rebelión de los moriscos, la dignidad abacial de la Iglesia Colegial de Ugíjar no volvió a otorgarse hasta el año 1602 cuando recayó en el licenciado D. Juan Pérez de la Cámara que según se indica en la referencia anterior fue el primer abad después de la rebelión de los moriscos.

memoria de aquellos acontecimientos31. Estos dos canónigos eran también descendientes de mártires y deudos del abad Quixada, ya que D. Francisco era su primo tercero -hermano del alguacil mayor de la Inquisición mencionado anteriormente- y D. Mateo era su primo hermano. Como ellos mismos se encargaban de recordar en su memorial, los tres eclesiásticos ocupaban en aquel momento tres de las cuatro prebendas provistas en la Iglesia Colegial de Ugíjar, lo que vuelve a mostrarnos la preeminencia social que ocupó la familia de nuestro abad y en general las de los descendientes de mártires. Los autores de esta recopilación pusieron mucho cuidado en describir con detalle sus vínculos familiares con sus mártires -los Quixada, los Córdoba, los Peralta y los Almenara- pero llama la atención la inclusión de Francisco de Córdoba, segundo abuelo del abad Quixada, en la nómina de mártires. A falta de que aflore nueva información que me contradiga, es en estas informaciones la primera vez que se considera a Francisco de Córdoba como mártir. De hecho, como hemos visto anteriormente, la que fuera esposa de este Francisco de Córdoba, Mayor Núñez, en su memorial al Rey de 1575, aunque se declara como viuda no menciona en ningún caso la muerte de su esposo, lo que da entender que ésta debió ocurrir antes del alzamiento. Además, en las informaciones sobre su ascendencia mártir que el propio abad Quixada y su padre realizaron en 1613 tampoco mencionaron a este Francisco de Córdoba, de la misma forma que tampoco aparece nombrado entre los mártires en las informaciones realizadas por el arzobispo D. Pedro de Castro entre 1600 y 160132. Con mucha probabilidad estamos ante una modificación deliberada de lo ocurrido por parte de los autores para reforzar y aumentar, más si cabe, su halo martirial y por ende su nobleza y limpieza de sangre, aspectos muy cotizados en una sociedad ávida de honor como era la española en la edad moderna. En su documento, los tres eclesiásticos reconocen que estas víctimas cristiano viejas no habían sido aun reconocidas oficialmente como mártires por la Santa Sede pero abogan por su canonización "(...) la causa del martirio fue el odio de Nuestra Santa Fe Católica, está calificado el que padecieron dichos mártires, y su Santidad se tiene y debe tener por cierto que sus méritos y muerte lo merecieron, y que la dicha Sede Apostólica lo declarará y determinará así, para que a todos se venere precisamente como tales Santos" y en el ínterin justifican el poder considerarlos ya como tales mártires33. Finalmente, el abad Quixada y los dos canónigos establecieron un aniversario de misas en la Iglesia Colegial de Ugíjar para que perpetuamente se dijese una víspera y una misa cada 28 de diciembre, dotándola económicamente los otorgantes con 100 ducados en forma de diversos bienes. La fiesta, además de las misas, debía incluir una procesión alrededor de la iglesia de Ugíjar y la colocación de un altar en la puerta de la iglesia que miraba hacia la sierra, justamente el lugar donde ocurrieron los martirios34. El cénit de su carrera eclesiástica llegó cuando fue nombrado obispo electo de Almería, aunque renunció a la designación según consta en las anotaciones que acompañan su partida de enterramiento35.

31

APU, Actas de Ugíjar, pp. 370-383. VIZUETE MENDOZA, J.C., Los Mártires ..., pp. 310-323. 33 APU, Actas de Ugíjar, pp. 380-381 34 Ibídem, p. 381. 35 APU, Libro de 3º Entierros, Fol. 12. 32

El final de su vida coincidió con la realización de las probanzas sobre los Mártires de Las Alpujarras encargadas por el Arzobispo D. Diego de Escolano, que en pleno cénit de la militancia contrarreformista, lanzó este proceso con el objetivo de reivindicar su condición legal de mártires36, quien sabe si influenciado de alguna forma por el memorial del abad Quixada, y que daría lugar a la formación de las Actas de Ugíjar que he referenciado en múltiples ocasiones a lo largo de este trabajo. Debido a su avanzada edad, o quizás por su estado de salud, hay que tener en cuenta que las probanzas se realizaron durante el mes de enero de 1669 y él falleció en diciembre de ese mismo año, el abad Quixada no acompaño al delegado arzobispal en la visita que éste realizó en Ugíjar a todos los lugares de la villa relacionados con los martirios. Sí asistió a la visita la flor y nada de la sociedad ugijareña, entre los que se encontraron el canónigo D. Mateo Ortiz de Córdoba y el licenciado D. Antonio Benet y Quixada, primo hermano y sobrino respectivamente del abad Quixada. En cambio, el abad sí pudo recibir en su casa al visitador arzobispal para mostrarle el gran cuadro que sobre los martirios de Ugíjar había encargado al pintor granadino Miguel Gerónimo de Cieza, propietario del taller de pintura más importante de la época en Granada. Según la propia declaración del abad mandó pintar el cuadro por "el mucho amor y devoción que tiene a los Mártires, que en él se dicen padecieron, por ser muchos de ellos sus deudos muy cercanos y ascendientes suyos, y todos deudos unos de otros, y porque de esta suerte se conserve la memoria de su fortaleza en padecer por Dios (...)". La obra estaba formada por dos piezas, la pintura propiamente dicha, que medía más de tres metros de ancho por dos y medio de alto; y una tabla explicativa donde se incluía una narración breve de los sucesos de la rebelión y de los martirios. Según la descripción, la pintura estaba subdividida en múltiples divisiones, cada una identificada con una letra que la referenciaba con una explicación específica incluida en la tabla explicativa. En ella aparecen retratados los martirios de los Quixada, de los Córdoba y los Peralta, incluyendo los nombres de cada uno de los mártires, junto con las muertes del que fuera abad mayor de Ugíjar durante la rebelión, la de todos sus canónigos y la del alcalde mayor de entonces, además de la historia de la imagen de la Virgen del Martirio37. De acuerdo con la descripción este cuadro debió parecerse a las representaciones de los martirios incluidas por Antolínez en su Historia Eclesiástica de Granada38. Finalmente, el abad D. Luis Quixada de Salcedo y Córdoba falleció y fue enterrado en la Iglesia Colegial de la villa de Ugíjar el martes 7 de diciembre de 1669, a los 78 años de edad. En su testamento, que desgraciadamente no he conseguido localizar por el momento, dejó por sus albaceas testamentarios a su hermano el capitán Tomás de Salcedo y a su sobrino el licenciado D. Antonio Benet de Quixada, cura y beneficiado del lugar de Válor39. Gracias al detalladísimo testamento de este último, sabemos que el abad Quixada nombró por herederos a partes iguales a sus tres hermanos -Tomás, Catalina y Gabriela- y que el cuerpo de sus bienes que se repartió entre sus herederos ascendió a la importante suma de casi 95.000 reales, entre los que se encontraba una magnífica librería valorada en 3.000 reales40.

36

BARRIOS AGUILERA, M., SÁNCHEZ RAMOS, V., Martirios y mentalidad ..., p. 11. APU, Actas de Ugíjar, pp. 197-202. 38 ANTOLINEZ DE BURGOS, J., Historia Eclesiástica de Granada, 1623, edición publicada por la Universidad de Granada, Granada, 1996, pp. 263, 266. 39 APU, Libro de 3º Entierros, Fol. 12. 40 Archivo Histórico Diocesano de Granada (AHDGr), Legajo 295-F, Documento 16. 37

Representaciones de los martirios de Ugíjar (izquierda) y Laujar de Andarax (derecha) incluidas en la Historia Eclesiástica de Granada de Antolínez

La posición de preeminencia que el abad Quixada tuvo en la sociedad alpujarreña de su época no lo fue menos dentro de su propia familia, donde ejerció un enorme influjo sobre sus hermanos y sobrinos, probablemente acrecentado por las vicisitudes de la vida que quisieron que su madre Dª Mariana muriese cuando el menor de los hermanos -el futuro capitán Tomás de Salcedo- contaba con menos de siete años de edad, y el subsiguiente matrimonio en segundas nupcias de su padre con la accitana Dª Marina de Andrade, del que nacieron dos hermanastros de nuestro abad, llamados D. Antonio y D. Francisco de Salcedo. Dª Catalina de Salcedo, nacida tres años después que su hermano el abad, se mantuvo soltera durante toda su vida, viviendo muy probablemente junto su hermano al que seguramente consagró su vida, y de su hermana Dª Ángela de Salcedo ya hablamos al principio del artículo cuando mencionamos su matrimonio con su primo hermano Sebastián de Carranza. La última de sus hermanas fue Dª Gabriela de Salcedo, que mencioné también anteriormente al haberse desposado con el médico valenciano Onofre Benet de Ribera traído a Ugíjar por el propio abad Quixada. La influencia sobre esta hermana es especialmente llamativa, no sólo por su indiscutible intervención en su matrimonio, sino por el enorme ascendiente que el abad Quixada tuvo sobre sus cinco hijos, cuatro de los cuales consagraron su vida a la religión. Merece la pena que nos detengamos mínimamente a conocer a estos sobrinos del abad: 

El Dr. D. Luis Benet y Salcedo se graduó de bachiller, licenciado y doctor en cánones por la Universidad de Granada, en la que llegó a ser catedrático, fue colegial de los Colegios de Santiago y Santa Catalina, y fue recibido como abogado en la Real Chancillería de Granada en 1662. En octubre de 1666 accedió a la canonjía doctoral de

la Iglesia Colegial de Baza, trasladándose en 1687 a la ciudad de Almería para ocupar una canonjía en su catedral41. 

El Ldo. D. Antonio Benet de Quixada fue bautizado por el propio abad Quixada en 162442, cuando aún era canónigo en la Iglesia Colegial de Ugíjar, y todo parece indicar que siempre mantuvieron una relación muy estrecha. Al igual que su hermano Luis estudió también cánones en la Universidad de Granada donde se graduó de bachiller y licenciado43, pero a diferencia de éste él ejerció su ministerio en Las Alpujarras, primero en la iglesia de Dalías44 para pasar a convertirse antes de 1659 en el beneficiado y cura propio de la iglesia de Válor45, parroquia en la que murió en 1690. Podríamos considerar, con poco margen de error, a este sobrino como el heredero espiritual y el continuador a la obra del abad Quixada en relación a los Mártires de La Alpujarra. Esto podemos intuirlo por la adopción del apellido Quixada en su nombre que ninguno de sus hermanos emuló- pero sobre todo se pone de manifiesto con la fundación que hizo en la Iglesia Colegial de Ugíjar de la "Capellanía de los Mártires", que así la titulaba él mismo en su testamento. En ella debía decirse una misa rezada cada semana en honor de Nuestra Señora del Martirio "en acción de gracias por las mercedes que hizo a nuestros ascendentes Quixadas, Peraltas y Córdobas en darles la constancia y valor para padecer martirio a manos de los moriscos rebelados de este reino a las puertas de la iglesia de la villa de Ugíjar, donde padecieron y murieron por nuestra santa fe católica dieciséis de las dichas tres familias". Además, el fundador dejó estipulado que todas estas misas debían hacerse por las almas de sus padres, hermanos y abuelos, pero también por la de su omnipresente tío el abad Quixada. En su testamento ordenaba a su hermana y heredera universal Dª Esperanza Benet de Ribera que tras su muerte fundase la mencionada capellanía, dotándola económicamente con dos censos de 1.160 ducados de capital que rentaban 58 ducados anuales. Ya comenté anteriormente que el testamento del beneficiado D. Antonio Benet era sumamente detallado, sin duda uno de los más detallados que he consultado, y por su puesto esta precisión no podía ser menos en la definición de los llamamientos para los nombramientos de capellanes y patronos de dicha capellanía. Así para los capellanes llamó en primer lugar a los hijos y descendientes de los hermanos de su madre, el capitán Tomás de Salcedo, D. Antonio de Salcedo y Dª Ángela de Salcedo; en segundo lugar a los propios de los primos de su madre, el capitán D. Juan de Córdoba y su hermano Cristóbal de Córdoba; en tercer lugar a los demás descendientes y parientes de las familias Peralta, Salazar y Bueso; y por último a cualquier descendiente por línea de varón de cualquiera de las familias Molina, Bera, Almenara, Arévalos de Cadiar, Castillos de Pitres, Encisos de Pitres y Berja, Valdivias de

41

Archivo General de Indias (AGI), INDIFERENTE,200,N.37 (Relación de méritos y servicios del doctor Luis Benet y Salcedo). Para el recibimiento como abogado de la Real Chancillería ver ARChGr, 10064-50. 42 APU, Libro 2º de Bautismos, Fol. 147v. 43 Obtuvo el grado de bachiller el 8/8/1648 (Archivo Universitario de Granada [AUGr], L-1584-005). 44 En 1652 aparece actuando como padrino de un bautizo en la Iglesia Colegial de Ugíjar donde se le nombra como cura de Dalías (APU, Libro 3º de Bautismos, Fol. 118v. 45 En 1659 aparece ya nombrado como cura propio y beneficiado de la parroquia de Válor ((AHDGr, Expediente Matrimonial de Andrés Fernández y Juana Padilla, vecinos de Válor, consultado a través del microfilm 1543290 de la Sociedad Genealógica de Utah [SGU]).

Berja y Laujar, prefiriendo siempre a quienes fuesen descendientes de los Mártires de Las Alpujarras46. 

Dª Esperanza Benet de Ribera, que permaneció soltera toda su vida junto a su hermano Antonio.



Dª Luisa y Dª Catalina Benet religiosas en la orden de las agustinas descalzas, que profesaron respectivamente con los nombres de Sor Luisa de San Joseph y Sor Catalina de la Purificación en el convento del Corpus Christi de Granada en el momento de su fundación en el año 165547.

El capitán Tomás de Salcedo, que ya hemos mencionado anteriormente, era el hermano pequeño del abad y a su amparo alcanzó importantes cotas de poder, siendo familiar y notario del Santo Oficio de la Inquisición, teniente de alguacil mayor de Las Alpujarras y capitán de la compañía de socorro dependiente de la villa de Ugíjar a la que estaban adscritos los lugares de Nechite, Mecina Alfahar y Mairena. Una de sus hijas, Dª Mariana de Salcedo, casó con su hermanastro D. Antonio de Salcedo en 1656, llegando uno de sus nietos, el Dr. D. Gaspar Antonio de Salcedo y Quixada, a convertirse en abad del Sacromonte en 174348. De nuevo volvemos a encontrar la pervivencia del apellido Quixada casi 175 años después de la extinción de su linaje. Por último sólo nos falta hablar de uno de los hermanastros del abad Quixada, del licenciado D. Francisco de Salcedo, que también creció a su sombra convirtiéndose en canónigo de la iglesia colegial de Ugíjar al menos desde 1658, prebenda en la que se mantuvo hasta su muerte en 169849. Sin lugar a dudas la figura del abad D. Luis Quixada de Salcedo y Córdoba fue una de las más importantes de su época en La Alpujarra y también una de las que mayor repercusión tuvo en los siglos posteriores. Ya fuera por su incansable labor en favor de los Mártires de La Alpujarra, que hace casi imposible hablar de esta causa sin mencionarle, como por la impronta que dejó en muchos de sus coetáneos, principalmente entre sus propios hermanos y sobrinos, que inmortalizaron su figura a través de sus descendientes. Sirva como ejemplo la pervivencia de su recuerdo como "persona de autoridad" en relación a los martirios de Las Alpujarras cien años después de su muerte, cuando en 1755, el licenciado y abogado de la Real Chancillería de Granada, D. Juan Francisco de Córdoba y Peralta, tataranieto de su hermana Dª Ángela, le describe con esos términos en su libro sobre la Historia de La Alpujarra, obra panegírica muy habitual de la época que ensalza y mitifica la historia del propio linaje y que constituye el manuscrito conservado más antiguo sobre la historia de La Alpujarra50.

46

AHDGr, Legajo 295-F, Documento 16. GARCÍA VALVERDE, M.L., El archivo en los conventos de clausura femeninos de Granada, Universidad de Granada, Granada, 2005, pp. 249-250. 48 Archivo de la Abadía del Sacromonte (AAS), Libro de Abades y Canónigos, Fol. 15. 49 APU, Libro 4º de Bautismos, Fol. 31v y Libro 3º de Enterramientos, Fol. 157v. 50 Real Academia de la Historia (RAH), 09-00138 (B-23). La mención aparece en el libro 2º - capítulo 17. 47

Lihat lebih banyak...

Comentarios

Copyright © 2017 DATOSPDF Inc.