El lenguaje político en los debates electorales

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Responder a este mensaje Asunto: 11/56 Estilo «El lenguaje político en los debates electorales» por Francisco Collado Campaña Fecha: Jueves, 11 de Septiembre, 2008 20:35:12 (+0200) Autor: EdiJambia

N.º 56

JULIO-AGOSTO 2008

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EL LENGUAJE POLÍTICO EN LOS DEBATES ELECTORALES Francisco Collado Campaña

L

a celebración de un debate entre los dos rivales en unos comicios electorales se ha convertido en una ceremonia habitual en las democracias más desarrolladas[1]. Y es que los mecanismos de un sistema democrático no se reducen explícitamente a la elección de un gobierno cada cuatro años, sino que esta forma política también implica una serie de prácticas para mantener la buena salud de la democracia[2]. El duelo verbal y directo entre aquellos gobernantes que aspiran a conseguir la confianza de la ciudadanía es fundamental para que ésta conozca las ofertas[3] que tiene a su disposición. El lenguaje político en las democracias Más allá de su impacto mediático, esta práctica se remonta hasta la democracia en la Grecia Clásica. Ya fueron Pericles y Cimón algunos de los primeros contendientes que blandieron sus discursos en la arena pública para hacer valer sus decisiones, seguidos de los oradores romanos[4]. A este respecto, ya apuntaban los sofistas, entre ellos Damón, Gorgias y Protágoras, de la importancia de la argumentación en la vida pública. Posteriormente, la crítica a la democracia llevó al abandono de la oratoria y el debate público durante la Edad Media. No sería hasta casi dos milenios después de la Atenas democrática cuando la tradición de los sistemas liberal-democráticos recuperaría dicho hábito. En pocas palabras, la democracia actual y pasada no se entiende sin el diálogo entre los colectivos sociales. Ya fueron Kennedy (demócratas) y Nixon (republicanos) los primeros en recuperar el debate como una fórmula de deliberación ciudadana en las democracias occidentales. Este discurso público renacía con una configuración condicionada por el sufragio universal, el impacto de los medios de comunicación de masas y la perversión del lenguaje político[5]. La extensión del derecho de voto a todos los ciudadanos, independientemente de su género, religión y condición social, explica la perversión del lenguaje político. Ahora más que nunca, el lenguaje del debate político quedaría determinado por el objetivo de convencer a las masas[6], en lugar de a un número limitado de electores. El político, ahora, no tiene como finalidad promover una norma legal o desarrollar su gestión, sino ganarse la confianza de la mayor parte posible de la sociedad[7]. El ciudadano tiene que tener claro cuál es la decisión de su votación. elistas.egrupos.net/lista/gibralfaro/archivo/indice/421/msg/838/

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Por esa razón, el lenguaje político en los debates electorales alcanza uno de sus mayores grados de alteración de los términos, su mayor claridad expositiva y su mayor cripticismo en la función lingüística. De ahí que el estudio del lenguaje político en los debates electorales, su definición y sus características se conviertan en un objeto de análisis de la lingüística general. La configuración del lenguaje en el debate El lenguaje político habitual se caracteriza por la finalidad de gestionar los intereses contrapuestos de la sociedad. En cambio, el lenguaje en los debates electorales se caracteriza por ser una modalidad dirigida exclusivamente a conseguir el respaldo del destinatario. Por eso, esta modalidad del lenguaje es la que ha sido generalmente catalogada y estudiada como lenguaje político[8], cuando tan sólo es una de las distintas modalidades que adopta el lenguaje político en un determinado contexto. A este respecto, el lenguaje en el debate político se correspondería con el tercer sentido en que entiende Eugenio Coseriu dicha modalidad[9], en tanto que es el lenguaje que se adopta en los discursos con la intención de conseguir adeptos a la causa. El escenario democrático y el interés de conseguir el mayor número de electores son las dos variables que configuran los rasgos del lenguaje político en el debate electoral: - Lenguaje positivo: el subjuntivo desaparece para dejar paso a la imperancia del indicativo. Es preferible hablar en tiempos del indicativo, que otorgan una mayor solidez en la expresión, ya que el político da por hecho que va a obtener la victoria. - Continuo empleo del pretérito imperfecto para referirse a la gestión anterior de uno y otro grupo político. - El predominio de la función apelativa que pretende obtener un comportamiento concreto, como es el ejercicio del voto en el destinatario[10]. - Combinación de la función poética y la apelativa, para obtener el apoyo electoral mediante mensajes subjetivos capaces de salvar el filtro psicológico de la audiencia y llegar hasta su subconsciente[11]. - El recurso constante a tecnicismos, extranjerismos y vocablos nuevos como método para ocultar una inadecuada gestión de los problemas de la comunidad. - Lenguaje matemático: el empleo de números, cifras y porcentajes, para sostener los argumentos aportados en el discurso. Lo que se hace habitual cuando la discusión aborda materias como la macroeconomía. - Lenguaje ideológico: la presencia o la omisión de un determinado término o concepto contiene una alta dosis de carga ideológica, en cuanto que el discurso se configura desde una determinada esfera de principios y valores propios del candidato o grupo político. - Eufemismo y disfemismo como métodos de perversión del discurso para ocultar los contenidos negativos y para aumentar el grado de las críticas hacia el contendiente[12]. - La claridad expositiva en los discursos políticos se consigue mediante la influencia del lenguaje coloquial[13], lo que hace más asequible la comunicación con el cuerpo electoral de masas. - Inadecuado empleo de las preposiciones cuando van acompañadas de un pronombre relativo. - Redundancia en el mismo mensaje como método de aprendizaje. - Tendencia a la adjetivación sinonímica en los debates. En definitiva, el lenguaje político en los debates representa uno de los contextos en los que alcanza su mayor grado de corrupción normativa[14]. De esta forma, la degeneración de la lengua española y la ausencia de los valores democráticos representan dos variables paralelas que aumentan a la par. Por eso, algunos autores han achacado la degeneración del lenguaje en la actualidad como resultado de su mal uso en la arena política[15]. En este sentido, algunos autores como Montalso Cessi apuntan que actualmente se produce una dictadura del lenguaje en los sistemas liberal-democráticos de finales del siglo XX, puesto que las clases políticas ejercen el poder sobre la ciudadanía de forma indirecta mediante instrumentos como la propaganda, la comunicación de los medios de masas y el lenguaje del discurso. Por lo tanto, sugiere que España ha sufrido un paso desde el lenguaje oficialista de la dictadura hacia un lenguaje político que se posiciona como elemento dominante en la nueva coyuntura democrática[16]. La norma lingüística y los valores de los sistemas liberal-democráticos La relación entre lenguaje político y sistema liberal-democrático es unidireccional, puesto que es necesario el diálogo entre los representantes de la elistas.egrupos.net/lista/gibralfaro/archivo/indice/421/msg/838/

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sociedad implicados como método de adopción de decisiones. El problema aparece realmente en los procesos de cambio de valores, en cuanto el lenguaje tiene que adaptarse a un determinado vocabulario ideológico. La degeneración de la norma lingüística en los sistemas democráticos se produce a través de dos fenómenos como la expansión del sufragio universal y la presencia de los medios de comunicación de masas. La dirección a una masa ciudadana que generalmente se ha considerado con un nivel medio-bajo de instrucción y la alteración del lenguaje por parte de los periodistas son dos condicionantes que afectan al lenguaje político en esta coyuntura. Por otro lado, parece razonable sostener que la corrupción de la lengua en los sistemas democráticos se produce por un fenómeno derivado del derecho de sufragio universal y el impacto de la comunicación política. Exactamente, estos factores hicieron posible la entrada de los partidos políticos totalitarios (fascismo y comunismo) en las cámaras durante el período de entreguerras[17], que aprovecharon la coyuntura para la adaptación de los valores democráticos a sus particulares ideologías y legitimarse en el poder[18]. Es necesario tener en cuenta que estos movimientos representaban auténticas rupturas alternativas al sistema liberal, que se encontraba en transformación hacia un sistema democrático. De esta forma, la pérdida de los valores liberal-democráticos y su suplantación por un lenguaje totalitario explica la degeneración de la norma. De ahí que el lenguaje político pueda ser definido como el lenguaje del totalitarismo en los debates electorales[19] cuando, pese a su claridad expositiva, adquiere un mayor grado de cripticismo en el conocimiento de las funciones lingüísticas de sus enunciados. Por tanto, más allá de sus características, el análisis de las funciones lingüísticas en los debates permite una clara comprensión de la modalidad de lenguaje ante la que se encuentran los líderes políticos. Conclusión En conclusión, la degeneración del lenguaje político en los debates electorales se corresponde ante todo con la desmembración de los principios sobre los que se fundamentan las democracias, puesto que los partidos en pugna intentan implantar un lenguaje propio capaz de arropar bajo su estandarte a la mayor parte de la ciudadanía, pues esta lucha se produce en una coyuntura manifiesta de enfrentamiento. El lenguaje de la clase política profesionalizada y los valores políticos del sistema son dos elementos íntimamente unidos. Por tanto, el equilibrio entre ambos representa una de las mejores fórmulas para garantizar la salud de una democracia.

NOTAS 1 Estados Unidos, uno de los primeros modelos de sistema liberal-democrático, ha llevado a cabo el desarrollo de debates televisados durante más de tres décadas. 2 La participación de los ciudadanos en los consejos municipales, la modalidad de listas abiertas y los debates entre las opciones políticas enfrentadas son algunas prácticas que mejoran la buena salud de una democracia. No obstante, los países occidentales ejecutan, en mayor o menor grado, estos sistema de participación entre sus ciudadanos. 3 La concepción del voto como una “oferta” es una de las visiones que prevalecen actualmente. El voto también ha sido considerado como una opción o una alternativa por distintos politólogos y sociólogos. Lo que no deja de ser cierto es que todos los partidos políticos ofrecen actualmente una propuesta formalizada hacia sus votantes que bien podría denominarse como una “oferta” en un escenario similar al mercado determinado por la competencia política. 4 PLUTARCO: Vidas paralelas: Alejandro-César, Pericles-Fabio Máximo, Alcibíades-Coriolano. Madrid: Cátedra, 1999. 5 DE MIGUEL, Amando: La perversión del lenguaje. Madrid: Espasa Calpe, 1985. 6 Los medios de comunicación de masas permiten, junto con la extensión del sufragio universal, que el cuerpo electoral pueda recibir el mensaje político que configura el debate. Un hecho que no ha sido posible hasta principios del siglo XX en Estados Unidos y mediados en Europa. 7 Al contrario, los políticos ya no se dirigen a un número de votantes restringido por criterios censuales. El político no se legitima en el voto de los varones más pudientes, sino en la decisión del conjunto de miembros de la estructura social. Por tanto, la forma del discurso cambia considerablemente al ampliarse el marco del destinatario. 8 SAN VICENTE, Félix. Debate: corpus de referencia del lenguaje político español. 9 COSERIU, Eugenio: “Lenguaje y política”, en M. ALVAR: Política, lenguaje y nación. Madrid: Fundación Friedrich Ebert, 1995. 10 GARCÍA SANTOS, J. F. “El lenguaje político: en la segunda república y en la democracia”, en M. ALVAR: El lenguaje político. Madrid: Fundación Friedrich Ebert, 1987. 11 LAKOF, George: No pienses en un elefante: lenguaje y debate político. 12 COLLADO CAMPAÑA, Francisco: “La contaminación política del lenguaje: el eufemismo, el disfemismo y lo políticamente correcto”. GIBRALFARO [en línea]. Málaga: Departamento de Didáctica de la Lengua de la Universidad de Málaga, 2007, n.º 50 [ref. de 15 de marzo de 2008]. Disponible en Web: . 13 ALVAR, Manuel: “Lenguaje político: el debate sobre el estado de la nación”. Lingüística Española Actual, XIII, pp. 151-152. 14 LA CORRUPCIÓN DEL DEBATE POLÍTICO (MADRE DE TODAS LAS CORRUPCIONES). Madrid: Fundación Encuentro, 1995.

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eListas.net - Mis eListas: gibralfaro: Mensajes 15 ORWELL, George: La política y el lenguaje inglés [en línea]. Palma: Universitat de les Illes Balears [ref. de 15 de marzo de 2008]. Disponible en Web: . 16 MONTALTO CESSI, D. “La transizione spagnola: del linguaggio della dittatura a la dittatura del linguaggi”, en P. BAYLEY y F. SAN VICENTE: In una Europa plurilingüe. Culture in transizione. Bolonia: CLUEB, 1998; pp. 79-92. 17 A su vez, esta entrada de partidos políticos de extrema izquierda y derecha hacen que los antiguos cuadros de mando evolucionen hacia partidos de masas. Ahora, el líder no se dirige hacia su grupo de partidarios, sino que pretende aglutinar a todo el espectro social. 18 La pertinencia de este comentario se observa en el análisis de la propaganda de la Alemania nazi y la Unión Soviética en el momento de consolidación de sus líderes en el ejecutivo. 19 LA CORRUPCIÓN DEL DEBATE POLÍTICO (MADRE DE TODAS LAS CORRUPCIONES). Madrid: Fundación Encuentro, 1995.

PARA SABER MÁS: ALVAR, M.: “Lenguaje político: el debate sobre el estado de la nación”, en Lingüística Española Actual, XIII. COLLADO CAMPAÑA, F.: “La contaminación política del lenguaje: el eufemismo, el disfemismo y lo políticamente correcto”. GIBRALFARO [en línea]. Málaga: Departamento de Didáctica de la Lengua de la Universidad de Málaga, 2007, N.º 50 [ref. de 15 de marzo de 2008]. Disponible en Web: . COSERIU, E.: “Lenguaje y política” en M. ALVAR: Política, lenguaje y nación. Madrid: Fundación Friedrich Eber, 1995. DE MIGUEL, A.: La perversión del lenguaje. Madrid: Espasa Calpe, 1985. GARCÍA SANTOS, J. F. “El lenguaje político: en la segunda república y en la democracia”, en M. ALVAR: El lenguaje político. Madrid: Fundación Friedrich Ebert, 1987. HARO TECGLEN, E.: Diccionario político. Barcelona: Planeta, 1995. LAKOF, G.: No pienses en un elefante: lenguaje y debate político. LÁZARO CARRETER, F.: El dardo en la palabra. Madrid: Galaxia Gutemberg, 1997. MONTALTO CESSI, D.: “La transizione spagnola: del linguaggio della dittatura a la dittatura del linguaggi”, en P. BAYLEY Y F. SAN VICENTE: In una Europa plurilingüe. Culture in transizione. Bolonia: CLUEB, 1998. ORWELL, G.: La política y el lenguaje inglés [en línea]. Palma: Universitat de les Illes Balears [ref. de 15 de marzo de 2008]. Disponible en Web: . PUJANTE, D y MORALES, E. “Discurso político en la actual democracia española”, en Discurso, teoría y análisis. 1997. pp. 39-76. SAN VICENTE, F.: Debate: corpus de referencia del lenguaje político español. LA CORRUPCIÓN DEL DEBATE POLÍTICO (MADRE DE TODAS LAS CORRUPCIONES). Madrid: Fundación Encuentro, 1995.

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