EL JUEGO DE PELOTA: UN JUZGADO DIVINO

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EL JUEGO DE PELOTA: UN JUZGADO DIVINO Europe C. Mercier y Renato Cottini Giroldo Centro de Investigaciones y Estudios del Sureste Mesoamericano 19 de noviembre de 2016 Para presentaciones académicas o de campo, favor contactar [email protected] ANTECEDENTES El documento es una copia del artículo publicado, entre otros, por el periódico mexicano El Valle (elvalle.com.mx) en fecha 11 de enero de 2017. “EL JUEGO DE PELOTA: UN JUZGADO DIVINO” Entre las propuestas que fueron presentadas en el simposio “Primer Encuentro de la Riviera Maya” para la presentación de los avances en la investigación de las culturas prehispánicas, destacó también la presentación de la Epigr. Europe C. Mercier, Directora de Investigaciones del Centro de Investigaciones y Estudios del Sureste Mesoamericano (CIESM). La investigadora presentó los resultados a los cuales llegó en 2013 a través de una exposición que analizó los puntos de su labor, misma que le permitió identificar las razones para las cuales se construyeron los patios para el “juego de pelota”, así como la función primordial de las actividades que allí se llevaban a cabo. Su propuesta, que tomó forma como resultado de un análisis multidisciplinario humanístico, fue confirmada fusionando en un segundo momento los datos epigráficos y arqueológicos, que resultan coincidir en diferentes sitios, como por ejemplo en Caracol, Belice, o Toniná, Chiapas, y también Cobá, Quintana Roo. La estudiosa identificó que la presencia de un patio “activo” (o sea en uso) indica que en un momento histórico dado del período Clásico el sitio gozaba de independencia política en la toma de decisiones a nivel comunitario. En los patios, los representantes de las dinastías divinas en el poder podían comunicarse de manera ritual con la única deidad suprema, en pos de recibir su fallo acerca de cuestiones de importancia mayor. Los fallos esperados incluían, entre otros, los augurios acerca del futuro inminente en asuntos agrícolas o económicos, así como militares y cívicos. La esencia de un patio siempre fue el pasillo de “juego”, y las estructuras laterales fueron agregadas y en numerosos casos modificadas a lo largo del tiempo, trazando y delimitando de manera más formal las características visibles de la presencia divina en un centro ceremonial mesoamericano. En cambio, la falta de estructuras de mampostería en otras regiones del continente, fue interpretada como ausencia de estas actividades, que en realidad los relatos antropológicos confirman haberse llevado a cabo hasta finales del siglo XIX, aunque de manera variada, pero siempre a través del uso de un balón o una pelota. Por lo que representaba el patio de “juego”, cabe mencionar que los estudiosos nunca identificaron los elementos que constituyen los tres poderes del Estado, dejando a los mesoamericanos huérfanos del poder judicial, entregado por tradición académica al gobernante local, al igual que el poder legislativo y ejecutivo. La Epigr. Mercier subrayó que el poder legislativo derivaba de las normas y tradiciones éticas, y que el gobernante estaba a cargo del poder ejecutivo, pero que al mismo tiempo la entidad suprema o sea el juez definitivo de cada decisión seguía siendo la deidad. A ella tocaba indicar o confirmar su voluntad divina, y el fallo se daba a través de la interpretación de los signos recabados en las actividades rituales en los patios. El agradecimiento, mismo que podemos considerar como un pago para las respuestas recibidas, se daba a través de ofrendas que complementaban la estructura religiosa y la perpetuación de los rituales, y hasta la vida de seres humanos cuando habían cometido faltas éticas mayores. En el primer caso, los españoles testigos del evento creyeron que se tratara de apuestas, y en el segundo los estudiosos

modernos las interpretaron como sacrificios humanos. Empero, en el segundo caso, debido a que se trata de un juzgado divino, la interpretación correcta es la de ejecuciones. Fusionando todo lo anterior con los datos arqueológicos y etnográficos, que indican que el patio más antiguo hallado hasta ahora puede fecharse hacia el 1450 a.C. (en Paso de la Amada, Chiapas) y que en la Cuenca de México todavía no se habían publicado leyes a la llegada de los europeos, el poder judicial siempre había sido ejercitado de la misma manera y con los mismos conceptos religiosos desde un mínimo de 3,000 años. Por ende, las actividades en un patio ceremonial dejan inferir que hayan sido el fundamento de la estructura sociopolítica de las culturas prehispánicas, además de ser la argamasa de su organización, desarrollo, y longevidad. La integrante del CIESM comentó también que se está trabajando para poder definir las “reglas del juego” que permitían obtener las respuestas, por lo menos en los casos epigráficamente analizables, pero que al mismo tiempo ya se pudo establecer la relación entre el corte de un patio y una boca de mandíbulas encorvadas (en forma de “U”), y que al mismo tiempo cuando se analiza el plano de la estructura, ella se presenta como la constelación de Orión. Por ende, afirmó, “el patio es la mitad terrenal del universo y Orión, la boca del cielo, su mitad celestial; la estructura juntaba y resumía las dos mitades del universo en el lugar de la creación, la doble boca de la Madre Naturaleza, cielo y tierra, noche y día; ella era la castigadora y la que a veces podía salvar a los fieles de sus faltas de ética”. La investigadora hizo notar que en un continente donde la única deidad que tomaba decisiones era la suprema, los españoles y la Iglesia tuvieron que afrontar el problema de sustituirla con códigos de leyes y diferentes reglas religiosas. Por esto, hacia 1530, los patios fueron destruidos en el centro del país dejando huérfanos de su deidad a los autóctonos analfabetos en español. La imagen que se utilizó para remplazar la antigua visión cosmogónica, debía ser “legible” iconográficamente para que pudiese ser entendida por los amerígenas, y por ende incluir las mandíbulas encorvadas. La construcción, sobre el cimiento del antiguo templo dedicado a Tonántsin-Kohuatlikue o Tosi (“Nuestra Madre”) en el cerro Tepeyac, del santuario de la Santa María Virgen de Guadalupe, cumplió con su propósito: si durante los primeros diez años que siguieron a la Conquista, solo una fracción inferior al 10% de autóctonas se había convertido al cristianismo, a partir de 1531 y hasta 1536, las conversiones se dieron por millones. El mensaje idiosincrático de la Virgen de Guadalupe fue más fuerte que cualquier conquista en armas, leyes u órdenes de los representantes de un rey ausente: los mesoamericanos habían recuperado su diosa, su madre protectora. Europe C. Mercier agregó que el análisis epigráfico permitió confirmar que la diosa es la “bestia primordial”, el ser engendrador universal como cielo y tierra reunidos, la Madre Naturaleza de la cual solamente queda el rastro despedazado de Orión, así como el Sol y la Luna son sus ojos. Esto indica también que el conocido mito azteca del origen de la Tierra y el cielo a través del descuartizarse del “inmenso monstruo” llamado Sipaktli, tiene raíces mucho más antiguas y comunes, y que no pertenece exclusivamente al centro del país y al período Posclásico Tardío. Este planteamiento de la Directora de Investigaciones del CIESM rompe con las interpretaciones que con anterioridad han sido difundidas acerca del “juego de pelota”, devolviéndole la dignidad a las culturas prehispánicas y el legado histórico del continente, en pos de acabar con la mistificación que pretende demostrar que exista una supremacía entre una y otra cultura del mundo.

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