El hosco estoicismo (sentimental) de Francisco Cervantes

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Descripción

El hosco estoicismo (sentimental) de Francisco Cervantes

Para Álvaro Mutis, pues F.C. propició nuestro trato —y el hosco Francisco sabía de amistades.

Todo poeta crea una lengua. Habla es una expresión más propia, en términos lingüísticos: la concreción de la compartida facultad de la tro caso, un individuo. Estilo es otro fetiche que necesitamos: lo realidad y experiencias vividas, y que lo relaciona con los otros cisco Cervantes (1938-2005); se trata de una poesía que resalta por una serie de usos, hábitos, giros, preferencias gramaticales y lexicales que le dan rostro verbal. Los arcaísmos de léxico o sintaxis empiezan a aparecer y regresar periódicamente como ondas de una marea impredecible en su incierta regularidad. Son parte de la temápregnadas de evocaciones añejas, hasta inscribirse como ecos de cantigas y aires de las Cortes de Amor. Tales preferencias arcaizanpara cada lector, en vocablos y expresiones enteras que no parecen ser español, ni siquiera bajo la coartada medievalizante. Es entonces cuando el lector sabe que está penetrando en un dominio extraño. 144

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Una poesía que fuera no un hogar sino una fortaleza. Un poetalengua. Se trata de una poesía sentenciosa, es decir moral. Imperativos Cervantes invoca, lo llaman fatum (que en portugués resuena como fado). Si hubiera que solicitar denominaciones mayores, éstas serían: nihilismo, estoicismo, con un tácito susurro de agnosticismo. Si conocer es conocerse a sí mismo y no hay medidas ni patrones fuera de uno, los estoicos —postsocráticos, pospitagóricos— forjaron un ars vivendi convencidos de que frente a la incertidumbre y enigma que cautivan a los efímeros, no hay más sabiduría que la que rige la conducta básica del individuo; si nuestro tiempo no es un paseo por el Elíseo ni el privilegio de la edad de oro, Cervantes entona “La plegaria del desaliento” no para sucumbir sino para tomar una senda consecuente: examinarse para reportar las desdichas y limitaciones de nuestra condición, así como sus goces fugaces, extintos o precarios: “Mírate mientras vives,/ delgado como ga toda clase de sentimientos,/ (...) No vaciles./ Ten fe. Reconócete en esa profunda verdad/ a la que tiene que descender toda tu sólida oscuridad/ tu inaccesible desprecio y sorna”1 —tal rezan los versos, que son admoniciones de la “Plegaria”. Esta obra se inscribe en un estadio de intemporalidad, sin excluir las señales de Cronos. Su eje es la órbita emocional, remitida nos: pasión de amor, suave dolor de la infancia cancelada, conciencia de soledad, de precariedad y muerte. Ante todo ello, vivir heroicamente, pero con tal sigilo que sea un secreto conversado consigo mismo —tal el estoicismo de esta poesía, su fértil desdicha: “Fresca desolación la que nos trae con la alegría el viento”.2 Hay, pues, premisas en esta obra, lo que ofrece un fruto de la Esta sustancia amarga, Heridas que se alternan, México, (Letras Mexicanas), 1985, p. 101. 2 Los varones señalados, ibid., p. 64. 1

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consecuencia. Esta poesía se parece a sí misma; no se contenta con lograr páginas memorables sino que es una obra de constancia. (Por ello es justamente Cervantes quien se puede preguntar “¿Y qué es eso, la constancia?”)3 Así, los buenos, los mejores y los no tan afortunados poemas, a lo largo de 29 años (1966-1995),4 expresan un logos vivido. En su momento, el primer poema del primer libro sorprendió por su impensada convivencia de arcaísmo y verso libre holgado, asordinado hasta el prosaísmo: “el juglar duerme su sue5 moria oh la memoria gastada de los dioses”. La década de 1970 fue innovadora y sorprendente para las letras mexicanas. Entre los jóvenes que la nutrieron, llamó la atención este queretano que vivía hacía musitar juglares y caballeros armados en monólogos dramáticos, ya fueran en tercera o en primera persona. Ciertamente hay preferencias en Cervantes; pero ellas —Portugal, Galicia, el Medievo—6 son las expresiones y no el quid. También hay evolución, El canto del abismo Fundación Enrique Gutman, 1987, p. 17. 3

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joven incluido en la célebre antología Poesía en movimiento. México, 1915-1966; Revista de Bellas Artes, mayo-junio de 1965. 5 Los varones señalados, op. cit., 1985, p. 13. 6 Cantado para nadie (1982) y Aulaga en la maralta (1985). Recuerde el lector que Cervantes es pionero traductor e introductor de la poesía portuguesa y brasileña en México y, en esa medida, en la cultura en español. Su trayectoria está varios otros de los modernistas brasileños. Además, muchos lectores no académicos de poesía vieron aguijoneada su curiosidad por las cantigas y por la cultura gallega medieval y moderna por culpa de las insistentes colaboraciones periódicas de Cervantes en la prensa cultural. Fue así como este hombre nacido en Amealco, Querétaro, fue señalado por la expresión que, queriendo ser mote (dicho a sus espaldas más que frente a su agria faz), fue gobernó: transitar las calles asfaltadas de una ciudad cualquiera del siglo

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sola obra, y ésa es la primera virtud. El habla de Cervantes es peculiar. En el plano sintáctico es una poesía sumamente propositiva. Sus patrones oracionales y de frase son inusuales; en ocasiones parecerían traducciones de sintaxis medieval o portuguesa, pero también apela a recursos de su época como la sistemática ausencia de puntuación, eliminación de partículas y nexos; establece un tono que combina solemnidad con llaneza, sentimentalismo con parquedad. El vocabulario, las alusiones y las referencias explotadas exhiben a un “caballero a la moda” que no teme arriesgarse para hacer sonar su voz y su insignia en el campo de honor de la poesía. te amplio e inusual. Hay sobre todo tres modelos de poema: uno de 20 a 30 versos relativamente amplios (octosílabos en adelante), que crean su propio decurso sintáctico más bien asociativo; poemas usualmente breves por la cantidad de versos y por la extensión silábica promedio, que envían a modelos medievales y en ocasiones renacentistas; poemas breves también pero “modernos”, como si fueran los pares contemporáneos de epigramas, octavas, redondillas,

lírico. Los tres sostenidos por una base narrativa en ocasiones sólo verbal volviéndose su asunto temático. Un cierto grado de variación formal socorre esta que es una no varían demasiado. Es ahí donde el repertorio métrico y estilístico se vuelve fundamental. Cervantes escribe a sus anchas en tono lírico, justamente como si toda su obra fuera un sueño de juglar, y como si quijotesca, mas desencantadamente, militara para el retorno del rey dom Sebastião y la gloria de una dama refugiada en el pasado abolido o que nunca holló nuestro planeta.

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también en tono épico, pues ese juglar a menudo celebra las hazañas de un cierto caballero, signadas por un mudo y férreo heroísmo, en loor al Amor. Así, esta poesía crea atmósferas arcaicas, pero no deja de ser un “caballero a la moda”, capaz de habitar escépticamente el tercer tercio del prosaico siglo . Versos amplios y cortos le son familiares, lo mismo que, en términos métricos, versos libres blancos didos con rima consonante o asonante. Importa señalar que a menudo Cervantes adapta, o de plano inventa, sus esquemas de rima (sea esta asonante o consonante) y estrofa (pareados y tercetos en sus cantigas, fuera de eso, cuartetas en adelante); todo para obtener, en sus buenos casos, una musicalidad grave y continua. Esta poesía está fascinada por el hipérbaton. Quizá sea una de sus claves. Trastocar y desplazar los miembros de un todo: he aquí cuarteta habla precisamente del trastocamiento de sus edades:

Pasar los años vio, tuvo pasiones, Mas lo que hurtaba a sus canciones Eran su vida, su obra y su pasado.7 Además del hipérbaton, otros dos recursos son constantes y verso y la cadencia basada en versos-frase no encabalgados. Naturalmente, Cervantes también presenta poemas al uso habitual de encabalgamiento, pero su contrario es más frecuente que en los poetas de su entorno. Recursos que están ligados y contribuyen en la expresividad de esta obra. El carácter sentencioso robustece su te, añade también un matiz de antigüedad; así cada verso es una declaración a la que le sucede la siguiente y así hasta el cierre, usual7

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op. cit., 1987, p. 67.

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mente sardónico, del poema. El temple de los títulos (de libro, de sección, de poema) se alía a esta formalidad. Ciertamente este concurso de procedimientos conforma la matriz del habla que es la poesía de Cervantes, ofreciendo un extraño e incómodo atractivo para el lector. En la década de 1930 mexicanos nacieron los poetas Montes de Oca, Bañuelos, Zaid, Becerra, Labastida, Pacheco; medítese en la suma de desconciertos y de singularidades que sus obras provocaron. Cervantes es parte no menor de ello. El suyo es un verso con fuste, vigoroso y lento, que no obstany giros lexicales inusuales, muy capaces de cautivar. Al interior de te, brillan notas menos densas —ironía, sarcasmo, inocencia— que le dan una cierta chispa burbujeante. Léase, pues, como denso botón de todo lo anterior, un fragmento del poema titular de Cantado para nadie: Canciones de otros siglos si canciones, Dolores los que tienen todos, aun aquellos Y es bueno todo: el vino, la comida, En la calle los insultos Y en la noche tales sueños. ¿A dónde regresar si sólo evocas? ¿Amor? Digamos que entendiste y aun digamos Que tal cariño te fue dado. [...] La ira, el improperio, Los bajos sentimientos Te dieron este canto.8

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Francisco Cervantes, Cantado para nadie, op. cit., 1985, p. 208.

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Bajo las coordenadas conjuntas de esta poética, y no como capricho ni ocurrencia llamativa, comparecen las “cantigas” de Cervantes. La segunda sección de Cantado para nadie (¡vaya título afortunado!)9 se rotula “Recuerdos cobrizos” y no tiene empacho en proclamar, al son de septetas octosílabas en una “Cantiga distante”: “Ahora es preciso intentar/ Un arte tan restringido/ Que 10 La sorpresa acontece de varias maneras: ¡hacer cantigas (en esa generación volcada hacia delante, urbana, iconoclasta y parricida)!; y ya entrados en esos terrenos, el pasmo se yergue: ¿anunciadas por una “Cantiga discipios al borde de la cacofonía? Tal como sus personajes fantaseados, el poeta Cervantes reta y provoca. Desde esa sección en adelante, sus lectores recibirán “cantigas” ortodoxas y libérrimas o a los modelos seculares como cuando los empuja hacia el siglo , algo pasa.11 Volvemos a gozar la vieja poesía lírica (Cervantes también rosidad ha propalado el poeta Mutis: que García Márquez mismo admira y envidia los títulos de Cervantes... que no sabe qué daría por tener ese tino; “pero sólo sus títulos, ¿eh?, porque cada quien su obra —advierte García Márquez—; ¡quién no quisiera nombrar uno de sus libros algo como Los huesos peregrinos o Cantado para nadie; o también Heridas que se alternan o Esa sustancia amarga!” He puesto comillas pues más o menos así fueron las palabras con que Gabriel García Márquez me respondió cuando le hice la pregunta expresa, en agosto de 2004. Este don de nombradía se prolonga a los poemas mismos, los mejores de los cuales asientan su primer golpe en el rótulo. 10 Cantado para nadie, op. cit., 1985, p. 135. 9

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(de origen gallego, donde la voz es femenina) y “de amor” (de origen provenzal, en voz masculina), y tienden al estribillo o refrán; naturalmente, Cervantes acude a la vertiente profana y no sacra, experimentando con el rango silábico que ya se observa en las fuentes; en relación con la “Cantiga distante” en octosílabos, si bien tal cadencia aparece en Martín Codax, en general ni el gallego ni el portugués acuden a ese metro, salvo para poemas más narrativos —usualmente en leyendas marianas y religiosas en general. Cervantes tiende también a hacer combinaciones entre las tres lenguas (portugués, gallego,

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incurre en aggiornamenti de la vieja épica popular castellana) y volvemos a leer buena poesía sobre la desdicha de ser Francisco Cervantes. Ciertamente, parte de la obra en portugués de Cervantes es más fórmula que poesía, lo mismo con su proclividad gallega y en general juglaresca; mas el riesgo enriqueció la poesía en español del siglo . Hacia los mismos años que Cervantes, en España prendían con rigor y talento la resurrección de la poesía cantada medieval de esa gran península, en sus diversas lenguas. ¡Que ellos

imaginemos, a la soprano o al barítono, ¿por qué no un contrate-

Estabas la mora, recordando días, Que eran del pasado, bien que lo sabías, Mas non vos dolías. Tus formosos ojos, tan indiferentes, Por entonces dieron lágrimas corrientes, Mas non vos dolías.12 Gracias a las convicciones y a la tozudez de Cervantes, metros, ritmos, sonidos y tópicos vuelven a cantar. Este poeta, ocho siglos después, no calca ni clona: canta, vuelve a dejar que las lenguas de Iberia se eleven dentro de aquel espíritu. Ciertamente, hay caídas y ensordecimientos, pero gracias a esta aventura, los sentimientos y la musicalidad del arte del verso recuperan su inmarcesible frescura. También se lanza en pos de la épica. Desde su primer libro,

castellano). Innegablemente, algunas de las suyas alcanzan la seductora belleza lírica de las clásicas. 12 Cantado para nadie, op. cit., 1985, p. 145.

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A quien gobiernan las dos empresas proverbiales: batirse con honor sin quebrantarse, pues el duelo a mandobles de espada granranza quizá; con inocencia y amargor entremezclados. El esplendor de este cruzado de Eros es morir en duelo, por los colores de la Dama: “El nombre de tu amada nombraste ciegamente/ Y el polvo de los siglos fue una piedra en tu garganta”.13 Poemas como “Un canto de las Galias que Julio César nunca oyó” y “Aquí del rey” estremecen pues enfrentan al lector con la guerra voce. Sí, los campos de masacre por no importa qué causa en no importa qué siglo ni continente del planeta; el siempre absurdo de formar hombres en regimientos para la muerte. Y el silencio y el heroísmo: Miro lo que esperaba: El saqueo y los prisioneros, Esas moles de carne destrozada, Dedos por allí, miembros desollados, Y muerte en la hierba que cantaba. Celebro la batalla.14 Al dar la vuelta a la página, esta sección guerrera (“Hacia los sueños sin memoria”) pone punto en boca con “La espera”: la mirada de un gladiador cualquiera, ahí abajo en la arena impávida, al momento de aguardar a su obligado rival, “La red entre tus manos,/ El tridente tuyo contra el hacha”.15 13 14 15

Ibid., p. 163. Ibid., p. 197. Ibid., p. 198. Debe consignarse también una veta borgeana en Cervantes. op. cit.,

Cervantes extraiga poesía de la dilatación del instante de la muerte. “La esto”, El libro de Nicole, México, (Margen de Poesía, 7), 1992, 10 años posterior. El modelo está, por supuesto, en textos como “El general Quiroga va en coche al muere”, “Poema conjetural” y “El milagro secreto”.

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la tradición hispánica vuelve a vivir en esta obra. Estamos ante una poesía si bien lírica, en la tradición moral que inaugura el rabí don Sem Tob en el siglo : forjarse una moral rígida y propia en el duro hierro de convicciones inclaudicables; en verso, el cual es mucho más que un acompasado vehículo de lo conceptuoso, ya que funge como sustento de vera y buena inspiración lírica y moral. La mayor diferencia entre Sem Tob y Cervantes: el judío de Carrión dirige su mirada a la condición humana general; no lleva la atención a su identidad ética particular; el mexicano, en cambio, erige y proclama su yo. (Por lo que, en principio, los vicios y carencias están en el vulgar entorno que padece, raramente en él.) La principal secos y duros: a las cuartetas heptasílabas del siglo , Cervantes responde con versos que, sean libres o medidos, a la lectura aparecen tensos y sentenciosos. Claro que ambos discursos nunca están exentos de imágenes, símiles y de una cadencia cuyo resultado es poesía y no sólo proclamas rimadas. Será prudente decir los riesgos y limitaciones. Pues cada obra arno ir más lejos y en cambio repetirse. En nuestro caso, los poemas de Cantado para nadie y Los huesos peregrinos (1986) acusan ya debilidades, a pesar de los títulos vigorosos; a partir de aquí, Cervantes entregará libros con poemas memorables y estremecedores y otros correctamente resueltos, pero que poco aportan a la obra y al lector. Pocos textos aumentan las aristas del extraño prisma de nobles dolores recibidos y evocados en buena ley, sino que se acuArdua tarea aquella por la que el tesón y la naturaleza de poeta logran —en el paso de verso a verso, poema a poema, que alimenmisterio y los tropos del lirismo acudan en su sustento. Si la ganancia es mucha, el precio no es menor: poemas que sólo son fórmula. Pues el reto del poeta Cervantes en su campo de lid es lograr

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sentencioso y del lirismo de cantar la dicha amorosa cuando ésta ha concluido, haga poesía y que la poesía sea una iluminación moral del arte de estar en el mundo. En el arco de 24 años que se puede el lector estremecerse de azoro frente al canto, el duelo y el dictum de esta noble desdicha: “Pues tristeza/ Es la materia misma de la lengua”,16 por lo que el artista es el heraldo que reporta “un ejército de espléndidas desilusiones”.17 No obstante, en 1994, dos poemas atípicos del Regimiento de nieblas (otro título mayor, a la altura del mejor García Márquez) re-

y “Encrucijadas” se extienden por una cantidad de versos mayor de la habitual; en ellos el yo-conciencia que usualmente tiene y retiene de imágenes que corren y discurren con tal vigor y certeza que la pocas veces, Cervantes se coloca en situación de perplejidad para descubrir unas surrealistas “largas manos” asediantes y se pone a escuchar su paso por “entre el ruido de los sueños que pasan sobre los tejados/ que vienen de los hoteles o de los manicomios/ sueños haya puesto o depuesto su talento con mayor frecuencia en aras de este extravío. antiguos como cuando es poeta en verso libre, le tiende trampas en ocasiones. Parte de las caídas formales es el forzamiento de su estilo de hipérbaton. Además, particularmente en Los huesos peregrinos, las rimas, sean asonantes o consonantes, fallan con relativa que de suyo no está ni bien ni mal), pero se acercan demasiado al 16

1986, p. 16. 17 Ibid., p. 17.

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Los huesos peregrinos, Puebla,

(Asteriscos, 6),

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ripio.18 En los poemas silábicamente medidos llegan a acontecer licencias métricas toscas (sinalefas, dialefas y diéresis desafortunadas y sordas). Problemas así hacen que, por ejemplo, Los huesos peregrinos desperdicie el magnético título, al conformar un conjunto un tanto repetitivo, con pocos poemas del mejor Cervantes. Explicarnos estas limitaciones y caídas es otra vía de adentrarnos en su obra. En el terreno moral, llega a ostentarse un egotismo sufriente y vanidoso. Pues esta poesía se basa en el hábito de comunicar su punto de vista; uno que es ciertamente interesante a causa de su singularidad, seductor por orgullosamente resistente; el lector descubre y comprende una extraña y recia manera de vivir, pero a medida que lee se familiariza, pues en general el poeta se decirse que cuando el poema empieza ya aconteció el desplazamiento. La seducción de esta obra es la de la hosca extravagancia de su visión; su debilidad, que se instale ahí. Hay cambios morales a lo largo de los 29 años de escritura, pero lo esencial es una permanencia que se consolida, y que a veces se rigidiza. Una poesía que declara más que cuestionarse. Llega a estar tan segura (de ser la expresión de un caballero injuriado por la vulgaridad del mundo, particularmente en los tiempos que corren) que se vuelve autoconmiserativa y, en lugar de que sus ideas iluminen, se asoman 18

ventilan,/ mi alma la sondea,/ su amiga y corifea/ sombra de quienes la destilan”, etcétera, ibid., p. 55, y: “Digamos que los umbrales/ No me llaman la atención./ Digamos que son iguales/ A cualquier introducción”, Francisco Cervantes, op. cit., 1987, p. 73. Aprovecho este margen para decir que a raíz de la muerte de Cervantes, la editorial Aldus y el Instituto Queretano de la Cultura y las Artes declararon que el autor dejó “una considerable obra manuscrita que esta casa editorial irá oportunamente presentando”, al parecer bajo el excesivo lema de “Archivo lusitano de Francisco Cervantes”. No quiero adelantar malas vísperas, pero Al revés que las víboras; memorias, temo que podamos estar ante la boutade borgeana de las obras completas demasiado completas y de los textos o ejercicios “cuya omisión nadie deplorará o notará y que (como dijo el arabisLas mil y una noches) [el conjun-

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al narcisismo: “Fuera del propio desierto/ Hay poco que ver o sentir”.19 Poemas como “Cervantes se dirige a sus contemporáneos”, ciertamente pertenecen a un “Menguante en el espejo”.20 “Pues una idea [en poesía] no es más que un incidente.”21 Tal es el peligro: que el lector constate la rígida superioridad moral del desdichado poehíla y el misterio —sin el que la poesía se evapora— deja de asistirlo. “Cuando el verso es muy bello no anhelamos comprenderlo. Ha dejado de ser una señal, es un hecho.”22 Por el lado de Cervantes, lo mejor en términos de la poesía como facultad para ver y revelar es cuando equilibra pesimismo y egocentrismo con azoro, en tono parco, y logra que el poema sea “un sistema de preguntas”.23 Justamente, El libro de Nicole (1992) puede servir para ilustrar el ensimismamiento de esta obra. Cervantes reconoce: “Al encontrar la respuesta/ He perdido la pregunta”.24 Mejor, no cuando se proclama, sino cuando se descoloca... “Si puede andar, camine./ Tome el sendero equivocado. Y no se arrepienta./ Va usted correctamente/ Quién sabe a dónde.”25 Aceptar la incógnita: “¿Qué es eso, la vida?/ Preguntadle a la espada”.26 En todo caso, esta poesía siempre es frontal, acepta que el yo es su centro de atención, que su diálogo es en principio con “El otro llamado el ego”27 por lo que el resultado es un despoblamiento: “Fuera de mí el mundo era/ Y nadie era en mí”.28 En efecto, esta obra no se interesa por la naturaleza en ella misma, ni por el orden social op. cit., 1992, p. 18. op. cit., 1987, p. 40. 21 Ego scriptor et petits poèmes abstraits, Judith Robinson-Valéry (sel. y presentación), París, Gallimard (Poésie), 1992, p. 207 [textos seleccionados de los Cahiers de Paul Valéry a partir de la edición de La Pléiade, 1973 y 1974]. 22 ibid., p. 84. 23 op. cit., 1992, p. 21. 24 Ibid., p. 43. 25 Ibid., p. 19. 26 Ibid., p. 24. 27 Ibid., p. 35. 28 Idem. 19

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ni la colectividad humana. Es una poesía del yo y hacia el yo. De esta suerte, junto con versos y poemas aseverativos conmovedores y sorprendentes, parte de lo mejor de esta obra es la formulación de ciertas preguntas llanas, directas, pero que pocos poetas se hacen; tal es el mejor abismo de esta obra, poder desde ahí decir: “¿Qué busca el hombre en sueños?”29 Caídas y limitaciones que no están nada mal para un poeta normal y bueno. Más allá de esto, la estratósfera de los genios. En el siglo mexicano: López Velarde y su arte de la queja, evidentemente; lo mejor de Villaurrutia, cuando se libera de sus propias humanísimo de Efraín Huerta. Y, claro, la compleja, enigmática estoy midiendo a Cervantes con la mayor medida posible. Pues es indudable que él ha consumado lo fundamental a que puede aspirar un artista: la obtención de una voz propia y reconocible. Hay una voz, una actitud vital, un estilo de verso que se llaman Francisco Cervantes. Pues ésta es una obra en la que el logro mayor, sobre el que se Yo lírico o autor implícito lo llaman diversas escuelas poetológicas; la “máscara” que expresa, sí, y también la persona que el logos de la obra emite como composición orgánica de sus partes. Hosco, he propuesto, y dolido; estoico, dicho sin excesivo rigor: una manera de aceptar con la frente en alto las penurias y limitaciones como condición vital; manera un sí es no es agnóstica: en principio no católica ni religiosa de ninguna especie, pues no se ampara en redenciones precariedad y fugacidad de las dichas, incluida la pasión de amor; soledad, incomunicación y extrañeza como regla general ante el prójimo, matizada por la ambrosía inextinguible de unos cuantos verdaderos amigos. Orgullo ante tal paisaje vital. Y mal humor, por supuesto: rabioso, colérico Cervantes impredecible. Declara Mutis: 29

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Aulaga en la maralta, op. cit., 1985, p. 243.

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“intransigencia sin límites, su altanería con los necios y, a menudo, con los que no lo son (...) su cariño de amigo”.30 De Los varones señalados a La obra soñada, las piezas de esta poesía construyen una obra, sí, pero sobre todo una . Los distintos ámbitos por los que transitó el señor Francisco Cervantes, amigos o custodios suyos alrededor de su generación: Mutis, García Márquez, García Terrés, Benítez; además, los entonces jóvenes del Fondo de Cultura Económica de la época de García Terrés, que eran un tanto sus denostadores pero también sus discretos amigos y discípulos; como tercera arista, los otros jóvenes que con él hacían parroquia nocturna de bares y cantinas. Todas las personas que en alguna época gozamos y padecimos el ostentoso solipsismo de Cervantes, su jactancioso silencio interrumpido por peroratas y exabruptos, atestiguamos su autorretrato en piel propia, trazado a sangre y hiel sin escatimar el ánima. Era un hombre con estilo. Los gestos, desplantes, intransigencias, humores destemplados eran su aura y —esto será lo que importe ahora que su tránsito mortal ha concluido— nutrían directamente su obra en marcha. Acaso, a la fey maldito; raro en el bello sentido dariano.31 Al morir queda (o no) la obra, ciertamente; pero para quienes comparten el tiempo terreno de ese tipo de artista no hay fronteras herméticas entre persona y obra, y uno no deja de parafrasear a Wilde (aquellos que ponen sólo todo el talento en la obra y el genio en la persona). Aquí se inserta su decisión de haberse creado una patria espiritual, como si la recuperara intentando exorcizar la tragedia básica de haber 30 31

Cantado para nadie, ibid., p. 119.

obituario sobre este poeta en Proceso p. 62 y ss.) he sugerido que, junto con Cervantes, la segunda mitad del siglo mexicano ha conocido otros tres poetas con y manejo escénico indudable: lista, pero poeta de sí mismo). Mérito irrelevante para la obra, ciertamente, pero don y aporte a la vida de su tiempo: he aquí un poeta que no sólo parece sentenciara el hipertímido Pessoa.

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nacido en extranjería: “Quienes nacimos en otro lugar que nuestra patria”.32 Portugal fue para Cervantes una lengua-literatura perdida-recuperada, un modo de ser, un modo del alma. Es la elección de una condición de alienación y desarraigo innatos. Nostalgia, melancolía, tristeza y añoranza que se encapsulan en el vocablo talismán: saudade. Silencio. El tempo lento que en general provoca versos, rezumando un humor de sombras que hace que la página que el lector tiene entre las manos emane silencio. “El caballero de la inquieta espada” es un parto genial de los primeros libros de Cervantes. ¡Un poeta que en el siglo se inventa su propio caballero medieval! El poeta lo lleva a justas, torneos, pruebas, batallas inclementes; y siempre agónico, pues cuando las armas le dan ocasional respiro, entonces sufre y canta la ausencia de la Dama. En los libros subsecuentes, una encarnación o par moderno del de la Inquieta Espada se vuelve protagonista de las escenas y cuadros, con numerosos apartes que son poemas, y que constituyen la puesta en escena: su yo lírico. El cual sabe plantarse en primera persona (“Si pudiera levantar la piel oscura que me sigue/ [...]/ si no fuera pero nadie”, dice un poema de El canto del abismo duramente titulado “El ajusticiado”), consignar su disturbio en tercera impersonal (“Se escribe lo que se siente,/ Lo que se piensa;/ A nadie extraña”).33 Pero sobre todo, resaltan, tantas veces con fortuna, sus autoincrepaciones en segunda persona. El poema es la voz que desengaña a Cervantes: “Obsérvalos bien, se te parecen./ Mídelos por tus deseos insatisfechos:/ Son tus años” (poema titular de dicho libro). He aquí, pues, una persona que fuera poeta. Que con sus días, truyó una leyenda, un aura, una poesía. Acaso todo ello cristaliza

La obra soñada [libro publicado bajo su heterónimo: Hugo Vidal; el nombre completo de Francisco Cervantes es Hugo Francisco Cervantes Vidal], México, Ediciones Bonetería Rosita, 1995, p. 8. 33 Ibid., p. 62. 32

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en un solo poema, que ilumina su obra entera. A no pocos hombres les es tolerado escribir un poema; algunas de esas personas se convierten en poetas. ¿Cuántas de tan numerosas páginas han logrado expresar la energía y la fragilidad de la vida humana? ¿Cuántos poemas pueden meritoriamente ingresar su palabra en una antología universal? Estoy de acuerdo con Álvaro Mutis en que Cervantes dijo algo en un cierto poema suyo. Poema que condensa varios de sus recursos característicos: conceptuoso, paso lento puntuado grada de endecasílabos y octosílabos con sus complementarios; sintaxis y sonoridad un tanto duras, de lo contrario no sería Cervantes; todo en pos de una paráfrasis que, al serlo, es rezo, una de las agnóstica que arriba a un catolicismo de ermitaño sigiloso y paciente. Lo mejor de Cervantes, poder orar en su desierto... Ni orgulloso ni humilde Dame, Señor, piedad para mí mismo Y que mi obra te responda. No espero comprensión de nadie Pues la máquina humana es limitada Y no hay otra cosa Que ajena consistencia de aquello que desprecio Y de igual manera me desprecia. Al nombrarte, Señor, me nombro a mí. No creas que no me entiendo, Pero antes de regresar a las tinieblas Si así fuera, Señor, lo estoy haciendo.34

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op. cit., 1987, p. 65.

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EL HOSCO ESTOICISMO

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Cervantes, Francisco, Ni oído ni hablado, antología personal, MéxicoPuebla, Colibrí Secretaría de Cultura del Estado de Puebla (As de Oros), 2001. Cantado para nadie. Poesía completa, México, (Letras MexiLos varones señalados a La obra soñada originales, prefacio, etcétera. También omite una selección o la totalidad de las traducciones del autor]. [Cervantes, Francisco], La obra soñada [libro publicado bajo su heterónimo: Hugo Vidal; el nombre completo de Francisco Cervantes es Hugo Francisco Cervantes Vidal], México, Ediciones Bonetería Rosita, 1995. Regimiento de nieblas, México, Aldus (Los Poetas), 1994. El libro de Nicole, México, (Margen de Poesía, 7), 1992. El canto del abismo Enrique Gutman, 1987. Materia de distintos lais, México, (Lecturas Mexicanas, Segunda Serie, 104), 1987 [antología personal hasta Los huesos peregrinos, con una amplia selección de sus traducciones del portugués]. Los huesos peregrinos, Puebla, (Asteriscos, 6), 1986. Heridas que se alternan, México, (Letras Mexicanas), 1985 La materia del tributo (1972), pp. 9-66 y 67-92; Esta sustancia amarga (1973), pp. 93-115; Cantado para nadie (1982), pp. 117-215; Aulaga en la maralta (1985), pp. 217243; Heridas que se alternan (1985), pp. 245-299]. este poeta, en Proceso p. 62 y ss. ceso

Regimiento de nieblas), en Pro. 961, México, 3 de abril de 1995, pp. 69-70.

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El libro de Nicole, en La Cultura en México, suplemento de Siempre! sía de Francisco Cervantes, en La Jornada Libros 1988, pp. 1, 5-6. Paz, Octavio, Alí Chumacero, José Emilio Pacheco y Homero Aridjis, Poesía en movimiento. México 1915-1966, México, Siglo XXI, 1966. Revista de Bellas Artes , mayo-junio de 1965. Valéry, Paul, Ego scriptor et petits poèmes abstraits, Judith Robinson-Valéry (sel. y presentación), París, Gallimard (Poésie), 1992, 302 pp. [textos seleccionados de los Cahiers de Paul Valéry a partir de la edición de La Pléiade, 1973 y 1974.]

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