El hombre importante. Toshiro Mifune en México

July 19, 2017 | Autor: Nieves Moreno | Categoría: Japanese Studies, Film Studies, Mexican Studies, Japanese Cinema, Japanese Film, Mexican Cinema
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Descripción

Introducción Las relaciones entre Japón y México aunque lejanas en el tiempo, más de 400 años, no empezaron a tener algo de relevancia hasta finales del siglo XIX, cuando ambos países promovieron, regularon y firmaron tratados de inmigración, convirtiéndose en el primer país de latino américa en recibir inmigrantes japoneses con el apoyo gubernamental de ambos países. A través de la concesión de tierras y de contratos de mano de obra especializada, se empezaron a establecer colonias en Chiapas dedicadas principalmente a la industria cafetera que más tarde era exportada a Japón, y la industria minera y pesquera de Sinaloa y Baja California, que hasta día de hoy es donde se concentra la mayor colonia japonesa y descendiente de japoneses del país. El trabajador japonés era mano de obra cualificada y tenía privilegios que japoneses u otros inmigrantes asiáticos en países como Brasil, Perú o Estados Unidos no disponían Pero el llamado “peligro amarillo” y el estallido de la Segunda Guerra Mundial, hace que México rompa las relaciones con Japón, y tal cual habían hecho sus vecinos del norte se redistribuye a los inmigrantes japoneses y descendientes de éstos en campos de recolocación en la zona de Guanajuato y Cuernavaca. Después de la guerra, la mayoría habían perdido sus trabajos y posesiones, casas, tierras y manufacturas, por los que muchos derivaron hacia el sur y el norte del continente. Actualmente la mayor comunidad japonesa de México se encuentra en Baja California con aproximadamente 30.000 personas, una porción pequeña en comparación con los más de un millón y medio de Brasil y Estados Unidos, o las grandes colonias de Perú y Argentina. Cine y distribución Quizá por ser Latinoamérica uno de los principales puntos de inmigración japonesa fuera del continente asiático, la distribución de films japoneses era bastante común. En México, donde después de la WWII los films de Kurosawa se distribuían en mayor número de cines que en Estados Unidos, Toshiro Mifune se había convertido en uno de los héroes de acción más famosos. Toshiro Mifune Conocido por encarnar personajes de samurái fuera del estereotipo, de aparente poca nobleza, rudos, con matices cómicos y en muchas ocasiones movidos por la codicia o el hedonismo, Mifune hizo su única aparición en el cine de habla hispana en 1961 de la mano de Ismael Rodríguez con Ánimas Trujano. (Rashomon 1950, Los siete samuráis 1954, La trilogía de samurái 1954/6, Trono de Sangre 1957, La fortaleza Escondida 1958….) Ya fuera por este tipo de apasionados personajes fuera de la norma o porque la primera opción de Ismael Rodríguez, el actor Pedro Infante, había fallecido trágicamente en 1957, lo cierto es que el director llevaba más de dos años persiguiendo al actor japonés, incluso llegó a

ir a Japón, para embarcarle en el proyecto de encarnar a un indio zapoteco borracho y orgulloso. Mifune llevaba un tiempo intentando despegarse de la sombra de Kurosawa y lanzarse al panorama internacional. Le habían ofrecido participar en varias producciones internacionales como Attila de Pietro Francisci (1954) o Los dientes del diablo de Nicholas Ray (1960), pero ambos papeles al final habían sido para Anthony Quinn. Quizá por esta razón o porque llevaba 10 años sin trabajar fuera de Japón, Mifune dio una rueda de prensa vestido de smoking y sarape en la Embajada de México en Japón para anunciar que se iba a trabajar a México. La historia En principio se acordó que se grabara el film en japonés y que luego se doblara, pero Mifune insistió en aprenderse los diálogos fonéticamente. Narciso Busquets, actor de doblaje reconocido y narrador al inicio del film grabó en cintas que le fueron enviadas a Mifune meses antes con los diálogos que debía aprenderse. Mifune hizo un trabajo sorprendente pero no lo suficientemente bueno por lo que en determinadas escenas es la voz de Narciso Busquets la que se escucha. La prensa mexicana no trató bien la decisión del director de escoger a un actor japonés para una historia que ambientada en las tradiciones de la región, propone un acercamiento costumbrista de la vida indígena en una aldea de Oaxaca. La prensa internacional como el New York Times la tildó de pretenciosa en sus ambiciones de verosimilitud y que el trabajo final no estaba a la altura de las pretensiones del director. Posiblemente una de las principales razones del director al escoger a Mifune para el papel protagonista fuera la proyección del film, y en cierta manera le funcionó. A pesar de no ganar, fue el segundo film mexicano en estar nominado a los premios Oscar y los Globos de Oro. El público respondió bien y fue una de las primeras películas mexicanas en tener una repercusión tan internacional, incluso se estrenó antes en Japón que en México. Y en Estados Unidos, al estar nominada doblemente salió del circuito de los cines de segunda para estar en las principales salas. Ánimas Trujano La cinta dirigida por Ismael Rodríguez, uno de los directores más conocidos y populares de todo México, sobre todo por los 16 films que rodó con Pedro Infante, está basada en la novela del oaxaqueño Rogelio Barriga, “La Mayordomía” que recoge las costumbres de la población indígena de la zona. La película, fiel adaptación de la novela, narra la historia de Ánimas Trujano un indígena zapoteca problemático que aspira a convertirse en El Mayordomo de las fiestas de su pueblo. Borracho, violento y jugador sin oficio, decide sacrificarlo todo, incluso a su familia para poder disfrutar del respeto y el honor que confiere el cargo de Mayordomo. Ambientada en distintas zonas del estado de Oaxaca bastante reconocibles, la cinta abre con imágenes reales de las fiestas de la Mayordomía, en las que una vez el año, el cura de la localidad decide por su respetabilidad otorgarle el título de Mayordomo a un hombre del

pueblo. Una de las obligaciones del Mayordomo es la de sufragar los gastos de la fiesta, por lo que se escoge a alguien con solvencia suficiente y al que el pueblo debe respetar. Ánimas Ismael Rodríguez, nos presenta la lucha de Ánimas por conseguir el respeto de todo un pueblo, así como la tensión que se genera entre dos personajes, dos tiempos y dos fuerzas distintas, la de Ánimas y su mujer. Él es un personaje analfabeto, violento y egoísta que recurrirá a todo tipo de artimañas para intentar conseguir algo que nunca podrá tener, el respeto de sus semejantes, puesto que como le dice el único amigo que tiene, “tú siempre serás chico por dentro”. Esas estrategias pasan por rebajarse a trabajar para el Español, latifundista que se aprovecha de los indígenas de la zona, a jugarse el poco dinero que consigue su mujer, a renunciar al catolicismo para realizar rituales paganos, e incluso vender a su nieto a El Español. El retrato que hace Ismael Rodríguez de Ánimas es desalentador, por lo que su castigo final termina pareciendo justo. Aunque consigue ser Mayordomo no recibe la admiración deseada por sentirse vencedor, puesto que no desea complacer a su pueblo, sólo quiere ganar y los demás no le perdonan el daño que ha hecho para llegar hasta ahí. Quizá los deseaos de Ánimas son los deseos del hombre abandonado, del México pobre y olvidado. Juana La mujer de Ánimas, interpretada por Columba Rodríguez, no tiene ningún interés en conseguir la admiración de nadie. Sólo el trabajo duro y honrado es el que llevará al respeto, como le recuerda a su hijo pequeño cuando le habla del indígena zapoteca más famoso de todos los tiempos, el presidente Benito Juárez. Juana es una mujer independiente y culta lo que rompe con el estereotipo del salvaje de Ánimas. A pesar de ciertos rasgos tradicionalistas de género como la resignación y el sacrificio, su abnegación, resolución y sentido de la justicia la dotan de un simbolismo que funciona como una exaltación de la identidad nacional. Catalina y El Español Catalina la prostituta, interpretada por Flor Silvestre y el terrateniente conocido como EL Español, interpretado por el actor español Eduardo Fajardo, suponen la principal tentación y peligro para Ánimas. Uno representa la tiranía y la opresión que llevan a Ánimas a reafirmarse en su nihilismo y violencia, y la amante es la ambición de lo efímero y el gusto por la irresponsabilidad, tal cual es Ánimas. El sacrificio final de Ánimas, responsabilizándose de un crimen no cometido, pero íntimamente ligado a las consecuencias de todos sus actos representará el acto de redención del personaje. El sacrificio o la erradicación de ese indígena anclado en el pasado y en los tradicionalismos será necesario para salvar a toda su familia y por extensión quizá a todo un pueblo.

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