El giro copernicano de los jóvenes actuales. Desafíos filosóficos y pedagógicos de una cosmovisión emergente

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El giro copernicano de los jóvenes actuales Desafíos filosóficos y pedagógicos de una cosmovisión emergente



Introducción Desafiados por la creciente manifestación de algo que sin ser claro ni evidente, ofrece indicios de su presencia y gravitación en el modo que se ha malogrado la administración de lo cotidiano, nos interrogamos sobre nuestro presente. Sobre sus porfías y sus discontinuidades. Sobre sus recorridos y sus efectos. Sobre nuestro lugar y sus vínculos con el mundo. Después de mucho andar e intercambiar, podríamos decir que en cada uno de los campos se arriba más o menos a la misma conclusión: gran parte de lo que conocíamos y tenía un valor de referencia, se ha disuelto o se ha vuelto progresivamente extraño1. Dicho esto, voy a compartir con ustedes algunos apuntes de investigación sobre el segmento que en este contexto ha realizado uno de los cambios experienciales más radicales de los últimos 100 años y que, según entiendo, mantiene una relación directa con la percepción de extrañamiento que vivimos nuestro presente. Me refiero al segmento que los cientistas sociales, sin demasiada claridad y sin ponerse de acuerdo, denominan: “jóvenes y”, “generación multitasking”, “nativos digitales”, “generación Einstein”, “igeneration”, “bárbaros”, “generación post-alfa”, “generación app”, etc. Estos jóvenes —a diferencia del sisma cultural que plantearon los baby boomers en los sesenta, con manifestaciones estéticas, idiosincráticas y políticas de gran visibilidad y confrontación; o del escepticismo que identificó a la Generación X, reconcentrándose en el individualismo, el desencanto, y la demonización de la política—, participan de un movimiento tectónicocultural cuyos efectos y alcances aún no podemos prever ni evaluar. Hablaré, pues, del giro copernicano que los jóvenes actuales están realizando en la producción de conocimiento, lo cual implica hablar de sus prácticas sociales y sus “procesos subjetivadores”, pero también                                                                                                                 ∗ Texto leído en la XVII Jornadas SAPFI 20º Aniversario: 1994-2014 “Volver a pensar la escuela secundaria y la enseñanza filosófica 20 años después. Colegio Nacional Buenos Aires - 26 y 27 de setiembre de 2014. 1 Para un mayor desarrollo ver el notable trabajo realizado por Néstor García Canclini, El mundo entero como lugar extraño. Buenos Aires, Gedisa, 2014

 

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de los nuestros. Asimismo, pondré a vuestra consideración los desafíos que a mi entender esto presenta en el campo educativo y filosófico; tema sobre el que, junto a un grupo de investigadores de la Universidad Nacional de San Martín, venimos trabajando en el Programa de Saber Juvenil Aplicado. Juventud divino tesoro En los últimos 50 años, los estudios sobre juventud han mutado con la misma dinámica que fue alternando el protagonismo de las diferentes generaciones. Pero la idea de generación nunca alcanzó a reflejar cabalmente formas de conciencia o procesos de identificación; en este sentido, las clases sociales eran más adecuadas para reconocer diferentes tipos de representaciones. La idea de generación, sin embargo, pasó por diferentes etapas. Se la definió en clave biológica, como “el tiempo transcurrido desde el nacimiento de una persona hasta el momento en que esa misma persona se convierte (o podría convertirse) en padre o madre”2; y se la explicó por “los acontecimientos dominantes de una época, ya sean militares (guerras mundiales), políticos (el asesinato de un líder), económicos (la Gran Depresión) o culturales (la generación Beat de los ’50)”3. Hoy, los términos de estas periodizaciones se han trastocado, tanto como la idea de clases sociales, que “ya no parecen estar en condiciones de producir efectos de identificación decisiva en el plano de la conciencia”4. A partir de esto, autores como el norteamericano Howard Gardner y el italiano Franco Berardi, entre muchos otros, comenzaron a retomar la idea de generación para designar las condiciones de existencia en el interior de ciertos procesos históricos, y a considerar a la tecnología como el factor más apropiado para definir a las generaciones, con un alcance relativo al uso y la duración de cada innovación tecnológica. Antes, como dice Franco Berardi, podían pasar “décadas o quizá siglos para que las personas se habituasen a usar una técnica que pudiera modificar las formas de pensamiento y las modalidades de acercamiento a la realidad. Pero cuando las tecnologías alfabéticas dieron paso a las tecnologías digitales, las modalidades de aprendizaje,                                                                                                                 2

Howard Gardner y Katie Davis, La generación APP. Cómo los jóvenes gestionan su identidad, su privacidad y su imaginación en el mundo, Buenos Aires, Ed. Paidos, 2014, p. 26 3 Ibid., p. 26 4 Franco Berardi, dice que si bien no se han disuelto las estratificaciones sociales y económicas que en otro momento ayudaban a definir los conflictos, las luchas de intereses y las perspectivas políticas, también es cierto que las clases ya no son un indicador de los diferentes tipos de conciencia, ya que se han transversalizado y exceden a las clases sociales. Ver Franco Berardi, Generación Post Alfa. Patologías e imaginarios en el semiocapitalismo, Buenos Aires, Tinta Limón Ediciones, 2007, p. 76

 

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memorización e intercambio lingüístico se modificaron rápidamente, incluso en el marco de una sola generación. [A partir de lo cual] El espesor formativo de la pertenencia generacional se convirtió en decisivo.”5 Estas consideraciones teóricas hicieron que autores de diversos campos científicos, no sólo de las humanidades y las ciencias sociales, hablaran cada vez más de una generación “tecnosocial”, enriquecida al compás de la proliferación de los dispositivos móviles, las aplicaciones y las redes sociales. Es el caso, sin ir más lejos, de Michel Serres en su libro Pulgarcita. El título del libro, que refiere, obviamente, a la generación que convirtió a sus pulgares y a los “mensajitos” de texto en una herramienta comunicativa, lleva un subtítulo sugestivo: “el mundo cambió tanto que los jóvenes deben reinventar todo”. Pocos meses después de su aparición, este libro, que tiene un tono divulgador más que científico, se convirtió en un best seller mundial y su autor, a los 84 años, conseguía una notoriedad que increíblemente eclipsaba su extensa y prestigiosa trayectoria como historiador de las ciencias. En las primeras páginas, casi como una introducción, el gran epistemólogo revela que “las ciencias cognitivas muestran que el uso de la Red, la lectura o la escritura de mensajes con los pulgares, la consulta de Wikipedia o Facebook, no estimulan las mismas neuronas ni las mismas zonas corticales que el uso del libro, de la tiza o del cuaderno”6. Es decir, no sólo hay una generación que está produciendo “cambios socioculturales de gran calado”7, sino que además están experimentando un proceso cognitivo diferenciado y sin antecedentes. No porque los jóvenes actuales posean nuevas aptitudes biológicas. Nada de eso. El cerebro es básicamente el mismo desde hace 50 mil años. Pero se sabe que es plástico y que experimenta adaptaciones cuando se lo somete a nuevas exigencias, como en su momento ocurrió con la lecto-escritura, convirtiendo marcas, líneas y espacios sobre el papel en conceptos y sonidos compartibles8. Del mismo modo, la interacción de los jóvenes tecnosociales demanda operaciones mentales distintas a las implicadas en la cultura clásica y, según lo revelan recientes investigaciones de las

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Ibid., p. 77 Michel Serres, Pulgarcita, Buenos Aires, Ed. Fondo de Cultura Económica, 2013, p. 21 7 Ver Manuel Castells, El impacto de internet en la sociedad: una perspectiva global. OpenMind, 2013, p. 6. Disponible en línea: www.bbvaopenmind.com 8 Stanislas Dehaene, realiza un exhaustivo análisis neurocientífico de la lectura en El cerebro lector, Ed. Siglo XXI, Buenos Aires, marzo de 2014 6

 

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ciencias cognitivas, está modificando la cognición. “Ya no tienen la misma cabeza” y “no perciben el mismo mundo que nosotros”9, dice Serres entre la síntesis y la provocación. Algo de esto ya quedaba expuesto en el Informe 2009-2010 que hizo el Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD) sobre Desarrollo Humano para Mercosur, cuando resaltaba que los jóvenes de la región suramericana presentan una alta capacidad para actuar y provocar cambios en función de valores, aspiraciones y objetivos propios, siendo las mujeres —y en esto coincide con Serres— las que más han desarrollado esa potencia social. Esta “capacidad de agencia”, como lo marca el informe, tiene una dimensión subjetiva y una dimensión objetiva. La dimensión subjetiva refiere a las creencias, los hábitos, las habilidades cognitivas y las destrezas sociales para plantearse y alcanzar metas mediante el propio esfuerzo. La dimensión objetiva se relaciona con los comportamientos orientados al bien público, revelando la capacidad de reaccionar ante la percepción de injusticias y desajustes entre aspiraciones y logros10. El resto de los informes regionales (África, Caribe, Europa, Asia y los Países árabes) lamentablemente no relevan esta variable, lo cual nos impide realizar un ejercicio comparativo de base empírica. Pero a quienes trabajamos la mutación cultural en curso, no se nos escapa que en los últimos años se han producido una serie de acontecimientos que nos permiten advertir esa misma capacidad de agencia en otras regiones del mundo. El común denominador: la asunción de un poder socialmente distribuido y la utilización de las tecnologías de la comunicación con fines sociales, como si se tratara de “un gigantezco laboratorio de producción comunicativa”11. Esto se puede observar, por ejemplo, en: 1. El servicio de ayuda al ciudadano llamado Ushahidi, creado por jóvenes blogueros africanos cuando el gobierno de Kenia prohibió informar sobre los estallidos de violencia.12 2. Las protestas que los jóvenes y en especial —otra vez— las mujeres coreanas llevaron adelante pidiendo por la seguridad alimentaria. Luchas que más tarde fueron ampliándose a la política educativa, la identidad nacional, etc.13                                                                                                                 9

Michel Serres, op. cit., p. 21 PNUD. Innovar para incluir: jóvenes y desarrollo humano. Informe sobre Desarrollo Humano para Mercosur 2009-2010, Buenos Aires, Libros del zorzal, 2009, p. 34 11 Franco Berardi, op. Cit., p. 53 12 Ver http://www.ushahidi.com 13 Ver el desarrollo de esta protesta en Clay Shirky, Excedente cognitivo. Creatividad y generosidad en la era conectada, Barcelona. Ed. Deusto, 2012, p. 45-51 10

 

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3. El colectivo español DatAnalysis15M, formado por programadores, sociólogos, activistas, psicólogos, estudiosos de los sistemas complejos y de las ciencias cognitivas, que se dedican a analizar y colaborar con el 15M, entre otras cosas, en la campaña contra los desahucios. 4. El modo en que los “movimientos sociales difusos” tomaron los espacios públicos para protestar y exigir cambios en la lógica gubernamental. 5. El modo en que cientos de jóvenes del mundo se abocan a mejorar y amigar el sistema operativo Linux, para ser utilizado, modificado y redistribuido libremente por cualquiera que lo desee. 6. La decisión de Edward Snowden y Brian Krebs14 —entre otros— de dar a conocer el espionaje y la ciber-delincuencia que acechan en la red. En la misma línea argumental que el informe de PNUD y de las experiencias sociales que acabamos de mencionar, el dossier de marzo de este año de la revista española Vanguardia, dedicado a “el poder de las redes sociales”, incluye un inquietante trabajo de los sociólogos Fernando Calderón y Alicia Szmukler dedicado a los jóvenes de Chile, México y Brasil. La nota, que lleva un subtítulo tan sugestivo como el de Serres, reza: “disculpe las molestias, estamos cambiando el país”, y habla, por supuesto, de las creativas luchas de los estudiantes chilenos, que lograron instalar la educación pública y gratuita en la agenda política (fue una de las consignas de la campaña de Bachelet que le permitió ganar las elecciones), consiguiendo el ingreso de tres jóvenes dirigentes estudiantiles a la Cámara de Diputados. Pero en el ejercicio comparativo con los jóvenes de México y Brasil, y en base a varios estudios empíricos, Calderón y Szmukler dicen dos cosas que nos ayudan a dimensionar a la generación “tecnosocial”. Por un lado, que ya “es posible pensar en un nuevo tipo de politicidad, entendida como la búsqueda de un nuevo sentido de la vida y de la política”15. Y por otro, que esta emergencia se debe en buena medida al uso socialmente incluyente que los jóvenes hacen de las TICs, generando: 1] una expansión inédita de los medios horizontales, 2] un incremento cualitativo de la auto-comunicación de masas, 3] —y en esto coinciden con Serres— una “modificación en los patrones de conocimiento y aprendizaje”.                                                                                                                 14

http://krebsonsecurity.com/ Fernando Calderón y Alicia Szmukler, “Los jóvenes en Chile, México y Brasil. ‘disculpe las molestias, estamos cambiando el país’”, Revista Vanguardia. Dossier nº 50, Barcelona, enero-marzo 2014, p. 90

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Es bueno aclarar que esto no es un dominio exclusivo de los jóvenes, ya que, aun cuando se trata de experiencias protagonizadas mayormente por jóvenes, hay una infinidad de adultos participando de esta expansión polifronte. Asimismo, la capacidad de agencia que opera entre las oportunidades y los obstáculos, tal como lo dice el informe de PNUD, “es diversa y desigual”16, pues al mismo tiempo que se observa un incremento de la agencia de los jóvenes, también “se observan tendencias hacia la inacción, la contracción o incluso hacia la “anti-agencia”17. Es decir, si quisiéramos hacer una proyección a futuro, deberíamos ser cuidadosos y reparar en que el horizonte es bastante incierto, y que no tenemos elementos suficientes para ser optimistas, aunque tampoco para ser pesimistas, porque es evidente que atravesamos una transición sobre la que aún no podemos aventurar un desenlace. Conciencia y operatoria Sobre la base de nuestros apuntes de investigación y de distintos trabajos a los que hemos tenido acceso, podríamos decir que los jóvenes actuales demuestran tener una clara conciencia del tiempo que les tocó en suerte. Es decir: 1. De la dis-locación de su modo de habitar el mundo 2. De la dis-valoración que impera sobre ese modo de habitar el mundo 3. De la dis-funcionalidad que producen en los dispositivos institucionales modernos Lo que resulta llamativo, a diferencia de las problemáticas que produjeron otras postas generacionales, es el modo en que los jóvenes actuales atraviesan esta situación supuestamente desfavorable y conflictiva. El escritor argentino radicado en Barcelona, Hernán Casciari, lo expresa de manera contundente y desembozado en su célebre “Para ti, Lucía”, cuando dice que los jóvenes actuales asumen que “no hay que luchar contra el mundo viejo, ni siquiera hay que debatir con él. Hay que dejarlo morir en paz, sin molestarlo. No tenemos que ver al mundo viejo como aquel padre castrador que fue en sus buenos tiempos, sino como un abuelito con Alzheimer”18. Casciari asume que hay un mundo viejo donde el control, la jerarquización, la hostilidad económica, los juicios de                                                                                                                 16

PNUD, op. cit., p. 32 PNUD, op. cit., p. 32 18 Disponible en línea: http://editorialorsai.com/blog/post/para_ti_lucia 17

 

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valor, la desigualdad de oportunidades y las normativas orientadas al disciplinamiento, forman parte de la lógica intersubjetiva dominante. Pero también da por sentado que existe un mundo nuevo, más joven, con menos prensa, y no por eso menos vigente, en el que la presunción no es la desconfianza, sino la complementariedad, el intercambio y la diversión. Es un mundo menos paranoico, menos moralista, más lúdico, y en las antípodas del sacrificio y la postergación que pondera la “ética protestante”19. Casciari basó el proyecto de la Revista Orsai, uno de los proyectos culturales más innovadores y exitosos de los últimos tiempos, en esta presunción. Lo hizo apelando al crowdfunding como método de financiamiento colectivo y por adelantado; pero también modificando la mecánica de comercialización, que implicó eliminar a la industria intermediaria y usuraria, a través de una comunidad de lectores comprometidos y colaboradores que conforman las redes de distribución. ¿El resultado? Un producto cultural de lujo en soporte papel y sin publicidad que se puede recibir en tu casa, pagando por anticipado (crowdfunding), o se puede bajar en formato pdf totalmente gratuito20. En “la lógica de los campos”, Pierre Bourdieu contempla al “recién llegado que trata de romper los cerrojos del derecho de entrada”, y al dominante, que instalado en el poder “trata de defender su monopolio y de excluir a la competencia”21. Contempla, incluso, al que con menos capital disponible, y por lo tanto con menos fuerza relativa para disputar un espacio en el campo, opta por la estrategia de la subversión. El sociólogo francés lo llama “hereje” o “heterodoxo”, y es el agente que se presenta planteando una ruptura crítica, en general ligada a las crisis. Pero aún en esta situación, “la lucha presupone un acuerdo entre los antagonistas sobre aquello por lo cual merece la pena luchar”22. De tal modo que quienes participan en la lucha, aun desde un contracampo, contribuyen a reproducir el juego pues hay un acuerdo tácito sobre el valor de lo que se disputa. ¿Pero qué sucede si quienes, teniendo edad para ingresar en el juego, con plena consciencia de lo que se disputa, deciden no participar? ¿Cómo se metaboliza una desafectación del campo social, entendiendo a éste como la yuxtaposición de campos heterogéneos? No hablamos, claro                                                                                                                 19

Esto analiza Pekka Himanen en La ética hacker y el espíritu de la era de la información, Barcelona, Destino, 2003. 20 También se puede ver desplegado en dimensiones globales nada despreciables en Playing For Change; en el intercambio abierto de la cultura P2P y el software libre; en MercadoLibre o Couchsurfing, donde cada una de las partes que interviene en una transacción, una vez concretada ratifican la confiabilidad del otro de cara a futuras operaciones. 21 Pierre Bourdieu, “Algunas propiedades de los campos”. En Sociología y cultura, México, Conaculta-Grijalbo, 1990, p. 136. 22 Ibid., p. 137

 

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está, de aquellos que quedan fuera de campo por la exclusión o porque en la estructuración del capital valorado, no tienen nada para aportar23. Hablamos de quienes reconocen la lógica de los campos porque crecieron bajo su gravitación y vigencia, pero no se sienten atraídos por el valor de lo que está en juego. ¿Por qué? Porque se saben damnificados directos, como en muchos casos lo fueron sus padres, postergando sueños y ofrendando años de sus vidas sin recompensas personales ni la conquista de un futuro promisorio para legarles. Pero también —y este es el argumento más abarcador y potente— porque no advierten una utilidad práctica ni espiritual en lo que ofrecen los campos. En este sentido, los jóvenes actuales no sólo se han desafectado. Como dice García Canclini, también han resignificado y ampliado la idea misma de campo utilizando conceptos más abarcadores, como circuitos, escena, entorno y plataforma24. Estos conceptos funcionan como créditos que abren el juego a una gramática social diversa y divergente, habilitando el intercambio entre actores internos y externos de un modo más flexible y menos celoso; es decir, menos atravesado por la antropología filosófica dominante que presupone a un sujeto —y por lo tanto a su producción de sociedad— determinado por el egoísmo, la agresividad, la ambición, la rivalidad y la avidez de gloria. Este escenario, que parece un contrasentido social, y que —convengamos— tiene vastas connotaciones políticas todavía inexploradas, no es un producto unilateral. Así como los jóvenes no le encuentran valor a participar de la lógica de los campos que estructuran el espacio social en el que se criaron; del mismo modo, las posibilidades del saber sobre el que se configuran los campos, no conciben una representación por fuera de la estructuralidad que los contiene, en tanto que esa estructuralidad ha funcionado históricamente como un principio organizador del espacio social, en torno a un orden de sentido que nace y termina en él25. Mientras tanto, los jóvenes crecen y tienen edad para pensar(se) en contexto. Pero, como ellos dicen, el contexto no los registra y los desconsidera. Tienen plena conciencia de ser uno de los principales damnificados del rumbo enloquecido del mundo y de sus                                                                                                                 23

Este sería el caso de lo que Gayatri Spivak, inspirada en Gramsci, llama el “subalterno”, para referir a aquellos sujetos que no tienen posibilidad de expresarse ni de ser escuchados. 24 García Canclini, Néstor, “Nuevos modelos creativos desarrollados por los jóvenes”, en Versión. Estudios de Comunicación y Política Nº 34, septiembre-octubre 2014. p. 7. Disponible en línea: 25 Derrida, Jacques -(1989). “La estructura, el signo y el juego en el discurso de las ciencias humanas”, en La escritura y la diferencia, Barcelona, Anthropos, p. 385

 

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efectos suicidas, en función de lo cual se piensan y se proyectan26. Son, además, testigos de la suerte que corrieron sus padres, postergando sueños, regalando años de sus vidas sin recompensas personales y sin la conquista de un futuro promisorio para legar. Son, por lo tanto, conscientes de que el juego que les proponen jugar vulnera la subjetividad, frustra la vida en común, daña el planeta. Entonces, “ya fue”: no vale la pena invertir energías en algo que no es viable, y se desafectan de la cultura hegemónica sin presentar batalla, sin discutir, sin disputar; más aún: sin pensar en la posibilidad de una contra-hegemonía. No le encuentran utilidad a la contienda, sencillamente porque en su vida cotidiana el valor del capital simbólico que está en juego no cotiza. Y no vale la pena disputar algo que “no es una moneda de cambio provechosa para la interacción con su realidad cotidiana”27, sobre todo si no demuestra eficacia social. Ellos tienen su propio capital simbólico, y a pesar de la extraterritorialidad en la que se desarrolla, presenta una utilidad fundamental para la interacción con el orden cultural en el que ellos gestionan su identidad, proyectan sus sueños y encuentran sus interlocutores. Se trata de un “pensamiento plural” que está resignificando la idea de trabajo, futuro, familia, amistad, aprendizaje, dinero, sexo, intimidad, política, autor, ocio, educación, conocimiento, contrato social, profesión. ¿Cómo lo hacen? Asociando esos significantes maltrechos a otras prácticas y otros contextos. Entendiendo que participan de una serie de experiencias colectivas comunes que se desplazan de la intimidad a la extimidad, del tiempo secuenciado al presente absoluto y la simultaneidad, de los gentilicios condicionantes al ejercicio de una ciudadanía ubicua, de las identidades reificadas a las identidades móviles, de lo grave a lo liviano, de lo serio a lo divertido. Asimilando que hay una racionalidad de lo visible (imago) que no se subordina a lo decible (logos), pero que porta una gran potencia comunicativa y deliberativa que abre una instancia de intercomprensión anómala, por fuera de la sujeción gramatical dominante. En este doble juego de renuncia y adopción desarrollado por sujetos reales, se encuentra la producción de saber de los jóvenes actuales. Renuncia a la univocidad del logos y adopción de la multiplicidad rizomática, en donde las referencias culturales previas se siguen conjugando, pero remixadas con audacia y diversión. Un procedimiento de                                                                                                                 26

Basta conjugar los planteos que hacen, Thomas Piketty en El Capital en el Siglo XXI, y Naomi Klein en su reciente El capitalismo y el cambio climático, para tener conciencia de este delirio y de sus efectos a futuro. 27 Peirone, Fernando (2012). Mundo extenso. Ensayo sobre la mutación política global. Fondo de Cultura Económica, p. 90

 

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significación colaborativa tomado de las tecnologías interactivas, donde el sentido no es sedentario ni está referido a un centro de legitimación, sino que se construye en el entre de trayectorias nómades, invertibles, y heurísticas.28 Sobre sistemas operativos La investigación empírica nos dice que los jóvenes actuales tienen poca paciencia y que cuando algo demuestra cierto agotamiento o se vuelve disfuncional, comienzan a evaluar la posibilidad de cambiarlo. No lo hacen, sin embargo, desde lo ideal. Sus cambios no son vividos como el tránsito hacia una utopía, sino como una necesidad de resolver lo disfuncional. Cuando algo no funciona, dicen, “ya fue”, y lo renuevan. Porque ellos se criaron en un ambiente mediado por tecnologías configuradas con esa dinámica. Cuando en la versión 1.0 ya no hay más “upgrades” y resulta más efectivo pegar el salto, pegan el salto. Pasan a la versión 2.0 sin añoranza, sin debates morales, sin solución de continuidad. En ese sentido, sus prácticas sociales participan de un ethos en el que esta disposición al cambio, está presente; y no necesariamente como disvalor. Está presente en sus procesos de subjetivación y construcción de identidad; está presente en su lógica relacional (rizomática); y está presente en el modo que consumen, se apropian, elaboran y producen cultura (anche sociedad). Hace poco, un joven de 24 años, con un lenguaje tan propio como elocuente, nos decía algo que ilustra ese gesto social (anche existencial) de la generación “tecnosocial”: “hoy estamos viendo cómo avanza la barra que va cargando un nuevo sistema operativo. Cuando termine de cargar, vamos a apretar ‘next’, ‘next’, y comenzará a correr un nuevo sistema operativo”. No es un mero argot. Es una concepción del mundo. Es una parte constitutiva de esta generación que, como decíamos más arriba, está definida por las tecnologías de la interacción y —como dice Serres— tiene otra cabeza. En su concepción no sólo es posible un cambio de códigos, como cuando se renueva un sistema operativo; además, están preparados para acompañarlo. Porque en su entorno hay cambios de patrones permanentemente, porque todo el tiempo interactúan con diferentes interfaces, y                                                                                                                 28

Ver la idea de trayectoria en “Respirar con las branquias de Google”, en Alessando Baricco, Los Bárbaros, Ensayo sobre la mutación, Madrid, Anagrama, 2008, p. 93. Ver la emergencia de la forma-trayecto en el arte contemporáneo, en Nicholas Bourriaud, Radicante, Buenos Aires, Adriana Hidalgo, 2009, p. 123. Y ver también la idea de “nomadismo”, definida como la capacidad de moverse, ya no “de un punto a otro de la superficie terrestre, sino atravesar universos de problemas, de los mundos vividos, de los paisajes de sentido”, en Pierre Lévy, Inteligencia colectiva. Por una antropología del ciberespacio, Washington, Organización Panamericana de la Salud, 2004, p. 9

 

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porque lo tienen incorporado como parte de “las habilidades cognitivas y las destrezas sociales” con que enfrentan y administran “los desajustes entre aspiraciones y logros”29. Desafíos Por todo lo dicho, estamos ante un acontecimiento plural que no sólo altera la relación causa-efecto, aturde la composición disciplinar y seniliza las instituciones; también afecta la capacidad que tenía la sociedad para actuar sobre sí misma y (re)producirse. En términos de Bourdieu, asistimos a una “revolución simbólica” que subvierte las estructuras cognitivas y cambia el orden representativo, inoculando su virus en “la percepción y apreciación del universo social”30. En palabras de los propios protagonistas de esta movida, podríamos decir que se está “reseteando” el modo de producir sociedad en la medida que se está generando “un modo de conocimiento, un tipo de acumulación y una imagen de la creatividad, un modelo cultural”31. Este es el entorno informal y dinámico de aprendizaje donde los adolescentes producen y recogen más de la mitad de los conocimientos significativos —que antes monopolizaba la escuela— para (inter)actuar en sociedad. Es, a su vez, el contexto que los ha conminado a explorar un nuevo estatuto epistemológico, que a esta altura posee un nivel de desarrollo procedimental nada despreciable, y que si bien todavía no ha sido desagregado ni debidamente explorado, resulta fundamental para reconocer sus procesos cognitivos e integrarlos a modelos pedagógicos más acordes a los desafíos del siglo XXI, donde ellos desarrollarán sus propias variaciones de los campos, y donde sus prácticas estructurarán los modos de relacionarse con el capital valorado.

Fernando Peirone Buenos Aires, setiembre de 2014

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PNUD, op. cit., p. 32 Bourdieu, Pierre. El efecto Manet. ¿Qué es una revolución simbólica?, Disponible en línea en http://ssociologos.com 31 Touraine, Alain (1995), Producción de la sociedad, México, UNAM-IFAL, p. 38 30

 

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