El futuro Madrid. Políticas de evento urbano o acontecimientos históricos de libre erupción

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Descripción

13/2/2017

El futuro Madrid. Políticas de evento urbano o acontecimientos históricos de libre erupción – La cabeza de Murnau

La cabeza de Murnau

22 octubre, 201624 octubre, 2016

El futuro Madrid. Políticas de evento urbano o acontecimientos históricos de libre erupción Por Rubén Pallol Trigueros En un reciente programa de la Fabrique de l’Histoire (https://www.franceculture.fr/emissions/lafabrique-de-l-histoire/portrait-de-villes-en-mouvement-25-de-la-seine-nourriciere-la), el historiador cultural Pascal Ory establece un vínculo entre el papel que jugaron las exposiciones universales en la modernización de París y el desarrollo de los ferrocarriles. Como Ory bien destaca, no fue la tecnología ni la transformación de las infraestructuras la que hizo posible la afluencia masiva de la población hasta las calles de la capital francesa, sino que fue el éxito de la propuesta de las exposiciones y sobre todo la necesidad creada en miles y miles de personas de visitar París la que forzó a la revolución de los transportes (o mejor dicho su puesta en marcha definitiva como algo más que el transporte de mercancías). La cuestión tiene algo más de mera discusión dialéctica sobre la primacía del huevo o la gallina. (https://lacabezademurnau.files.wordpress.com/2016/10/futuromadrid.jpg)Primero porque pone en cuestión el mérito muchas veces concedido con demasiada ligereza a técnicos, profesionales, planificadores o incluso líderes políticos en la transformación y modernización de las estructuras urbanas en el pasado: esas loas a Haussmann y su remodelación de París o a Ildefonso Cerdá en el caso de Barcelona pero que también se han trasladado a los ingenieros https://lacabezademurnau.wordpress.com/2016/10/22/el-futuro-madrid-politicas-de-evento-urbano-o-acontecimientos-historicos-de-libre-erupcion/

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y a profesionales liberales como servidores de una transformación material que se nos presenta como aséptica, apolítica y basada en el único criterio de una tecnología presentada como neutra. Así la extensión de la red de ferrocarriles o de telecomunicaciones (postales, telegráficas, telefónicas) habría surgido en un proceso racionalmente coherente con las necesidades de un pueblo que las esperaba. Y no, porque lo que plantea Ory es que son esas fiestas aparentemente superfluas, surgidas de la voluntad política, a veces del capricho, como fueron  las Exposiciones Universales, luego los Juegos Olímpicos, las que provocaron la creación de redes de infraestructuras, a veces faraónicas y sin mucha necesidad real de utilización a largo plazo. Así la transformación de ciudades y de redes urbanas no habría seguido un programa de modernización previamente fijado, inevitable y único en su proceso de implementación, como si un mueble de Ikea y su montaje se tratara (dicho esto en el momento en que la estrategia Ikea de transformación social no goza de demasiado prestigio). París habría sido más bien el resultado de empujones de soberbia, de latigazos creativos y de impulsos coyunturales producto de los excepcionales momentos en que un mismo sentimiento, el deseo de mostrar con orgullo un tanto chauvinista las grandezas de la propia ciudad y de la nación habrían aunado a todos sus habitantes en un mismo esfuerzo (¿qué son si no estas exposiciones universales sino una especie de boda hortera en la que la familia de los novios pretende vanagloriarse de sus riquezas y excepcionalidad ante otros parientes?). Y la capital francesa tuvo la ocasión de explotar su orgullo transformador y reivindicador de su modernidad en muchas ocasiones: 1844, 1855, 1867, 1878, 1889, 1900, 1925 y 1937. Y en todas ellas se contribuyó a ir cambiando la fachada de la ciudad, incorporando algunos de los avances que posibilitaban la vida moderna, ya fuera el ferrocarril o el telégrafo eléctrico, la radio o la construcción en hierro. No hay mejor ejemplo de estos impulsos de hubris que esa torre de babel moderna que Eiffel alzó en 1889 a las orillas del Sena para la Exposición correspondiente y que venía a demostrar que el ser humano, por su propia capacidad de inventiva tecnológica, al final había vencido a un Dios que ya no derribaría sus creaciones.

(https://lacabezademurnau.files.wordpress.com/2016/10/futuro-madrid-2.jpg)

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No pienso que estos eventos artificiales que están en el origen de no pocas transformaciones de la ciudad sean buenos en sí mismos, mejores que esa imagen creada por la historiografía que quiere ver un plan inteligente que se va perfeccionando secularmente. Se trata más bien de aceptar que la dinámica social, particularmente la urbana, funciona más como erupciones de volcán que como una sinfonía de Mozart bien compuesta y luego fielmente ejecutada. Así, las exposiciones universales habrían sido eventos – acontecimientos – artificialmente creados, como la lluvia que se provoca bombardeando con plomo las nubes cargadas de agua. (https://lacabezademurnau.files.wordpress.com/2016/10/futuromadrid-3.jpg)La tormenta está ahí y sólo hay que desatarla… la furia anida en los corazones de los habitantes de la ciudad, sólo hay que conducirla, ya detrás de la bandera olímpica, ya de la propia nación que se afirma frente a las vecinas en una Expo Universal. Esto no quiere decir que la cosa siempre funcione y los tiempos recientes están repletos de proyectos de espectáculo urbano de grandes efectos multiplicadores, que habían de poner a tal o cual ciudad en el mapa  y que se saldaron con sonoros fracasos, además de desfalcos para arcas públicas, endeudamientos crónicos y deterioros del paisaje . Desde el entonces tan cacareado y hoy olvidado Forum de las Culturas de Barcelona a la Expo del Agua de Zaragoza, pasando por los delirios levantinos de visitas papales, circuitos automovilísticos y aeropuertos a ninguna parte. Y como una de los campeonas del fracaso no debe pasar desapercibida Madrid, ciudad que no ha sido capaz ni siquiera de arruinarse por el despilfarro en la realización de unos eventos urbanos que nunca le fueron concedidos para su organización. No nos olvidamos de las intentonas olímpicas de Gallardón y Botella, ni esa otra apuesta por la virtud y la piedad que era la creación de Eurovegas; proyectos que supusieron no poco dinero en la competición por obtenerlos pero que se quedaron en la nada. Quizá sólo quede en el haber de Madrid aquella discreta capitalidad europea de la cultura de 1992, especie de premio de consolación frente la Expo de Sevilla o los Juegos de Barcelona, y del que no hay demasiado rastro material en las calles y mucho menos en las memorias de los vecinos. Ni tan siquiera nos legó una ridícula mascota de esas que llevan la antorcha olímpica.

(https://lacabezademurnau.files.wordpress.com/2016/10/futuro-madrid-4.jpg) Ahora que surgen los ataques y reclamaciones a los nuevos gobernantes de la capital, inquiriendo para que digan cuál es el “proyecto de ciudad” que tienen en mente; ahora que hay tanto lamento interesado por la suspensión de pretendidas operaciones emblemáticas como las del Edificio España, la de Chamartín – Castellana Norte, la de Campamento o la del Vicente Calderón; ahora estaría bien https://lacabezademurnau.wordpress.com/2016/10/22/el-futuro-madrid-politicas-de-evento-urbano-o-acontecimientos-historicos-de-libre-erupcion/

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recordar que Madrid ha llegado a ser una ciudad moderna unas cuantas veces a lo largo del último siglo y medio sin que las elites que la gobernaban fueran capaces de llevar a buen término uno de estos eventos de efectos multiplicadores. Y aún me atrevería a decir, si algo situó a Madrid en el mapa en algún momento más que eventos (artificiales, fabricados, provocados por las elites rectoras, como unos Juegos Olímpicos o una Exposición Universal), fueron acontecimientos reales, surgidos de la interacción de la gente corriente, que emergieron de abajo a arriba, y también imprevistos, como un volcán de verdad y no un instrumento de laboratorio escolar.

(https://lacabezademurnau.files.wordpress.com/2016/10/futuro-madrid-5.jpg) Lo primero por lo que preguntan los estudiantes Erasmus y norteamericanos que con cada vez más frecuencia acuden a las universidades de la capital es por la Movida de los 80, porque por lo que atrae Madrid es por una forma de ser y hacer en las calles que es rasgo distintivo respecto al resto de ciudades (y no por los edificios estandarizados que predican una modernidad que no es otra cosa que imitación). Y la Movida no fue inventada, y menos todas las formas de expresión que la acompañaron y que no se reducen a la producción de un puñado de artistas que quizá la instrumentalizaron y la han convertido en caricatura; como mucho la Movida fue instrumentalizada, que no es lo mismo. (https://lacabezademurnau.files.wordpress.com/2016/10 /futuro-madrid-7.jpg)Y no fue simplemente un movimiento estético porque en el jaleo creó un poso de tolerancia y apertura sin el que por ejemplo no se comprendería la dimensión alcanzada, mundial, por nuestro gay pride, por ejemplo. Más allá, el otro momento de gran revolución urbana que se vivió en Madrid surgió de la relativamente inesperada pero desde luego en absoluto preparada irrupción republicana de abril de 1931: una fiesta, como se la calificó en los años 80 en la historiografía, que era explosión de júbilo y desborde tras un proceso de fermentación social, de corrupción de la tradición y germinación de actitudes rupturistas y de abrazo de la modernidad social durante varias décadas. La República no fue programada y en ello estuvo su debilidad pero también su gloria, pues abrió un tiempo de invención y creación de una fertilidad pocas veces alcanzada. Y también legó grandes transformaciones para la ciudad, de plasmación material como pudieran ser todos sus grupos escolares públicos, un viaducto en condiciones o la apertura democrática al pueblo de la Casa de Campo (por poner algunos ejemplos). https://lacabezademurnau.wordpress.com/2016/10/22/el-futuro-madrid-politicas-de-evento-urbano-o-acontecimientos-historicos-de-libre-erupcion/

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(https://lacabezademurnau.files.wordpress.com/2016/10/futuro-madrid-6.jpg) Y misma interpretación nos valdría para 1868 y los seis años de radical remodelación urbana que se abrieron entonces: sin el caos y el benéfico derrumbe del orden existente, sin la ruptura con la tradición y el cuestionamiento de las elites heredadas (y particularmente de la nefasta monarquía de Isabel II), nunca habrían llegado muchas de las ideas que los revolucionarios entonces expresaron y que hoy son fundamento de nuestra sociedad (la democracia, qué menos, inventada en las calles de Madrid y no en las bibliotecas de los ilustrados). El municipalismo democrático nació en aquellos días de la revolución y con él se pusieron en marcha reformas esenciales para la ciudad de las que no fueron capaces o a las que se resistieron la nobleza y los ilustrados de salón: fue con la revolución de entonces cuando se derribaron las murallas de la ciudad, cuando se desarrolló el Ensanche, cuando se abrió democráticamente el Retiro para el disfrute de toda la población y no sólo para los elegidos que tenían trato con la Reina.

(https://lacabezademurnau.files.wordpress.com/2016/10/futuro-madrid-8.jpg) Por eso, si Madrid quiere un futuro, probablemente debería tener en cuenta cómo sucedieron las cosas en el pasado. Y este y el otro pasan por renunciar a recetas surgidas en otros lares y agotadas antes de llegar a estos, escasamente enraizadas en el fermento social sobre el que se pretenden aplicar (y no es por la peculiaridad de Madrid sino por su carácter abstracto, inaplicable a cualquier lugar concreto: si no, piensen en el fracaso económico de los Juegos de Londres, por poner un ejemplo reciente) y, en cambio, apostar por otra receta, que lejos de ser estrictamente madrileña, es universal pero en sus calles ha mostrado un especial buen arraigo. Partir de la gente, de su creatividad libremente manifestada, su interacción en espacio público, ya con carácter ocioso o políticamente comprometido. Como pasa en cualquier gran ciudad que se transforma, innova y propone sin que nadie lo dirija (si acaso lo permita). Como ocurre en ocasiones en Berlín, en Londres, en Nueva York o Estambul. Como ocurrió en el 15-M, a quien nadie esperaba pero sin el que esta ciudad ya no sería igual, como cualquier otra erupción creativa de la sociedad urbana a las que hemos asistido desde que esta ciudad es lo que es. Referencias: Pascal ORY, Les expositions universellès de Paris: panorama raisonné, avec des aperçus nouveaux et des illustrations par les meilleurs auteurs, Paris, Ramsay, 1982. Pascal ORY, L’Expo universelle, 1889, Paris, Editions Complexe, 1989. Publicado en Sin categoríaDeja un comentario https://lacabezademurnau.wordpress.com/2016/10/22/el-futuro-madrid-politicas-de-evento-urbano-o-acontecimientos-historicos-de-libre-erupcion/

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