El final del Auriñaciense y el comienzo del Gravetiense en la región cantábrica: una visión tecno-tipológica

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El final del Auriñaciense y el comienzo del Gravetiense en la región cantábrica: una visión tecno-tipológica The end of Aurignacian and the beginning of Gravettian in the Cantabrian region: a techno-typologic perspective Joseba Ríos-Garaizar Centro Nacional de Investigación sobre la Evolución Humana (CENIEH). Paseo Sierra de Atapuerca, s/n. 09002 Burgos (España) [email protected]

Paloma de la Peña Institute for Human Evolution and School of Geography, Archaeology and Environmental Studies, University of the Witwatersrand (South Africa)

José Manuel Maíllo-Fernández Departamento de Prehistoria y Arqueología. Facultad de Geografía e Historia. Universidad Nacional de Educación a Distancia. Paseo Senda del Rey, 7. 28040 Madrid (España)

Resumen: En este trabajo se realiza una revisión del estado del conocimiento, desde la perspectiva de la industria lítica, de la transición entre el Auriñaciense evolucionado y el Gravetiense en la región cantábrica. Se plantea si se puede identificar un Auriñaciense evolucionado dentro de la región cantábrica y en qué medida se ajusta al modelo clásico del sudoeste de Francia y, en segundo lugar, se describen las manifestaciones industriales asociadas al Gravetiense más antiguo, sus rasgos tecnotipológicos característicos y sus posibles vínculos con el Auriñaciense evolucionado. A partir de estos datos se ha evaluado el grado de cambio entre estos dos tecnocomplejos desde una perspectiva regional en base a datos tecno-tipológicos. Los resultados ofrecen argumentos que contradicen la idea de un origen exógeno del Gravetiense y que permiten volver a plantear la hipótesis de un origen múltiple. Palabras clave: Auriñaciense evolucionado, Gravetiense antiguo, tecnología lítica, tipología, Región cantábrica. Abstract: We review the state of knowledge of the relationship, from the lithic industry perspective, between Evolved Aurignacian and the beginning of Gravettian in the Cantabric region. First we question if it is possible to identify an evolved Aurignacian in the Cantabrian region and how the evidence of this area fits with the classic model of southwestern France and, secondly, we describe the manifestations associated with the oldest Gravettian industry, its techno-typological features and their possible links with evolved Aurignacian. Taking into account techno-typological data we have measured the degree of change between these two technocomplexes from a regional perspective. The results of this comparison contradict the idea of an exogenous origin of Gravettian in Western Europe and allow re-questioning the hypothesis of a multiple origin. Keywords: Evolved Aurignacian, early Gravettian, lithic technology, typology, Cantabrian Region.

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1. Introducción El tránsito entre el Auriñaciense y el Gravetiense es un tema que tiene importantes implicaciones desde el punto de vista arqueológico ya que nos posiciona ante un proceso con cambios complejos en múltiples ámbitos, en el cual es posible analizar los mecanismos de transformación de las sociedades paleolíticas. Este hecho es aún más relevante si tenemos en cuenta que se trata del primer proceso de transformaciones importantes sufrido por poblaciones de Homo sapiens en Europa, en el que se pueden abordar cuestiones como la aculturación, la sustitución de poblaciones o los cambios endógenos sin las complicaciones derivadas de la comparación de grupos humanos biológicamente diferenciados como los Homo sapiens y los Neandertales. Éste es además un problema poco tratado en la historiografía cantábrica y europea (Congreso de Forli, Palma di Cesnolsa et al., 1996, Congreso de Les Eyzies de Tayac 2004, publicado en Paléo 19, 2007) aunque esta situación, especialmente en Europa, está cambiando en los últimos años (vid. Zilhao, 1997; Pesesse, 2008, 2010 o Michel, 2010, entre otros). En la actualidad, el modelo teórico dominante a escala europea, sobre el paso del Auriñaciense al Gravetiense, concibe al segundo como una cultura originaria de Centroeuropa que, bien por difusión de caracteres tecnotipológicos, bien por una llegada de poblaciones desde el Este de Europa, hizo que se reemplazara lo que actualmente concebimos como tecnocomplejo Auriñaciense por el Gravetiense. Algunos de los partidarios de este esquema de reemplazamiento son Djindjian, Kozlowski, Noiret, Svoboda o M. Otte, entre otros (vid. Djindjian et al., 1999; Simonet, 2009; Svoboda, 2007; Noiret, 2007; Otte y Keeley, 1990; Otte y Engresser, 1999). Además, la mayor parte de los especialistas que se dedican a esta cultura reconocen al contexto de Willendorf II/5 como el estrato datado más antiguo a escala europea, con fechas en torno a 30.000 BP (según Svoboda –2007– habría que asignarlo al Pauloviense, véase en contra Moreau, 2010). En otras palabras, de manera tácita se admite generalizadamente un «origen» centroeuropeo. No obstante, otros autores han propuesto un paso del Auriñaciense al Gravetiense a nivel local, es decir, sin apelar a grandes migraciones o cambios europeos (vid. Zilhao, 1997; Pesesse, 2008 y 2010, para la Extremadura portuguesa y el SO francés, respectivamente). En el caso propuesto para el SO francés, Pesesse ha destacado la existencia de una serie de caracteres tecnotipológicos en la secuencia del Abri Pataud, que son, a su juicio, un preludio de lo que más tarde se desarrollará con el tecnocomplejo Gravetiense (Pesesse, 2010). Con todo, parece muy difícil resolver esta cuestión a escala Euroasiática –que es como se concibe a estos dos tecnocomplejos– y, además, la evidencia arqueológica, en lo que atañe al Auriñaciense evolucionado, es especialmente escasa. A nivel cantábrico hay un aspecto que se debe resaltar como especialmente interesante, que es la recurrencia de sitios con niveles superpuestos de Auriñaciense evolucionado y Gravetiense. Algunos de los ejemplos más destacados son: La Viña, Aitzbitarte III sector exterior, Morín, Antoliñako Koba o Gatzarria, etc. (Fortea, 1992, 1995; Aguirre, 1998/2000; Sáenz de Buruaga, 1991). Desde esta perspectiva, ¿qué puede aportar un marco regional a una discusión europea? Entendemos que un enfoque regional es más apropiado a la hora de calibrar la naturaleza de las variaciones que se dan entre ambos periodos –contextuales, derivadas de cambios más o menos profundos en las formas de organización económica y social–, y para valorar cuál es el aporte que desde una región determinada se hace a un proceso de cambio y transformaciones de naturaleza mosaico como éste. Pensamos que sólo a partir del conocimiento regional se puede empezar a construir las hipótesis para procesos de cambio que suceden en una escala geográfica mayor. En este trabajo vamos a revisar la información disponible para el final del Auriñaciense desde una perspectiva de tránsito al Gravetiense, cuyas fases más antiguas quedarán amplia-

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mente descritas en otros trabajos de este mismo volumen (Altuna et al. y Arrizabalaga y de la Peña, este este volumen). Mediante la revisión de los conjuntos de Aitzbitarte III, El Otero y Hornos de la Peña, trataremos de discutir la existencia de rupturas y continuidades en el registro arqueológico cantábrico.

2. El final del Auriñaciense Aunque existen grandes dificultades para compartimentar y clasificar de manera concreta las industrias auriñacienses posteriores al Auriñaciense Típico hemos decidido utilizar el término de Auriñaciense evolucionado para clasificar a estos conjuntos. El Auriñaciense evolucionado es un tecnocomplejo que se reconoce en buena parte de Europa, datado entre ca. 32.000 y 28.000 Uncal. BP precede a las fases más antiguas del Gravetiense. Inicialmente se distinguieron variantes para sistematizar las industrias auriñaciense posteriores al Auriñaciense I o Antiguo (Auriñaciense evolucionado, reciente, tardío). En trabajos recientes sobre el Auriñaciense evolucionado del SO francés se ha tratado de identificar distintas facies en su interior, fundamentalmente, a partir de la presencia de distintos sistemas de producción de laminillas (Michel, 2010). En el Cantábrico se ha mantenido en cierta medida la compartimentación clásica de las distintas facies del Auriñaciense posterior al típico (Bernaldo de Quirós, 1982; Corchón, 19841985), pero se han señalado también las dificultades de plantear una compartimentación demasiado taxativa (Barandiarán et al., 1996), siendo de hecho complicado, con las secuencias, dataciones y datos paleoclimáticos disponibles, intentar organizar cronológicamente en fases sucesivas las posibles variaciones observadas en el registro arqueológico. En el Cantábrico y Pirineo oriental ha sido identificado con cierta seguridad en un número limitado de secuencias como Gatzarria, Isturitz, Aitzbitarte III, Antoliñako Koba, El Cuco, El Otero, Cobrantes, Cofresenedo, La Garma A, El Pendo, Morín, El Castillo, Ruso I, Hornos de la Peña o La Viña, especialmente en el sector central del Cantábrico (fig. 1).

Figura 1. Mapa con la localización de los principales yacimientos con niveles atribuidos al Auriñaciense evolucionado y al Gravetiense antiguo.

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Figura 2. Dataciones calibradas de los niveles del Auriñaciense evolucionado de la región cantábrica y Pirineos occidentales.

Las dataciones disponibles son escasas –12 dataciones para 6 niveles–, los resultados, calibrados (Reimer et al., 2009) ofrecen valores situados entre ca. 38 y 30 Ka cal. BP (fig. 2). Sólo las dataciones del nivel Vb de Aitzbitarte III ofrecen valores algo más antiguos que el resto de dataciones disponibles (Altuna et al., 2012). Este marco cronológico coincide plenamente con el del O francés. Sin embargo, estas dataciones son sensiblemente más recientes que las nuevas obtenidas para los niveles 6 y 7 de Abri Pataud (Higham, 2011) 2.1. Aitzbitarte III El yacimiento de Aitzbitarte III se sitúa en el extremo oriental del cantábrico. Fue excavado entre 1994 y el 2002 bajo la dirección de J. Altuna. Los resultados de la excavación en la zona exterior han sido objeto de una publicación monográfica (Altuna et al., 2012) que inlcuye un estudio de la industria lítica y ósea (Ríos-Garaizar, et al., 2012). En esta área se recuperó en el nivel Vb un conjunto atribuido al Auriñaciense evolucionado. Este nivel presentaba algunos problemas tafonómicos que fueron resueltos mediante un análisis detallado de las características tecnológicas y de las secuencias de remontados. Así se separaron del Vb el tramo inferior –Vb inferior– en el que los materiales del Auriñaciense aparecían mezclados con materiales musterienses; y

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el Vb superior con características asimilables a las del nivel Va, atribuido al Gravetiense antiguo (Ríos-Garaizar et al., 2012: 86-91). El conjunto del Vb está compuesto por 1704 restos líticos y 5 útiles óseos. El aprovisionamiento tecnológico se caracteriza por un uso mayoritario de sílex (96%), frente a otras materias primas como lutita, esquisto o arenisca, destacando las variedades de sílex local (< 10 km, Gaintxurisketa), ultra local queda un poco raro, quizas sería más apropiado decir que aparece en el propio sitio (< 1 km, Urgoniano) y cercano (15-40 km, Flysch). El uso de sílex lejano (> 50 km, Urbasa, Salies, Tercis, Treviño) es casi anecdótico. El sílex local se importa bajo el formato de pequeños nódulos, tectofactos y lascas espesas. El resto se importa como útiles configurados, láminas brutas y núcleos. La lutita se gestiona de manera semejante al sílex. El esquisto y la arenisca se introducen como cantos y plaquetas que se usan de manera directa como yunques, percutores, etc. La industria ósea es muy pobre y se limita a punzones y espátulas. Hay asimismo una plaqueta grabada (Garate y Ríos-Garaizar, 2012) La producción laminar es mayoritaria, destaca la importación de láminas de formatos grandes (> 18 mm de anchura) y la fabricación in situ de láminas estrechas (10-16 mm) y laminillas (< 10 mm.) La producción de láminas anchas se organiza a partir de núcleos prismáticos con caras de lascado anchas y relativamente aplanadas (fig. 3: 1), semejante a la descrita para las producciones del Auriñaciense regional (Bon, 2002; Normand, 2002). La producción de laminillas es muy variada y obedece a distintos objetivos de producción. Destacan los núcleos carenados de extracciones paralelas o convergentes y los núcleos de laminillas a partir de buriles de Vachons (Le Brun-Ricalens y Brou, 2003; Normand, 1987; Pesesse y Alexandre, 2006; fig. 3: 1). Son más escasos los núcleos prismáticos sub-piramidales realizados a partir de filos de lascas. La producción de lascas, menos importante, se organiza según esquemas de tipo discoide. El utillaje retocado es muy variado tanto en tipos como en modalidades de gestión. Hay un utillaje de gran tamaño, compuesto por raspadores –en algunos casos carenados– (fig. 3: 34), buriles y láminas Auriñacienses –apuntadas y estranguladas– (fig. 3: 5-6) que se importa ya fabricado al yacimiento. Entre los buriles destacan los buriles diedros (fig. 3: 8), los realizados sobre truncadura, algunos de los cuales presentan características morfotécnicas –truncadura, retoque de paro, paños de buril estrechos– semejantes a las de los buriles de Noailles (fig. 3: 910); además hay buriles espesos nucleiformes entre los que destacan los de tipo Vachons (fig. 3: 1). Es importante también la presencia de láminas con dorsos marginales (fig. 3: 7), de raederas y denticulados –fabricados a partir de desechos de la producción laminar– y especialmente de piezas astilladas (fig. 3: 11), muy abundantes en este nivel. El utillaje fabricado sobre laminilla es relativamente escaso, lo que está probablemente relacionada con un uso en bruto de laminillas y con la exportación de soportes fuera del yacimiento, evidenciada en algunas secuencias de remontados. Destacan las laminillas Dufour –con algunos ejemplares atípicos–, las laminillas de dorso, y las truncadas (fig. 3: 12-14). 2.2. El Otero El Otero es una pequeña cavidad situada en Secadura de Voto en la provincia de Cantabria. Excavada por el Seminario de Prehistoria y Arqueología Sautuola en 1963 (González Echegaray et al., 1966) presenta una estratigrafía con un nivel aziliense, tres magdalenienses, tres auriñacienses y otro de Paleolítico s.l. tras varios niveles estériles. Los materiales recuperados en la secuencia Auriñaciense son escasos y tan sólo el más moderno (nivel 4) aporta una colección lítica con la que es posible realizar un estudio tecno-tipológico. Dicho nivel 4 presenta un total de 307 piezas de las que 96 están retocadas. La casi totalidad están realizadas en sílex, destacando el sílex del Flysch y es muy anecdótica la presencia

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Figura 3. Industria lítica Aitzbitarte III, nivel Vb.

de oligisto o arenisca/ofita, esta última para tres piezas de macroutillaje. La industria ósea, muy pobre, se limita a tres punzones y tres colgantes. En cuanto a la producción lítica, la colección se puede encuadrar dentro de diferentes métodos de obtención de piezas laminares a tenor de la tipometría y morfología, aunque no disponemos en la colección de ningún tipo de núcleo de láminas. No ha sido identificado

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Figura 4. Industria lítica El Otero, nivel 4.

ningún esquema operativo de lascas y las que se encuentran en la colección se pueden inscribir perfectamente en las lascas derivadas de la preparación de núcleos laminares. Una primera familia de soportes corresponde a grandes láminas obtenidas a partir de núcleos prismáticos. Aunque todas están fragmentadas, son soportes de más de cuatro centímetros de anchura y dos centímetros de espesor (fig. 4: 1-2). Una segunda familia de láminas

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son decimétricas (5-10 cm). Son soportes largos, con negativos paralelos, regulares, de perfil rectilíneo o con curvatura en su tercio distal y con talones cuidados. Aunque la mayoría presentan negativos unipolares, algunas de ellas tienen negativos de gestión bipolar que, lejos de corresponder a una explotación bipolar, esto es usando dos planos de percusión opuestos, corresponden a extracciones realizadas desde el fondo del núcleo para controlar el carenado y solventar, como atestiguan algunas piezas, los errores de talla (reflejados) de extracciones previas (fig. 4: 4-9). Una tercera familia estaría compuesta por láminas decimétricas estrechas y que podrían corresponder a núcleos con tabla estrecha, más similares a los de tipo buril, pero de mayor tamaño (fig. 4: 3). La producción de laminillas parece haber sido realizada a partir de dos tipos de concepción. Una serie de laminillas rectilíneas, con negativos paralelos, similares a las hojas que deben corresponder a la reducción tipométrica de los núcleos prismáticos y, por otro lado, laminillas obtenidas a partir de núcleos carenados. Las laminillas suele presentar torsión y restos de una cresta basal del núcleo y, además, son apuntadas. Junto a ellas, otras laminillas extraídas del centro de la tabla que, además de ser también apuntadas, presentan negativos convergentes y morfología apuntada. El conjunto retocado no es muy numeroso y está compuesto, tan solo, por 96 piezas. Tipológicamente se caracteriza por los raspadores, con algún ejemplo carenado, en hocico o en hombrera y las láminas auriñacienses, más de la mitad con raspador en extremo. Los buriles no son muy abundantes y existe alguna truncatura. La presencia de hojitas Dufour es anecdótica con un solo ejemplar atípico. 2.3. Hornos de la Peña La cueva de Hornos de la Peña, conocida por su importante conjunto parietal, está situada en los Corrales de Buelna en la provincia de Cantabria. El yacimiento fue descubierto por H. Alcalde del Río en 1903 dentro de sus prospecciones en busca de arte rupestre por la región. La cueva fue excavada entre 1909-1910 y fue la primera de las patrocinadas por el I.P.H. de París, siendo los responsables de la misma H. Breuil y H. Obermaier (1912). En dicha intervención se descubrieron cinco niveles que van de techo a muro, desde el Neolítico al Musteriense. En este trabajo nos interesa el b, clasificado, según las notas de H. Obermaier como Auriñaciense, y que recientemente y sin explicaciones ha sido dividido en dos al estudiar su fauna (Yravedra, 2010). Nosotros mantenemos la unidad original de la colección lítica. El conjunto lítico está compuesto por 444 piezas de las que 216 están retocadas. A simple vista se puede comprobar una sobrerrepresentación del material retocado en relación con el bruto. Aunque puede ser debido a varios factores, consideramos que en este caso está asociado a la metodología inherente a la fecha de intervención. Sin embargo, si existen numerosos restos de débitage, aunque fracciones como los soportes microlaminares se encuentren ausentes, en este caso por cuestiones metodológicas y de definición de industrias. El débitage está enfocado a la producción laminar y microlaminar, estando ausente una producción específica de lascas. La producción de láminas, pese a no disponer de núcleos, parece ser realizada a partir de soportes paralelepípedos explotados como núcleos prismáticos unipolares. El inicio de la talla comenzaría en la confluencia entre el flanco del núcleo y la tabla mediante la creación de crestas y rectificado mediante semicrestas para controlar el cintrado del núcleo como atestiguan los restos de este tipo de piezas encontradas en la colección. Los soportes obtenidos de esta manera son láminas relativamente espesas, rectilíneas, de negativos paralelos que van redu-

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ciendo su módulo, por lo que cabe pensar que existió una reducción tipométrica de los núcleos según se avanza en la explotación de los mismos. Discernir la producción de laminillas en Hornos de la Peña tiene un hándicap añadido y es que no hay casi laminillas, sobre todo de módulos pequeños, debido a las metodologías y los paradigmas imperantes a principios del siglo XX, según el cual las hojitas no eran características del Auriñaciense. Por tanto, la producción microlaminar ha de inferirse a partir de los negativos de los numerosos núcleos de este tipo de piezas. Básicamente, se buscó una producción de hojitas torsas, en ocasiones con acusada torsión y de tamaño variable a partir de los siguientes métodos: a) Núcleos carenados con negativos de laminillas de más de tres centímetros de longitud. Generaron tablas triangulares o trapezoidales, a partir de muescas laterales, en ocasiones dobles y crestas basales; b) Núcleos buril de tipo Vachons o similar que producirían hojitas de pequeño tamaño, no recuperadas en la excavación, torsas y triangulares y c) Núcleo buril-espeso/carenado. Son núcleos prismáticos unipolares de tabla triangular y de los que se obtienen hojitas con características similares a las ya descritas. El núcleo se configura, en numerosas ocasiones, mediante crestas laterales. El material retocado está dominado por los raspadores, destacando entre ellos los de tipo Auriñaciense. Los buriles son escasos. Destacan también las hojas auriñacienses, algunas con raspador en extremo, las piezas esquirladas y de sustrato. Existe un porcentaje bajo, pero significativo (3,7) de truncaduras.

4. Características tecnotipológicas del Auriñaciense evolucionado cantábrico Los conjuntos presentados, que suponen, junto con La Viña, las evidencias más significativas del Auriñaciense evolucionado cantábrico, muestran algunos elementos comunes y de variabilidad. Entre los elementos comunes hay que destacar la presencia de producciones disociadas de láminas y laminillas, una producción laminar que tiende a buscar soportes anchos, y distintas producciones de laminillas entre las que destacan las obtenidas a partir de núcleos carenados, de núcleos tipo buril y de núcleos prismáticos. Por otro lado, en el caso del utillaje, destaca la presencia de raspadores y de láminas auriñacienses. Pero los elementos de variabilidad son importantes (fig. 5). Destaca la escasez en los conjuntos del cantábrico central de producciones de laminillas a partir de buriles de Vachons o de buriles Busqué. En el caso de Aitzbitarte III la presencia de buriles de Vachons relaciona este conjunto con algunas series de superficie de la zona de Tercis y con conjuntos del SW francés (Normand, 1987). Otros elementos de variabilidad tienen que ver con los utillajes retocados, en varios conjuntos –Aitzbitarte III, Hornos de la Peña y también Gatzarria (Sáenz de Buruaga, 1991)– destaca la abundancia de piezas astilladas y en Aitzbitarte III las laminillas retocadas, las láminas de dorso marginal y los buriles de truncadura –al igual que en el Otero–. Estas diferencias en los utillajes retocados parecen tener que ver con las condiciones de excavación –como en el caso de las laminillas retocadas– o con sesgos funcionales –como ocurre con las piezas astilladas–.

5. Características tecnotipológicos del Gravetiense antiguo Por lo que se refiere al Gravetiense de cronología más antigua en el contexto cantábrico, destacan los sitios de: Aitzbitarte III sector exterior –Vb sup., Va y IV– (Altuna et al., en este volumen; de la Peña, 2011), Alkerdi –Nivel 2– (Cava et al., 2009), Antoliña –Lmbk sup. + Lab–

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Otero

Hornos de la Peña

AitIII Vb

Isturitz

29

73

20

457

57

10

30

6

7

13

7

37

199

39

38

69

28

34

Hojas auriñaciense (+h.a/raspador)

9

18

16

45

5

0

28

3

1

Dorsos

0

1

13

7

6

1

4

3

3

Raspadores Buriles

Laminillas retocadas

Morín 5inf

Pendo Vb

Pendo VI

Ait III Va

Ait III IV

1

1

25

8

10

1

4

6

5

Retoque continuo

20

31

7

210

16

9

27

15

6

Sustratos

15

36

24

64

33

6

57

26

2

Astilladas

1

27

55

23

0

0

0

1

12

Truncatura

3

8

4

25

0

0

0

0

5

Figura 5. Análisis de correspondencia de los distintos niveles con datos tipológicos sensu Sonneville-Bordes del Auriñaciense evolucionado y del Gravetiense antiguo. Se han considerado los grandes grupos tipológicos. La dispersión muestra la amplia variabilidad tipológica de los conjuntos del Auriñaciense evolucionado y cómo, a partir del análisis de grandes grupos, se confunden con los niveles del Gravetiense antiguo.

(Aguirre, 1998/2000 y Aguirre en este volumen) y, probablemente, Zatoya –IIbam– (Barandiarán y Cava, 2001). Otros conjuntos presentan caracteres tecnotipológicos similares pero no han sido datados, como por ejemplo: Mugarduia o Isturitz (Barandiarán y Cava, 2008; Simonet, 2009). Estos conjuntos se caracterizan tecnológicamente por una producción laminar a partir de núcleos prismáticos que busca, a diferencia del periodo anterior, módulos estrechos y alargados. Este tipo de producción se ha detectado en Aitzbitarte III, Alkerdi (Cava et al., 2009) y proba-

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blemente en Zatoya (Barandiarán y Cava, 2001, 2008). Se observan además unas estrategias de mantenimiento de los núcleos que incluyen la corrección de las plataformas de percusión mediante la extracción de tabletas y semitabletas y la corrección de las convexidades laterales mediante crestas unifaciales. Apenas se practica y tiene un sentido de corrección más que de producción sensu stricto. La producción microlaminar pierde peso y en algunos casos se ha documentado la continuidad lámina-laminilla. Tampoco se ha observado una producción de lascas autónoma. Las características tipológicas son asimismo bastante coherentes. El conjunto de Aitzbitarte III –niveles Va y IV– se caracteriza por las piezas astilladas y los buriles –especialmente sobre truncadura y diedros–, así como por las hojas de retoque continuo. En Alkerdi se mantiene esta tónica pero aparecen abundantes piezas de dorso. En Antoliña destacan entre los principales grupos tipológicos los buriles –con abundantes Noailles–, el grupo de sustrato, el utillaje de dorso variado y, de nuevo, las piezas astilladas (Aguirre, 1998/2000). Finalmente, en Zatoya destacan las piezas astilladas, el utillaje de dorso variado –grupo tipológico dominante– junto a raspadores y buriles (Barandiarán y Cava, 2001).

6. Diferencias tecnotipológicas entre el Auriñaciense evolucionado y el Gravetiense antiguo La comparación con los conjuntos del Gravetiense antiguo muestra cambios importantes desde un punto de vista tecnológico y tipológico. Respecto a las materias primas sólo tenemos datos precisos de Aitzbitate III donde se han observado cambios en las estrategias de aprovisionamiento que indican una mayor movilidad (Tarriño, 2012). Sin embargo, la información para otros niveles es menos precisa. Como hemos visto en el Gravetiense, la producción laminar tiende a la búsqueda de módulos cada vez más estrechos y alargados lo que se traduce en diferencias en la gestión volumétrica de los núcleos, especialmente en el tratamiento de las convexidades laterales, siendo muy raros los casos en los que se observan superficies de lascado anchas y aplanadas. La implantación de las técnicas de los núcleos no es significativa sino más bien coyuntural. Tampoco se observan cambios importantes en la preparación de las superficies de percusión o en las técnicas de talla. Respecto a las producciones microlaminares, desaparecen núcleos carenados y Vachons, siendo mucho menor la importancia numérica de las láminas, lo que puede estar relacionado con una menor intensidad en el uso de utillajes compuestos por armaduras microlíticas –domésticos o de caza–. Asimismo, se observa la práctica desaparición de algunos tipos de útiles –raspadores, láminas auriñacienses, raederas y denticulados, utillaje microlaminar– lo que indica cambios en los modos productivos. Por ejemplo, durante el Auriñaciense los raspadores y las láminas auriñacienses están muy relacionadas con el trabajo de la piel (Ortega et al., 2006). Frente a estas diferencias se observan algunos elementos de continuidad, especialmente en la permanencia de algunos tipos muy característicos que aparecen en el Auriñaciense, como las piezas astilladas. En el caso de Aitzbitarte III se observa también la presencia de buriles sobre truncadura morfológicamente semejantes a los buriles de Noailles y de láminas de dorso marginal tanto en el Auriñaciense evolucionado como en el Gravetiense antiguo. La significación de esta continuidad es muy importante porque, especialmente en el caso de los buriles de Noailles, estas serían algunoas de los útiles que definirán el carácter propio del Gravetiense regional. En otros conjuntos como Antoliña hay una notable diferencia entre los dos niveles del

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Joseba Ríos-Garaizar, Paloma de la Peña y José Manuel Maíllo-Fernández

Auriñaciense evolucionado y los dos gravetienses, con un aumento espectacular de los buriles de Noailles y las piezas de dorso en estos últimos.

7. Discusión A partir de los datos aportados en este trabajo podemos plantear una serie de reflexiones relativas a la caracterización del Auriñaciense evolucionado, el inicio del Gravetiense y el paso entre ambos tecnocomplejos. La primera de ellas es que podemos observar una relativa unidad en el Auriñaciense evolucionado regional aunque con diferencias entre los conjuntos nada desdeñables. Éstas pueden tener un origen polimórfico: año de excavación, diferentes técnicas de campo, funcionalidad del yacimiento, uso de diferentes materias primas o, como ya se ha apuntado, motivos culturales (Cabrera et al., 2004). En cualquier caso, y con los estudios tan heterodoxos que existen sobre el Auriñaciense evolucionado cantábrico, es una cuestión que permanece abierta a la espera de una sistematización y homogeneización de las colecciones disponibles. La siguiente reflexión es relativa al paso entre el Auriñaciense y el Gravetiense y la naturaleza del mismo. Hay que destacar en este punto la antigüedad de algunos de los conjuntos atribuidos al Gravetiense más antiguo, especialmente Aitzbitarte III, con fechas superiores a 28.000 BP para el nivel Va (Altuna et al. en este volumen), que lo sitúan en una cronología semejante a la del Gravetiense más antiguo de área danubiana por donde, para los defensores del origen extra europeo de este tecnocomplejo, se produciría la llegada a Europa occidental. Por otro lado a partir de los estudios realizados por nosotros, especialmente centrados en la secuencia de Aitzitarte III, hemos podido observar que existen algunos elementos de continuidad entre ambos periodos, como el papel de las piezas astilladas en ambos tecnocomplejos, la incipiente y progresiva aparición de los buriles sobre truncadura similares a los Noailles o la continuidad en el uso de hojas con retoque marginal. En dirección opuesta, también las divergencias entre ambos tecnocomplejos son significativas, especialmente las podemos basar en la gestión de las materias primas y en los sistemas de producción laminar. Estas diferencias y continuidades entre el Auriñacinese evolucionado y el Gravetiense están sugiriendo que si bien se están produciendo transformaciones importantes de orden tecnológico, que deben ser interpretadas como el reflejo de transformaciones más amplias de naturaleza socioeconómica y cultural, no existen elementos para defender una ruptura neta entre ambos tecnocomplejos. A modo de conclusión, consideramos que los rasgos de continuidad encontrados entre el Auriñaciense evolucionado y el inicio del Gravetiense, unido a la evidente antigüedad del Gravetiense regional, nos ayudan a configurar un carácter específico del Gravetiense en el Pirineo occidental y en el Cantábrico y nos abocan a revisar detenidamente la hipótesis de un origen múltiple para el Gravetiense en nuestro continente.

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