El entendimiento de las técnicas bélicas medievales a través de los restos arqueológicos. V Jornadas de Jóvenes Investigadores de la Universidad de Alcalá. 1, 2, 3 de diciembre de 2014

October 12, 2017 | Autor: Mario Ramírez Galán | Categoría: Medieval History, Medieval Archaeology, Conflict Archaeology, Battlefield Archaeology, Medieval Conflicts
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EL ENTENDIMIENTO DE LAS TÉCNICAS BÉLICAS MEDIEVALES A TRAVÉS DE LOS RESTOS ARQUEOLÓGICOS Mario Ramírez Galán1 1

Dpto. Historia y Filosofía. Universidad de Alcalá [email protected]

Resumen: La arqueología de campos de batalla es un campo de estudio relativamente nuevo en nuestro país, así como las posibilidades que brindan al estudio de todo lo referente a la historia militar. En este artículo mostramos una de las aplicaciones de esta área de la arqueología, concretamente cómo comprender de una manera mucho más clara las técnicas utilizadas en la Edad Media, en concreto las que tienen que ver con la caballería medieval. Para ello, usamos como caso de estudio el campo de batalla de Las Navas de Tolosa, una de las más célebres batallas acaecidas en nuestro país.

1.- Introducción La Edad Media, y su historia militar, han estado acompañadas de una serie de tópicos durante mucho tiempo, y aún en la actualidad se observan pervivencias de esos clichés referentes a este campo de investigación. Estos errores conceptuales, los cuales vamos a desarrollar a continuación, son: la ausencia de táctica en el medievo, la batalla como acción bélica y el desconocimiento del término táctica y del término estrategia. El periodo medieval ha sido considerado como una época oscura, en el cual se producía un retroceso desde un punto de vista cultural respecto a lo había significado la Antigüedad Clásica. Esta visión negativa de la Edad Media, a nuestro modo de ver, influyó también en el ámbito militar de este periodo de la historia, llegando a afirmarse, como muy bien recoge García Fitz (1998: 383), que había una carencia de tácticas militares en ese momento de la historia. Este autor recoge un buen ejemplo de esa perspectiva que se tenía del mundo medieval, según él, Delbrück (1982: 233 y 276 en García Fitz F. 1998: 383) defendía que: “…el éxito en los enfrentamientos campales no llegaba, como en el caso de las legiones romanas, gracias al estricto mantenimiento de las formaciones, a la realización de maniobras inteligentes y a la fuerza cohesionada de unidades disciplinadas y tácticamente entrenadas, sino por la habilidad personales y el coraje de los individuos, elementos que podían ser reforzados por la propia capacidad técnica de las armas.”

A nuestro modo de ver es un enfoque erróneo y muy simplista, ya que el estudio de la documentación referente a las distintas batallas y a las propias formaciones de las unidades que componían el ejército dan claras muestras de la existencia de unas tácticas militares durante el medievo. Como señala Álvaro Soler del Campo: “…Los ejércitos podían pararse sobre el terreno adoptando teóricamente diversas disposiciones (II Partida, Título XXIII, Ley 16): en filas paralelas (haces), en círculo (muelas), en cuña, en tropel o grupos de hombres independientemente de su número y distribución, o en muro, cuando se ponían unos junto a otros formando un cuadrado. Junto con ellos también era importante la cerca o recinto que protegía al rey.” (Soler del Campo A. 1995: 138) Hay que señalar que las formaciones mencionadas son específicas para las dos unidades que componían el ejército medieval, es decir, caballería y peones. Los haces, la cuña y el tropel son sistemas tácticos aplicados a la caballería medieval, mientras que las muelas, el muro y la cerca eran usados en la batalla por las unidades de infantería. A través de esta información se comprueba perfectamente la existencia de un pensamiento táctico medieval, el cual se ampliará en el apartado siguiente cuando desarrollemos en detalle la forma de combate de la caballería cristiana y de la caballería musulmana. El segundo de los errores que mencionamos al inicio del epígrafe hacía referencia a la batalla campal en la Edad Media. Cuando hablamos de este periodo de la historia en relación a la guerra, se tiende a relacionar siempre con la batalla en campo abierto. Este error es con toda seguridad ocasionado por la magnificación de esta acción bélica por parte de las fuentes documentales, pero la realidad es bien distinta, ya que es la última opción desde un punto de vista estratégico, y predominaban otra serie de acciones militares durante el periodo medieval. Lo hemos podido comprobar durante la consulta de la documentación bibliográfica referente a enfrentamientos armados medievales en el centro peninsular, concretamente, Madrid y Castilla-La Mancha. En este momento de la historia lo que predomina no es la batalla, sino las incursiones y los asedios, con un total de 44 cercos frente a 11 campos de batalla. Todo ellos queda reflejado en la imagen adjunta, en la cual mostramos un mapa de dispersión de las ubicaciones de los distintos hechos de armas. En él se observa perfectamente el claro predominio de esas incursiones. Como señala García Fitz (1998: 290): “…si el objetivo fundamental de los líderes políticos cristianos peninsulares de la Plena Edad Media era la ampliación del territorio dominado a costa de sus vecinos musulmanes, cualquiera que fuera el ropaje con el que se revistiera esta pretensión, el planteamiento estratégico global debía pasar, necesariamente, por el control directo del espacio, lo que se traducía en el dominio de los puntos fortificados, ya fuera mediante la transacción política, ya mediante el uso sistemático de la fuerza, empleada esta última directamente en

acciones de conquista -cercos- o en acciones de desgate –cabalgadas-, ya mediante una combinación de estos tres factores.”

Figura 1. Mapa de dispersión de posibles yacimientos en función de su tipología durante toda la Edad Media en Madrid y Castilla-La Mancha. Elaboración propia.

Finalmente, el último de los errores conceptuales tiene que ver con la táctica y la estrategia. Se suele usar indistintamente ambos términos como si significaran lo mismo, siendo un fallo no exclusivo de la historia militar medieval, sino de la historia militar en general. Por este motivo, creemos necesario aclararlo para poder comprender correctamente todo lo que explicaremos en líneas sucesivas referidas a la caballería. Según Bulow (1799 en Almirante J. 1869: 456): “…El arte de la guerra tiene dos ramas: la estrategia y la táctica.-La primera es la ciencia del movimiento de dos ejércitos fuera del círculo visual. Comprende todas las operaciones de la guerra; es la parte de la ciencia, cuyas combinaciones se encadenan con las de la política y la administración.” Mientras que la táctica, en palabras de Vial (1861: 27 en Almirante J. 1869: 1029): “…es la ciencia de las maniobras.” Tal y como se puede observar en ambas definiciones, son dos términos totalmente diferentes, y el uso de ambos como un solo significado es un error claramente conceptual.

2.- Técnicas bélicas de la caballería medieval El objeto de nuestro estudio en este trabajo han las tácticas de la caballería medieval en España, tanto cristianas como musulmanas, ya que son modelo totalmente antagónicos permitiéndonos una buena comparativa.

La caballería cristiana es lo que se conoce como una caballería pesada, cuyos jinetes portaban un completo equipo, compuesto por yelmo, escudo, loriga, espada y lanza. Los caballeros cristianos se disponían, habitualmente, en formaciones denominadas haces (García Fitz, F. 1998: 385), según dicho autor: “…el frente de los jinetes alineados unos junto a otros con varias filas de profundidad, que permitía abarcar un espacio ancho de terreno y realizar la carga con cierto grado de coordinación de movimiento y en oleadas sucesivas. (García Fitz, F. 1998: 385) Eran unidades muy compactas que basaban su forma de combatir en la potencia de choque, en el impacto de la carga, la cual se realizaba de la siguiente manera: los caballeros iniciaban el movimiento e iban incrementando el paso del caballo progresivamente, de tal manera que en el momento en el que impactaban el animal había adquirido la máxima velocidad, y por ende mayor potencia. Una carga se consideraba exitosa si conseguía atravesar las filas enemigas. (Vara Thorbeck C. 1999, 243 y 244) Para poder llevar a cabo esta táctica bélica, los caballeros debían tener una silla de montar con unas características específicas, concretamente nos referimos a las que tienen que ver con los arzones y los estribos, los cuales tenían que ser altos y largos respectivamente. De este modo el caballero ganaba una mayor estabilidad, ideal para esa forma de combate. A esta forma de montar se la conoce como a la brida. (López Payer M. G. y Rosado Llamas Mª D. 2002: 145, Vara Thorbeck C. 1999, 234) El ejército musulmán usaba la caballería de una manera totalmente opuesta a la que acabamos de desarrollar, habida cuenta que hablamos de una caballería ligera como rasgo diferenciador respecto al ejército cristiano, aunque es cierto que si contaban con caballería pesada. Esta unidades realizaban una maniobra conocida como tornafuye o torna fuga, la cual, como explica Carlos Vara Thorbeck (1999: 246), consistía en “…desordenar las formaciones cerradas. Si esto no lo conseguían, se detenían en tropeles, desordenadamente. Entonces los caballeros cristianos poco avezados podían intentar una espolonada contra sus oponentes, lo que permitía al resto de los moros dispersos, herirles por la espalda o por el costado. En otras ocasiones iniciaban una aparente huida y, cuando la caballería cristiana intentaba el alcance, rompiendo su formación, los moros se volvían con tanta fuerza y bravura como si nunca hubiesen comenzado a huir.” La forma de combatir de estos jinetes se basa en la maniobrabilidad, ya que requiere de continuos movimientos, los cuales deben realizarse de forma rápida para que sean efectivos. Al igual que ocurría con las sillas de montar cristianas, ellos también necesitan que posean unas características concretas que se adapten a su modo de combate. A diferencia del otro modelo, el musulmán tenía unos arzones mucho más bajos y unos estribos cortos, de tal manera que el jinete situaba sus piernas en un ángulo de 90

grados, adquiriendo mayor maniobrabilidad y velocidad. A esta forma de montar se la conoce como a la jineta. (López Payer M. G. y Rosado Llamas Mª D. 2002: 145, Vara Thorbeck C. 1999, 235) 3.- Las técnicas bélicas a través de la arqueología: el caso de Las Navas de Tolosa En el año 1983 (Scott D. D y otros 1989), a raíz del incendio que sufrió el campo de batalla de Little Bighorn, surge un campo de la arqueología denominado como arqueología de campos de batalla, siendo el primero en el que se aplica una metodología de trabajo moderna. (Quesada Sanz F. 2008: 22). Es esta área de trabajo la que nos permite obtener información referente a los hechos bélicos acaecidos a lo largo de la historia, yendo más allá de meros estudios tipológicos de armamento, ya que a través de la arqueología de campos de batalla podemos “reconstruir” las batallas, corregir o corroborar las fuentes escritas, o añadir información adicional a lo que estas nos narran. Este campo de la arqueología no está fuertemente instaurado en nuestro país, y mucho menos si hablamos de campos de batalla medievales. Contamos únicamente con dos casos: Las Navas de Tolosa (1212) y Alarcos (1195). Aunque el segundo caso es peculiar, ya que los restos materiales pertenecientes al contexto de batalla no fueron localizados en el propio campo de batalla, sino en una fosa en el castillo. Nosotros hemos optado por la batalla de 1212 porque, de los dos, es el único que si ha recibido un tratamiento arqueológico en el lugar del enfrentamiento. Este lugar fue prospectado en el año 1999 por López Payer y su equipo, llevando a cabo una prospección superficial del terreno, la cual reportó una serie de restos materiales. Las zonas donde se realizaron dichos trabajos fueron:  Castro Ferral  Mesa del Rey  Las Américas  Los Olivares  Las Viñas Los materiales que aparecieron fueron de distinta índole: restos de armamento (puntas de flecha), restos asociados al uso del caballo (clavos y herraduras), una pequeña placa con simbología árabe y un fragmento cerámico con signos islámicos.

De todos ellos, a nosotros nos interesan para nuestro estudio las herraduras, ya que son las que nos van a dar la información que estamos buscando para entender estas técnicas de caballería.

Castro Ferral Las Viñas Mesa del Rey Las Américas y Los Olivares

Figura 2. Modelo digital con las zonas de prospección y las herraduras localizadas en cada una de ellas. Elaboración propia. Las imágenes de las herraduras se han tomado de López Payer y otros 2002: 179-181

Las herraduras halladas fueron categorizadas por los arqueólogos en dos grupos en función de sus dimensiones: unas de mayor tamaño (cristianas) y otras de menor (musulmanas) (López Payer y otros 2002: 181). Las medidas que presentan nos aportan datos relativos a la montura de los caballeros en cuanto a alzada y a peso. De este modo las herraduras más grandes nos hablan de un animal de mayor tamaño, y por norma de mayor peso. Estaríamos ante un caballo de gran potencia física y de gran fortaleza, capaz de acarrear una mayor cantidad de carga. Todos estos datos que obtenemos se pueden relacionar directamente con la forma de combatir de la caballería pesada. Por su parte, las herraduras más pequeñas hacen referencia a un caballo mucho más pequeño y liviano, y por ende más ágil, ideal para unas maniobras de movimiento constante como eran las utilizadas por los musulmanes. Hablamos por tanto de dos razas de caballo completamente opuestas, viendo como su elección era pensada en función de la utilidad que se le fuera a dar al animal en el contexto de la batalla.

4.- Conclusiones Este trabajo es importante por dos elementos: el primero de ellos el conocimiento de las técnicas bélicas a través de la arqueología, y el segundo, por la importancia de todo el registro arqueológico. Nosotros llegamos a la conclusión de relacionar las herraduras con las tácticas de caballería a raíz de un trabajo de investigación previo y de la consulta de los resultados de la prospección de 1999 (López Payer M. G. y otros 2002) que tuvo lugar en el campo de batalla de Las Navas de Tolosa. Ellos mismos ya relacionan en ese trabajo las herraduras con un bando y otro, pero no aportaron más datos, ni en qué se basaban para ello. La problemática de nuestra hipótesis radicaba en la inexistencia de trabajos arqueológicos en España referidos a batallas medievales entre cristianos y musulmanes. Ante esta situación trabajamos sobre la información arqueológica de la batalla de Alarcos, puesto que en las excavaciones arqueológicas se localizaron herraduras pertenecientes al contexto de batalla. Nos pusimos en contacto con el Director de las excavaciones del yacimiento, Dr. D. Antonio de Juan, quien nos ha ayudado en otras investigaciones y a quien le agradecemos su colaboración. Él nos dijo que las herraduras de Alarcos tenían la misma adscripción cultural que en Las Navas de Tolosa, es decir, las más grandes tienen un contexto cristiano mientras que las pequeñas son de origen islámico. Todos estos datos fueron corroborados, más si cabe, con la localización posterior de otro trabajo de López Payer y Rosado Llamas, donde ellos ya apuntan la relación entre las herraduras y los caballos. (López Payer M. G y Rosado Llamas Mª D. 2002: 146) Para finalizar este trabajo nos permite mostrar la importancia de todo el registro arqueológico, ya que en otro contexto, y con total seguridad, las herraduras serían relegadas a un segundo plano en detrimento de otros materiales más llamativos. Esto sería un error porque ha quedado patente la riqueza de datos que nos han facilitado para poder elaborar este trabajo.

5.- Bibliografía ALVIRA CABRER, Martín: Guerra e ideología en la España medieval: cultura y actitudes históricas ante el giro de principios del siglo XIII: batallas de Las Navas de Tolosa (1212) y Muret (1213). Universidad Complutense, 2003. CONTAMINE, Philippe: La guerra en la Edad Media. Labor, 1984. EIROA RODRÍGUEZ, Jorge A.: Antigüedades medievales. Real Academia de la Historia, 2006.

GARCÍA FITZ, Francisco: Castilla y León frente al Islam. Estrategias de expansión y tácticas militares (siglos XI-XIII). Universidad de Sevilla, 1998. GARCÍA FITZ, Francisco: Relaciones políticas y guerra. La experiencia castellanoleonesa frente al Islam. Siglos XI-XIII. Universidad de Sevilla, 2002. IZQUIERO BENITO, Ricardo y RUIZ GÓMEZ, Francisco (Coord.): Alarcos 1195. Actas del congreso internacional conmemorativo del VIII centenario de la batalla de Alarcos. Servicio de Publicaciones de la Universidad de Castilla-La Mancha, 1996. LÓPEZ PAYER, Manuel Gabriel y otros: “Prospección arqueológica superficial en la zona de desarrollo de la batalla de las Navas de Tolosa (Santa Elena, Jaén)”, Anuario arqueológico de Andalucía 1999, 2, 176-182 pp., 2002. LÓPEZ PAYER, Manuel Gabriel y ROSADO LLAMAS, María Dolores: La Batalla de Las Navas de Tolosa. Almena, 2002. SCOTT, Douglas D. y otros: Archaeological Perspectives on the Battle of the Little Bighorn. University of Oklahoma Press, 1989. SOLER DEL CAMPO, Álvaro: La evolución del armamento medieval en el Reino Castellano-Leonés y Al-Andalus (siglos XII-XIV). Servicio de Publicaciones del E. M. E., 1993. SOLER DEL CAMPO, Álvaro: “Guerra y armamento hacia 1200 d. C”, en: ZOZAYA, Juan (Ed.): Alarcos: el fiel de la balanza. Toledo: Servicio de Publicaciones de la Junta de Comunidades de Castilla-La Mancha, 129-146 pp., 1995. VARA THORBECK, Carlos: El Lunes de Las Navas. Universidad de Jaén, 1999. ZOZAYA, Juan (Ed.): Alarcos: el fiel de la balanza. Servicio de Publicaciones de la Junta de Comunidades de Castilla-La Mancha, 1995.

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