EL DESARROLLO DE CAPACIDADES COMUNICATIVAS EN LA ADAPTACIÓN A ESPAÑA DE UN PROGRAMA DE DESARROLLO DE LAS COMPETENCIAS FAMILIARES (SFP-PCF)

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Descripción

EL DESARROLLO DE CAPACIDADES COMUNICATIVAS EN LA ADAPTACIÓN A ESPAÑA DE UN PROGRAMA DE DESARROLLO DE LAS COMPETENCIAS FAMILIARES (SFP-PCF) Carmen Orte, Lluís Ballester, Carmen Touza y Cristina Fernández Universidad de las Islas Baleares

INTRODUCCIÓN

El presente trabajo se centra en el modelo desarrollado por el equipo de la profesora Karol Kumpfer (SFP). El programa de competencias parentales que se ha implementado y evaluado (PCF1), es uno de los más eficaces para inducir cambios familiares tal como se ha mostrado en las pruebas realizadas en EE UU y otros paises2, Los objetivos del programa que se presenta se basan en una intervención preventiva centrada en toda la familia combinando tres cursos diferentes de 14 sesiones semanale de 2-3 horas, desarrolladas a partir de tres grupos (uno de hijos, otro de padres y después otro familiar) con sus respetivos programas de trabajo propios: 1) Un programa de formación parental. 2) Un programa de formación de los hijos. 3) Un programa de formación de competencias familiares, en el que participaran padres e hijos a la vez. Este es el planteamiento del programa (SFP) que se adapta y se evalúa a partir de la investigación que a continuación se presenta. Con el equipo de la profesora Karol Kumpfer de la Universidad de Utah, se ha establecido un acuerdo de colaboración (UIB-Universidad de Utah) para la formación, la adaptación del programa, su evaluación y posterior divulgación. Compartiendo muchos de los presupuestos asumidos en modelos anteriores, Kumpfer y sus colaboradores han desarrollado un programa de competencias familiares con un eje central claramente educativo (Kumpfer, 1999; Kumpfer, 2002). Este modelo representa, según indican sus propios autores, un claro dis-

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En la versión española se le ha denominado «Programa de Competencias Familiares» (PCF). A partir de ahora, en la comunicación, se le denominará así a la versión española y SFP (Strengthening Families Program) a la americana. 2 Entre ellos en España por nuestro equipo de la UIB.

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tanciamiento de los enfoques familiares tradicionales, al considerar a la familia como la unidad básica de promoción de un funcionamiento sano de todos sus miembros y como el determinante crucial de la recuperación y de la salud, en el sentido más amplio. Por esta razón, en vez de fijar su atención en los aspectos disfuncionales de la familia, se orienta desde el principio hacia los elementos sanos de la comunicación familiar en la solución de problemas cotidianos. Se asume que cada uno de sus miembros puede realizar los mejores esfuerzos a su disposición para hacer frente a las posibles situaciones de tensión. Asimismo, se reconoce que, en situaciones de riesgo, tal tensión puede erosionar la eficacia de la familia, de forma que sus miembros pueden necesitar una capacidad de resolución de problemas superior a la «normal» para mantener su propia salud y salvaguardar la del conjunto de la familia. El modelo pone su énfasis principal en la capacidad de resolución de problemas de la familia, entendida como unidad, considerando la comunicación como uno de los factores fundamentales, aunque no el único. Es por ello, por lo que el objetivo principal de la formación en competencias familiares va más allá de la mera recomendación de recetas para hacer frente a los problemas. Junto a esta meta legítima, se persigue aumentar al máximo posible las capacidades de cada miembro de la unidad familiar, todo ello desde un enfoque familiar integrado. Los objetivos de las sesiones formativas son muy diversos:

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a. Mejorar las relaciones familiares Mejorar la comunicación familiar. Aumentar el tiempo que pasan juntos padres e hijos. Aumentar la empatía de los padres hacia los hijos. Aumentar la planificación y organización familiar. b. Incrementar la capacidad parental Aumentar la atención positiva y el elogio. Aumentar la autoestima de los hijos. Reducir el castigo físico. Aumentar la disciplina eficaz. Aumentar la obediencia filial. Disminuir la agresividad y los problemas conductuales de los hijos. Incrementar el conocimiento de los padres respecto a una educación adecuada, supervisión, habilidades relacionales, riesgo de alcoholismo y toxicomanías y factores protectivos, así como expectativas apropiadas de desarrollo, y mejorar significativamente las habilidades parentales y relacionales.

c. Incrementar las habilidades de los hijos – Mejorar las habilidades comunicativas. – Mejorar la capacidad de resistencia al grupo paritario. – Aumentar la capacidad de reconocer sentimientos.

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Mejorar el conocimiento sobre alcohol y drogas. Mejorar las habilidades para manejarse con el enfado y la crítica. Reducir las intenciones y el consumo futuros de alcohol y drogas. Reducir el consumo infantil de alcohol, tabaco y otras drogas, intenciones de consumo y otros problemas fundamentales de conducta, como delincuencia, embarazo adolescente, sida, fracaso escolar e inadaptación social. – Reducir otros factores intermedios de riesgo infantil (como problemas conductuales, sociales, emocionales y escolares) y mejorar los factores de protección (como habilidad para enfrentarse a problemas, habilidades comunicativas, sociales y académicas) mediante la mejora de las relaciones familiares y la capacidad parental y de supervisión.

1. MÉTODO

Como en toda aproximación basada en el desarrollo de competencias, la intervención se basa en la evaluación pormenorizada de los aspectos implicados en las conductas que se quieren mejorar. Claro está que, en esta ocasión, el sujeto de la intervención va a ser la familia como unidad de solución de problemas. Por ello el análisis a realizar trata de evaluar cómo la familia en su conjunto se ajusta como sistema, así como el conjunto de los factores individuales de los hijos y padres que influyen en sus diversas capacidades. En este sentido, se dan claras coincidencias con los abordajes sistémicos. El análisis, que constituye un factor esencial del programa (PCF) al posibilitar flexibilizar las intervenciones a cada caso particular, comprende diferentes fases: 1) Evaluación individual de cada miembro de la familia para establecer los recursos, déficits, metas, expectativas, actitudes, sentimientos e intercambios con el resto de la familia. 2) Evaluación de las interrelaciones entre los diferentes miembros de la familia. 3) Evaluar la capacidad de resolución de problemas de la familia, utilizando dos fuentes de información: los informes de cada uno de los miembros sobre sí mismo y los informes cruzados sobre el resto de miembros de la familia. Las variables consideradas, evaluadas a partir de diversos instrumentos citados en otro trabajo en este mismo congreso, son las siguientes: PADRES-FAMILIA Parentalidad positiva Implicación parental Castigo físico Habilidades parentales

HIJOS E HIJAS Agresividad manifiesta y encubierta Problemas de concentración Conducta delictiva Escala de delincuencia

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Organización familiar Cohesión familiar Comunicación Supervisión parental Eficacia parental y autoestima Consumo de alcohol y drogas por los hijos e hijas Consumo de alcohol y drogas por los padres o madres Conflicto familiar Las fuerzas de la familia/resiliencia Depresión en padres y madres Agresividad manifiesta y encubierta Evaluación conocimientos del PCF (padres)

Depresión Hiperactividad Impulsividad Timidez Habilidades sociales Rendimiento y calificaciones escolares Apego a la escuela Tiempo que pasan juntos padres e hijos Obediencia Conocimientos sobre alcohol y drogas Evaluación conocimientos del PCF (hijos e hijas)

La fase de evaluación no termina con la recogida de datos en pre-test o post-test3, sino que continúa a lo largo de todo el proceso formativo (las 14 sesiones, así como los posibles refuerzos posteriores), con objeto de introducir los ajustes que se consideran necesarios. El formador, mediante la revisión de las tareas para casa, el registro del comportamiento de los familiares (padres e hijos) durante las sesiones formativas y la realización de nuevas evaluaciones periódicas de seguimiento, tiene una retroalimentación constante de los progresos que se van realizando. La duración del programa es de 14 semanas, pero los refuerzos y seguimientos dependerán de la rapidez de cada familia en conseguir las metas planteadas, aunque el esquema utilizado usualmente supone una sesión semanal de alrededor de dos hora o tres horas durante 14 semanas. El papel de los formadores (2 por sesión y grupo) consiste principalmente en coordinar, guiar, promover las actividades y atender a los procesos personales, aunque a veces, si las necesidades lo requieren, tenga que intervenir más activamente. Las sesiones, que irán siguiendo las áreas de contenido que hemos indicado en el repertorio de objetivos, se asientan básicamente sobre la enseñanza a la familia de la resolución eficaz de los problemas y utilizan siempre una estructura común, prestándose la misma atención al proceso seguido en las sesiones como al contenido. Centrándonos en los aprendizajes de capacidades comunicativas, este módulo del programa se incluye con el objetivo de disminuir la tensión en el clima familiar y mejorar la capacidad de resolución de los problemas. Además, como objetivo último se pretende que, si la familia es capaz de comunicarse de un modo adecuado, resultará más satisfactoria la convivencia y más probable la

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El diseño experimental también ha sido presentado en otro trabajo en este mismo congreso.

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mejora de la dinámica familiar. Las técnicas empleadas son las que se utilizan habitualmente en el entrenamiento de habilidades interpersonales en dinámicas de grupo, entre las que se incluyen: 1. Ofrecer razones acerca de la competencia que se va a aprender y explicar los pasos de que se compone. 2. Ensayo de conducta, mediante juegos y situaciones adaptadas a los hijos, en sus diferentes edades, así como a los padres. 3. Feedback constructivo y modelado por parte de los formadores. 4. Práctica reiterada a lo largo de las diversas sesiones y feedback padres-hijos e hijos-padres. 5. Tareas para casa para ensayar lo aprendido y generalizado. El formador puede utilizar el modelado, tratando en este caso de que sean otros miembros de los grupos los que hagan de modelos, siempre que sea posible. Con estos procedimientos, se entrena a las familias en cuatro diversas habilidades, entre las que destacan: 1. 2. 3. 4. 5.

Expresión de sentimientos positivos. Hacer peticiones de modo positivo. Expresión de sentimientos negativos. Expresión eficaz entre los miembros de la familia. Escucha activa.

Se insiste más o menos en cada una de ellas, en función de los recursos y déficits evaluados y se trabaja siguiendo las cinco opciones expuestas. Se empieza por los aspectos más positivos, tratando de crear un clima de reforzamiento y de reconocimiento mutuo entre los miembros de la familia. Una vez que este clima se ha conseguido, se aborda el tema más delicado de la expresión de sentimientos desagradables, para conseguir que se haga de una forma constructiva que no genere resentimientos y hostilidad que dificulten el alcance de los objetivos planteados. Por último se trabaja la escucha activa, habilidad compleja pero de importancia crucial en el diálogo y la discusión, y, por tanto, en los procesos de solución de problemas, de los que se ocupa el siguiente módulo. Para la solución de problemas el formador trabaja sobre las habilidades de comunicación aprendidas y dominadas por los familiares (padres e hijos) siguiendo los siguientes pasos: 1. Identificación del problema. 2. Enumerar y apuntar el proceso de aparición, así como todas las soluciones posibles. 3. Analizar y evaluar las ventajas y desventajas de cada una de las soluciones. 4. Elegir la(s) mejor(es) solución(es).

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5. Planificar cómo llevar a cabo la solución elegida. 6. Revisar el proceso y reforzar todos los esfuerzos realizados. Las familias son animadas por los formadores a utilizar esta estructura en la solución de problemas.

1.1. PARTICIPANTES Para probar la eficacia de este programa, se diseñó un estudio controlado con un grupo de 73 participantes, de los cuales 23 de ellos son asignados a los dos grupos de tratamiento (11 primer grupo; 12 segundo grupo) y 50 a los grupos de control: 10 en cada una de las tres sedes de los controles4, en dos ciclos temporales que cubren de forma paralela las pruebas en Palma. En ambas condiciones los participantes eran familias en las que al menos un miembro se encontraba completando el proceso de rehabilitación en Proyecto Hombre.

1.2. INSTRUMENTOS Y PROCEDIMIENTO Los instrumentos y procedimientos de evaluación han sido presentados en otra comunicación en este mismo congreso.

2. RESULTADOS

En cuanto a la mejora de la capacidad comunicativa que se evaluó de formas diversas, se observó que los participantes mejoraron en todas las variables comunicativas observadas. También se apreció una ventaja en la capacidad de resolución de problemas y en la evaluación de las actividades de ocio y relaciones familiares medidos a través de autoinformes. El nivel de satisfacción de los familiares fue paralelo a sus resultados, siendo muy valorados los aprendizajes realizados, así como el proceso vivido a lo largo de las 14 sesiones realizadas. Todos los miembros de las familias participantes se beneficiaron de las sesiones formativas. Entre ellos se aprecio una reducción significativa en el malestar que experimentaban en relación a las dificultades personales y sociales, así como en relación a las carencias observadas en el pretest.

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Sevilla.

Tres centros de Proyecto Hombre del Estado: Centros de Alicante, Córdoba y

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3. CONCLUSIONES

Todos los resultados señalados demuestran la eficacia de este programa en su formato actual. El análisis detenido de diferentes factores que pueden haber llevado a este resultado, hace a los autores descartar la posibilidad de que se hayan debido a sesgos en la asignación de los sujetos a las diferentes condiciones, a los procesos previos seguidos en Proyecto Hombre, al impacto de acontecimientos vitales, a la actitud de diferentes formadores o a otros factores no considerados en las evaluaciones. Probablemente, la eficacia superior de este enfoque familiar reside en los componentes integrales del programa familiar: la educación y el entrenamiento en comunicación y resolución de problemas en contextos familiares, con aplicaciones reales evaluadas mediantes seguimientos puntuales. En este sentido, Kumpfer (1999) señala la capacidad de los programas familiares en reducir el clima familiar negativo entre los padres e hijos en situaciones de riesgo. Esta reducción supone un cambio desde las interacciones negativas de crítica inadecuada, culpabilización y negligencia, hacia conductas centradas en los problemas y afectivamente más positivas. Queda por averiguar la secuencia de este fenómeno, es decir, si la solución eficaz de los problemas precede a una disminución del clima afectivo negativo o la pauta es a la inversa. Un análisis secuencial de la interacción, actualmente en proceso, permitira dar respuesta a esta y otras cuestiones relevantes.

REFERENCIAS

KUMPFER, K.L. (1999). Strengthening America’s families: Exemplary parenting and family strategies for delinquency prevention. Washington: U.S. Department of Justice (Office of Juvenile Justice and delinquency Prevention). —— et al., (2002). Cultural issues in universal family-based prevention interventions. (Draft evaluation of the Strengthening Families Program). University of Utah and Center for Substance Abuse Prevention.

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