EL DEBATE POR LA MARIGUANA (Artículo de opinión)

August 17, 2017 | Autor: P. Gonzalez Olachea | Categoría: Criminologia, Drogas, Política De Drogas, Politicas Publicas En Materia De Drogas
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Descripción

EL DEBATE POR LA MARIGUANA ¿REALMENTE DEBE SER POR LA MARIGUANA? Pablo González Olachea Hace unos días comentaba este asunto con mi buen amigo Juan Antonio quien me manifestaba su preocupación ante la ‘inminente’ legalización de la mariguana en nuestro país, México. Y no es que tengamos tal certeza, su opinión, y coincido, es que todo parece indicar que para allá vamos. Tal vez no esté tan errado en su apreciación, también hace algunos días presencié en una entrevista de televisión la opinión ‘resignada’ de un distinguido diputado priista, ¿o sería senador?, que le decía a su entrevistador que su posición no es la de apoyar la legalización, pero con un gesto que sugería algo así como ‘… pero yo qué puedo hacer ante la mayoría…’ Debo reconocer que no me gustó su ‘derrotista’ manifestación, o… ¡caramba! ¿Ya se estará cocinando algo y nosotros acá de ingenuos? Antes de cualquier especulación hay que tratar de ser objetivos. En los Estados Unidos, país tradicionalmente consumidor, poco a poco irán incorporándose estados que autoricen el uso recreativo de la mariguana, así que llegará el momento en que dejarán de ‘calificar’ a México en sus esfuerzos contra el narcotráfico, o al menos relajarán las presiones en ese sentido. La principal razón es que la mariguana representa con mucho el mayor volumen de trasiego en el mercado de la droga hacia los EEUU, así que las drogas duras aunque seguirán siendo prohibidas, realmente son más controlables tanto por el menor volumen de comercialización, como porque los mexicanos no somos en este rubro sus principales proveedores. Por otra parte y en otro sentido, si lo pensamos bien, en México el consumo de drogas no está prohibido y si atendemos a los principios constitucionales, los particulares podemos hacer todo aquello que la ley no prohíba, así que esperar que nuestro país le entre a emitir una ley que permita el uso de la mariguana o cualquier otra droga para uso recreativo, resulta bastante absurdo. Por tanto, no es de este tema del que debemos preocuparnos. De acuerdo a lo anterior, los argumentos de los pro legalización de la mariguana, entre otros: que si la mariguana no causa adicción, que si es tan peligrosa

o menos aún que el alcohol, que si se permite fumar tabaco por qué no mariguana, que su consumo entre los chavos es tan común que no queremos darnos cuenta, que si se fomenta la clandestinidad, etcétera, tan solo por decir algunos, de pronto parecen innecesarios en principio, salvo el relativo al consumo clandestino que suena muy relevante. Otras realidades que hay que considerar en torno al consumo, que son totalmente válidas y contrarrestan algunas de las esgrimidas por los pro legalización, rondan alrededor de la salud. Por ejemplo: el consumo de alcohol es la principal causa en la comisión de delitos y faltas administrativas en nuestro país; es así mismo, con mucho el causante de la mayoría de los accidentes de tránsito, especialmente de aquellos que tienen consecuencias mortales e incapacidades permanentes; el tabaco, por su parte, es la principal causa de las enfermedades pulmonares con mayor índice de mortalidad, enfisema y cáncer de pulmón; lo mismo podemos decir del alcohol respecto de la cirrosis; así como la contribución de ambos, tabaco y alcohol, al agravamiento de la principal causa de mortalidad entre los mexicanos, la diabetes. Todo lo anterior está soportado en los denodados esfuerzos del gobierno mexicano para tratar de inhibir el consumo de ambas sustancias legales a través de campañas y multitud de mecanismos tendientes a lograr dicho propósito tales como publicidad, programas de salud, endurecimiento de controles, reforma de normativas, sin contar también la intervención de diversas ONG’s que apoyan la disminución del consumo. O sea, en lugar de preguntarnos ¿por qué no legalizar la mariguana?, bien vale preguntarnos ¿por qué no tender a lograr una población saludable? Dejo la pregunta en la mesa. Quiero suponer que el sentido común haría inclinar la respuesta más por el bien común que por la ‘recreación’. Volviendo al tema central y reiterando que el problema no es el consumo, no al menos en nuestro país. Debemos centrarnos en que nuestro problema es todo lo demás, o sea, el cultivo, almacenaje, posesión, trasiego, comercialización, transporte, y cualquiera de las conductas que actualmente configuran, de acuerdo al Código Penal Federal, los delitos Contra la Salud. Contra la salud. En verdad, los delitos no son configurados en la norma nada más porque alguien se levantó tal o cual día con ganas de penalizar una conducta. Existe toda una teoría y análisis profundos detrás de un delito, y lo más importante de

la tipología delictiva consiste en definir por principio de cuentas cuál será el bien jurídico tutelado por la norma; por tanto, tiene absoluto sentido hablar de la salud como un bien colectivo, aceptado por la sociedad porque es bueno, y mantenerlo protegido que es uno de los fines del estado, es decir, en resumen, la consecución del bien común. Entonces, ¿de qué realmente estamos hablando cuando nos referimos a la legalización de las drogas?; ¿qué, como nación, verdaderamente nos conviene con relación a este dilema? ¿verdad que lo ‘recreativo’ de la mariguana y casi todos los argumentos que apoyan su legalización son irrelevantes? Cuando nuestros representantes hablan o dejan entrever que tarde o temprano habrá que ‘apechugar’ con el tema, por supuesto que se están refiriendo a relajar o anular las conductas previstas en el tipo penal de los delitos contra la salud. Por tanto, modificar las disposiciones legales que penalizan el tema de las drogas implicaría, al menos respecto de la mariguana, permitir el cultivo, posesión, almacenamiento, transporte y comercialización, y claro, también su exportación. Lo de menos es si esto sucede de manera gradual, lo de menos es si ello significa una oportunidad grandiosa de hacer negocios dentro y fuera del país, lo de menos es creer que ello solucionará los problemas del clandestinaje, lo de menos… es lo de menos. Lo cierto es que de ninguna manera cambia los efectos, aceptar un relajamiento de lo obvio será siempre atentar contra un derecho fundamental de los mexicanos y en general de cualquier ser humano, la vida. No lo digo yo, lo dice el sentido común, lo dice la ley, lo dice el pacto social. Finalmente, algo que ni siquiera he considerado como fundamental, al menos no dentro del argumento primario. La seguridad pública. ¿De verdad alguien pensante y con sentido común cree que legalizar la mariguana o cualquier otra droga finalizará el crecimiento del crimen organizado? No, ni pensarlo. La razón es simple. El crimen organizado no es el narcotráfico, la propia norma que la mayoría no conoce lo dice con claridad. El crimen organizado es toda conducta delictiva realizada de manera permanente y continua por tres personas o más; esto es, el crimen organizado funciona con la ilicitud, así que cualquier acto lícito no le es redituable sino solo para

lavar el producto de sus actividades, lo que significa que en la medida en que se legalicen conductas hoy ilícitas, los criminales buscarán siempre, realizar otras actividades ilícitas. Lo anterior mata el argumento del clandestinaje o del efecto de la prohibición de 1929 en Estados Unidos; lo que sucedió es que al dejar de ser ilícito el comercio de alcohol, la mafia se dedicó a explotar la prostitución, las drogas, etcétera. Es decir, relajar la lucha contra el crimen organizado implica permitirle a los criminales prosperar más a través de las actividades ilícitas. Afirmar que la legalización es la solución para acotar los negocios del crimen organizado resulta tan absurdo como aceptar que además de las drogas, así sea una, nos llevará con el tiempo a legalizar la trata de personas, la pornografía infantil, la pornografía en general, el lenocinio, el contrabando, el tráfico de indocumentados, etcétera. Creer que los asesinatos van a terminar es verdaderamente ingenuo; negociar una ‘tregua’ con los criminales es el peor error que podemos cometer como sociedad; Felipe Calderón no equivocó el camino, no le podemos echar la culpa solo a él, queda mucho qué hacer; escuchemos la experiencia de Álvaro Uribe en Colombia. Lo que nos falta es voluntad y conciencia. El éxito del crimen organizado no está solo en la generación de recursos, sino en hacerlo por medio de la ilicitud, lastimando los fines y valores de la sociedad. Dejo pues la reflexión, y reitero, es nuestra responsabilidad. La Paz, B.C.S. / Guanajuato, Gto. Invierno de 2012.

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