EL CRISTIANISMO Y LAS RELIGIONES ¿ES POSIBLE EL DIÁLOGO? BIBLIOGRAFÍA

November 21, 2017 | Autor: Molo Bastante | Categoría: Teologia
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Descripción

EL CRISTIANISMO Y LAS RELIGIONES
¿ES POSIBLE EL DIÁLOGO?






BIBLIOGRAFÍA




- Juan Pablo II, Redemptoris Missio. Sobre la permanente validez del
mandato misionero, 1990 (sobre todo cap. IV y V).

- Congregación para la doctrina de la fe, Dominus Iesus. Sobre la unicidad
y la universalidad salvífica de Jesucristo y de la Iglesia, Roma 6 – 8 –
2000.

- Fedou, Michel, Las religiones según la fe cristiana, DDB, Bilbao 2000.

- Esquerda Bifet, Juan, Hemos visto su estrella. Teología de la experiencia
de Dios en las religiones, BAC, Madrid 1996.

- Samuel, Albert, Para comprender las religiones en nuestro tiempo, Verbo
Divino, Estella 1994.

- Basset, Jean-Claude, El diálogo interreligioso, DDB, Bilbao 1999.

- Amaladoss, Michaël, El evangelio al encuentro de las culturas. Pluralidad
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- Dhavamony, Mariasusai, Teología de las religiones. Reflexión sistemática
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- Rodríguez Carmona, Antonio, La religión judía. Historia y teología, BAC,
Madrid 2001.

- Küng, Hans, En busca de nuestras huellas: la dimensión espiritual de
las religiones del mundo, Madrid 2004.











1. LAS RELIGIONES EN NUESTRO TIEMPO. CONSIDERACIONES GENERALES

Por los datos arqueológicos que nos permiten conocer al hombre desde su
inicio sabemos que el hombre es un "animal religioso". Más bien, desde que
hay inteligencia y humanidad en los primeros homínidos sabemos que en su
cultura hay signos religiosos. De lo que podemos deducir que hombre y
sentido de Dios y de la trascendencia han nacido juntos.


Además, las religiones, lejos de extinguirse, podemos decir que hoy gozan
de buena salud. No sólo hay una permanencia de lo religioso en toda la
historia humana, sino que hoy, en el mundo de la técnica y la ciencia,
tiene signos de despertar en muchos ambientes de nuestro planeta y de
nuestras sociedades avanzadas. Hay sociólogos que comprueban y hablan de un
"retorno a lo religioso".


1.1. Las religiones tienen vida


Las grandes religiones siguen vivas, el número de sus adeptos no baja. Al
menos la evolución del número de adeptos ha seguido el aumento demográfico,
con lo cual ha crecido considerablemente. La mayoría de las diversas
religiones gozan de buena salud en número de seguidores y su número ha
aumentado en todo el mundo. En los países con anteriores regímenes
comunistas la religión se ha revitalizado a una velocidad sorprendente como
muestran los casos de Rusia y China.


No existen hasta la fecha unas estadísticas fiables del número de
seguidores de las religiones del mundo. Cada religión suele aportar sus
propios cálculos estimativos, que a menudo suelen sumar seguidores sin
criterios demasiado científicos, tales como geografía, ritos tempranos de
iniciación (bautismos, etc.) o la pertenencia familiar. En la siguiente
estadística se muestra el cálculo estimativo aportado por las diferentes
religiones. A falta de datos actualizados, aquellas que no han hecho
públicos sus cálculos muestran aquí el recopilado en el sitio
adherents.com,[] dependiente de una organización cristiana evangélica
estadounidense.
Algunos datos aproximativos:
Entre 1946 y 2000, los cristianos pasaron de 700 millones a 1.500.
Cristianismo: 2.100 millones[]
Islam: 1.820 millones[]
Budismo: de 200 millones a 1600 millones[]
Hinduismo: 900 millones[]
Religión tradicional china: 394 millones
Religiones indígenas: 300 millones
Religiones afroamericanas: 100 millones
Sijismo: 23 millones[]
Espiritismo: 15 millones
Judaísmo: 13,3 millones[]
Baha'i: 5 millones[]
Gnosticismo: 6 millones
Jainismo: 4,2 millones
Shintoísmo: 4 millones
Caodaísmo: 4 millones
Zoroastrismo: 2,6 millones
Tenrikyō: 2 millones
Neopaganismo: 1 millón
Unitarismo universalista / Unitarismo + Universalismo: 0,8 millones
Rastafarianismo: 0,6 millones
Secularismo/agnosticismo/ateísmo: 1.100 millones


El cardenal Walter Kasper, nos da sobre la Iglesia católica los
siguientes datos: "Todas la Iglesias cristianas suman aproximadamente un
33% de la población mundial. La Iglesia católica comprende, con casi 1.200
millones, aproximadamente la mitad de los cristianos en su conjunto, por lo
que es la iglesia cuantitativamente mayor. Comparativamente, hay
aproximadamente 800 millones de protestantes, aproximadamente 260 millones
de Ortodoxos y aproximadamente 80 millones de Anglicanos. Casi la mitad de
todos los católicos vive en América Latina; un cuarto escaso, en Europa; en
África, algo más del 15%; en Asia, algo más del 10%, y en Australia y
Oceanía, menos del 1%.

Los números por sí solos dicen poco. Sólo resultan esclarecedores si
se consideran en el contexto de una evolución a largo plazo. A comienzos
del siglo XX, había en el mundo 266 millones de católicos; hoy, hay casi
1.200 millones. Por tanto, desde la perspectiva mundial, la Iglesia
católica no está en absoluto reduciéndose y, menos aún, muriéndose; está en
proceso de crecimiento. Los mayores índices de crecimiento corresponden a
África y a Asia. A comienzos del siglo XX, sólo un 25% de los católicos
vivía fuera de Europa; al final del siglo, sólo un escaso 25% de los
católicos vivía en Europa. En el siglo XX, la Iglesia católica fue puesta,
en sentido geográfico, literalmente patas arriba. Europa, el antiguo núcleo
geográfico de la Cristiandad, es ahora un centro de preocupación.


La situación en Europa no es, ciertamente, uniforme. Se ha de
diferenciar el Norte, sobre todo protestante, del Sur, que es sobre todo
católico; la Europa occidental, fuertemente secularizada, de la Europa del
Este, con países fuertemente impregnados por la Ortodoxia. De los países
tradicionalmente católicos de Europa occidental, Francia está marcada ya
desde hace mucho por el laicismo. En la Alemania de las dos confesiones,
los números de las dos grandes Iglesias van en retroceso desde la Segunda
Guerra Mundial; actualmente, alrededor del 60% de los alemanes pertenece,
mitad y mitad, a una de las dos iglesias. En pocos años quedarán justo la
mitad de ellos. Irlanda ha experimentado en los últimos dos decenios un
descalabro dramático; también en España y, en menor medida, en Italia, la
influencia de la Iglesia católica ha disminuido. Polonia es el país donde
la Iglesia ha mantenido más fuertemente su carácter nacional, pero incluso
allí se aprecian evidentes influencias del secularismo desde el derrumbe
del régimen comunista. Las regiones más descristianizadas de Europa son
Chequia y la antigua Alemania Oriental.

En el ámbito del mundo occidental, los Estados Unidos de América,
debido a su influencia universal, juegan un papel importante. La Iglesia
católica es, con casi 70 millones, la comunidad eclesial más grande con
diferencia. A ella pertenece el 22% de los estadounidenses. Estados Unidos
echa por tierra, desde hace tiempo, la tesis por la cual la investigación
científico-técnica debe conllevar, casi naturalmente, la secularización.
Aún hoy, en comparación con Europa, las cifras de asistencia regular a la
iglesia, son en Estados Unidos relativamente altas. Si los católicos
estadounidenses provenían tradicionalmente de la inmigración europea, hoy
aproximadamente un tercio son latinos provenientes de América Central y
América del Sur, que con su charismatic Catholicism (Catolicismo
carismático) han transformado el rostro, hasta ahora blanco-europeo, de la
Iglesia Católica. Lo cual es un indicio más de que el peso del Hemisferio
Sur en el catolicismo universal ha crecido.

La Iglesia Católica en América Latina, a partir del Concilio Vaticano
II, con su opción preferencial por los pobres, se ha implicado en una
dirección que ha creado escuela más allá de América Latina. En contextos a
menudo de extrema pobreza y de injusticia social, las iglesias
pentecostales suponen un reto grande. La Iglesia en el África subsahariana
crece vertiginosamente. Mientras que a comienzos del siglo XX en África
subsahariana había menos de dos millones de católicos, 100 años más tarde
eran 185 millones. A pesar de los graves problemas derivados de la pobreza,
el SIDA y los conflictos étnicos e interreligiosos, la Iglesia Católica en
África es una Iglesia dinámica, joven y vital. Hay países (como Congo o
Burundi) en los que los católicos constituyen más del 50% de la población.

El gran reto del tercer milenio será Asia. Y no sólo por la creciente
importancia económica y política de Asia, sino por el hecho de que el
Cristianismo, hasta ahora (a excepción de la situación especial de
Filipinas) no ha conseguido penetrar demasiado en estos países marcados por
las grandes religiones asiáticas y por el Islam (Indonesia, Pakistán,
Afganistán, Malasia, Asia Central y otros). Por el contrario, Corea del Sur
es un ejemplo claro de que la semilla del Evangelio puede caer en tierra
buena, en un país marcado por una antigua tradición asiática y que es, a su
vez, muy desarrollado técnicamente. Mientras la Iglesia en Japón se
estanca, el número de católicos en Corea crece, especialmente entre
profesionales y estudiantes. En China, desde la llegada del comunismo al
poder en 1949, el número de los católicos (las así llamadas Iglesia popular
e Iglesia clandestina en su conjunto) se ha cuadruplicado hasta los
actuales 12 millones (el 1% de la población). De modo que se tiene la
esperanza de que también allí, como antes en Corea, la sangre de tantos
mártires vendrá a ser semilla de nuevos cristianos".


Las religiones sobreviven incluso en los Estados que las niegan. Hemos
visto como después de 75 años de estados comunistas ateos, perseguidores de
la religión, ésta no se ha extinguido, sino que tiene un nuevo florecer en
todos los países del Este europeo. En pleno comunismo, la tercera parte de
Estonia era católica, en Lituania se bautizaban la mitad de los niños, en
la antigua URSS no se destruyó la Ortodoxia, y se incrementaba la religión
musulmana, incluso entre los que se declaraban no creyentes. En la URSS
además aumentó con mucha fuerza el número de sectas; en China aumenta
considerablemente el número de católicos, que ya suman varios millones,
etc.


Las religiones afirman su presencia en el centro de la modernidad.
Aprovechan cada vez más los medios de comunicación social y están más
presentes en ellos. Las reuniones religiosas forman parte de los grandes
acontecimientos de la humanidad y reúnen a masas enormes; en algunos países
muchos de los personajes más valorados en la sociedad son líderes
religiosos. La edición de obras religiosas está en auge. Lo religioso forma
parte de la cultura del lector contemporáneo; un ejemplo: se publican 10'5
millones de ejemplares de la revista "Atalaya" en 53 lenguas de los
Testigos de Jehová.


Además de las grandes religiones, en el mundo moderno nacen y se
multiplican otras religiones y sectas. Nacidas sobre todo en EEUU se
extienden con fuerza en Europa, en Africa y en América Latina, desde los
campesinos más pobres a los intelectuales y científicos (véase esoterismo,
astrología, cienciología). Ej. Kenia, hay 20 millones de habitantes, y 800
Iglesias o sectas con líderes carismáticos a la cabeza. En Francia se
calculan en 4 millones de personas los que practican el ocultismo.


Lo religioso se mete con facilidad en política. Recordemos el recurso a
Dios que hicieron en la guerra (santa) de Irak Busch y Ben Laden. Es un
extremo, además muy problemático, en la forma de invocar a Dios para matar
a miles de personas inocentes, pero hay que admitir que la política tiende
siempre a servirse de lo religioso y que la religión también cae muchas
veces en la tentación de servirse de la política para conseguir sus fines.
Asistimos perplejos hoy a totalitarismos religioso-políticos, sobre todo en
países musulmanes, pero también se da en un ala muy fuerte del judaísmo
actual. Seduce también a algunas sectas protestantes que en EEUU llegan al
poder e imponen su ley en un Estado. Reagan llamó a la URSS "el gran
Satanás", apelativo que a su vez aplicaba el ayatollah Jomeini a EEUU. Es
una contaminación religiosa en lo político que va más allá de las palabras,
de ahí por ejemplo la "guerra santa" actual de Afganistán.


2. Causas de una vuelta a lo religioso

Si hemos de considerar las causas del despertar religioso en nuestro
tiempo podemos señalar las siguientes:


1º/ El fracaso de la ideología de un progreso indefinido como erradicación
de todos los males causa decepción y desconcierto. El colapso ecológico del
mundo moderno es uno de los mayores acusadores de que no se progresa en una
dirección acertada. Pero lo mismo sucede con el paro, el endeudamiento
escandaloso de los países pobres (que contienen la mayoría de la humanidad)
cada vez más pobres y los ricos cada vez más opulentos, a lo que ahora se
añade la crisis financiera causada por prácticas inmorales de los "gurus"
de las finanzas y las multinacionales, que partió de EE.UU. pero que se ha
extendido a todo Occidente, etc.

2º/ El progreso científico y técnico no ha erradicado el hambre (¡900
millones lo padecen!) ¿Cómo se puede decir así que la economía mundial
"está sana"? A esto se añaden las epidemias, desastres naturales,
delincuencia, terrorismo nacional e internacional. Los inventos más
sofisticados, como la energía nuclear, son a la vez los más peligrosos
(véase Chernobyl en Ucrania o Fukushima en Japón).

3º/ El "fracaso de las ideologías" forma parte de una crisis cultural. El
liberalismo económico no produce relaciones económicas justas, ni ha
reducido las desigualdades. El materialismo de las sociedades consumistas
creía poder olvidar las necesidades espirituales del hombre. El marxismo se
ha visto desacreditado por sus plasmaciones históricas, llenas de opresión,
injusticia y terror de Estado (gulags, o situación actual de China). Ni los
proletarios ni los defensores del "socialismo real" creen ya en los "nuevos
amaneceres" que cantaban y acaso todavía cantan. ¿Queda sólo el capitalismo
que hoy se practica como única opción? A la vista de la situación tan
injusta que está produciendo en las desigualdades económicas del mundo esto
es muy dudoso.

4º/ El exceso de racionalidad está produciendo un rebrote de lo irracional
reprimido. Las personas, sobre todo jóvenes, se rebelan contra una vida
programada y etiquetada: contra el círculo de trabajar y trabajar para
consumir más y volver a trabajar. Las relaciones sociales se hacen frías y
funcionales. Entonces se busca el calor y la fraternidad en las relaciones
para dar un sentido a la actividad. Esto hace desembocar muchas veces en
grupos sectarios de carácter oriental, donde se vive la comunicación, el
amor y la comprensión.

5º/ La falta de certezas firmes y de un elemento unificador de la
existencia. Nuestros saberes son cada vez más fragmentarios y relativos. Es
difícil seguir el ritmo de la vida y muchos se desorientan, perdidos en el
vacío. El sentido global de lo que ocurre se pierde fácilmente. La persona
entonces busca una síntesis vital que le haga el mundo inteligible. El
lenguaje simbólico y la posibilidad de abarcar lo universal que facilitan
las religiones son una buena cura contra estos males espirituales modernos.

3. La significación de este despertar y sus límites

Cuando hemos de valorar estos hechos hay que hacer discernimiento. Como
personas conscientes de la realidad, y en nuestro caso, como Universidad
católica que educa a cristianos lúcidos, hemos de saber que no todo lo
religioso es auténtico, y que a veces es más una contra-reacción a
fenómenos sociales y psicológicos que un auténtico deseo de Dios y de su
Reino.


En principio hay que distinguir entre sentimiento religioso y religión.
El primero es un deseo afectivo de salir de uno mismo y comunicar con lo
suprasensible del universo, es difuso, muy panteísta y afectivo. La
experiencia de Dios en una religión es otra cosa: es encuentro con lo
divino y superación de uno mismo; es éxtasis y experiencia de otra realidad
que lleva a una lectura nueva de la realidad; es experiencia de la Vida
unida a otras vidas; es encuentro del sentido de todas las cosas por una
profundidad que las une y las integra en una totalidad. Toda la realidad
entonces es símbolo que remite a Dios.


Es necesario también distinguir entre creencia y fe cristiana. La
creencia es una actitud general del hombre en forma de esperanza difusa en
un futuro de algo mejor. Se cree en algo como esperanza individual en un
dios o en otras fuerzas misteriosas del más allá. La fe teologal, tal como
la vivimos y entendemos los seguidores de Jesús de Nazaret, es algo
distinto. Comenzando porque es un don de Dios y no primeramente una
conquista de las fuerzas del hombre. La fe cristiana supone además
adhesión, fidelidad y compromiso vital. No es algo externo al hombre. Y
tampoco es algo individual, sino que nace en el seno de la comunidad
eclesial, en la que lo comunitario continuamente precede y desborda al
individuo. La fe, por tanto, forma una religión organizada en ritos,
tradición e instituciones comunes. Así sucede también en el cristianismo,
que nunca se da sin Iglesia.


Por otra parte, hay que estar atentos a la relación entre religión,
ideología y fe. Muchas veces esto es causa de serios conflictos. La
religión vive muy cerca de la ideología. A veces la ideología dominante
(ligada a una cultura o a una política) se sirve de la religión para
mantener el orden social. Ha sucedido con el cristianismo y sucede mucho en
la actualidad con el Islam. Pero no debemos olvidar que la fe supera y
cuestiona todas las ideologías. No es un sistema totalitario de explicación
de la realidad. No es una ideología sustitutoria. La fe cristiana nos llama
a ser más hombres a través del camino del amor a Dios, la paz, la armonía
interior, la entrega a los demás y una vida virtuosa y justa.


El rebrotar de lo religioso en nuestra sociedad se da en medio de un
ambiente que lleva consigo una corriente de indiferencia religiosa, de
huida de lo institucional, la infidelidad a las prácticas sacramentales,
etc. Hoy no se da un ateísmo que combate abiertamente la religión, sino que
lo común es la indiferencia que prescinde en lo cotidiano de Dios. Es el
hombre "unidimensional", donde lo trascendente no cuenta y vive anclado en
el más puro horizontalismo. Nuestros jóvenes viven en general la
fragmentación, el día de hoy, el momento presente (carpe diem) sin
preocuparse por el futuro. Y en otro orden de cosas, la convivencia con
otras religiones ha creado un relativismo y escepticismo que llevan al
abandono de la propia religión. Excepto la Iglesia cristiana y el Islam,
casi todas las religiones, sobre todo el budismo y el hinduismo han perdido
seguidores.


Por otra, parte en Occidente, está la cuestión de una mentalidad
subjetivista en todos los órdenes de la vida. Ésta lleva al intimismo, a la
búsqueda de los derechos personales y de la vida privada, olvidándose de lo
comunitario. Pero sobre todo combate toda doctrina que huela a mandamiento
de Dios o de una Iglesia. Cada uno pretende hacerse "su" religión. Una
uniformación cultural secularizada y post-moderna tiende a hacer
desaparecer toda diferencia religiosa (ej. un joven marroquí musulmán y
otro español católico comulgan perfectamente en su amor por un cantante o
una cierta música, sin importarles para nada la religión). Hay una cultura
del hedonismo, el mayor placer con el menor esfuerzo, y de vulgarización de
los problemas del hombre, reduciendo todo a lo pseudo-psicológico que
tiende a sustituir a la religión. La sociedad pagana se inventa nuevos
ritos y nuevos ídolos (cf. la botella de champagne mojando a todos cuando
un deportista llega al podio).


El fenómeno de lo religioso, por tanto, se va complicando. Junto a
deserciones en la religión social resurgen comunidades vivas, que restauran
ritos antiguos. Pensemos en nuestra religiosidad popular en España. ¿Quién
iba a pensar que retornasen con tanta fuerza las cofradías, procesiones y
costumbres antiguas ya abandonadas? Y esto secundado por muchos jóvenes.
Por eso, es claro que hoy el porvenir de las manifestaciones religiosas es
más prometedor y vivo de lo que se pensaba en los años setenta del siglo
XX.


1.4. Conclusión


Pero más allá de las ambigüedades, lo importante es que las religiones
dan respuesta a los interrogantes más profundos del hombre, y sólo ellas
pueden hacerlo. Es verdad que las ciencias de la modernidad, tanto
empíricas como humanas, han tendido a hacer desaparecer el hecho mismo de
preguntarse sobre el sentido último de la vida, de la muerte, del universo,
etc. Pero estas preguntas no han desaparecido, siguen siendo constitutivas
para la humanidad. Las religiones siguen muy vivas en el presente y los
seguirán en el futuro de la humanidad. Por eso tenemos que estudiar y
conocer la religión en sí y en sus plasmaciones históricas más importantes,
puesto que ellas han marcado todo el desarrollo del ser humano desde sus
inicios, y son muy influyentes en la actualidad para la mayoría de la
humanidad.




Apuntes para una consideración de las religiones según la fe cristiana




- Muchas veces se oye decir que todas las religiones valen lo mismo. Por
ej. Antonio Gala, en sus novelas sostiene a menudo esta teoría. Los
cristianos decimos que esto no es así.

- La afirmación de la igual validez de todas las religiones nos lleva a
hacernos de entrada varias preguntas: ¿puede el cristianismo valorar las
otras religiones sin caer en el relativismo? ¿Puede él considerarse la
religión definitiva sin dar muestras de intolerancia? Con la separación
entre la Sinagoga y la Iglesia, ¿se estaba sembrando el antisemitismo
posterior? ¿Condenaron los Padres de la Iglesia las llamadas "religiones
paganas"? ¿Qué pensaban los Padres del destino de los hombres muertos sin
haber tenido acceso al misterio de Cristo? Y, ¿cómo consideraban a las
religiones no cristianas los teólogos medievales? ¿Cómo se repensó este
tema en la Iglesia con el descubrimiento de América? ¿Cuál fue la
doctrina de la Iglesia católica en el Vaticano II y qué debates
teológicos se han desatado desde entonces? ¿Con qué condiciones y con qué
actitudes se ha de dar hoy el diálogo del cristianismo con las otras
religiones?

- Recojamos en primer lugar algunos datos sobre la cuestión. Generalmente
el planteamiento de cómo el cristiano debe concebir el papel que las
grandes religiones juegan en la única historia de salvación se debate
entre la intolerancia y el relativismo. La intolerancia no aguanta la
presencia de hombres de otras religiones, ha llevado en la historia
pasada a la conversión forzosa o incluso a la muerte. El relativismo ve
que todas son equivalentes para conducir a la salvación y no capta la
originalidad irreductible de la fe cristiana, no hace justicia a la
revelación de Dios en Cristo (es una tentación más característica de
nuestra época). Lo que hoy se nos pide a los cristianos es estar a
abiertos a los otros sin caer en relativismos y permanecer fieles a las
propias convicciones sin caer en una actitud de exclusión.

- Nos sale al encuentro aquí la cuestión de la libertad religiosa. Esta
doctrina afirma que cada religión debe tener derecho a los medios y a la
práctica propia para profesar públicamente su fe en la sociedad moderna.
Aquí se encuadra la afirmación del Concilio Vaticano II mediante la cual
la Iglesia católica reconoce solemnemente el principio de la libertad
religiosa, cf. Dignitatis humanae, n.2 y n. 4. Es la primera vez que la
Iglesia católica reclama libertad no sólo para ella sino también para las
otras religiones y para libertad de conciencia de todo ser humano.

- Ahora bien, desde el momento en que los cristianos aceptan la libertad
religiosa deben prepararse para confrontar su propia fe con las creencias
legítimas que conviven a su alrededor. Antes el problema no existía, pues
se ignoraba o se ocultaba la presencia de otras religiones, y el
cristianismo era "la" religión del occidente y del mundo civilizado.

- La puesta en práctica de esta doctrina aceptada en el Vaticano II la
llevó a su máxima expresión el papa Juan Pablo II, cuando convocó un
encuentro en Asís el 27 de octubre de 1986 de todas las religiones para
rezar por la paz, un gesto sin precedentes en la historia de la Iglesia.
Pronto surgieron las preguntas: ¿el cristianismo relativizaba con este
gesto su pretensión de ser la religión verdadera? El orar juntos, ¿no
llevaba a un sincretismo del cristianismo con toda religión? El papa
aclaró en una audiencia general que no se trataba de "orar juntos", sino
de "estar juntos para orar"[1]. De hecho, esta fórmula consiguió muy bien
lo que Juan Pablo II pretendía: tenía la ventaja de aunar rechazo a la
intolerancia, pues se ora al lado de los otros creyentes, y a la vez se
rechazaba el relativismo, pues no se "oraba juntos" para marcar una línea
divisoria entre el cristianismo y las otras religiones. La iniciativa ha
sido tan importante que, ante la delicada situación creada por el
terrorismo islámico mundial, se repitió el día 24 de enero de 2002 en
Asís.

- La declaración conciliar Nostra Aetate, sobre las relaciones de la
Iglesia con las religiones no cristianas es una base sólida de la que los
cristianos debemos partir. El cardenal Bea en su presentación notaba cómo
es la primera vez en la historia de la Iglesia que un Concilio expone con
solemnidad los principios que rigen esta materia. Son más de mil millones
los hombres que no conocen a Cristo. Incumbe a la Iglesia entrar en
diálogo con ellos. Además, esta cuestión no estaba prevista en el
Concilio y la idea se fue imponiendo progresivamente. El n. 2 formula los
principios más importantes de la nueva actitud de la Iglesia: "La
Iglesia católica nada rechaza de lo que en estas religiones hay de
verdadero y santo". Señala que respeta la forma de vida de otros
creyentes y admite que en muchas ocasiones hay aspectos de las religiones
que son "un destello de aquella Verdad que ilumina a todos los hombres".
Esta idea está en sintonía con la doctrina de los Santos Padres de las
"semillas del Verbo", que se encuentran en toda la creación y dan fruto
por doquier. Pero afirmado este respeto y reconocimiento, el n. 2 afirma
también que no por eso la Iglesia debe ocultar el anuncio de Jesucristo
como salvador definitivo de la humanidad. El documento no se queda aquí;
va desgranando los lazos de comunión que ya se dan con las diversas
religiones en particular, yendo en su recorrido de las más lejanas a las
más cercanas. Primero con las religiones orientales, luego con el islam,
para terminar con el judaísmo, la fe religiosa más íntimamente unida al
cristianismo. La declaración termina invitando a la Iglesia a una nueva
actitud. No hace una gran reflexión teológica, sino que invita a
desterrar toda discriminación por razones religiosas e invita a la
fraternidad universal.

- En el tiempo que ha seguido al Concilio Vaticano II se han ido
profundizando varios temas y algunos de ellos se han agudizado hasta
provocar en el año jubilar 2000 la discutida Instrucción de la
Congregación para la doctrina de la fe "Dominus Iesus".

- Uno de los primeros problemas que han ido esclareciéndose en este periodo
es la relación entre el diálogo ecuménico intracristiano y el diálogo
interreligioso. Algunos teólogos han sido partidarios de fundir ambos
diálogos, para llegar así a todas las Iglesias y a todas las religiones
partiendo del diálogo intereclesial, llamándolo con una fórmula tan rara
como: ecumenismo ecuménico (R. Panikkar). Hoy se tiende más bien a dejar
clara la diferencia entre ambos para no confundir los ámbitos donde se
mueve el diálogo. Pero a la vez se admite que ambos se interpelan, porque
no por casualidad el diálogo interconfesional entre Iglesias dio inicio
en los países de misión donde un cristianismo minoritario entendía cada
vez menos sus diferencias, teniendo que vivir y dar testimonio de Cristo
ante los creyentes de otras religiones, principalmente en Africa y Asia.

- Otro tema que ha suscitado una reflexión fruto de problemas no resueltos
es el de la relación del cristianismo con el actual pueblo de Israel. El
cambio tan grande que se dio en las relaciones judíos-cristianos después
del Concilio cambiando textos en la liturgia, en la catequesis, etc.
llegó a su expresión más alta con la visita del papa Juan Pablo II a la
sinagoga de Roma en 1986: La primera vez que un papa hacía este gesto en
la historia. Después vino la restauración de relaciones diplomáticas con
el estado de Israel. Pero el buen clima se vio enturbiado por problemas
posteriores: malos entendidos con algunas palabras del papa en Maguncia,
el problema del Carmelo de Auschwitz, que al final fue trasladado a
Berlín, etc. La cuestión teológica que está de fondo es la de la relación
entre las dos Alianzas. Si la antigua se cumple en la nueva llevada a
cabo por Jesús, ¿cómo entender ese cumplimiento de modo que el pueblo no
quede abolido en su legitimidad teológica? Hoy se está respondiendo a
este problema a base de la teología de la carta de s. Pablo a los Romanos
(Israel permanecerá hasta el final y cuando reconozca la Mesías llegará
ese final) y, por otra parte, viendo que la Iglesia no puede considerar
al judaísmo como una religión no cristiana más, porque ella necesita
conocer y relacionarse con Israel para saber del origen y constitución de
ella misma.

- Otro tema muy discutido en el postconcilio ha sido (y sigue siendo) el
problema de los "caminos de salvación". Una cuestión que pone en relación
la esencia del cristianismo con la constitución de las tradiciones
religiosas que van unidas a una cultura determinada, sobre todo de Asia y
Africa. Está aquí involucrado el tema tan debatido hoy de la
inculturación. El cardenal Malula (Zaire) exponía la cuestión en toda su
crudeza en 1974: Si el hecho de no pertenecer a la Iglesia visible no es
obstáculo para la salvación, ¿hasta donde compromete el respeto debido a
las religiones no cristianas? ¿No salva Dios a los paganos por medio de
Cristo a través de los valores religiosos de su cultura? Es muy difícil
inculturar el cristianismo en una cultura que va muy unida a otra
religión sin destruir esa cultura. Algunos misioneros en estos años
renunciaron explícitamente a anunciar el evangelio por miedo a destruir
las culturas autóctonas, dedicándose a labores humanitarias y de
desarrollo técnico. Por otra parte, en la India se practicó un
acercamiento según un principio: por el hecho mismo de encontrar
religiones abiertas a símbolos de otras religiones Dios puede, de alguna
manera, comunicarse por medio de estas tradiciones religiosas abiertas.
Este principio llevado a la práctica suscitó problemas. En primer lugar
por los miembros de las otras religiones, que sospecharon la técnica del
camaleón para ganar adeptos a través de una nueva "estratagema" de los
cristianos. Después por la reflexión interna del cristianismo: so capa de
inculturación, ¿no se corre el riesgo de volver a cultos paganos? ¿no se
da un fundamento tan grande a la otra religión que se la declara
incompatible con el cristianismo? ¿no se oculta así el testimonio
explícito de Cristo y su evangelio, encargo indeclinable de Cristo hacia
su Iglesia? En el fondo de todo está la pregunta, ¿cómo se concilia la fe
en Cristo como único mediador (1 Tim 2, 5) con el reconocimiento del
valor salvífico de las otras religiones? ¿Hay otras mediaciones con el
mismo valor de Cristo para alcanzar la salvación?

- Otro problema de primer orden en la cuestión interreligiosa es el de la
violencia y el terrorismo con apoyo en la propia religión. Desde hace
unos decenios se dan rebrotes de extremismos y fundamentalismos, sobre
todo en el Islam y en el Hinduismo, pero por doquier aparecen conflictos
violentos que tienen un origen político mezclado con diferencias
religiosas que justifican el terror y la muerte. Véase lo ocurrido en la
antigua Yugoslavia a finales del siglo XX o el terrorismo islámico
nacional e internacional. La pregunta que surge a muchos no creyentes, y
también creyentes, se deja expresar: ¿es la religión en sí fuente de
fanatismo, división y violencia?

- Cuestión importante en la relación entre religiones es la del peligro de
sincretismo. Hoy los sociólogos no temen hablar de un fenómeno de
"bricolage" religioso. No se trata de las aportaciones que cada cultura
da a una religión y viceversa. Si no de la facilidad con que hoy el
occidente, por ejemplo, acepta doctrinas religiosas del oriente que
disuelven la religión cristiana para dar lugar a una combinación de
creencias que ya no constituyen ninguna religión concreta, sino un nuevo
producto hecho de mezclas extrañas. La creencia en la reencarnación hoy
se ve en muchos casos compatible con el cristianismo, cuando esto no es
imposible. Los cristianos debemos estar hoy muy atentos para
desenmascarar estos sincretismos que desvirtúan fácilmente la fe, tanto
más cuando detrás de la proliferación de sectas están intereses
económicos y políticos.

- El debate actual sobre las religiones ha sido muy vivo en el s. XX y lo
va a seguir siendo en nuestro recién estrenado siglo XXI. Cada vez más
nuestro mundo está mejor intercomunicado, y las migraciones constantes
hacen que la sociedad moderna sea cada vez con más fuerza y cercanía
intercultural, multiracial e interreligiosa.

- Hay una imagen significativa que representa gráficamente las tres
principales corrientes teológicas que se han dado en el siglo XX para
explicar la relación del cristianismo con las religiones (lógicamente la
comparación simplifica y no da los matices necesarios). Es la imagen de
la montaña, en cuya cumbre se encuentra la divinidad. Se puede pensar que
para llegar a esa cumbre hay tres opciones: 1) hay un camino único, 2)
hay un camino principal y caminos secundarios, estos se juntan con el
principal y están subordinados a él, 3) hay muchos caminos que van a dar
a la cumbre, aún inaccesible. Aquí todos tienen igual valor porque son
practicables. Esta imagen simboliza las tres grandes tendencias actuales
de la teología de las religiones: 1) corriente "exclusivista" (K. Barth);
2) corriente "inclusivista" (H. de Lubac, Y. Congar, K. Rahner
"cristianismo anónimo"); 3) corriente "pluralista", que admite una
legitimidad paritaria de todas las religiones como caminos de salvación
(P. Knitter, J. Hick, R. Panikkar).

- Corriente exclusivista. K. Barth es su mejor representante. Ante el
peligro de relativismo y enlazando con las ideas de los Reformadores
protestantes del s. XVI rechaza la religión y llama al cristianismo
Revelación, con lo cual la Revelación de Dios asume toda religión. Su
posición extrema le lleva a negar legitimidad a toda religión porque,
según él, es un intento idólatra del hombre de alcanzar a Dios. Por eso,
el cristianismo es sólo Revelación gratuita de Dios y obediencia a esa
Revelación. No hay ninguna posibilidad de santificarse o salvarse a sí
mismo. ¿Se debe llamar entonces el cristianismo religión? Sí, "religión
verdadera", pero sólo en el sentido en que ha sido asumida por la
Revelación gratuita de Dios. Las reacciones a esta postura no se hicieron
esperar y surgieron tanto en ámbito católico como en el protestante. Este
exclusivismo cierra toda posibilidad de diálogo. No se puede considerar
pecaminoso todo intento religioso del hombre de llegar a Dios. Además,
con esta teoría se termina con restringir el alcance de la Revelación,
porque Dios no se ha comunicado al hombre sólo para destruir sus ídolos,
sino para dar plenitud a la naturaleza humana ya creada para la comunión
con Dios. La aspiración religiosa del hombre es una primera respuesta con
el fin de corresponder a la iniciativa de Dios, y esto se articula en una
religión, la cual es imposible que quede en una "fe pura" aislada de lo
que significan los símbolos, ritos y prácticas religiosas. Sin embargo,
es mérito de Barth el haber señalado con claridad las fuentes
irrenunciables de la teología cristiana, el lugar central de Cristo y la
humildad con que la Iglesia, a pesar de ser acusada de superioridad, debe
proclamar su mensaje en fidelidad a la revelación divina.

- Corriente "inclusivista". Parte de una mirada positiva hacia las
religiones, excluyendo el que sean pecaminosas y considerándolas
portadoras de valores que están "incluidos" en el misterio de Cristo, y
aceptando que pueden aportar su propia contribución a la Iglesia
universal. Los teólogos De Lubac, Congar, Danielou, en contacto con los
Padres y su teoría de las "semillas del Verbo" en la creación, junto a la
doctrina de la sabiduría de los antiguos como "preparación evangélica",
emprendieron una nueva comprensión de las relaciones de la Iglesia con el
mundo, y con las otras religiones. Hay un valor único del cristianismo
como plenitud del anhelo del hombre hacia Dios. Pero esto no anula a las
otras religiones que llevan impresa en su ser la huella del único Dios.
La Iglesia debe recoger los frutos de este impulso, reorientando y
purificando todo lo que va en la dirección de la plenitud de revelación
que ella posee.

Esto se pensaba en los años cuarenta y cincuenta cuando hizo irrupción
la teoría de Rahner sobre el "cristianismo anónimo" en los años
sesenta[2]. Las tesis que él formula tienen transfondo en todo su
edificio teológico y filosófico, por lo que no son fáciles de comprender
a primera vista. Rahner afirma la condición absoluta y definitiva de la
revelación cristiana, como una religión destinada a todos los hombres.
Pero, puesto que a muchos hombres no llega el anuncio del Evangelio, su
religión puede considerarse legítima como camino de salvación, puesto que
junto a sus ambigüedades y desviaciones es el medio que muchos hombres
tienen para abrirse a la gracia de Dios. Cuando la Iglesia sale al
encuentro de un fiel de otra religión, no está simplemente ante un no
cristiano, sino en cierta medida ante un cristiano anónimo, puesto que a
él también ha llegado ya la gracia de Cristo, que es universal, aunque no
de forma explícita, pues él no le conoce. En la evangelización esto tiene
una gran transcendencia: cuando llega el anuncio explícito de Cristo no
se hace a alguien que ha sido radicalmente ajeno al Evangelio, sino que
se debe invitar a esta persona a tomar conciencia del don que Dios ya le
ha concedido. Después se le deberá invitar a conocer a Cristo y a formar
parte de su Iglesia. Esta postura suscitó críticas que han aclarado en
que sentido se puede hablar de "cristianos anónimos" y en cual no. En
cualquier caso, y aunque se prescinda de esta fórmula, la intuición de
fondo de Rahner sigue en pie: el cristianismo y la gracia de Dios van más
allá de los límites institucionales de la Iglesia, porque la salvación de
Dios es universal.

- Corriente "pluralista". En ella se trata de respetar ante todo la
consistencia y la pluralidad de religiones. H. Küng, en campo católico
abrió un camino en los años setenta. Rechaza la teoría de Rahner y afirma
un respeto a las tradiciones de otras religiones como tales. En medio de
este respeto, el cristianismo es "catalizador crítico" de lo religioso,
siendo fiel a sus convicciones que parten del Crucificado y Resucitado.
Otro representante católico es R. Panikkar, muy ligado a la India por su
origen. Al principio hablaba de una "presencia oculta" de Cristo en el
hinduismo, en la línea del cristianismo anónimo de Rahner. Pero luego
llamó a lo divino como "Misterio", cosa que los cristianos llaman Cristo,
pero otras religiones llaman legítimamente de otra manera. Jesús es el
Cristo, pero Cristo es más que Jesús, en cuanto el "Misterio" se
manifiesta también en otras figuras religiosas de la humanidad. Esta
línea de pensamiento ha continuado en el Oriente, sobre todo en la India.
En los últimos años también en Inglaterra y EE.UU se ha desarrollado una
teología pluralista de las religiones. J. Hick (teólogo protestante)
propugna una "revolución copernicana" para destronar del centro al
cristianismo en el diálogo interreligioso y hacerlo sentar en igualdad
paritaria con las otras religiones en torno al único centro legítimo que
es la "Realidad absoluta". El católico P. Knitter, en sintonía con la
teología de la liberación, sostiene una postura menos radical, en la que
no excluye la superioridad del cristianismo, pero considera que esta idea
no favorece el diálogo entre las religiones, por lo cual,
provisionalmente al menos, los cristianos deben renunciar "a priori" a
esta consideración de su preeminencia como religión de la Revelación
definitiva. El jesuita Jaques Dupuis (Univ. Gregoriana de Roma) ha estado
entre estas posiciones matizadas con sus teorías del pluralismo
religioso, pero hoy son desautorizadas por la Congregación para la
doctrina de la fe.


- Una intervención esclarecedora y valiente del Magisterio Romano:

Congregación para la doctrina de la fe,
Declaración: "Dominus Iesus".
Sobre la unicidad y la universalidad salvífica de Jesucristo y de la
Iglesia
(Año 2000)


Introducción
n. 4: alerta contra el peligro de teorías relativistas en el diálogo
interreligioso. Ofrece la descripción de los problemas en juego que se
quieren denunciar y descripción de los presupuestos filosóficos y
teológicos que sustentan teorías del pluralismo religioso incompatibles
con la fe cristiana.


Parte I: Plenitud y definitividad de la revelación de Jesucristo
Parte II: El logos encarnado y el Espíritu Santo
Parte III: Unicidad y universalidad del misterio salvífico de Jesucristo
Parte IV: Unicidad y unidad de la Iglesia
Parte V: Iglesia, Reino de Dios y Reino de Cristo
Parte VI: La Iglesia y las religiones en relación con la salvación


Conclusión












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[1] "Se puede estar presente cuando los otros oran". Cf. Eccelsia n. 2.291
(1 – 11 – 1986) 1.505.
[2] Cf. K. Rahner, "El cristianismo y las religiones no cristianas", en:
Escritos de teología V (Madrid 1964) 138-154.
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