El Comunicador y la Innovación

October 10, 2017 | Autor: Gabriel Bortnik | Categoría: Comunicacion Social, Innovación, Creatividad
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Descripción

El Comunicador y la Innovación Congreso Panamericano de Comunicación Santiago de Chile 2008 Resumen Nos proponemos indagar la innovación desde una mirada sistémica, concibiendo ésta como un fenómeno complejo, y juzgando que, en la reflexión teórica, late la posibilidad de construir nuevas interpretaciones que permitan concebir lo innovante como vinculado al lenguaje, al sentido. Este trabajo persigue el objetivo declarado de descubrir el rol que un profesional de la comunicación puede jugar en los eventos vinculados al campo de lo innovador.

Desarrollo:

Nos proponemos indagar la innovación desde una mirada sistémica, concibiendo ésta como un fenómeno complejo, y juzgando que, en la reflexión teórica, late la posibilidad de construir nuevas interpretaciones que permitan concebir lo innovante como vinculado al lenguaje, al sentido. Este trabajo persigue el objetivo declarado de descubrir el rol que un profesional de la comunicación puede jugar en los eventos vinculados al campo de lo innovador. ¿Para qué preguntarnos la posibilidad que el fenómeno de la innovación contiene para un profesional de la comunicación? Consideramos que nuestro campo de acción es transversal, conteniendo y abarcando el fenómeno de lo social. La práctica profesional en el campo de lo comunicacional es emergente. Intervenir tanto en los aspectos semánticos, como en sus procesos de construcción, implica un agregado de valor, a la vez que una pertenencia en tanto que actuación profesional. Interpretamos que el objeto de estudio del comunicador es el sentido mismo; por lo cual las posibilidades profesionales, vinculadas a él, son múltiples, heterogéneas, diversas e ignotas. En la actualidad, al menos en Argentina, el desempeño profesional de los egresados de las licenciaturas en ciencias de la comunicación, se encuentra vinculado al campo mediático o, a lo sumo, en organizaciones ocupando espacios de difusión de información. Estas actuaciones competen al campo de la comunicación, pero no lo agotan como tal. Consideramos que las competencias y habilidades profesionales permiten configurar espacios de intervención múltiples y diversos, tanto como el sentido puede serlo. De allí que juzgamos relevante indagar y proponer posibilidades de intervención para la participación en los fenómenos innovadores.

Nuestra aproximación pertenece al campo de la reflexión teórica, por lo tanto, comprendemos la ausencia de conocimiento empírico. Situación que no impide abordar la problemática, en tanto que posibilidad futura. Una primera aproximación nos permite comprender que, ante todo, un sistema es tal por existir un ser que lo interpreta de ese modo. Sostenemos, junto a Maturana que “ los seres humanos, operamos como observadores, esto es, hacemos distinciones en el lenguaje”. 1 Los observadores somos sistemas vivos que, en nuestro lenguajear, construimos el universo a medida que lo interpretamos. Un sistema es una distinción en el lenguaje; existe, exclusivamente, en el mundo interpretado de un observador que lo distingue como tal. Un sistema, por lo tanto, emerge en el accionar en el lenguaje de un observador. Es éste quien, en un mismo acto, lo observa, interpreta y construye. No nos interesa tanto qué es un sistema en sí, sino el hecho de existir como tal en la interpretación de un observador; comprenderemos por sistema, no un contenido, sino un lugar en el lenguaje. Pero no sólo el sistema es lo existente en el mundo interpretado por un observador; el universo en sí, es consecuencia del accionar semantizante de un observador. Cada individuo no sólo es un cuerpo determinado diverso de otro, sino que implica, desde nuestra mirada, un universo semántico de carácter sui generis. Cada observador, por lo tanto, es un estado particular del lenguaje que él mismo es. Comprendemos, por consiguiente, que un sistema existente en la realidad de unos, bien puede ser ajeno en el lenguajear de otros. Sostenemos, junto a Rafael Echeverría que “lo social, para los seres humanos, se constituye en el lenguaje. Todo fenómeno social es siempre un fenómeno lingüístico.”2 Un sistema, por la simple condición de existir en un lenguajear, es abordable desde el aspecto discursivo. Podemos afirmar que un sistema es cuando existe en la semantización de un observador; por lo tanto, el hecho de que ese sistema sea, posibilita una indagación en sus aspectos semánticos. Al comprender el aspecto semántico de la existencia de la diversidad sistémica, observamos la posibilidad que se abre a la indagación desde los aspectos discursivos donde ésta multiplicidad de sistemas resuena. El sentido, desde nuestra mirada, abarca lo existente en el universo semántico que cada observador particular viene siendo. Es una compleja relación entre producción y recepción, que constituye y es constituyente, del observador único que cada uno es. Proponemos que la innovación es, ante todo, un fenómeno semántico, cuyo suceder ocurre

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Maturana, Humberto. La Objetividad. Un argumento para obligar. Chile, J. C. Sáez Editor, 1992. Echeverría, Rafael. Ontología del Lenguaje. Buenos Aires, Dolmen Ediciones, 1994.

en el sentido; por lo tanto, consideramos que el evento innovante está presente en los discursos sociales. Lo juzgamos constitutivo y constituyente en la producción y reinvención de los discursos sociales. Edgar Morin sostiene que “la innovación presupone o provoca una cierta desorganización o relajamiento de las tensiones, estrechamente vinculados con la acción de un principio reorganizador”3. Afirmación que nos permite configurar la innovación como una singularidad que construye un nuevo sentido allí donde antes no lo había. En pocas palabras, innovar es un fenómeno lingüístico, donde emerge una distinción donde antes no la había. La innovación sucede cuando un sistema aumenta su complejidad; esto es, el lenguaje emergente, el discurso contenido y expresante, deviene más complejo. El número de distinciones en el lenguaje que ese sistema es aumenta; de alguna manera podemos afirmar que aumenta una masa semántica dentro de su producir. La innovación será interpretada como tal quien la observa y juzga como tal. Sin embargo, requiere de un individuo que, antes que otro, en su imaginar y su reflexión, piense la posibilidad de esa emergencia. El vínculo entre la posibilidad de innovación que aparece en un observador, y la presencia de innovación en un otro que la interpreta como tal, se encuentra en el accionar. Nos referimos al paso de la posibilidad hacia la acción concreta que produce la emergencia y, por lo tanto, la interpretación por parte de otros. Es en este accionar, donde comprendemos la complejidad del fenómeno que indagamos. Quien actúa, individuo particular, afecta, con su acción, el sistema que es, a la vez, foco y contexto del acto ejecutado. Quien innova, lo hace en el lenguaje, cumpliendo un rol demiurgo, afectando universos semánticos que constituyen su otredad. Comprendemos, por lo tanto, que un innovador es quien despierta esa distinción lingüística en terceros. No importa el contenido de sus actos, ni qué es lo innovador. Nos asombramos e indagamos el hecho de ser interpretado desde ese lugar. Consideremos un ejemplo concreto: Utilizaremos el sistema de sabores de helados en Argentina. Los tradicionales eran los vinculados con chocolates, frutas y cremas. La innovación se produce con la emergencia de sabores cuyo sentido remiten a postres: tiramisú, mantecol, etc. De modo tal que estos sabores son innovación emergente del sistema de sabores de helados, tal como éste ha sido innovación del sistema alimentos, etc. Tomemos otro ejemplo culinario. Knorr, marca de sopas deshidratadas, lanza al mercado

sopas cuyos sabores remiten a colores. De modo tal que el rojo es sabor remolacha y morrones, y amarillo, calabaza y choclo. El principio es similar: el sistema existente, en tanto que sentido en un observador, se reorganiza en torno a un nuevo eje. Comprendemos que, si bien el sistema como un todo se modifica, la transformación no implica tanto una pérdida como una complejización. Los elementos previos a la innovación no desaparecen, sino que el sistema, sigue conteniéndolos, a la vez que se complejiza. Denominaremos complejidad a la cantidad de distinciones lingüísticas que un observador precisa para describir el sistema observado. Interpretaremos,

también,

que

las

distinciones

lingüísticas que un sistema es, equivale a la masa semántica del mismo. Comprendemos, por lo tanto, que un sistema puede ser complejo para unos, simple para otros y, probablemente, no existir siquiera para terceros. Por lo tanto, la complejidad de los sistemas es proporcional a la información contenida en su descripción. A mayor complejidad, mayor información y, por ende, mayor masa semántica. Esta concepción requiere un elemento presente en la complejidad inherente a los discursos sociales: la nada. Concebimos la nada como el fin del sentido, el basta del lenguaje, el caos. La nada puede ser eterna como ente, pero nunca en contenido. Es en dirección a ella hacia donde se complejiza el sistema, de algún modo, la emergencia de un nuevo sabor de helado, implica una pérdida de la nada, para con el sentido que el sistema produce. La noción de Nada implica una paradoja: ¿no pasaría a ser un algo desde el momento en que la interpretación la construye? Nuestro trabajo pretende abordar el sentido que un sistema produce en un observador; no nos incumben los contenidos, sino el simple hecho de la existencia de estas distinciones lingüísticas. Ya hemos mencionado, junto a Maturana, que el mundo de lo humano es lingüístico, se desarrolla en el sentido, construyendo el universo a medida que lo interpreta. El lenguaje, la semantización que cada individuo es, deviene y se complejiza; aquello que no existe en el lenguaje nos existe para el ser humano. Por lo tanto, la Nada no podría existir. Sin embargo, algo estamos perdiendo. La Nada tiene que ser Algo. La paradoja deviene evidente. José Rodríguez de Rivera considera que: “la paradoja es algo que tiene lugar aunque y porque no tiene lugar, o viceversa: que no sucede precisamente porque sucede (..) La paradoja es siempre problema de un observador, no del ser, no de lo observado.” 4 La paradoja que observamos existe, por lo tanto, en la manera en que nosotros observamos y

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Grinberg, Miguel. Edgar Morin y el pensamiento complejo. Madrid. Campos de Ideas. 2002 Dr. José Rodríguez de Rivera. Paradoja. Universidad Politécnica

de

Madrid.

construimos, en el lenguaje, el fenómeno que pretendemos indagar. En consecuencia, será en nuestro rol de observadores donde reside la posibilidad de superarla. Rodríguez de Rivera considera que “para evitar la observación directa de la paradoja hay que buscar definir una dirección de la mirada que evite caer en la paralización: observar las observaciones del observador de la paradoja, es decir, recurrir a la observación de segundo grado”. 5 Consideremos la característica peculiar de la noción de Nada, ésta precisa existir fuera del lenguaje, ya que desde el momento en que podamos decir algo sobre ella, estará dejando de ser esa Nada que pretendíamos indagar. El principio de incertidumbre emerge, una vez más, en el campo de la producción de conocimiento. La indagación hacia un sistema, afecta al mismo en tanto que tal. Interpretamos que la nada es el límite del lenguaje, consideramos imposible que un sistema se devenga complejo en soledad. La nada, por lo tanto, es el no-sentido. Cada innovación que sucede en el lenguaje, cada nueva distinción, cada elemento emergente, cada nuevo sabor de helado, invita a preguntarnos: ¿de donde viene esa novedad? ¿salió de la nada? La nada es el sinsentido, y está presente en todos los discursos. Un nuevo sabor sabor era parte de la nada en décadas pasadas; al observar ese pasado, desde el presente, comprendemos que, ese sabor, era parte de la nada del sistema observado. La Nada presente en cada sistema es su posibilidad de innovación; comprendemos que el sinsentido es eterno en tanto que lugar en el lenguaje, pero no en cuanto a contenido. De allí el agregado de valor que el profesional de la comunicación aporta, en tanto que observador dotado de habilidades y competencias para intervenir en los procesos significantes. Es quien comprende la posibilidad y la relevancia de la creación de contextos para la emergencia de nuevos sentidos que posibiliten la complejización del sistema. ¿Cómo abordar la Nada? ¿Cómo indagar lo que no existe? ¿Cómo preguntarle al caos? ¿Cómo comprender sus respuestas? A Isaac Asimov, científico y escritor de ciencia ficción, le preguntaron qué es aquello que existe más allá del universo. El autor respondió: “no-universo. El lector dirá que eso no significa nada, y quizá esté en lo cierto. Imagínese el lector convertido en una hormiga muy inteligente (…) la hormiga podría preguntarse si la Tierra se acaba en algún lugar. Y entonces se plantearía una pregunta embarazosa: ‘Si la Tierra se acaba, ¿qué habrá más allá?’Recuérdese bien: la única experiencia está relacionada con la tierra. La hormiga nunca ha visto el océano, ni tiene noción de océano, ni puede imaginarse más que tierra. ¿No tendría que decir: ‘si la tierra de hecho se acaba, al otro lado tiene que haber no-tierra, sea lo que fuese eso’, y no estaría en lo cierto? Pues bien, si el

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http://sunwc.cepade.es/~jrivera/bases_teor/episteme/epist_complex/paradoja.htm Dr. José Rodríguez de Rivera. Op Cit.

universo se define como la suma total de la materia y energía y todo el espacio que llena, entonces, en el supuesto de que el universo tenga un fin, tiene que haber no-materia y no-energía inmersas en el no-espacio al otro lado. Dicho brevemente, no-universo sea lo que fuere eso.”6 Esta argumentación parece cerrar el camino de indagación de lo caótico. La Nada a la cual hacemos referencia reside en el no-universo, o no-sentido. Nos preguntamos, sin embargo, ¿la idea de no-sentido es compleja? ¿tiene masa semántica, distinciones lingüísticas, que nos permitan abordarla? Imaginemos un pez. Siguiendo la reflexión de Asimov, comprendemos que su no-universo es la tierra firme. El pez puede lograr una aproximación a esta noción, sea por la observación en saltos, o por la propia experiencia al ser capturado por un pescador. Sin embargo, para el pez de agua salada, será imposible concebir siquiera, la existencia del agua dulce. Esta analogía, que parece acabar con las posibilidades de abordar lo caótico, en realidad es un acceso. Suponemos la presencia, en ese caos, de nuestra propia agua dulce. Sea lo que ello sea. Lo caótico, por lo tanto, la Nada, contiene la posibilidad de conquistar, semantización mediante, una nueva distinción lingüística. La innovación emergente, en muchas ocasiones, es pasajera. Tomemos como ejemplo la gaseosa “Nativa”, lanzada por la empresa Coca-Cola, cuyo sabor era innovador, ya que remitía a la yerba mate. Su existencia implicaba innovación para el sistema al cual pertenecía. Pero no logró consolidarse en el mercado. ¿Implica esto un retorno al no-sentido? Consideramos que la no aceptación del elemento innovador no lo invalida como tal; el hecho de ser una gaseosa cuyo sabor innova implica un sentido reorganizado en torno a nuevos principios. De hecho, la ausencia de éxito comercial genera un nuevo sentido. Más que desaparecer sin dejar rastros, su paso por el sistema lo sigue complejizando, así sea desde el lugar de “fracaso comercial”. Las posibilidades de intervención profesional del comunicador son diversas. Comprendemos que la innovación reside en quien interpreta, a la vez que implica una complejización (aumento de masa semántica, distinciones lingüísticas) en la mirada de un observador. La emergencia de la distinción lingüística implica tanto un observador que la piensa, como de una emergencia concreta para otros observadores. La intervención en los procesos significantes es el campo de acción del profesional del campo de la comunicación. En consecuencia, la participación en los fenómenos innovadores, desde su aspecto semántico, es una posibilidad de agregado de valor sui generis. 6 Asimov, Isaac. Sobre la Ciencia Ficción. Buenos Aires, Editorial Sudamericana, 1982.

Concebir la Nada como el no-sentido, nos posibilita, redundancia mediante, abordarla como sentido. Un sentido peculiar, pero válido como cualquier otra distinción lingüística. Incluir en nuestro universo semántico, la semantización de sus bordes, amplía nuestra capacidad de acción, tanto en el campo profesional como en otros dominios de la existencia. A modo de conclusión, podemos afirmar que la innovación:  Implica una instancia de complejización de un sistema.  Un sistema es tal en el lenguajear de un observador, por lo cual es abordable desde su presencia semántica.  La innovación es tal dentro de la interpretación de un observador.  La Nada, en tanto que no-sentido, es la posibilidad de nuevas distinciones que aumenten la complejidad de un sistema.  El comunicador, profesional competente y hábil, puede intervenir en los procesos de significación.  Esta intervención puede ser planteada en términos de creación de contextos para la emergencia de nuevos sentidos.  Estos nuevos sentidos bien pueden ser “rechazados”, lo cual no implica un retorno a la nada, sino una nueva significación

Comprendemos que nuestra tarea corresponde al ámbito de la reflexión teórica; de modo tal que una próxima instancia debe abarcar el campo empírico. Sin embargo, consideramos que es precisamente en la existencia teórica donde existe la posibilidad de acción e intervención profesional futura. La comprensión de la relevancia del abordaje del sentido, implica una relajación en la dualidad presente entre teoría y práctica. Ambas son distinciones lingüísticas, presentes en la interpretación que constituye el universo semántico que somos en tanto que observadores. Universo que, por el simple hecho de ver la emergencia de esta posibilidad profesional, ha devenido complejo, ha aumentado su masa semántica. Es decir, ha experimentado la innovación, no empíricamente a modo convencional, pero sí a modo de presencia en el sentido.

Bibliografía 

 Asimov, Isaac. Sobre la Ciencia Ficción. Buenos Aires, Editorial Sudamericana, 1982.  Echeverría, Rafael. Ontología del Lenguaje. Buenos Aires, Dolmen Ediciones, 1994.

 Grinberg, Miguel. Edgar Morin y el pensamiento complejo. Madrid. Campos de Ideas. 2002  Maturana, Humberto. La Objetividad. Un argumento para obligar. Chile, J. C. Sáez Editor, 1992. 

Fuentes de Internet 

Dr.

José

Rodríguez

de

Rivera.

Paradoja.

Universidad

Politécnica

http://sunwc.cepade.es/~jrivera/bases_teor/episteme/epist_complex/paradoja.htm

de

Madrid.

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