EL CAPITAL Y LA DISTRIBUCIÓN DEL INGRESO

October 5, 2017 | Autor: J. Herken Krauer | Categoría: Political Economy, Economic Growth, Income Distribution
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Descripción

Introducción La Revista de Economía y Empresa es un nuevo compromiso de la Universidad del Norte con la ciencia y la cultura, puesto que las anteriores ediciones eran más de divulgación. Esta Revista tiene carácter científico. Incluye artículos de algunos de los economistas paraguayos más destacados en el país y el exterior, y las conferencias dictadas por dos de los tres laureados con el Premio Nobel en Economía, auspiciadas por la Universidad del Norte. Se pretende enlazar con temas de competitividad, que nos ilusiona a los profesionales paraguayos, a partir del 2015. La Revista de Economía y Empresa se suma a las otras cuatro revistas académicas publicadas por la Universidad del Norte, en su compromiso con la investigación científica, la innovación y la creatividad. La Revista marca el nacimiento de un nuevo emprendimiento, que espera contribuir con una reflexión más seria, y superar la frivolidad con que se abordan temas relacionados con el quehacer empresarial. La empresa se merece una reflexión más seria, como la que se estila en el campo macroeconómico. El primer artículo de la Revista de Economía y Empresa consiste en la transcripción en español de la conferencia “Coherencia entre la política económica y el crecimiento de las naciones”, ofrecida por el Premio Nobel de Economía 2004, el noruego Finn Erling Kydland de la Universidad de California, Santa Barbara, el 28 de mayo de 2010, en la Sala de Convenciones del Banco Central del Paraguay, organizada por el Departamento de Educación Continua de la Facultad de Estudios de Postgrado de la Universidad del Norte. El Profesor Kydland presenta en un lenguaje ágil y ameno su teoría acerca de la temporalidad de las políticas públicas y la necesidad de una mirada a más largo plazo para permitir la consistencia de las acciones. La conferencia dictada en la misma sala, el 24 de mayo de 2011, por el Premio Nobel de Economía 2007, Erin Maskin, Adams University Professor de la Universidad de Harvard, es presentada en su original en inglés, uno de los cuatro idiomas, junto con el español, el francés y el portugués, en que aceptan artículos las cinco revistas científicas de la Universidad del Norte. Juan Carlos Herken, destacado y prolífico intelectual paraguayo, el miembro más joven de la generación de la prestigiosa revista Criterio, PhD en Economía por la London School of Economics y Political Sciences, de larga trayectoria profesional en Londres, París y actualmente en Berlín, escribe un artículo sobre el impacto de la obra El Capital en el Siglo XXI del economista francés Thomas Piketty, en el pensamiento económico actual. En “El capital y la distribución del ingreso: El retorno estrepitoso de una vieja incógnita”, el autor muestra una gran capacidad para sintetizar la polémica en torno a Piketty, cuyos ecos desbordaron la prensa norteamericana, francesa e inglesa desde la publicación de su libro, y en especial, sus postulados sobre las causas de la desigualdad. Herken resalta la importancia de la tecnología como factor en la ecuación

[2] para alcanzar mayor equidad. Considerando que el extenso libro de Piketty aún no ha sido traducido al español, este artículo servirá para anticipar a la sociedad paraguaya un material suficientemente ilustrativo, de altísima calidad académica, conceptual y referenciada al proceso de desarrollo del Paraguay Gladys Benegas, quien a su vez obtuvo su PhD en Economía en la University of Pittsburgh, Pennsylvania, actual Vice Decana de la Facultad de Estudios de Postgrado de la Universidad del Norte, describe la situación competitiva de las empresas paraguayas a la luz de los indicadores del Doing Business del Banco Mundial. En su artículo “Hacia la mejora de la competitividad de las empresas paraguayas”, muestra que, por sus características, las empresas paraguayas son en su mayoría PYMES, y propone acciones para incrementar su participación y contribución al desarrollo de la competitividad, y a la calidad de vida de las personas. El artículo de Emilio Ortiz Trepowski, economista especializado en Economía Aplicada por la Pontificia Universidad Católica de Chile, y Director del Instituto Paraguayo de Investigaciones Económicas (IPIE), investiga la hipótesis de si el crecimiento económico se traduce en la creación de nuevos empleos de calidad, aplica cálculos econométricos y compara datos del empleo de Paraguay con los de la América Latina y el Caribe. Además, analiza si los empleos creados fueron buenos o malos (se define por empleo malo aquel que remunera con 500.000 guaraníes o menos, a precios constantes), los factores que explican el crecimiento del PIB per cápita, el énfasis que tienen que poner las políticas públicas y privadas en el crecimiento de la productividad del trabajo y la industrialización. Un aporte importante a los estudios económicos del Paraguay, sus resultados se basan en datos estadísticos. Es la primera vez que se investiga la hipótesis sobre si el crecimiento económico se traduce en la creación de nuevos empleos de calidad, lo que representa una contribución científica de genuina originalidad en nuestro medio, tan necesitado de investigaciones serias. Luego de esos artículos más orientados a aspectos económicos, la Revista de Economía y Empresa propone a los lectores tres artículos relacionados con el desempeño de las empresas. Los avances científicos demuestran que existe una relación entre el cerebro y el comportamiento. Estos progresos, que forman parte del acervo de la economía del comportamiento, sirven de base al artículo de Elena Anghel, MBA por la Universidad de Quebec, radicada actualmente en Ottawa, Canadá, que se inspira en el papel de las neurociencias: “Cómo nuestro nuestra herencia genética impacta en la administración del factor humano en las empresas”. Sandra Zacarías Yubero, Doctora en Administración de Empresas por la Universidad Autónoma de Asunción, actualmente ejecutiva del área de Mediación y Resolución de Conflictos en el Ayuntamiento de Alicante, España, resalta en su artículo las cualidades de las empresas familiares y la importancia de la mediación como

[3] instancia para la resolución de situaciones que nacen en un entorno donde confluyen los lazos familiares y empresariales en la toma de decisiones. La Revista de Economía y Empresa presenta también un artículo del Lic. Feoder Nicolais Riline, experimentado catedrático de la Carrera de Contabilidad de la Universidad del Norte, quien escribe sobre las exigencias que conlleva la responsabilidad social de las empresas de modo tal que se constituya en un elemento para avanzar las ventajas competitivas de las firmas, dejando de lado prácticas que las simulan. El tema abordado ha estado enmarcado dentro del Primer Simposio Internacional de Economía y Empresa bajo la temática de “Responsabilidad Social. Creatividad Empresarial y Sostenibilidad Ambiental”, organizado por la Universidad del Norte del 14 al 17 de septiembre de 2014. Con el lanzamiento de este número de la Revista de Economía y Empresa, que se suma al mencionado simposio internacional, la Universidad del Norte ratifica su compromiso con una educación de calidad, con un desarrollo empresarial competitivo y digno en nuestro país, y en especial, con una investigación científica seria en el campo de los estudios económicos y empresariales.

[4]

EL CAPITAL Y LA DISTRIBUCIÓN DEL INGRESO EL RETORNO ESTREPITOSO DE UNA VIEJA INCÓGNITA

Berlín, 12.2014.

Juan Carlos Herken Krauer M.Sc. (Lon), Ph. D. (Lon)

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RESUMEN Este ensayo presenta a una evaluación crítica del tema y de las principales conclusiones del libro “El Capital en el siglo 21”, del economista francés Thomas Piketty, y de las reacciones a nivel mundial, sobre todo en los EE.UU, Inglaterra, Francia y Alemania. Subraya la riqueza de la discusión, que ha sido bienvenida en todas partes, y señala las áreas que requieren más investigación, así como la inclusión en el estudio de otros países, en particular el mundo en desarrollo. El autor sugiere que existe necesidad de re-definir el concepto de capital, en particular teniendo en cuenta el progreso técnico, como parte de un esfuerzo por actualizar y re-pensarlos las viejas nociones de crecimiento económico. ABSTRACT

This essay presents a critical overview of the subject and main conclusions of the book “Capital in the 21st Century” of the French economist Thomas Piketty, and of the worldwide reactions, particularly in the US, England, France and Germany. It underlies the richness of the discussion, which has been welcomed everywhere, and it points out the areas which require further research and the inclusion of other case studies, particularly the developing countries. The author suggests that there is a need to redefine the concept of capital, particularly vis-à-vis technical innovation, as part of the effort to update and re-think the traditional concepts of economic growth.

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I. Introducción

Pocas veces un libro complejo sobre economía ha generado semejantes oleajes de debate académico y político, en todo el mundo. “El Capital en el Siglo XXI”, la obra del economista francés Thomas Piketty, publicada en francés1 en el 2013, desata al principio un interés más bien mesurado en Francia, pero es la edición en inglés2, en los EE.UU., sostenida por críticas altamente favorables de economistas como Paul Krugman3 y Joseph Stiglitz 4 , la que enciende una hoguera, cuyas llamas no tardan en llegar a todas las esquinas. Más de 300.000 ejemplares en inglés vendidos en pocos meses, cuando que incluso en el mercado anglosajón se considera que un libro de economía ya es exitoso, al superar las 7.000 copias. La discusión en EE.UU. pronto se traslada a Europa, sobre todo a Alemania, Inglaterra y Francia, integrándose a los debates en proceso, sobre integración europea, desempleo y la necesidad de una nueva política a la Keynes de reactivación. Parte del éxito descansa en el hecho de que, si bien es un libro de alto nivel intelectual, es accesible a muchos lectores. El autor, un joven economista francés que enseña e investiga en París, tuvo la precaución de separar el andamiaje estadístico, matemático y econométrico, el que por otra parte es consultable a su vez para quien estuviere interesado5. El eje del trabajo: la creciente desigualdad en la distribución de ingreso en la mayoría de las grandes economías. Precisando: EE.UU, y los principales países europeos. Más que una formulación de carácter político, y por encima del parentesco temático que se establece con Das Kapital de Karl Marx, esta es una conclusión, y un desafío, que recibe saludos y apoyos en los cuarteles más inesperados. Incluso el legendario fundador de Microsoft, Bill Gates, elogió la obra, expresando que estaba de acuerdo con su conclusión más importante, aunque difiriendo en las soluciones propuestas a la creciente desigualdad. 6 La investigación está respaldada por la construcción y procesamiento de una valiosa base de datos sobre la evolución de la distribución del ingreso, y las tasas de remuneración del 1

Le capital au xxi siécle, Éditions de Seuil, Paris, 2013.

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Capital in the Twenty-First Century by Thomas Piketty, translated from the French by Arthur

Goldammer Belknap Press/Harvard University Press, 2014. Krugman, Paul, “Why we are in a New Gilded Age”, The New York Review of Books, May 8, 2014 issue. 4 Stiglitz, Joseph, The New York Times, 27.06.2014. 5 http://piketty.pse.ens.fr/capital21c 6 Grim, Ryan; Zach, Carter, 'Bill Gates Thinks Piketty's attack on Inequality is Right', The Huffington Post, 14.10.2012. Cf. 'Why Inequality Matters', Bill Gates - The Gates Notes www.gatesnotes.com/.../Why-Inequality-Matters-Capital-in-21st-Century... 3

[7] factor capital. Aunque para el período 1800-2007 sólo se disponen de series continuas para cuatro países: EE.UU, Inglaterra, Francia y Suecia7, lo que deja de lado, entre otros, a Alemania, Japón y Unión Soviética-Rusia.

II. Postulados y conclusiones 1. Existe un ciclo inherente a la economía capitalista, que conlleva una creciente desigualdad en la distribución del ingreso, y ello obedece más a la concentración de la propiedad de capital, que al desnivel en los salarios8. Es decir, el 1 (o el 10) por ciento más rico captura una franja cada vez mayor del ingreso, comparado con el 1 (o el 10) por ciento más pobre. La excepción sería el período 1914-1973, en el cual las dos guerra mundiales y la consecuente reducción del stock de capital, más el aumento del poder sindical, produjeron una cierta nivelación. 2. Esta tendencia obedece a una muy simple ecuación: si la tasa de retorno del capital (r) es mayor que la tasa de crecimiento económico (g), los detentores de capital aumentan la porción que extraen del ingreso global generado. Piketty sostiene (r-g>0) como tendencia a largo plazo, e inherente al capitalismo, en su etapa actual. Se presupone, es obvio, y a manera de ejemplo, que el 10 por ciento más rico genera sus ingresos casi únicamente al factor capital, mientras que el 10 por ciento más pobre lo hace sobre todo gracias al factor de producción trabajo. 3. A comienzos del siglo XXI, estaríamos (las principales economías desarrolladas) cayendo en el mismo nivel de desigualdad en la distribución del ingreso, que existía antes de la Primera Guerra Mundial (1914-1918). 4. Estas tendencias conducirían a la consolidación de un capitalismo patrimonialista, en el que las instancias decisivas del sistema estarían controladas por dinastías familiares, y no por los grupos e individuos que hicieron fortuna gracias a su talento y productividad. La ilusión de un capitalismo meritocrático quedaría, entonces, en nada más que una aspiración. Piketty señala que en el caso de Francia, la porción “heredada” de la riqueza total cayó de manera abrupta desde comienzos del siglo veinte, hasta llegar a menos de un 50 por ciento en 1970. Actualmente se encuentra en cerca del 70 por ciento, y sigue creciendo. En una conferencia reciente ha vuelto a subrayar los vínculos entre riqueza y educación superior, al señalar que el ingreso promedio de los padres de los estudiantes de la Universidad de Harvard coincide con el del 2 por ciento más rico de los EE.UU; en Francia, el ingreso promedio de los padres de los estudiantes de “Sciences-Po” (Instituto 7

Una diferencia crucial es que gran parte de los datos sobre ingreso fueron extraídos de las declaraciones de impuestos a la renta (y no a base de encuestas), lo que permite retroceder en el tiempo. Estados Unidos cuenta con un impuesto a la renta desde 1913, Inglaterra desde 1909, y en Francia se puede retroceder incluso hasta finales del siglo dieciocho. 8 Se distinguen ad initium tres tipos de desigualdad: la existente en el ingreso del factor trabajo, la del ingreso de capital, y la división del ingreso total entre trabajo y capital. Una crítica corriente a Piketty es de haber subestimado la importancia de la desigualdad en el ingresotrabajo en la distribución del ingreso total; pero se comprueba estadísticamente que, a medida en que se asciende en la jerarquía de riqueza, el rol del ingreso-capital es mayor que el del ingreso-trabajo. Cf. Furman, Jason, 'Global Lessons for Inclusive Growth', IIEA, Dublin, May 7, 2014, pp. 6-7.

[8] de Ciencias Políticas de París) coincide con el 9 por ciento más rico de ese país9. 5. Confrontado a este panorama, Piketty sostiene que la única solución es la adopción de un sistema impositivo que aumente las cargas sobre los ingresos de capital, la riqueza en sí mismo, y la transferencia de herencias. A escala mundial, eso consistiría en un “world wealth tax”, una tasa mundial de impuesto sobre la riqueza, cuyos ingresos ayudarían a restablecer un cierto equilibrio.

III. Las reacciones críticas Ninguna duda: el abismo entre ricos y pobres se ha agrandado, en la mayoría de los países desarrollados, y en muchos otros lugares del mundo. E incluso sus más feroces críticos, no dejan de señalar la importancia de la investigación del economista y catedrático francés. Al mismo tiempo, el nivel de ingreso, nacional y mundial, ha seguido aumentando, y de manera incluso más que llamativa en el caso de algunos países en vías de desarrollo. De ello se derivan tres preguntas claves: – ¿Es necesario establecer una correlación estricta – e ineludible – entre ambos procesos? – ¿Es un fenómeno transitorio o tiende a ser permanente? – ¿Cuáles son los factores determinantes de esa creciente desigualdad en la distribución del ingreso? Es precisamente en la búsqueda de respuestas a esas tres cuestiones que se perfilan las críticas, y las dudas, sobre algunas conclusiones de “El Capital en el siglo XXI”. 1. Las cargas contra “El Capital en el Siglo XXI” no se hicieron esperar. Sobre todo en la prensa británica, en la que por un lado se intenta descalificar el trabajo por deficiencias técnicas considerables10. Un fuerte eco internacional tuvieron las acusaciones de errores y manipulaciones con algunas partes de la base de datos, que emitiera un analista del diario londinense The Financial Times11. De acuerdo a estas fuentes, una vez corregidos esos errores, no se observaría una tendencia hacia una mayor desigualdad en Europa, sobre todo en Gran Bretaña, a partir de 1970. Piketty contrarresta, volviendo a señalar que, necesariamente, ciertas estadísticas son precarias, y que se tuvo que implementar soluciones tentativas, y por ende siempre mejorables, de manera a completar series a largo plazo 12 . El autor reafirma a su vez su “admiración del capitalismo”, rechazando ser relativizado dentro de una visión ideológica. 2. Un primer intento de cuantificar el eco de la investigación de Piketty fue una encuesta Braunberger, Gerald. “Wie verkrüstet ist der Reichtum?”, Frankfurter Allgemeine Zeitung, 11.10.2014. En ocasión de una reciente conferencia de T. Piketty en la Universidad Goethe de Frankfurt, Alemania. 10 Heath, Alex. 'Thomas Piketty's bestselling post-crisis manifesto is horrendously flawed', The Daily Telegraph, 290.04.2014. 11 Giles, Chris. 'Piketty findings undercut by errors', The Financial Times, 23.05.2014. 9

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Ökonomen im Gespräch (4): Thomas Piketty über seine Bewunderung des Kapitalismus, Frankfurter Allgemeine Zeitung, 25.05.2014.

[9] de la Universidad de Chicago entre los profesionales, preguntando si estaban de acuerdo en que: “...la fuerza más poderosa empujando hacia una mayor inequidad en el stock de riqueza en los EE.UU. desde los años 1970 es la diferencia entre tasa de retorno (after tax-return) del capital y la tasa de crecimiento económico” 13. El 63 por ciento está en desacuerdo, y un 14 por ciento prefiere optar por la incertidumbre. Ponderando las respuestas por el grado de confidencia que tendría cada economista en el análisis, un 81 por ciento está en desacuerdo, y un 15 por ciento se aferra a la indecisión. Ahora bien, el propio Piketty y otros colegas rechazaron que el argumento del libro pueda ser reducido a la tesis resumida en la pregunta de la Universidad de Chicago, a más de no respetar la diferencia entre ingreso y riqueza. En una re-elaboración, el economista francés sostiene que, en el caso de EE.UU.: “...la fuerza poderosa detrás de la creciente desigualdad en ingresos y riqueza es el crecimiento de la desigualdad en los ingresos del factor trabajo, esto último debido a una mezcla de creciente asimetría en el acceso a competencias (skills) y a la educación superior, y a la explosión de las compensaciones de los top managers, debido en parte a la reducción en las tasas fiscales.” 14 3. Otra de las críticas centrales a los postulados de Piketty tiene que ver con la tasa de retorno del capital, y su grado de substitución con el factor trabajo. Un mandamiento sacrosanto de la economía neo-clásica es que, a medida en que aumenta el volumen de utilización de un factor de producción, y luego de un cierto nivel de equilibrio, la tasa de retorno marginal disminuye (es decir, el producto marginal neto). Consecuentemente, teniendo en cuenta la utilización cada vez más vasta del factor capital, uno tendría que observar una tasa de retorno en declive. Piketty sostiene que se da un cierto descenso, aunque muy lento. Los críticos señalan, a su vez, que él presupone (de hecho, lo hace...) una elasticidad de substitución entre trabajo y capital mayor que uno, de manera a que se cumpla su aseveración de una tajada cada vez mayor cayendo en manos del capital 15. Aquí sí muchos economistas insisten en que la elasticidad de substitución está por debajo de uno, y que se podría estar confundiendo tasa de retorno bruto con tasa de retorno neto (incluyendo depreciación)16. Al mismo tiempo, desde más de seis años se observa un declive récord de las tasas de interés a nivel mundial, asociado en parte al savings glut (exceso de ahorro), con lo que se vuelve a resaltar el signo de interrogación concerniente a la tasa de retorno del capital. 13

University of Chicago, 'Initiative on Global Markets Survey of Economists'; Hartley, John, opus cit., 2014. A su vez, Wolfers, 'Justin; Fellow Economists Express Scepticism about Thomas Piketty', The New York Times, 14.10.2014. 14 “No, mainstream economists did not just reject Thomas Piketty's big theory", Weissmann, Jordan. Moneybox. A blog about business and economics. 15.10.2014. 15 Dentro de los rígidos postulados de la función de producción Cobb-Douglas, una elasticidad de substitución entre capital y trabajo mayor que uno significa que la adición de una unidad más de capital, genera el descenso de más de una unidad de trabajo, por lo que la fracción de ingreso generado que recibe el capital aumenta; incluso, en ciertos casos, si su producto marginal disminuye. 16 Summers, Lawrence. 'The Inequality Puzzle. Thomas Piketty’s tour de force analysis doesn’t get everything right, but it’s certainly gotten us pondering the right questions.’ Democracy. A Journal of Ideas, Issue 33, Summer 2014. Asimismo, Rognie, Matthew, 'A note on Piketty and diminishing returns to capital', 15.06.2014.

[10] En general, se acuerda en que la proporción de “profits” (ganancias) en el producto interno bruto aumenta cada vez más, mientras que la proporción de salarios baja. Pero algunos relativizan que esto tenga que ver sobre todo con una acumulación de riqueza cada vez más desigual. Habría que enfatizar otros factores, entre ellos innovación técnica y globalización. Desde la perspectiva de países desarrollados, la mecanización reemplaza cada vez más obreros, y la globalización reemplaza a otros por aquellos que se encuentran en el mundo en desarrollo. Ergo, la proporción del ingreso que retorna al capital – en esos países – es cada vez mayor. 4. Resulta difícil generalizar la experiencia de algunos países desarrollados a toda la economía mundial. Resalta la no inclusión del Japón, Rusia y el mundo en desarrollo, y particularmente crítica es la ausencia de China, que ya ha pasado a ser la primera economía del planeta17. No hace falta demasiado esfuerzo para constatar que, sin duda, la distribución del ingreso se ha vuelto mucho más desigual en esta sociedad, al mismo tiempo que el nivel promedio de ingreso aumentaba considerablemente. Algunos intentan argumentar que la inclusión del mundo en desarrollo desvirtuaría la tesis de una creciente desigualdad en el ingreso 18 . Se trata de estudios recientes que en realidad ofrecen conclusiones muy hipotéticas, sobre un período relativamente corto19. El primero se basa en los datos de “encuesta del hogar” (household survey) de ciento veinte países para el período 1988-2008, y sus evaluaciones estadísticas son muy inconclusas, pero podrían subrayar un leve descenso del coeficiente de Gini20, del 72.0 al 70.55. Al mismo tiempo, existen señales de que la evidente mejora del nivel de ingreso en China e India podría estar teniendo lugar a costes de un descenso relativo de nivel de las clases medias de los países desarrollados21. El segundo es un estudio reciente de la OECD22, que examina las condiciones de vida de 25 países desde 1820. El índice Gini global pasó de 49 en 1820 a 66 en el 200023 . Este aumento tiene algo que ver con la desigualdad del ingreso dentro de los países, que sin la menor duda, está aumentando de nuevo desde 1980, pero sobre todo, sostiene el estudio, con la creciente desigualdad de ingreso entre los países. La distancia entre el país más rico y el más pobre se agrandó de manera considerable. En 1820, la nación más rica de ese entonces, Gran Bretaña, tenía un ingreso 5 veces mayor que el país pobre promedio. Hoy los EE.UU representan 25 veces el nivel de ingreso del país pobre promedio. Al 17

Midiendo el Producto Interno Bruto en términos de la paridad de compra de la moneda (Purchasing Power Parity). 18 Hartley, John, “Why Economists Disagree With Piketty's "r - g" Hypothesis On Wealth Inequality“, Forbes, 17.10.2014. 19 Lakner, Christopher; Milanovic, Branko. “Global income distribution: From the Fall of the Berlin Wall to the Great Recession”, CEPR Policy Portal, 27.05.2014. Documento original. Lakner, Christopher; Milanovic, Branko “Global Income Distribution: from the Fall of the Berlin Wall to the Great Recession”, World Bank Working Paper No. 6719, December 2013. 20 El coeficiente de Gini es una de las medidas de la distribución del ingreso. El valor 1 (o 100) indicaría desigualdad total y el 0 equidad total. 21 El comercio internacional en la “era global” ha reducido de manera drástica la pobreza en algunos países en vías de desarrollo. A pesar de lo que muchos economistas sostenían, existen ahora evidencias sólidas de que el crecimiento de las exportaciones de China ha estancado el salario de ciertos sectores de la clase media de los EE.UU. Y en otros países también. 22 The Economist, “Breaking the camel's back. What an impressive work of economic history tells you about inequality, 4.10.2014. 23 How was Life? Global well-being since 1820. Edited by Jan Luiten van Zanden; Joerg Baten, Marco Mira d'Ercole, Auke Rijpma, Conal Smith and Marcel Timmer. OECD Development Centre, 2014.

[11] mismo tiempo, Brasil y México tienen hoy en día una desigualdad interna mucho mayor que en los tiempos de Simón Bolívar. De hecho, la región con el mayor grado de desigualdad es América Latina, Gini=54, comparado con un promedio mundial de Gini=45, para el año 2000.24 El índice Gini de distribución del ingreso entre países pasó de 16 en 1920 a 55 en 1950, pero permanece más o menos estable desde ese entonces. El efecto de la “globalización” aquí es claro: aumenta la desigualdad dentro de los países, y la disminuye entre los países. Hay excepciones: a largo plazo, es decir, desde comienzos del siglo diecinueve, se observa una tendencia a menor desigualdad en algunas sociedades como Francia, Japón y Suecia. 5. Algunos economistas reafirman, frente a las conclusiones de Piketty, que la causa principal de la creciente desigualdad de ingresos tiene que ver más con la globalización, y sobre todo la innovación técnica, antes que a una supremacía del factor capital sobre el factor trabajo. Esto ya se había intuido en 1981, con un ensayo famoso titulado The Economics of Superstars, en la que se argumentaba que la expansión y el salto cualitativo de las nuevas técnicas de comunicación, daban un alcance mucho mayor a ciertos individuos, creando mercados de “winners-take-all” (el ganador se lleva todo), en los que este puñado de individuos obtiene beneficios excepcionales, incluso si los ganadores son sólo un poco más capaces que sus rivales que obtienen menos beneficios25 . Dentro de esta línea argumentativa se sitúa un reciente ensayo del economista N. Gregory Mankiw26, catedrático en Harvard, que como su título lo señala, “Defendiendo al Uno por Ciento”, se dirige a subrayar los posibles efectos positivos de ese “uno por ciento” de la jerarquía social, que acumularía cada vez mayor riqueza. Básicamente Mankiw plantea la pregunta de si la “desigualdad” es “ineficiente”, es decir, si contribuye a largo plazo a sabotear los fundamentos del sistema económico, o si crea las condiciones para mayor inversión y espíritus empresariales incluso más revolucionarios. En su opinión, la creciente desigualdad en los ingresos tiene como contraparte la explosión de innovaciones técnicas que beneficiaría a toda la sociedad. ¿Es esta la condición sine qua non para la acumulación de capital y el crecimiento económico? Sí, había dicho ya Simon Kuznets, analizando la evolución de Gran Bretaña en el siglo XIX, pero esta “mayor desigualdad” habría sido algo transitorio. No tan transitorio, e incluso quizás permanente, intenta señalar Piketty con sus trabajos.

IV. La necesidad de repensar conceptos. Nuestra impresión, ante esta primera evaluación del terremoto que ha generado el libro de Piketty en todo el mundo es: ¿Hasta qué punto se está desarrollando un debate a comienzos del siglo XXI con un lenguaje anclado en la segunda mitad del siglo XIX?

OECD, 2014, opus cit., p. 212. Se señala que los promedios son “no-ponderados” (unweighted averages), lo que en principio indicaría que las cifras de cada país no fueron “normalizadas” por la proporción del ingreso de ese país en el total regional. 25 Krugman, opus cit., 2014. Se refiere al trabajo de Sherwin Rosen, The American Economic Review, Volume 71, Issue 5 (Dee, 1981), 845-858. 26 N. Gregory Mankiw, 'Defending the One Percent”, Journal of Economic Perspectives, Volume 27, Number 3, Summer 2013, pp. 21–34. 24

[12] Lo que se entendía en aquella época como capital y como capitalismo tiene algo – pero solamente algo – que ver con las formas, la dinámica y sobre todo la velocidad de ajustes del sistema económico mundial de hoy en día. De hecho, existe una cierta imprecisión – o incluso vaguedad – en las definiciones operacionales que aporta Piketty del factor capital y el factor trabajo27. Más importante aun, no parece darse una clara diferencia entre “capital físico” y “capital financiero” (este último, en principio, y dentro de los esquemas más puros de la economía neo-clásica, sería el mero “reflejo monetario” de lo primero, pero su creciente autonomía y globalización lo ha convertido en un factor quasi aparte). La distinción es más que relevante: mientras que en el “capital físico” si se puede constatar una tasa de declive del producto marginal, a medida que aumenta el volumen de capital utilizado, ello no es traducible en un cien por ciento al capital financiero. O quizás sea incluso inexistente. Este desfase entre lenguaje y realidad –que es un síntoma clave de la crisis y desorientación de las disciplinas intelectuales aplicadas al homo economicus desde el 2008 (e incluso antes) – adquiere una dimensión incluso más álgida en la presente discusión sobre la inevitable y creciente desigualdad de ingresos en el capitalismo, cuando se tiene en cuenta que otro concepto, el del “capital humano” (human capital), aún no ha aparecido. Paradójico: es una idea clave, que emergió hace cerca de medio siglo, y estadísticamente mensurable, en economía internacional, economía del trabajo y economía del desarrollo. ¿O es simplemente una especie de metáfora, un artilugio que permite resolver unos callejones sin salida en ciertas áreas de la teoría económica? No creemos que sea así. En cualquier caso, reafirma la necesidad de re-definir y actualizar el concepto de capital. Lo que acabamos de expresar se entronca con el fenómeno de la innovación técnica, que es a su vez utilizado por muchos economistas como factor causal en la determinación de los niveles de empleo e ingreso. No habría que descartar la hipótesis de que la progresión geométrica del insumo mágico τέχνη (techni) esté modificando el funcionamiento y el impacto del factor de producción capital en muchos sectores, y relativizando las viejas presunciones sobre el inevitable declive del producto marginal. Si a ello se suma el peso creciente en la producción mundial de los rubros intangibles (intangibles) y de la actividad de servicios, se vuelve más apremiante re-definir lo que significa capital, y cuáles son las consecuencias para el factor trabajo de estas nuevas modalidades. La muy buena nueva: se ha vuelto a poner en el centro de la mesa de debate una de las preguntas más candentes e irresueltas. Esto es saludado por casi todos, independientemente del plumaje político, o afiliación académica. Significa a su vez un retorno al “cortijo de caza” de la economía política clásica: qué determina el ingreso, cómo se distribuye y cuál es el grado de equidad. Corresponde, sin querer menospreciar la nostalgia por la belle époque, ingresar a ese cortijo, no con lanzas y arcabuces, sino con los utensilios de la era actual, que aún está esperando su nueva 27

Kunkel, Benjamin, 'Paupers and Richlings”, London Review of Books, Vol. 36, No. 13, 03.07.2014, pp. 17-20. Piketty asimila el capital a todo tipo de riqueza, y no distingue entre el capital (físico) ya producido y el financiero, la versión “ficticia” que refleja el capital-aser-producido, y que es hoy cada vez más preponderante. Asimismo, su definición del ingresotrabajo parece ser sólo money income (ingreso monetario), excluyendo ingreso no-monetario, lo que a efectos comparativos, y sobre todo en ciertas regiones del mundo, puede generar una diferencia considerable en los resultados.

[13] lectura y definición conceptual. La disciplina del estudio del accionar económico necesita re-inventarse, encontrar su nuevo λόγος (logos), adoptar una óptica inédita que sea capaz, sino de lidiar, por lo menos de entender cómo la innovación técnica, su velocidad de ajuste y la amplitud de su impacto, están modificando los viejos conceptos de crecimiento económico. Y las resonancias sociales del mismo. Berlín, 10.2014.

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