El Cabezo del Lugar (Azaila, Teruel): un poblado de la primera edad del hierro

August 1, 2017 | Autor: F. Ruiz Ruiz | Categoría: Archaeology, Historical Archaeology, Spanish archaeology, Archaeology of the Spanish Civil War, Spanish Civil War, Iron Age Iberian Peninsula (Archaeology), Iberian Prehistory (Archaeology), Archaeology of the Iberian Peninsula, Archeologia, Pre Roman Archaeology/Iberian Culture, Arqueología, Protohistory, Iron Age, Protohistoric Iberian Peninsula, Arqueologia, Edad Del Hierro, Mundo ibérico, Archeologie, Mediterranean Protohistory, Archéologie, GUERRA CIVIL ESPAÑOLA, European Protohistory, Archaeology Iberian Prehistory Iron Age, Protohistoria, Segunda República y Guerra Civil Española, Protohistoire, Protohistoric Archaeology, Arqueología, Historia Antigua, Antigüedad Tardía, Roma, Hispania, Mundo Ibérico, Arqueología de la Guerra Civil Española, Bronze Final-Iron Age Chronology in Central Iberian Peninsula, Archeology, Historical Archaeology, Iron Age Iberian Peninsula (Archaeology), Iberian Prehistory (Archaeology), Archaeology of the Iberian Peninsula, Archeologia, Pre Roman Archaeology/Iberian Culture, Arqueología, Protohistory, Iron Age, Protohistoric Iberian Peninsula, Arqueologia, Edad Del Hierro, Mundo ibérico, Archeologie, Mediterranean Protohistory, Archéologie, GUERRA CIVIL ESPAÑOLA, European Protohistory, Archaeology Iberian Prehistory Iron Age, Protohistoria, Segunda República y Guerra Civil Española, Protohistoire, Protohistoric Archaeology, Arqueología, Historia Antigua, Antigüedad Tardía, Roma, Hispania, Mundo Ibérico, Arqueología de la Guerra Civil Española, Bronze Final-Iron Age Chronology in Central Iberian Peninsula, Archeology, Historical Archaeology
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Descripción

Ri c a r doAl c ó nAl c ó n

KALATHOS 26-27 REVISTA DEL Seminario de Arqueología y Etnología Turolense

CAMPUS UNIVERSITARIO DE TERUEL

TERUEL 2013-2014

DIRECTOR: Francisco Burillo Mozota COMITÉ DE REDACCIÓN: Alfredo Jimeno, Dpto. de Prehistoria, Universidad Complutense. Emilio Junyent, Dpto. de Arqueología, Universidad de Lleida. Consuelo Mata, Dpto. de Prehistoria i Arqueología, Valencia. Carmen Olaria, LAP, Universitat Jaume I, Castellón. Arturo Ruiz, Dpto. de Prehistoria, Universidad de Jaén. Gonzalo Ruiz, Dpto. de Prehistoria, Universidad Complutense, Madrid Vicente Salvatierra, Dpto. de Patrimonio Histórico, Universidad de Jaén. Alexia Sanz, Dpto. Sociología, Ftad. de Ciencias Sociales, Teruel. CONSEJO DE REDACCIÓN: E. Javier Ibáñez, Seminario de Arqueología y Etnología Turolense. Ángel Gonzalvo, Seminario de Arqueología y Etnología Turolense. José Palomar, Seminario de Arqueología y Etnología Turolense. Jesús V. Picazo, Seminario de Arqueología y Etnología Turolense. SECRETARIA: Carolina Villargordo Ros. COMPOSICIÓN DEL TEXTO Y MAQUETACIÓN: Clemente Polo Cuando.

La dirección de esta revista no se responsabiliza de las opiniones de los autores

Para información, intercambios y suscripciones, dirigirse al SEMINARIO DE ARQUEOLOGÍA Y ETNOLOGÍA TUROLENSE Campus Universitario de Teruel Ciudad Escolar s/n, 44003 TERUEL Tel. 978 618 119. Fax: 978 618 103

ESTA PUBLICACIÓN HA SIDO SUBVENCIONADA POR INSTITUTO DE ESTUDIOS TUROLENSES, FACULTAD DE HUMANIDADES Y CIENCIAS SOCIALES DE TERUEL Y CAJA RURAL DE TERUEL

Dibujo de la portada: Fusayola de la tumba 120 de la necrópolis de La Yunta (Giadalajara). ISSN: 0211-5840 DEPÓSITO LEGAL: TE-203-2014 EDITA: S.A.E.T. IMPRIME: COMETA S.A.

HOMENAJE

RICARDO ALCÓN ALCÓN

KALATHOS 26-27 Revista del S.A.E.T. Teruel / 2013-2014 / pp. 91-111

El Cabezo del Lugar (Azaila, Teruel): un poblado de la primera edad del hierro BoRjA DíAz ARiño*, RAúl lEoRzA ÁlvAREz DE ARcAyA, AlBERTo MAyAyo cATAlÁn y FRAnciSco jAviER Ruiz Ruiz *universidad del País vasco

RESumEn: En este trabajo se presenta un nuevo yacimiento de la primera edad del Hierro, el cabezo del lugar (Azaila, Teruel), descubierto durante unas prospecciones arqueológicas realizadas en el curso bajo del río Aguasvivas en el año 2007. los restos estudiados en superficie permiten identificarlo como un poblado cerrado de calle central con un gran torreón rectangular que protege su único acceso. Ha proporcionado, además, un interesante conjunto cerámico en el que destaca una excepcional pieza con decoración incisa con motivos geométricos y zoomorfos. Por otro lado, el estudio del sitio ha permitido documentar su reocupación en el año 1938 durante la Guerra civil. Palabras clave: Primera edad del Hierro, poblado de calle central, Azaila, valle medio del Ebro.

ABSTRACT in this work a new deposit site, cabezo del lugar (Azaila, Teruel), dated to the First iron Age is presented. This site was discovered during a programme of archaeological survey carried out by the down watercourse of the Aguasvivas River in the year 2007. The archaeological remains, studied at a surface level, allow to categorize this site as a walled central street settlement culminated with a huge rectangular tower protecting the only entrance. Moreover, it has provided an interesting ceramic set from which stands out an exceptional piece incised decorated with zoomorphic and geometrical motifs. Furthermore, the study of this site has allowed to document its reoccupation during the Spanish civil War in the year 1938. Key words: First iron Age, central street settlement, Azaila, Ebro mid valley.

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InTROduCCIón El yacimiento del cabezo del lugar ocupa la parte superior de un pequeño cerro que se alza en el límite de la vega del río Aguasvivas, en su margen izquierda, dentro del término municipal de Azaila, en la provincia de Teruel, aunque muy cerca de la frontera con la de zaragoza. Se encuentra entre las partidas de campo del lugar, de la que hemos tomado el nombre y El jinestral, junto al viejo camino que unía Azaila con la zaida (fig. 1). Se trata de un cerro de pequeñas dimensiones y 259 m de altura (fig. 2). Tiene forma alargada y una orientación este-oeste casi perfecta, de manera que sus lados largos quedan orientados respectivamente al norte y al sur. Su parte superior, de apenas 78 x 20 m, es relativamente plana (fig. 3). Su orografía facilita notablemente la defensa del lugar. Exclusivamente dispone de un acceso practicable en su extremo oriental, en el que sin apenas desnivel conecta con las planas de El jinestral. Por el contrario, sus laderas meridional y occidental presentan un desnivel y una pendiente muy acusadas, que dificultan notablemente su acceso desde la vega del río. Mientras que su ladera septentrional, en la que el desnivel es un poco más acusado, corresponde con una pequeña vaguada que aísla el cerro de las planas de El jinestral y facilita la comunicación entre la vega del río y su extremo oriental, por que se perfila como el camino natural de acceso al cabezo. Por su ubicación disfruta de un notable control visual de toda la vega del Aguasvivas, especialmente hacia el sureste, aguas abajo del río, mientras que en la dirección contraria tiene contacto visual directo con el cabezo de Alcalá, del que se encuentra a apenas 3 km de distancia en línea recta, en la margen derecha del río. Todo ello —ubicación, orientación, orografía y visibilidad— hacen del cabezo del lugar un sitio muy adecuado para un pequeño poblado protohistórico. El yacimiento fue descubierto durante la cuarta campaña de prospecciones arqueológicas realizadas en el curso bajo del río Aguasvivas en el año 2007 (Díaz, leorza y Mayayo 2007: 233). En el año 2009 se decidió iniciar un estudio más detenido del sitio que se prolongó hasta el 2010. Para ello la parte superior del cerro se limpió de manera sistemática de la vegetación de, con objeto de facilitar la documentación de las estructuras visibles en superficie, que fueron dibujadas y fotografiadas. Además se procedió a realizar una topografía detallada del cabezo, así como fotografías aéreas. Paralelamente se desarrolló una prospección intensiva del lugar y su entorno inmediato1. EL POBLAdO El asentamiento ocupa toda la parte superior del cabezo, con una planta alargada de unos 1095 m2. los restos de las estructuras visibles en superficie indican que presen1.- los trabajos han sido subvencionados por la Diputación General de Aragón y se inscriben dentro de su Plan General de investigación Arqueológica. También hemos contado con la ayuda puntual del Grupo de investigación de excelencia ‘Hiberus’ del Gobierno de Aragón, al que uno de nosotros pertenece. En las labores de campo han participado varios alumnos del Departamento de ciencias de la Antigüedad de la universidad de zaragoza. la topografía fue realizada por j. Angás de la empresa Scanner Patrimonio e industia S.l., del dibujo de campo y la elaboración de la cartografía se ha encargado i. Soriano y del dibujo de los materiales cerámicos M. c. Sopena.

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Fig. 1.- ubicación del cabezo del lugar y de los asentamientos del Bronce final y el Hierro i conocidos en el curso bajo del río Aguasvivas (términos municipales de vinaceite, Almochuel y Azaila).

taba una disposición alargada con una única entrada por su extremo este que, como hemos visto, era además el único fácilmente accesible (figs. 3-4). la erosión ha sido intensa en toda la cima, especialmente en su parte meridional, donde se observa el afloramiento en superficie de estratos naturales y, por lo tanto, la total desaparición de niveles de ocupación o estructuras, cuya conservación es mucho

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Fig. 2.- vista general del cabezo del lugar desde el noreste.

mejor en la parte septentrional. Hay que señalar además que la ladera sur se vio afectada en fechas relativamente recientes por un rebaje artificial, que alteró sensiblemente su aspecto, afectando a las estructuras que pudieran conservarse en esa zona y acelerando la acción de los procesos erosivos. En cualquier caso, los restos visibles en superficie permiten hacerse una idea del aspecto original del poblado e incluso de sus características urbanísticas. Su ingreso estaba protegido por lo que hemos interpretado como un gran torreón rectangular y probablemente también por un pequeño foso, del que parecen apreciarse tenues evidencias sobre todo en fotografía aérea. El torreón se ubica a la derecha de la entrada al poblado. Mide 6,75 x 5,63 m. Sus paramentos exteriores de 0,90 m de anchura fueron realizados en piedra de pequeñas

Fig. 3.- Planta general del cabezo del lugar. 2.- En el año 2007 el paramento frontal del torreón conservaba todavía en buen estado hasta dos hiladas de piedra de su alzado, pero entre esa fecha y el año 2009, cuando comenzaron las labores de documentación sistemática del yacimiento, fueron arrasadas por un vehículo todoterreno, cuya intervención alteró también el relleno interno del mismo.

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Fig. 4- Planta del cabezo del lugar: superior sector este, inferior sector oeste

dimensiones sucintamente trabajada2, mientras que en su interior estaba colmatado por un relleno de piedra y cascajo (fig. 5). Resulta interesante reseñar que este relleno interno no parece que ocupara por entero todo el perímetro del torreón como actualmente es reconocible en superficie. Da la impresión que entre él y el muro norte del espacio 1 existía un pequeño espacio hueco o corredor de aproximadamente 4,60 x 1 m, que por sus características podría quizás estar destinado a contener algún tipo de escalera de madera que facilitara el acceso a la parte superior de la torre, aunque al no disponer de datos de excavación tampoco deben descartarse otras opciones.

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conocemos peor las estructuras que flanqueaban la parte contraria de la entrada al poblado, que han sido mucho más afectadas por la erosión. Se observan los restos muy arrasados de un muro que podría corresponder con el cierre de la muralla meridional. En cualquier caso, no parece probable que hubiera un segundo torreón o alguna estructura defensiva de entidad comparable.

Fig. 5.- Detalle de los restos del paramento norte del torreón y su relleno interior.

A partir del ingreso el poblado se vertebra, al menos en su mitad oriental, en torno a una calle central que discurre en dirección este-oeste y cuya anchura aproximada era de unos 2 m. A lo largo de su trazado se observan los restos de al menos dos derrumbes (fig. 4 superior, a-b) que por su disposición corresponden probablemente a las fachadas de las casas que se disponían a ambos lados de ella. A la derecha de la calle, a continuación del torreón, se identifican los restos de tres espacios dispuestos de manera longitudinal con unos muros de 0,65/0,70 m de anchura (fig. 6). Todos ellos son de planta aproximadamente rectangular, con medidas que oscilan entre los 5,95 x 4,70 m del primero y los 5,87 x 4,44 m y 5,83 x 4.02 m de los otros dos, algo más pequeños (fig. 4). unas dimensiones realmente reducidas, entre 16 y 12 m2 de planta interior, muy inferiores a las casas de otros poblados semejantes3, por lo que, de corresponder cada uno de estos espacios a una unidad de habitación distinta, no debería descartarse la posibilidad de que pudieran disponer de dos alturas. la pared trasera de estos espacios corresponde con el límite exterior del asentamiento.Resulta difícil determinar exclusivamente con los restos superficiales la estructura y características de las defensas perimetrales del sitio. Es muy probable que las traseras de las casas cumplieran también la función de muralla, como es habitual en este tipo de poblados. Pero también es probable que a lo largo de la ladera norte se dispusiera alguna estructura defensiva complementaria, de características difíciles de determinar sin recurrir a labores de excavación, que podría incluir tanto algún tipo de torreón, como, con mayor probabilidad, bastiones de menor entidad. A estas estructuras defensivas correspondería probablemente el derrumbe que en la fig. 4 superior, aparece indicado con la letra c, que está además asociado a un significativo engrosamiento del muro perimetral del poblado, y, con más dudas, el que en la fig. 4 inferior, aparece reseñado con una d, de menor entidad que el anterior. la presencia de estas obras de fortificación en la ladera norte quedaría además justificada por el hecho de que desde ella se vigila el camino natural de acceso al lugar desde el río. como ya hemos indicado el lado sur del poblado está muy arrasado. Sin embargo, la distancia entre el muro que delimita la calle central por la izquierda (fig. 4) y los 3.- Por ejemplo, la superficie media de las casas del poblado de El cabo 2 (Andorra, Teruel) ronda los 20-25 m2 (Benavente, 2004: 17), las del cabezo de Monleón (caspe, zaragoza) oscilan entre los 25 y los 40 m2 (Beltrán, 1984) y las de la fase ii del cabezo de la cruz (la Muela, zaragoza) entre los 22,5 y los 30 m2 (Picazo y Rodanés, 2009: 275 y 456).

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Fig. 6.- Restos de las estructuras visibles en el extremo oriental del poblado.

restos de estructuras que se observan en la ladera meridional del cabezo, que corresponden seguramente al muro perimetral/muralla del asentamiento, dejan espacio suficiente para disponer en esa zona una serie de estancias de medidas semejantes a las que acabamos de describir, cuyos restos se habrían perdido totalmente como consecuencia de la erosión y la acción antrópica. En la parte central del cabezo se observan menos evidencias de estructuras, por lo que no es posible reconstruir de manera fiable su articulación (fig. 4). no hay por lo tanto evidencias suficientes que permitan confirmar que en esta zona continuaba la disposición de los espacios de habitación en torno a una calle central, algo que por otro lado resulta verosímil. En el extremo occidental parece que la planta del asentamiento se modificaba sustancialmente. Esta zona está un poco más elevada que el resto del cabezo y es algo más estrecha. la excavación de un puesto de observación durante la Guerra civil, la existencia de varias madrigueras y la erosión han sacado a la luz los restos de distintos muros, que desafortunadamente no son suficientes para comprender la organización de esta parte del poblado; no obstante, parece seguro que no se disponía en torno a una calle central.

Fig. 7.- Detalle de los restos de la muralla norte en la zona occidental del poblado.

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Para comenzar, un muro con orientación norte-sur levantado justo en el cambio de cota aísla parcialmente a esta parte elevada (fig. 4). Este muro enlaza además con los restos de la muralla septentrional, que en esa zona tienen notable potencia (fig. 7). Parece, por lo tanto, que se trataba de una zona parcialmente separada del resto del poblado y con una organización aparentemente distinta. El heterogéneo conjunto de muros visibles permite al menos identificar en

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esta zona un espacio rectangular de 5,15 x 4,30 m (14,36 m2 de área interior) muy parecido a los identificados en el otro extremo del poblado (fig. 5). con los datos disponibles no es factible explicar de manera satisfactoria la diferente estructura del poblado en sus extremos occidental y oriental. no hemos detectado evidencias concluyentes de la existencia de distintas fases en la ocupación del cabezo, por que no es posible afirmar que esta zona pudiera corresponder a una hipotética ocupación inicial del mismo, que en una segunda fase se hubiera extendido a toda la cima del cerro. De momento, la hipótesis menos conflictiva es que se deba principalmente a condicionantes orográficos. Por otro lado, las labores de prospección intensiva han permitido documentar una significativa concentración de materiales cerámicos dispersos por una zona de aproximadamente 550 m2 en la pequeña explanada que se abre al este del poblado, junto a su ingreso (fig. 3). Entre los materiales recuperados destaca además un interesante fragmento con una compleja decoración incisa (fig. 13). Dada la ubicación de la explanada es improbable que estos materiales llegaran allí como consecuencia de procesos erosivos, lo que, sumado a las particularidades iconográficas de la citada cerámica, permite al menos plantear la hipótesis de que en esa zona se localizara la necrópolis del asentamiento. no se han encontrado, sin embargo, otros indicios o estructuras que ayuden a confirmar esta posibilidad. LOS mATERIALES la prospección sistemática realizada en el yacimiento y su entorno inmediato ha pemitido la localización de abundante material cerámico. no obstante, durante el trabajo de campo se optó por realizar una recogida selectiva que afectara sólo aquel material que resultara significativo, en total en torno al medio centenar de piezas, dejando el resto de hallazgos en el sitio. Todos los fragmentos recuperados pertenecían a piezas realizadas a mano. la mayor parte de ellos corresponden a vasijas de mediano y gran tamaño, destinadas a almacenaje. Estás piezas tenían en general cuellos rectos y bordes ligeramente exvasados (figs. 8, 3; 9, 1; 10, 1-3), panzas de tendencia globular (figs. 8, 3-4; 9, 1) o troncocónicas (fig. 10, 4) y fondos planos (fig. 12, 12) pies macizos (fig. 12, 27), destacados (fig. 12, 10) o sobreelevados (fig. 12, 11). Se han recuperado también piezas de dimensiones más reducidas y factura en general más cuidada, que corresponden a pequeños recipientes destinados probablemente al servicio de mesa. Se trata de vasitos globulares, de distinta factura, con cuello exvasado de (figs. 8, 1-2; 9, 2-6), entre ellos destaca uno que conserva incluso un asa redondeada con inicio en el borde y final en el galbo (fig. 8, 2) y otro, que presenta una acusada carena remarcada al interior en la unión entre cuello y pared, así como un pequeño mamelón perforado a modo de asa (fig. 8, 1). Asimismo, se han documentado los restos de ocho tapaderas (fig. 12, 1-8). la mejor conservada tiene forma troncocónica con pomo de sujeción circular con el interior rehundido (fig. 12, 1).

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Fig. 8.- Materiales cerámicos.

las pastas de las vasijas son en general duras, de color rojizo o grisáceo, resultado de cocciones tanto oxidantes como reductoras, con desgrasantes minerales de grano medio o fino constituidos cuarzos y granos de cal y en menor medida vegetales. las superficies exteriores, y en algunos casos también las interiores, fueron sometidas a sencillos procedimientos de alisado, a excepción de dos de ellas, que muestran claras evidencias de haber sido cuidadosamente pulidas (figs. 8, 1; 9, 2) y otra que parece haber sido además espatulada (fig. 9, 8). las decoraciones más habituales son las aplicadas. En su mayoría se limitan a un simple cordón situado entre la panza y el arranque del cuello (figs. 10, 4-16; 11, 2-6), aunque no faltan ejemplos de composiciones más complejas (fig. 11, 2, 4-5). los cordones pueden estar decorados mediante digitaciones (figs. 10, 6; 14, 2-4, 6), ungulaciones (fig. 11, 5) o 5 incisiones oblicuas (fig. 10, 7), tenemos incluso un ejemplo de cordón compuesto a base de pequeños pezones aplicados (fig. 10, 8). De manera más marginal, se han identificado varias piezas con una sencilla decoración acanalada realizada entre el galbo y el arranque del cuello (fig. 8, 3-4; 9, 6-8; 10, 5), en uno de los cuales aparece además acompañando a un cordón digitado aplicado (fig. 10, 5). También se han recuperado dos fragmentos decorados mediante incisiones (figs. 11, 1; 14). uno de estos últimos merece una mención aparte por la importancia y complejidad de su decoración (fig. 13). Procede además, como ya se ha adelantado, de la explanada que se extiende junto al acceso al poblado. Se trata un fragmento de cuello destacado con

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Fig. 9.- Materiales cerámicos.

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Fig. 10.- Materiales cerámicos.

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Fig. 11.- Materiales cerámicos.

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Fig. 12.- Materiales cerámicos.

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labio exvasado sin restos de borde y con parte del arranque del galbo que debía ser de tendencia globular. Su pared exterior presenta una compleja decoración geométrica y zoomorfa —un cérvido— organizada en metopas, realizada por incisión mediante una punta aguda. los trazos en general fueron ejecutados de abajo arriba. Su pared exterior, de color gris claro, fue sometida a un sencillo alisado, mientras que la interior, de color gris algo más intenso, está sin retocar. Su pasta, también de color gris, es compacta, arcillosa y poco porosa, con desgrasante mineral a base de pequeñas cuarcitas y vegetal, que deja pequeñas vacuolas en la pared interior de la pasta.

Fig. 13.- Fragmento de cerámica con decoración incisa zoomorfa y geométrica.

Fuera del apartado de la cerámica se han recuperado pocos materiales. Entre ellos cabe destacar, sin embargo, algunos fragmentos de manteados de barro, que confirman la utilización de las técnicas constructivas en tierra habituales en este tipo de asentamientos (cf. Belarte 1999-00), así como los restos de al menos tres molinos de mano barquiformes y dos únicas lascas de sílex retocadas con probables huellas de uso. VALORACIón dE LOS RESTOS la primera reflexión respecto de los restos descritos necesariamente debe ser de índole cronológica. A pesar de lo difícil que resulta para este periodo ofrecer una datación basada en la información proporcionada por los materiales cerámicos, podemos sin embargo plantear con ellos algunas propuestas. Para empezar, no hay piezas que puedan encuadrarse con total seguridad en la edad del Bronce, no hemos detectado, por ejemplo, ninguna cerámica con las decoraciones acanaladas o excisas típicas del Bronce final. El aspecto general de los materiales resulta por el contrario más acorde con una cronología de la primera edad del Hierro (cf. Ruiz 1985: 737- 748), de hecho algunas piezas como las vasijas de cuellos rectos y bordes ligeramente exvasados o las jarras con cuerpo globular y cuello también exvasado cuentan con buenos paralelos en yacimientos del entorno fechados en ese periodo como las Terracenas i (Mas de las Matas, Teruel) (Ruiz y Martín, 1982), El cabo (Andorra, Teruel) (loscos, Martínez y Herrero, 1993-95) o el cercano poblado de las Dehesas (Quinto de Ebro, zaragoza) (Ferreruela y Royo, 1987). Por lo tanto, nuestra propuesta, al menos provisional, es que en ese periodo debe fecharse la ocupación del cabezo del lugar. la ausencia de cerámicas a torno marca también un punto firme que permite fijar el abandono del asentamiento como tarde en el s. vi a.E. Por lo tanto, el periodo de ocu-

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pación del cabezo del lugar coincidiría aproximadamente con la fase ii-iii del cabezo de la cruz (la Muela, zaragoza), que se caracteriza precisamente por la ausencia de cerámicas a torno, que no harán su aparición, en porcentajes todavía reducidos, hasta la fase iv del poblado (Picazo y Rodanés 2009: 453-454). Este horizonte cronológico se ve confirmado por el análisis de la iconografía del fragmento con decoración incisa zoomorfa y geométrica (Díaz, leorza y Mayayo, en prensa), cuyos paralelos más cercanos, realizados sobre cerámica y piedra, son mayoritariamente de la primera edad del Hierro (Rodanés y Royo, 1986; Royo, Gómez y Benavente 2006). En nuestra opinión, con los datos disponibles, no hay indicios de que el asentamiento contara con más de una fase de ocupación. una excavación en extensión quizás podría invalidar esta afirmación, aunque, por ejemplo, no se han encontrado ni en la ladera sur —la más afectada por la erosión—, ni al pie de la misma, materiales cerámicos arrastrados que puedan fecharse en un momento anterior. Hay que recordar, en cualquier caso, que en las inmediaciones del cabezo del lugar se han identificado otros dos pequeños yacimientos — lugar i y El jinestral— que han proporcionado exclusivamente restos de cerámica a mano, que por su aspecto podrían ser algo anteriores, quizás de finales del Bronce, aunque los materiales recuperados en ellos son tan escasos y poco determinantes que sólo permiten apuntar esa posibilidad (Díaz, leorza y Mayayo, 2007: 233-234). En definitiva, por sus características el cabezo del lugar se enmarca dentro del grupo de los “poblados cerrados”, típicos de la protohistoria del valle medio de Ebro y en especial del Bajo Aragón que suelen ocupar pequeños relieves destacados, cuyo caserío se organiza generalmente en torno a una calle central y que se caracterizan por sus pequeñas dimensiones y su aspecto fortificado (Moret, 1996: 145-159). Dentro de este tipo de poblados, que normalmente no presentan otros elementos de protección que la orografía y los muros traseros de las casas que les sirven de muralla, el cabezo del lugar destaca por tener su único acceso protegido por un gran torreón rectangular que, sumado a la probable existencia de un foso, subraya su función defensiva. no faltan, sin embargo, otros poblados de la misma cronología con torreones cuadrados o rectangulares de aspecto y dimensiones parecidas (cf. Royo 2010: 97-110). El caso más espectacular quizás sea el del cabezo de la cruz, que tenía una potente muralla con varios torreones cuadrados, dos de ellos a ambos lados del acceso al poblado y en el que también se ha documentado la existencia de un foso (Picazo y Rodanés, 2009: 253-271). otros ejemplos de torreones semejantes se han documentado en asentamientos de características más cercanas al cabezo del lugar, como por ejemplo el de El cabo 2, en Andorra, la codera (Alcolea de cinca, Huesca) o El Molino (Trasmoz, zaragoza), los tres fechados en la primera edad del Hierro (loscos, Martínez y Herrero, 1993-95; Benavente, 2004; Montón, 2001; Royo 2010). la asociación entre el poblado y su hipotética necrópolis, si realmente se encontraba en la explanada que está junto a su acceso, como nosotros proponemos, cuenta también con algúnos paralelos más o menos aproximados. Es el caso, por ejemplo, de la loma de los Brunos (caspe, zaragoza), un pequeño poblado de calle central cuya ocu-

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pación tampoco supera el siglo vi a.E., que está ubicado en un espolón con ciertas semejanzas orográficas con el cabezo del lugar y cuya necrópolis se encuentra también en un pequeño ensanchamiento del terreno que hay en sus inmediaciones, en la ruta natural de acceso al mismo (Eiroa 1982; Ruiz, 2004: 313-315). EL CABEzO dEL LugAR En EL COnTExTO dE LOS ASEnTAmIEnTOS PROTOHISTóRICOS dEL CuRSO BAjO dEL AguASVIVAS las labores de prospección realizadas en los últimos años han contribuido a conocer con mayor precisión la evolución del poblamiento protohistórico en el curso bajo del río Aguasvivas (fig. 1). Hasta la fecha nuestro conocimiento sobre las etapas anteriores a época ibérica se limitaba a los materiales más antiguos recuperados en el cabezo de Alcalá, que remiten a un horizonte cronológico como pronto de finales del Bronce (cf. Beltrán 1976: 25- 101), y en menor medida al cabezo de la Bovina (vinaceite, Teruel), probablemente ocupado ya en la primera edad del Hierro (Pérez y de Sus, 1984 y 1984a; Díaz, leorza y Mayayo, 2005: 277-280). los resultados obtenidos estos últimos años han permitido proponer que la presencia humana en la zona pudiera comenzar en época epipaleolítica, como indica la evidencia de 7 aprovechamiento del afloramiento del silex de los Pedreñales, localizado en el límite entre los términos municipales de Azaila y Almochuel (zaragoza) por los ocupantes del abrigo de los Baños (Ariño, Teruel) (leorza 2004; Díaz, leorza y Mayayo, 2005: 288). Por otro lado, en el yacimiento de la loma de Azagaderos (Azaila) se ha localizado al menos un fragmento de cerámica a mano que por su decoración podría considerarse campaniforme, lo que indicaría que la ocupación de ese pequeño asentamiento podría remontarse tal vez hasta el calcolítico (Díaz, leorza y Mayayo, 2007: 232-233). no obstante, todo apunta a que la ocupación sistemática de la zona se produjo seguramente a partir del Bronce final, periodo con el que puede ponerse en relación al menos un asentamiento de cierta entidad, el cabezo Pilón (vinaceite, Teruel), ubicado en un cerro de fácil defensa y con amplia visibilidad sobre la vega del Aguasvivas (Díaz, leorza y Mayayo, 2005: 281). El patrón de asentamiento en esta época se completaba con pequeños asentamientos en llano, que proporcionan escasos materiales cerámicos y que por lo tanto resulta muy difícil datar de manera precisa (Díaz, leorza y Mayayo, 2005: 284-287 y 2007: 234-237). El modelo de ocupación del territorio que fragua en estas fechas, relacionado directamente con el inicio de la explotación agrícola sistemática de la vega del río, destinada probablemente a la producción de cereal, presenta notables semejanzas con lo que se ha evidenciado en otros afluentes del Ebro cercanos a nuestra zona y con claras semejanzas orográficas y ambientales con ella, como son el Ginel y la Huerva (Picazo, 2005: 109-115). con el inicio de la edad de Hierro no se aprecian cambios significativos que alteren este modelo. Teniendo en cuenta la prudencia que exige el manejo de los resultados obtenidos exclusivamente por estudios superficiales y la ausencia de dataciones

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suficientemente firmes, parece que en la primera edad del Hierro continúa el mismo patrón de asentamiento, con poblados de cierta entidad en cerros estratégicos de fácil defensa y otros en llano de dimensiones más reducidas, vinculados directamente con la explotación agrícola (Díaz, leorza y Mayayo 2005: 284-287 y 2007: 234-237). Bien es cierto que también pueden apreciarse algunos cambios, como el probable abandono del cabezo Pilón, cuya ocupación quizás no supere los inicios del Hierro, en beneficio de otros que o bien disfrutan en esta época de mayor desarrollo, como el cabezo de Alcalá, o son ocupados ahora por primera vez, entre los que podríamos incluir el cabezo de la Bovina y el cabezo del lugar, cuya ocupación, al menos según los datos de que disponemos tras su estudio superficial, parece que comienza precisamente con la edad del Hierro. como hemos visto, el abandono del cabezo del lugar debió producirse inmediatamente antes de la aparición de las primeras cerámicas a torno en la zona, es decir hacia el siglo vi a.E. Este hecho, sin embargo, no es un fenómeno aislado, sino que puede ponerse en relación con la que ha sido denominada por algunos autores “crisis del ibérico antiguo”, momento en el que en el Bajo Aragón se detectada el abandono de algunos asentamientos protohistóricos, que quizás podría estar relacionado de alguna manera con la llegada de influencias de la costa mediterránea que ya podemos catalogar claramente como ibéricas (Burillo, 1989-90 y 2002: 322-323; cf. Royo, 2010: 109-110. Para una visión más escéptica de este hecho: Moret, 2005: 285-287). Más allá de la desaparición del cabezo del lugar, no sabemos con detalle cuáles fueron las repercusiones de esta “crisis” en el curso bajo del Aguasivas. En fechas más avanzadas el poblamiento de la zona se vertebraba en torno a la ciudad del cabezo de Alcalá y sus asentamientos satélites, el cabezo de la Bovina y el castillejo de la Romana (la Puebla de Híjar, Teruel), pero es muy probable que entre la primera edad del Hierro y esta nueva etapa no haya una total continuidad. Para el cabezo de Alcalá se ha propuesto la existencia de un hiato ocupacional entre el Hierro i y la ciudad ibérica (Burillo, 1989-90: 103; matizado por Beltrán, 1995: 10), que, en cierta medida, es posible rastrear también en el de la Bovina (cf. Pérez y de Sus, 1984 y 1984a). LA REOCuPACIón duRAnTE LA guERRA CIVIL ESPAñOLA El estudio del cabezo del lugar también ha permitido evidenciar la reocupación de este sitio durante la Guerra civil española (1936-1939). A este momento pertenece un pequeño pozo de tirador de 5,50 x 2,77 m excavado en el terreno y actualmente semienterrado por acción de la erosión (figs. 4 y 14). Se localiza en el extremo occidental del cabezo, controlando un antiguo camino que desde la vega de la margen izquierda del río río Aguasvivas se dirige hacia el norte, hasta enlazar con la carretera de Quinto (fig. 3). En la cima del cabezo se recogieron dos casquillos de latón de fabricación soviética de calibre 7,62 mm y de 54 mm de longitud, munición utilizada por los fusiles Mosin-nagant. Estos cartuchos llevaban en el culote dos marcas en relieve. la superior muestra mediante un numeral, a veces acompañado por letras, el código de la fábrica de

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munición y la inferior los dos últimos dígitos del año de fabricación (cf. Martínez, 2008). los dos ejemplares hallados se identifican como: 1.- vaina percutida con marcaje 3B-37 (fig. 15 derecha a). El primer número (3B) indica su Fig. 14.- Restos de la trinchera que se localiza en el procedencia de la Fábrica Estatal extremo occidental del cabezo del lugar. de uliánovsk (antigua Simbirsk), situada a orillas del volga, mientras que la segunda cifra (37) revela el año de fabricación, 1937. 2.- vaina sin percutir con marcaje 17-37 (fig. 15 derecha b). El primer número (17) indica su procedencia de la Fábrica Estatal de Podolsk, muy cercana a Moscú, mientras que la segunda cifra (37) corresponde nuevamente al año de fabricación 1937. El fusil Mosin-nagant Modelo 1891/30 fue el arma reglamentaria de la infantería soviética desde 1930. Se accionaba mediante cerrojo y se cargaba con peines de cinco balas del calibre 7,62 mm. Durante la Guerra civil la República adquirió más de 200.000 unidades de este fusil para armar al nuevo Ejército Popular. De esta manera se convirtió, junto al Mauser español de 7 mm, en el fusil más usual del bando republicano, tanto fue así que los cartuchos comenzaron a fabricarse en España (cf. Armas 1985: 1286). En la ladera sur del cerro ha aparecido una espoleta metálica de morfología troncocónica (76 mm de largo x 56 mm de diámetro en la base), que hemos identificado como una KT-1 de origen soviético (fig. 15, derecha). Este detonador se utilizaba para armar diversos proyectiles como los utilizados por los cañones anticarro de 45 mm, los obuses de los tanques T-26B, etc. Estas armas formaron parte del arsenal bélico vendido por la unión Soviética a la República en el transcurso de la guerra, por lo que pudo pertenecer a cualquiera de estos proyectiles. Por los materiales recuperados el puesto de observación del cabezo del lugar no puede ser anterior al año 1937. la escasez de elementos recogidos durante la prospec-

Fig. 15.- izquierda cartuchos de fusil Mosin-nagant; derecha Espoleta KT-1.

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ción, incluida la ausencia de los típicos restos de pertrechos o de víveres (latas, botellas, etc), denotan que su período de actividad fue muy reducido. Su única finalidad parece ser el control del camino que se dirige hacia el norte, hasta enlazar con la carretera de Quinto (actual n-232). Por estas causas parece oportuno proponer su construcción en relación con el intento de defensa del núcleo Azaila-vinaceite por las tropas gubernamentales a principios de marzo de 1938, tras la caída del frente de Aragón (cf. Solano 2006: 216; Maldonado 2007: 405-406).

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PRESENTACIÓN

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DEDICATORIA A RICARDO ALCÓN

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ARQUEOLOGÍA Manuel Alberto Fernández Götz. etnicidad y Arqueología: viejas propuestas, nuevas perspectivas....................................... raimon GrAells i FAbreGAt. notas sobre la exposición de Arte Prehistórico de 1921 en las cartas de H. Obermaier a H. breuil (1919-1921) ................................................................ Jordi dilOli FOns y samuel sArdà seuMA. Vías de comunicación y territorialidad: relaciones entre el bajo ebro y la terra Alta- Matarranya durante la antigüedad..................................... borja díAz AriñO, raúl leOrzA álVArez de ArcAyA, Alberto MAyAyO cAtAlán y Francisco Javier ruiz ruiz. el cabezo del lugar (Azaila, teruel): un poblado de la primera edad del hierro ............................................................................ núria rAFel, david GArcíA i rubert y rafael JOrnet i niellA. nuevos datos sobre la evolución del poblamiento en la cataluña meridional entre el siglo Vii ane y época romana: el coll del Moro de Gandesa...................................................... Víctor e.M. MAturén. la excavación arqueológica del yacimiento ibérico de Venta rosa (teruel) ................................................... raúl bAlserA, Jesús berMeJO, luis FAtás, raimon GrAells, rafel JOrnet y samuel sArdà. Primera campaña de excavaciones en el complejo Arqueológico de “el cascarujo” (Alcañiz): resultados preliminares ............................................ Marta cHOrdá Pérez, Octavio cOllAdO y emilio nietO. las tumbas inéditas de la necrópolis celtibérica de “el cuarto” (Griegos, teruel)......................................................................... roger rierA VArGAs. Aproximación al cálculo de población en el siglo iii a.n.e.: el caso layetano..................................................

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A. dOMínGuez ArrAnz. la presencia de cerámica ibérica en el litoral de etruria meridional: la castellina, al sur de civitavechia ................................................................................ 257 Gloria Pérez GArcíA. la ciudad de Aratikos.................................. 277 Mª del rosario GArcíA HuertA. las fusayolas de la necrópolis celtibérica de la yunta (Guadalajara) ........................................ 297 ANTROPOLOGÍA Juan José bArrAGán VillAGrAsA. el Patrimonio industrial molinero de Fuentes calientes: las piedras de Molienda y otros materiales.................................................................................... 325 Pilar PAscuAl MAyOrAl y Pedro GArcíA ruiz. Moleros y técnicas de trabajo en la sierra del Madero: cantera Peña el Mirón, trébago (soria) ........................................................................... 345 HISPANOCÉLTICA serafín OlcOz yAnGuAs y Manuel MedrAnO MArqués. revisión paleográfica de varias inscripciones celtibéricas de los valles del Jiloca y Huerva...........................................................

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