El auge de la moda urbana japonesa en el marco de la apropiación cultural

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Descripción



Universidad De Los Andes
Ana María Romero Martínez
201530422

El auge de la moda urbana japonesa en el marco de la apropiación cultural
Introducción
La comunidad internauta, caracterizada al estar constituida mayoritariamente por adolescentes y adultos jóvenes, ha gozado de las diferentes comodidades facilitadas por la revolución tecnológica, dentro de ellas cabe destacar la accesibilidad a cualquier cultura, sin importar cuan distante sea, al alcance de un clic. García Canclini se refiere así a dicho entorno virtual por el cual los jóvenes están rodeados: "Además de los contextos socioeconómicos, y educativos, las conductas personales, se desenvuelven según la naturaleza de las escenas formativas originarias" (2008, p. 28); no es de extrañar que los jóvenes tengan vastos conocimientos y se les facilite la aceptación de diferentes culturas, sino que adicionalmente sienten un profundo respeto hacia éstas y demuestran sensibilidad a las problemáticas sociales donde dichas culturas -especialmente las que se han sido oprimidas a lo largo de la historia- sean violentadas de alguna manera.
Sin embargo, esta sensibilidad infundida en sus conductas gracias a su cercanía a diversas prácticas culturales puede resultar, en algunos casos, bastante extremista. Es aquí donde entra en juego la apropiación cultural, este fenómeno que ha suscitado toda clase de debates, se ha enfocado en el ámbito de la moda, cuestionando hasta qué punto la adopción de símbolos, prendas de vestir, accesorios, etc. de culturas ajenas puede considerarse como apreciación cultural y cuando se convierte en una impertinente ofensa. En el presente ensayo, trataremos a fondo la moda urbana japonesa y cómo su acogimiento en la escena global no es un caso de apropiación cultural.
¿Qué es apropiación cultural?
Si bien el término es difícil de definir dada su índole problemática en el actual contexto, nos valdremos de la definición presentada por Susan Scafidi (2005) -abogada y profesora estadounidense de la Universidad de Fordham- en su libro Who Owns Culture?: Authenticity and Appropriation in American Law: "apropiación cultural es tomar propiedad intelectual, conocimiento tradicional, expresiones culturales, o artefactos de una cultura ajena sin autorización" (p. 9, traducción de la autora). Sin embargo, esta definición apenas describe el término en su forma más general, y de ninguna manera vislumbra el porqué de su auge como problemática social. Así, la pregunta a responder cambiaría totalmente: ¿Qué es exactamente lo que hace a la apropiación cultural tan polémica?, ¿posee características específicas? Y si es así, ¿Cuáles son y por qué? Scafidi luego incorpora que cuan perjudicial la apropiación cultural pueda llegar a ser depende de dos aspectos: cuál cultura(s) y objeto(s) en particular son los que se apropian.
Aunque no nos es desconocida la occidentalización de lo oriental en la cultura popular, por ejemplo: en la música pop, no es hasta luego de un arduo análisis que podemos reconocer su carácter ofensivo. Para ilustrar lo anterior, nos basta con observar el atuendo que la cantante estadounidense Katy Perry usó en los American Music Awards del 2013 y por el cual fue sumamente criticada. Perry, vestida en lo que parece ser un kimono y maquillada de manera que su rostro se viese amarillo, llevó a cabo una presentación acompaña por bailarines, quienes vestían igual y actuaban recatadamente, ofreciendo a los espectadores no la imagen real de la cultura japonesa, sino su interpretación personal de la misma.
Es cuando una cultura que es oprimida por quienes la están apropiando o un objeto de particular sensibilidad –en este caso, el kimono- es despojado de su significado y contexto, que la apropiación cultural tiende a ser perniciosa.
Del intercambio y la exportación cultural
Teniendo claro qué es la apropiación cultural y los dos aspectos en los que puede ser perjudicial, procedo a centrarme en el propósito de este ensayo: demostrar porqué la adopción de la moda urbana japonesa no es apropiación cultural. Si bien estamos tratando de la misma cultura a la cual pertenece el kimono, la naturaleza histórica del objeto apropiado cambia considerablemente cómo dicha adopción pueda ser percibida.
En el escenario pre-intercambio cultural de Japón, cuando este país se veía aún oprimido por naciones con economías más fuertes y en el contexto de una urbanización e industrialización moderna de rápido desarrollo; las clases medias emergentes de Japón, durante las primeras décadas del siglo XX, incorporaron a su cotidianidad diferentes objetos inspirados en los bienes modernos de occidente sin dejar de lado la cultura local: los hombres usaban traje mientras las mujeres usaban el kimono, la tradicional dieta japonesa a base de arroz era combinada con dulces occidentales, e incluso se veía en los almacenes, donde se adquirían los kimonos, la venta a la par de muebles de estilo occidental (Francks y Hunter, 2011, traducción de la autora).
Ahora bien, aunque el proceso de intercambio cultural en Japón no se dio inmediatamente a raíz de esto, podría decirse que fue el primer paso hacia la apertura del mercado oriental al occidental; ya que una vez alcanzada la estabilidad económica luego de la guerra, Japón pasó de ser consumidor pasivo de la cultura occidental a productor activo de lo que ésta iba a consumir, adecuando lo que importaba de otras culturas a la suya y exportando el resultado a occidente, donde los consumidores eran libres de usar y re contextualizar la mezcla estilística de nuevo (Laemmerhirt, 2013, traducción de la autora). Las nuevas dinámicas de intercambio establecidas entre el occidente y el oriente, específicamente entre Estados Unidos y Japón anularían la noción del imperialismo cultural, y por consiguiente, la idea ortodoxa de la dominación de una nación sobre otra en cuanto a este tipo de consumo recíproco, ambas culturas se enriquecerían y ninguna se vería en posición de inferioridad. Así, Japón no solo participa del intercambio cultural, sino que al verse inmerso en el proceso de producción de lo que se va a exportar de su cultura al resto del mundo, se convierte en el principal creador de su imagen a nivel global, de cómo quiere exportarse culturalmente.
El consumidor occidental de lo oriental
Situándonos en la actualidad, el fenómeno del intercambio cultural en Japón ha mostrado significativa evolución, ya no solo se da en relación a los Estados Unidos, sino al occidente en general, inclusive con respecto a Europa. Esta expansión del intercambio cultural puede ser atribuida al aumento del consumo mundial y a la acelerada diversificación de medios, que ha facilitado la comunicación entre una cultura y otra; sobre todo a través de la internet, ésta herramienta ha contribuido a la difusión de las representaciones de ideas, fantasías, lugares, etc. que surgen de los valores que la cultura le asigna a los objetos (Méndez, 2007). Incluso en el contexto virtual, el consumo como proceso de comunicación social resulta en la creación de la identidad, sigue expresando la realidad del individuo pero a otra escala, en otras palabras, se comunica esta identidad a una comunidad diferente.
Con respecto al surgimiento de grupos cuyos objetos, ideas, etc. a consumir son afines, Méndez (2007) menciona: "Al agrupar diferentes tipos de consumo, se crea lo que se conoce coloquialmente como el estilo de vida, que define la identidad de una persona frente a otras que a su vez forman grupos que se diferencian de los demás" (p. 300); a pesar de que hoy en día la mayoría de las concepciones sobre Japón y su cultura popular se basan aún en el orientalismo, –definido por Said (2002) como: "un estilo occidental que pretende dominar, restructurar y tener autoridad sobre Oriente" (p. 21), es decir, imponer la idea estereotípica que se tiene sobre el oriente y como se diferencia del occidente como algo totalmente valido- uno de los rasgos característicos de la adopción de la moda urbana japonesa es precisamente el hecho de que no se busca despojar a esta moda de su contenido cultural original y adaptarlo a la individualidad del sujeto, sino que procura preservarlo, ya que encuentra en su naturaleza elementos con los cuales puede identificarse y en última instancia, llegar a hacer parte de una comunidad que de igual manera, se identifica con la moda que consumen o adoptan, resultando en prácticas culturales colectivas que configuran su estilo de vida, por ejemplo: un club de fans de la moda japonesa urbana que frecuenta diferentes ferias o convenciones donde no solo se relacionan con individuos que comparten los mismos intereses, sino consumen colectivamente.
Conclusiones
Aunque la moda urbana japonesa y sus orígenes son confusos de delimitar cronológicamente, bien se sabe que su outbreak se dio a finales de 1970, lo cual dio pie a la transformación de Harajuku –área geográfica situada en la ciudad de Tokio, famosa por ser el centro de concurrencia por excelencia tanto para exhibir atuendos, como para comprar ropa- , en lo que es y representa en la actualidad. En la época post guerra, como fue mencionado anteriormente, la apertura del mercado japonés al estadounidense conllevo a la occidentalización de diferentes hábitos y bienes mezclados con la cultura local, entre ellos: la moda. Es así, pues, como se hace de Harajuku un lugar clave para la socialización y el intercambio cultural local basado en la importación de estilos occidentales y su combinación con elementos propios de la cultura japonesa.
La auto imagen que construyeron los jóvenes precursores de lo que hoy es Harajuku los hizo inmensamente visibles a través de la invención de una esfera vibrante de inclusión, y junto con la popularidad que suscitaron como atracción turística, éstos fueron desarrollando un gusto particular por ser vistos (Groom, 2011, traducción de la autora); fascinados por las tendencias que traía consigo la urbanización y la industrialización moderna, la excentricidad resultante al combinar estilos importados con locales ha sido interpretada como una forma para escapar de la realidad, y un llamado a la inclusión tanto de la cultura japonesa en culturas extranjeras, como de culturas extranjeras en la cultura japonesa, fomentando así el intercambio cultural en la escena global.
En base a la evidencia histórica, a pesar de que la intención de "transnacionalizar" la cultura japonesa no data de tiempos inmediatamente recientes, es pertinente resaltar que no siempre fue así, pues hubo también una época donde Japón –y el oriente en general- fue segregado de la civilización por las culturas occidentales a través de políticas de inferiorización.
Ahora bien, el contexto en el cual surge la moda urbana japonesa es muy diferente, la cotidianidad de ese entonces estaba colmada de expresiones culturales cimentadas en el intercambio cultural y las relaciones entre occidente y oriente aparecían cada vez más próximas, dando paso al establecimiento de Japón como una economía global. Es por esto que la adopción de la moda urbana japonesa no cabe dentro del concepto de apropiación cultural, el carácter de exportación global sobre el cual se fundamenta anula la "no autorización" característica de la apropiación cultural, siendo Japón el principal demandante de la exportación de su cultura a otras; y consigo, se invalida también uno de los aspectos que hace de la apropiación cultural perjudicial: el apoderarse de una cultura que es oprimida. En el caso del kimono, el origen del imaginario cultural que se dio alrededor de éste proviene de la época donde el orientalismo imperaba y causa aún mucha controversia, bien sea por la profanación de lo intrínsecamente cultural que lo constituye o porque una persona ajena a la cultura en cuestión, al hacer uso de la prenda, accesorio, u objeto sensible, lo hace ver como algo exótico, extravagante y sensacionalista, mientras que alguien perteneciente a dicha cultura sería fácilmente estereotipado; pero no es el caso de la moda urbana japonesa, ya que ésta tuvo lugar cuando Japón no era visto como un inferior, sino como un igual; el intercambio cultural recíproco ha causado consecuentemente un balance en las relaciones de poder.
En suma, se entrevé ya el último punto sobre el que haré hincapié, el segundo aspecto que hace la apropiación cultural perjudicial: el desposeimiento del significado del objeto a apropiar. Como abordé con brevedad anteriormente, mientras que en la apropiación cultural el objetivo implícito al usar determinada prenda o accesorio, reside en presentar una imagen de lo oriental –en este caso de lo japonés- como algo fascinante, completamente ajeno a nuestra cultura e incluso de carácter místico; en el intercambio cultural y la globalización de la moda urbana japonesa específicamente, se mantiene la esencia de lo que se adquiere, se desea perseverar lo congénito de dicho intercambio cultural, sin importar el contexto al que llegue, para así poder transmitir un mensaje colectivo a través del consumo de mismos objetos: la moda urbana japonesa se presenta y se adopta como símbolo de socialización mundial; expresando la imagen de Japón en el occidente más no una versión estereotípica de su cultura, con el ánimo de invitar a la participación activa de todas las naciones en el intercambio cultural y queriendo también crear a través del mundo comunidades que puedan identificarse en otras, y sean las principales promotoras de la integración cultural.

Bibliografía.
García Canclini, N. (2008). Libros, pantallas y audiencias: ¿Qué está cambiando? Comunicar, Volumen 15, 27-32.
Groom, A. (2011). Power Play and Performance in Harajuku. New Voices, Volumen 4, 188-214.
Franks, P. y Hunter, J. (2011). Introduction. En The Historical Consumer: Consumption and Everyday Life in Japan, 1850-2000. New York: Palgrave Macmillan.
Laemmerhirt, I. (2013). Exoticism, Imagination, and the Harajuku Girls. En Embracing Differences: Transnational Cultural Flows between Japan and the United States. Bielefeld: transcript Verlag.
Mendez, C. (2007). Comunicación e identidad: una aproximación al estudio del consumo, Universitas Humanística. N° 64, 291-305.
Said, E., Goytisolo, J., y Fuentes, M. (2002). Orientalismo. Barcelona: Debolsillo.
Scafidi, S. (2005). The Commodification of Culture. En Who Owns Culture?: Appropriation and Authenticity in American Law. New Brunswick, N.J: Rutgers University Press.


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