El ambiente como objeto de estudio de la complejidad

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Descripción



El ambiente como objeto de estudio de la complejidad
Eje temático: Ciencias naturales, ciencias sociales e historia ambiental.
Resumen:
Esta ponencia plantea el estudio de lo ambiental como necesariamente complejo epistemológicamente y vinculado a la ética.
El pensamiento lineal dualista, rastreable hasta Platón, es constitutivo de las ciencias modernas. Las ciencias sociales, reprodujeron la parcelación y el aislamiento del conocimiento que caracterizaron a las ciencias naturales. Se pensó, además, que las ciencias naturales y sociales eran autónomas y debían estar separadas. Bajo esa taxonomía epistemológica surgieron historias que se situaron en el dualismo y definieron la historia como la reina de las humanidades (E. P. Thompson) o como el vientre blando de las ciencias sociales (P. Bourdieu). Sin embargo, de alguna forma ambas tradiciones se las arreglaron para convivir y dialogar si no total, al menos marginalmente.
No es sino hasta el surgimiento de la llamada historia ambiental que ésta se vio en la inusual alternativa de ser practicada desde las humanidades, las ciencias sociales o desde las ciencias naturales. Pero como el concepto de ambiente concilia la dualidad sociedad humana-naturaleza, existe una cuarta perspectiva que es a la vez contradictoria y complementaria a las otras tres: la de las emergentes ciencias ambientales que critican la parcelación dual del conocimiento y que se adscriben a la complejidad; perspectiva desde la que se plantea a) que un sistema a actúa como parte del ambiente de un sistema b que es parte del ambiente del sistema a, y b) que el ambiente está constituido y constituye un acoplamiento de sistemas superiores e inferiores, de modo que a diversas escalas el ambiente es biótico, abiótico y cultural, ya que todo sistema es afectado por lo que lo rodea.
Se postula que el ambiente es aprehendido de forma más íntegra por la complejidad que por estudios ambientales realizados desde una perspectiva dual, que por su inherente reduccionismo epistémico son ciegos a lo complejo o lo comprenden vagamente.
De esta manera, esta ponencia presenta a la historia ambiental como potencialmente más allá de la interdisciplinariedad (que generalmente se realiza bajo los lineamientos del dualismo) mediante la identificación de los puntos de convergencia entre los estudios ambientales y los estudios de la complejidad, que tienden más que a la interdisciplinariedad, a la transdisciplinariedad.
Gerardo Morales Jasso, Universidad de Guanajuato, México
[email protected]
La meta principal de la historia ambiental, para Donald Worster, es "profundizar o entender como los humanos han sido afectados por su ambiente natural a través del tiempo y, como ellos afectan el ambiente y sus resultados". David Arnold indica que la historia ambiental no sólo se ocupa del cambio ambiental, también de las ideas sobre la naturaleza y su relación con lo humano pues es "la historia de la relación humana con el mundo físico, con el ambiente como objeto, agente o influencia en la historia humana". Por su parte, Richard Grove la define como "la parte documentada de la historiografía de la vida y la muerte no del ser humano sino de las sociedades y las especies, tanto las otras como la nuestra, en función de sus relaciones con el entorno". Las referencias a los humanos, las sociedades, las especies, la naturaleza y al mundo físico plantean el lugar de la historia ambiental para con el árbol del conocimiento. ¿La historia ambiental pertenece a las ciencias o a las humanidades? y de ser parte de las ciencias, ¿ha de ser social o natural?
Estos cuestionamientos han sido respondidos por Worster, para quien la historia ambiental debe ser una humanidad. Él, como James Malin, mostró preocupación por responder qué tan científica puede ser la historia y qué ideas de la ciencia hay que adoptar, manteniéndose como humanidad. Esta ponencia plantea otra respuesta a los cuestionamientos del párrafo anterior a través de un análisis epistemológico. Lo que implica ir al sustrato mismo de lo que implican las ciencias y las humanidades, que son Las dos culturas que describió Charles Percy Snow y que tomaron su forma moderna con Descartes y con la Ilustración, pero que se remontan al dualismo popularizado por Platón.
En síntesis, la separación entre ciencias y humanidades responde al dualismo metafísico entre espíritu y materia. Posteriormente, la tendencia cientificista dio lugar a una tercera vía de investigación sobre la realidad, una vía que surgió de las humanidades, pero que tomó su modelo de la física con el fin de ser reconocidas como científica: las ciencias sociales. Sin embargo, las ciencias sociales no rompieron con el dualismo, sino que lo reprodujeron, creando así una doble oposición: ciencias naturales/ciencias sociales, ciencias sociales/humanidades.
El dualismo se vinculó, entre otras cosas, al mecanicismo, al pensamiento lineal, a la razón instrumental y a la idea de control sobre la naturaleza, a los razonamientos analíticos que separan el objeto o sujeto de estudio de su contexto, a objetivar al sujeto, a pensar la realidad como la suma de las partes y a fragmentarla, a la determinación de leyes y constantes "universales" y a la idea de "un método científico". La modernidad estuvo imbuida de estas ideas fisicalistas, incluso luego del desarrollo de la termodinámica, del surgimiento de la teoría de la relatividad, los hallazgos de la mecánica cuántica, la cibernética de Norbert Wiener, la teoría del caos de Edward Lorenz, las estructuras disipativas de Ilya Prigogine, las reflexiones de Gregory Bateson y Frijtof Capra, así como las investigaciones sobre autopoiesis de Humberto Maturana y Francisco Varela. Durante el siglo XX la ciencia estaba cambiando, cambio que dio pie a que de la mano de Thomas Kuhn la historia le enseñara a la ciencia. Las ciencias naturales ya no eran las mismas que las del siglo XIX y las ciencias sociales no podían seguir teniendo de referente a la ciencia decimonónica. Estas afirmaciones requieren de mayor análisis, párrfafo.
Tal transformación dio lugar a que la oposición entre ciencias naturales y sociales se esté desplomando sin que muchos de sus practicantes e investigadores abran los ojos ante la cada vez menor operatividad de tal distinción dual. Este desplome proviene del anticienficismo posmoderno, pero también de los mismos hechos científicos anteriormente mencionados. Así que "La sociedad occidental está comenzando a apreciar de nuevo los valores ambientales del mundo premecánicista que ya se ha perdido." De modo que, como los fundamentos epistemológicos y ontológicos de la ciencia moderna se están rompiendo, menciona Immanuel Wallerstein que desde distintas perspectivas hay quienes han "osado" proponer reconfigurar el conocimiento, proceso de reacomodo epistémico benéfico pero lento, que ha de venir respaldado en un reacomodo organizacional e institucional. Esta reconfiguración implica la creación de "agrupamientos de conocimiento alternativos coherentes" que siempre serán a su vez transitorios, pues también han de ser criticados, mejorados y traspasados.
Lo anterior implica el rompimiento con el árbol del conocimiento heredado de la Ilustración, de forma análoga a lo que sucedió cuando Diderot y d'Alambert entraron en terreno tabú al trastornar "el antiguo orden del conocimiento" y trazar "nuevas fronteras entre lo conocido y lo desconocido". Para Wallerstein no es posible realizar "una reorganización general, súbita y dramática" del árbol del conocimiento actual, "porque la confusión, la superposición y la escasez de recursos están aumentando simultáneamente, y en conjunto pueden llegar a constituir un bloqueo considerable a la creación de nuevo conocimiento"; pero tampoco es deseable "seguir ciegamente adelante como se pueda, en la esperanza de que de alguna manera las cosas mejorarán y se arreglarán solas". Precisamente, con base en el impulso de salir de la inercia disciplinar y proponer reorganizaciones; surgieron en las fronteras de las ciencias sociales y naturales las emergentes ciencias de la tierra, ciencias del espacio, ciencias de materiales, ciencias de la complejidad, ciencias cognitivas, ciencias de la vida. Es en este contexto epistemológico que surge la historia ambiental, que como otras subdisciplinas, surgen de reorganizaciones del conocimiento vinculados a la preocupación ambiental. De hecho, podemos decir que al estudiar la relación sociedad humana-naturaleza, la historia ambiental rompe con la oposición cartesiana.
Es decir, la historia ambiental (que no es la única disciplina en preocuparse por el ambiente, pues tanto legistas, como filósofos, economistas y sociólogos, entre otros, se han preocupado y se preocupan por éste), a pesar de haber nacido de la historia, no encuentra su nicho en el árbol del conocimiento heredado de la Ilustración; lo que significa que la historia ambiental no es ni ciencia natural, ni ciencia social, ni humanidad. Debe, como lo planteó Worster aprender del lenguaje de las ciencias naturales y además debe estudiar "la estética y la ética, el mito y el folclore, la literatura y la jardinería, la ciencia y la religión", pues debe ir a donde pueda encontrar significados de lo natural.
Hasta ahora, esto lo pone en una relación contradictoria para con él árbol del conocimiento, pues aunque no encuentra su lugar en éste, se nutre de éste. Roderick Nash, uno de los precursores de la historia ambiental, se enfoca en el rol del ambiente en la hechura de la sociedad americana. Mientras que "Para Braudel, el ambiente fue la forma de la tierra –montañas, planicies, océanos– como un elemento casi atemporal que da forma a la vida humana a través de la larga duración". En ambos casos, tal como en las definiciones de historia ambiental de Worster y Arnold presentadas al inicio, implican la consideración del ambiente como exterior al hombre, lo cual es una idea dualista. Sin embargo, Worster mismo mencionó que lo ambiental trata del encuentro de lo humano con lo no humano, que es su principal tema de estudio. Además, Worster critica la "bifurcación contemporánea entre el estudio de la historia y el de la naturaleza", lo que no es otra cosa que una forma no epistemológica de criticar el dualismo.
Esto conduciría a que el ambiente dejaría de ser lo que está alrededor del hombre, en el sentido de entorno o medio; de modo que lo social y lo natural estarían dentro de lo ambiental, que uniría aquello que el dualismo separó analíticamente, o como menciona Enrique Leff: el ambiente es concebido como el espacio "de articulación entre sociedad y naturaleza, entre ciencias sociales y ciencias naturales". Worster ejemplifica con estas citas la tensión existente en los historiadores ambientales entre el uso de perspectivas dualistas y de perspectivas no-dualistas, frecuentemente sin darse cuenta de ello, porque estas perspectivas son paradigmas (no como teorías sino como concepciones del mundo adoptadas por una comunidad y en ese sentido configuraciones teóricas) y "Una característica del paradigma, según Kuhn, es su invisibilidad." Esto de la siguiente forma: "una persona que utiliza anteojos mira a través de ellos, pero no los utiliza para mirarlos".
Así que los historiadores ambientales que contemplan la realidad a través de uno de estos paradigmas, "observan entidades y situaciones a través de él, pero, por lo general," no toman conciencia de él mientras investigan, pero si analizamos algunos planteamientos de la historia ambiental podremos revelar sus tensiones y revelarla como un tipo de disciplina perteneciente ya no a otro árbol del conocimiento, sino a una red del conocimiento, pues la idea de un árbol del conocimiento sugirió en sus inicios (aún lo hace) "una distinción entre dominante y subordinado, entre tronco y ramas. Llul y Guilhausen siguieron la metáfora en sentido descendente hasta las raíces y en sentido ascendente hasta las las [sic] ramitas, flores y frutos. La imagen del árbol ilustra un fenómeno central en la historia cultural: la naturalización de lo convencional o la presentación de la cultura como si se tratáse de naturaleza, del invento como si fuese un descubrimiento. Esto implica negar que los grupos sociales son responsables de las clasificaciones, con lo cual se refuerza la reproducción cultural y se opone resistencia a la innovación."
¿Qué es complejidad? Este término viene del latín plexus (entretejido), por lo que se refiere a algo difícil de separar debido a la interdependencia entre sus componentes. Para comprender un sistema complejo hay que estar pendiente de las interacciones entre sus componentes y sus niveles. Lo complejo (compuesto) no se refiere a lo complicado, ni necesariamente a lo caótico, ya que un sistema es caótico cuando cambios pequeños (condiciones iniciales) generan grandes efectos (clima, cuerpo humano). Aunque la ciencia de la complejidad surgió de la física, la matemática (existen números reales y números racionales) y la biología, sufre el riesgo de desembocar en una visión parcial y simple, de modo que hay dos visiones de complejidad, una restringida que busca determinar las leyes de lo complejo y que por lo tanto se mantiene en la epistemología de la ciencia clásica y la complejidad ampliada, que se opone al dualismo y que acepta que la realidad es dinámica, creativa y sistémica, por lo tanto interdependiente. De forma que la teoría de la complejidad surge como una necesidad epistemológica de la ciencia clásica al darse cuenta de los límites que les son inherentes en la comprensión de la realidad. Quienes trabajan desde la complejidad saben que no pueden estudiar un fenómeno de forma puramente objetiva, sino que lo hacen desde una perspectiva, lo que significa que "el objeto (lo observado), el sujeto (el observador) y la acción de observación (descripción) son interdependientes, por lo que no se pueden estudiar de manera separada."
Decidir si un sistema es complejo o no, dependerá de la descripción que se haga del mismo, lo que depende del bagaje y de la epistemología manejada. Por ejemplo, "la formación de un cristal puede describirse como un proceso complejo de auto-organización. Pero una vez que el cristal se ha estabilizado, ya no hay cambios, por lo que se pueden describir las partes del cristal de manera aislada. Dependiendo de la escala temporal, el cristal puede describirse como complejo o simple." "Tradicionalmente, la ciencia ha sido reduccionista. Esto implica que trata de explicar a los sistemas en términos de sus componentes, ignorando las interacciones." Recientemente se ha reconocido que "La complejidad está en todas partes", por lo que "Si queremos interactuar de manera más adecuada con nuestro entorno, con otras personas y con nosotros mismos debemos poder hablar claramente sobre la complejidad." Lo que "implica un cambio de paradigma". El cual es análogo de pasar de una visión del ser esencial como la de Parménides (ser único, inmovil, indivisible, intemporal) a la visión existencial de Heráclito (ser en constante cambio y transformación).
Las categorías que configuran a la complejidad como ciencia son conceptos tales como: sistemas complejos y comportamientos complejos, bifurcación, caos, atractores extraños, fenómenos de autoorganización, rupturas de simetría y bifurcación, estados en equilibrio, cercanos al equilibrio, lejanos al equilibrio y estados caóticos, estructuras disipativas, autopoiesis, no linealidad, sistemas abiertos, sinergia, bucles de retroalimentación, recursividad, entropía, emergencia. Y sus problemas son, por ejemplo, los sistemas dinámicos, lógicas no lineales, sistemas conservativos y sistemas disipativos, simulación, interdependencia, comportamiento probabilístico y estrategias de adaptación. Aquellos conceptos y estos problemas dan lugar al lenguaje de la complejidad.
Las ciencias de la complejidad reconocen que muchas causas pueden generar un efecto o no, y dan cuenta de las propiedades emergentes de los sistemas, que son aquellas que se encuentran
en un sistema pero no en sus componentes. De manera más general, si observamos información a una escala que no se encuentra en una escala inferior, podemos decir que es emergente. Por ejemplo, una pieza de oro tiene conductividad, maleabilidad, color, y otras propiedades que no se encuentran en sus átomos. Una célula tiene vida, sus moléculas no. ¿De dónde sale esa información emergente? De las interacciones.
Por lo tanto, siendo el átomo tan complejo como es, el acoplamiento estructural que se da entre niveles implica que en las moléculas, las células, los órganos, los organismos, las poblaciones, las comunidades, los ecosistemas y la geosfera; nos encontramos con niveles crecientes de complejidad y que las interacciones que abarca la geosfera requiere de un acercamiento a las dos culturas, además de la consecución de la autoreflexividad, la observación de observaciones y superar la fragmentación del conocimiento; con lo que las ciencias de la complejidad se alejan del dualismo. De modo que, en un nivel epistemológico profundo, sería un contrasentido hablar de ciencias sociales, humanidades y ciencias naturales complejas; puesto que los tres tipos de disciplinas surgieron del dualismo. Las ciencias de la complejidad tampoco encontrarían su nicho en el árbol del conocimiento de la Ilustración, tal como la historia ambiental. Así que, ¿podría la historia ambiental; tan cercana como está a las ciencias naturales, a las sociales y a las humanidades; estar más cercana aún a las ciencias de la complejidad? A continuación intetaremos responder esta pregunta.
La historia, la literatura y la antropología han visto la distinción entre naturaleza y cultura como incuestionable. Sin embargo, la historia ambiental ha cuestionado tal distinción dualista. Lo cual no sorprende, pues surgió vinculada a las preocupaciones sociales de los movimientos ecologistas, los cuales intentaron "eliminar el dualismo entre humanos y naturaleza" y han cambiado "la idea de superioridad humana e independencia de la naturaleza". Estos movimientos también retomaron ideas, limitaciones y valores pre-mecanicistas vinculadas al organicismo, las cuales para Carolyn Merchant pueden ser esenciales para un futuro viable.
Si bien, la separación entre humanidad y naturaleza no es sólo el producto de la industria moderna o el urbanismo, sino la característica de varias formas de labor organizada, incluida la rural pues expresa una parte de las interacciones en la realidad. Sin embargo, el historiador ambiental Raymond Williams acepta que poner aparte lo que en la realidad está interconectado "es una seria subestimación de la complejidad del problema".
El hombre estaba incluido en el concepto ortodoxo medieval de naturaleza, a pesar de haber aprendido a cultivar y a domesticar conscientemente. Posteriormente, con la Ilustración, la filosofía natural dotó a lo natural de un estado fijo, o de leyes fijas de movimiento e incluso extrajo la historia de la naturaleza. Posteriormente se tomó la idea personificadora de la naturaleza como criadora selectiva (selección natural). De modo que lo que se ha entendido por "naturaleza" ha dependido de la abstracción de hombre (antropos y en algunos casos andros). De las ciencias naturales, que devinieron del dualismo, surgió un nuevo sentido de naturaleza, que implicaba todo lo que no había tocado o arruinado el hombre, es decir, lo salvaje. Como respuesta a esta concepción de la naturaleza los historiadores ambientales han planteado que es necesario no ver a la naturaleza como algo externo a lo humano, pues la naturaleza misma es un constructo sociocultural. De hecho, "La naturaleza y la cultura se hallan tan entremezcladas que sería tonto (e históricamente erróneo) tratar de separarlas." Por eso, para Carolyn Merchant, como el modelo ecológico de la historia ve los subsistemas natural y cultural en interacción dinámica, no sigue el dualismo entre naturaleza y cultura. Por un razonamiento similar, Williams destaca que aislar el objeto de estudio trae también consecuencias negativas. En primer lugar, nosotros estamos incluidos en la naturaleza y la idea de naturaleza contiene una extraordinaria cantidad de historia humana, y en segundo lugar, "una vez que empezamos a hablar de la labor del hombre en la tierra, estamos en un mundo de relaciones nuevas entre el hombre y la naturaleza, y separar la historia natural de la historia social se vuelve extremadamente problemático." De modo que Williams indica que "Necesitamos nuevas ideas porque necesitamos nuevas relaciones".
En el fondo, lo anterior es un rechazo al mecanicismo y al dualismo, bases del árbol del conocimiento que conocemos. Como lo son la sugerencias de Worster de que "La historia de la ciencia tiene parte en la nueva historia ambiental" y de que la información para construir la historia ambiental no está sólo en los archivos, sino que el historiador ambiental debe cubrirse de tierra y saber consultar los vestigios de mareas, vientos, corrientes oceánicas, patógenos, así como a fuerzas hidrológicas y geológicas. Lo que llevaría a escribir historia ambiental no sólo y no principalmente a través del archivo. Y que conllevaría que el historiador ambiental no sólo aprenda el lenguaje de las ciencias naturales, sino que enfrente una nueva tensión recursiva entre heteroreflexividad y autorreflexividad que lo llevarían a ampliar sus herramientas de análisis e incluir herramientas de experimentación.
Si bien las propuestas de Worster que recién se citaron podrían interpretarse como un acercamiento a las ciencias naturales, la toma de consciencia del mencionado autor sobre que la historia ambiental requiere una mirada compleja, y su definición de que la complejidad contiene "ambigüedades irresolutas y contradicciones" lo acercan a la teoría de la complejidad. Por su parte la idea que presenta sobre que la historia ambiental se vincula a los ecosistemas; y la explicación que dio de que los ecosistemas están conformados por sistemas, que define como un grupo de elementos que interactúan, están interrelacionados o son interdependientes y que forman entidades colectivas; lo vinculan no a una ecología dualista, sino a la ecología sistémica que superó la imagen estática de Odum.
El problema se vincula a la etimología de ambiente, del latín ambiens, que es un sinónimo de medio, hecho que inutiliza la expresión medio ambiente. Ambiente tiene dos acepciones, la de aquello que cerca o rodea, y la de atmósfera, que implica las condiciones sociales, física, económicas de un lugar. Mientras la primera acepción se vincula al dualismo, la segunda hace referencia a lo inherente a la forma de un ser o ente, por lo que se vincula a lo sistémico. Es decir, desde una perspectiva sistémica una célula encuentra su ambiente en las células que la circundan, pero a su vez tal célula es parte del ambiente de una de las células que la circundan. Desde esta perspectiva el ambiente es, como lo planteó Enrique Leff la conjunción de lo natural y lo social. De esta forma, la historia ambiental no sólo se vincula a la complejidad, sino también a las ciencias ambientales, que, aunque reúnen diversas perspectivas sobre lo ambiental (algunos lo llaman ciencias ambientales, otros pensamiento ambiental, otros saber ambiental, otros estudios ambientales), muchos de sus presupuestos y argumentos "aparecen como anti-paradigmáticos de las ciencias normales y de la racionalidad y método científico convalidados", pues denuncian que la ciencia clásica redujo lo complejo a lo simple desde una visión dualista, por lo que objetivó a la naturaleza y la hizo externa al hombre, quien se consideró por afuera y por encima de ella. De modo que las ciencias ambientales estudian entidades de naturaleza y relaciones complejas, abandonan el análisis cartesiano y adoptan el enfoque sistémico.
En conclusión, la reciente disciplina de la historia ambiental está en medio de un cambio paradigmático que modifica su epistemología. Modificación que debe ser consciente para los mismos historiadores ambientales, pues de no serlo, se enfrentarán a contradicciones irresolubles materializadas como tensiones entre herencias dualistas y hallazgos sistémicos, complejos y hasta caóticos. Sin duda, lo que se está planteando modificaría la matriz disciplinaria de la historia ambiental y la acercaría obligatoriamente a las demás ciencias con las que tiene más en común: las ciencias ambientales, que responden a una epistemología distinta a la dual, pero aún, como la historia ambiental, luchan con la tensión de haber emergido de las ciencias dualistas. Así que los historiadores ambientales no sólo deben seguir las invitaciones de Worster por leer el trabajo de ecólogos culturales, geógrafos históricos y ecólogos. También hay que ver el trabajo de los filósofos ambientales y los epistemólogos sistémicos y de la complejidad. Lo que implica leer a autores como Gastón Bachelard, Ian Haking, Edgar Morin, Maturana y Varela, Frijtof Capra, Ilya Prigigine, Gregory Bateson y Fernando Betancourt, implica que los historiadores ambientales han de ser conscientes de la epistemología que usan y lidiar con una tensión necesaria en las ciencias de la complejidad: la existente entre heterorreflexividad y autorreflexividad. Implica que no es necesario sólo aprender los lenguajes de las ciencias naturales y sus técnicas, sino saber criticarlos al comprender las enseñanzas de la filosofía ambiental. Todo esto significaría tener la requerida "base epistemológica que dé cuenta de la complejidad del ambiente como construcción histórico-social para, sobre esa plataforma, estudiar a la naturaleza transformada por la acción humana a través del tiempo."
En suma, las tareas del historiador ambiental implican asumir el cambio de paradigma que representa la historia ambiental y la necesidad de ser consciente de éste, para asumir la necesidad del diálogo, el trabajo en equipo y de aprender de otras tradiciones científicas y no científicas para mejorar las condiciones en las que nos dejaron las ciencias dualistas y mecanicistas que surgieron de las suposiciones que han hecho posible la manipulación y el control de la naturaleza, que según Merchant son los siguientes: "La materia se compone de partículas (supuesto ontológico) 2 El universo es un orden natural (el principio de identidad). 3 El conocimiento y la información pueden ser atraídos desde el mundo natural (la suposición de independencia de contexto). 4 Los problemas pueden ser analizados en partes que pueden ser manipuladas. 5 Los datos de los sentidos son discretos (suposición epistemológica)."
De modo que el ambiente no puede ser definido sin contradicciones de forma dualista. Queda ahora a la historia ambiental, no sólo seguir haciendo estudios de caso, sino escoger entre las definiciones de ambiente ya existentes: ambiente como derredor, ambiente como naturaleza socializada o ambiente como naturaleza y sociedad interrelacionadas.



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