EJERCER LA CIUDADANÍA: el espacio público desde prácticas políticas

June 23, 2017 | Autor: Iker Fidalgo | Categoría: Espacio Publico, Activismo, Artes visuales, Arte urbano
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Descripción

"EJERCER LA CIUDADANÍA; EL ESPACIO PÚBLICO DESDE PRÁCTICAS POLÍTICAS (INTEGRACIÓN Y CONFRONTACIÓN)" Palabras Clave: Espacio público, Ciudadanía, Confrontación, integración, prácticas artísticas. RESUMEN: El texto presenta una imagen de ciudad compuesta por múltiples ciudades al mismo tiempo. Actúa como un escenario imaginado sobre el cual el concepto de ciudadanía irrumpe como un terreno a conquistar. Partiendo del planteamiento de David Harvey, ejercer la ciudadanía se convierte en una responsabilidad, en buscar la opción de crear otras formas posibles de imaginar un espacio de desarrollo que ha capitalizado nuestras capacidades sociales derivándolas hacia el consumo y creando la ruptura de lazos afectivos. A través de la presentación de dos conceptos para analizar (confrontación e integración) conoceremos estrategias que algunas prácticas artísticas asumen para la consecución de estos objetivos y se erigen como una posibilidad de nuevas interpretaciones urbanas.

Imaginemos una ciudad cualquiera. Posiblemente con un pasado industrial, en algunos casos incluso colonial. Donde la necesidad de mano de obra atrajo a 1

campesinos de los alrededores a trabajar a los centros urbanos desarrollándose así el esqueleto de lo que nos encontramos ahora. Urbanización, construcción de avenidas, ubicación de templos y centros de poder... Avancemos un poco más. Posiblemente los barrios obreros con el desarrollo de la ciudad, quedaran en algún caso aislados en zonas que se han ido convirtiendo en este centro que se va expandiendo con el desarrollo de nuestra urbe imaginaria. Por tanto, y tras varias regeneraciones urbanas, más o menos intensas, los habitantes de esos barrios han tenido que ser desplazados, reubicados o concentrados en determinadas zonas y sustituidos por centros comerciales, o instalaciones deportivas de gran tamaño. Ya por último, nuestra ciudad imaginada ha evolucionado hasta nuestros días. Posee su red de transporte (más o menos efectiva), un centro con grandes edificios y anuncios de corporaciones internacionales (Sony, McDonald's,...) y cuenta con grandes avenidas atravesadas a veces por calles peatonales llenas de gente que pasea entre anuncios de comercios y tiendas. En esta ciudad, posiblemente se conviva con niños y niñas que duermen en la calle, gente que a la puerta de los mercados pida para comer o jóvenes que se apresuran a limpiar los cristales de los coches detenidos en los semáforos contrastando "con suerte" con algún edificio de oficinas o de centro de arte contemporáneo firmado por algún estudio de arquitectura de cierto renombre construido a base de colores vivos o mediante muchos cristales y aluminio Como marco a toda la vida que sucede entre el apabullante ritmo diario, anuncios de gran tamaño anunciando la última película de PIXAR, o algún evento deportivo de talla internacional que acompañan la visión de los rostros apoyados sobre las ventanillas del metro, tranvía y autobuses. Y en cada farola una bandera de tela plástica da la bienvenida a los visitantes con un dibujo del skyline de la ciudad como logotipo corporativo . BIENVENID@S Este modelo de ciudad impera en gran número de países de Occidente. David Harvey en su libro Ciudades Rebeldes (HARVEY:2013) comienza describiéndonos la evolución urbanística de varias ciudades hasta convertirse en un proyecto de ciudad-escaparate orientado al consumo y al turismo. Quizás la clave del principio del libro del autor inglés sea la comparación que realiza en su primer capítulo cuando subraya cómo la Declaración Universal de los Derechos Humanos que son entendidos y aceptados globalmente, son enunciados desde una sistema económico que en su otra cara contribuye a desfavorecer y marginar a través del poder económico. Esta doble moral es lo que le lleva a Harvey a titular la primera parte de su libro con un concepto de inevitable ligazón con el artículo que aquí se presenta: El derecho a la ciudad Harvey nos introduce a la lógica del funcionamiento capitalista y los excedentes de producción como precursores de las políticas urbanísticas de las ciudades, analizando desde el París previo a la comuna de 1871 hasta el desarrollo de ciudades en países muy diferentes como el caso de China. 2

Con este panorama, el derecho a la ciudad es reivindicado por Harvey como la exigencia de una participación de la ciudadanía en las decisiones urbanísticas de las ciudades aunque en realidad se materialice como una serie de luchas sociales que afectan o mejor dicho incumben a varios colectivos entre los que se encuentran ejemplos como las demandas LGTB, Ecologistas o luchas barriales contra la gentrificación. Esta inclusión de la ciudad como parte de las demandas sociales de diferente índole no pretende simplificar o desprestigiar la lucha en una generalización facilona, todo lo contrario, es una forma de demostrar que la ciudad se erige como espacio de lucha, como el espacio en el que se albergan las desigualdades, los conflictos de la cotidianeidad y los espacios de conquista de las acepciones más básicas y diversas del término espacio público. La mayoría de los casos de reivindicación de parte de luchas sociales, son visibilizados a través de las manifestaciones populares con la ciudad como marco. En el caso de España requieren previamente de permiso e itinerario acordado, como si una puesta en escena de unas horas cubriera el cupo aceptable de reivindicaciones de los discursos divergentes en la vía pública. En ocasiones este intento de controlar la parte más emocional de los movimientos sociales (el momento de demostración simbólica colectiva y exposición en la vida pública) alcanza extremos como los propuestos por la alcaldesa de Madrid1 en marzo del año 2013 para derivar las manifestaciones a zonas fuera del centro en lo que popularmente se bautizó como "manifestódromo", aludiendo a la defensa del respeto del espacio público común que debe ser salvaguardado y no utilizado para manifestaciones de corte político y las posibles acciones violentas que puedan acarrear. Generalmente el espacio público es entendido como ese espacio de todos y todas gobernado por pocos que tiene que ser mantenido como un escaparate intocable, al que no se le puede imprimir ninguna pátina política ni por unas horas y que se dedica exclusivamente a convertirse en el salón-recibidor de la ciudad en cuestión. Por el contrario, reivindicar desde los márgenes la ciudad como un espacio en el que encontrarse, confrontar y compartir se asume como un tipo de desviación de unos pocos que carentes de respeto la utilizan como escenario de sus acciones y vivencias. Dentro del catálogo de composición de nuestra ciudad imaginaria, posiblemente podríamos encontrar diferentes usos del arte a lo largo de un paseo entre sus calles. Aunque ya hemos propuesto un futurible museo de arte contemporáneo de firma, quizás encontraríamos alguna escultura de gran tamaño con títulos tan indiscutibles y universalmente aceptados como "homenaje a la paz", "convivencia", o una figura de corte realista en homenaje a Albert Einstein (Como en Panamá o Washington D.C) o a John Lennon (Costa Rica, España)

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http://www.publico.es/510435/ana-botella-quiere-ordenar-las-manifestaciones-en-madrid consultado el 12/09/2014

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Y es que en cuanto a la presencia del arte en el espacio público de las ciudades, es muy común dar con propuestas tremendamente cercanas a causas políticamente poco discutibles. Salvo excepciones, personajes como Einstein o Lennon son aceptados por ciudadanos de todas las clases como merecedores de un lugar en la historia de la ciencia y la creatividad, y en consecuencia merecedores de un modesto homenaje en forma de bronce o piedra. Lo mismo pasa con conceptos tan generalistas vacuos e inocuos como la "paz mundial" o la "convivencia entre los pueblos", que actúan como símbolo tácitamente consensuado por las administraciones públicas y la opinión general y que poseen un trasfondo perverso que provoca una esterilización de la potencia de los conceptos que representa. ¿Qué clase de mala persona no querría la paz mundial o la convivencia entre culturas? Y con esto nuestra ciudad imaginaria ya va adquiriendo una forma más definida. A pesar de que bajo los anclajes de la alta escultura en homenaje a algún sentimiento universal, descansen a las noches gente sin hogar, sucedan intercambios de sustancias u ocupaciones de cualquier otro tipo de vivencias, el imaginario que se construye en la ciudad ya está cumpliendo su labor. Presumiblemente, en esta ciudad imaginada, varios de los espacios públicos más concurridos (plazas, grandes calles peatonales, etc.) hayan sido construidos de tal manera que el flujo de caminantes desemboque en centros comerciales o grandes almacenes, que a su vez se encontrarán rodeados de estaciones de autobús interurbano, o cercanos a una boca de metro. Esta ciudad obviamente no se refiere a una concreta, aunque podría ser muchas a la vez. Es una puesta en escena de elementos que se funden en la planificación urbanística de cientos de ciudades en todo el mundo donde se abre camino la concepción de una ciudad-escaparate convertida en un gran cúmulo estímulos de consumo en el que depositar el tiempo de ocio y los indicadores de clase social. De poco importan las características locales, la realidad social de los barrios adyacentes o la falta de comunicación y transporte con la periferia. Se habrá conseguido tener una ciudad que encaje dentro de lo que se supone que tiene que ser una ciudad, con un skyline digno de fotografías de atardeceres y con una oferta cultural y de ocio tan atractiva e interesante para el visitante que entre las diferentes actividades para realizar tenga que parar en algún centro comercial a comer algo o buscar desesperadamente un Starbucks que le suministre su dosis de cafeína internacional. Por lo tanto, ¿dónde queda el derecho a la ciudad?, ¿cuáles deberían ser entonces los comportamientos de los/las ciudadanos/as?¿cómo estar acordes con este tipo de modelos de desarrollo condenados a convertirse en ciudades esterilizadas de realidad donde conviven la desigualdad, la violencia y la pobreza? Vinculado a la idea de ciudad, se nos presenta el término ciudadanía. Empleado en varias ocasiones por parte de los organismos e instituciones de poder para apelar a esa convivencia responsable y respetuosa que evite 4

cualquier desperfecto o instrumentalización de los espacios. La ciudadanía es cuando proviene del poder la palabra mágica que alude a una falsa noción de comunidad y a una vida individualista y dirigida. La revisión del término a través del diccionario de la Real Academia de la Lengua Española reza: ciudadanía. 1. f. Cualidad y derecho de ciudadano. 2. f. Conjunto de los ciudadanos de un pueblo o nación. 3. f. Comportamiento propio de un buen ciudadano.

Si atendemos a la 1ª y 3ª acepción, podríamos intuir una escondida pero importante contradicción respecto al contexto que hemos presentado. Si el comportamiento de un "buen" ciudadano, supone seguir el conjunto de normas establecidas en un espacio en el que la prioridad de la infraestructura está basada en la creación de espacios de consumo y de anulación de relaciones sociales, confronta directamente con los "derechos" que se pueden intuir que asumimos por el mero hecho de convivir dentro de la comunidad llamada ciudadanía. Por lo tanto proponemos una desviación de la definición. La ciudadanía como concepto, pasa por practicarse y pasa por asumirla en cada acto individual o colectivo que se desarrolla en el espacio común de la ciudad. La ciudadanía, no solo se refiere a respetar normas de convivencia, sino que debe ser reivindicada como el derecho a realizar un uso público real de los espacios públicos y por supuesto partiendo desde una refundación de lo público como lugar común. Con todo, ejercer la ciudadanía se establece entonces como una "obligación" legítima de nuestra condición aunque en ocasiones no legal. No estamos proponiendo una ciudad sin normas, sin respeto o sin necesidad de convivencia. Hablamos de ejercer los derechos y deberes que corresponden a los habitantes de las ciudades, al reclamo de un espacio de convivencia pensado para personas de toda índole y que derive sus intereses hacia el equilibrio de los habitantes en detrimento de las políticas urbanísticas desmedidas y desubicadas y esto en la mayoría de los casos no es bienvenido. Este ejercicio, es constantemente castigado y sancionado. Reclamar otro tipo de ciudades mediante determinados planteamientos de acción directa o propuestas de cualquier tipo, trae consecuencias de exposición física al monopolio de la violencia legal que poseen las instituciones y son consideradas como un ataque frontal a esa noción de espacio público que proponemos redefinir.

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Es tremendamente iluminador un vídeo que circuló por Youtube2, subido en abril del año 2012 en el que Fuleco, la mascota del Mundial de Brasil programado para el año 2014 es atacada por manifestantes contrarios a la a la organización del evento de la FIFA. El muñeco hinchable de unos 5 metros de alto (varios de ellos fueron situados en varias partes del país como publicidad del evento), representa a un armadillo. Es en Porto Alegre donde varios manifestantes deciden atacar al símbolo de la especulación que ha supuesto el Mundial de Fútbol, mientras varios agentes rodean al muñeco protegiéndolo de los posibles daños que le pudieran causar. Esta defensa de la mascota de la FIFA implica defender una institución que incumplió las promesas de su organización de contribuir a la conservación de la especie, además protege el símbolo de un proceso como ha sido el Mundial de Fútbol que se ha cobrado más de 2600 detenidos, 837 manifestantes heridos y 8 muertos3, y que ha permitido el desarrollo del concepto conocido como Territorio FIFA4. Una cesión arbitraria de los derechos de gestión y de administración de los espacios públicos (2 km a la redonda) que rodean las instalaciones por leyes de la propia FIFA en la que se prohíben las manifestaciones políticas, las concentraciones e incluso la presencia de otras marcas comerciales diferentes a la suya. (una vulneración tremenda de los principios democráticos) Pero este tipo de concesiones del espacio público al neoliberalismo más extremo o a los discursos hegemónicos han sido la excusa perfecta en España para ejercer la violencia legítima por parte de las instituciones. El día 27 de mayo del 2011 procedieron a desalojar en nombre de la higiene pública y la seguridad, la Plaça Catalunya5, símbolo del movimiento 15M en Barcelona que había basado su acción en la toma pacífica de las plazas de todo el país, permitiendo el mismo día 28 de mayo la toma de las calles por los aficionados al F.C.Barcelona que celebraron masivamente la consecución de un título europeo. De la misma forma, en Madrid en agosto del 20116, la plaza de la Puerta del Sol, epicentro simbólico del movimiento 15M (indignados), fue desalojada y selladas las entradas por furgonetas de la Policía Nacional acordonando completamente una plaza pública para evitar posibles protestas o asambleas. Días después las Jornadas Mundiales de la Juventud, afines a la visita del Papa Benedicto XVI campaban a sus anchas y disfrutaban de la convivencia en un espacio público sin restricciones.

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http://www.youtube.com/watch?v=z1ZKXA12x44 "Morte do Tatu; Porque o povo não aguenta mais tanta porcaria. Consultado el 18 de septiembre de 2014. 3 http://www.eldiario.es/internacional/Mundial_2014-Brasil-Argentina-AlemaniaFIFA_0_281371900.html Consultado el 18/09/2014 4 http://www.eldiario.es/internacional/Mundial_de_futbol-Brasil-urbanismo-FIFAciudad_0_275422463.html Consultado el 18/09/2014 5 http://elpais.com/elpais/2011/05/27/actualidad/1306484217_850215.html. Consultado el 18/09/2014 6 http://elpais.com/elpais/2011/08/03/videos/1312359417_870215.html Consultado el 18/09/2014

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Por lo tanto, la ciudadanía impuesta incluye aceptar la orientación pro consumo del entorno donde vivimos, apoyar la devastación de los derechos sociales y acatar las constantes muestras de intimidación de las instituciones a través de las fuerzas de seguridad. Cabe entender que ejercer la ciudadanía tal y como aquí se presenta es entonces un trabajo colectivo que va desde la autoconciencia hasta el desarrollo de una capacidad crítica con el devenir de nuestras ciudades. El este camino, las propuestas artísticas y culturales han tomado en muchas ocasiones en serio su papel en estos procesos, creando iniciativas de trabajo ciudadano, apoyando luchas barriales y promoviendo nuevas formas de imaginar la ciudad que responden contra esos usos de objetos-homenaje a los que parece ha sido condenado el arte. Aun así, el peligro de la esterilización aletea siempre por las cabezas de este tipo de eventos, intentando mediante muchos esfuerzos, institucionalizar, controlar y vaciar de contenido político gran parte de estas propuestas. Varias prácticas artísticas han realizado diferentes tipos de propuestas de estos infinitos tipos de caminos que pueden crearse desde, para y con el espacio público. Más allá de los planteamientos que simplemente sacan la galería y su espacio de jerarquización obra-público al espacio urbano, indagaremos en algunos ejemplos que posibiliten un trabajo espacial desde un planteamiento político, entendiendo un matiz de lo político en cuanto a un trabajo al margen de lo establecido que propone una construcción de nuevas formas de abordar el concepto de uso común. En este texto presentaremos una opción analítica que nos permita identificar gran parte de las propuestas artístico-políticas que se llevan a cabo en nuestras ciudades, trabajando desde ejemplos aclaratorios varias cuestiones afines a este análisis. Para ello, plantearemos dos métodos de actuación en los que englobar estas prácticas7. -Integración; Entendiendo prácticas que se disuelven en determinados mecanismos existentes y trabajan desde terrenos ya dados pero proponiendo nuevos usos desde la cotidianeidad. Suelen ser prácticas más procesuales y con un tiempo de repercusión más prolongado, pueden mezclarse con metodologías sociológicas. -Confrontación; Acciones de lucha directa y frontal. Aluden al cambio desde el terreno de lo simbólico, se mezclan con ramas de activismo político, y a pesar de tener una resonancia mayor de cara a la opinión pública tienden a ser de una condición más efímera o con un desgaste más temprano. Estas dos definiciones nos ayudarán como base para poder estudiar los movimientos artísticos que desde el terreno de la creación simbólica proponen nuevas formas de ejercer la ciudadanía, de asumir la responsabilidad de crear otras ciudades posibles y de trabajar desde lo colectivo para llevarlo a cabo. 7

Por supuesto ambos métodos pueden aparecer y lo hacen hibridados entre sí.

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A través de dos ejemplos podremos establecer algunas estructuras que nos permitan identificar estas tendencias y ubicarlas en el texto como una forma de apoyar de nuevo el "ejercer la ciudadanía" como una necesidad y responsabilidad que asumir hoy en día. INTEGRACIÓN// El Tláloc de Tlatelolco (México D.F) Presentar este proyecto como ejemplo de integración posee varias cualidades añadidas que favorecen el discurso planteado en el texto. Por un lado, la autoría del mismo recae sobre los estudiantes de la Maestría de Estudios Urbanos de la UAM (Azcapotzalco) de México D.F. 8 Esto supone como en tantos otros proyectos la disolución de los preceptos artísticos en cuanto a producción exclusiva por parte de artistas. No solo la autoría es disuelta, sino incluso el carácter del proyecto se subdivide en varias áreas, desde lo sociológico, lo visual, lo simbólico, etc. En otra lectura, posiblemente este encuentro y el artículo que aquí se presenta, sean los únicos aparatos de legitimación desde el sistema artístico que han acogido en su seno a tal propuesta, estando esta desde sus inicios desligada de los avatares institucionales requeridos para ello aunque cuenten con un irrechazable desarrollo en lo poético, lo simbólico y lo visual. El escenario fue el barrio de Tlatelolco en la capital del país, y el trabajo simbólico incidió en los conceptos de identidad y pertenencia barrial. Tlatelolco es un barrio grande de reciente (re) construcción tras el terremoto que sacudió la ciudad en 1985, con zonas peatonales, parques a veces deshabitados y recovecos que serpentean entre edificios y altas torres de negocios hoy abandonadas. El espacio protagonista del proyecto, es una pequeña placita que cuenta con la vigilancia de una estatua de piedra (imitada por fibra de vidrio) que alude a la deidad prehispánica Tláloc (aunque luego descubrirán que en realidad se trataba de la deidad femenina de las tierras terrestres Chalchiuhtlicue)

Investigación previa y estrategia A pesar de ser una plaza peatonal, pocas veces los usos de la misma diferían de ser usada como mero lugar de paso. Los estudiantes del grupo decidieron investigar la proveniencia del Tláloc que se encontraba en el espacio, y hacer un trabajo de campo en el que preguntar a los habitantes del barrio sobre la existencia de la misma. Tras su trabajo descubrieron dos cosas:

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Silvia Novelo, Monserrat Ornelas, Sergio Chúa Torres, Sergio Carmona, Renato González, Joana Villa, Omar Perez, Jessica Tenería, Olar Zapata, Lucas Frere y Christof Goebel (prof.)

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-Por un lado, que los habitantes de Tlatelolco, no conocían en su mayoría la existencia de la imagen. -Por otro, que la deidad retratada, era una copia de una figura mucho mayor, que fue extraída a pesar de la resistencia de sus habitantes de la comunidad de Cuatlinchán en 1964 por el gobierno Mexicano para poder situarlo en la entrada del museo de antropología que es donde hoy se encuentra.9 Por lo tanto abrieron dos frentes de acción. En uno de ellos trabajaron con el barrio de Tlatelolco con cartelería y campaña publicitaria de corte anónimo pegando carteles que emitían preguntas-disparadoras como ¿Conoces al Tláloc de Tlatelolco?.En otro comenzaron a escuchar la historia de los pobladores de Cuatlinchán, sus sensaciones, su relación con la imagen robada y sus deseos sobre este conflicto. De esta manera se llevaron a cabo dos tipos de investigación. Las preguntas disparadoras poseen una lectura aparentemente simple que sitúa a los habitantes y paseantes de la zona en una posición concreta. De debilidad si no saben cuál es la figura del Tláloc, y de fuerza si por el contrario son conocedores de la misma. Existe el Tláloc más icónico del D.F como decíamos en la entrada del museo de Antropología, pero pocos conocían la copia situada en Tlatelolco. Estas dos lecturas comienzan a crear una red de comentarios que entretejen la potencia de un rumor, de novedad y de interés inquieto en los habituales del barrio. En el otro lado, la relación con los pobladores de Cuatlinchán, desvela de nuevo la instrumentalización cultural del patrimonio local para la ilustración de la entrada del museo (como parte de la industria cultural pro consumo) arrancando desde 1964 del arraigo de los pobladores de la localidad con su deidad. La revisitación de este conflicto 40 años después vuelve a disparar su visión propia de entenderse expropiados por parte del estado de un pilar cultural, y una necesidad de seguir defendiendo su posición como responsables y cuidadores de la figura del Tláloc (aunque en este caso se trataba de una copia de la original). El proyecto Finalmente y como búsqueda de un encuentro simbólico que aunara ambas investigaciones plantearon como proyecto (performático-escénico) realizar una re-Inauguración del Tláloc de Tlatelolco. Con esto intentaron revitalizar una zona en desuso (re-habitar una zona de paso) contando con el apoyo de varias vertientes vecinales del barrio, y posibilitar a los pobladores de Cuatlinchán tomar la palabra en una discusión de la que nunca fueron participes en 1964 y poder de esta manera realizar una denuncia pública sobre la violación de sus derechos culturales cuando el Tláloc fue llevado a la capital. La reapropiación de una zona degradada como lugar de encuentros, dota de vida y de lazos afectivos a las construcciones espaciales entre hormigón y edificios abandonados. 9

Para más información sobre el proceso, consultar la página web sobre el proyecto documental www.lapiedraausente.com

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Como puesta en escena, se realizó una inauguración siguiendo la estética oficial. El Tláloc se limpió, fue cubierto con una tela roja a la espera de ser reinaugurado y se invitó a cualquier persona a formar parte del evento. En el acto tomaron la palabra los habitantes de Cuatlinchán explicando su propia visión de la historia y convocando al barrio de Tlatelolco a que cuide en su nombre a su amado Tláloc (la rumorología se había extendido tanto que algunos habitantes del barrio pensaron que querían recuperar aunque fuese la copia del Tláloc, teniendo que desmentirlo en el acto oficial) Seguido, hablaron el antropólogo argentino Lucas Frere (que en realidad era un estudiante del máster que teatralizaba la figura del académico intelectual) y el embajador alemán de Estudios Urbanos Alternativos Cristoff Göebl (en realidad, profesor del mismo máster que satirizaba a los responsables políticos). El uso de estos personajes teatralizados servía de doble estrategia, contener cualquier posible represalia de las autoridades anteponiendo el estatus "oficial" de la inauguración como mecanismo de defensa y a la vez visibilizar el potencial de los/las ciudadanos/as de a pie como fuerza real para el trabajo colectivo sin necesidad de bendiciones institucionales. (Fig 1. Momento de inauguración del Tláloc de Tlatelolco)

El proyecto del Tláloc de Tlatelolco, actúa en varias direcciones, proyectando resultados reseñables como valoración global. En primer lugar, la cuestión de autoría por parte de estudiantes, desvinculados del sistema del arte y todo el trabajo posterior con las estrategias de teatralización y la conexión de dos fuerzas locales marcadas como son la barrial de Tlatelolco y la local de Cuatlinchán, articulan los mecanismos que se presentaban en la reflexión inicial sobre "ejercer la ciudadanía". Opciones que se autolegitiman desde el trabajo colectivo y que participan de la creación de afecto como condición imprescindible para la creación de otros consensos diferentes para exigir en nuestras ciudades. Los pobladores de Cuatlinchán cerraron una herida abierta, aceptando la resignación pero ejerciendo su derecho a la dignidad, a la queja y a la fraternidad con el barrio que les da voz. El barrio de Tlatelolco se siente un poco más barrio, con una historia propia, con un patrimonio cultural fuera de museos o guías turísticas. La integración se establece pues como estrategia proyectual, investigando, conociendo y colaborando con el tejido previamente establecido, consensuando estrategias con los agentes locales y entendiendo el resultado como un trabajo de todas las fuerzas colaborando entre sí.

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CONFRONTACIÓN/ El escrache como método (Buenos Aires) El escrache surge en un proceso político concreto y delicado y ha sido asumido hasta nuestros días como un método utilizado en diferentes luchas que han utilizado el espacio público como un escenario donde confrontar con una lucha y presencia física, traspasando las barreras de la manifestación o la concentración presencial pasiva. Tras la finalización de la dictadura argentina en el año 83, y el primer periodo democrático, las luchas por la justicia y la aparición con vida de los 30.000 desaparecidos de aquel periodo siguen vigentes. Las leyes de obediencia debida y punto final del año 1987 que eximían de responsabilidades a muchísimos cargos militares cómplices del genocidio, así como los indultos de durante el mandato del presidente Menem en los que deja libres a altos cargos del aparato militar de la dictadura, marcan la evolución y el trasvase generacional de la reivindicación por la justicia y los derechos humanos. Desarrollo del método A mediados de los años 90 surge la agrupación H.I.J.O.S (hijos e hijas por la identidad y la justicia contra el olvido y el silencio) que recoge el testigo generacional de las Madres y Abuelas de plaza de mayo. A pesar de que estas seguirán su actividad el surgimiento de HIJOS viene ligada a una de las prácticas en el espacio público más características de los años 90: El Escrache. Una de las definiciones de escrache reza de la siguiente manera: “denuncia popular en contra de personas acusadas de violaciones a los derechos humanos o de corrupción, que se realiza mediante actos tales como sentadas, cánticos o pintadas, frente a su domicilio particular o en lugares públicos” 10 El planteamiento del escrache era sencillo, no así su realización. Primero se investigaba o descubría el paradero de un cómplice de la dictadura militar (reinsertados por el sistema). En ese momento, se constituía una mesa de escrache con asociaciones barriales, artísticas, vecinales…gente independiente etc.(la mesa actuaba como mecanismo gestor de las actividades y como vínculo de unión de grupos y colectivos). Se comienza a realizar un trabajo de información barrial (a través de varias estrategias) en el que se anuncia a los/las vecinos/as que comparten barrio con un genocida. Finalmente se realiza un acto como colofón de un trabajo de varios meses, en el que se acaba convocando una gran manifestación delante de la vivienda del protagonista o escrachado. El acto acababa en ocasiones con el lanzamiento de bolas de pintura roja sobre la fachada marcándola con la sangre que le culpabiliza.

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Diccionario del habla de los argentinos:2003:298

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Para la mesa de escrache e HIJOS, esto no era una forma de pedir justicia, era una forma de practicarla evidenciando la presencia de los genocidas. Una condena pública que implica a gente de diferente edad e inquietud política pero que encuentra un lugar común en la intolerancia hacia la pasividad de una justicia estatal que apenas 20 años después de que un gobierno militar hiciera desaparecer a más de 30.000 personas, les dejara convivir con total impunidad. En este caso el espacio público, no sólo es reapropiado en el momento final, sino que es practicado, habitado durante todo el proceso de creación de las estrategias a seguir y reivindicado como escenario de reunión y visibilización de nuevas modos políticos de hacer. Aunque el escrache parte de una clara estrategia de integración, el resultado final se incorpora a un método de confrontación. Tal es así, puesto que su postura final acaba incurriendo a veces en conflictos con las fuerzas de seguridad del estado, y la estrategia no queda diluida en el proceso (como sería el caso del Tláloc), aquí se presenta a cuerpo descubierto, como una necesidad que surge desde lo más profundo del estómago, y creando una politización del espacio transitado durante la marcha y su finalización susceptible de ser sentido incluso cuando el escrache ya ha terminado. Uno de los colectivos artísticos implicados en el trabajo del escrache en el Buenos Aires de los años 90, fue el Grupo de Arte Callejero (G.A.C). Junto al Colectivo Etcétera (ahora internacional errorista), dotaron de lenguaje simbólico a una práctica de tremenda carga emocional y política. Contaminación y confrontación (G.A.C) El trabajo del G.A.C representa a la estrategia que combina ambos parámetros analíticos: Por un lado, es partícipe de una estrategia de confrontación directa, miembros de las mesas de escrache que se establecían en cada ocasión y parte activa de los movimientos de derechos humanos. Por otro, su trabajo como grupo, estribaba en la contaminación de los espacios durante el trabajo pre y post escrache. La intervención en la señalética y alteración de los usos de la simbología vial, es uno de los trabajos más reconocibles dentro del escrache y a su vez cuenta con una sutileza tan bien construida que conseguía seguir politizando los espacios días después de los actos públicos. Las señales intervenidas y creadas avisaban de la existencia de un genocida en el barrio, señalaban espacios que habían sido utilizados como centros clandestinos de detención y creaban desde el trabajo visual una identidad política que supera el conformar únicamente la imagen del escrache, el trabajo visual era el propio escrache. (Fig 2. Instalación de las señales creadas por el G.A.C)

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Como colectivo el G.A.C ha seguido vinculado a procesos de incidencia en la reapropiación del espacio público y en la politización de la cotidianeidad urbana. Es altamente recomendable conocer su labor a través de la publicación que conmemora los 10 años de su existencia.11 El papel del colectivo se disolvía en una iniciativa multi-colectiva, el arte aparece después, cuando forman parte de determinados aparatos museísticos o muestras internacionales, pero su incorruptible presencia como agentes políticos de base hacen del G.A.C uno de los grupos en activo con más coherencia entre su militancia política y su presencia institucional. A modo de conclusiones Tanto el escrache como el Tláloc, son dos ejemplos en un trabajo constante que propone la presencia de estrategias de alteración simbólica desde la integración y la confrontación, aportando sin duda una lectura que ahonda en la construcción mediada del mundo que nos rodea, y proporciona una oportunidad de nuevas imaginaciones posibles. Pensemos de nuevo en nuestra ciudad. Repleta de aquellos comercios, las esculturas indolentes y correctas y sus zonas degradadas en contraste con aquellas avenidas que parecen una oda al consumo. Transitemos por sus calles, entre líneas de transporte público y azarosos viandantes cuyo tiempo de ocio ha sido colonizado por el tiempo que consumen entre sus desplazamientos y sus necesidades vitales que se desempeñan en esas urbes perfectas en miniatura que son los centros comerciales, con comida, diversión, bancos, seguridad y una plaza de aparcamiento vigilada fuera del alcance de las inclemencias del tiempo y los ladrones. Pero sigamos imaginando, intentemos ver entre la bruma de la rutina carteles que anuncian una próxima asamblea en el barrio. O quizás una propuesta en el que los comerciantes y las asociaciones proponen actividades para los niños y niñas de la vecindad. Más adelante, en nuestro paseo, encontramos un teatro callejero en el idioma previo a la colonización, que forma parte de los grupos que recuperan las culturas antiguas impartiendo clases gratuitas. Y así, seguimos caminando e imaginando, dulcificando (como convicción firme) la realidad y pensando que ejercer la ciudadanía es sin duda conquistar pequeños espacios de convivencia en la rutina diaria, en el quehacer semanal, proponiendo y asumiendo otros modelos de ciudad. Entonces y solo entonces podremos seguir plantando cara a los procesos de deshumanización de las ciudades actuales. (Fig 3. Acción colectiva coordinada por Olar Zapata en el I er encuentro de Arte Público de Costa Rica 2014. En la imagen, varios enmascarados rodean la escultura de John Lennon del Paseo de los Estudiantes en San José)

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https://archive.org/details/GacPensamientosPracticasYAcciones Fecha de consulta: 23/9/2014

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