Edificios de espectáculos en la Carmona romana

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Descripción

Urbanismo, Arquitectura y Patrimonio en Carmona

Urbanismo, Arquitectura y Patrimonio en Carmona

Urbanismo, Arquitectura y Patrimonio en Carmona ACTAS DEL IX CONGRESO DE HISTORIA DE CARMONA

Manuel González JiMénez antonio Caballos Rufino José antonio Ruiz De la Rosa Directores y editores científicos

Excmo. Ayuntamiento de Carmona Delegación de Cultura

Sevilla 2014

Serie: Historia y Geografía Núm.: 279 Comité editorial: Antonio Caballos Rufino (Director del Secretariado de Publicaciones) Eduardo Ferrer Albelda (Subdirector) Manuel Espejo y Lerdo de Tejada Juan José Iglesias Rodríguez Juan Jiménez-Castellanos Ballesteros Isabel López Calderón Juan Montero Delgado Lourdes Munduate Jaca Jaime Navarro Casas Mª del Pópulo Pablo-Romero Gil-Delgado Adoración Rueda Rueda Rosario Villegas Sánchez Reservados todos los derechos. Ni la totalidad ni parte de este libro puede reproducirse o transmitirse por ningún procedimiento electrónico o mecánico, incluyendo fotocopia, grabación magnética o cualquier almacenamiento de información y sistema de recuperación, sin permiso escrito de la Universidad de Sevilla y del Excmo. Ayuntamiento de Carmona. Motivo de cubierta: Detalle de la fachada de la Ermita de Santa Lucía en Carmona (Foto: J. A. Ruiz de la Rosa) © Excmo. Ayuntamiento de Carmona Delegación de Cultura y de Patrimonio histórico y Turismo 2014 Plaza de las Descalzas s/n. – 41410 Carmona (Sevilla) © Universidad de Sevilla 2014 Secretariado de Publicaciones Porvenir 27 – 41013 Sevilla Web: http://www. publius.us.es © Manuel González Jiménez, Antonio Caballos Rufino y José Antonio Ruiz de la Rosa (Directores y Editores científicos) 2014 © Por los textos, los autores 2014 © Fotografía de cubierta, José Antonio Ruiz de la Rosa 2014 Impreso en papel ecológico Impreso en España-Printed in Spain ISBN del Excmo. Ayto. de Carmona: 978-84-89993-72-3 ISBN del Secretariado de Publicaciones de la Universidad de Sevilla: 978-84-472-1566-9 Depósito Legal: SE 1994-2014 Imprime: Kadmos

índice

Presentación.................................................................................................... 17 Manuel González JiMénez, antonio Caballos Rufino y José antonio Ruiz De la Rosa CONSTRUIR LA CIUDAD Carmona romana. Topografía, dinámica y espacios urbanos ........................ 23 RiCaRDo lineRos RoMeRo y José beltRán foRtes La Puerta de Sevilla. Implantación: territorio y ciudad en la Antigüedad .... 47 eDuaRDo MaRtínez Moya Carmona romana. Arquitectura civil en la Antigüedad .................................. 79 RiCaRDo lineRos RoMeRo y CaRlos MáRquez MoReno Arquitectura religiosa en la Carmona antigua: el santuario de la calle San Felipe, 1 A ....................................................................................................... 101 MaRía belén DeaMos, Juan Manuel RoMán y JaCobo vázquez paz Edificios de espectáculos en la Carmona romana .......................................... 135 aleJanDRo JiMénez HeRnánDez, RoCío anGlaDa CuRaDo y Mª tRiniDaD GóMez sauCeDo Las murallas de Carmona: secuencia histórica y repercusión en la evolución urbanística ...................................................................................... 165 RoCío anGlaDa CuRaDo y Mª tRiniDaD GóMez sauCeDo La muralla de Carmona en el contexto de las cercas urbanas del sur de Al-Andalus....................................................................................................... 187 MaGDalena valoR pieCHotta

La Orden de San Juan en Andalucía............................................................... 199 Manuel González JiMénez El urbanismo mudéjar..................................................................................... 213 RoCío anGlaDa CuRaDo La arquitectura religiosa mudéjar en Carmona ............................................. 227 salvaDoR HeRnánDez González La Iglesia de Santa María de Carmona en el contexto del gótico catedralicio sevillano .......................................................................................................... 249 Juan CleMente RoDRíGuez estévez El Alcázar Real de Carmona y su Sala de los Reyes ...................................... 279 antonio alMaGRo y JoRGe MaieR allenDe Vistas de Carmona del XVI al XIX .................................................................. 329 antonio GáMiz GoRDo Carmona: patrimonio y fotografía.................................................................. 353 luis MénDez RoDRíGuez INTERVENIR EN LA CIUDAD Paisajes antes de la batalla. Horas de vigilia y sueños: facilità di condotta . 379 félix De la iGlesia salGaDo y José enRique lópez-Canti Paisaje urbano interior y exterior de la Carmona histórica. Propuesta metodológica y de valoración.............................................................................. 397 floRenCio zoiDo naRanJo Proyecto arquitectónico y patrimonio urbano: marco normativo y problemática.............................................................................................................. 419 pablo Diañez Rubio Nuevo Plan General de Ordenación Urbanística de Carmona ...................... 437 ventuRa GaleRa navaRRo Plan especial de protección del patrimonio histórico de Carmona. Revisión crítica .............................................................................................................. 457 ana Gayoso RoDRíGuez La vivienda y sus usos en Carmona ................................................................ 475 teResa baRRie zafRa

La Puerta de Córdoba en el paisaje de Carmona. El monumento desvelado antonio teJeDoR CabReRa y MeRCeDes linaRes GóMez Del pulGaR

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Intervención sobre el patrimonio: la Iglesia de Santiago. Revisión crítica ... 509 valentín tRillo MaRtínez Conocer y usar el patrimonio ......................................................................... 525 RiCaRDo lineRos RoMeRo e isabel RoDRíGuez RoDRíGuez

Edificios de espectáculos en la Carmona romana

Alejandro Jiménez Hernández Arqueólogo Rocío Anglada Curado Servicio Municipal de Arqueología Mª Trinidad Gómez Saucedo Servicio Municipal de Arqueología

Resumen: Descubierto el anfiteatro en los años de Bonsor, el repertorio de edificios de espectáculos de Carmo se ha podido reconocer gracias a las excavaciones modernas. El teatro se ha localizado intramuros, en el sector urbano sureste, si bien, con la información recuperada no es posible alcanzar una restitución virtual del edificio. Circo y anfiteatro, con un nivel de conocimiento muy dispar, se localizan fuera de la ciudad y a una distancia considerable de la Puerta de Sevilla. Palabras clave: anfiteatro, teatro, circo, Arqueología de la Arquitectura, Carmo. Abstract: Discovered the amphitheater during Bonsor’s years, the repertoire of buildings for public shows in Carmo has been recognized thanks to modern excavations. The theater has been located intramural, in the southeast urban sector, even if, with the information gathered is not possible to make a virtual reconstruction of the building. Circus and amphitheatre, each with a very different level of knowledge, are located outside the city, and at a very considerable distance from the Puerta de Sevilla. Keywords: amphitheatre, theater, circus, Building Archaeology, Carmo.

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Son contadas las ocasiones en que las obsesiones de un investigador se ven recompensadas con el descubrimiento del anhelado hallazgo, más aún cuando lo encontrado no debería estar allí; este es el caso de George Bonsor y el anfiteatro de Carmona1. Su convicción le llevó a explorar una tras otra las hondonadas de los alrededores hasta que la fortuna le sonrió en las inmediaciones de la Necrópolis Romana, sacando a la luz un edificio que se sale de lo común debido a una cronología muy antigua, a su forma arcaica y a un tamaño desproporcionado para lo que sería previsible. Más allá de este esfuerzo puntual y de los posteriores trabajos de Concepción Fernández-Chicarro, el tema no ha suscitado el necesario interés para la investigación arqueológica que en muy contadas ocasiones lo ha tratado y no siempre con la suficiente profundidad. Las referencias al edificio han ido perfilando una imagen distorsionada de su verdadera forma, cuyas causas deben buscarse en lo poco que se publicó de su proceso de excavación y en lo extraordinario de las características que presenta la construcción. Si esta era la situación del anfiteatro, excavado y visible desde los años 70, la mera existencia del resto de edificios de espectáculos era sólo una peregrina consideración hipotética2. Tuvo que ser la casualidad y la intensa actividad arqueológica que el equipo municipal de arqueología viene realizando desde 1985 la que diera con pruebas, que si bien no son definitivas, sí son indicios suficientes para hacer pensar que Carmona contó con la tríada de edificios de espectáculos. La espectacularidad de los hallazgos no sirvió para apostar por una mayor investigación sobre los mismos y, tras un breve fulgor informativo, la tierra volvió a ser pesada para ellos y la memoria efímera hasta que la fortuna urbanística les dé una segunda oportunidad y encuentren una voluntad decidida de estudiarlos en profundidad e integrarlos en la ciudad viva. A la espera de estas circunstancias, el objetivo principal de estas líneas es ofrecer un estado actual de la cuestión, mostrar las cualidades y especificidades de estos edificios en su contexto histórico, señalar las principales carencias en la 1.  Las peculiares características del edificio que describiremos abajo hacen que su detección sea mucho más difícil que la de los grandes edificios imperiales, lo que nos deja muy pocas dudas para poder afirmar que a no ser por la tenacidad de Bonsor y Fernández López, el anfiteatro nunca se habría localizado; hay que añadir el personal empeño de Concepción Fernández-Chicarro para la consecución de la cesión de los terrenos y la excavación casi completa del edificio que, si bien no ha servido para el adecuado disfrute de la población, sí nos ha permitido el estudio de un ejemplar excepcional sin el cual es difícil entender la extensión de los juegos gladiatorios en la Bética. 2.  En interpretación de Bonsor, el anfiteatro tenía características conjuntas de teatro, anfiteatro y circo y estaría capacitado para albergar los tres tipos de espectáculos, aunque no descarta que Carmona contara con un teatro y un circo independientes. G. E. Bonsor, “Descubrimiento de un anfiteatro en Carmona. Memoria leída ante la Sociedad Arqueológica el día 5 de junio de 1886”, en Memorias de la Sociedad Arqueológica de Carmona: fundada en 22 de mayo de 1885, Carmona, 1887, pp. 148-151.

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investigación y las necesidades científicas para que se vayan disipando las numerosas dudas que todavía nos ocultan una imagen nítida de los mismos y nos permitan estar preparados para cuando esa oportunidad se dé. Los restos del posible teatro se documentaron en la calle General Freire, muy cerca de la antigua Puerta de Marchena, en una posición dentro de la ciudad habitual en los esquemas urbanísticos romanos y en un entorno topográfico que favorece el apoyo de la cávea en la falda de dos colinas contiguas. Todo esto, sumado a la aparición de restos monumentales, nos hizo considerar seriamente la opción del teatro. En contra, la naturaleza de los restos es insuficiente para certificar la forma del edificio al que pertenecen. El control arqueológico de los movimientos de tierra en un solar de la calle Tinajerías permitió exhumar los restos de unas estructuras circulares convergentes que por su forma y dimensiones, son compatibles con el hemiciclo del graderío de un circo. Lamentablemente, la naturaleza de la intervención y sus circunstancias impidieron un conocimiento más profundo de las estructuras; las decisiones de las administraciones públicas sobre esos restos sellaron definitivamente esta posibilidad. No obstante, lo que conocemos es suficiente para exponer una hipótesis sobre el desarrollo espacial y las dimensiones del edificio. Desde la óptica de la Arqueología de la Arquitectura analizaremos su forma, estructura, tamaño y aforo, cronología y evolución, su inserción en el esquema urbano y la imagen que de la sociedad carmonense pudiera derivarse de la existencia de estos edificios. 1. El anfiteatro de Carmona El anfiteatro de Carmona es un ejemplar extraño en el panorama de los anfiteatros conocidos en todo el territorio controlado por Roma pertenece al grupo de los anfiteatros republicanos y es el único documentado con suficiente información fuera de la península itálica3. 3.  Golvin incluye además de Carmo, Ucubi (Espejo, Córdoba) y Antioquía (Antakya, Turquía) pero en ninguno de los casos parecen tener bases sólidas; Ucubi ha sido descartado por la inconsistencia de los datos que lo sustentan (R.-M. Durán Cabello; C. Fernández Ochoa; Á. Morillo Cerdán, “The amphitheatres in Hispania: recent investigations”, en Tony Wilmott (ed.) Roman Amphitheatres and Spectacula, a 21st-Century Perspective: Papers from an international conference held at Chester, 16th-18th February, 2007, Oxford, 2009 pp. 15-16) mientras que Antioquía carece de más pruebas salvo el hecho de haber sido un importante centro de reclutamiento y acantonamiento de tropas entre final de la República y principios del Imperio y la noticia de que César había construido importantes edificios públicos (K. E. Welch, The Roman

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Fue descubierto y puntualmente excavado por primera vez en 1885 de la mano de George Bonsor y Juan Fernández López4, aunque debió volverse a enterrar por desacuerdos con el propietario. Definitivamente, comenzó a excavarse en 1970 quedando la práctica totalidad de su superficie descubierta, aunque lamentablemente apenas se publicaron unas páginas de los resultados de las primeras campañas de excavación. En resumen, los trabajos de Concepción Fernández-Chicarro5 dibujan un anfiteatro fechable en torno al 27 a.C. por sus características arcaizantes y por el hallazgo de monedas datadas en ese momento sobre la arena; se trataría de un edificio de grandes dimensiones, con una longitud de 131,2 metros y una cávea con una anchura de 36,2 metros. Quizás el elemento más controvertido y que después tendrá una gran importancia en la deriva de la imagen del edificio sea la interpretación de que la grada estaba sustentada sobre una estructura de madera, deducido esto a partir de unas huellas rectangulares talladas en la roca interpretadas como huecos para cimentar la vigas. En 2011, bajo la dirección de Ignacio Rodríguez Temiño, se han realizado unos trabajos arqueológicos tendentes a documentar arqueológicamente las huellas de la arena y las carceres, y localizar y excavar parte de la cloaca que evacuaba las aguas de la arena con la intención de poder afinar la datación del edificio. En este lugar, en la zona más baja de la topografía del edificio, es donde encontramos depósitos anteriores, coetáneos a la construcción y originados tras el abandono del edificio. Estos trabajos, aún en fase de estudio, han proporcionado importante información que contrastan con lo hasta la fecha publicado. Además de los estudios citados, la literatura científica generada por el anfiteatro de Carmona ha sido muy escasa limitándose a las citas en obras de carácter general en las que se repiten los escasos datos proporcionados por la excavadora del edificio. Se trata, por tanto, de una información de síntesis, sin un análisis crítico profundo, que ha pretendido contextualizar el evidente interés del edificio en el panorama de los anfiteatros del imperio. amphitheatre: from its origins to the Colosseum, Cambridge, 2007, pp. 259-260). Welch añade Corinto (Grecia) a esta lista aunque nunca ha sido excavado por lo que su adscripción a obras cesarianas carece de bases sólidas (Ibid., pp. 255-259). No obstante, estos últimos tienen en común su vinculación a César y al establecimiento de tropas o asentamiento de veteranos de guerra. 4.  G. E. Bonsor, “Descubrimiento de un anfiteatro en Carmona. Memoria leída ante la Sociedad Arqueológica el día 5 de junio de 1886”, cit. 5.  C. Fernández-Chicarro y de Dios, “Informe sobre las excavaciones en el anfiteatro romano de Carmona (Sevilla)”, en XIII Congreso Nacional de Arqueología, Zaragoza, 1975, pp. 855-868. C. Fernández-Chicarro y de Dios; A. Olivella, “Informe sobre las excavaciones del anfiteatro romano en Carmona (Sevilla)”, Noticiario Arqueológico Hispánico. Arqueología, vol. 5, 1977, 119-129.

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Figura 1. Esquema urbano general de Carmona en época romana.

Golvin6, realiza una sucinta descripción del anfiteatro recogiendo la información facilitada por Fernández-Chicarro, incluyendo la restitución en madera del graderío a partir de las huellas detectadas en la roca. Calcula 58 x 39 metros a la arena y 131,2 x 111,4 m a la totalidad del edificio. Inserta el edificio carmonense en su capítulo dedicado a los primeros anfiteatros junto a los de Pompeya, Abella, Cales, Teanum, Puteoli, Telesia, Paestum, Sutri, Ferentium, Ucubi y Antioquía, y además lo clasifica como anfiteatro de estructura maciza. A principios de los años 90 del pasado siglo, Ramón Corzo7, tomando como referencias los datos proporcionados por el Catálogo Histórico Artístico8 y lo 6.  J. C. Golvin, L’amphithéâtre romain: essai sur la théorisation de sa forme et de ses fonctions, Paris, 1988, pp. 41-42 y pl, VII-5. 7.  J. R. Corzo Sánchez, “Notas sobre el anfiteatro de Carmona y otros anfiteatros de la Bética”, en El Anfiteatro en la Hispania Romana. Coloquio Internacional, Mérida, 26-28 de Noviembre de 1992, Badajoz, 1994, pp. 239-241. 8.  J. Hernández Díaz; A. Sancho Corbacho; F. Collantes de Terán, Carmona: Catálogo arqueológico y artístico. Tirada especial del Catálogo Arqueológico y Artístico de la Provincia de Sevilla, tomo II, Carmona, 1943, pp. 91-92.

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publicado por Fernández-Chicarro, aborda un análisis metrológico y modular del anfiteatro; reinterpreta la función de las praecinctiones e intenta aproximarse a los materiales y sistema de construcción del edificio. La aproximación metrológica al monumento es traducida a pies romanos quedando con los siguientes valores: las dimensiones de la arena (58,8 m por 39 m) y el espesor de la cávea (36,2 m), indican que el módulo utilizado fue el eje largo de la arena (200 pies romanos) trazándose el eje menor a través de un sencillo replanteo geométrico con valor 2/3 (133 pies), contando el cuerpo de gradas con un espesor que oscila entre 120 y 125 pies (35,5 y 36,9 m). A partir de los datos proporcionados por su excavadora, básicamente en lo referente a la utilización de usos constructivos locales y aplicación de recursos lignarios, Corzo concluye que debió tratarse de un edificio semipermanente. Welch9 cita el anfiteatro de Carmona entre los veinte que se datan en época republicana. En una brevísima mención recoge sus dimensiones (destacando un excepcionalmente bajo valor de 90 metros para el eje mayor total) y las bases para su datación en tiempos de César, relacionándolo con el de Sutrium por su simplicidad, pequeño tamaño y por el hecho de estar excavado en la roca. Establece una vinculación de la existencia de este tipo de edificios con el estatuto jurídico de la población y con la presencia de tropas. En este sentido, destaca que Carmo probablemente sea municipium desde el siglo II a.C. y la presencia de tropas cesarianas. Probablemente sea Hidalgo10 el que mejor resuma la imagen que la investigación arqueológica ha ido creando desde su excavación y que sirve de punto de partida para la revisión que proponemos: “A partir del propio sistema constructivo del edificio se puede concluir la modestia de su construcción, en parte excavada en el subsuelo y en parte en madera. Tales circunstancias proporcionarían al monumento una imagen discreta y modesta, que en ningún momento se puede considerar relevante como elemento de monumentalización y embellecimiento de la entrada a la ciudad desde la vecina Hispalis, donde se encontraba. La presencia de la estructura de madera invita a pensar también que el edificio debería ser acondicionado y renovado periódicamente, muy probablemente coincidiendo con los momentos de mayor uso”.

9.  K. E. Welch, The Roman amphitheatre, cit., p. 83 y 254. 10.  M. del P. León Alonso; R. Hidalgo Prieto; Á. Ventura; C. Márquez, Arte romano de la Bética: Arquitectura y urbanismo, Sevilla, 2008, pp. 226-228.

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Ubicación y cronología El anfiteatro se integra en terrenos incorporados en 1970 a la Necrópolis de Carmona, actual Conjunto Arqueológico de Carmona, inserto en áreas de expansión urbana a partir de los años 70 del siglo pasado. Para su construcción se eligió un lugar alejado 800 metros de la Puerta de Sevilla, junto a uno de los caminos principales que partían de la ciudad con destino a Alcalá del Río, por donde, algunos años después, discurriría la Via Augusta. Aunque el edificio se asienta sobre una necrópolis, será después de su construcción cuando su entorno inmediato se verá colmatado de las estructuras funerarias que conforman la mayor área de enterramiento de la antigua Carmo y que configura el núcleo principal del Conjunto Arqueológico de Carmona. Las razones que pueden explicar la elección un lugar tan alejado de las murallas de la ciudad pueden ser varias, pero entre ellas primó el carácter oportunista de su estructura, para la que se buscó un lugar con la topografía idónea para apoyar el graderío. Entre el anfiteatro y las murallas de la ciudad se localizaron unas estructuras que se han interpretado como pertenecientes a un circo que pudo alcanzar los 290 metros de longitud aprovechando, igualmente, la topografía de la zona; lamentablemente su documentación ha sido muy parcial y carecemos de información para asignarle una cronología probable, pero en el caso de que fuera coetáneo al anfiteatro, sería otra razón para explicar la distancia del anfiteatro con respecto a la ciudad. Una tercera razón, que argumentaremos abajo, es que quizás los destinatarios del edificio no fueran, en principio, los habitantes de la ciudad. Concepción Fernández-Chicarro asignó una cronología en torno al 27 a.C. por sus características arcaicas y por la presencia de una moneda de esa fecha sobre la arena. Realmente este último dato no es concluyente pues, aunque la moneda se hubiese depositado en un momento próximo al de su acuñación, lo único que demostraría es que el anfiteatro es anterior a esa fecha. Debemos acudir, por tanto, a otros argumentos complementarios que ayudarán a enmarcar el momento de su construcción. Su forma, dimensiones, tipología y estructura, como veremos, son muy arcaicas, emparentadas directamente con el anfiteatro conocido más antiguo, el de Pompeya, compartiendo características exclusivas de ambos hasta la fecha. Otro argumento es el estratigráfico; el graderío del anfiteatro se apoyó sobre unas laderas ocupadas ya por estructuras funerarias. Se trata de tumbas de inhumación en una fosa con un escalón longitudinal en el fondo donde apoyaba una cubierta de tegulae a un agua; entre el ajuar recuperado destacan unos ungüentarios cerámicos fusiformes helenísticos tipo Oberaden 28 con cronologías entre el siglo II a.C. y Augusto11, aunque la presencia de tégulas puede acercar la cronología ya al siglo I a.C. 11.  M. Belén Deamos; S. Gil de los Reyes; G. Hernández Herrero; R. Lineros Romero; M. Puya García de Leániz, “Rituals funeraris a la necrópolis romana de Carmona (Sevilla)”, Cota zero: revista d’arqueologia i ciència, vol. 2, 1986, p. 55.

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Con posterioridad a la erección del anfiteatro se fueron construyendo sepulturas que ocupaban el espacio entre la fachada del edificio lúdico y la vía, entre las que destacan las tumbas de pozo con incineraciones de principios del I d.C12. También hay constancia de tumbas anteriores que pueden estrechar el margen cronológico, aunque lamentablemente el contexto de su hallazgo no es del todo seguro13. Por todo ello, una cronología en torno a la mitad del siglo I a.C. puede ser una data de partida cercana a la fecha real de construcción, aunque como veremos, puede ser algo superior o inferior dependiendo de la función y contexto histórico que asignemos a su construcción. Su final parece más incierto. Para Fernández-Chicarro debió suceder entre finales del siglo III y principios del IV d.C.14 aunque quizás debamos tomar con cautela estas cifras. La intervención de 2011 ha constatado que el anfiteatro fue totalmente desmantelado, dejando como testigo de esa destrucción una potente capa de tierra quemada que también fue documentada por Fernández-Chicarro, fechable a finales del III o principios del IV a partir de dos monedas de Aureliano registradas en el inventario de los materiales recuperados de su intervención15. El anfiteatro pudo haberse abandonado previamente a su destrucción en un momento que aún 12.  M. Belén Deamos, “Aportaciones al conocimiento de los rituales funerarios en la necrópolis romana de Carmona (Sevilla)”, en Homenaje al Prof. Martín Almagro Basch, Madrid, 1983, pp. 209-226. 13.  El hallazgo de unas urnas de tradición prerromana en las cercanías del anfiteatro fechables entre la mitad del siglo I a.C. y mediados siglo I d.C. aporta nuevos datos cronológicos al debate (J. L. Escacena Carrasco; M. Belén Deamos, “Sobre las necrópolis turdetanas”, en Salvador Ordóñez Agulla, Pedro Sáez Fernández (eds.) Homenaje al Profesor Presedo, Sevilla, 1994, pp. 251-255). Lamentablemente, la posición exacta de los hallazgos no se conoce. No obstante, durante la elaboración del SICAC (Sistema de Información del Conjunto Arqueológico de Carmona) se realizó una ortofotografía de alta resolución, 5 cm/píxel, que ha permitido observar detalles hasta ahora inéditos de la superficie de la Necrópolis Romana de Carmona, entre los que se han detectado dos estructuras circulares formadas por sendos surcos excavados en la roca con una fosa central, un tipo de tumba ya definido por Bonsor como uno de los más antiguos de la necrópolis (I. Rodríguez Temiño; A. Jiménez Hernández; D. González Acuña; J. I. Ruíz Cecilia, “Avance de las nuevas investigaciones en la Necrópolis Romana de Carmona”, SPAL: Revista de prehistoria y arqueología de la Universidad de Sevilla, vol. 21. Homenaje al Prof. Dr. Manuel Bendala Galán. II, 2012, p. 135.), justo en el lugar reseñado para el hallazgo (M. Belén Deamos, “Tumbas prerromanas de incineración en la necrópolis de Carmona (Sevilla)”, en En homenaje a Conchita Fernandez Chicarro directora del Museo Arqueologico de Sevilla, Madrid, 1982, fig. 1.). Estas estructuras son claramente posteriores a la erección del anfiteatro por lo que, de confirmarse la asociación de las urnas con estas estructuras, podría limitarse aún más el intervalo cronológico para la construcción del edificio. 14.  C. Fernández-Chicarro y de Dios, “Informe sobre las excavaciones en el anfiteatro romano de Carmona (Sevilla)”, cit., p. 860. 15.  C. Fernández-Chicarro y de Dios, “Inventario de excavaciones anfiteatro. Carmona”, p. 28.

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Figura 2. Planta del anfiteatro sobre ortofotografía. Resaltado en gris el recorrido de la Vía Augusta junto al edificio.

no podemos precisar pero no antes de avanzado el siglo II d.C. como indicaría el hallazgo de una moneda de Antonino Pío sobre la arena16 lo que concordaría con un culto a Némesis vinculado con los juegos gladiatorios en el anfiteatro17. Estructura, diseño y traza El anfiteatro tiene una forma ovalada con unas dimensiones totales aproximadas de unos 108 metros en su eje mayor hasta la fachada, y en torno a 98 en el menor, aunque si añadimos el tramo de túnel que sobresalía de la línea de perímetro, el eje mayor alcanzaría los 130 metros. El óvalo de la arena mide 58,8 metros, en su eje mayor, y 38,6 en el menor. Está construido aprovechando una vaguada natural entre dos colinas, de tal forma que tanto la arena, como la casi totalidad de la cávea se talló en la roca, salvo en el sector nororiental, donde fue construida mediante muros anulares de sillares y macizado interior con mampuestos. El alzado 16.  Ibid., p. 45. 17.  J. Beltrán Fortes, “Los devotos de Némesis en el ámbito del anfiteatro hispanorromano”, Arys: Antigüedad, Religiones y Sociedades, vol. 4, 2001, pp. 201-202.

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de la media y summa cavea fue construido mediante muros anulares de sillería y un relleno de escombros provenientes de la talla de la roca para hacer la arena y parte del graderío. Las gradas no fueron realizadas con estructura de madera como se ha apuntado, dado que las supuestas huellas no son coherentes con la forma del edificio, ni radiales ni alineadas con el eje mayor del edificio y, además, no sólo afectan a la media cávea sino también a la ima que tiene gradas talladas en la roca18. Esas huellas rectangulares son producto de una actividad ejecutada cuando el anfiteatro ya había sido abandonado y sepultado. El muro de fachada no ha podido ser documentado ya que fue totalmente expoliado; no obstante, es posible su restitución a partir de tres métodos diferentes pero coincidentes en los resultados. La fachada que Bonsor alinea con el borde del túnel de acceso presenta como principal problema el hecho de que pasaría por encima de tumbas imperiales que se construyeron con posterioridad. Tuvo, por tanto, que estar hacia el interior de esa línea. En segundo lugar, en los paramentos del túnel de acceso observamos unas entalladuras verticales destinadas a las vigas de madera que sostendrían el techo, que aumentan de grosor a medida que nos acercamos a la fachada, dado que tienen que sostener un mayor peso, y la última y mayor se encuentra a 29,6 metros desde el podio de la arena; en el resto de los paramentos del túnel encontramos una serie de tres entalladuras mucho menores a cada lado que suponemos destinada a sustentar la escalera de madera que permitiría el acceso a la summa cavea. Coincide con estos dos métodos la proporción entre los tres maeniana considerando la anchura citada, así la ima cavea ocuparía una parte, la media, dos y la summa tres partes, proporciones que comparte el anfiteatro de Pompeya. La cávea tiene una anchura estimada de 29,6 metros (100 pies), dividida en tres maeniana mediante dos praecinctiones de un metro de anchura. Al aprovechar la pendiente de la ladera, su inclinación estaba condicionada por la topografía natural del terreno. Esto hace que el graderío resulte muy plano, con una inclinación de 17º que dificultaba una correcta visión del espectáculo19 e hacía inviable la colocación de toldos para proteger a los sentados en la ima cavea porque impedirían la visión 18.  Obsérvese el plano donde se reseñan estas huellas (C. Fernández-Chicarro y de Dios, “Informe sobre las excavaciones en el anfiteatro romano de Carmona (Sevilla)”, cit., fig. Fig. 1.) cómo forman una serie de marcas agrupadas en líneas paralelas cuya alineación es divergente con respecto al eje del anfiteatro cuando lo lógico es que formaran líneas radiales coherentes con los focos generadores del óvalo. La fotografía aérea del SICAC (A. Jiménez Hernández; J. M. López Sánchez; I. Rodríguez Temiño, “Sistema de Información del Conjunto Arqueológico de Carmona. Sevilla. España.”, Virtual Archaeology Review, vol. 2, 2010, pp. 102-107) permite observar que estas huellas sobrepasan el ámbito de la summa cavea afectando incluso a las gradas de la ima, lo que evidencia que fue construido con posterioridad. Con ello podemos estar seguros que la grada no fue construida con estructura lignaria. 19.  La pendiente de los anfiteatros imperiales suele estar entre 30º y 40º e incluso el pompeyano alcanzaba los 29º, lo que pone de manifiesto el valor anómalo del edificio carmonense (J. C. Golvin, L’amphithéâtre romain, cit., p. Tableau 32).

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a los espectadores de las gradas superiores, pero en el diseño primó la necesidad de no alzar en exceso la altura de la fachada. La ima cavea tenía tallada en la roca una serie de cinco gradas destinadas a la colocación de asientos ya que la altura de las gradas no permitía sentarse directamente sobre ellas, mientras que la media y la summa no tenían asientos, al igual que en Pompeya. Los accesos al edificio se realizaban a través de las dos puertas principales ubicadas en los extremos del eje mayor y que permitían el paso a la arena mediante una rampa de 10º de pendiente para salvar la diferencia de cota entre el interior y el exterior. Adjuntos a la puerta oriental se han documentado dos accesos hacia la ima y media cavea, mientras que el acceso a la summa debía hacerse desde el perímetro exterior, como en los anfiteatros de Pompeya, el antiguo de Pozzuoli, Cuma o Paestum. Atravesando el graderío norte, en el eje menor, existe un angosto pasillo que, desde el exterior, llega hasta una pequeña habitación bajo el podio y a la arena. Dadas sus características, este paso no debió usarse para el acceso de espectadores sino como porta libitinaria, para la evacuación de los cadáveres resultantes del espectáculo. Este pasaje lo encontramos igualmente en Pompeya en el eje menor pero, a diferencia de Carmona, se encuentra en el costado opuesto ya que este edificio se apoya en dos de sus lados contra la muralla de la ciudad impidiendo la comunicación por estos flancos. La arena se encuentra completamente excavada en la roca; la superficie presenta una altura mayor en el centro con respecto a su perímetro que alcanza una diferencia de cotas en torno a los 20-30 cm para facilitar el drenaje de la misma hacia un canal que recorre todo el perímetro junto al podio y que vierte en una cloaca, que se sitúa en el extremo noreste y que fue localizada en la intervención arqueológica de 2011. Probablemente la característica más peculiar del anfiteatro carmonense sean las huellas talladas en la roca. Se trata de una larga serie de huellas de distinta forma y dimensiones que pueden agruparse en dos grandes clases: hoyos y canales. Para los primeros, se ha dado como interpretación su relación con el velarium que debía cubrir la cavea y los segundos se han considerado como huellas del drenaje de la arena20. Una clasificación detallada de las huellas de la arena nos permite hacer una mayor distinción con la finalidad de acercarnos a su posible función. La idea de que la mayor parte de estas huellas estuvieron pensadas para facilitar el drenaje de la arena entra en contradicción con varias características observadas. En primer lugar, 20.  C. Fernández-Chicarro y de Dios, “Informe sobre las excavaciones en el anfiteatro romano de Carmona (Sevilla)”, cit., p. 859.

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la morfología de la arena, con una cota superior en el centro y pendientes hacia el perímetro donde se encuentra un canal, es suficiente para garantizar el drenaje; en segundo lugar, la mayoría de los canales están cerrados en sus extremos y sus cotas interiores tienden a la horizontal, por lo que, más que evacuar el agua, la embalsarían. En general, atendiendo a su forma y distribución, podemos hipotetizar que la mayoría de las huellas están relacionadas con los juegos21. Siguiendo el gráfico adjunto (figura 3), la clasificación distingue los siguientes grupos: 1. El grupo 1 marca unas pequeñas huellas de poste de un pie romano de diámetro separadas entre sí unos 2,3 metros (8 pies) que describen un óvalo de unos 150 pies de longitud (44,69 cm) y unos 84 pies de eje menor. Su forma es paralela a la del podium, del que se separa unos 25 pies (7,4 metros) y, parece sugerir que estos huecos sirvieron para cimentar una empalizada o verja destinada a la protección de los espectadores durante las venationes, tal como indica Plinio en su Historia Natural describiendo la venatio ofrecida por Pompeyo en su segundo consulado (55 a.C.). En aquella ocasión se sacrificaron entre 17 y 20 elefantes que, en la lucha, intentaron derribar la verja de hierro que protegía a los espectadores “universos eruptionem temptavere no sine vexatione populi, circumdatis claustris ferries” (Plin. VIII. 7,21). La existencia de redes sostenidas por postes para la protección de los espectadores durante las venationes está atestiguada en el propio Coliseo y en el anfiteatro de Cartago22. 2. En segundo lugar, reseñamos las únicas huellas vinculadas inequívocamente con el drenaje de la arena. Se trata de un surco de unos 80 cm de anchura que recorre todo el perímetro del recinto junto al podio. Un ejemplo similar encontramos en el anfiteatro, datado en tiempos de Augusto, de Luceria23. 3. El grupo 3 integra unas incisiones o canales de entre 15 y 30 cm de anchura, con dirección radial convergente en el habitáculo tallado en la mitad del podio del graderío sur. Su funcionalidad es dudosa y, aunque se han vinculado con el drenaje de la arena, su estructura y distribución parecen indicar que se trata de elementos relacionados con el arrastre, es decir, servirían para alojar maromas que accionaran mecanismos utilizados en los juegos (tales como la apertura de las jaulas) desde la pequeña habitación de servicio ya mencionada, que haría las veces de sala de máquinas. De la pared sur de esta habitación parte un pequeño canal bajo el graderío que termina en una plataforma sobre la media cavea que serviría para transmitir, 21.  J. R. Corzo Sánchez, “Notas sobre el anfiteatro de Carmona y otros anfiteatros de la Bética”, cit., p. 241. 22.  D. L. Bomgardner, The story of the Roman amphitheatre, London ; New York, 2002, p. 21 y 134. 23.  J. C. Golvin, L’amphithéâtre romain, cit., pp. 76-77 y pl. VIII.5.

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Figura 3. Clasificación de las huellas de la arena sobre malla sombreada obtenida mediante escáner láser del anfiteatro de Carmona.

mediante una soga, el movimiento generado por un torno o artilugio similar colocado en el graderío. Sólo existe, hasta la fecha, un anfiteatro que cuente con estas estructuras: Pompeya. En fotos anteriores a los años 7024 es fácil ver una serie de huellas radiales y longitudinales similares a las de Carmona entre las que destacan una serie de líneas radiales que acaban en una pequeña habitación bajo el podio sur y que conecta con una plataforma sobre la ima cavea, lo que sugiere una maquinaria muy similar a Carmona para accionar mecanismos vinculados con el atrezo de los espectáculos25.

24.  Durante el mes de octubre de 1971 se grabó en el anfiteatro de Pompeya el vídeo de Pink Floid titulado Live at Pompeii; la mayor parte del vídeo se desarrolla en la arena donde podemos observar todo el despliegue de altavoces e instrumentos de la banda. Todo este montaje tenía como grave inconveniente el peralte de la arena, necesario para el correcto drenaje de las aguas pluviales; por ello no tuvieron inconveniente en allanar el terreno mediante maquinaria pesada arrasando en parte las marcas de esas huellas que son claramente visibles en las imágenes del vídeo. 25.  D. L. Bomgardner, The story of the Roman amphitheatre, cit., fig. 2.1.

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4. Este grupo de huellas está formado por 8 surcos rectos de unos 60 pies de longitud y unos 30 cm de ancho. Están separados entre sí 10 pies romanos, de tal manera que el conjunto forma un rectángulo de 70 x 60 pies. Los dos surcos centrales tienen mayor longitud desarrollándose hacia el graderío norte hasta conectar, el surco occidental, con la fosa grafiada con el número 7 que, a su vez, conecta con la habitación de servicio ubicada en el centro del podio norte. Para estas huellas no es posible asignar un uso de conducción de aguas, dado que seis de ellas tienen sus extremos cerrados. La forma general sugiere que pudieron ser utilizadas para cimentar una tarima o plataforma rectangular, ya que la cota inferior de los canales es constante, salvando el desnivel del peralte de la arena. La longitud de los surcos centrales puede indicar una función de arrastre de algún elemento hacia el centro de la arena. Esta tarima o escenario, similar a los cuadriláteros del boxeo, nos hace preguntarnos si las luchas de gladiadores se hacían en toda la arena o en este espacio restringido elevado que posibilitaba una mejor visión del espectáculo en un edificio con tan escasa pendiente26. 5. Los tres surcos centrales orientados entre las dos puertas del anfiteatro tienen dimensiones similares a las del grupo anterior. La hendidura central puede asociarse a dicho grupo dado que sus extremos coinciden con los surcos extremos y se ubica justo en el centro de los mismos. Su función parece ser que facilita el arrastre de algunos elementos vinculados a los juegos desde la puerta occidental hasta el centro de la arena y en sentido contrario. 6. El 6 es una gran hendidura circular de unos 50 pies de diámetro (14 metros) y unos 20-40 cm de anchura. De manera radial, aparecen cuatro surcos que no traspasan el círculo mencionado y forman una X con respecto a sus ejes cardinales. Estos cuatro canales terminan en un hueco rectangular de unos 80 x 25 cm. Además podemos observar pequeños huecos rectangulares y circulares asociados al surco central. Parece obvio que su objetivo fue el de sostener una gran estructura de base circular e, interpretando los surcos radiales como entibado de la estructura principal, podría tratarse de un gran elemento cilíndrico.

26.  Sobre un modelo tridimensional del edificio hemos verificado la visión desde las distintas partes del graderío y resulta evidente que la arena tendría un amplio espacio muerto invisible para gran parte de los espectadores; la reducción de la arena con la empalizada para las venationes marca el perímetro visible desde la grada por lo que ésta, además de la función de proteger a los asistentes, limitaba la superficie practicable al espacio visible; las luchas de gladiadores se apreciarían mejor sobre un escenario elevado.

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Figura 4. Huellas radiales en la arena del anfiteatro de Pompeya. .

7. Pequeña fosa cuadrada de 1,6 metros de lado a la que se accede por un pasillo de unos 50-80 cm y una profundidad de 1,4 metros. Su construcción implicó la destrucción total de uno de los huecos de poste del grupo 1 y parcial de las huellas centrales del grupo 4, lo que evidencia que fue construido con posterioridad. Su función es difícil de establecer puesto que no conecta directamente con la habitación y el pasaje existentes bajo el graderío norte del edificio; sobre su borde cuenta con una entalladura destinada a alojar una compuerta de madera lo que hace pensar en que sus paralelos más próximos son los huecos destinados a elevar los animales desde los sótanos de los grandes anfiteatros de Pozzuoli, Capua y el Coliseo. Parece responder a un intento de actualizar unas instalaciones no pensadas para los sofisticados espectáculos imperiales. El anfiteatro contó con cuatro carceres que flanqueaban los accesos a la arena. Eran pequeñas habitaciones de unos 4 metros de lado que posteriormente fueron ampliadas para dar cabida a un espacio con gradas para la espera de los intervinientes en el espectáculo, a modo de los banquillos de los estadios de fútbol. A diferencia de los edificios imperiales, que suelen tener trazas estandarizadas, los primeros anfiteatros presentan geometrías variadas con una gran libertad

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Figura 5. Desarrollo del diseño geométrico del anfiteatro de Carmona.

en los diseños. En el caso de Carmona, el diseñador partió de un cuadrado de 400 pies de lado al que trazó dos líneas paralelas hacia el interior en el eje mayor a una distancia de 100 pies, que era el ancho otorgado a la cávea. En segundo lugar, para delimitar el perímetro exterior del edificio y de la arena, se tercia el eje menor mediante sendas líneas que vayan desde una de las esquinas hasta el encuentro de la línea que delimita la arena en el eje mayor con el lado opuesto y donde cruzan el eje menor se establecen los límites de la arena; añadiendo los 100 pies del ancho de la cávea obtenemos el perfil del edificio en el eje corto. Para obtener los focos del eje menor se trazan sendas circunferencias con centro en el medio de las líneas que delimitan la arena con un radio de 200 pies, de forma que el diámetro sea la longitud total del edificio, y donde cortan el eje menor se sitúan los focos. Los centros del eje mayor se obtienen trazando dos circunferencias con centros en los extremos del eje mayor y un radio equivalente a la distancia entre estos puntos y los focos del eje menor, donde corten el eje mayor se sitúan los otros dos focos. A partir de estos centros se trazan los segmentos de circunferencia necesarios para formas los distintos anillos paralelos que definen el edificio, perímetro de la arena, praecinctiones y fachada.

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Aforo Una cuestión esencial es el análisis del aforo. La capacidad de los anfiteatros no es una materia menor dado que su tamaño y su diseño dependen en primer lugar de la demanda de espectadores prevista. La correlación entre la capacidad del edificio y el volumen poblacional de la ciudad permite dirimir si se planificó en función de la demanda local o para un ámbito espacial mayor. Golvin había propuesto una fórmula rápida para el cálculo de la capacidad, resultante de multiplicar la superficie en metros cuadrados por 2,527 que, en nuestro caso, arrojaría el siguiente resultado: 7.442 m² x 2,5 = 18.605 espectadores. No obstante, esta fórmula estaba pensada para los anfiteatros imperiales; el edificio de Carmona difiere absolutamente en lo referente a la capacidad. Al ser de estructura completamente maciza el acceso a las gradas debe hacerse desde superficie, por lo que no hay espacio reservado para los vomitoria; de la misma manera, al no tener gradas construidas o talladas en la media y summa cavea, probablemente los espectadores estarían de pie lo que disminuye la superficie necesaria para cada uno de ellos, aumentando significativamente la capacidad. No obstante, hemos realizado una cuenta exhaustiva del aforo real, considerando de asiento a todas las localidades con una superficie de 50 palmos menores cuadrados y sustrayendo el espacio necesario para las escaleras y pasillos, de los que no ha quedado constancia. En total hemos calculado un aforo de 18.350 personas de forma que en la ima cavea se sentaran un total de 950 espectadores, 4.600 en la media y 12.800 en la summa; aforo que podría verse ampliado si los espectadores estuvieran de pie. La siguiente pregunta obligada es si Carmona llegó a contar con el número de habitantes suficientes para llenar las gradas o si, por el contario, la capacidad del edificio era superior a la población local. La estimación de población de una ciudad antigua es realmente compleja y ha dado lugar a cálculos que ofrecen cifras muy dispares para las mismas ciudades28. La población de una ciudad quedaría definida por la extensión en hectáreas multiplicada por su densidad, que Carreras ha establecido en 326 habitantes por hectárea para los centros primarios y de 233 para los secundarios29. El perímetro amurallado de Carmona engloba un área de 50 hectáreas30 de las que unas 34 fueron ocupadas por edificaciones residenciales en 27.  J. C. Golvin, L’amphithéâtre romain, cit., pp. 380-381. 28.  Sobre este particular, los distintos métodos aplicados en Hispania y la disparidad de resultados para el cálculo de la población es un buen ejemplo la síntesis de Gozalbes (E. Gozalbes Cravioto, “La demografía de la Hispania romana tres décadas después”, Hispania antiqua, vol. 31, 2007, pp. 181-208). 29.  C. Carreras Monfort, “Una nueva perspectiva para el estudio demográfico de la Hispania Romana”, Boletín del Seminario de Estudios de Arte y Arqueología: BSAA, vol. 62, 1996, p. 102. 30.  Para la extensión de la ciudad en época romana republicana e imperial consúltese los trabajos de Lineros y Beltrán (R. Lineros Romero, “Urbanismo romano de Carmona I”, Carel:

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época altoimperial. Si aplicamos las densidades definidas por Carreras, Carmona alcanzaría un mínimo de 11.650 habitantes y un máximo de población de unos 16.500 en época altoimperial. Sin embargo, para los momentos tardorrepublicanos la superficie ocupada de la meseta fue considerablemente menor, alcanzando difícilmente las 15 hectáreas, lo que ofrecería una población entre 3.500 y 5.000 habitantes. Con estos datos podemos observar que los residentes en la Carmona romana nunca fueron suficientes para llenar las gradas de su anfiteatro. Ante estas circunstancias barajamos dos posibles explicaciones. Carmona tuvo un papel muy destacado en los acontecimientos bélicos ocurridos en los tres últimos siglos antes de nuestra era; primero como destacada ciudad púnica y después como una de las ciudades romanas más fuertes de toda la Ulterior31. Quizás estos motivos hubieran sido suficientes para la erección de un edificio destinado a mostrar la potencia de Roma en un territorio en trance de romanización, destinado a un ámbito comarcal y ubicado en la ciudad más emblemática. Sin embargo, el edificio que estamos analizando presenta una arquitectura extremadamente simple, sin estructuras complejas, carece de arcos, bóvedas, los túneles se cierran con techos de madera sostenidos por fuertes vigas del mismo material, la fachada es un muro ciego de no demasiada altura y los accesos a la cávea superior se realizarían a través de escaleras de madera, materiales más propios de un campamento romano que de un monumento cívico. Nada sugiere una intención de monumentalizar el edificio ni de que este se convirtiera en un referente arquitectónico: primó la funcionalidad, un edificio de alta capacidad que debió construirse en poco tiempo, carente de los refinamientos de otros anfiteatros urbanos homólogos como Pompeya, Sutri o Nola. La importancia militar de Carmona pudo conllevar el estacionamiento temporal o permanente de grandes contingentes de tropas destinados a mantener pacificada la provincia o a la conquista del resto de Hispania. En este contexto, el anfiteatro habría sido construido no tanto para la población local como para los contingentes militares establecidos en la zona, una relación observada en el origen de los primeros anfiteatros32. El aforo estaría calculado para acoger al menos dos legiones más sus tropas auxiliares, lo que explicaría la escasa monumentalidad del edificio. Carmona: Revista de estudios locales, vol. 3, 2005, pp. 987-1033 y J. Beltrán Fortes, “Arqueología de la Carmona romana: el esquema urbano”, en Carmona romana:[Carmona, 29 de septiembre a 2 de octubre de 1999], 2001, pp. 135-158). 31.  Hace poco se ha apuntado que Carmona pudo ser la Akra Leuke púnica, la principal ciudad cartaginesa en la península y sede principal de sus ejércitos (M. P. García-Bellido García de Diego, “¿Estuvo «Akra Leuké» en Carmona?”, Palaeohispánica: Revista sobre lenguas y culturas de la Hispania antigua, vol. 10, 2010, pp. 201-218 y M. P. García-Bellido García de Diego, “Sobre el Toponimo Carmo y su posible etimología Púnica”, Cuadernos de prehistoria y arqueología, vol. 37, 2011, pp. 447-454). 32.  K. E. Welch, The Roman amphitheatre, cit., pp. 79-82.

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Figura 6. Simulación virtual del anfiteatro de Carmona. Imagen del proyecto Virtualpolis33.

No debe extrañar que la fortaleza de la ciudad, que le hizo jugar un importante papel en los acontecimientos bélicos de la última centuria antes de nuestra era, sirviera de refugio y campamento base de las tropas estacionadas en la provincia, convirtiéndola de facto en la capital militar. Sin embargo, este hecho debe dejar huella, una huella importante en el registro arqueológico. Siguiendo a Polibio (Plb. 6.26-6.42), un campamento romano para dos legiones y sus tropas auxiliares ocuparía una superficie en torno a las 35 hectáreas, para un total de 18.600 soldados, lo que implica que el impacto sobre el entorno de la ciudad o sobre la misma sería importante34. En principio, existen dos opciones que pudieran ser susceptibles de acoger la tropa: extramuros, el Campo Real ofrece una posición bien defendida, con acceso a las principales vías de comunicación y control visual sobre un vasto territorio; intramuros, y dado que la superficie total de la meseta es de unas 50 hectáreas

33.  I. Rodríguez Temiño; D. González Acuña; J. I. Ruíz Cecilia; A. Jiménez Hernández; J. M. López Sánchez, “SICAC: an information system for the Conjunto Arqueológico de Carmona (Carmona Archaeological Ensemble) (Seville, Spain)”, Archeologia e Calcolatori, vol. 23, 2013, fig. 10. 34.  S. W. Smith, A Dictionary of Greek and Roman Antiquities, Boston, 1859, pp. 244-251.

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y que el ámbito ocupado por la población local era de unas 15 hectáreas a lo sumo, restaría el espacio necesario para alojar tan potente contingente romano. Pacificada Hispania y alejadas las tropas de Carmo, el edificio pasó pronto a estar desfasado, sobredimensionado en su aforo y carente de las innovaciones aplicadas a los juegos gladiatorios en tiempos imperiales a los que intentó adaptarse, aunque nunca lograría asimilarse a los nuevos grandes edificios que empezaron a construirse en el entorno inmediato, siendo incluso más cómodo realizar los juegos en el foro que en el propio anfiteatro. 2. El Teatro En 1995, en la calle General Freire, se documentó una gran cimentación de sillares de piedra de alcor, de la que se conservaban varias hiladas, algunas desmontadas como consecuencia de las obras de rebaje realizadas para la construcción de un sótano de aparcamientos en un edificio de viviendas35. De la estructura, que tenía un elevado grado de destrucción, se documentaron alrededor de 12 m de longitud y unos 7,60 m de anchura máxima, sin llegar a delimitarse totalmente por quedar su límite este debajo del inmueble vecino. En el contorno externo de la estructura se apreciaba cierto trazado circular, por lo que desde los primeros momentos se pensó que la hipótesis más plausible (las otras contemplaban que perteneciera al podium de un templo, o a la cimentación de una de las puertas de entrada a la ciudad), era que perteneciera al fundamento de la summa cavea de un teatro construido aprovechando la vaguada natural existente en la zona. En el año 2002 durante los trabajos de excavación realizados en el solar nº 20 de la calle Hermanas de la Cruz, se documentó parte de un edificio monumental que se fechó durante el primer tercio el s. I d.C., y una serie de estructuras anexas36. Del edificio se excavó su fachada septentrional, consistente en una plataforma construida con sillares de piedra de alcor al exterior, con el interior relleno de mampostería. Se documentó en una longitud de unos 8 m y se encontraba orientado 48º, discurriendo en dirección noreste-suroeste. Su trazado no era rectilíneo, sino que presentaba un saliente acodado en la zona central. 35.  R. Anglada Curado, “Excavaciones de urgencia en la calle San Ildefonso de Carmona (Sevilla). Nuevos datos sobre la ciudad romana”, en Anuario arqueológico de Andalucía 2001, 2004, pp. 858-871. 36.  J. M. Román Rodríguez; J. Vázquez Paz, “Nuevas estructuras romanas de carácter monumental en« Carmo»: IAU en el solar No 20 de la C/Hermanas de la Cruz de Carmona (Sevilla)”, en Anuario arqueológico de Andalucía 2002, 2005, pp. 369-393.

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Figura 7. Planta de los restos documentados posiblemente vinculados con el teatro romano de Carmona.

La cimentación descansaba directamente sobre el alcor y consistía tanto en la zona noreste como suroeste de la estructura en una zapata construida con piedras de alcor. Bajo el paramento de sillares se dispuso un arco de medio punto para salvar el desnivel ocasionado por una gran fosa excavada en la roca base. Este arco de descarga (del que pudo documentarse algo más de su mitad este, pero sí su intradós completo), estaba construido con once dovelas de piedra de alcor (1,05 x 0,88 x 0,59 m) almohadilladas. Su potencia (2,58 m de longitud de plano de arranque y desde aquí 1,30 m de altura hasta el intradós de la clave) da idea del peso que debió de soportar. En la zona oeste del relleno de la plataforma de sillares se levantó un muro de 0,80 m de altura y 1,84 m de longitud documentada, que seguía la misma orientación de la estructura y sobre la fachada del paramento de sillares, en la zona exterior del edificio, se construyó un pavimento de opus signinum. El edificio sufrió tal grado de destrucción con el expolio de sus materiales, que es imposible conocer su altura original.

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Al norte de la plataforma se localizaron una serie de estructuras anexas al edificio, al parecer en un espacio abierto. En ellas se advierten dos fases constructivas: 1º. En la primera se documentó un pozo de agua de planta rectangular y sección en L, con la rosca construida con sillares dispuestos en seco que tenía la misma orientación que el paramento de sillares. Se registraron, además de varias estructuras pertenecientes a una instalación hidráulica arrasada durante la fase siguiente, dos muros orientados 330º y 60º respectivamente, construidos alternando tramos de sillares con tramos de mampostería careada, así como cimentaciones y un murete de mampostería de 40 cm de grosor y sección en talud, con la cara exterior revestida de opus signinum. 2º. En la segunda fase (entre la segunda mitad del s. I d.C. y la primera mitad del s. II d.C.) se realizan una serie de reformas sobre las estructuras anteriores, añadiéndose otras nuevas. Se enlucieron y decoraron los paramentos con motivos veteados, vegetales y de figuras humanas; se rebajó el nivel de suelo del ámbito exterior, sustituyéndose el original de signinum por otro de tierra apisonada, cantos rodados y fragmentos de ladrillo a una cota inferior; se añadió al pozo de agua una fuente probablemente con forma de cubeta, con pavimento de laterculi dispuestos en espiga y con restos de un cordón de signinum que iría anexo a los muros perimetrales de la estructura. En ésta se localizó el sumidero, que conectaba con una canalización de trazado este/oeste y pendiente hacia el este, (de la que se documentaron 2,60 m de recorrido), que estaba formada mediante pares de imbrices unidos en seco y que conectaba con otra canalización. Ésta de dirección norte-sur, estaba construida mediante una hilada horizontal de tegulae, con cubierta a dos aguas del mismo material, y cuyo interior se encontraba impermeabilizado por medio de una capa de cal. También se construyó un pozo monumental que tenía en la parte superior una rosca de planta rectangular, labrada con losas de alcor, en cuya cara norte se abrió una puerta lateral. La apertura superior se cerraba mediante tres sillares, de los que solo se conservaba in situ uno de ellos, encajándose en el hueco un capitel y un tambor de columna. En el relleno que lo colmataba se encontraron huesos de cánidos en conexión anatómica y huesos humanos pertenecientes a un neonato. Las características del pozo y su relleno llevaron a sus excavadores a pensar que se tratase de un pozo “ritual”, similar a los documentados en Cádiz. A mediados del s. II d.C. las estructuras son abandonadas, expoliándose la mayoría de sus materiales constructivos.

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Figura 8. Cimentación de sillares correspondiente presumiblemente a los fundamentos de la cávea del teatro.

La asociación de estas estructuras con las exhumadas en el solar de General Freire nº 12 es una tarea muy compleja ante lo reducido de los restos documentados. No obstante, existen numerosas similitudes entre ellas –técnica constructiva, orientaciones y monumentalidad– para plantear que ambas pertenecerían al mismo edificio del teatro, formando las localizadas en General Freire, 12 parte de la cimentación de la summa cavea y las de Hermanas de la Cruz 20 como pertenecientes a la zona del proscaenium o del cierre noroeste del graderío. Las estructuras tienen orientaciones no paralelas, radiales y convergentes en el mismo foco, lo que apunta a una forma circular de gran diámetro; la naturaleza y tipología de las estructuras también es compatible con el edificio teatral, como también lo es su posición en la trama urbana, intramuros y próxima a una de las esquinas del recinto junto a una de las puertas principales de la ciudad, en una posición muy parecida a la del teatro de Carteia37 y que no es ajena a lo habitual en las ciudades romanas38.

37.  O. Rodríguez Gutiérrez, “El teatro”, en Lourdes Roldán Gómez (ed.) Carteia II, 2004, pp. 251-260. 38.  J. L. Jiménez Salvador, “Teatro y desarrollo monumental urbano en «Hispania»”, Cuadernos de arquitectura romana, vol. 2, 1993, pp. 225-238.

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De todas formas, hemos intentado conectar todas las estructuras para deducir un modelo de teatro y no hemos encontrado una ordenación indiscutible ni siquiera altamente probable dado lo parcial de lo documentado. 3.

El circo

Los restos de lo que se ha interpretado como el circo de Carmo fueron hallados en la calle Tinajerías, en el transcurso de una vigilancia arqueológica. La calle Tinajería se localiza junto al Paseo del Estatuto, vía que prolonga la antigua carretera procedente de Sevilla ya en zona urbana. Esta área queda comprendida dentro del arrabal histórico en su desarrollo hacia el oeste. Hasta el siglo XIX, en el mencionado sector se combinaron los usos residenciales con los industriales. Así, diversas vigilancias efectuadas en la misma calle han permitido comprobar la existencia de estructuras pertenecientes a industrias de transformación agrícola, como molinos de aceite y almonas. En el límite de esta misma área se ubica la necrópolis. La extensión del cementerio romano excede ampliamente la zona declarada por lo que son frecuentes los hallazgos funerarios en las inmediaciones39. En función de estas previsiones arqueológicas, el proyecto de obras fue sometido a la cautela de vigilancia. Dicho proyecto preveía la construcción de un complejo de 16 viviendas, dotado de un subterráneo capaz de albergar 28 plazas de aparcamiento y 14 trasteros. En noviembre de 2001 dieron comienzo las obras de demolición. A finales de diciembre se inició el rebaje para la construcción del aparcamiento. Durante estas labores se advirtió la presencia de alineaciones de sillares que obligaron a replantear el transcurso de la obra y a efectuar una limpieza de las estructuras descubiertas. No se hizo una excavación, pues la única zona donde había rellenos quedaba bajo un perfil inestable que hacía de medianero con la parcela adyacente. No obstante, de la limpieza de las estructuras se recuperaron escasos materiales tardíos, además de fragmentos de hierro pertenecientes a una posible baranda que defendía al público del desnivel entre las gradas y la base de la arena.

39.  R. Anglada Curado; E. Conlin Hayes, “Vigilancia arqueológica durante la remodelación del paseo del Estatuto de Carmona (Sevilla): la Fuente Romana”, en Anuario arqueológico de Andalucía 1998, 2001, pp. 944-948.

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Figura 9. Localización de los restos documentados pertenecientes al circo romano de Carmona. Resaltadas en gris las parcelas objeto de intervención arqueológica.

Descripción de las estructuras Se localizaron cinco alineaciones de sillares, todas de tendencia curva y aparentemente concéntricas entre ellas. Todas ellas se reducen a una única hilada, encajada en una zanja muy ajustada tallada en la roca de base. La estructura más exterior describe un segmento de circunferencia que ocupa una superficie lineal de unos 8 metros. Se prolonga claramente hacia el sur, aunque ha perdido su continuidad. Está compuesta de diez sillares de tamaños diversos, colocados a soga y tizón sin un ritmo regular. Sendos muros paralelos, de los que se conservan tres sillares dispuestos a soga, parten de esta estructura en dirección este-oeste, generando un espacio en forma de cuña. Miden 3,80 y 4 metros de longitud. La estructura A se mueve entre las cotas de 1,17 metros y 1,35 metros desde el punto 0, constándose una leve pendiente de este a oeste. De la estructura que forma el segundo anillo se conserva una alineación curva de cinco sillares de unos 60 centímetros de anchura y longitudes variables. Cubren una superficie lineal de unos 6,5 metros y su cota se mueve entre los valores 1,27 y 1,30 con respecto a la cota de referencia general de la intervención arqueológica.

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El tercer anillo conserva los arranques de sendos muros perpendiculares, semejante a los que presenta la alineación que ha sido descrita en primer lugar. Se trata de un cimiento compuesto de ocho sillares dispuestos a soga, cuya continuidad se evidencia por una zanja ligeramente más ancha y por un noveno sillar aislado sobre la misma línea curva. Separada de la estructura B por una franja de roca de unos 2,70 metros, cubre una superficie lineal de unos 20 metros. Sus cotas mínima y máxima son 1,09 y 1,20 metros respectivamente. El arranque de los muros transversales baja hasta 1,42. La cuarta línea de sillares se halla a una cota considerablemente más baja y de ella se conservan tan sólo tres piezas, aunque se prolonga en la negativa dejada por la zanja de cimentación. Por último, la estructura interior es la que mantiene un mayor número de piezas en su posición original, diez en total. Estos sillares presenta un revestimiento de arcilla en su cara exterior y algunos un vástago de hierro clavado junto al borde. Como sucede en el resto de las estructuras, la presencia de una UE negativa –la zanja de cimentación– señala la prolongación de la alineación hasta alcanzar 12,5 metros. El límite de esta estructura por su lado meridional parece estar definido por un rebaje en línea recta, orientado de este a oeste. En síntesis, la planta curva de la construcción que dibujan las cinco alineaciones de sillares, la diferencia de cota entre la zona más alta y la más baja –274 centímetros– y la evidente preparación previa del terreno que denotan ciertos cortes en la roca que han quedado en el perfil hicieron pensar, despejadas las dudas iniciales, en un edificio de espectáculos. La sucesión de cimentación-pasillo-cimentación combinada con el descenso paulatino de cota permitiría encajar un graderío estructurado en tres cáveas, con las siguientes correspondencias con respecto al plano que se adjunta. Las líneas de sillares perpendiculares a los muros curvos obedecen a un tipo de cimentación muy difundido que crea cuñas por medio de radios que parten de un segmento circular. Así se cimentan teatros como el de Medellín o Sagunto y las cabeceras de los circos de Mérida, Valencia o Tarragona40. La identificación de los restos exhumados con el circo romano de Carmona se apoya en una serie de supuestos con distintos grados de confirmación.

40.  T. Nogales Basarrate, “Circos romanos de Hispania. Novedades y perspectivas arqueológicas”, en Le cirque romain et son image, Ausonius, Bordeaux, 2008.

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En primer lugar, la presencia de anfiteatro y teatro en la ciudad excluyen en gran medida la identificación de los hallazgos con unos de estos dos edificios, por lo poco habitual que es la duplicidad de estas construcciones monumentales. Tampoco el tamaño del diámetro del círculo exterior, 113,5 metros, parece compatible con estos edificios salvo que sus dimensiones fueran realmente excepcionales41. La restitución de su forma es difícil, a pesar de la amplitud del solar que permitió la documentación casi completa del hemiciclo, debido al tamaño de este tipo de edificios. El carácter circular de las estructuras ofrece un amplio abanico de orientaciones posibles que Figura 10. Cimentación del hemiciclo podemos limitar atendiendo a tres razones. La del circo romano de Carmona. primera de ellas es la topografía. La orografía de Carmona deja pocas posibilidades para encontrar un espacio libre y llano donde construir un edificio de entre 290 y 400 metros de longitud y unos 80 de anchura. Posiblemente, una de las pocas opciones sea este lugar que, además, disfruta de las ventajas estratégicas de ubicarse junto a la Vía Augusta justo enfrente de la Puerta de Sevilla, hacia donde miraría su Porta Triumphalis42. La opción más factible era adosar uno de los costados de la ladera de la elevación cruzada por la calle de Enmedio y construir la arena y el graderío opuesto. Esta posición limita la longitud del edificio a un máximo de 290 metros, antes de alcanzar la colina que se yergue a sus pies. Este emplazamiento y orientación se vieron corroborados con el hallazgo de unas alineaciones de muros de sillería en la vigilancia de las obras del solar número 8 de la calle San Francisco, coincidentes con la dirección propuesta. Tras meses de paralización de las obras, la Consejería de Cultura de la Junta de Andalucía obligó a una modificación del proyecto, con objeto de preservar los restos, pero sin exigir la integración de los mismos. El Ayuntamiento de Carmona sí que reclamó que parte de los restos quedaran visibles. La integración se ha hecho 41.  Contrástese este diámetro con los habituales en los teatros de Hispania (F. Sear, Roman Theatres: An Architectural Study, Oxford University Press, New York, 2006, pp. 260-270.) en los que sólo el de Córdoba alcanza este tamaño (B. Jansen, “Römische Theater in der Baetica”, Madrider Mitteilungen, vol. 46, 2005, p. 352.) 42.  En una posición que comparte con los circos de Córdoba y Écija I. Carrasco Gómez; A. Jiménez Hernández, “Acerca de los edificios de espectáculos en «Colonia Augusta Firma Astigi» (Écija, Sevilla)”, Romula, vol. 7, 2008, pp. 25-26..

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con cierta dignidad, pero la exigüidad de lo integrado y el proyecto arquitectónico no han generado el mejor de los resultados. Conclusiones Carmona fue una ciudad que tuvo un papel destacado durante todo el milenio anterior a nuestra era en el suroeste peninsular, papel que alcanzó su cénit durante la Segunda Guerra Púnica y el posterior proceso de romanización de la Península Ibérica. Pacificada Hispania, el protagonismo de la ciudad pasó a un segundo plano, sobrepasada por urbes vecinas con una mejor posición geográfica para el comercio: las poblaciones ribereñas de Híspalis, Astigi y Corduba acabaron ostentando un papel en la organización administrativa romana que, no por falta de méritos, pudo corresponder a Carmona. Este particular currículo queda reflejado en la singularidad de sus edificios y, especialmente, de sus edificios de espectáculos. La existencia de un teatro en Carmona no debe extrañar, antes al contrario, su ausencia se echaría en falta si atendemos al panorama habitual de ciudades con teatro, de menor tamaño y rango43, con teatros y al hecho de que éste era un elemento que acompañaba a la planificación urbanística de los primeros años del Imperio. El circo es una cuestión aparte. El repertorio de edificios para las carreras de carros es extremadamente reducido, aunque ya antes habíamos apuntado que esa circunstancia no es reflejo fiel de la realidad44 y que su número se verá incrementado de manera significativa, ya que era una de las distracciones más populares en el mundo romano. La propia Lex Ursonensis indica la obligación de realizar los juegos en el circo o en el foro (CIL II2 5, 1022, 71), lo que muestra claramente la existencia de un circo y no de un anfiteatro. Por estas razones su presencia no debe ser tenida como algo extraordinario. Sin embargo, nos queda prácticamente todo por saber del edificio en lo referente a su estructura y forma y en lo relativo a su momento de construcción, uso y abandono que nos permitan una adecuada contextualización histórica del mismo. El anfiteatro es sin lugar a dudas es el elemento más exótico del repertorio, un trozo de la Campania en Hispania. Los paralelismos con el anfiteatro de Pompeya son tan estrechos que es difícil que la fecha de construcción de ambas esté muy 43.  Urso, Acinipo, Carteia, Baelo Claudia, Itálica, Regina o Málaga son claros ejemplos. Se dan por seguros los teatros de las capitales de conventus Hispalis y Astigi que se unen a los ya localizados de Corduba y Gades B. Jansen, “Römische Theater in der Baetica”, cit.. 44.  I. Carrasco Gómez; A. Jiménez Hernández, “Acerca de los edificios de espectáculos en« Colonia Augusta Firma Astigi»(Écija, Sevilla)”, cit., p. 49.

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separada en el tiempo; su relación con el mundo militar hace que tendamos a vincularlo más con los episodios bélicos que tuvieron como escenario el solar bético, por tanto a la figura de César o del triunvirato antes que a la de Augusto. El de Carmona tiene una particularidad que lo hace único en el repertorio de anfiteatros conocidos que se convierten en una oportunidad única para intentar adentrarnos en el desarrollo de los espectáculos: las huellas en la arena. Ese extraño dibujo que, como hemos visto, comparte Pompeya y que creemos debió ser común a los edificios carentes de construcciones subterráneas, es una muestra evidente de la tramoya necesaria para colocar los elementos escénicos. Aun teniendo presente que la elección de la ubicación de estos edificios estuvo condicionada por la topografía, su posición ocupa un lugar destacado y significativo en la ordenación urbanística de la ciudad romana45 de manera que la Vía Augusta, procedente de Hispalis, rodeaba la fachada sur del anfiteatro en un entorno plagado de monumentos funerarios antes de afrontar una suave curva que esquiva la colina que se interpone entre la necrópolis y la ciudad. A lo largo de 300 metros, la calzada discurre encajada entre la falda de la colina y la fachada del circo, para entrar en la ciudad por la Puerta de Sevilla, una escenografía que no dejaría indiferente al viajero.

45.  Una ordenación regular, casi ortogonal, y adaptada a la orografía accidentada del lugar, que añade racionalidad a un entorno aparentemente caótico, una ciudad marcada por dos ejes perpendiculares que, a modo de cruz de San Andrés, articulan la meseta y, en su confluencia, ubicaron los edificios forenses A. Jiménez Hernández, “Herramientas SIG para el estudio de la Carmona Romana”, Romula 11, 2012, pp. 16-25.

Urbanismo, Arquitectura y patrimonio en Carmona está dedicado a la exposición de trabajos, investigaciones y experiencias sobre la arquitectura y el urbanismo de Carmona, como espacio para la reflexión y el debate, marco de expresión de investigaciones recientes, concluidas o en desarrollo, sobre el conocimiento, la documentación y la intervención sobre el patrimonio arquitectónico, de gran riqueza en Carmona, como piezas y espacios, generadores de tramas urbanas y territoriales, de inestimable valor cultural, social y económico, entre otros. Todo ello abordado desde un punto de vista científico y desarrollado por expertos y estudiosos de las respectivas materias y campos de conocimientos. En la primera parte –Construir la ciudad– se agrupan los trabajos realizados sobre la arquitectura y el urbanismo del pasado, imprescindibles para el mejor conocimiento del presente. Cuestiones de topografía, espacios y dinámica urbana, implantación de la ciudad, arquitectura civil, militar, religiosa, y temas específicos con un papel relevante en la arquitectura, la documentación gráfica y fotográfica. En la segunda parte –Intervenir en la ciudad– se agrupan propuestas que atienden al momento actual. Desde el análisis sobre el territorio y el paisaje, a la intervención sobre el patrimonio, marco normativo, planes especiales, generales, y posibilidades de los factores de explotación y turísticos. Esta monografía analiza así una amplia y variada temática, recogiendo la situación actual de la investigación; tarea necesariamente interdisciplinar al abordar cuestiones complejas, con la intención fundamental de pulsar el momento presente y evaluar los avances conseguidos, así como dar a conocer, divulgar y plantear en el más amplio sentido vías de desarrollo y posibilidades de aplicación futura.

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