Economía y política exterior argentina y venezolana: convergencias, divergencias y paradojas (1945–1948)

November 16, 2017 | Autor: Ysrrael Camero | Categoría: Argentina History, Argentina, Venezuela, Venezuelan Politics, Venezuelan foreign policy
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Descripción

Economía y política exterior argentina y venezolana: convergencias, divergencias y paradojas (1945–1948) Ysrrael Alberto Camero Guevara [email protected]

Los años posteriores a la Segunda Guerra Mundial fueron testigos de la reconstrucción de la economía internacional, incluyendo sus instituciones y las pautas del comercio exterior trastornadas por las incidencias de la Depresión de la década de los treinta y por la destrucción de la conflagración bélica entre 1939 y 1945. Asimismo, en el escenario latinoamericano esos años fueron determinantes en el ascenso de nuevas generaciones, concepciones y proyectos políticos. El tránsito del escenario bélico de la Segunda Guerra Mundial, que había contribuido a la creación de un sector industrial en Latinoamérica, al escenario bipolar de la Guerra Fría es el proceso más destacado del período. Comprender las articulaciones existentes entre las agendas económicas de las políticas exteriores de los primeros años del peronismo argentino (1945–1948) y del trienio adeco (1945–1948) en Venezuela, tanto en el escenario bilateral argentino–venezolano como en las plataformas multilaterales, en el terreno de la discusión económica, de las Conferencias internacionales más importantes realizadas entre 1945 y 1948 es el objetivo fundamental del presente trabajo. Al remitirse la discusión a las problemáticas económicas nos referiremos a los debates de la Conferencia de las Naciones Unidas para el Comercio y el Empleo realizada en La Habana entre 1947 y 1948, y a las discusiones económicas en la IX Conferencia Internacional Americana realizada en Bogotá entre marzo y abril de 1948.

El escenario económico: América Latina, Venezuela y Argentina Estados Unidos quedó en una posición económica privilegiada luego de la finalización de la Segunda Guerra Mundial, lo que le otorgó un papel determinante en las discusiones internacionales, al pretender crear “un sistema viable de comercio multilateral, que permitiría una expansión del comercio internacional”1. Se había alcanzado un acuerdo preliminar entre la Gran Bretaña y los Estados Unidos en 1942 sobre un nuevo sistema comercial internacional. Alrededor de los modelos de Keynes y de White giraban las 1

Alan S. Milward, La Segunda Guerra Mundial 1939–1945, p. 385.

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discusiones en 1943, siendo la base común de ambos planes una “mutua oposición a los tipos de cambio flotantes y a las restricciones comerciales competitivas, y el que ambos favoreciesen el derecho nacional a controlar los movimientos de capital a corto plazo” 2. En 1944, el Acuerdo de Bretton Woods delineó las formas de la economía mundial durante las próximas décadas, teniendo como instituciones fundamentales al Fondo Monetario Internacional y al Banco Internacional de Reconstrucción y Fomento. América Latina, y el sistema interamericano en general, no escapó de ninguna manera a estos tiempos de transformación. En todo el continente se generó, ya desde la década de los treinta, un gran conjunto de cambios que trastocó las estructuras e impulsó la emergencia de nuevas formas sociales, económicas y políticas. La sociedad de masas emergía del marasmo bélico, la democracia moderna, con sus actores y conflictos llenaban las calles de urbes en ebullición, los sindicatos, los partidos políticos y las Fuerzas Armadas, las clases medias y las obreras aparecían con fuerza suficiente para presionar y/o derribar a los más diversos regímenes políticos conservadores. En lo económico, la Segunda Guerra Mundial “tuvo un efecto estimulante sobre el desarrollo económico y social de los países latinoamericanos”3, la reducción del comercio internacional había impulsado la expansión de algunas industrias, mientras, políticamente, las nuevas ideologías encendían la mente y la pluma de nuevas generaciones. La democracia de masas emergía, no sin resistencia, a la par de la preocupación por el desarrollo, la independencia económica y la justicia social. Asimismo, el tránsito entre la situación posbélica y la Guerra Fría contribuyó a nuevas definiciones en el sistema interamericano. El primer impulso luego de la Segunda Guerra Mundial había contribuido al ascenso al poder de nuevas generaciones democráticas en el continente. Pero pronto el sistema interamericano procedió a ajustarse a los parámetros anticomunistas, las dictaduras militares volvieron a asolar y perseguir a los movimientos democráticos. Las instituciones también se modificaban, la Conferencia Interamericana Extraordinaria sobre los problemas de la Guerra y la Paz se realizó en México, entre febrero y marzo de 1945, dando como resultado el Acta de Chapultepec, sobre la posible agresión contra cualquier país americano, que además “recomienda la 2 3

James Foreman-Peck, Historia de la economía mundial, p. 258. Demetrio Boersner, Relaciones internacionales de América Latina, p. 176.

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adopción de un tratado de asistencia recíproca contra todo tipo de agresión extra o intracontinental”4, pero sin establecer ninguna política económica interamericana. Económicamente, los años que van de 1945 a 1948, en lo que se refiere a los escenarios hemisféricos de la discusión económica “se caracterizan por la continua esperanza latinoamericana de que llegaría una sustancial ayuda de Estados Unidos, y por la continua renuencia de Estados Unidos”5. En este escenario de transformación económica, política y social emerge el peronismo en Argentina y accede al poder Acción Democrática en Venezuela. Venezuela emergía de la Segunda Guerra Mundial convertida en uno de los principales surtidores de petróleo del hemisferio americano, con una creciente presencia del capital estadounidense en su economía. La crisis del comercio exterior había golpeado con dureza las pocas exportaciones agrícolas, ya en decadencia, y había contribuido a la aparición de un nuevo sector manufacturero, pequeño pero activo. El carácter estratégico del petróleo venezolano había contribuido asimismo a la creación de nuevos sectores obreros. El Estado se encontraba, desde la década de los treinta, en pleno proceso de transformación, en dos sentidos, por un lado se ampliaban los ámbitos de su intervención en la economía como motor de la modernización a través del gasto público, y por el otro respondía a un proceso de democratización moderada. El anti fascismo tenía un amplio respaldo en Venezuela, y aunque la declaración de guerra contra Alemania fue relativamente tardía el país tendía a girar en torno a la política hemisférica de EE.UU. Durante la Segunda Guerra Mundial Argentina había perdido gran parte de los mercados comerciales de Europa. El impacto del conflicto bélico fue devastador para la economía agrícola argentina, pero la ganadería se expandió mientras una corriente nacionalista insistía en adelantar y promover la industrialización. La crisis económica contribuyó al ascenso de los sectores más nacionalistas entre los militares. El nacionalismo en Argentina promovía tres caminos, la soberanía económica, la neutralidad activa frente al conflicto bélico y la justicia social a través de la acción del Estado. La simpatía de algunos sectores del nacionalismo argentino hacia el fascismo, y por ende, hacia el Eje, durante el 4

Ibídem, p. 179. Rosemary Thorp, “Las economía latinoamericanas, 1939-c. 1950” en Historia de América Latina (11. Economía y sociedad desde 1930), p. 61. 5

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conflicto, le ganó la enemistad de Estados Unidos, país que desarrolló una política de “bloqueo” comercial contra las exportaciones argentinas, y la excluyó de la reestructuración del sistema interamericano, al menos hasta que los lideres del país austral modificaron su posición. La revolución de junio de 1943 en Argentina, con su militarización nacionalista e industrialización de la sociedad, representó un paso determinante que le abriría paso al peronismo.

Proyectos: AD en Venezuela y el peronismo en Argentina Los procesos de transformación económica, política y social en Venezuela y Argentina, la incorporación a la sociedad de masas, tienen aspectos en común y destacadas diferencias. Ambos proyectos hacían del Estado el protagonista fundamental del proceso de modernización, se articulaban con movimientos de masas con fuerte anclaje sindical y ampliaban los espacios de participación electoral. Tanto el peronismo como Acción Democrática hacían de la lucha por la “independencia económica” un leit motiv recurrente en sus respectivos proyectos, así como la necesidad de fomentar procesos de industrialización, estos rasgos se expresaron tanto en su política económica como en su política exterior. Una gran diferencia se relaciona con la estructura económica de ambas sociedades luego de la Segunda Guerra Mundial, el grueso de las exportaciones argentinas, cereales y carne, con algún desarrollo manufacturero, era fruto de la actividad de sectores privados argentinos. La economía petrolera venezolana se hallaba en manos de empresas extranjeras y un sector importante de la renta petrolera se encontraba en manos del Estado. En Venezuela, la llegada al poder de Acción Democrática está marcada por un proceso de democratización vertiginosa de la sociedad venezolana, tras el derrocamiento del gobierno de Isaías Medina Angarita. El carácter antifascista de Acción Democrática se mostró en su política exterior durante su ejercicio de gobierno, y el proceso de democratización adelantado, articulando el régimen político con una naciente sociedad de masas, se realizó en términos más libres que la opresión con que el peronismo perseguía a la oposición en Argentina.

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En Argentina, la Revolución de Junio de 1943 terminó de colocar el poder en manos de una elite nacionalista. Los sucesos de octubre de 1945 y las elecciones de 1946, realizadas bajo un evidente ventajismo oficial, llevarán al poder a un militar filofascista que se había destacado como “reformador social” y había propiciado la organización sindical, bajo su propio control, Juan Domingo Perón. La alianza que, formada entre laboristas y renegados radicales, lo había llevado al gobierno, estaba marcada por la inestabilidad y por la heterogeneidad. El personalismo y el militarismo serían características determinantes del peronismo de allí en adelante. La modernización de la sociedad está ligada también el Estado, pero con algunos visos corporativos.

Economía y política exterior: ¿Venezuela y Argentina se reconocen? La articulación externa de los proyectos de modernización de la sociedad con la economía capitalista mundial en reestructuración fue una preocupación esencial tanto para el peronismo como para el gobierno de la Junta Revolucionaria de Gobierno. Luego de mantener una neutralidad sospechosa durante la Segunda Guerra Mundial el gobierno argentino se encontraba en medio de una disyuntiva, sus relaciones con los Estados Unidos, ganador del conflicto bélico y potencia hegemónica del hemisferio, se encontraban en muy malos términos. La participación del Embajador Braden en la política interna, en contra de la candidatura oficialista, había sido utilizada por Perón para unificar el nacionalismo argentino en torno a su candidatura en 1946. La política oficial definida por Juan Domingo Perón representaba una evidente continuidad de la neutralidad de los nacionalistas, la Tercera Posición pretendía ubicar a Argentina en una posición equidistante entre los dos bloques de poder, los Estados Unidos y la Unión Soviética, con la convicción de que una Tercera Guerra Mundial era inevitable. Pero existía la necesidad perentoria de, por un lado, incorporar a Argentina en el sistema interamericano y en el nuevo sistema mundial, y por otro lado, de reincorporar las exportaciones argentinas en el comercio exterior, restringidas por la política de Estados Unidos. Por ende, la política exterior del peronismo estuvo marcada por un pendular pragmatismo, que lo acercaba de manera irregular a Estados Unidos en diversos escenarios multilaterales, mientras se permitía gestos de autonomía para preservar la imagen derivada de la retórica de la Tercera Posición.

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Pronto el gobierno dio los primeros pasos para incorporar a la Argentina al sistema interamericano, y cambiar la imagen del gobierno peronista. La sustitución de Braden por George Messersmith en la embajada estadounidense en Buenos Aires fue un signo de apertura por parte de Washington, en junio de 1946 Perón envió, para su aprobación, al Congreso las Actas de Chapultepec, que habían sido suscritas en abril de 1945 por el gobierno de la Revolución de Junio. La ratificación de dichas actas fue percibida como un acto de traición por parte de muchos nacionalistas pero se consideró un gesto importante para distender las relaciones con Estados Unidos. Poco después el gobierno de Perón inicia los procesos de nacionalización de las empresas alemanas y japonesas, y la deportación de alemanes considerados agentes del Eje. El acercamiento rendiría pronto sus frutos, y las actitudes pendulares en el escenario multilateral crearía confusión en los analistas. El papel pendular de las delegaciones argentinas en diversas conferencias internacionales la analizaremos más adelante. Pero el entendimiento político con Estados Unidos no parecía corresponderse al terreno económico. El comercio exterior argentino estuvo restringido durante gran parte del conflicto bélico, debido, en gran parte, a la política norteamericana contra la precedente política exterior austral. Pero la promoción de las exportaciones, para recuperar el mercado para los productos argentinos, fue una política definida del gobierno peronista, la creación del Instituto Argentino para la Promoción del Intercambio (IAPI), “que originariamente fue el único comprador de cereales y oleaginosas, a precios fijados por el gobierno, y que se encargaba de colocar esas existencias en los mercados del exterior”6 representó un importante paso en el control de gran parte del comercio exterior por parte del Estado, ya que éste “llegó a centralizar la adquisición en dichos mercados de materias primas esenciales y bienes de capital”7. La exclusión de Argentina del Plan Marshall muestra los límites de las tensiones aún existentes entre este país y EE.UU. Trazando un puente entre Argentina y Venezuela, se hace necesario señalar que las primeras relaciones entre el peronismo y Acción Democrática eran lejanas, llegando incluso a ser hostiles, por ejemplo, en un discurso pronunciado en un mitin en el Teatro Olimpia de

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Alberto Conil Paz, Política exterior argentina 1930–1962, p. 175. Ídem.

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Caracas el 6 de mayo de 1945 Rómulo Betancourt analiza la situación en la que se encontraba Argentina: “En Argentina es precaria la estabilidad del régimen que jefaturan Farrell y Perón. El agua lustral de la absolución ha sido discernida, en Chapultepec y San Francisco, a los confesos pro–nazis de la clique militarista porteña. Bastó para ello que suscribiera, a la hora undécima, el Pacto de las Naciones y que cumpliera su parte de sainete declarando furibunda guerra al Eje. Pero a pesar de todo eso, el pueblo argentino, sus demócratas (...) pugnan y seguirán pugnando porque el G.O.U. fascistizante sea desplazado de la Casa Rosada...”8

Betancourt rechaza el carácter fascistoide del régimen argentino, así como su carácter militarista en general. La hostilidad con la que Acción Democrática desdeñaba del peronismo parece estar relacionada en gran parte con las simpatías del régimen argentino con el Eje, evidente en su sospechosa neutralidad y en los tintes fascistas de su liderazgo. En Venezuela, Acción Democrática había desarrollado una tesis americanista en su concepción de las relaciones internacionales, que contribuiría a dar forma a la política exterior del Estado venezolano durante el trienio 1945–1948. Luego de pasar por un importante auge de una posición interamericana contra la amenaza del totalitarismo, desde una postura antifascista, entre 1941 y 1942, Acción Democrática asume, entre 1943 y 1945, un planteamiento latinoamericanista, desde posturas nacionalistas: “porque a nivel internacional y regional se empieza a dejar de percibir el peligro fascista y se inician las conversaciones entre las potencias aliadas sobre la próxima estructura mundial de postguerra”9. Desde esta posición de latinoamericanismo y nacionalismo democrático partirán las líneas generales de la política exterior venezolana en la discusión que, en torno a las nuevas estructuras económicas internacionales y a las nuevas pautas institucionales del comercio internacional, se desarrollará entre 1945 y 1948. En lo que se refiere al nuevo sistema mundial, los escenarios de esta discusión van desde las nacientes Naciones Unidas, hasta la Conferencia sobre el Comercio y el Empleo realizada en La Habana entre 1947 y 1948; dentro del sistema interamericano el espacio de la discusión se desarrollará entre la Conferencia de Río de Janeiro y la IX Conferencia Internacional Americana, realizada en Bogotá en 1948. Rómulo Betancourt, “Venezuela y el Mundo de Post-Guerra” en Antología política, Volumen tercero, p. 308. 9 Ver María Teresa Romero, “La Tesis Americanista de Rómulo Betancourt y AD”, p. 25. 8

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La incorporación de Venezuela al nuevo sistema internacional, nacido de las cenizas de la guerra, se encuentra en el centro de la Cancillería. En el Libro Amarillo de 1946, presentado a la Asamblea Nacional Constituyente el 20 de enero de 1947 por el Ministro de Relaciones Exteriores Carlos Morales, se destaca la incorporación de Venezuela al sistema de las Naciones Unidas, por medio de la ratificación de la Carta y del Estatuto de la Corte Permanente de Justicia Internacional, así como la adhesión a los Acuerdos de Bretton Woods sobre el Fondo Monetario Internacional y el Banco Internacional de Reconstrucción y de Fomento. En la presentación de la Memoria del Ministerio de Relaciones Exteriores, que Andrés Eloy Blanco realiza en 1948 ante el Congreso Nacional, señala que “el propósito esencial que guió la política exterior del país fue el de situar es un terreno de positivo y concreto acercamiento nuestras relaciones internacionales y el de estimular particularmente nuestro intercambio en todos los terrenos con las Repúblicas Americanas en que mantenemos representación política”10. La noción nacionalista de “independencia económica” se puede relacionar, en su articulación externa, que le otorga patrones realistas de sustentabilidad, con la vocación latinoamericanista de la política exterior, lo que se expresa en la búsqueda de la unidad de los países democráticos de la América Latina en torno a una agenda de desarrollo que le permitiera participar de manera más autónoma y activa en el comercio internacional, incorporándose tanto en los procesos de industrialización como en la mejoría del nivel de vida de la población, rompiendo con la dependencia del comercio de materias primas. El apoyo que Venezuela le otorga a la labor de la Comisión Económica para América Latina (CEPAL), creada en 1948, y la propuesta de crear una Corporación Interamericana de Fomento pueden ser entendidas como evidencias de esa convicción. Otro enlace importante entre la política económica del trienio y su política exterior, en materia comercial, se encuentra ubicado en un rasgo de su política petrolera, la “concurrencia de Venezuela como entidad autónoma, al mercado internacional de petróleo, vendiendo directamente sus ‘regalías’”11.

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“Introducción” en Libro Amarillo 1947, p. G. Rómulo Betancourt, Venezuela, política y petróleo, p. 283.

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Petróleo y productos: convergencias comerciales Las diferencias políticas que separaban a ambos regímenes no fueron un límite insalvable para conseguir una convergencia entre las políticas comerciales de ambos gobiernos. En Venezuela diversos problemas con el abastecimiento de algunos productos básicos llevaron a la creación de la Comisión Nacional de Abastecimiento, presidida por Mario García Arocha. Igualmente, la obtención de regalías petroleras “en especie” por parte del gobierno venezolano le otorgó al mismo una capacidad mayor de maniobra en el comercio internacional. Estas necesidades y potencialidades parecían coincidir con políticas y necesidades del gobierno argentino. Perón estaba interesado en colocar los productos argentinos, desde cereales y oleaginosas hasta carne, en el mercado internacional, así como tenía la necesidad de importar petróleo. Alrededor de esta paradójica convergencia de políticas y necesidades es que se tejerán las dilatadas negociaciones de un Convenio comercial. Igualmente, la política comercial de Argentina hacia Latinoamérica había sido particularmente activa, firmándose entre 1946 y 1947 diversos convenios comerciales con varios países de la región, muchos de los cuales “incluían cláusulas destinadas a dar preferencia en el transporte de las mercaderías intercambiadas a buques de los países contratantes, lo cual benefició en la mayoría de los casos a los navíos argentinos”12

La discusión en torno a un posible convenio comercial entre Argentina y Venezuela se inicia el 4 de enero de 1946, cuando el Embajador venezolano, Alfredo Machado Hernández dirigió una nota al Teniente Coronel Inzaurgarat, Presidente de Yacimientos Petrolíferos Fiscales sobre la posibilidad de trucar petróleo venezolano por productos argentinos. La respuesta del 18 de enero fue afirmativa, pero los términos del arreglo se extendieron en el tiempo. Varias conferencias se desarrollaron entre el Presidente de los YPF y funcionarios de la misión diplomática. El 28 de enero Machado Hernández le envía al Canciller Carlos Morales una nota sobre la posibilidad real de firmar un convenio, ante esto el Ministro de Relaciones Exteriores señala que Venezuela habría de proponer un convenio de modus vivendi por un año, prorrogable. El 8 de febrero el Embajador Machado propuso el nuevo proyecto de convenio de trueque al Ministerio de Relaciones Exteriores y 12

Félix Luna, Perón y su tiempo: I La Argentina era una fiesta 1946–1949, p. 163.

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Culto de la Argentina. Luego de la salida de Machado, el Encargado de Negocios Domínguez Escovar sostuvo diversas reuniones con el Canciller argentino, Cooke, con el subsecretario Irigoyen, con el Dr. Bidahere y con el mismo Coronel Inzaurgarat, obteniendo como respuesta verbal que “el trueque interesaba al gobierno argentino, pero era preciso esperar que concluyese tanto la revisión de compromisos internacionales (...) como el proceso electoral”13. Ante las dificultades conseguidas durante las negociaciones, Venezuela se encontraba interesada en oleginosas, especialmente aceite de maní, mientras que Argentina no se encontraba segura de los productos a ofrecer, teniendo gran parte de su producción ya comprometida. La Cancillería venezolana expresa que “en caso de no conseguirse oleaginosas argentinas a cambio de petróleo, el convenio de trueque perdería gran parte de su interés”14. Al establecerse el nuevo Embajador venezolano, Manuel Arocha, el 14 de mayo de 1946, se inician nuevas conversaciones, se mantienen entrevistas con el Presidente electo, Juan Domingo Perón, con el Canciller Cooke, con el Secretario de Industria y Comercio, Lagomarsino, con el Presidente del Banco Central, Miranda, con Alberto Dodero, empresario y con Julio Vega Helguera. La propuesta venezolana era la siguiente: se establece un modus vivendi por un año, renovable; Argentina busca petróleo con sus barcos en puertos venezolanos, suministrando oleaginosas (garantizando un mínimo de 10 mil toneladas anuales de semillas de maní o girasol o su equivalente en 3.400 toneladas de aceite); Venezuela tendría mercado libre para exportar toda clase de productos, y se suprimiría para Venezuela el régimen de licencias de exportación. Las negociaciones con Alberto Dodero, empresario cercano al círculo íntimo de Perón, son truncadas, cuando la Cancillería considera que no se puede llegar a un acuerdo con el transporte si no existe el Convenio15. Es importante agregar que las cercanías entre Dodero y Perón harían estallar un escándalo en 1949, cuando el Estado compra las empresas de navegación de Dodero, “el gobierno peronista había sido particularmente

“Memorándum” adjunto a la Nota #539 del 12 de julio de 1946 de la Embajada de Venezuela en Argentina al Ministerio de Relaciones Exteriores en ACMRE, DPE, Argentina, 1946, Expediente 76. 14 Ídem. 15 Nota #542 del 16 de julio de 1946 en ACMRE, DPE, Argentina, 1946, Expediente 76. 13

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gentil con este holding”16. A los pocos días el Embajador venezolano se entera de que Argentina compró 400 mil toneladas métricas de petróleo a la American Arabian Oil Co. La Embajada venezolana no desea solamente colocar petróleo y adquirir artículos sino que pretende “alcanzar resultados más provechosos y perdurables para la economía del país: cambio preferencial, seguro abastecimiento, fletes baratos, líneas permanentes de barcos y aviones, acondicionamiento de puertos venezolanos para descarga a granel, etc.”17. Venezuela intenta que el gobierno argentino la perciba como un país “vecino”, dentro de las prioridades definidas por Perón, primero las necesidades argentinas, luego la de los países fronterizos, luego los vecinos, posteriormente los otros latinoamericanos y, por último, el resto del mundo. Entre agosto y octubre de 1946 las negociaciones se trancan, Argentina considera que los precios del petróleo venezolano son demasiado elevados, consiguiéndolo más económico en Arabia18. Un radiograma del Canciller encargado Gonzalo Barrios, y de Rómulo Betancourt a Luis González Marturet hace unas importantes precisiones, Venezuela no está interesada en maíz argentino, sino en la mayor cantidad de oleaginosas comestibles19. Meses después Argentina señala que no aceptará la cláusula donde Venezuela se reserva la facultad de comprar productos argentinos, y que no se compromete a comprar petróleo venezolano20. El gobierno venezolano le ordena a los negociadores venezolanos que esperen la llegada del comisionado Iribarren, Secretario del Banco Agrícola, antes de contraer cualquier obligación21. Las conversaciones se trancan hasta principios de 1947. Será el mismo Perón quien vuelva a abrir los caminos para la negociación, en una entrevista del Embajador venezolano con el Presidente argentino en marzo de 1947 éste último reflexiona en torno a las causas probables de las dificultades en torno a la firma del Acuerdo:

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Félix Luna, Perón y su tiempo: I La Argentina era una fiesta 1946–1949, p. 164. “Memorándum” adjunto a la Nota #539 del 12 de julio de 1946 de la Embajada de Venezuela en Argentina al Ministerio de Relaciones Exteriores en ACMRE, DPE, Argentina, 1946, Expediente 76. 18 Nota #632 del 27 de agosto de 1946 en ACMRE, DPE, Argentina, 1946, Expediente 76. 19 Radiograma DG1308 del 30 de septiembre de 1946 en ACMRE, DPE, Argentina, 1946, Expediente 76. 20 Nota #729 del 11 de octubre de 1946 en ACMRE, DPE, Argentina, 1946, Expediente 76. 21 Radiograma DG1360 del 22 de octubre de 1946 en ACMRE, DPE, Argentina, 1946, Expediente 76. 17

12 “Los Estados Unidos de América vienen haciendo en toda América una campaña contra la Argentina. Ofrece precios y condiciones inferiores para evitar la expansión del comercio argentino. Pone toda clase de obstaculos a los aviones argentinos en territorio americano. Retarda la entrega de barcos comprándoles a fin de entorpecer el plan inmigración. Impídele la compra del estaño de Bolivia y lo paga a precios insostenibles.”22

Después, en una entrevista con el Presidente del Consejo Económico Nacional, y Presidente del Banco Central, Sr. Miranda éste señala la urgencia con que Argentina necesita petróleo y gasolina23. Venezuela está dispuesta a vender petróleo y derivados, a condición de que, a cambio, se venda maíz, aceite y carne congelada. El Convenio está cerca de ser cerrado, cuando la Sección de Economía del MRE señala que dicho acuerdo es perjudicial para Venezuela, ya que se compromete por tres años, mientras Argentina solo se compromete por uno. Otro de los puntos que entorpeció todo el proceso de negociación del Convenio es que los productos argentinos también parecían venir muy por encima del precio del mercado internacional. El Convenio es renegociado y firmado en Caracas el 13 de febrero de 1948, con una vigencia bianual24, y representó más de dos años de negociación, para el intercambio de petróleo venezolano, probablemente fruto de las regalías que el gobierno venezolano había exigido “en producto” a las compañías, a cambio de carne de primera argentina. Venezuela se comprometió a vender dos millones de barriles anuales, un millón entregado en el terminal de El Chaure y otro millón en Guaraguao. Argentina se compromete por su parte a vender a Venezuela hasta quince mil toneladas de carnes magras, congeladas y deshuesadas. El proceso de negociación fue prolongado, complejo, y la necesidad de asegurar el abastecimiento de Venezuela privó por encima de las diferencias políticas. El control que, tanto el gobierno venezolano como el argentino, tenían sobre una parte importante de las políticas de exportación de sus países se hizo evidente durante el proceso de negociación. Lo que al principio de la negociación fue concebido como un trueque de petróleo venezolano por productos argentinos, principalmente oleaginosas, pasó a convertirse en un Convenio de petróleo por carne. El Acuerdo fue ratificado por el Congreso el 21 de mayo y

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Nota #211 del 20 de marzo de 1947 en ACMRE, DPE, Argentina, 1947, Expediente 419. Radiograma #46 del Embajador Arocha en ACMRE, DPE, Argentina, 1947, Expediente 1006. 24 ACMRE, DPE, Argentina, 1948, Expediente 320. 23

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se le puso el Ejecútese el 28 de junio de 1948, es interesante destacar que dicho convenio no aparece en el Libro Amarillo posterior (1953).

El escenario multilateral: de La Habana a Bogotá La Habana En 1947 las Naciones Unidas convocan una conferencia especial para definir los nuevos patrones del comercio mundial, la Conferencia sobre el Comercio y el Empleo realizada en La Habana entre noviembre de 1947 y marzo de 1948, la Carta de La Habana pretendía definir las formas de la economía mundial, incluyendo, no sólo el GATT, sino también la Organización Internacional de Comercio. La información disponible sobre las discusiones de dicha reunión es escasa, al no encontrarse al alcance las Actas y los Documentos que se discutieron. Carlos D’Ascoli presidía la Delegación de Venezuela en la Conferencia de La Habana. Con la poca información con la que se cuenta hasta el momento podemos reflexionar sobre la posición que asumió Venezuela en torno a algunos puntos destacados y/o conflictivos. Venezuela apoyó a México en la propuesta de creación de un Comité Permanente de Desarrollo Económico en la naciente Organización Internacional de Comercio. Asimismo defendió la potestad de los Estados para tomar medidas de restricción a las importaciones sin aprobación previa de la OIC, contando con el apoyo de los países latinoamericanos y de los 11 votos del grupo árabe, entrando en un fuerte debate con EEUU, la Gran Bretaña y Bélgica. La Delegación venezolana sostuvo la preeminencia de las constituciones y de los tribunales de los Estados para resolver conflictos comerciales respecto a la inversión extranjera. Venezuela introdujo, con apoyo de Chile y de Siria una enmienda para permitir la creación de sistemas preferenciales regionales, que sólo podían ser sometidos a la aprobación de la OIC a posteriori, y sólo cuando un miembro considere afectado su comercio. Venezuela pretendió restarle autonomía al Comité de Tarifas, haciendo sus decisiones sujetas de apelación ante la Conferencia. Igualmente, estuvo de acuerdo con propiciar subsidios a la exportación sin condiciones de precios mínimos o de estabilización, como un mecanismo del Estado para el desarrollo de algunos sectores económicos. Una

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nota del 19 de enero de 1948, de Carlos D’Ascoli y Aureliano Otañez a la Cancillería señala que una enmienda venezolana buscaba dejar en libertad a los gobiernos para reajustar tarifas arancelarias y proteger ciertos productos (en el caso venezolano se quería proteger a la industria de los cigarrillos). Un memorándum del 3 de febrero de 1948 destaca la situación de las discusiones en la Conferencia, cuando Venezuela, Colombia, Chile y México sostienen el papel que debe tener la Organización Internacional de Comercio en “el desarrollo económico de los países de economía atrasada”25, esperan los resultados de la propuesta mexicana de creación de un Comité de Desarrollo Económico, que cuenta con la oposición de varios países industrializados. Igualmente, el memorándum destaca que Venezuela ha defendido la posibilidad de discriminar fletes y barcos para propiciar el fortalecimiento de la Flota Mercante Grancolombiana contra una propuesta de Noruega, al respecto Venezuela cuenta con el apoyo de Argentina, Suráfrica y de la India, y con la oposición acérrima de los británicos; una propuesta de conciliación de los EEUU encontró como respuesta que Venezuela la estudiaría, pero que requiere defensa contra los consorcios navieros. Marco Falcón Briceño, Embajador de Venezuela en Estados Unidos, envió una Nota diplomática el 18 de febrero26, señalando los puntos conflictivos de la Conferencia que enfrentan a Estados Unidos y otros países industrializados, con los países no industrializados de América Latina, el Lejano Oriente, Asia y África. Incluyendo el uso de las restricciones cuantitativas sobre el comercio y el establecimiento de nuevos sistemas de tarifas preferenciales, ambas políticas para promover el desarrollo económico, sin aprobación de la OIC, así como la creación del Comité Permanente para el Desarrollo. El Embajador realiza una reflexión sobre la necesidad de establecer cierto proteccionismo para fomentar la industrialización: “Un aspecto de este problema sería el de saber cómo se las van a entender aquellos pueblos atrasados que, en vías de industrialización y por consideración misma a sus ‘standards’ de vida, deben dar a sus gobiernos manos absolutamente libres para proteger sus nuevas industrias contra la competencia de países ya industrializados.” 27

“Memorándum” del 3 de febrero de 1948 en ACMRE, DPE, Naciones Unidas, 1948, Exp. 476. “Nota” del 18 de febrero de 1948 en ACMRE, DPE, Naciones Unidas, 1948, Exp. 476. 27 “Nota” del 18 de febrero de 1948 en ACMRE, DPE, Naciones Unidas, 1948, Exp. 476. 25 26

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El 2 de marzo el Canciller Andrés Eloy Blanco envía un Radiograma a Carlos D’Ascoli con las instrucciones que debe seguir la delegación venezolana para los asuntos pendientes, de la siguiente manera: “1° Adoptar actitud discreta respecto cuestiones políticas en materia de relaciones comerciales con colonias europeas en territorio americano. 2° Tratar de obtener mantenimiento temporal del recargo antillano durante un plazo, en el cual se negociaría su eliminación con países interesados. 3° Mantener nuestra posición en materia de Flota. 4° Apoyar proposición colombiana artículo 13, a reserva de trabajar por conciliación caso de confrontar fuerte oposición que podría acarrear división en el seno del grupo latinoamericano.”28

Preservar la unidad del grupo latinoamericano para negociar en bloque frente a los países industrializados parece ser una prioridad importante para la Cancillería venezolana en el escenario multilateral mundial. Otro radiograma del 11 de marzo propicia el apoyo de Venezuela “si fuere oportuno” a una moción ecuatoriana “TENDIENTE CONSEGUIR INCLUSIÓN AJUSTE PRECIOS FIN NIVEL VIDA PAÍSES PRODUCTORES MATERIAS PRIMAS GUARDE RELACIÓN NIVEL VIDA PAÍSES MANUFACTUREROS. BLANCO”. 29

Cerca de la finalización de la Conferencia de La Habana Carlos D’Ascoli le remite al Ministro de Relaciones Exteriores venezolano, Andrés Eloy Blanco, sus reflexiones sobre un conjunto de negociaciones que pretende hacer para contribuir con un mejor lugar para Venezuela en las instituciones de Bretton Woods. D’Ascoli señala que en el Comité Ejecutivo de la OIC posiblemente se encontrarían cuatro latinoamericanos, agregando que Venezuela puede negociar su apoyo a Colombia para dicho Comité a cambio de que el vecino país apoye a Venezuela para la directiva del FMI30. La Organización Internacional de Comercio no llegó a funcionar. Venezuela fue electa como país miembro del Directorio Ejecutivo del Fondo Monetario Internacional el 30 de septiembre de 194831. La Delegación argentina, presidida por el Senador Diego Luis Molinari, asumió una posición de escasa transigencia durante la realización de la Conferencia, según Félix Luna, Molinari “toco todas las cuerdas del más añejo antiyanquismo”, al denunciar la política de los Estados Unidos para la reducción de las barreras aduanales, acusando al gobierno

“Radiograma N° 76” del 2 de marzo de 1948 en ACMRE, DPE, Naciones Unidas, 1948, Exp. 476. “Radiograma N°94” del 11 de marzo de 1948 en ACMRE, DPE, Naciones Unidas, 1948, Exp. 476. 30 “Carta de Carlos D’Ascoli a Andrés Eloy Blanco” en ACMRE, DPE, Naciones Unidas, 1948, Exp. 476. 31 “Exposición” en Libro Amarillo 1953, p. CVIII. 28 29

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norteamericano de conspirar contra la industrialización de América Latina. Molinari sostuvo una tesis que llevaba a sus últimos términos el estatismo de la época: “Creemos que el gobierno económico y el gobierno político no pueden estar en distintas y diversas manos sino que, en la concepción integral de la democracia, el gobierno de la economía y el de la política corresponden a un solo y mismo poder. [...] No habría hoy fuerza humana capaz de desviarnos de estas directivas, salvo un cataclismo para el mundo y para mi patria, y no renunciamos al control económico de nuestro pueblo y nuestra nación”32.

Molinari contribuyó a promover la imagen de la abundancia peronista, cuando declaró, en diciembre de 1947, que Argentina podría embarcar para Europa, como ayuda para el Plan Marshall, del que el país austral había sido excluido, el equivalente a cinco mil millones de dólares. Al otro día el Canciller Bramuglia se vio obligado a desmentir al delegado. Una vez finalizada la Conferencia Argentina se negó a firmar la Carta de La Habana. José Nucete Sardi, Embajador de Venezuela en La Habana, presentó un informe sobre la actitud del Senador argentino, señalando que Molinari tuvo una actitud proselitista, manteniendo incluso, antes de llegar a la reunión en Cuba, una actitud pro trujillista en República Dominicana. Criticó igualmente las entrevistas que Molinari tuvo con diversos personajes en la isla, incluyendo al Jefe del Estado Mayor, y el Ministro de la Defensa cubano. Señaló que el discurso de cierre del Jefe de la Delegación de Argentina fue un “acto de vanidosa demagogia”33, “mal visto”, ya que los aspectos que Molinari criticaba, y que finalmente provocaron la negativa a firmar de Argentina, podían ser resueltos en las sesiones dentro de la misma reunión, “donde hubiera podido aceptarse alguna de sus proposiciones”.

Bogotá La IX Conferencia Internacional Americana es una convención fundacional en la historia del sistema interamericano. No sólo por la creación de la Organización de Estados Americanos en un clima de reconfiguración de las relaciones hemisféricas posterior a la Segunda Guerra Mundial y durante los primeros años de la Guerra Fría, sino también por la emergencia de un concepto de Latinoamérica, de desarrollo económico y de un modelo de 32

Citado en Alberto Conil Paz, Ob. Cit., p. 178. “Memorándum” anexo a la Nota #270 de la Embajada de Venezuela en Cuba, del 27 de marzo de 1948 en ACMRE, DPE, Naciones Unidas, 1948, Exp. 476. 33

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industrialización por sustitución de importaciones para los países latinoamericanos. En el escenario hemisférico, esta reunión, realizada en Bogotá en 1948, también generaría una importante discusión sobre el desarrollo americano y un Convenio Económico que podía determinar sus formas e instituciones. Así como Rómulo Betancourt presidió la Delegación venezolana, el Canciller Bramuglia presidió la Argentina. Betancourt reivindicó el proceso de democratización del continente, pasando luego a reflexionar en torno al desequilibrio económico americano, señalando que: “existe dentro del sistema panamericano, en el orden económico y financiero, dos grandes grupos: de un lado, Estados Unidos, por sí sólo un país continente, (...) del otro, están las 20 repúblicas Latinoamericanas, de economías retrasadas”34. Este diagnóstico se incorpora en una dinámica económica de interdependencia, América Latina es la proveedora fundamental de materias primas para las industrias de Estados Unidos, y el ‘país continente’ es el consumidor primario de las exportaciones latinoamericanas. A partir de esta interdependencia se debe alcanzar un régimen de convivencia mutuamente provechoso. La delegación venezolana, por las palabras de Betancourt, apoyó calurosamente algunas de las propuestas: “el libre acceso a las materias primas hemisféricas debe tener su contrapartida en el libre acceso a los bienes de producción, que sólo países industrializados pueden fabricar. (...) el régimen de libre empresa debe encontrar su limitación legal para impedir que la cooperación económica lícita devenga monopolio extorsionante. Subscribimos con firme decisión el rechazo de la agresión económica y de las discriminaciones coercitivas. Apoyamos la cooperación económica interestatal entre países hispanoamericanos que, rechazando previamente la idea de integrar bloques agresivos contra otra nación o grupo de naciones, reconozcan y admitan las ventajas de los acuerdos subregionales (...) Y saludamos como promesa auspiciosa, porque contribuirá a una mayor afluencia de capital privado hacia nuestros países, los estudios que se adelantan en Estados Unidos para eliminar los sistemas de doble atribución y para limitar las tasas cobradas sobre las ganancias obtenidas en el extranjero por inversionistas de ese país.”35

Para atender específicamente a la problemática del desarrollo americano, a través del fomento para la industrialización, no bastaba el espacio de la Conferencia Interamericana, la Delegación venezolana apoya la convocatoria de una conferencia

34

Discurso de Rómulo Betancourt en la Cuarta Sesión Plenaria, 6 de abril de 1948, en Novena Conferencia Internacional Americana, Actas y Documentos, Volumen I, pp. 184–185. 35 Ídem.

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especial de carácter económico, donde se establecería un plan de fomento de “nuestras economías devastadas”. Betancourt declara que los venezolanos “estamos resuelta y definitivamente empeñados en salvar la etapa de semicoloniaje económico”, colocando el acento en la diversificación de la economía y en la valorización de la riqueza–hombre, dejando implícito en este discurso los esfuerzos para adelantar un proceso de industrialización. En el discurso de Bramuglia, durante las sesiones plenarias, éste desarrolla la política económica argentina y la imagen pacifista y de conciliación de su política exterior, señala que, económicamente, “El enriquecimiento de los pueblos vendrá con la activación de la producción básica y con los trabajos de la industria transformadora. (...) América espera (...) la coincidencia económica. Más allá de todas las posibilidades, el futuro que tenemos delante se está midiendo por la posibilidad de dinamizar el presente, con conceptos de independencia económica que conviertan a la territorialidad en la unidad productora e industrial, capaz de abastecer su consumo y de acrecentar sus economías”36

La Comisión Cuarta se instaló el 1° de abril de 1948. Luis Lander, representante de Venezuela, fue electo como Presidente. El objetivo fundamental de la comisión era la redacción, tomando como base el Proyecto de Convenio Básico de Cooperación Económica Interamericana, presentado previamente por el Consejo Interamericano Económico y Social el 19 de febrero de 194837, de un Acuerdo Interamericano de Cooperación Económica. Los temas fundamentales del debate giraron alrededor de las necesidades de desarrollo económico latinoamericano en sus relaciones con el papel del Estado y de las inversiones públicas y privadas en la diversificación de las economías, en la necesidad y requerimiento del financiamiento externo, a través de instituciones internacionales, tales como el Banco de Reconstrucción y Fomento y el Banco de Exportación e Importación, en la desigualdad de acceso a las técnicas y maquinarias imprescindibles para avanzar en un proceso de industrialización.

36

Discurso de Juan Atilio Bramuglia en la Segunda Sesión Plenaria, 1° de abril de 1948, en Novena Conferencia Internacional Americana, Actas y Documentos, Volumen I, p. 162. 37 Publicado íntegramente en Novena Conferencia Internacional Americana, Actas y Documentos, Volumen IV, pp. 266–274.

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En la Cuarta Comisión el Presidente del Banco Central de Argentina, Orlando Maroglio, desarrolló un destacado discurso sobre la temática económica, planteando cuatro premisas: primera, que Estados Unidos tenía una gran responsabilidad en la historia; segunda, que los países latinoamericanos tienen sus propios problemas económicos nacionales y que se deben atacar las causas de dichos problemas y no sus efectos; tercera, que por cada esfuerzo por el reajuste económico existen otros esfuerzos sistemáticos para destruir los mecanismos económicos; por último, que la última guerra había dejado a la Humanidad frente a una encrucijada y se hace necesario “humanizar el capital, orientándolo en sana función social”38. Maroglio señala que Argentina está dispuesta a colaborar en la conquista de la independencia económica democratizando el crédito, y aúpa la creación de un organismo que contribuya financieramente al desarrollo. En el seno de la Comisión IV, Venezuela defendió el papel de la Comisión Económica para América Latina de la ONU39, defendió también el derecho a otorgar preferencias en materia de transporte marítimo, lo que implicaba defender los derechos de las Flotas mercantes nacionales y regionales. La delegación argentina respaldó a Venezuela en este aspecto, sosteniendo además que se reservara el 50% de la carga nacional para los buques mercantes nacionales. Ambos países, junto con EE.UU. formaron un grupo de trabajo que acordó la realización de una conferencia especial de carácter marítimo, propuesta que fue rechazada posteriormente. Venezuela no sólo defendió, junto con Colombia y Ecuador, los derechos de la Flota Mercante Grancolombiana, sino que se pronunció contra las prácticas coercitivas y monopólicas de las Conferencias Navieras. La delegación venezolana propuso la creación de una Corporación Interamericana de Fomento con amplias facultades, acompañando igualmente la propuesta de creación del Banco Interamericano de Desarrollo. Argentina propuso, junto con otros países, la creación también de un Banco Latinoamericano.

38

Discurso de Orlando D. Maroglio en Novena Conferencia Internacional Americana, Actas y Documentos, Volumen IV, p. 302. 39 Venezuela había acompañado a Chile, Cuba y Perú en el proyecto de creación de la CEPAL en las Naciones Unidas, ejecutando un importante aporte en la reflexión sobre las problemáticas del desarrollo en Latinoamérica (Ver Actas y Documentos, Volumen IV de la IX Conferencia Internacional Americana, pp. 308–311).

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En cuanto al tratamiento de las inversiones extranjeras sostuvieron Venezuela y Argentina la preeminencia de las constituciones nacionales y de los tribunales nacionales. Ante el informe presentado por el grupo de trabajo sobre seguridades económicas se encendió el debate sobre los tratados preferenciales de carácter bilateral o multilateral, defendido por Venezuela. La delegación venezolana defendía la necesidad de complementar el sistema interamericano con acuerdos económicos regionales y subregionales. La delegación venezolana propuso el temario para la próxima conferencia económica especializada, destinada a realizarse en septiembre de 1948. Venezuela suscribió el Convenio Económico de Bogotá con reservas, al igual que muchos países, señalando que “en ningún caso aceptará la preeminencia de los tratados o convenios internacionales sobre el texto de su Constitución ni admitirá otra jurisdicción para las inversiones extranjeras, que la de sus propios tribunales”40. Durante la sesión de clausura, la octava plenaria, realizada el viernes 30 de abril de 1948 en la Quinta de Bolívar, el representante venezolano, Rómulo Betancourt, ante la elección de la ciudad de Caracas como sede de la X Conferencia Interamericana, pronuncia un discurso de cierre. Reivindica dos ideas básicas de los documentos de Bogotá: la garantía del ejercicio de las libertades públicas y la reforma social “con definido propósito de realizar la justicia económica”41 y critica el Convenio Económico de Bogotá, al considerar “no se ha ido más allá de la formulación de normas legales y de enunciados teóricos”42. Las limitaciones del Convenio Económico de Bogotá hacen más urgente la convocatoria de una conferencia especializada económica. Más allá de la economía la posición de Argentina durante la IX Conferencia tuvo un carácter bastante autónomo, negándose a otorgarle un carácter superestatal a la Organización de los Estados Americanos, y defendió la doctrina de “no intervención”. Para Venezuela la noción de desarrollo económico emerge indisolublemente ligada a los procesos de industrialización por sustitución de importaciones y a la construcción de una democracia de masas, articulada a través de grandes organizaciones políticas policlasistas, “Texto del Convenio Económico de Bogotá” en Novena Conferencia Internacional Americana, Actas y Documentos, Volumen IV, p. 403. 41 Discurso de Rómulo Betancourt en la Octava Sesión Plenaria, 30 de abril de 1948, en Novena Conferencia Internacional Americana, Actas y Documentos, Volumen I, p. 256. 42 Ídem. 40

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del pueblo organizado, en un marco capitalista progresista donde la extensión de los derechos políticos y sociales a las masas se considera indispensable para alcanzar la configuración de una sociedad capitalista moderno que implica la independencia económica de las naciones.

Consideraciones finales La emergencia de la sociedad de masas es asumida por distintos grupos en Venezuela y Argentina. Las influencias y el derivar histórico del peronismo y de Acción Democrática son completamente distintos, el antifascismo de los segundos entra en confrontación con el filofascismo de los primeros. Pero parece existir un conjunto de consensos alrededor de parámetros generales de gestión económica, lo que se proyectó en sus diversas políticas exteriores. Ambos grupos asumen la necesidad de incorporarse a la industrialización en Latinoamérica para alcanzar la “independencia económica” a través de la acción del Estado. La defensa de la legislación y de las instituciones nacionales se puede enmarcar dentro de una corriente común de nacionalismo económico. Ambos grupos consideran que las relaciones con los Estados Unidos tienen una gran importancia, pero la búsqueda de la independencia económica, la creación de estructuras para contribuir con la industrialización latinoamericana contribuyen a generar un mayor margen de autonomía frente a Estados Unidos. Pero grandes diferencias se abren entre ambos grupos, el personalismo que caracteriza al peronismo se opone a la importancia que tiene la organización partidista dentro del trienio octubrista venezolano, así como el proyecto democrático desarrollado en Venezuela entre 1945 y 1948 se confronta con un proyecto autoritario impuesto en Argentina. En el terreno de las relaciones comerciales bilaterales se impusieron las necesidades y posibilidades complementarias luego de un dilatado proceso de negociación, el pragmatismo que impone la realidad llevó las discusiones a un acuerdo más restringido que el pensado en un principio. En el escenario multilateral la política exterior peronista se

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mostró entre pendular y radical, mientras que la política exterior venezolana mantenía una posición de permanente negociación en torno a una agenda de desarrollo. A pesar de que ambos movimientos consideran que el Estado ha de ser el motor principal de la modernización y de la industrialización, el afán de control parece ser mayor en el peronismo que en el caso venezolano, lo que se vincula a los espacios de libertad que se reconocen en uno y otro caso.

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