Douze entretiens avec un fantôme: resistencias y exilios de José Bergamín

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Descripción

Marie-Claude Chaput, Bernard Sicot éd., Résistances et exils, Nanterre : Université Paris X-Nanterre, col. Regards nº 16, 2006, p. 141-154, ISBN : 2-85901-032-7

DOUZE ENTRETIENS AVEC UN FANTÔME: RESISTENCIA Y EXILIOS DE JOSÉ BERGAMÍN Iván LÓPEZ CABELLO En homenaje a André Camp

Aprovechando su segunda estancia en París, André Camp, director en aquel entonces de las emisiones en lengua española de la radiodifusión francesa, se encargó personalmente de realizar una serie de emisiones radiofónicas dedicadas a José Bergamín que en francés tituló Douze entretiens avec un fantôme1. En la presentación de aquella serie de entrevistas que hizo para Les cahiers littéraires de la O.R.T.F. 2, comenta la sorpresa que se llevó al preguntarle a su invitado quién era. Bergamín respondió que era un “fantasma” y se lo demostró enseñándole el único documento de identidad que poseía en aquellos momentos, en el cual, efectivamente, no se indicaba ninguna nacionalidad. Las autoridades francesas que lo habían emitido, consideraban que su nacionalidad estaba aún por determinar. Tras haber sido desterrado de España por segunda vez a finales de 1963, Bergamín se hallaba una vez más exiliado en París. Esta paradójica situación le acercaba a lo que él consideraba que era realmente ser español: dejar de serlo. Yo pensé que toda España era un castillo de fuego consumiéndose en sus llamas. Y soñé que España entera ante su hogar apagado se volvía cenicienta. Mi pensamiento y mi sueño me hicieron ser español ¡Ay! Hasta dejar de serlo. Que el pensar como el soñar tienen que dejar de ser para serlo de verdad. Así el Fénix de su fuego se hace ceniza y renace 1

Camp, André y Domenach, Jean-Marie, Douze entretiens avec un fantôme, France Culture, O.R.T.F., emisión radiofónica difundida entre el 10 de noviembre de 1965 y el 9 de diciembre de 1965. 2 Camp, André y Domenach, Jean-Marie, "Douze entretiens avec un fantôme", Paris, année IV, nº 2, Les Cahiers littéraires de l’O.R.T.F, 1966, p. 21.

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a su otro ser verdadero3.

Para situar en su contexto estas entrevistas que presentamos, contamos con un interesante estudio realizado por Gérard Malgat sobre las emisiones de la radiodifusión francesa en lengua española4. Como revela este estudio, dichas emisiones, además de haber desempeñado el rol de voz oficial de la República francesa, fueron un canal de expresión fundamental para numerosas voces del exilio y para muchos españoles que se encontraban aislados en el interior del país, padeciendo la censura y el silencio informativo impuesto por la Dictadura del General Franco. Los republicanos españoles exiliados vieron en esas emisiones cotidianas uno de los escasos medios para dar a conocer una cultura prohibida en su país y para mantener su oposición al Régimen franquista y la esperanza del restablecimiento de las libertades y de la democracia. Por su composición, la sección España de la radiodifusión francesa reconstituida tras la liberación de Francia, puede considerarse como una estructura de representación de la España republicana durante los veinticinco años que funcionó. Durante el período en que Christian Ozanne era director (1945-1957), fue aumentando progresivamente la tensión entre la libertad de información y las exigencias diplomáticas francesas, que criticaban la frecuente intervención en las emisiones de los republicanos españoles. Las autoridades francesas mostraron una actitud ambigua al pretender defender valores democráticos y republicanos, al mismo tiempo que se veían presionadas por la diplomacia franquista, que denunciaba la ingerencia de la radiodifusión francesa en los asuntos internos de España. Ante los problemas surgidos en Argelia y la necesidad de apoyo internacional, las autoridades francesas decidieron ceder ante las presiones diplomáticas españolas, lo que provocó la supresión oficial de dos de las emisiones más importantes (las crónicas de Madariaga y las del padre Olaso). Asumiendo el tono antifranquista de las emisiones, Christian Ozanne presentó su dimisión y terminó así un período en el que la radiodifusión francesa representó un importante papel en la oposición a la Dictadura. A pesar de ello, a nivel oficial hubo dificultades para controlar el tono antifranquista que caracterizaba a unas emisiones que contaban con una importante audiencia tanto en Francia como en España. André Camp, el nuevo director (1958-1968), se vio obligado a reorientarlas hacia una

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Camp, André y Domenach, Jean-Marie, Douze entretiens avec un fantôme, op. cit., nº 12. La transcripción corresponde a un poema recitado por Bergamín que había creado unos meses antes. 4 Malgat, Gérard, "Voix de la France", voix de l’exil. Les émissions en langue espagnole de la radiodiffusion française entre 1945 et 1968, tesina D.E.A., Université de Paris X-Nanterre, 1997 (puede consultarse en la B.D.I.C., Bibliothèque de Documentation Internationale Contemporaine).

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posición más neutral, lo que no impidió la permanencia de la vigilancia institucional que terminaría por provocar también su dimisión5. Situando las emisiones en el ámbito cultural consiguió, no obstante, abrir una nueva etapa que permitió preservar un espacio de libertad para escoger los temas tratados y las personas invitadas. De este modo, siguieron pasando por los estudios de la radiodifusión francesa escritores exiliados como Max Aub o el propio José Bergamín. Muchos de estos escritores participaron en las emisiones como medio de romper el aislamiento provocado por el exilio e intentaron, a través de la radio, dar a conocer obras que estaban condenadas al olvido. Algunas de estas emisiones son también testimonios autobiográficos que constituyen una valiosa fuente de información que permanece aún desconocida y que representa una parcela importante de la literatura española exiliada6. La serie de entrevistas realizadas a Bergamín durante su segundo exilio en París, constituye uno de esos testimonios que debemos a la radiodifusión francesa, concretamente a André Camp, a quien agradezco su amabilidad por haberme permitido, poco antes de morir, consultar dicho documento7. El testimonio que ofrece Bergamín sobre su vida, posee especial valor por no haber publicado más que dos textos largos de tipo autobiográfico, en los que no llegó a tratar más que su infancia y su adolescencia8.

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La O.R.T.F. (Office de la radiodiffusion et télévision française) fue creada en 1964. A diferencia de la R.T.F. (Radiodiffusion et télévision française) que reemplazó, no se encontraba directamente bajo la autoridad del ministro de información, solamente bajo su tutela. Pero los hechos muestran que el Estado continuó ejerciendo su autoridad en la radio y en la televisión francesa, como testimonian su intervención en 1967 y la ola de despidos que siguió a los acontecimientos de 1968. La O.R.T.F. fue desmantelada el 8 de julio de 1974 y dividida en seis organismos autónomos: TF1, Antenne2, FR3, T.D.F. (Télédiffusion de France), la S.F.P. (Société française de production) y el I.N.A. (Institut National de l’Audivisuel). 6 Malgat, G., op.cit., p. 3-4. 7 Agradezco también a los responsables de los fondos radiofónicos del I.N.A., en particular al señor Dies Blau, el haberme cedido el derecho a consultar la copia en banda magnética de las grabaciones realizadas en francés que se conserva en los archivos de la Phonothèque de la Maison de radio France. Las grabaciones superan en total las tres horas de duración (195 mn.) y fueron realizadas el 1 (1ª, 2ª, 4ª, 11ª y 12ª), el 17 (3ª), el 24 (5ª, 6ª, 7ª y 8ª) y el 26 (9ª y 10ª) de junio de 1965. Posteriormente fueron divididas en doce capítulos de unos 15 minutos cada uno y se emitieron a finales de ese mismo año a través de France Culture: 1ª Un fantôme, a-t-il une présence? (01/11/1965); 2ª Un fantôme, a-t-il un squelette? (04/11/1965); 3ª Un fantôme, a-t-il une âme? (08/11/1965); 4ª L'étudiant, élément perturbateur (11/11/1965); 5ª Le fantôme dans les coulisses ou la guerre de 14 vue d'Espagne (15/11/1965); 6ª Les amitiés fantomatiques ou comment naît une oeuvre (18/11/1965); 7ª Le fantôme entre en scène ou comment naît une république (22/11/1965); 8ª Le fantôme rêve éveillé. La République espagnole (25/11/1965); 9ª Le fantôme se réveille : La Guerre Civile (29/11/1965); 10ª Le fantôme traverse les murailles ou le premier exil (02/12/1965); 11ª Le fantôme chargé de chair (06/12/1965); 12ª Deuxième exil. Le fantôme devient fantôme (09/12/1965). Malgat ha señalado que fue difundida una versión española a través de la onda corta; las copias de dicha versión debieron de perderse, junto a otros documentos de gran valor, tras la dimisión de André Camp (Ibid., p. 50 y p. 7). 8 Roullière, Yves, "Note sur l'édition", en Bergamín, José, Le Brûloir de Don Patricio. Souvenirs de squelette, Éditions du Rocher, Monaco, 2002, p. 7.

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En aquellas entrevistas, Bergamín confiesa haber intentado siempre ser un “fantasma” consecuente consigo mismo e insiste en la necesidad de conocer sus raíces y los períodos históricos que vivió, para comprender realmente la situación ante la cual se había encontrado en cada momento de su vida9. Ese era el objetivo de las entrevistas, ofrecer una visión de conjunto de toda su vida que esclareciera la imagen de aquel fantasma ante el cual se encontraba André Camp. Los doce capítulos recorren, en orden cronológico, los diferentes períodos de la historia de España que vivió Bergamín, desde la Restauración hasta los “veinticinco años de paz” que celebraba la Dictadura del General Franco en aquellos momentos. Los acontecimientos históricos, se entrelazan íntimamente con sus vivencias personales y con su propio pensamiento, lo que confirma la estrecha relación que existe entre su vida y su obra, tal y como han indicado diversos autores10. Tomando este documento como fuente principal y dejando para otro lugar el análisis detallado del mismo, nos limitaremos aquí a resumir una serie de cuestiones tratadas en las entrevistas, que permiten clarificar la perspectiva republicana y el compromiso político que defendió apasionadamente Bergamín hasta su muerte. La personal interpretación histórica que ofrece, así como ciertos aspectos de su personalidad que revela, esclarecen la singular independencia que caracterizó su vida, el espíritu de resistencia que conservó, a prueba de exilios y retornos, y la marginación, tantas veces denunciada, que sigue padeciendo este relevante autor en el ámbito cultural español11. Las entrevistas comienzan ahondando en algunas de las principales ideas del pensamiento de aquel "fantasma" que decía ser Bergamín. La primera de ellas es esa misma idea de fantasma que tanto utilizara a la hora de abordar su obra literaria y su propia vida y que, paradójicamente, tan bien sigue caracterizando hoy la difusa imagen a la que ha quedado reducida su figura. Bergamín explica dicha idea como la prolongación del hombre que hace obra de fantasma y encuentra en escritores como Goethe o Víctor Hugo, ese desdoblamiento que separa al hombre interior del hombre aparente que desaparece con el transcurrir del tiempo. Su idea de fantasma se relaciona estrechamente con su idea de "esqueleto", figura retórica que preside toda la filosofía, la 9

Los trabajos publicados por Gonzalo Penalva Candela ofrecen los estudios más completos que se han realizado sobre la vida de Bergamín: Tras las huellas de un fantasma. Aproximación a la vida y obra de José Bergamín, Madrid, Turner, 1985. Una síntesis actualizada: "Introducción" en Bergamín, José, Antología, Madrid, Comunidad de Madrid, Consejería de Educación, Castalia, 2001. 10 Penalva Candela, Antología, op. cit., p. 82. 11 Introduzco y aporto información bibliográfica sobre esta cuestión en Conversaciones con un fantasma. Un acercamiento a las peregrinas andanzas de José Bergamín, tesina D.E.A., Université de Paris X-Nanterre, 2003 (puede consultarse en la B.D.I.C.).

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literatura y la vida de Bergamín12. Para precisar estas dos ideas cuenta que de niño, al caerse un día y hacerse daño, tomó conciencia de que la tierra era de una gran dureza y de que poseía un esqueleto13. A través de este recuerdo, desarrolla una visión de la infancia en la que destaca la primera revelación de la vida que se adquiere en ella, gracias a la cual se toma conciencia de su lado bueno y de su lado malo. Bergamín encuentra peligroso tener en cuenta exclusivamente el lado paradisíaco de la infancia, porque se excluye así el lado trágico que también posee la vida. Se identifica, de este modo, con cierta tendencia española a amar la desgracia, con una vitalidad pura que lleva hacia ella sin la cual no se podría encontrar ninguna felicidad. Se aprende a vivir aceptando la desgracia, lo que no significa que se ame, pero más que de un modo estoico, de un modo cristiano, con la afirmación trágica de la vida de que hablara su maestro Miguel de Unamuno. Se ama la vida por la desgracia que conlleva, ya que es por este obstáculo por el que se afirma la vida y por el que se aprende a ser el que se es. El niño, inocente de lo que nos ocurre, va caminando siempre a nuestro lado durante la juventud, hasta que en la vejez nos reencuentra y recuperamos de nuevo la primera revelación de la vida. Se aprende así a ser un fantasma, gracias a la continuidad en el tiempo de una personalidad humana que sabe lo que es estar en la infancia, en la juventud y en la vejez. Al indagar en los orígenes de su vocación poética, acude de nuevo a la infancia y también a la concepción de "pueblo" que tanta importancia tiene tanto en su obra literaria como en su pensamiento político14. Formado en el seno de una familia numerosa y burguesa de orígenes andaluces, pensaba que la formación de su alma se debía principalmente al contacto directo que tuvo de niño con el lenguaje popular español, por eso destaca la estrecha relación que mantuvo con las criadas que trabajaban en su casa. Su gusto por el lenguaje como paisaje, en el sentido que le daba Unamuno, y como alma, se desarrolló gracias a aquellas mujeres analfabetas que trabajaban para su familia y que pasaban gran parte del día junto a los niños, en la cocina de la casa, contando historias con una manera de expresarse muy viva. Bergamín da mayor

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González Casanova, José Antonio, Bergamín a vista de pájaro, Madrid, Turner, 1995, p. 23 . Ensayo sobre el pensamiento, la obra y la vida de Begamín, publicado en el centenario de su nacimiento. 13 Bergamín trata estas mismas cuestiones relacionadas con su infancia en "Recuerdos de un esqueleto", Montevideo, Entregas de la Licorne, nº1 y 2, noviembre, 1953. 14 Penalva, Antología, op. cit., p 34.

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importancia a la fuente del lenguaje popular español de la que pudo beber directamente, que a su posterior formación a través de los libros o del folklore elaborado15. El haber nacido en la madrileña plaza de la Independencia, le resultaba muy significativo por simbolizar su nombre la independencia personal que caracterizaba su vida16. Significativo encontraba también que su propia infancia hubiera coincidido con una situación agónica en la que una España iba a morir y otra iba a nacer. Con la independencia de Cuba el pueblo español sintió, en opinión de Bergamín, su propia independencia o una esperanza de ella. Del lado de ese pueblo que elogiosamente llama “analfabeto”, afirma haber permanecido siempre. El firme compromiso político que mantuvo durante toda su vida, tiene como fundamento la defensa de aquel pueblo español que tuvo la esperanza y la voluntad de otra España, de un renacimiento que no tenía nada que ver con lo que significaba para él la Restauración. La generación del 98, a la cual pertenecieron sus principales maestros literarios, representa una esperanza en esa nueva España cuyo nacimiento creó las circunstancias para el posterior advenimiento de la II República. La fecha de 1898 adquiere gran importancia, por coincidir el descubrimiento que hizo el pueblo español de esa nueva España, con el descubrimiento que hizo de su propio “esqueleto" a los tres años. Esta conexión entre la revelación de una España que perdía sus últimas colonias y su primera revelación de la vida, muestra bien la íntima relación que establece Bergamín entre la historia y su propia vida. Además de la citada independencia añade, como característica relevante de su personalidad, un espíritu perturbador cuyos orígenes remonta también a la infancia. En los intentos por modernizar la vieja casa donde se crió, se producían a menudo inundaciones y catástrofes similares que los niños adoraban porque eran aventuras que les ponían por primera vez en contacto anormal y perturbador con los elementos naturales. Esta atracción hacia lo que llama “elementos perturbadores” de la naturaleza (el agua, el fuego, el aire, la tierra), coincide con su amor a la libertad y a los riesgos que conlleva. Su espíritu perturbador explicaría las primeras manifestaciones de su compromiso político en tiempos de Primo de Rivera, cuando la

15 Sobre la importancia del analfabetismo cabe destacar el ensayo de Bergamín "La decadencia del analfabetismo", Cruz y Raya, nº 3, junio, 1933; reeditado en La importancia del demonio. La decadencia del analfabetismo, Madrid, Siruela, 2000. Existe una traducción francesa: Delay, Florence, La décadence de l'analphabétisme, Gentilly, La Délirante, 1988. 16 Una placa del Ayuntamiento de Madrid, indica el lugar de su nacimiento en el nº 8 de dicha plaza, el 30 de diciembre de 1895.

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policía llamaba, precisamente, “elementos perturbadores” a los estudiantes que, como Bergamín, se pusieron en huelga contra la Dictadura. Su vida literaria comienza en esa misma época, frecuentando desde muy joven los ambientes literarios de Madrid, en cuyos cafés y tertulias pudo conocer personalmente a los más destacados miembros de la "constelación" del 98. Los dos grandes poetas líricos de aquella época, Juan Ramón Jiménez y Antonio Machado, se convertirían, junto a Unamuno, en sus principales maestros. Bergamín declara que decidió estudiar derecho por causa de su vocación poética, porque quería conservar su libertad autodidacta para lo que amaba. Esta opción le permitía ser al mismo tiempo profesional del derecho y amateur de literatura, equilibrio que mantuvo siempre, no considerando necesariamente contraria su pasión literaria a la pasión que conservó toda su vida por la política.17. Bergamín califica la universidad de su época de liberal. El propio sistema político de la Restauración, que había desembocado en la Dictadura del General Primo de Rivera, lo considera en el fondo un sistema político liberal que no dejaba de ser una máscara del fracaso de la I República. En su opinión, la Restauración no fue más que una “república enmascarada”, una situación de orden establecida por liberales contrarios a la tiranía. Gracias a su padre, a quien considera uno de aquellos liberales y para quien trabajó como secretario al terminar los estudios universitarios, pudo conocer de cerca los secretos políticos de la Restauración18. El ejemplo de su padre al intentar, sin lograrlo, realizar una política justa, no tiránica, marcaría su adolescencia e influiría decisivamente en su compromiso político. Gracias a los dos caminos simultáneos que emprendió en su juventud, el literario y el político, pudo ver la realidad política de aquella época con una mirada diferente y llegó a sentir, en aquellos momentos, una gran atracción hacia el anarquismo. Simpatizaba mejor con esa forma de 17

Esta doble vertiente adoptada desde su juventud, permite explicar ciertos aspectos de la marginación sufrida posteriormente por Bergamín. Como afirma Nigel Dennis, destacado especialista en su obra literaria, para explicar dicha marginación es necesario añadir, a los problemas que provoca la envergadura y la complejidad de su obra, la dificultad de clasificarle exclusivamente como escritor. La importancia que tuvo en la vida intelectual española contemporánea, no se limita a sus textos literarios pues fue además un gran activista cultural, un incisivo comentarista político y un pensador original que utilizó la palabra tanto como vehículo de autoexpresión como arma de combate, de manera multifacética y con una independencia radical; por eso sigue resultando, para dicho autor, tan incómoda, indefinible y escurridiza su figura. Dennis, Nigel, "Presentación", Madrid, nº 166, Revista de Occidente, marzo, 1995, p. 5. 18 Francisco Bergamín (Málaga 1855 - Madrid 1937) fue catedrático de derecho mercantil de la Escuela de Comercio de Madrid y presidente de la Academia de Jurisprudencia. Como miembro del partido conservador, en la tendencia de Romero Robledo, fue diputado por Campillos (Málaga), ocupó la cartera de Instrucción Pública en el Gobierno Dato, posteriormente fue senador vitalicio, ministro de la Gobernación del Gobierno Maura y ocupó también la cartera de Hacienda en el Gobierno de Sánchez Guerra. Durante la Dictadura del General Primo de Rivera permaneció fiel a la línea de Sánchez Guerra, del que no se separó hasta la caída de dicha Dictadura.

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violencia política que con los acuerdos, demasiado pacíficos, de los políticos que trataba y que impedían, en el fondo, realizar obras justas. Tras una crisis religiosa, en la que influyó considerablemente la lectura de Nietzsche, reaccionaría finalmente contra ella. Esta simpatía romántica hacia el anarquismo, hacia esa forma de violencia en la que encontraba un fondo de justicia y de inocencia, es para Bergamín propia de la España de aquella época y se explica por la falta de justicia y por la desesperanza que reinaba en el país. Su primera toma de posición política se produjo, como hemos dicho, contra aquella Dictadura que califica de grotesca e indigna, por ser en el fondo liberal y que representa, a su juicio, el primer paso en falso que dio la Monarquía hacia su caída. La Dictadura sirvió a la vez de obstáculo y de estimulante para la toma de conciencia política que adquirieron los intelectuales, sobre todo a partir del exilio de Unamuno, cuyo factor considera decisivo. Su ejemplo hizo reaccionar contra ella a intelectuales como Antonio Machado, Azorín o ValleInclán, provocó el exilio de Blasco Ibáñez y de Ortega y Gasset e hizo tomar conciencia política a la joven generación a la que pertenecía Bergamín. Por este motivo llamaba a su generación la “constelación del 31”, porque sus integrantes llegaron a su madurez en esa época19. A nivel literario, dicho grupo se formó, en su opinión, en la escuela simbolista y tuvo como principal característica la voluntad de enraizar en la tradición poética española. Las entrevistas no abordan en profundidad la obra literaria de Bergamín porque siempre se consideró un romántico y prefería guardar el lado misterioso e íntimo de lo que amaba. Pensaba que la modestia debe de caracterizar al poeta, por no depender la poesía de la persona. Las tres formas de expresión que componen su obra literaria (aforismo, el ensayo y el "pequeño diálogo") están marcados por el consejo de escribir en prosa que le diera Juan Ramón Jiménez en sus inicios. Excluye de su obra sus poemas de guerra, aunque confiesa permanecer fiel a su ideología. No incluye, sin embargo, el resto de su obra lírica, que adquiría gran importancia en aquellos momentos, ni tampoco alude a su singular crítica literaria, ni a la importante labor que desarrolló como editor de muchos de los jóvenes escritores de su generación. 19

Es importante anotar que Bergamín manifestó en diversas ocasiones su desacuerdo con la apelación de “generación del 27”, por no compartir ninguno de los criterios utilizados para analizar aquella generación a la que perteneció por edad, amistad y avatares literarios y políticos. Relevante fue el resultado de la convocatoria realizado en 1978 por la revista Litoral considerando a Bergamín la personalidad literaria más completa, viva en aquel entonces, de la llamada "generación del 27" (Amado José María , "Resultado de una convocatoria" en Bergamín, José, Por debajo del sueño, Málaga, t. 1, Litoral, 1979; 2ª edición en Unesco, 1995, p. 285-330). Jean-Michel Mendiboure cree que la renovación que se está produciendo actualmente en el análisis de la “edad de plata” favorece la recuperación de la obra de Bergamín (José Bergamín : L’écriture à l’épreuve de Dieu, Toulouse, Presses Universitaires du Mirail, 2001, p. 12).

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Bergamín describe el advenimiento de la II República como una milagrosa e inocente revolución sin sangre, cuyo nacimiento considera demasiado romántico porque así eran quienes conspiraron contra la Monarquía20. La joven generación de escritores se integró en este movimiento con cierto escepticismo pero, en su opinión, el triunfo inocente del pueblo finalmente les contagió. Ante ese escepticismo inicial, él apunta que sintió personalmente la necesidad de entrar en acción afirmando y negando, por eso creó la revista Cruz y Raya que define como una crítica constructiva de un grupo de católicos progresistas que querían estar del lado republicano. Para ello contó con el apoyo de un grupo heterogéneo de colaboradores, entre los que se encontraban el filósofo Xavier Zubiri y su secretario Eugenio Imaz. Bergamín declara que pretendió escandalizar a los católicos españoles afirmando la libertad religiosa y la compatibilidad entre creyentes y no creyentes. Pretender ser cristiano y católico en los años treinta, era casi un escándalo para lo que él llama "catolicismo práctico" español21. Diferenciaba en aquellos momentos dos tipos de violencia: la violencia anticlerical de los intelectuales y la violencia antirreligiosa de los anarquistas. Esta última era la más respetable para él y fue la responsable de actos como la quema de conventos, que consideraba inevitables ante la situación que vivía el país. Siempre desde su perspectiva católica y sin llegar a justificarla, explica que con esos crímenes antirreligiosos el pueblo español mataba su amor porque su amor lo había traicionado. Como había oído decir, en España los anarquistas quemaban iglesias porque los católicos habían quemado la Iglesia misma. Compartiendo ese argumento, seguía esperando que de las cenizas de aquella Iglesia resurgiera una nueva22. Cruz y Raya fue para Bergamín una de las primeras víctimas de la guerra y sufrió un gran desgarro y una gran agonía como católico cuando la Iglesia tomó oficialmente partido por el bando contrario al suyo. Declara, sin embargo, que no dudó nunca del bando que debía defender al estallar la Guerra Civil y que mantuvo su postura sin equívocos, creyendo siempre permanecer 20

Tanto José Bergamín como su padre, se encontraban entre aquellos "románticos". A la caída del dictador Primo de Rivera, Francisco Bergamín conspiró contra la Monarquía deslegitimada de Alfonso XIII y preparó el advenimiento de la II República junto con otros destacados monárquicos, a los que el historiador Pabón llegó a denominar “los bergamines”. En las entrevistas que analizamos, su hijo considera que fue siempre un escéptico, como Canalejas y otros políticos de la Restauración. Bergamín añade que en 1914 su padre, ministro en aquel entonces, defendió la neutralidad frente al ambiguo posicionamiento de Alfonso XIII, al que califica de frívolo y al que acusa de haber hecho la guerra de África, tan funesta para el propio rey. 21 El pensamiento religioso y político que inspiró la revista Cruz y Raya era muy próximo al de los católicos franceses encabezados por Jacques Maritain y al de la revista Esprit de Emmanuel Mounier, con la cual mantuvo un importante diálogo. 22 A esa venganza popular hace referencia también André Malraux en L’Espoir, novela en la que aparece retratado en el personaje de Guernico el propio Bergamín.

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al lado del pueblo español. Para explicar la naturaleza de su convicción, cuenta que Negrín le dijo un día que en la guerra se tienen dudas de las acciones que se realizan, a lo que él contestó que no era cierto en su caso. Negrín le explicó a su vez, que ello se debía a que su fe católica le hacía actuar por intuición, mientras que él, como científico, necesitaba analizar y dudar. Bergamín recuerda la guerra como un momento apasionante y llegó a ser, de hecho, uno de los intelectuales más activos en su compromiso con la causa republicana23, pero no comenta ninguna de las múltiples actividades que llevó a cabo. No hace referencia, por ejemplo, al "caso Gide" que tuvo que afrontar como presidente de la Alianza de Intelectuales Antifascistas para la Defensa de la Cultura, ni tampoco al polémico prólogo a Espionaje en España, tan nefasto para el P.O.U.M. Recuerda, simplemente, las amistades que realizó con Georges Bernanos y, en especial, con André Malraux, principal valedor de Bergamín durante su segundo exilio en París. Resulta muy significativo, si embargo, el que en aquellos momentos en que el Régimen franquista celebraba sus “veinticinco años de paz”, Bergamín declarara a André Camp que la guerra nunca había terminado para él. La persistencia de ese espíritu de resistencia, veinticinco años después de la derrota republicana, caracterizará el compromiso político que mantuvo durante un exilio que define como una larga “esperanza y desesperanza” en aquella España que siempre defendió. No se aborda tampoco en profundidad el primer exilio de Bergamín, que comienza en México, donde llegó como presidente de la Junta de Cultura Española y de España Peregrina, revista a quien debemos el célebre nombre. No se comentan las múltiples actividades que emprendió, entre las que cabe destacar la creación y dirección de Séneca, editorial gracias a la cual pudo continuar la importante labor como editor que iniciara con las ediciones de El Árbol24. Consideraba México un país maravilloso, mágico y diabólico a la vez y recuerda que fue el único país que abrió las puertas a los emigrados republicanos españoles, ofreciéndoles, además de su hospitalidad y su nacionalidad, una nueva visón de España, pues pudieron conocer allí el lado colonial de su patria. Los refugiados españoles y los escritores en especial (Bergamín en particular, añadiríamos), tuvieron la oportunidad de volver a encontrar sus fuentes penetrando en la cultura hispánica y en las fuentes antiguas de su propio lenguaje que el pueblo mejicano conservaba puras. No explica tampoco los motivos por los cuales abandonó México en 1946, ni alude a los conflictos surgidos en el seno de la comunidad exiliada. 23

Trapiello, Andrés, Las letras y las armas: literatura y Guerra Civil (1936-1939), Barcelona, Península, 2002. Sobre la editorial Séneca y la estancia de Bergamín en México: Santonja, Gonzalo, Al otro lado del mar. Bergamín y la editorial Séneca (México, 1939-1949), Barcelona, Círculo de lectores/Galaxia Gutemberg, 1997. 24

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De los pocos meses que pasó en Caracas, comenta la colaboración que estableció con el periódico El Nacional, que prolongaría hasta su primer regreso a España. Recuerda también su labor como profesor en la facultad de Humanidades y Ciencia de la Universidad de la República, en Montevideo, ciudad en la que afirma haber hecho verdaderos amigos que le ayudarían, posteriormente, a salir de España hacia su segundo exilio25. Tras siete años de exilio en México, uno en Venezuela y siete en Uruguay, Bergamín se marchó a París, donde permaneció cuatro años que cierran su primer exilio. Durante su primera estancia en París residió como estudiante en la Casa de México de la Cité Universitaire, gracias a su amigo Manuel Cabrera, filósofo mejicano y primer director de dicha institución. Los motivos y las impresiones recibidas durante el primer regreso a España se comentan con mayor detalle que la guerra y el primer exilio. Bergamín explica que deseó volver a España porque pensaba que su “fantasma” iba a morir por falta de sangre de su propia tierra. Su exilio por diversas tierras en las que no logró adaptarse, se había convertido en un perpetuo y agónico peregrinar y necesitaba volver a encontrar la España que tanto decía amar. Reconoce que se tomó demasiado en serio la idea extendida en aquel entonces, de que la guerra ya había terminado y de que imperaba en España cierta amnistía moral que permitía regresar a los exiliados. Se creyó en su derecho de volver y confió en esa apertura que anunciaba la Dictadura franquista. Bergamín asegura que regresó de buena fe, sin hacer absolutamente nada contra aquel Régimen tan poderoso contra el cual, de todas formas, nada podía hacer un escritor. En su opinión, no hizo más que continuar sus colaboraciones con El Nacional, que le permitía publicar en el extranjero las opiniones políticas que el Régimen franquista censuraba, aunque no quiso atacar demasiado por temor a la policía y a los enemigos que tenía en España. Bergamín cree que el Régimen, con la intención de perseguirle, encontró finalmente un pretexto contra él que le gustaba mucho porque no era ni siquiera una protesta. Se trata de la carta que dirigieron 102 intelectuales españoles en 1963 al ministro de Información y Turismo, el señor Fraga Iribarne, denunciando torturas a mineros asturianos en huelga26. Las autoridades franquistas le reprocharon haber sido el

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Sobre su estancia en Uruguay: Grillo, Rosa María, Una docenza eterodossa: José Bergamín in Uruguay, Salerno, Edisud, 1990; segunda edición traducida al español por Catalina Sánchez Serrano, Una docencia heterodoxa: José Bergamín en Uruguay, Montevideo, Cal y Canto, 1995; reeditado por Edicions de la Universitat de Lleida, 1999. 26 La carta y la respuesta del ministro aparecieron el 12 de octubre de 1963 en El Español, semanario del Ministerio de Información y Turismo. La respuesta de Bergamín se publicó en Francia con el título "Les protestations des intellectuels d'Espagne", Les lettres françaises, París, nº 1001, 31/10/1961, p. 9 [fuente: Penalva, Antología, op. cit., p. 30].

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primer signatario de la carta, lo que Bergamín considera un honor, a pesar de creer que no era realmente cierto27. Durante su primer retorno, sintió una gran diferencia entre el Régimen franquista y la España renovada que encontró28. Subraya, además, que aquellos años de "paz de los muertos" habían hecho disminuir considerablemente el nivel cultural del país. También denuncia la falta de derechos humanos en la España franquista, a lo que agrega, recreando una frase de Víctor Hugo, que los derechos del hombre no bastan si no les añadimos los derechos del alma. Bergamín conservaba viva su esperanza en aquella España renovada que encontró y deseaba que saliera de la mentira que representaba para él aquel Régimen que consideraba como la más trágica estupidez satánica, la de haber perdido la inteligencia. A pesar de haber sufrido serios desengaños, confirma que su regreso había significado ante todo el contacto con la tierra y con los hombres de España, lo que le permitió darse cuenta de que el pueblo español que tanto amaba, estaba absolutamente vivo y dispuesto a renacer. Desterrado por segunda vez, salió de España con un documento que no era realmente un pasaporte, sino un salvoconducto o, como él decía, un "pasaporte para el otro mundo", por el sentido real e irreal que tenía. Llegó en primer lugar a Montevideo y desde allí consiguió contactar con André Malraux, ministro de Cultura en aquel momento, gracias al cual se le permitió entrar en Francia sin documentación. Como señalábamos en la introducción, la administración francesa consideraba a Bergamín un auténtico “fantasma” por no estar su situación determinada y por carecer de nacionalidad. En esta paradójica situación se hallaba cuando André Camp le propuso realizar la serie de entrevistas que hemos presentado. Llevaba algo más de un año en París, ciudad que encontraba muy cambiada y alegre, como si hubiera recuperado su alma. Alojado en el Hôtel des Ambassadeurs29, se dedicaba, sobre todo, a escribir

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Tierno Galván estuvo cerca de Bergamín en esos momentos y relató en sus memorias los sucesos: Cabos sueltos, Barcelona, Bruguera, 1981. Alfonso Sastre también ha dejado testimonio de aquellos acontecimientos en el artículo "Un episodio en la vida de José Bergamín", Madrid, Anthropos, nº 172, V-VI/1997, p. 29-30. Es importante recordar que en tiempos de la II República, Bergamín había exigido ya a los poderes públicos la investigación y el castigo de las torturas a los mineros que sufrieron la represión militar y policíaca de la insurrección de Asturias. Treinta años más tarde, un caso semejante provocaría su segundo exilio. 28 El primer retorno a España de Bergamín perturbó tanto a franquistas como a exiliados y entre ciertos sectores del exilio fue muy criticado, llegándose a decir que el autor de la frase “España peregrina”, se había cansado de peregrinar. A esta desacertada afirmación responde Bergamín en el "Prólogo" a De una España peregrina, Madrid, Al-Borak, 1972. 29 Hôtel des Ambassadeurs d’Holande, 47 rue Vieille du Temple, Paris.

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poemas que le aliviaban y le daban la paz interior necesaria para encontrarse a sí mismo30. Escribía pocos artículos porque había terminado su colaboración con América; se sentía cansado y no encontraba mayor interés en ellos para sus lectores31. Las entrevistas terminan reflexionando sobre aquella desesperanza y esperanza de España que, como bien observa André Camp, reiteradamente menciona. Bergamín se consideraba un católico raro en España por amar el riesgo de pensar y de actuar por razones de justicia. Creía que era difícil encontrar católicos españoles que fuesen realmente cristianos, aunque en aquellos momentos pensaba que empezaban a surgir, de modo diferente, algunos más. Entre la diversidad de formas de ser católico, la gran diferencia que encuentra entre su catolicismo y el franquista, es que éste se basa en una creencia que no deja lugar a la duda, en una superstición. Para él, sin embargo, la creencia no es totalmente la fe porque es necesario dudar para poder creer. La interrogación viene a ser, de este modo, una forma de respuesta y la personalidad de cada uno se encuentra, precisamente, al hallar el ritmo entre la pregunta y la respuesta. Frente al ateísmo, que conduce a la angustia existencial y al abismo de su agonía, Bergamín sostiene, volviendo a las primeras reflexiones de las entrevistas, que la afirmación trágica de la vida conduce a la alegría, lo que no debe confundirse con el optimismo. Bergamín declara no ser optimista por encontrarlo normalmente banal, al superar su significado la afirmación de la vida y su ambivalencia. Del mismo modo que considera que es necesaria la duda para creer, piensa que es necesaria la desesperanza para esperar. Por eso explica su exilio como una “desesperada esperanza”, como una agónica esperanza y desesperanza en aquella España que apasionadamente seguía defendiendo. Bergamín dice sentirse, en aquel momento, un fantasma proscrito, situación que considera muy diferente a la de su primer exilio, y esperaba que el segundo exilio no durara otros veinte años.

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Algunos de los poemas escritos en este período están publicados por la editorial Turner bajo los títulos La claridad desierta y Canto rodado, segundo y sexto volumen de los siete que componen su poesía completa. 31 Esta etapa de su vida, poco conocida, ha sido analizada por Gonzalo Penalva a través de cartas y poemas: Homenaje a José Bergamín, Madrid, Comunidad de Madrid-Consejería de Educación y Cultura, 1997, p. 321-340.

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