Dolarización en Colombia. ¿Cura o enfermedad?

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Dolarización en Colombia. ¿Cura o enfermedad?
Juan Sebastián Guzmán.

La dolarización es una opción poco práctica y desventajosa para la economía colombiana en su situación actual. Esto es lo que me permito afirmar tratando el tema de la dolarización en Colombia y persiguiendo que el lector abandone la idea de que este es un mecanismo necesario para combatir la depreciación actual del peso y la incertidumbre a la tasa de cambio.
Conocemos que la dolarización ofrece una solución a los procesos de hiperinflación que sufren eventualmente los países. Sin embargo, de acuerdo con Adolfo Meisel, en el proceso inflacionario manifestado dentro del periodo que va desde el año 1942 a 1951, el índice más alto fue de 20,5% presentado en el año 1949, menos de un tercio del dado en Ecuador en el 2000, año en el que este país adoptó el dólar como moneda oficial.
Además, conforme a los datos y cifras recogidas por el Banco Mundial, el DANE y el Fondo Monetario Internacional, la inflación más alta registrada en Colombia fue de 30.4% en el año 1991, muy baja en comparación con la mayor documentada en países como Argentina o Perú, que sobrepasó el mil por ciento en 1989 y 1990, respectivamente.
Por otro lado, debido a la caída del precio del petróleo, principal producto de exportación para el país, el dólar estadounidense ha tomado gran fuerza y en la actualidad se sitúa por encima de tres mil pesos por dólar. No obstante, el mayor riesgo posible de este fenómeno es un aumento en la inflación que, de acuerdo con el informe de Índice de Precios al Consumidor presentado por el DANE para el segundo trimestre de 2015, se mantiene en lo corrido del año en 4%, aún dentro del rango establecido por el Banco de la República.
Aunque existen países latinoamericanos que han optado por la dolarización, tal como Ecuador y El Salvador, se debe tener en cuenta que son economía pequeñas contenidas en espacios geográficos pequeños. Así, a estos países les fue relativamente beneficioso adoptar el dólar como moneda oficial pues sus precios se encontraban denominados en dólares y la mayoría de sus productos eran exportados y transados en mercados internacionales, siendo también el flujo de dinero más rápido alrededor de todo el territorio (León & Revéiz, 2008).
De igual forma, Colombia posee una economía poco dolarizada financieramente (menos del 5%), siendo este el único tipo de dolarización que posee y estando solo por encima de Venezuela, la cual tiene una dolarización nula (León & Revéiz, 2008). Esto, tal como se evidencia, no es necesario pues no hay desconfianza en las entidades financieras y además, en el caso de una dolarización, requeriría de una mayor inyección de liquidez en dólares, lo cual supone un costo directamente proporcional a la cantidad monetaria.
En cuanto a los costos que se representan en la pérdida del señoreaje, del control de la política monetaria y prestamista de última instancia, equivalen al 1,5% del PIB anual del país, algo mayor de lo que representa el beneficio por ganancia en la reducción de tasas de interés, que equivale al 1,1% del PIB. Si se realiza un balance, habría una pérdida de 0,4% del PIB (Meisel, 2001), que correspondería, según el informe presentado por el DANE del PIB del año 2013, a 1,513 miles de dólares.
Ya si hablamos de una eventual dolarización, uno de los requisitos para que este proceso sea eficiente es que se tenga una satisfactoria integración económica con el país emisor de la moneda, en este caso Estados Unidos, situación que no se cumple con Colombia.
Los ciclos económicos de ambas economía son muy distintos y difieren en los impactos que tienen los mercados internacionales dentro de los países. Por ejemplo, la baja del precio del petróleo supone una ventaja para el país norteamericano puesto que uno de los mayores consumidores de energía, viéndose en la necesidad de importar petróleo aun siendo productor, favoreciéndole el bajo precio. Sin embargo, el mayor producto de exportación de Colombia es el petróleo, y una caída en su precio representa un retroceso en la demanda agregada.
Además, después de la gran crisis del 2008, la inyección de dinero necesaria para el rescate financiero que hizo Estado Unidos (algo que no pueden controlar las economías dolarizadas) generó que los países latinoamericanos con dólar como moneda oficial experimentaran una inflación mayor que la de Colombia. Lo que deja en evidencia que al no estar integradas eficientemente, algunos impactos económicos que generen un beneficio para el país emisor pueden afectar negativamente a los que están dolarizados.
Asimismo, al no tener el mercado laboral y el productivo integrados, un impacto negativo a la economía del país tendría fuertes consecuencias, pues al estar dolarizados no se podría devaluar la moneda ni hacer una reducción real de los salarios, lo que supondría buscar opciones para reducir los costos de producción, siendo los despedidos una medida factible que causaría oleadas de desempleados (Sierra & Lozano, 2010).
Frente a lo anterior, el país no estaría en condiciones de afrontar tales problemas por su situación actual con Venezuela. Al ser deportados los colombianos de nuevo a su país, aumenta la población en edad de trabajar economicamente activa, por lo que el índice de desempleo también crece, generando desigualdades y pobreza por la falta de ingresos. Esto se convierte en un tema serio para la política pública del país que no se reduce en poco tiempo, por lo que anexar más riesgos sería una medida necia.
Ya en el ámbito de mercados internacionales, dada la situación donde haya apreciación del dólar y este tenga bastante fuerza, una Colombia dolarizada perdería competitividad con otros países. Al subir el precio del dólar y ser esta la moneda oficial del país, los precios no se traducen sino que permanecen, siendo los productos de exportación más caros en los mercados externos, y tal como sabemos con las leyes de Henderson, entre mayor el precio la demanda se reduce.
Dado también que el Estado tiene fronteras débiles y una propensión al contrabando, un alza del dólar estimularía la compra en otros países donde los insumos fuesen más baratos. El ejemplo más claro se puede ver en la actualidad con Ecuador, donde los ecuatorianos vienen a Colombia y compran productos que saldrían más costosos en su país, estimulando la economía nacional pero reduciendo el consumo en la del país vecino. Por supuesto, también da pie al contrabando y la negociación de estos productos en sus tierras en un mercado donde el precio es más alto; siendo todo esto un generador de discordias políticas.
Colombia posee una alianza con países latinoamericanos conocida como Alianza Pacifico donde participan México, Chile y Perú. Estos cuatro países poseen economías medianas en vía de desarrollo, y se encuentran más cerca de estar integradas que Colombia con Estados Unidos. Sus ciclos económicos son similares y la incidencia en los mercados internacionales es significativa, por lo que un cambio de Colombia hacía el dólar alejaría más la idea de la máxima integración económica posible (Sierra & Lozano, 2010).
Tal como se dijo anteriormente, al perder competitividad esta alianza perdería de igual forma fuerza, y los aspectos económicos que engloba se verían afectados, incidiendo especialmente en la economía colombiana, que tendría que hacer frente a una reducción de la circulación de bienes, servicios, capitales y personas (Alianza del Pacífico, 2011).
Asimismo como lo mencioné anteriormente, el banco central del país dolarizado, siendo en el caso de Colombia el Banco de la República, perdería o limitaría tres de sus funciones principales: señoreaje, control de la política monetaria y prestamista de última instancia (Meisel, 2001). Además, estaría sujeto a la política impuesta por la Reserva Federal, que es el emisor oficial del dólar en Estados Unidos.
Al perder el señoreaje cedería el monopolio de emisión de dinero y todas las políticas monetarias sujetas a esta herramienta como el control de la inflación, el control del consumo y la estipulación de tasa de interés por flujo de dinero. Tanto sería el impacto que, frente a una eventual política monetaria contractiva (reducción del flujo de dinero en el mercado) decidida por la Reserva Federal, el consumo en Colombia se reduciría y las tasas de interés aumentarían.
El verdadero riesgo es que, al no poderse controlar la emisión y el flujo de dinero conforme a la situación de la economía actual, las medidas que adopte el país emisor y su banco central pueden resultar nocivas si no están coordinadas con el ciclo que vive la economía nacional, situación que resultaría factible ya que ambos Estados no se encuentran integrados.
Igualmente, si se presentase una crisis en las entidades financieras estas no podrían acudir de inmediato al Banco de la República para solicitar un préstamo interbancario ni una inyección de dinero, pues este tendría que apartar con anticipación los fondos que hiciesen falta o tendría que negociar líneas de crédito con bancos internacionales que puedan suplirlos de la divisa norteamericana (Berg & Borensztein, 2000). Si bien no desaparece este mecanismo, el banco central no podría imponer sus propios términos y estaría sujeto a la tase de descuento del organismo internacional y no la que este mismo estipule.
Dada la situación actual del país en la cual la moneda sufre una alta depreciación es entendible pensar que adoptar la divisa del dólar es un instrumento viable para controlar tal caída y evitar que la inflación se dispare. Sin embargo, podemos concluir que la dolarización toca otros aspectos mucho más profundos e importantes que incidirían de manera negativa en la sociedad, quien es la que interactúan y define, en mayor parte, la economía de un Estado.
Por lo tanto, se torna necesario evaluar toda decisión que tienda a adoptar una divisa como moneda local, identificando los impactos negativos que pueda tener. Y en el caso de una dolarización en el escenario actual, se tendría que calificar de desacertada y contraproducente para lo que se quiere lograr: estabilizar y aventajar la economía.
Bibliografía
Alianza del Pacífico. (2011). ¿Qué es la Alianza? Obtenido de Alianza del Pacífico: https://alianzapacifico.net/que-es-la-alianza/#la-alianza-del-pacifico-y-sus-objetivos
ANIF. (2001). Existen razones para que economías pequeñas dolaricen. Carta Financiera.
Banco Mundial. (2014). Data: Inflation Consumer Prices Annual Percentage. Obtenido de The World Bank: http://data.worldbank.org/indicator/FP.CPI.TOTL.ZG/countries/CO-EC?display=default
Berg, A., & Borensztein, E. (2000). Plena dolarización: Ventajas e inconvenientes. Washington: International Monetary Fund.
DANE. (2015). Información Trimestral - II trimestre de 2015. Bogotá D.C.
FMI. (Abril de 2015). Data Mapper: Inflation Rate, average consumer prices. Obtenido de Fondo Monetario Internacional: http://www.imf.org/external/datamapper/index.php
León, C. E., & Revéiz, A. (2008). La dolarizanción financiera: experiencia internacional y perspectivas para Colombia. Economía Institucional, X(18), 313-341.
Meisel, A. (1990). El Banco de la República: antecedentes, evolución y estructura. Bogotá: Banco de la República. Departamento Editorial.
Meisel, A. (2001). El futuro de la moneda en Colombia: ¿Cuándo dolarizar? Carta Financiera(119).
Sierra, L., & Lozano, D. (Enero de 2010). ¿Qué sabemos sobre la dolarización y sus efectos en las economías latinoamericanas que la aplicaron? Facultad de Ciencias Económicas , 18(1).






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