Días Extraños Parte I

November 29, 2017 | Autor: Arturo Villaseñor | Categoría: Desigualdades Sociales
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Descripción

"Era el mejor de los tiempos, era el peor de los
tiempos, la edad de la sabiduría, y también de la
locura; la época de las creencias y de la
incredulidad; la era de la luz y de las
tinieblas; la primavera de la esperanza y el
invierno de la desesperación. Todo lo poseíamos,
pero no teníamos nada; caminábamos en derechura
al cielo y nos extraviábamos por el camino
opuesto..."

Historia en dos Ciudades, Charles Dickens



Días extraños, Parte I

Si se pudiera hacer un recuento de los últimos años del siglo XX y los
primeros del siglo XXI, si de ese recuento se pudiera hacer una suma de los
avances y de los retrocesos de la humanidad, de lo que se ha ganado y de
lo que se ha perdido, ¿cuál sería el balance? ¿Cuál sería el resultado de
sumar todo lo positivo y lo negativo? ¿Hacia dónde se inclinaría esa
hipotética balanza, y qué clase de números arrojaría nuestro estado de
cuenta? Y si pudiéramos hacer una comparación con otras épocas, con otros
tiempos de crisis, ¿qué encontraríamos que es distinto? ¿Qué encontraríamos
que no ha cambiado?

En un platillo de esa balanza podríamos encontrar, con toda seguridad,
los viejos Jinetes del Apocalipsis: el Hambre, la Guerra, la Peste y la
Muerte, que han sido avatar y arquetipo de los males que ha padecido y
padece la humanidad toda y que han sido aceptados (a más no poder) como
parte natural de la existencia. Están aquí, siguen presentes, pero si
hacemos un examen más a fondo encontraremos que no son causa, sino síntoma,
y que aunque la muerte es inevitable, el hambre en cambio puede ser
mitigada, la enfermedad puede ser tratada y que la guerra puede y debería
ser eliminada por completo y cuanto antes. Encontraremos también, si
miramos con atención, que la verdadera tragedia de la humanidad es la
injusticia, y que la mayoría de los males que se padecen son producto de la
desigualdad que una minoría ha impuesto, mediante la manipulación, en la
mayoría de sus miembros. Y esto es algo que, no tan sorpresivamente, ha
cambiado poco o casi nada en el último 1% de la historia de la humanidad,
pero que, observado en perspectiva, es algo relativamente nuevo en la
experiencia de la especie humana, que ha sobrevivido por cientos de miles
de años gracias a la cooperación y el esfuerzo compartido de la mayoría.
¿En dónde ha quedado el sentido moral de equidad y de justicia? ¿En qué
parte del camino quedó abandonado el espíritu de solidaridad que nos había
acompañado por tanto tiempo? La respuesta es, me temo, que unos cuantos han
podido secuestrar a la humanidad, y que para ello se han valido del miedo y
la ignorancia y que los estados nacionales son, hoy en día, el medio de
control que ha aislado y dividido al género humano y que el enemigo a
vencer es la incomunicación y la división que los poderes fácticos y
supranacionales usan para mantener bajo control a los ciudadanos del mundo.


Y sucede que ahora, en estos Días Extraños, en que la maravilla y el
portento se confunden y mezclan con la miseria y el infortunio de tantos,
en estos mismos días en que los episodios de bondad y de generosidad pasan
a segundo plano, y con no poca frecuencia, ante las atrocidades y excesos
de unos cuantos, es cuando la humanidad puede tener, como nunca antes, la
oportunidad de cambiar el paradigma presente y sustituirlo, no por uno
nuevo, sino por aquél que permitió, en primer lugar, el Ascenso del Hombre
y que sigue ahí, a la espera de ser retomado y que nos permitiría superar
el estado de Peligro Claro e Inminente en que vivimos ahora.




Portland Oregon, 23 de noviembre de 2014
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