Dialéctica de la dominación

July 7, 2017 | Autor: Jonathan Ávila | Categoría: Sociology, Political Sociology, Political Philosophy, Individualism, Filosofía Latinoamericana
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Descripción

Dialéctica de la Dominación La falsa liberación de América Latina Jonathan Ávila Guzmán

RESUMEN Mientras que la constitución de las antiguas colonias españolas en América como naciones significan para algunos estudiosos del continente la liberación, ésta no es más que el inicio de un proceso concentrado en el pensamiento filosófico de las clases dominantes de las nuevas «repúblicas», que siguen reproduciendo la dominación de la moribunda potencia europea. Enmarcando una relación que parece encerrar a la nación española y los pueblos latinoamericanos en un circulo vicioso. En el presente texto se trata de explicar como es que la dominación se sigue reproduciendo hasta nuestros días, a partir de la categoría de raza, que ha estancado a las repúblicas en una dominación casi inherente que no permite el verdadero avance –mas no progreso– de los pueblos latinoamericanos. Abandonando, por tanto, todo intento de pensamiento.

TABLA DE CONTENIDO EL MITO COMO REALIDAD 2 LA ESTRUCTURA DE LA DOMINACIÓN 6 (¿DES?) COLONIZACIÓN ENSORDECIDA 11 CONCLUSIÓN INCONCLUSA: PENSAR 15 BIBLIOGRAFÍA 23

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El mito como realidad Puede que un mito como el de Ulises y las Sirenas constituya sólo un entramado de poemas homéricos que para la posteridad nada significarían. No obstante que dentro del imaginario social, esos poemas en los que la diosa Circe da señales a Ulises de los caminos por andar, hoy significan una realidad que no parece tan lejana cuando se le pone en la justa medida. Y es que para el lector cualquiera el poema homérico puede significar sólo una lectura plausible y placentera, pero para la realidad que hoy nos aqueja es preciso decir que el poema constituye el inicio de una larga metáfora que de nuestra realidad se desprende. Hoy, más que nunca, esa metáfora es para América Latina el significado de un largo viaje a través de la historia. Donde la adversidad abunda y donde la conexión de ambas, la mítica y la latinoamericana, no han tenido importancia para la explicación de quienes estudian el entramado social, cultural, político y filosófico del imaginario latinoamericano. Antes de continuar en una explicación que pareciera no tener sentido, habremos de retomar el texto que hoy nos trae a un fenómeno latinoamericano como el de la dominación. Citaremos textual el canto número doce de la Odisea de Homero para dar rienda suelta a la explicación, quizá filosófica, de nuestro pasado, para entender nuestro presente: “Y entonces la venerable Circe me dijo: –Así has cumplido todos tus trabajos. Ahora escucha lo que voy a decirte. Un Dios, más tarde, hará para sí mismo que lo recuerdes. Encontrarás primero a las Sirenas, que encantan a todos los hombres que se les aproximan; pero está perdido aquel, que, imprudentemente, escuche su canto, y jamás su mujer ni sus hijos volverán a verle en su morada ni regocijarse con su vuelta. Las Sirenas le hechizan con su canto armonioso, reclinadas en una pradera al lado de un enorme 2

montón de osamentas de hombres y de pieles en putrefacción. Navega rápidamente al lado y tapa las orejas de tus compañeros con cera blanca, para evitar que alguno las oiga. En cuanto a ti, escúchalas, si te place; pero que tus compañeros te aten, con ayuda de cuerdas, en la ligera nave, a lo largo del mástil, por los pies y por las manos antes de que escuches con una gran delicia la voz de las Sirenas. Y si suplicas, si ordenas a tus compañeros que te desaten, que todavía redoblen las ligaduras. Después de que hayáis navegado lejos de allí, no puedo indicarte cuál, de dos caminos que hallarás, te conviene seguir; tú lo decidirás en tu corazón… Y volviendo hacia mi nave, invité a mis compañeros a embarcarse y soltar las amarras… Entonces, triste en mi corazón, dije a mis compañeros: –¡Oh amigos! No conviene que sea uno solamente, ni siquiera sólo dos, los que sepan lo que me ha anunciado la noble Diosa Circe, sino que es preciso que lo sepamos todos, y yo os lo diré. Quizá muramos, o esquivando el peligro escapemos de la muerte y a la Ker (el destino). Ante todos, nos ordena huir del canto y la pradera de las divinas Sirenas, y sólo a mí me concede que las oiga; mas habéis de atarme fuertemente con cuerdas, en pie y a lo largo del mástil a fin de que permanezca inmóvil, y si os suplicara y os mandara que me desatéis, entonces, por el contrario, habréis de redoblar las ligaduras. Mientras esto decía a mis amigos, la bien construida nave se acercaba a la isla de las Sirenas… Nos acercamos a una distancia desde la que se hubiera oído nuestra voz, y la nave rápida, ya tan próxima, fue al punto advertida por las Sirenas que entonaron su armonioso canto: –Ven, ¡oh ilustre Ulises!, alta gloria de los aqueos (del pueblo griego de Acaya). Detén tu nave, a fin de que escuches mi voz. Ningún hombre ha pasado de nuestra isla a bordo de su negra nave sin

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escuchar nuestra dulce voz, sino que se han alejado llenos de alegría y sabiendo muchas cosas…” 1. La metáfora del duodécimo poema de la Ilíada, es un mito que, según palabras de Adorno y Horkheimer2, constituye la explicación racional de nuestra era para el entendimiento de las lógicas del dominio y el trabajo. Una lógica expresada en el canto de la Sirenas, que llama a la perdición en el pasado, y fundada en un héroe construido en el sufrimiento de las desventuras narradas por Homero. Es ahí donde la historia de América Latina se entrelaza con la mirada de los críticos de la Escuela de Fráncfort y el mito homérico. Mientras «el héroe de las aventuras se revela como prototipo del individuo burgués» 3 en la visión de la Dialéctica de la Ilustración, en esta narración se forma en la figura de la naciente clase burguesa de Europa, específicamente, en la España posterior a la independencia de las colonias Americanas. En tanto los compañeros de Ulises, remeros ensordecidos que cruzan la isla de las Sirenas, en la Dialéctica de la Ilustración 4 son los trabajadores que se concentran en su papel de hacer caso omiso a los cantos de las Sirenas, como todo lo que ocurre a su alrededor y miran hacia delante, lo que los constituye en individuos prácticos y serviles al «señor terrateniente» –Ulises–. Aunque para la realidad latinoamericana, es decir nuestro caso, no significan sino los mismos pueblos latinoamericanos, antiguas colonias españolas, que hoy se han constituido en las «repúblicas sin Estado»5, o quizá también las clases dominantes posteriores a la llamada independencia, esos blancos criollos que se abrieron paso en el poder político de las nuevas naciones, omisos a sus contextos, ensordecidos por la «cera» de la cultura impuesta entre las prácticas de la recién 1 2

Homero. (2012). La Odisea. En: Homero. Obras selectas (pp. 465-468). Madrid: Edimat Libros

Adorno, T., y Horkheimer, M. (2007). Dialéctica de la Ilustración. Fragmentos filosóficos.

Madrid: Akal 3

Ibíd., p. 57.

4

Ibíd., p. 48.

5

Zanatta, L. (2012). Historia de América Latina. De la Colonia al siglo XXI. Argentina: Siglo XXI

4

constituida España y la educación religiosa, imperante desde la visión

judeo-

cristiana, con miradas puestas en las falsas categorías eurocéntricas del progreso y la modernidad. Por tanto el canto no sólo constituye lo que para la explicación de la Teoría Crítica era necesaria en su contexto, sino que para nuestro caso es también el símbolo del poder mismo, no el otorgado por el ejercicio de gobierno, sino el poder en su sentido más puro. Es decir, el verdadero ejercicio de ese poder, ilustrado en la práctica de la dominación. Práctica generada a partir de la visión que el «descubrimiento» de América generó, con el nacimiento de la categoría de raza y, por tanto, la nueva visión y relación entre dominador y dominado, colonizador y colonizado. Donde el imperio de las razas «descubiertas» en el Caribe dieron una nueva categoría a la estructura mundial de la sociedad, partiendo al mundo en cuatro categorías tanto básicas como generales: blanco, dominadores, por encima de cualquier raza; indios, originarios del «nuevo» continente; negros, que eran los esclavos originarios de la colonizada África; y los amarillos/asiáticos, que como su nombre lo señala, venían del oriente cercano a China y Japón.

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La estructura de la dominación No hay forma más conexa de empatar la historia de América Latina, con la visión de las grandes figuras de la Escuela de Fráncfort, que utilizando una frase que enmarca el inicio de la colonialización de los pueblos naturales de América por parte de España, principal «potencia» que –recién formada como tal– visionó su expansión en los territorios del otro lado del Atlántico. “El navegante Odiseo (Ulises) engaña a las divinidades naturales, igual que hace tiempo el viajero civilizado a los salvajes, a quienes ofrecía cuentas de vidrio de colores a cambio de marfil”6. Más allá de las categorías propias de una visión generada desde el contexto europeo, donde no queda claro si se refiere al «viajero civilizado» europeo en la esclavización del pueblo africano, podemos encontrar en la visión de la Dialéctica de la Ilustración la imagen del colonizador que intercambia su banal cultura por las riquezas de los recursos poco explotados por los pueblos naturales. Esta imagen dada desde la visión eurocentrista es el ejemplo de la dominación. Nacida como sacrificio e intercambio, que se da a partir de la ambición por los recursos naturales de América y la necesidad de una colonización, no pacifica, pero que no perjudique en bajas a los ejércitos colonizadores. Como bien señala la Dialéctica de la Ilustración, ese intercambio se da a partir de la sangre derramada, fruto del sacrificio de los «no-europeos»7 para la explotación de los mismos recursos, pero en beneficio de la no venganza de los pueblos originarios,

6 7

Adorno y Horkheimer, op. cit., p. 62. Quijano, A. (2000). Colonialidad del poder, eurocentrismo y América Latina. En: Lander, E.

(comp.). La colonialidad del saber: eurocentrismo y ciencias sociales, (pp. 201-246). Argentina: CLACSO.

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que desde la visión española les darán a cambio la «cultura» europea, puesto que estos individuos originarios no serán reconocidos «hombres», al menos no para la distribución del poder y las riquezas. Por el contrario, con su descubrimiento serán catalogados como «razas» inferiores. No merecedoras de la categorías de la raza blanca y en consecuencia serán utilizados como esclavos. De esto que en Aníbal Quijano8 se conoce como «la primera id-entidad de la modernidad» y «el nuevo patrón de poder», también se encuentra en la propuesta de los teóricos de la Dialéctica de la Ilustración 9 . Ya que para éstos la fundamentación de la dominación está en el «sí-mismo». Entendido desde la perspectiva de los pueblos originarios, se renuncia al «sí-mismo» para su aniquilación, en búsqueda de la autoconservación. Dicho de otra forma, será la búsqueda de la existencia misma la que guíe a los hombres naturales de América, y su sentido de conservación en el mundo, a aceptar la dominación del hombre blanco-europeo. Esta dominación, por ende, está cimentada en las modernas ideas de la raza, idea que deberá entonces ser asociada con la nueva estructura social, para la creación de las jerarquías, lugares y roles10. Imponiendo de esa forma lo que ya expresamos desde la explicación de Aníbal Quijano, que es «el nuevo patrón del poder». Como consecuencia, de lo que antes se explicó, inició el proceso de creación de ese «círculo vicioso» en el que tanto el dominador (Europa) como los dominados (América Latina) quedarán inmersos. Y es que como lo explica Leopoldo Zea11, la aniquilación del hombre por el hombre en búsqueda de la dominación y la imposición de la propia cultura, sólo llevará a la aniquilación del «sí-mismo».

8

Ibíd.

9

Adorno y Horkheimer, op. cit., p. 68.

10

Quijano, A., op. cit., p. 202.

11

Zea, L. (1978). De la dependencia a la liberación. En: Filosofía de la historia americana (pp.

76-102). México: Fondo de Cultura Económica.

7

Sin embargo, previo a esta sentencia, el filósofo mexicano explica que la destrucción entre hombres debe terminar de otra forma. No sólo construye la consecuencia de una relación bélica entre hombres en América. Expone, según su visión, que para la detención misma de esa destrucción mutua, se debe ceder por una de las partes, llegar a la pasividad para la propia salvación de su «sí- mismo» y así se da la construcción lo que conocemos como la relación de la esclavitud. Generando de esa forma el primer rasgo de una relación de dependencia, fundadora de la «nueva sociedad americana». Esa nueva relación, tanto colectiva como de los individuos naturales, no sólo conformó la dependencia en un sentido estricto de historia y estructura, sino que quedó asentado en el pensamiento de los hombres naturales y de la nueva estructura social de América, ya que la no alienación con la estructura de poder naciente significaba la no pertenencia al «nuevo patrón de poder»12, mismo que no era el objetivo, tanto de los dominados como, de los dominadores. El «nuevo patrón» benefició entonces a la estructura del capitalismo colonial en formación, pues bajo la idea de la raza se dio uso de la mano de obra, con la excepción de que, a diferencia de los pueblos

en vías de industrialización

europeos, no existió un salario para los trabajadores ni una protección señorial, como en el feudalismo europeo, más allá de la propia dominación de las categorías de amo/esclavo. “El amo es reconocido por el esclavo. Pero un reconocimiento que implica también la autonomía del esclavo. Autonomía que sólo podría terminar con el aniquilamiento del esclavo. Algo que no hará, porque el amo necesita del esclavo, para reconocerse en él como conciencia y para que el mismo enajene su acción en beneficio del amo. Esto es, para que trabaje por y para él”13. Dicho de otra forma, Leopoldo Zea explica el segundo paso en la formulación de la dependencia del dominador con el dominado, pues a diferencia de lo que

12

Quijano, A., op. cit., p. 204.

13

Zea, L., op. cit., p. 81.

8

ocurrió en la conquista del pueblo británico en América del Norte, la conquista de España dio cabida a los pueblos originarios, que quedaron en su estructura social, no en la categoría de iguales, pero que estaban contemplados dentro de su estructura y de esa forma tendrían una función en el «nuevo patrón de poder», es decir, su participación es imprescindible para la sociedad colonial, en tanto estructura, de América Latina. La nueva estructura del poder quedó también cimentada en los elementos básicos de las sociedades modernas de Europa, ahora instaladas en América. En el control del trabajo, de sus recursos y de sus productos, está la empresa capitalista; en el control del sexo, sus recursos y productos, la familia burguesa; en el control de la autoridad, sus recursos y productos, el Estado-nación; en el control de la intersubjetividad, el eurocentrismo14. Parte de esta nueva estructura se dio a partir de la transición y cambios en el nuevo sistema social de América Latina. Los pueblos indios vivían entonces en un andamiaje «menos» opresivo puesto que se le otorgó el permiso de utilizar herramientas y tierras para la explotación a favor de sus dueños15. En tanto que no eran ya esclavos, puesto que pasaron a convertirse en una servidumbre que no estaba ya “del todo” sujeta al dominador, se dio paso al nacimiento de lo que en Europa seria denominado como la burguesía, aunque con sus respectivas características latinoamericanas. A diferencia del caso europeo, la burguesía originada de la transición del esclavo a siervo, y de siervo a burgués, existen los elementos básicos del capitalismo, la fuerza de trabajo y el salario, pero este último no formó parte de la idea de burguesía, al menos no como en Europa, en América Latina, toda vez que su idea de libertad, en tanto que burgués, estaba fundado en la «libertad» a partir del trabajo. No obstante que esta fuerza de trabajo no asalariada mostraría una de

14

Quijano, A., op. cit., p. 214.

15

Para conocer más sobre este proceso de transición ver: Lynch, John. (1983). Los orígenes

de la nacionalidad hispanoamericana. En: Las revoluciones hispanoamericanas (pp. 9-47). España: Editorial Ariel.

9

las peores formas de explotación 16 , o lo que es también, la nueva forma de dominación/explotación colonial. Esta nueva forma de explotación/dominación fundaría el estado actual de la situación y punto principal de este ensayo, que es la actual dependencia, a partir de la creación de un nuevo sistema entre América Latina y España, que quedaría fundamentado en la creada burguesía latinoamericana y europea, cimentada bajo los ideales de raza y religión, creando incluso una visión vertical interna de las relaciones de dominación, así como una horizontal, la cual se sigue reproduciendo a partir de la incapacidad de lo que hoy se denomina como Tercer Mundo, y que es justamente lo que Leopoldo Zea expone como la moderna, y destacaría actual, relación colonizador-colonizado17.

16

Zea, L., op. cit., p. 85.

17

Ibíd., p. 86.

10

(¿Des?) Colonización ensordecida Las revoluciones e ideas de independencia llevadas a cabo durante el siglo XIX serían acompañas por un largo proceso de crisis que hasta nuestros días está presente. El estancamiento de las «nuevas naciones» y el retroceso de su capital no hicieron otra cosa que fortalecer la colonialidad de la dominación social y política de los Estados verdaderamente independientes 18 , por supuesto, no latinoamericanos. Dicho estancamiento no sería entonces producto de la casualidad de la mal llamada emancipación de los pueblos latinoamericanos de su dominador, España. Sino, por el contrario, producto de la causalidad propia del proceso de «ensordecimiento» y dependencia, consecuencia de los andamiajes antes expuestos de manera muy general. Y es que mientras América Latina se encontraba en un proceso de guerras por su «independencia política», España atravesaba un proceso de crisis política y económica generada por la geopolítica tanto interna de Europa como de la dependencia generada por los pueblos latinoamericanos, de los que dependencia económicamente, puesto que la mayoría de las exportaciones latinoamericanas iban a parar el país Ibérico. El siervo (los pueblos latinoamericanos) permanecía(n) sometido(s) en cuerpo y alma, señala la Dialéctica de la Ilustración19, y el señor (España) se degrada. Ya que al no superar la dependencia generada por la España colonial, los pueblos latinoamericanos quedaron supeditados al falso progreso, o lo que la Dialéctica de la Ilustración 20 señala como el «progreso logrado de su propio contrario. La maldición del progreso imparable, es la imparable regresión». 18

Quijano, A., op. cit., p. 218.

19

Adorno y Horkheimer, op. cit., p. 49.

20

Ibíd., p. 50.

11

Esto quiere decir –volviendo a la metáfora de Ulises y las Sirenas– que ante la búsqueda del escape de ese canto que hoy significa el ejercicio del poder y la práctica de la dominación, enseñadas a partir de la estructura cultural y religiosa fundada en el nuevo sistema hispanoamericano, la clase dominante tapó los oídos con cera de los pueblos dominados y los blancos-criollos, ordenándoles por tanto, con la fuerza del trabajo propia del capitalismo colonial no asalariado, remar con todas sus fuerzas y hacer caso omiso de los contextos. Con el agregado de que en caso de la seducción de los cantos que sólo Ulises (España) podía escuchar, fuera más fuerte, los remeros (como pueblos latinoamericanos) atarán más a éste. Lo que no significa otra cosa que la idea de España por no perder el territorio conquistado. Las innumerables ocasiones que aun cuando los pueblos latinoamericanos ya habían declarado la «oficial independencia» de España, ésta última regresaba, en busca de ese poder dominante,

al cual los pueblos

latinoamericanos respondían, en medio de su dependencia cultural, atando más a su dominadora, que está sometida ante la crisis misma de la «independencia» latinoamericana. La perspectiva eurocéntrica de conocimiento opera como un espejo que distorsiona lo que refleja, explica Aníbal Quijano21. Es decir, mientras la España moribunda era el reflejo mismo de los pueblos latinoamericanos en crisis, éstos últimos no entendían su propio contexto y ataban más al dominador, con sus políticas económicas, y al mismo tiempo remaban sin sentido, sordos en su proceso de –falsa– liberación. Dominados por falso defensores, como lo fue EE. UU., en la doctrina Monroe. Esa nueva forma de ceguera, como le llaman en la Dialéctica de la Ilustración22, constituye entonces la incapacidad de los pueblos latinoamericanos, incluso, para la propia comunicación interna de éstos, es decir, las disputas del territorio y la no unificación de los pueblos, como lo postulaba en su momento el líder revolucionario Simón Bolívar. Puesto que el elemento de la identidad propia y

21

Quijano, A., op. cit., p. 225.

22

Adorno y Horkheimer, op. cit., p. 51.

12

ensalzada de cada uno de los pueblos latinoamericanos constituye un problema y un remero –desde la metáfora– por su cuenta. Entonces encontramos ya el elemento clave de nuestra explicación. El pensamiento y la comprensión propia de nuestro contexto, porque si recordamos, parte de lo que el canto de las Sirenas dijeron a Ulises mientras cruzaba frente a su isla era: « Ningún hombre ha pasado de nuestra isla a bordo de su negra nave sin escuchar nuestra dulce voz, sino que se han alejado llenos de alegría y sabiendo muchas cosas…». Lo que en principio debemos aclarar es que a lo que llamaban las Sirenas no era, del todo, a la muerte, sino al conocimiento, al pensamiento de la realidad y del contexto. Al saber de lo que ocurre a nuestro alrededor, lo que va en contra de la recomendación de Circe a Ulises al pedirle que les tape los oídos a sus compañeros con cera, para que no escuchen el canto de las Sirenas, que establece el conocimiento, no sólo del «sí-mismo», sino del otro como un individuo igual a éste, es decir, rompería con toda categoría de raza. Pero ese conocimiento nunca ha sido dado, pues como la narración misma lo señala, aquellos hombres (pueblos en este caso) que se han acercado a las Sirenas por su canto fueron destruidos, muertos. Sus huesos y pieles (ruinas) reposan debajo de las Sirenas, mientras Ulises y sus compañeros las observan desde la distancia en que su voz puede ser escuchada. Es imposible oír el canto de las sirenas y no quedar a su merced: no pueden ser desafiadas. Desafío y obcecación son la misma cosa –explica la Dialéctica de la Ilustración–, y quien las desafía es víctima del mito al que se opone. Ese mito entonces será explicado, ya en el plano real, por Loris Zanatta23, puesto que señala que, debido a lo antes expuesto, la post independencia de los países latinoamericanos estuvo marcado por la gran inestabilidad política y la falta de dinamismo económico. Propio de ese ensordecimiento de los pueblos. Las posteriores disputas están, entonces, centradas en las implementaciones de sistemas políticos no funcionales. La disputa inicial se centró sólo en dos bandos, los conservadores y los liberales, de los cuales ninguno pudo constituir, en sí, un

23

Zanatta, L., op. cit., p. 53.

13

sistema fuerte propio de los países verdaderamente independientes de Europa y la América-británica. Por su falta de conocimiento de su contexto, pensamiento reflexivo de su realidad, y la comprensión de su futuro frente a la todavía vigente dependencia de los dominadores. El ingreso en la vida independiente no fue para los países de América Latina una marcha triunfal, describe Zanatta, todo lo contrario. Puesto que las expectativas creadas por la burguesía latinoamericana, blanca y de origen –por ende– europeo, era propio de los sistemas del Antiguo Continente y no respondía a las limitantes y necesidades propias de los países de América Latina.

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Conclusión inconclusa: pensar La pregunta detonadora de esta reflexión –no antes dicha– era el principio de sentar a la mesa a los teóricos de la historia latinoamericana y confrontar sus ideas en la reflexión de Theodor Adorno y Max Horkheimer realizada en Dialéctica de la Ilustración. La pregunta fundamental era entonces que si la libertad ilustrada es en sí un destino en donde la dominación no es superada ¿puede la explicación dialéctica de la Ilustración situarse en la narrativa de la dominación latinoamericana? Y la hipótesis era –aunque burda– que quizá no: por el elemento categórico de su propuesta. Situada en el pensamiento europeo y la visión crítica del marxismo aplicada a un periodo de la historia que, si bien afectó a todo el mundo, en América Latina tuvo su propio proceso, la visión de la dialéctica de la Ilustración no está tan lejana de nuestra realidad. Hemos demostrado, con la anterior explicación –general y somera, por la medida de las posibilidades– que la propuesta de Adorno y Horkheimer, bien encaminada y situada en su contexto, puede servirnos para el entendimiento de un fenómeno que hoy sigue en lo más profundo de nuestra sociedad. Puesto que la dominación, como hemos señalado, no terminó en los periodos de revoluciones «independentistas», menos aun en las disputas entre conservadores y liberales. Y es menos aplicable aun a los periodos del siglo XX que constituyen una neo-colonialización, con doctrinas como la Monroe 24 y la

24

Doctrina fundada en el discurso del ex presidente norteamericano James Monroe (1817-

1825) a partir del mensaje anual del presidente norteamericano al Congreso de los Estados Unidos del 2 de diciembre de 1823. Que no sería retomada sino hasta finales del siglo XIX y cuyo lema principal es “América para los americanos”, cuyo trasfondo no sería entendido como un pensamiento unificador sino como un pensamiento dominador en donde Estados Unidos se erigiría como el defensor de las naciones independientes, en su favor. frente a las potencias europeas. Véase: Casanueva de Diego, R. La Doctrina Monroe: su significado y aplicación durante el siglo

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operación Cóndor25, propios de las potencias imperialistas, en este caso EE. UU., que buscan todavía, y en algunos casos los tienes, el dominio y el poder sobre los pueblos latinoamericanos. Pero entonces ¿cuál es la propuesta a este problema fundamental de nuestra América Latina? Como lo expone la Dialéctica de la Ilustración y como se ha llegado a determinar en esta pequeña reflexión, la generación del pensamiento reflexivo, el conocimiento de nuestro contexto y la comprensión de nuestro papel ante la realidad y el futuro es lo fundamental para despedirnos de esa dependencia. El proceso como tal es difícil, y no hay formulas mágicas para su realización, pero como se menciona «en la humildad con que esto se reconoce como dominio y se revoca en la naturaleza, se disuelve su pretensión de dominio, que es precisamente lo que esclaviza la naturaleza»26. Partiendo entonces de esa propuesta, nuestro camino no está del todo en la acción directa –al menos no de la que está apartada de la reflexión–, antes debe ser vista desde todos sus ángulos y revolucionada a partir de las categorías que nacieron con la estructura del «nuevo patrón de poder». Identificando nuestra deuda en la erradicación de posturas propias del racismo que nacieron con la América colonizada. Despegándonos del eurocentrismo marcado, por un lado, desde la imposición de una cultura que exterminó todo atisbo de cosmovisiones distintas y que eran originarias del continente «natural» y, como una segunda inherente a la primera, ayudada por la visión judeo-cristiana de nuestra realidad, de nuestro imaginario social y, por supuesto, de nuestro propio cuerpo.

XIX [versión electrónica]. México: Universidad Iberoamericana. Recuperado el 18 de enero de 2015 de: http://www.uia.mx/departamentos/dpt_estudinterna/dialogo/anticuario/doctrina%20monroe.html 25

La Operación Cóndor podría ser considerada como un operativo encuadrado en el marco de

la lucha de clases, en el sentido de eliminar la organización de las clases populares que amenazaban a las estructuras organizativas de las clases dominantes en América Latina con la anuencia de los EE. UU. Véase: Ferreira Navarro, M. (2014). Operación Cóndor: antecedentes, formación y acciones. Ab Initio (9), 153-179. 26

Adorno y Horkheimer, op. cit., p. 54.

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Contrario a la postura pesimista de la Dialéctica de la Ilustración, en América Latina sí podemos tener un cambio, quizá de muy lento aliento, pero cambio al final, quizá en el sentido más radical, pero eficaz a la vez. Ya que la postulación de los conceptos de «pensamiento reflexivo» y la «comprensión» de nuestra realidad no están dichas al aire. Tienen su sustento, en el caso del «pensamiento reflexivo», en aquello que Martín Heidegger27 postuló a partir de una crítica a la «fuga» del pensamiento. En aquella conferencia pronunciada el 30 de octubre de 1955 en Messkirch, Alemania, el filósofo fue directo en su expresión, la sociedad está ausente de pensamiento no porque no sea consciente de la misma ausencia, sino por el contrario, porque está inmerso en una nueva lógica donde huye su pensamiento. El hombre, agrega Heidegger, está destinado a pensar, aun cuando trate de huir de éste. A partir de esa explicación, desarrolla dos formas de pensamiento: el calculador y la meditación reflexiva. Es entonces cuando señala al pensamiento reflexivo como uno de un tipo de mayor esfuerzo. Pues exige un «adiestramiento más prolongado»28. Ya que el hombre pensante, en sí mismo es reflexivo, pero sólo a partir de lo profundo de su pensamiento, no reside entonces en el mero acto de pensar. Es quizá más claro en la propuesta de Hannah Arendt 29 , influenciada por Heidegger, que no sólo es el pensamiento del sí mismo el que lleva al entendimiento y reconciliación con el mundo, es la comprensión de la realidad, en otra propuesta de reflexión que se propone. Ésta señala que la comprensión comienza en el nacimiento y termina en la muerte30. Ya que la misma no es un proceso concluyente, sino un ejercicio que no tiene fin. Difícil en su inicio, pero básico en el entendimiento de la realidad, para reconciliarnos con ésta y entender nuestro sentido en el mundo. 27

Heidegger, M. (1994). Serenidad. Revista Colombiana de Psicología (3), 22-28.

28

Ibíd., p. 24.

29

Arendt, H. (2005). Comprensión y política (las dificultades de la comprensión. En: Ensayos

de la comprensión 1930-1954 (pp. 371-393). Madrid: Caparrós Editores. 30

Ibíd., p. 372.

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Y ¿para qué pensar? Preguntaríamos en este punto de la reflexión. ¿Qué importan las posiciones de Heidegger y Arendt respecto del pensamiento para nuestra realidad latinoamericana? Pues es aquí donde volvemos a empatar la visión europea con las posturas de la filosofía y la historia del continente, ya que como lo postula Luis Villoro 31 , la dominación puede ser superada sólo en el sentido de la ruptura del pensamiento reflexivo, de largo aliento, que él llama filosofía, con las doctrinas impuestas desde la dominación misma. «La dominación sólo es efectiva cuando los dominados la aceptan», sentencia Villoro32. Lo que quiere decir que el encubrimiento de la dominación no sólo es dejarse atrapar por la idea misma sino también ser dominado. Su postura en torno a la filosofía y la dominación gira en función de que la primera ha servido para la facilitación de la segunda, al mismo tiempo que puede servir para la liberación. Como sucesora de la religión, la filosofía se constituyó, durante la Ilustración, en la justificadora de la dominación. Pues como bien señala, todo poder se constituye en una creencia o doctrina, inicialmente religiosa, hoy filosófica33, como lo es la propia Ilustración. Pero es el genuino ejercicio filosófico el que tiene sentido para la liberación de esa dominación que hoy continua. Pues no se limita a sí misma como reproductora del pensamiento imperante, sino que hace uso de su libertad, cuestionando las doctrinas de la comunidad. «El filosofo se ha adjudicado la tarea de poner en cuestión todo supuesto, toda opinión aceptada sin discusión, toda convención compartida, poner en cuestión, en último término, el sistema de conceptos que permite formular una pregunta con sentido… la filosofía propiamente no conoce, piensa»34. Puesto que el andamiaje social, producto de la educación y las prácticas culturales impuestas desde la idea de dominio, la reproducen, será la tarea del 31

Villoro, Luis. (1978). Filosofía y dominación. En: Memoria del Colegio Nacional (pp. 225-236).

México: Colegio Nacional. 32

Ibíd., p. 234.

33

Ibíd., p. 226.

34

Ibíd., p. 227.

18

filosofo –en la idea de Villoro, el ser humano pensante en nuestro caso– ser crítico de ese andamiaje, confrontarlo en su reflejo y hacer consciente a los demás, no de la dominación en sí, sino de la ausencia del pensamiento reflexivo que lleve al descubrimiento o aclaración de esa dominación. El pensamiento filosófico de Villoro entonces nos lleva a la reflexión y postulación de que sólo el ejercicio mismo y la ruptura con la dominación, pueden erigir el inicio de una liberación de los pueblos latinoamericanos. No obstante bien hace Villoro al advertir que el pensamiento filosófico y la posterior ruptura con la dominación para liberación no se da en un sentido colectivo ipso facto. Antes es dado a ciertos individuos que no deben fungir como líderes morales de un «movimiento de liberación», es decir, no harán consciente de la dominación en sí misma sino de la ausencia del pensamiento reflexivo/filosófico. La propuesta de Villoro35 va acompañada de dos conceptos importantes en la constitución de los individuos pensantes y críticos de su dominación: la reforma del entendimiento y la elección de una forma de vida. En tanto que el pensamiento lleva al entendimiento de la realidad dominadora, se debe hacer una reforma del mismo para superar tal estado, no obstante el proceso debe ser acompañado de una elección para la vida misma del individuo pensante en la búsqueda de la ruptura con la cultura de la dominación. Pero se debe tener cuidado, advierte Villoro36, pues el discurso de la filosofía liberadora podría convertirse en una doctrina impuesta a otros seres que no han alcanzado un mismo nivel de reflexión de la realidad. Pues como lo advirtió también Hannah Arendt 37 , «el adoctrinamiento es peligroso porque surge principalmente de una perversión no del conocimiento, sino de la comprensión». Como ya señalamos, el sentido de la filosofía de liberación que postula Villoro tiene su esencia en la generación de un pensamiento filosófico reflexivo de su realidad dominadora, no de la generación directa, de la idea del individuo como

35

Ibíd., p. 232.

36

Ibíd.

37

Arendt, H., op. cit., p. 373.

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dominado a partir de lo que el individuo pensante le diga, porque entonces el proceso de reflexión no ha tenido su curso «normal». Ese es el gran problema de nuestro tiempo, consumir las posturas dadas por los pensadores, antes de generar un «pensamiento propio estructurado» que dé sentido a nuestra realidad para criticarla y confrontarla, causando rupturas, reformas en nuestro pensamiento y nuevas formas de vida. Pues la filosofía convertida en doctrina puede ser utilizada para distintos fines, propios del interés de las clases dominantes. Villoro destaca38 la generación de una cohesión social en una sociedad cuya división de clases sea tal que produzca un sistema de dominación. Se pervierte por completo el sentido del pensamiento filosófico, pues da sustento al sistema de dominación. Es así como se genera la ideología, en este caso dominante, ya que se utiliza al pensamiento de los otros para cohesionarlos en un sistema reproductor del que debería romper. Ya Arendt lo señalaba39: «El adoctrinamiento sólo sirve para fomentar el combate totalitario contra la comprensión, y, en todo caso, introduce el elemento de la violencia en todo el ámbito de la política», y aunque en este caso se refiere al totalitarismo como la perversión del pensamiento y la comprensión, bien puede conjugarse en el discurso de la dominación de los pueblos latinoamericanos, pues el propio Villoro40 lo señala al exponer cómo a lo largo de la historia, el encubrimiento de la dominación por parte del distorsionado pensamiento filosófico, es ese surgimiento de la ideología violenta, de la dominación en sí misma: «el ejercicio de una dominación aparece como una realización histórica de aquel estado postulado por una filosofía… En la conquista española se realizan los valores del cristianismo que es justamente negación de toda conquista… en la explotación capitalista se garantizan los derechos del hombre, que implican la negación de toda

38

Villoro, L., op. cit., p. 233.

39

Arendt, H., ibíd.

40

Villoro, L., op. cit., p. 235.

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explotación… La ideología es ese encubrimiento del pensamiento filosófico para utilizar sus doctrinas al servicio de una dominación». Y concluye Arendt41 que sin la imaginación, que es la comprensión misma, no podríamos ver las cosas en su justa medida. No podríamos soportar nuestra realidad y contexto, lo que en Villoro 42 es la división del sentido que el pensamiento filosófico puede tener en el entramado sistemático de la dominación, porque en tanto ideología, el distorsionado pensamiento filosófico se constituye en un defensor de la seguridad e integración del sistema de dominación, mientras que como pensamiento filosófico puro, es decir crítico, busca satisfacer su necesidad de libertad y autenticidad. Entonces, el ejercicio de la filosofía, que asustará al lector al ser propuesta como salida de un entramado sistemático de dominación y «dialéctica de la dominación» de los pueblos latinoamericanos, no es mas que el ejercicio puro del pensamiento reflexivo del que ya citamos en Heidegger. Ese pensamiento que no tiene fin y cuyo ejercicio no es el que una profesión cuyo titulo de filosofía puede otorgar, sino la práctica constante de la crítica de nuestro contexto y la ruptura con esa dominación. Que siempre debe estar alejada de la sociedad, en tanto razón limitada de su estructura y fundamento, la dominación. Pues «ningún argumento puede darse por concluido, ningún análisis llega a conceptos que no puedan a su vez analizarse, ninguna respuesta deja de remitir a un nuevo interrogante. Crítica permanente de la razón, su progreso no consiste en formular enunciados definitivos, sino en disolver falsas preguntas y plantear otras más iluminadoras, en rechazar conceptos confusos y alcanzar otros más precisos»43. Es de esa forma que el pensar constituye una conclusión inconclusa de nuestra problemática, cuya reflexión somera ha quedado plasmada en este texto. No obstante, como ya señala Villoro, la «dialéctica de la dominación» no es en sí una

41

Arendt, H., op. cit., p. 393.

42

Villoro, L., op. cit., p. 236.

43

Ibíd., p. 232.

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postura que deba ser aceptada ipso facto, en cambio, es el inicio de una nueva reflexión sobre nuestro contexto en tanto dominación y no superación de la dependencia que los pueblos latinoamericanos fueron adquiriendo con la imposición de la cultura española, que también se encuentra atrapada en este andamiaje de la falsa liberación, toda vez que su idea de progreso y modernidad se fundó no en su tierra, sino en sus colonias, y al perderlas, al menos en territorio y explotación directa, constituyó la muerte del imperio español. Este no es, por tanto, un parteaguas en el estudio de la dominación latinoamericana, antes ya se había expuesto con acertadas posturas pero en un entendido, no de dependencia mutua y actual, sino de liberación política que en este caso no se ve. Así es como la «dialéctica de la dominación» no es el fin de una idea hoy expuesta, sino el inicio de un proceso de explicación que puede ser retomado

para

entender

nuestra

actual

dependencia

con

las

naciones

dominadoras.

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