Democracia, Hegemonía y Populismo: Un análisis del discurso de los \"derechos humanos\" a \"la década ganada\"

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Descripción


http://www.decadaganada.gov.ar/
http://www.telam.com.ar/especiales/14-la-decada-ganada---2003--2013/1s-presentacion
Infografía http://www.decadaganada.gov.ar/
http://tn.com.ar/opinion/la-decada-ganada-un-ano-despues_500990
Ernesto Sanz hablando sobre la telefonía 3G en la argentina, La Nación, 13 de mayo 2014.
La Nación, 9 de junio de 2014.
http://presidencia.gov.ar/discursos-2007/11152
[email protected] DNI 24.159.104
El discurso del kirchnerismo contó con más elementos que los "derechos humanos" en su construcción hegemónica, cómo su carácter "Nacional y Popular", así cómo ciertos principios del peronismo de "Soberanía Política, Autonomía Económica y Justicia social", cómo también otros que experimentaron y descartaron cómo la "transversalidad". No ignoramos estos aspectos del discurso kirchnerista, pero debemos recortarlos con fines metodológicos y de recorte del tema.
Consideramos también cómo fuentes investigaciones sobre protesta y movimientos sociales que nos ayuden a describir y presentar evidencia sobre el papel de éstos en el discurso y establecimiento de hegemonía de los Kirchner. Principalmente Perez, G. y Natalucci, A. (eds.) (2012) "Vamos las bandas: Organizaciones y militancia Kirchnerista", Trilece, Bs. As. y Vommaro, G. (2013) (comp.) "La grieta. Política, economía y cultura después de 2001". Biblos, Bs. As.
Cómo las "Madres de Plaza de Mayo", "Movimientos de desocupados" y "organizaciones sociales" por mencionar algunos.
Democracia, Hegemonía y Populismo: Un análisis del discurso de los "derechos humanos" a "la década ganada".

Ricardo Esteves (Maestría de Análisis del Discursoo - UBA)

La expresión "la década ganada" surgió en el discurso pronunciado por la presidenta Cristina Fernández de Kirchner a 10 años de la llegada de Néstor Kirchner al poder y el establecimiento de un nuevo discurso político que tuvo cómo uno de sus pilares a los "derechos humanos". "La década ganada" presenta aspectos que evidencian un giro en el discurso de Cristina Fernández de Kirchner -en un momento específico de frágil consolidación hegemónica- en relación al discurso de los "derechos humanos".
"La década ganada" permite capturar un momento del proceso de consolidación de una nueva hegemonía, en buena parte establecida por el discurso de los "derechos humanos" cómo principio de la política del gobierno de los Kirchner. El proceso de establecimiento de ésta hegemonía comenzado en 2003 en la Argentina está basado en el discurso de los "derechos humanos", y presenta un trayecto complejo, accidentado, heterogéneo, y no lineal, tanto en los apoyos cómo en las oposiciones generadas, que concluyen en el actual discurso de "la década ganada".
Seleccionamos estos casos -los "derechos humanos" y "la década ganada"- para realizar un análisis que nos permita dar cuenta, aunque sea en términos panorámicos, del proceso de establecimiento de hegemonía que generó éste nuevo discurso político. A través del análisis del discurso kirchnerista, teniendo en cuenta estas expresiones -"derechos humanos" y "la década ganada"- nos interesa describir y caracterizar aspectos, así cómo lógicas y efectos retóricos producidos por el discurso político que desató este proceso de establecimiento de hegemonía que reemplazó al neoliberalismo imponiendo el populismo.
El análisis que aquí proponemos intenta mostrar cómo el discurso del kirchnerismo generó efectos perlocutivos que por medio de su retórica apelaron a un nuevo sujeto popular -el pueblo- instaurando una nueva lógica que caracterizó la democracia argentina durante este período. La democracia argentina reciente se caracteriza cómo populista, con una marcada presencia del líder, una retórica que apela e incluye en su política a sectores marginados; movimientos, grupos y organizaciones sociales; así cómo presentar la conflictividad implicada en sus demandas creando una nueva configuración del enfrentamiento que establece los apoyos y la oposición, al discurso de los "derechos humanos", en la que se basó.
En éste análisis nos interesa observar el cambio de lógica en el discurso del gobierno provocado por "la década ganada", en relación a los "derechos humanos" diferenciado sus efectos articulatorios y de dicotomización del espacio social marcando dos momentos distintos del proceso de establecimiento hegemónico del discurso kirchnerista.
Los efectos articulatorios y perlocutivos de estos dos discursos, -los "derechos humanos" y "la década ganada"- son muy diferentes y establecen distintas configuraciones del espacio social marcando claramente los momentos o el giro en este proceso hegemónico. El discurso de "la década ganada" genera efectos retóricos de dicotomización del espacio social trazando la frontera del pueblo -cómo sujeto político- dejándo fuera a quienes disputen este sentido de la historia reciente, mientras que el discurso de los "derechos humanos" articulaba equivalencialmente una serie de demandas diferentes -tanto de sectores del peronismo y otros partidos políticos cómo de los grupos, movimientos y organizaciones sociales- aglutinándolos en éste significante vacío, creando un nuevo sujeto popular y estableciendo una nueva hegemonía.
"La década ganada" y los "derechos humanos", son sobresimplificaciones, acaso una muestra de un punto nodal, un significante vacío, de discursos intrincados que no se pueden resumir en una expresión. La referencia es amplia y apela a los entramados discursivos que se desarrollan a partir de estas expresiones. En este sentido entendemos el discurso de forma compleja, tanto material, pragmática y perlocutiva, así cómo retórica y lingüísticamente, según la teoría de Laclau y Mouffe.
El objetivo de este trabajo es realizar un análisis empírico de la expresión "la década ganada", sus efectos, su giro respecto del discurso de los "derechos humanos", a partir de la teoría de Laclau y Mouffe, que nos permita describir y caracterizar el proceso de establecimiento de la hegemonía del kirchnerismo.
Mientras que "la década ganada" en su pretensión de cerrar un sentido respecto del pasado reciente, el discurso de los "derechos humanos" genera un efecto articulatorio equivalencial y de establecimiento de una hegemonía basada en un sujeto político popular.
Estos serán los insumos para la reflexión en torno a la hegemonía, democracia y populismo, para pensar en base a esa evidencia la lógica del discurso político en la Argentina durante el período que nos interesa (2003-2013).
La discusión sobre la hegemonía, la democracia y el populismo está implícita a lo largo de todo el análisis, pero se aborda de forma explícita -y lamentablemente amplia e inconclusa- al final.
La evidencia se elaborará a partir de la producción de discursividad, considerando los efectos perlocutivos y las formaciones discursivas, más que de una fuente sola, fija y regularizada (cómo pueden ser los titulares de los diarios ó discursos -alocuciones- presidenciales). Esto nos permite recolectar información de múltiples fuentes -cómo medios de comunicación, tanto gráficos cómo audiovisuales, así cómo de las expresiones comunes y reacciones de la gente en relación a estos discursos.
Éste análisis del discurso se propone desplegar lo que Laclau llama un análisis del discurso a tout court. Ésto es desplegar múltiples recursos teóricos presentes en su obra que van desde la filosofía analítica, la teoría de la enunciación, el psicoanálisis y la teoría política, en la medida que la situación lo requiera, permitiendo destacar distintos aspectos del discurso que nos permitan entender las lógicas de la política (hegemonía) por medio de este análisis.
En este ejercicio de retroalimentación de la teoría y la práctica, es decir analizar el discurso político argentino actual a la luz de la teoría de Laclau, para luego con esa evidencia volver a pensar teóricamente las categorías fundamentales del discurso político cómo son: la hegemonía, la democracia y el populismo.
Nos interesa desarrollar este argumento en 3 puntos. El recorrido de este planteo comienza por una breve descripción del origen del fenómeno de la emergencia de un nuevo discurso político que estableció una hegemonía, caracterizado a partir de los "derechos humanos". El segundo punto analiza el discurso de "la década ganada", sus efectos y su giro respecto del discurso de los rechos humanos. En el tercer punto plantea las conclusiones.
En este texto queremos señalar cómo a través del discurso de los "derechos humanos" el kirchnerismo inició un proceso político de establecimiento de una hegemonía popular que culmina en el discurso de "la década ganada".
La característica de este discurso es su capacidad articulatoria, aglutinante que permitió establecer un sujeto y una lógica popular, haciendo presente el antagonismo implicado en sus demandas creando una nueva dicotomización del espacio social a través de los apoyos y oposiciones.
El discurso de los "derechos humanos" instauró una lógica equivalencial con el pueblo cómo sujeto político privilegiando las demandas populares sobre las democráticas. La lógica popular de este discurso político se caracteriza por priorizar las demandas realizadas desde la posición de sujeto colectivo del pueblo, que las demandas democráticas realizadas desde posiciones individuales.
La discusión sobre la democracia y el populismo implican centralmente esta cuestión que observamos en el análisis del discurso kirchnerista de la lógica popular sobre la democrática.
Esto es volver a la discusión teórica sobre la democracia que proponen Laclau y Mouffe con la democracia radical, el populismo y la democracia agónica.
No abordamos a una conclusión categórica sobre la democracia en la discusión teórica que realizamos a partir del análisis del discurso kirchnerista. Sin embargo logramos distinguir sus lógicas y cómo operan en el discurso político de la democracia argentina reciente.

I. Derechos humanos: Articulación equivalencial y establecimiento de un sujeto político popular.

El análisis del discurso que nos proponemos abordar requiere remontarnos al 2001, recordar el discurso y los acontecimientos políticos que establecieron las condiciones de emergencia del kirchnerismo. Para pensar el kirchnerismo cómo un discurso hegemónico es necesario pensar el período anterior, la década menemista, el discurso neoliberal y su colapso en el 2001 durante el gobierno de Fernando de La Rúa.
Consideramos el proceso de constitución del kirchnerismo que se inauguró el 25 de mayo del 2003 a partir del colapso de la hegemonía y del discurso neoliberal de 2001.
La política neoliberal del gobierno de Menem había generado durante su última etapa una creciente proliferación de demandas que exigían una alternativa política que temporalmente fue captada por la Alianza -una coalición de partidos encabezados por la UCR. El gobierno de De la Rúa logró cambiar un aspecto del discurso menemista -la imagen de austeridad- pero mantuvo cómo en la década pasada el neoliberalismo cómo su fundamento. El nombramiento de Cavallo -el padre de la convertibilidad y el modelo económico del menemismo- cómo ministro y otorgarle "superpoderes" ponen en evidencia la continuidad del discurso neoliberal en el gobierno de De la Rúa.
En este sentido muchas demandas que prometían ser atendidas por el gobierno de Fernando De la Rúa continuaban insatisfechas, fracturando la unidad que podría haber encontrado momentáneamente en el sujeto político que constituyó el discurso de la Alianza, que quebró y dispersó, reforzando con desilusión el malestar generalizado de la gente.
Diciembre de 2001 creó las condiciones para la emergencia de un nuevo orden político hegemónico que supo establecer el kirchnerismo mediante su discurso en un escenario de gran descontento y vacío de poder por el agotamiento del discurso neoliberal. El estallido del 2001 presenta un desborde por la proliferación de la protesta -que comenzó a gestarse durante el menemismo- y petición de demandas políticas que excedían las capacidades del gobierno de De la Rúa cuestionando su legetimidad, especialmente después de deshacerse de todos los miembros de los demás partidos de la Alianza de su gabinete, la eventual renuncia del vice-presidente Chacho Alvarez, y el nombramiento de Domingo Cavallo cómo "superministro".
La promesa incumplida de la Alianza y la continuidad del discurso neoliberal del gobierno de De la Rúa, en contexto de crisis económica y debacle financiera erosionaron toda legitimidad al enfrentar a la multitud enardecida sin posibilidad de interpelarla.
Los movimientos y organizaciones sociales, sectores cómo los maestros, los estudiantes, los jubilados, los ahorristas, los sindicatos etc, desplegaron en una serie de demandas -en un eje diferencial- que manifestaron una protesta generalizada que a su interior era muy distintas.
Las demandas e identidades diferenciales generadas cómo reacción al neoliberalismo -y a la política en general (expresada en el "que se vayan todos")- cerraron toda posibilidad de sutura de la realidad social creando una delicada situación de crisis hegemónica.
El gobierno de transición de Duhalde intentó establecer un nuevo discurso alternativo al neoliberalismo, -nacional y conservador- intentado fundar una base de autoridad y legitimidad en la situación de vacío de poder. Podríamos decir que aunque el gobierno de Duhalde logró estabilizar la situación política para ordenar un proceso de sucesión, no consiguió establecer un discurso político que lograra constituir aquellas multitudes movilizadas por una serie de demandas democráticas y populares en un sujeto político.
Por el contrario, el discurso de Duhalde chocaba -contra estas demandas y los grupos que las articulaban- a través de la represión que terminó en el episodio de puente Pueyrredón en el que perdieron la vida a Kosteki y Santillán en junio de 2002.
En este marco de alta conflictividad y dicotomización del espacio social comenzó a emerger paulatinamente un discurso que logró apelar a esos movimientos, organizaciones y demás actores constituyendo un nuevo sujeto político: el pueblo.
Pero el triunfo electoral de Nestor Kirchner en el 2003 poco tuvo que ver con éste discurso. Podríamos considerar el triunfo electoral de Nestor Kirchner contingente, un resultado por default (por defecto), al alcanzar la segunda mayoría de solo el 22% de los votos, tras la retirada de Menem -quien había alcanzado la mayoría- del ballotage. Éste repliegue de Menem quien abandonó la contienda electoral evitando una segunda vuelta, depositó en el gobierno a Nestor Kirchner, prácticamente un desconocido, del que se sabía muy poco y que su fortuna electoral estaba ligado a un pacto con la facción del Partido Justicialista de la provincia de Buenos Aires que representaba Duhalde.
El kirchnerismo no comienza cómo un gobierno con gran base y apoyo popular. Esa gran base y apoyo popular lo generó el Kirchnerismo por medio de su discurso en una situación de gran descontento y movilización social.
El Kirchnerismo no comenzó cómo un discurso hegemónico sino que supo establecerlo a través de su capacidad de articular equivalencialmente demandas insatisfechas por medio de consignas vagas, generales, con las que cualquiera se podía identificar. La articulación equivalencial, que es la propiamente hegemónica, es una lógica de relacionar elementos diferentes en una nueva identidad. Esto es articular identidades distintas encadenado en un significante vacío lo suficientemente amplio y vago una serie extensa de demandas que se consideran interpeladas por ese concepto.
El ejemplo más claro de la articulación equivalencial es el caso de los "derechos humanos" cómo elemento aglutinante de demandas políticas. La lógica del discurso de los "derechos humanos" (nuevamente aclarando la sobresimplificación y necesidad de acotar con fines operativos) tuvo un efecto de articulación equivalencial, en la medida que constituyó a partir de todas esas diferentes demandas un sujeto político. La lógica de la articulación equivalencial está vinculada al efecto retórico de un discurso por el cual identidades diferentes se relacionan a través de un mismo significante y presentar una serie de diferencias bajo la forma de lo mismo, que es presentada cómo una totalidad uniforme en la figura del líder. Esta es la lógica que constituyó el discurso de los "derechos humanos" a partir de distintas organizaciones y movimientos sociales, así cómo una diversidad de actores, en un sujeto político plural: el pueblo.
El discurso de los "derechos humanos" en su lógica articulatoria, propone que el aspecto diferencial de la demanda particular puede ser satisfecha en un aspecto parcial por éste significante vacío. Ésto es pidiendo (o brindando) "derechos humanos" se satisfacen algunos aspectos concretos de las distintas demandas políticas que se pueden realizar bajo esa reivindicación.
Los "derechos humanos" funciona cómo punto nodal del discurso kirchnerista anudando una serie de demandas distintas, a partir de un mismo sujeto político que logra fundir sus diferencias presentado la heterogeneidad que la compone cómo una identidad completa. El sujeto del discurso kirchnerista y la nueva hegemonía política que se estaba gestando en la Argentina, bajo la figura del pueblo, es el resultado de los efectos articulatorios de discurso de los "derechos humanos"
La llegada de Nestor Kirchner al gobierno en 2003 estableció un nuevo discurso desplegando en su política de "derechos humanos" una lógica articulatoria equivalencial que en muy poco tiempo le generó gran adhesión y parecía marcar el rumbo de la democracia argentina.
Sin duda el aspecto más importante de este nuevo discurso político fué su capacidad articulatoria, sin embargo también puso en evidencia el antagonismo social que traía escena la reivindicación de estas demandas, generando apoyos y oposiciones que establecen la frontera que marca el "adentro" y "afuera" del orden hegemónico presentando al sujeto político -el pueblo- de forma completa.
Los "derechos humanos" establecieron éste sujeto político a través de su lógica articulatoria pero al mismo tiempo creó un límite trazado por el conflicto provocado por el mismo hecho de pretender satisfacer una gran serie de demandas populares mediante esta política.
Concretamente podemos referirnos a episodios cómo el de la ESMA (25 de marzo de 2004) en los que Nestor Kirchner exigió retirar el cuadro de Videla. Ese gesto, en tanto discurso, generó aprobación y eventualmente identificación con el gobierno y por otro lado rechazo, alejamiento creando una oposición por fuera del pueblo.
El escenario político en el que asumió el gobierno Nestor Kirchner -que aquí describimos- encontraba desplegado en un eje diferencial demandas populares y democráticas de forma muy extensa, generado por el rechazo a la política neoliberal, en el que la orientación nacional y popular de éste discurso encontró gran éxito para establecer una nueva hegemonía a pesar de la dicotomización del espacio social creó un antagonismo que enfrentaba al pueblo con poderosos intereses del stabilshment argentino.
En este sentido aquellas demandas democráticas, particulares que no lograban articularse con los "derechos humanos" o lo "nacional" y "popular", no tenían el mismo peso que las demandas populares, -al menos en términos de retórica- elaboradas desde la posición de sujeto político pueblo.
Este discurso estableció una nueva lógica política. La lógica de las demandas populares, las grandes reivindicaciones políticas cómo los "derechos humanos", el establecimiento de un nuevo sujeto político popular, y crear a través del antagonismo una nueva dicotomización del espacio social estableciendo una frontera que demarca el límite de ésta nueva totalidad hegemónica separando lo popular de lo democrático.
La hegemonía que impuso el discurso kirchnerista tuvo la capacidad de absorber el conflicto provocado por la política inclusiva de los "derechos humanos" manteniendo al pueblo como sujeto central de su política.
Concretamente los "derechos humanos" son el fundamento de políticas cómo la asignación universal por hijo, matrimonio igualitario, ley de identidad, ley de medios audiovisuales, entre
otras políticas reivindicatorias, cómo la por memoria y castigo a los genocidas de la última dictadura militar y la garantía de no reprimir la protesta social haciendo legítimo el derecho a peticionar a las autoridades. Podríamos considerar todas éstas demandas diferentes, cómo parte de una misma política, cómo el resultado de la articulación equivalencial a partir del discurso de los "derechos humanos".
En definitiva no es un acto retórico vacío el discurso de los "derechos humanos" sino que su lógica articulatoria cobra sentido cuando se sustancia en estas disputas o reivindicaciones populares que se materializan en todas estas políticas.
Es claro que éste discurso político posee una lógica popular y los "derechos humanos" es una buena muestra de cómo funciona esta lógica. Los "derechos humanos" ilustran el funcionamiento de la lógica popular del discurso que caracterizó la política kirchnerista por medio de la cuál el pueblo establece una relación espacial de inmediatez con el líder.
Esto es poner lo popular en el centro del discurso y la política de su gobierno. Esto no implica una exclusión de lo democrático, sino brindar preeminencia a las demandas populares, emitidas por el pueblo cómo sujeto plural y colectivo del discurso hegemónico. Las demandas democráticas realizadas desde una posición por fuera del sujeto político "pueblo", ya no cómo un reclamo colectivo sino particular, aunque posee validez, puede a establecerse cómo una oposición. Las demandas democráticas pueden ser satisfechas por el Estado sin la necesidad de ser articulada en una lógica equivalencial con el pueblo. Ejemplos de estos pueden ser políticas -en forma de resoluciones, decretos, convenios, etc.- que dan respuestas a demandas particulares cómo la de una industria, o interés privado, que no responden a la lógica popular, por ejemplo el caso que evidencia el discurso de Néstor Kirchner en la planta de Peugeot el 14 de junio del 2006.

"Señores empresarios: muchísimas gracias por compartir este momento y los argentinos estamos felices, se ha vuelto a fabricar en la Argentina un automóvil, la Peugeot ha vuelto a fabricar en la Argentina que está realmente concatenada con la historia de Argentina, se moviliza toda la industria de autoparte y Dios quiera que estos ejemplos lo repitan ustedes y otras empresas automotrices, porque eso es apostar a la Argentina y es apostar a los argentinos."

La política kirchnerista acepta las demandas democráticas, pero las demandas populares son el núcleo de su discurso. Por eso las demandas democráticas son un terreno fértil para establecer oposición.
Esta priorización de lo popular sobre lo democrático, genera en la demanda política que no logra articularse equivalencialmente la posibilidad de establecerse cómo oposición dicotomizando el espacio social.
En el momento que emergió el discurso kirchnerista, de extensa dispersión horizontal de demandas realizadas por organizaciones y movimientos sociales, la lógica vertical de la articulación equivalencial, era muy propicia para construir un discurso político en torno a lo popular.
Las demandas democráticas, particulares, no están excluidas, pero es probable que se establezcan cómo oposición. Sin embargo en la estrategia (o meros efectos contingentes) de éste discurso incluye las demandas populares en un momento que se encuentra más apoyo en los movimientos y organizaciones sociales que responden a esa lógica popular, permitiendo establecer un sujeto y una hegemonía, mientras que las demandas democráticas que se establecen en oposición se encuentran desarticuladas y por más numerosa que se haga esa oposición, si no encuentra un elemento articulatorio -equivalencial- que las una, no podrá establecer una hegemonía que dispute u oponga un nuevo orden.
Este discurso paulatinamente se constituyó hegemónico a través de la lógica de lo popular, en términos de lógica equivalencial que desarrollamos a partir de los "derechos humanos".
Esta construcción hegemónica se fundó en la inclusión de las organizaciones y movimientos sociales a través de una lógica popular, atender a las demandas colectivas por sobre las individuales, generando adhesión incluyendo el apoyo de estos grupos, y excluyendo y generando oposición en las demandas democráticas, particulares, que no se encuentran relacionadas u organizadas. Esta lógica hizo que el discurso kirchnerista instaurara su hegemonía política de más de diez años. Un proceso que no es uniforme, plagado de acontecimientos, cómo el veto de la resolución 125 (julio, 2008), la muerte de Nestor Kirchner (octubre, 2010), y las elecciones que le dieron dos veces consecutivas la presidencia a Cristina Fernandez de Kirchner (Octubre de 2007 y Octubre, 2011).
Está claro que este proceso y su discurso no es homogéneo ni se puede considerar un bloque uniforme. También tenemos que reconocer la capacidad que tuvo ese discurso de transformar la realidad social. El discurso, la política y la realidad social, han manifestado un cambio importante en relación con el 2001, incluso desde el mismo 2003, momento en que emerge el discurso kirchnerista. El poder transformador y de movilización del discurso kirchnerista que manifestó en los últimos diez años estableció una nueva configuración de la política, el discurso y el espacio social.
Diez años después de la asunción a la presidencia de Néstor Kirchner, Cristina Fernández de Kirchner, en su segundo mandato, conmemoró el acontecimiento con el que comenzó este proceso político haciendo una declaración que crearía una marca discursiva singular. Ésto daría un vuelco importante en la discursividad y retórica del gobierno.

II. La década ganada: Disputa hegemónica y antagonismo en escena.

El 25 de mayo del 2013 la presidenta Cristina Fernandez de Kirchner en un acto oficial con motivo de conmemorar el aniversario de la revolución de mayo realizó una declaración - "esta ha sido una década ganada por el pueblo"- que generó gran controversia evidenciando el antagonismo social presente que incluso el mismo discurso hegemónico no logra apaciguar. Estas disputas son las formas en que el antagonismo por el cierre de la significación de lo social.
La fecha patria coincidía con el décimo aniversario de la asunción de Néstor Kirchner a la presidencia. La ocasión no era casual y esta expresión "la década ganada" se convertiría en un punto nodal del discurso kirchnerista en esta etapa, el segundo gobierno de CFK.
Ciertas referencias básicas a esta expresión y a las fechas aludidas, nos permiten pensar esta expresión en relación, en primer lugar al proceso iniciado en el 2003 que propuso una alternativa concreta al neoliberalismo; y estableció un modelo, una lógica política y discurso hegemónico que tenía cómo foco los "derechos humanos".
La referencia a la "década ganada" no solo hace referencia a los diez años del kirchnerismo en el poder sino recordar el neoliberalismo de la década anterior y la diferencia marcada por el nuevo modelo político nacional y popular hegemónico. Compara las décadas del noventa y del período kirchnerista en oposición, contrastando la pobreza y exclusión generada por la primera con la abundancia e inclusión de la última década Éste recuerdo es utilizado cómo una advertencia de lo que podría volver de no ser excluido por la nueva frontera de lo social que establece éste discurso.
"La década ganada" no es una simple expresión sino un punto nodal del discurso que genera una serie de sentidos que logra anudar generando ésta disputa por significar la realidad social. "La década ganada" no es un enunciado fortuito sino un punto que buscará anudar sentido y dicotomizar la realidad social en un nuevo intento del gobierno de mantener un discurso hegemónico.
Detrás de "La década ganada" existe un discurso, una estrategia, una recepción de adhesión ó rechazo, que demarca el límite entre estas dos posiciones, en favor o en contra del gobierno.
La frase fué tomado cómo una categoría de revisionismo histórico y utilizado cómo slogan publicitario y de propaganda tanto por unos cómo otros para intentar dar sentido a lo acontecido recientemente.
Esta operación de significar retrospectivamente la historia, netamente hegemónica, es una muestra de la necesidad de cerrar ese siempre abierto e inestable discurso sobre la realidad social bajo la caracterización de "la década ganada" resaltando los logros del gobierno presentándolos cómo el triunfo de un relato épico.
Esta referencia a la operación y al discurso no se reducen a la alocución de la presidenta ese 25 de mayo sino lo que se montó sobre ella, provocando la disputa que asignaría nuevamente las adhesiones cómo los rechazos.
"La década ganada" se convirtió en un acontecimiento que hizo eco en los medios de comunicación, tanto oficialistas cómo de la oposición, así cómo provocó discusiones en las organizaciones, e intelectuales orgánicos del kirchnerismo, cómo en políticos de la oposición, y la "opinión pública" en general.
En la proliferación de manifestaciones en torno a esta expresión se ve claro la voluntad articuladora (equivalencial) que lo caracterizó y estableció las bases de su poder que se puede ver en las declaraciones del discurso oficial en torno a este acontecimiento:
"El 25 de Mayo de 2003 se abría un nuevo capítulo en la historia argentina. Néstor Kirchner asume la Presidencia con un 22% de los votos y más de un 50% de pobreza, un Estado saqueado y una fractura absoluta en la relación entre la sociedad y la dirigencia política. Asume también la difícil tarea de reconstruir un Estado que había sufrido treinta años de continuo vaciamiento de sentido. Pero no fueron discursos ni batallas simbólicas las que hicieron que la Argentina se recuperara de la crisis más profunda de toda su historia: fueron acciones concretas, medidas económicas, obras públicas y políticas inclusivas, que comenzaron ese 25 de mayo y que se profundizaron, luego, con la presidenta Cristina Fernández de Kirchner."

"La década ganada" se convirtió en un significante vacío que se podía atribuir a cuestiones relacionadas a las políticas y grandes promesas de éste gobierno cómo los "derechos humanos-, la inclusión, redistribución del ingreso, soberanía económica, integración regional, fundar el mito de Néstor, estableciendo una continuidad en este proceso hegemónico.
Caracterizar los pasados diez años cómo "la década ganada" es una operación discursiva que busca mantener el frágil orden hegemónico creando mediante un discurso que establezca nuevas cadenas de equivalencia que den lugar a identidades que se puedan aglutinar bajo el pueblo y su reflejo espectral en el líder.
"La década ganada" era una apuesta para reforzar el discurso hegemónico, creando nuevas cadenas equivalenciales a partir del orden y prosperidad vividas durante los últimos diez años en contraste con la década neoliberal. Sin embargo su efecto es muy disputado al punto de generar otra lógica muy distinta. En el intento de oponer en la balanza la década neoliberal con la "década ganada" se genera un desajuste con efectos no esperados.
El discurso de la "década ganada" se montó y puso en circulación en los medios oficiales generando discursividad y sentido sobre lo pasado en estos diez años. Ésto se encuentra en lugares como la página oficial, de mismo nombre, decadaganada.gov.ar, cómo en infografías de la agencia de noticias oficial Telam presentado de forma visual y didáctica los logros y aciertos del gobierno en los últimos 10 años, así cómo las estampillas conmemorativas con los hitos de éste período.
Está claro el despliegue en torno al discurso de "década ganada" cómo intento de mantener la hegemonía lograda en estos 10 años mediante la larga enumeración de los logros políticos del gobierno.
La "década ganada" permite contabilizar logros cómo el intento de una sociedad más equitativa a través de la fallida resolución 125, el nuevo rol de la política y la intervención del Estado, la inversión en ciencia y tecnología, la asignación universal por hijo, la causa Malvinas, la ley de medios audiovisuales, y el compromiso con los movimientos sociales y de derechos humanos.
Esta operación también busca establecer equivalencias -a través de la continuidad- entre los gobiernos de Néstor y Cristina presentándolos cómo un mismo bloque continuo y homogéneo, lo que evidentemente no es así dado las diferencias en las políticas y coyuntura política en cada momento.
El aspecto que queremos destacar del discurso de "la década ganada" en relación al giro o alejamiento del discurso de los "derechos humanos" son las distintas lógicas que despliegan estos discursos a pesar de su intención articulatoria. Remarcar las disputas a este intento de cerrar el sentido de lo social y plantear una reconfiguración diferente a la provocada por el discurso de los "derechos humanos".
El discurso de los "derechos humanos" dificulta la articulación de demandas o identidades que se opongan a ellos. Por el contrario "la década ganada" permite oponer expresiones o discursos que se opongan a este sentido, y que además articulen nuevas identidades colectivas que disputen éste discurso.
En relación a "la década ganada" emergen los discursos críticos que hablan desde "la década desaprovechada" (Lanata) a la "década perdida" (Sanz) que además de oponerse y disputar el sentido que se intenta imponer, crean discursos susceptibles de articulaciones equivalenciales.
Los discursos que disputan la "década ganada" también encuentran una serie de demandas que no logran satisfacer a través del gobierno como la inflación, la seguridad, la corrupción, el gasto público desmedido, la falta de transparencia en los datos públicos, etc.
El discurso de "la década ganada" intenta replicar la lógica articulatoria de los "derechos humanos" pero abre la puerta a aglutinar demandas articuladas en oposición a éste discurso.
Este discurso que busca mostrar sus logros abre la puerta a objetarlos cómo una serie de demandas insatisfechas, incluso a cuestionarse la veracidad de lo acontecido.
El mismo modelo de la década ganada es criticado por no ser fiel a sí mismo al favorecer a los mismos grupos económicos concentrados que denunciaba, siendo el sector financiero el que percibió mayores ganancias (Damián Glanz, Portal TN, 22 de Mayo 2014).
La participación de los medios es clave, particularmente por el conflicto que comenzó entre el gobierno y Clarín desde comienzos del 2008. Tanto Clarín cómo La Nación brindaron su tribuna de doctrina para desenmascarar el engaño del relato de la "década ganada". Los medios de la oposición, a través de sus periodistas, y otros formadores de opinión difundieron éstas críticas en un intento de crear un nuevo discurso hegemónico partiendo las posibilidades articulatorias que brinda este nuevo significante vacío.
En este sentido "la década ganada" más allá de su capacidad articulatoria equivalencial, genera una marcada dicotomización del espacio social y abre la posibilidad a una nueva proliferación de demandas equivalenciales.
Pero generalmente estas cadenas se establecen a partir de demandas democráticas, particulares, difíciles de fijar en un significante vacío que permita articulaciones de tipo hegemónicas.
También encontramos lo que podrían ser demandas populares que se oponen al discurso hegemónico. Fernando Iglesias en la Nación denuncia la falta de pleno empleo, la precarización laboral y la manipulación de las cifras y definiciones de trabajo cómo otra promesa incumplida del relato.

En otras palabras encontramos series de cadenas que disputan demandas en el nivel diferencial pero no que intenten articularlas ó propongan términos aglutinantes o significantes vacíos. Por el contrario, el discurso contrahegemónico hace uso de los términos provistos por el mismo discurso hegemónico kirchnerista para criticarlos. En este sentido no encontramos una producción discursiva capaz de reemplazar el tan criticado relato.
Pero la dicotomización del espacio social (tan mencionado aquí) hace referencia al establecimiento del límite, frontera de ese discurso hegemónico, generando el efecto de completud del sujeto político encarnado en el pueblo.
Esta dicotomización hace referencia al establecimiento del afuera constitutivo que demarca la identidad hegemónica al enfrentarla con su exterioridad.
Esta polarización dicotómica parece recrear algunas de las condiciones previas al 2001 en términos de disputa hegemónica. Pero no todas los discursos poseen la misma productividad ni capacidad articulatoria, de generación de identidades y establecimiento de sujetos políticos.
El kirchnerismo se caracteriza por la productividad de su discurso y su capacidad articulatoria. Ésto es la capacidad de establecer un pueblo cómo sujeto político del orden hegemónico.
Por su lado, la oposición, frente a esta nueva posición retórica del discurso kirchnerista, que permite generar cadenas diferenciales de demandas en torno al discurso de "la década ganada"no logra producir una discursividad propia que permita fundar un nuevo sujeto político capaz de establecer una nueva hegemonía que dispute al kirchnerismo.

III. Conclusión: Derechos Humanos, constitución del proceso hegemónico y la década ganada

En este trabajo presentamos un análisis del discurso que describe el proceso de establecimiento de hegemonía que generó el discurso kirchnerista a partir de los "derechos humanos" hasta su consolidación diez años más tarde en el discurso de "la década ganada".
Utilizamos éste análisis para discutir la hegemonía, la democracia y el populismo según proponen Laclau y Mouffe en su teoría logrando hacer algunas distinciones.
Analizando la condiciones de emergencia del discurso kirchnerista a partir del derrumbe del discurso neoliberal y cómo su propuesta de los "derechos humanos" estableció lógicas articulatorias que establecieron al pueblo cómo sujeto político de éste nuevo orden hegemónico.
Vimos a través del giro del discurso de los "derechos humanos" al discurso de la "década ganada" un cambio en los efectos del discurso kirchnerista que refleja los distintos momentos del proceso de consolidación hegemónica que transito éste régimen a lo largo de los últimos diez años. Mientras el discurso de los "derechos humanos" creo una plataforma propicia para articular equivalencialmente demandas distintas, creando un sujeto popular y una hegemonía política, el discurso de la "década ganada" dicotomiza el espacio social dándole una nueva configuración.
Concretamente la lógica articulatoria de los "derechos humanos" se puede apreciar en las leyes que se sancionaron cómo parte de esta política, cómo la asignación universal por hijo, el matrimonio igualitario, la ley de medios, así cómo las políticas por la memoria, por mencionar algunas.
La lógica del discurso de los "derechos humanos" plantea las demandas populares prioritarias a las democráticas, sin excluirlas. La lógica política del discurso kirchnerista propone la posición de sujeto pueblo cómo lugar privilegiado para realizar demandas.
En la posterior discusión sobre la hegemonía, la democracia y el populismo que realizamos a partir de este análisis del discurso de los kirchner, arribamos a que la lógica hegemónica está presente tanto en la democracia cómo en el populismo.
La democracia cómo el populismo tienen distintas formas de establecer un sujeto político y brindar acceso de demandas al sistema político manteniendo el conflicto social inaccesible confinándolo en el Estado ó haciéndolo presente a través de la relación de la masa con el líder.
Según esta teoría la lógica hegemónica de cierre de sentido de la totalidad opaca tanto a la democracia cómo el populismo al necesitar enfrentar el límite, la frontera del sentido generado por el discurso hegemónico.
Consideramos haber caracterizado descriptivamente aspectos que caracterizan el discurso kirchnerista y de su proceso de establecimiento hegemónico demostrando las lógicas que desplegaron en distintos momentos de este proceso los discursos de los "derechos humanos" y "la década ganada".



Bibloigrafía:

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