Del plural en náhuatl-náhuat

October 12, 2017 | Autor: Rafael Lara-Martinez | Categoría: Languages and Linguistics
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Descripción

De lo plural en náhuat y náhuatl
Categoría universal — Tipología lingüística

Rafael Lara-Martínez
Tecnológico de Nuevo México
Desde Comala siempre…
[email protected]


…un simbólico espejo del universo. J. L. Borges

0. El problema


Un acuerdo fundamental entre las gramáticas del náhuatl-mexicano y del
náhuat-pipil lo expresa el problema de traducir la categoría del plural a
ambas lenguas. Si para el primer idioma se afirma que consiste en "la
única verdadera dificultad morfológica" (Launay, Introducción, 28), para el
segundo, "la pluralización de los sustantivos es algo complicado"
(Campbell, The Pipil, 51). Ambas gramáticas citan no una, sino varias
maneras de establecer el plural de los más diversos sustantivos. Parecería
que resulta "difícil" y "complicado" traducir una de las categorías más
elementales de las lenguas indo-europeas a dos idiomas indígenas.

Para resumir las conclusiones de Campbell (51-53), el náhuat-pipil poseería
siete formas morfológicas distintas de expresar la idea de plural. Pese a
una visión del mundo más equilibrada que la occidental entre el ser humano
y el entorno, los dos primeros plurales, -ket y -met, se aplica sólo a los
"humanos": ukich-ket, "varones"; pipil-met, "muchachos" (pero tijlan-met,
"gallinas", J. Todd, Notas, 34). Si los textos antiguos ofrecen netos
ejemplos de una antropomorfización de ciertas entidades naturales, es un
asunto que queda pendiente. Las "estrellas (citlãlin; cîcitlãltin, Molina,
23 y Launay, 30)" y "montañas (tepetl; tetepê, "sierra(s)", Molina, 102 y
107)", etc. se perciben como entes con vida propia y, por tanto,
pluralizadas acorde a su rango (sijsiital, tejtepe(e)t, Arauz, El pipil,
70; ídem. Schultze-Jena, Mitos y Campbell). Asimismo, esos mismos textos
coloniales anotan la distinción social jerárquica entre los varios
plurales: cihuã , "mujeres", y "el no muy pulido" cihuamê, "mujeres"
(Carochi, 30) rayando en "mujerzuelas" (Flores Farfán, 2009: 55-56), la
cual "se toma en mal sentido" (Siméon, 113).

El tercer procedimiento —el sufijo –wan— reconfirma la prioridad de lo
humano al restringirse a "unos cuantos términos de parentesco" que siempre
se hallan en forma poseída: -pila-wan, "hijos, muchachos". Las dos formas
siguientes insisten en la primacía de lo humano. Se trata del plural de
los sufijos diminutivos y reverenciales –tsi(n)tsin y -pi(l)pil los cuales,
de nuevo, tienden a aplicársele a entidades sino humanas, al menos
animadas, ante todo en su sentido reverencial: pipil-(tsi)tsin, "honorable
niñito"; siwaa-(pi)pil, "muchachas", pero tijlan-chichin, "polluelos". Por
esta clara tendencia de los cinco primeros plurales resulta evidente que
una oposición semántica y cultural —humano (animado) vs. no-humano
(inanimado)— motiva la pluralización de los sustantivos. La diversidad
morfológica poseería una unidad de contenido, dada la jerarquía gramatical
que privilegia lo humano o lo animado. El plural no sólo asigna el número,
sino le atribuye una clase a la entidad nombrada. Al multiplicar un ente,
el plural lo reclasifica y divide la lengua en sociolectos jerarquizados.

La gramática de L. Schultze-Jena anticipa esta conclusión al verificar el
rango jerárquico en el empleo del plural, atributo esencial de la persona
humana: -ket y -met, para los humanos; -tin/-chin/-pil,
diminutivos/reverenciales reduplicados. No en vano, P. Arauz transcribe
oraciones que le delegan el plural al número que antecede el sustantivo,
incluso para partes del cuerpo y para animales: naawi tuuchti wan yey
ayuutuch, "cuatro conejo(s) y tres armadillo(s)" (49), tal cual en la
lengua clásica (Andrews, 150). Para el cuerpo humano, si Arauz permite su
pluralización voluntaria —uume ikxi (49), uume ij-ikxi (51), "dos
pierna(s)"—, los mitos náhuat-pipiles lo respaldan al percibir los pares
como unidad o colectivo singular en el verbo, a plural optativo, pero
obligatorio en la frase nominal: wits ni mej-mey, "viene(n) sus
manos/brazos/viene, las que son manos" (relato VI).

Anticipada en los ejemplos anteriores, en sexto lugar se encuentra "la
formación más frecuente y productiva", la reduplicación de la sílaba
inicial a la cual se añade una aspiración semejante a la /j/ de la lengua
coloquial salvadoreña, (C)Vj: taj-tamal, "tortillas". Acaso esta forma
correspondería al plural propiamente dicho, según el modelo occidental. La
séptima forma, de tendencia marginal, no reduplica la sílaba inicial sino
redobla el "prefijo posesivo inicial": nuj-nu-naan, "mis madres" (J. R.
Andrews, Introducción, 121, la anota como secundaria). Si Launay sostiene
que en la lengua clásica "sólo los nombres de los seres animados (personas
y animales) pueden pluralizarse" (29), parecería que el náhuat-pipil
restringe aún más esta categoría de animación al concretar la mayoría de
las siete formas del plural a lo humano o, al menos, a los seres animados.
En Andrews (48), la clasificación sería compleja y escalonada: animación
(inanimado – animado) animado (inhumano – humano) humano (joven –
adulto).

La "dificultad" del plural no sólo contradice la animación que la mitología
le otorga a ciertas entidades inertes: nexti taketsa, "la ceniza habla"
(Schultze-Jena, relato XLVI). Esta tensión entre la gramática y la mito-
poética también esboza un dilema elemental para cualquier gramática, ante
todo, para toda teoría lingüística que se piense universal al imaginar
ciertas categorías generales como válidas para toda la sociedad global.
Entre esos conceptos se halla una idea tan simple como la del plural, la
cual se vuelve compleja al abandonar el área europea. A continuación se
esbozan dos procedimientos claves para las lenguas indígenas, que
suplementa el concepto de clasificación en el plural, a saber: el singular
como genérico y la diversidad del plural que oscila de la declinación a la
derivación.

I. Los plurales

En primer lugar, el singular sustituye el plural en una generalización. No
existe diferencia alguna entre "los salvadoreños comen pupusas" y "el
salvadoreño como pupusas", esto es, "yo no como pupusas, por tanto no soy
salvadoreño". La generalidad de un conjunto se visualiza como singularidad
incluyente de lo colectivo plural. Recuérdese que si el colectivo —"la
gente", etc.— requiere un verbo singular en castellano, el inglés lo
pluraliza. De tal manera operan muchos sustantivos de la lengua náhuatl-
mexicana, según Launay, quien traduce un simple sustantivo calli como "es
casa; es una casa; son unas casas" (29), lo cual lo reconfirma Andrews
(125). No sólo toda palabra es un predicado —"ser-casa", a diferencia de
las lenguas indo-europeas— sino que cada vocablo oscila entre lo singular y
lo general. Tal característica define un rasgo peculiar del náhuatl-
mexicano y otras lenguas indígenas; seguramente del náhuat-pipil.

En segundo lugar, relacionada a la reduplicación de la primera sílaba,
(C)Vj-, la lengua clásica distingue dos formas del plural. No significa lo
mismo decir "las casas de mi barrio" que "las casas de diversos barrios".
Un criterio de "afinidad" —miembros de un mismo conjunto— y de
"distribución/variedad" —miembros de conjuntos diversos— diferencia ambos
tipos de plural. Así, según Andrews, para el sustantivo (tah)-tli, "ser-
padre" existiría la forma (tã-tah)-t-, "padres de un mismo linaje" (111), y
(tah-tah)-tin, "padres de linajes separados" (114), al igual que para
"calli, (cã-cal)-li = casas de un mismo pueblo", mientras "(cah-ca)-li- =
casas localizadas separadamente, varios tipos de casa", o bien "=
caserío/poblado" (111). Ya Schultze-Jena distingue dos plurales para
teku, "padre", a saber: tejteku, "padres" y tetekumet, "pareja de padres",
esto es, el plural por afinidad (Gramática, 25), pero ninguna otra
gramática náhuat-pipil inquiere la diversidad de los plurales: takamet,
tajtakat, tajtakamet, "¿hombres, hombres, hombres?" (Todd, 35 y Geoffroy-
Rivas, El náwat, 25). Sea la hipótesis "son hombres/humanos", "son hombres
de un mismo grupo", "son hombres de grupos diversos". Esta diversidad de
lo plural provoca "discordancias" —para la gramática indo-europea— como al
referida oración "viene(n) las dos manos", al igual que un rasgo llamado
"enlace masculino" (Andrews, 146). Al identificarse con un grupo de
varones, el hablante lo distingue sólo en la frase nominal sin marcarlo en
el verbo. Ca oquihtoah in toquichtin, " lo dicen nosotros lo que somos
varones" contrasta con ca oquihtoah in oquichtin, " lo dicen ellos que son
varones", por el pronombre que antecede a oquich-tli, "ser-varón".

En la lengua clásica, un caso semejante sucede para (cõz-ca)-tl, "joya;
hijo" —término clave para El Salvador, Cuzcatlán— cuyo doble sentido pierde
toda ambigüedad en el posesivo: îcõzqui, "su joya; sus joyas"; î-(cõz-ca)-
uh, "su hijo", posesión inalienable (Andrews, 118; recuérdese la expresión
cozcateuh quetzalteuh ipan nimitzmati, "como una joya, como una pluma
preciosa, te siento/considero (del padre al hijo)" (Siméon, 129-130). Y su
vocativo o apelación directa —nocõzqué, "¡mi joya!", de nocõzqui, "es mi
hijo"— sólo refiere a la entidad humana infantil.

Esta duplicación del plural la explica un rasgo inédito en muchas
gramáticas. El plural no sería una cualidad de la raíz nominal —como en
las lenguas indo-europeas— sino que "la categoría de número se limita
estrictamente a los pronombres personales" (Andrews, 110). Los presuntos
sufijos plurales se interpretarían por su tendencia a la derivación de
nuevos términos, más que por la simple declinación del número, tal cual lo
ejemplifica la palabra "caserío/poblado". Asimismo sucede con "(eh-ca)-tl-
= brisa > (eh-eh-ca)-tl- = viento" (111), etc. El plural le concede un
giro semántico inesperado a la palabra derivada, lo cual no diferiría mucho
de explicar que el género en castellano implica una derivación, a la vez
que una declinación: labio/labia; leño/leña; puerto/puerta; suelo/suela,
etc.

II. Coda

En síntesis, el plural en náhuatl-mexicano y en náhuat-pipil funciona de
una manera muy distinta a la lengua castellana que suele servirles de
referencia gramatical para establecer esa categoría en el sustantivo. En
primer lugar existe una jerarquía entre seres animados e inanimados —en su
defecto, entre humano y no-humano— con una neta tendencia a pluralizar los
primeros sustantivos y a usar los segundos, inanimados o no-humanos, en un
sentido genérico. El plural no sólo asigna el número sino clasifica la
entidad nombrada y múltiple en un grupo particular, según un escalafón
ascendente semejante al de Andrews, a saber: inanimado – animado – humano -
adulto.

Más tajante, el plural no se le atribuiría a la raíz nominal sino al
pronombre que le sirve siempre de sujeto o argumento, recuérdese calli
(Andrews). En segundo lugar, la complejidad del plural se relaciona a la
expresión de conjuntos homogéneos o heterogéneos de objetos varios, sea que
se unan por afinidad o se separen por diferencia. En tercer lugar, debe
considerarse la jerarquía social de la lengia misma que, hacia la época
clásica se estratifica del "tecpantlatolli o discurso de la élite —cihuã—
al macehuallatolli o discurso de los plebeyos", cihuamê" (Flores Farfán,
2009: 53-54). Por último, la diversidad de formas plurales discrepa de
su empleo eurocéntrico previsto —expresar el número— al agregarle un neto
sentido derivativo al léxico pluralizado. Si existen diferentes sistemas
aritméticos —decimal (base 10, lenguas occidentales), vigesimal (base 20,
náhuatl-mexicano y náhuat-pipil) y quintesimal (base 5, náhuat-pipil)— no
extraña que el concepto de número varíe según coordenadas semejantes
(véase: treinta = 30 (decimal) = 20 + 10 (vigesimal) = 5 x 6 (quintesimal),
donde 5 = "una mano", imey/makwil/puwal). En breve, el plural establece
una categoría universal, pero su sentido y expresión idiomática dependen de
una serie de factores tipológicos y culturales que no deben menospreciarse.


Nota: se dejan de lado otras formas del plural, tal cual el sufijo que se
le atribuye al verbo, así como explicar en detalle las formas
transcategoriales —en particular, -ke-t— que se aplican a varios tipos de
palabras, sustantivos, "adjetivos" y verbos en pretérito, futuro, etc.:
xulet-ket, "viejos", ista-ket, "blancos"; ti-tami-ket, "terminamos"; ti-
tami-s-ket, "terminaremos", etc., al igual que –met en los pronombres teje-
met, "nosotros". Otro uso marginal del plural lo relaciona al aumentativo:
wej-weey Tuteeku, "cuan grande(s) es Dios/Nuestro-Padre" (Arauz, 70). Por
último, si el inglés marca el plural de una frase nominal en el sustantivo,
el náhuat-pipil tiende a marcarlo en el adjetivo, según Campbell (64), pese
a influencias complejas: et chilti-ket, "frijol(es) rojos" (Schultze-Jena,
38).

Fuentes: J. R. Andrews, P. Arauz, L. Campbell, J. A. Flores Farfán, P.
Geoffroy-Rivas, M. Launay, A. de Molina, L. Schultze-Jena, R. Siméon, J.
Todd.
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