DEJAR SER, DEJAR HACER. Una aproximación al horizonte político-académico de los estudiantes de Filosofía e Historia entre 1970 y 1974.

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Descripción



Leandro Gutiérrez fue uno de los fundadores del PEHESA (Programa de Estudios de Historia Económica y Social Americana) que continuó, a partir de 1992, la tarea iniciada en 1978 cuando nacía el Centro de Investigaciones Sociales sobre el Estado y la Administración (CISEA), a partir del cual sus integrantes desarrollaron allí investigaciones individuales y colectivas, dirigieron la formación de investigadores y organizaron grupos de trabajo y seminarios de investigación.
Historia de los países imperialistas. Programa N°136, 1er cuatrimestre 1974.
DEJAR SER, DEJAR HACER
Una aproximación al horizonte político-académico de los estudiantes de Filosofía e Historia entre 1970 y 1974
Constanza Verón, Nicolás Ventieri

Introducción
Desde un tiempo a esta parte, los autores de este capítulo –siendo estudiantes de la carrera de Historia– hemos reflexionado sobre los discursos que se producen y se difunden desde la Facultad de Filosofía y Letras y desde la Universidad de Buenos Aires sobre el período 1966 a 1983. Salvo algunas excepciones, como es el caso de Buchbinder (2005), Recalde e Iciar (2007) y Bonavena, Califa y Milán (2007), no hemos encontrado trabajos que den cuenta del período mencionado. En este sentido, creemos que la Universidad de Buenos Aires aún se debe una profunda reflexión sobre su pasado reciente, sobre sus actores intervinientes y su memoria histórica. Este es el desafío que decidimos encarar, no sólo desde nuestra formación académica sino también como individuos comprometidos políticamente con el pasado que creemos, nos interpela hasta la actualidad. Sostenemos que el historiador posee una función social que es indispensable: conocer su historia y hacerla conocer, crear un lazo entre las reivindicaciones del pasado y las luchas del presente. Ahora bien, ¿cómo recuperar el vínculo entre la práctica del historiador y los modos en que la propia sociedad puede establecer relaciones con su pasado? Es necesario redefinir cómo producimos historia, qué es lo que contamos de ella y, sobre todo, a quiénes interpelamos al hacerlo.
Este es el desafío que iniciamos como reflexión personal, en un principio, y posteriormente en el marco de un proyecto más amplio que nace a partir de la creación del Programa Universidad y Dictadura en el marco de la Cátedra Libre de Derechos Humanos (FFyL-UBA), y que lleva adelante la tarea de reconstrucción histórica de la memoria de la Facultad de Filosofía y Letras. Con esta premisa nos incorporamos al proyecto que intenta avanzar en el rescate integral de las historias de vida de los asesinados, detenidos-desaparecidos, junto a la institución misma que los albergó entre los años 1966 a 1983. En este capítulo intentaremos, a través de los testimonios, dedicarnos a recuperar la memoria de los actores intervinientes –docentes, no docentes y estudiantes–, adentrándonos en las carreras de Filosofía e Historia durante la década del '70.
Para poder llevar adelante esta tarea nos basamos en la confrontación y cruzamiento de la información obtenida a partir de diversas metodologías. Por un lado, la historia oral nos permitió adentrarnos en el universo cotidiano de la Facultad a través de los relatos de sus estudiantes, docentes y no docentes, quienes contribuyeron desde sus experiencias personales al rescate de aquellos espacios que hacen al día a día de la Facultad de Filosofía y Letras. Por el otro lado, utilizamos los programas y planes de estudios de la época para asentar los relatos dentro del marco institucional.
A pesar de los cuestionamientos que recibió –muchos de los cuales hoy persisten–, la historia oral se transformó en una metodología absolutamente válida para el trabajo del cientista social que intenta pensar el pasado reciente. La historia oral nos permite rescatar voces que de otra manera no son escuchadas, recuperando visiones que exceden a las fuentes escritas. Por tal motivo, reafirmamos la importancia de dicha metodología, ya que sin ella este trabajo no hubiera existido por razones que exponemos a continuación: en primer término, en la carrera de Historia de la Facultad de Filosofía y Letras (UBA) no hemos encontrado ningún material documental institucional, hasta el momento de escritura del presente artículo, –con excepción de algunos programas y planes de estudios–, que puedan dar cuenta de la historia previa a la recuperación democrática. Estos hechos nos dicen algo: la forma en la cual se manejó el terrorismo de Estado en la institución universitaria dejó sus huellas a pesar de haber querido instaurar un olvido institucional, es decir, un intento de borrar todos aquellos actos que hicieron de su fatídico accionar. Es por eso que nos planteamos que hablar de Memoria es también tener presente el Olvido, ya sea por voluntad propia de quienes vivieron durante el período y se niegan a volver atrás, o ya sea porque se impone un olvido desde la institución misma, o desde el Estado. Desde los comienzos de esta investigación (que lleva dos años), la falta de documentación tanto como la inexistencia de trabajos acerca de la temática, han dificultado nuestra tarea motivándonos más aún a bucear en nuestro objeto de estudio, sin dejar de preguntarnos: ¿a qué se debe que Historia no posea acervos documentales de su propia historia? ¿Qué es lo que podría decirnos la Carrera que hoy no puede? ¿Quiénes participaron en ese período en la Carrera? ¿Qué tipo de participación tuvieron y qué rol jugaron? De estas preguntas se desprende la importancia de las entrevistas que hemos realizado para confeccionar este capítulo, ya que si no, ¿de qué manera, ante la ausencia de fuentes institucionales, de fuentes escritas, podríamos contribuir a la recuperación del período en estudio?
En segundo lugar, en la carrera de Filosofía el material institucional encontrado (resoluciones, actas, comunicados) corresponde al período previo a 1966 y a los años 1979-1983. Si bien hay que reconocer que a diferencia de otras carreras existe algún material sobre la etapa de estudio, el vacío existente entre 1966 y 1979 nos llevó a utilizar fuentes orales para adentrarnos también en la memoria de esta Carrera. Con el fin de contrastar los testimonios orales, nos apoyamos en los programas de las materias de la época, ya que los planes de estudios que conserva la Facultad de Filosofía y Letras son del año 1974 en adelante.
De las carencias documentales en ambas carreras nace el objetivo de este trabajo: trazar líneas en común que generen un diálogo con el objetivo de ver si estos universos que, en principio parecen distantes, pudieron encontrarse y entenderse como equivalentes. Los temas que pueden, por consiguiente, pensarse son múltiples. Hemos decidido hacer hincapié en el protagonismo estudiantil, porque en principio la mayoría de nuestros entrevistados han sido estudiantes en la época en estudio y, en segundo lugar, porque sus relatos abren las puertas a pensar el protagonismo de los estudiantes en las luchas político-académicas. Intentaremos responder hasta qué punto esto fue así.
En suma, nos proponemos pensar cómo los estudiantes de estas carreras confluyeron en sus horizontes político-académicos, generando espacios de discusión y presión para gestar una orientación y perspectiva diferente a la que se venía dando en años anteriores. En consonancia con el espíritu de la época, se introdujeron cambios en materias y autoridades, programas y planes de estudios, que no respondían necesariamente a las fracciones políticas dominantes, sino que tienen su origen en estudiantes que podían formar parte de alguna de estas fracciones, pero cuya iniciativa no vino de estas últimas, sino que se desarrolló más allá de estas.
El trabajo a partir de las entrevistas nos permitió disparar la memoria de aquellos que transitaron por los pasillos de Filo y rescatar no sólo acontecimientos sino vivencias, anécdotas y sentimientos. Queremos expresar lo valioso de escuchar esos relatos, siendo sin embargo conscientes de que él y la entrevistado/a son un representante del período en estudio y que, como tal, darán su propia visión del mundo en el que vivió. De ahí que "las fuentes orales nos dicen no sólo lo que hizo la gente sino lo que desea hacer, lo que creían estar haciendo y lo que ahora piensan que hicieron" [...] "las fuentes orales no son objetivas. Esto por supuesto corresponde a todas la fuentes, aunque la santidad de la escritura a menudo nos lleva a olvidarlo" (Portelli, 1991: 42).
Como expresamos en la introducción, nosotros como historiadores también traemos un bagaje cultural y una postura política que nos lleva a abordar la temática a partir de inquietudes específicas. Como nos recuerda Eric Hobsbawm: "Todo historiador o historiadora tiene su propia vida, una posición privada desde la que examina al mundo" (Hobsbawm, 1998: 231), y esto es algo ineludible en nuestra tarea como individuos activos y conscientes del quehacer histórico.

La Historia que no fue
En este apartado nos adentraremos en la carrera de Historia, centrándonos en las relaciones que se gestaron entre los y las estudiantes, las particularidades de las materias que fueron transitando, las concepciones predominantes, las lecturas que realizaban y, particularmente, los alcances y los límites para expresarse políticamente en el universo de Filo.
Como sabemos, la universidad no es una estructura estática sino que es sensible a los cambios que suceden en el contexto más general. Hacia fines de la década del '60, los y las docentes, los y las estudiantes y las agrupaciones políticas de la UBA, emprenden una serie de cuestionamientos hacia su interior con el objetivo de pensar de manera crítica la existencia misma de la Universidad: ¿Para qué la Universidad? ¿Al servicio de quién? Estas son sólo algunas preguntas que eran cotidianas a comienzos de los '70. La carrera de Historia no fue ajena a dichos cuestionamientos. En este sentido, y sólo para nombrar un ejemplo, podemos pensar en el surgimiento de las Cátedras Nacionales a partir de 1968 (Recalde, Aritz e Iciar, 2007) como una expresión del interés donde prima la mirada nacional por sobre un legado intelectual distinto en la estructura universitaria:

De la experiencia de las Cátedras Nacionales se desarrollaría un profundo debate acerca de cuál debería ser el rol del docente dentro de una comunidad académica en un país del Tercer Mundo y lo que es más importante aún, en el marco de las Cátedras se generaría una profunda reflexión acerca de la vinculación entre los docentes y las actividades políticas concretas protagonizadas por el pueblo combatiente. (Recalde, Aritz e Iciar, 2007: 140).

La carrera de Historia no pierde este legado de cuestionamientos y la década del '70 fue evidencia de esto, ya que existieron experiencias en las cuales los estudiantes tomaron el protagonismo para proponer respuestas a estos cuestionamientos. En este clima, por lo tanto, el protagonismo estudiantil se hizo presente. Ahora bien: ¿en qué lugares y en qué momentos se hizo visible la injerencia estudiantil en el horizonte político-académico de la Facultad? Según Hilda, una de nuestras entrevistadas y estudiante en el período, los y las estudiantes tenían inquietudes intelectuales no atendidas por la Facultad, por lo tanto, con el fin de poder atender a esas demandas los y las estudiantes organizaban grupos de lectura e incluso seminarios que eran aprobados por la Facultad:

[…] uno tenía un motor propio, no estabas viendo qué tenías que hacer sino que querías hacer además de lo que te obligaban a hacer en la Facultad […] el motor venía de nuestros propios intereses intelectuales no sólo políticos […], armábamos grupos de discusión […], había que hacer una Facultad en paralelo.

En palabras de esta entrevistada, la Facultad de Filosofía y Letras "era un ambiente en donde se ejercía la discusión, era un espacio político intelectual no despreciable". Hay una razón por la cual la entrevistada resalta esto: si nosotros pensamos que Filo era un espacio que intelectual y políticamente seducía, tal vez no era por una decisión de arriba, sino porque los estudiantes lo propiciaban.
Como ejemplo, nuestra entrevistada nos menciona que Leandro Gutiérrez, junto con algunos/as estudiantes, elaboró un seminario sobre Historia de la Minería. La pregunta es: ¿por qué un seminario de esa temática? La intención, más allá de la temática, era incorporar a "un especialista en movimiento obrero". Vale la pena resaltar, nuevamente, que los y las estudiantes de Historia en aquellos años tenían posibilidad de acción dentro de los marcos estatutarios de la Facultad. Pero además de eso, tenían la capacidad y la voluntad política para efectivizar los cambios que creían pertinentes. La incorporación de Leandro Gutiérrez muestra, pese a la temática del seminario, la capacidad de autogestión del estudiantado de Historia.
En particular, ese año marca un antes y un después en lo que respecta a la organización y autogestión de los y las estudiantes de Historia. Surge un grupo –la Comisión de Historia– que según la misma entrevistada "empezó a activar muy fuerte políticamente con un espectro ideológico relativamente amplio". A partir de asambleas, plenarios y demás, este grupo intentaba visibilizarse como protagonista de una facultad en un contexto sumamente convulsionado. La Comisión de Historia tenía como objetivo puntual la transformación profunda de la Carrera con el fin de acercarla al contexto socio-político de la época. Teniendo en cuenta que estos objetivos eran sumamente ambiciosos, la pregunta es: ¿Cómo logró constituirse? ¿Cómo logró consolidarse y tener el peso específico que tuvo en el marco de esta Facultad?
Según nuestros entrevistados, existían en aquellos años serios cuestionamientos a las autoridades: "en una asamblea se termina creando la Comisión porque había grandes cuestionamientos a las autoridades del momento. Todo arranca con una asamblea por problemas con la administración. Y Fernando termina con la idea de convertir la asamblea en una convocatoria permanente. De ahí surge la Comisión de Historia". Efectivamente, como lo mencionan nuestros entrevistados/as, la Comisión nace a partir de una necesidad puntual, es decir, es expresión del intento de resolver problemas y conflictos inherentes a la Carrera. Es por eso que, al ver el potencial que tenía dicha comisión, se transforma en un espacio permanente.
La potencialidad no sólo radicaba en el encuentro que se propiciaba entre estudiantes con diferentes perspectivas ideológicas, sino en las oportunidades que gestaban para hacerse visibles en la Facultad. Al respecto, tenemos el caso de los Juicios Históricos en los que, según Oscar, estudiante de la época:

... cada uno tenía que preparar un personaje. Todos éramos alumnos, no había profesores. Era un nivel académico y político muy alto. Y eso ganaba cualquier cantidad de gente porque nos veían y pensaban estos no son chantas, son tipos que están en la política pero son muy buenos alumnos.

Llama la atención la necesidad de los y las entrevistados/as por aclarar que no eran chantas (sic), pese a estar en política, y que eran muy buenos alumnos. Esta cita dice mucho de la visión que se podía tener de un estudiantado en plena ebullición, con inquietudes concretas y con maneras de manifestarlas. Si sostenemos que el concepto de política estaba relacionado a las organizaciones militantes, la Comisión de Historia excedía aquel plano porque en su interior existía un prisma de diversas orientaciones muy interesante que generó gran atractivo para los y las estudiantes de la Carrera. Por un lado, la Comisión era una expresión del interés de los estudiantes de insertarse políticamente en un espacio académico para abrir vías de debate. Por el otro lado, da cuenta de la preparación que tenían para llevar a cabo las actividades. Enrique, estudiante en aquella época explica que:

...se tomaba un tema… la reivindicación de Dorrego. Entonces preparábamos los juicios, y uno hacía de Dorrego, el otro hacía de Lavalle… había un jurado, y duraban horas, e invitábamos a todos. Nos aprendíamos bien lo que decía Dorrego, y otro lo que decía Lavalle. Estaba bien hecho todo, se estudiaba mucho.

Los diversos entrevistados han dado cuenta de esta Comisión y sus visiones giran en torno a pensarla como un espacio de formación, de creatividad y de intervención política concreta. Sin embargo, es importante aclarar que el objetivo no era simplemente dar discusiones sobre historia, se tomaron de alguna manera las riendas de la Carrera e incluso de la Facultad, encargándose de presionar en favor del nombramiento de algunas personas, como fue el caso de Rodolfo Ortega Peña y Eduardo Luis Duhalde en el Departamento e Instituto de Historia Argentina y Americana, respectivamente. A partir de este momento cualquier "cuestión relacionada con el saber y demás, se subordinó a la política", cuenta Hilda. Se introdujeron cambios que marcaron un antes y un después: impugnación a profesores, reformas parciales del plan de estudios, presión sobre las cátedras para cambiar los programas y el ingreso de nuevos profesores a la Facultad como fue el caso de Fermín Chávez, el retorno de Reyna Pastor y de Alberto Pla, quienes debieron exiliarse años más tarde.
Historia no era una Carrera poco sensible al contexto general, como mencionó una de nuestras entrevistadas. Puiggrós, en el año 1974, dicta la materia Historia de América III, junto con Pomer y Fernández, dedicando gran parte de la materia a las problemáticas latinoamericanas. En particular, se dicta una unidad dentro del programa dedicada a los nacionalismos y socialismos en América Latina. Observemos los contenidos, citamos textualmente:

Nacionalismos y socialismos en América Latina en las condiciones de la hegemonía imperial norteamericana. Tareas y clases en la lucha contra la dependencia. El desarrollismo como política de las clases dominantes y como estrategia de la metrópolis. El papel del ejército.

Gunnar Olson, profesor dedicado a la sociología de la cultura, dicta un seminario bajo el título de Historia de los países imperialistas en el primer cuatrimestre del '74. Las lecturas que dicho seminario proponía atravesaban distintos ejes, aunque centradas en clásicos como Marx, Lenin y Pizarro. Los contenidos apuntaban a pensar el desarrollo imperialista en América Latina: la unidad uno: Teoría del Imperialismo; la unidad dos: Nuevas formas del Imperialismo. Empresa multinacional. Viejas y nuevas contradicciones del Imperialismo. El futuro de la empresa multinacional; la unidad tres: Las empresas multinacionales en América Latina. Desarrollo del capital monopolista en Argentina; la unidad 4: Antecedentes históricos del Imperialismo en América y por último la unidad 5: Intervenciones en América Latina: Panamá Guatemala, República Dominicana.
A su vez, uno de nuestros entrevistados explica que el ingreso que se realizaba para Filo tenía, además, una materia en común: Lucha por la liberación de las clases populares en América Latina. Filo intentaba salir hacia afuera para dar discusiones que tenían injerencia en la realidad social. De alguna manera se proyecta una universidad enraizada al contexto social, como también un profesional comprometido con la realidad de su pueblo. Esta perspectiva se observa en las palabras expresadas por el ministro Taiana en la Cámara de Diputados al presentar la Ley de Reforma Universitaria (Ley N° 20654): "Allí donde esté insertada, en pleno pueblo debe producir los hombres y las capacidades que esa región precisa, es la única manera de amalgamar la Universidad con la región y su pueblo" (Taiana, 1973: 19).
Los cambios mencionados al interior de la carrera de Historia son sólo la antesala de las grandes transformaciones que intentarán concretar con la llegada de Enrique Tandeter como director del Departamento. No nos es sencillo poder recuperar el cómo de la llegada de Tandeter al departamento de Historia, sobre todo ante la ausencia de documentos oficiales que sean susceptibles a la interpretación. Sin embargo, nos valemos de las entrevistas que tienden a explicar que la actividad de Montoneros para aquella época había sido intensa. Las demás agrupaciones no tenían el protagonismo que sí tenía esta última, según Oscar, estudiante en la época: "En los '70 Monto se hace muy hegemónico. En el '73 dominaban y no hay juego, es una estructura autoritaria y dura. En el '60 era más abierto". En esa instancia de disputa, parecía que el apoyo de esta agrupación era clave, por eso una de nuestras entrevistadas, Hilda, afirma que: "Tandeter llega al puesto de director de la carrera de Historia gracias al apoyo de Montoneros". No pretendía una Carrera que fuera baluarte de la revolución, sino que sostenía que debía haber profundos cambios: "debía haber un departamento de Historia, no sólo un espacio para la lucha armada". Uno de los cambios que era más exigido, y que el director en aquel momento dio, cuenta, fue la reforma del plan de estudios. Para dar su respectiva discusión, se crea "una comisión con gente de todos los pelajes [...] aunque no llega a concretarse", afirma Hilda, porque 1974 estaba muy cerca. Es en la convulsión estudiantil de la época en la cual ella afirma que:

va perdiendo lugar cualquier espacio de reflexión, dejando su lugar a la acción [...] vivíamos en un micro clima que se hacía cada vez más micro… se va generando en la Facultad lo que empezó siendo el efecto de una movilización por fuera de la Facultad que incide en la Facultad. En el '72, una especie de efervescencia general en la cual todos éramos parte con el reclamo de la vuelta a la democracia, la vuelta de Perón, un clima que va invadiendo a la Facultad y donde todos nosotros salimos con iniciativas como la Comisión de Historia que era, de alguna manera, crear una instancia de poder diferente a lo que había a las autoridades constituidas… que se amoldaron a nosotros, que nos dejaron hacer.

Es interesante cómo recalca esto nuestra entrevistada y nos permite plantear que los estudiantes presentaban iniciativas concretas para intervenir en el microclima (sic) de la Facultad y las autoridades eran pasivas frente a esto. Por lo que hasta aquí hemos incurrido, la Comisión –a través de la cual puede Tandeter hacerse visible y que posteriormente, gracias a su participación en ese momento en Montoneros, logrará obtener la dirección del Departamento–, es expresión de una necesidad de parte de los estudiantes para cambiar la Carrera, con la particularidad de que no había nadie que se opusiera a ese deseo.
Desde el '73 y sobre todo en el '74 hubo una desintegración del Departamento, la Facultad quedó presa de los conflictos del Peronismo, de Montoneros y del movimiento armado. De esta manera, comprendemos la visión de Carlos, estudiante durante la década del '70:

El golpe de la derecha en la Facultad vino en el '74 con la Misión Ivanissevich. Ahí se acabó toda posibilidad de pensamiento de izquierda, porque vino una derecha fundamentalista. De hecho el director interventor del departamento de Historia en ese momento proscribió todo pensamiento crítico, alternativo y apareció una corriente positivista, memorista. Gente con muy pocos conocimientos [...].

En el año 74 se clausura la Facultad, se proscribe todo pensamiento crítico, alternativo y comienza la depuración de todo aquello que hemos analizado hasta aquí: la Comisión de Historia, los programas alternativos, el interés por modificar los planes de estudios, etc. Filo, poco ajena a los cambios hacia afuera, vivirá las consecuencias de la Misión Ivanissevich y hará un paréntesis de unos diez años para intentar retomar lentamente el rumbo de una Facultad en democracia.

Delirio y cotidianeidad al interior de la carrera de Filosofía entre 1970-1974
Mientras Historia se movilizaba, ¿qué pasaba en Filosofía? Para poder pensar la carrera de Filosofía de la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad de Buenos Aires llevamos adelante una serie de entrevistas a quienes transitaron por sus pasillos durante el período abordado.
Entre los años '70 y '74 en la carrera de Filosofía, al igual que en el resto de la Facultad, se vivía un ambiente muy convulsionado. Como nos cuenta una de nuestras entrevistada y estudiante de la época, Diana, a pesar de las limitaciones que impuso la llamada dicta blanda,

había cierto activismo, había algunos docentes que daban bibliografía que años después estuvo prohibida. Por ejemplo, en Introducción a la Sociología con Portantiero o en materias que tenían que ver con estudios sociales, se leía Mao Tse Tung, Gramsci, Guevara, Marx, Engels… En general esa era la tónica, no había mucha neutralidad.

Durante el gobierno de Lanusse se hacen asambleas y se discute, pero en su mayoría "terminaban con represión policial. Se escapan por los techos... terminabas en la comisaría", nos cuenta Graciela. Sin embargo, como nos aclara Mónica, "en la época de Lanusse no estaba prohibida la actividad política. Pero a partir del '73 con el regreso de Perón, se pone todo más convulso. Había facciones enfrentadas, directamente a los tiros". Por otro lado, en la Facultad, a fines de la década del '60, comienzan a convivir las cátedras tradicionales con "las Cátedras Nacionales que eran una re-interpretación del Marxismo a la perspectiva nacional", según nos cuenta Javier –estudiante de la época–. Para 1973 con el triunfo de Cámpora y la institucionalización democrática, se abren nuevas cátedras: cátedras marxistas o cátedras peronistas. En este ambiente convulsionado según nos cuentan nuestros/as entrevistados/as, los y las profesores/as que eran reaccionarios/as, con posturas anti-populares, no perseveraban.
¿Había una organización estudiantil que lograra expresar las demandas de este grupo? ¿Había un espacio de contacto con la realidad política de la época? A partir de lo que nos cuentan nuestros/as entrevistados/as, había una baja institucionalidad del Centro de Estudiantes, no hay una promoción de la participación activa en dicho espacio. Lo que sí había era mucho asambleísmo. Antes del '73 "tenía mucho peso el PCR que en ese momento era el FAUDI", según nos cuenta el ex estudiante Alejandro. Varios de nuestros/as entrevistados/as mencionan el gran movimiento al interior de la Facultad y la importancia de las asambleas como espacios de confluencia y debate sobre la política nacional, excediendo el marco meramente universitario. A partir del '73, con el triunfo de Cámpora, en la Facultad de Filosofía y Letras se observa un gran corrimiento hacia la militancia peronista.
¿En qué espacios podemos observar el cambio entre estos dos períodos al interior de la carrera de Filosofía? En consonancia con el espíritu de la época, a partir del año '73 aparecen las nuevas cátedras como por ejemplo Pensamiento latinoamericano, Problemas especiales socioeconómicos de Latinoamérica y Antropología filosófica, entre otras. Respecto a lo académico, la carrera de Filosofía a partir del año '73 está orientada hacia lecturas con contenido peronista, en la mayoría de las cátedras se leían los escritos de Perón "uno de los cambios en el '73 fue la bibliografía. Incluía textos de Perón en todas las asignaturas". Según nos relata una estudiante de la época, "el profesor de Filosofía Latinoamericana los/as hacía analizar Actualización política y doctrinaria para la toma del poder y ver si Perón era o no era un determinista histórico comparándolo con Hegel". "Se suponía que había buenos y malos y te hacían comparar Alberdi y Perón", explica Diana, estudiante de la época. Y agrega que en la materia de Filosofía Antigua te

hacían leer a Platón considerando que la idea de bien era Perón y la caverna era el antipueblo, los que vivían confundidos. Todo conducía hacia el Peronismo. (...) No se discutía la orientación porque era la condición para regularización de la materia (...) Entonces vos estudiabas Filosofía Antigua pensando que Platón y Perón se podían poner en paralelo y que en realidad Perón en la Comunidad Organizada lo que hacía era tomar la idea socrática de comunidad.

Todas estas nuevas materias muestran una ideologización muy clara hacia el Peronismo. A su vez, estos cambios en las temáticas abordadas se ven reflejados en materias como Estética II, dictada por Néstor García Canclini, en la que se leían textos de autores como Fanon, Mao Tse Tung, Brumana, Bourdieu, Marx, Eco, Freud. Las temáticas iban desde el "Objeto y método de la estética contemporánea: su autonomía y dependencia respecto de las ciencias sociales y de los procesos histórico-políticos. La crítica del arte burgués y de las estéticas filosófico-especulativas. Situación del conocimiento estético en la epistemología de las ciencias sociales: arte, ciencia e ideología. Estética y dependencia cultural: lo universal y lo nacional en la teoría y la praxis artística", hasta las "Bases para una estética de la liberación: Aportes de las ciencias sociales a la teoría política del arte (Arte, sociología y teoría de la dependencia. Ubicación del arte en relación con la estructura y la superestructura. Producción, difusión y consumo de las obras. Trabajo artístico, mercancía y demanda social. Arte de élites, arte de masas y arte popular en América Latina. El arte y la cultura como aparatos ideológicos para la reproducción y dominación de la vida social. Dominación de clase y dominación imperialista en la producción artística)".
Por otro lado, Historia de la Filosofía Latinoamericana, dictada por Nelly Schanith junto con Eggers Lan, Sibileau, Feimann y Goutman en el segundo cuatrimestre del '73, propone como tema el "Rastreo histórico de una línea de reflexión emancipadora en América Latina". Dicha materia analizaba cinco pensadores combatientes: Bolívar y San Martín, Artigas, Francisco Solano López y Martí. Para complementar la lectura, y en consonancia con el espíritu de la época, se veía la película de Solanas y Getino "La Hora de los Hornos". La película está dividida en tres partes: "Neocolonialismo y violencia"; "Acto para la liberación", dividido a su vez en dos grandes momentos "Crónica del Peronismo (1945-1955)", "Crónica de la resistencia (1955-1966)"; y "Violencia y liberación". Estos ejemplos muestran la apertura al pensamiento americanista de la época, al pensamiento nacional con el eje puesto en el Tercer Mundo: sus ventajas/desventajas y sus posibilidades. Según nos cuenta Graciela, quien estudió en aquellos años,

todo era muy caótico, había exámenes en conjunto. Se preparaba un tema por grupo y quizás venían y levantaban la clase por algo que ocurría en el mundo o en el país. En las clases había debate político coyuntural y mucho de levantar las clases.

Los estudiantes de Filosofía
En la carrera de Filosofía no se observa una organización estudiantil que presione por cambios al interior de la Carrera, sino que esos cambios en el plan de estudios responden al ambiente más general que se vivía al interior de la Facultad. Si había una militancia de los y las estudiantes de Filosofía, en la mayoría de los casos era por fuera de la Universidad. La exigencia misma de la Carrera no dejaba espacios para generar una comunidad académica. Según nuestros/as entrevistados/as, "Filosofía no era una carrera politizada, no al nivel que estaban politizadas otras carreras", la misma Graciela nos cuenta que "pocos estudiantes de Filosofía tenían militancia política al interior de la Facultad". Sin embargo, esto no quiere decir que no había cuestionamientos. En nuestras entrevistas nos encontramos con casos en los que estudiantes de una materia se organizaban para cuestionar tanto al docente como el contenido de la asignatura. Este es el caso de Filosofía Medieval, materia dictada por la profesora Mercedes Bergadá. Los y las estudiantes comenzaron a cuestionar los contenidos y la orientación de dicha materia. Según nos cuenta un estudiante,

Esto terminó en una discusión que se armó con la profesora. El eje del cuestionamiento era que la filosofía medieval se tenía que plantear no como filosofía medieval sino como la preparación de la filosofía moderna (...) todo era muy delirante.

¿Cómo se vivían los acontecimientos de la política nacional al interior de la carrera de Filosofía? Con la llegada de Montoneros a la Facultad en el '73, la vida universitaria sufre un trastrocamiento en su estructura política interna. En varias carreras los cambios de autoridades reflejan esta nueva realidad política. Sin embargo, en la carrera de Filosofía no se siente ese cambio. Por lo que relatan nuestros/as entrevistados/as, lo que sí impactó en el departamento de Filosofía, al igual que en toda la Facultad, fue el año '74, cuando Lealtad rompe con la Tendencia y la posterior muerte del Gral. Perón. Es a partir de ese momento particular que comienzan a vivir una época de mucha violencia. Nos cuenta Diana que

a partir del 74 la Facultad dio un giro hacia la derecha después de la muerte de Perón. Ahí fue el gran cambio. El reglamento de la universidad prohibió los centros de estudiantes, prohibió la representación gremial de los docentes, se echaron miles de docentes. Fue una época siniestra.

Según Mónica, durante el año '74 se vive una

situación de gran convulsión: primero por la lucha interna del Peronismo que cada vez se tensaba más, llegando a convertirse en la lucha principal; y después se produjo la intervención, la Facultad se cerró el segundo cuatrimestre del '74.

Buscando quién nos eduque
Con respecto a las inquietudes intelectuales de los y las estudiantes, la Facultad no lograba satisfacer las expectativas: primero por el enfoque doctrinario peronista y luego por la falta de apertura a nuevos filósofos, según una estudiante de la época, Diana, "fuera del período que se leía todo Perón, la carrera de Filosofía se restringió a cuatro autores Husserl, Hartmann, Heidegger, Hegel (la lectura de la derecha)". Para los estudiantes, la universidad de los '70 "Era un páramo… Era hacer hermenéutica de los mismos textos… una cosa muerta". Con el fin de poder cubrir esos vacíos, los estudiantes recurrieron a espacios por fuera de la universidad para profundizar sus lecturas. Algunos de estos espacios eran la Sociedad Argentina de Análisis Filosófico (SADAF), el Centro de Investigaciones Filosóficas (CIF), y el Centro de Estudios Filosóficos de la Academia Nacional de Ciencias. Particularmente el SADAF daba seminarios gratuitos, lo que era de sumo atractivo para aquellos estudiantes orientados hacia la filosofía analítica. Muchos de los que participaban en esta institución habían sido expulsados después de la noche de los bastones largos y no habían vuelto a la Universidad porque no eran peronistas. Una de nuestras entrevistadas nos cuenta que algunos empezaban a hacer "una carrera paralela en el SADAF".
Cada una de estas instituciones tiene orientaciones distintas, y eran quienes absorbían a aquellos estudiantes que buscaban formarse académicamente en el ámbito de la investigación. Como nos cuenta la estudiante mencionada, Diana, la falta de espacios de formación y posibilidades de estudio al interior de la Facultad hacía que los estudiantes buscasen otras alternativas para su formación. Ante la carencia académica de la Universidad, los centros de investigación cobran mayor relevancia, siendo éstos los nuevos ámbitos de análisis, discusión e incorporación de nuevas perspectivas filosóficas.

Conclusiones finales
Reafirmamos una vez más la importancia de la historia oral para nuestra investigación. Al mismo tiempo, hemos podido rescatar una serie de documentos que adjuntamos en el anexo y que han servido para complementar aquello que mencionan los y las entrevistados/as. Si hemos intentado establecer una comparación entre ambas carreras, fue por la necesidad de dar respuestas metodológicas a un vacío existente en las fuentes escritas. De esta falencia surge este artículo y con ella hemos podido constatar que Filosofía e Historia eran mundos distantes pero que tenían elementos en común por situarse dentro de Filo.
En primer lugar, encontramos una confluencia en el horizonte general de la Universidad de Buenos Aires que se orientó a partir del '73 hacia la doctrina peronista y a la recuperación de la visión latinoamericana y antiimperialista. La prueba de esto son las cátedras orientadas a los escritos de Perón y los diversos programas que hemos analizado de las carreras, que son el reflejo en Filo de la realidad nacional: "la universidad fue la peronización de la clase media", nos mencionó uno de nuestros entrevistados.
En segundo lugar, y un punto para contrastar, es cómo incidía en cada carrera la movilización de las agrupaciones políticas: si para Historia, Montoneros fue el eje a partir del cual se permitieron modificar cuestiones elementales como el jefe de Departamento, en Filosofía su ingreso no provocó trastrocamientos en la estructura académica. Podemos observar cómo en la carrera de Historia los estudiantes organizados logran imponer ciertos directores de departamento que responden a sus intereses, mientras que en la carrera de Filosofía, los cambios en la estructura académica son impuestos desde "arriba".
La pregunta es ¿por qué esta diferencia entre ambas carreras en cuanto a la incidencia de la política? Creemos que un punto importante en este sentido es el perfil que explican nuestros entrevistados y entrevistadas para formar a los/as estudiantes de cada carrera. Mientras que para Historia se proyectaba un estudiantado comprometido con la realidad político-social e intelectual del momento; en filosofía se pensaba una carrera más individualista y meritocrática. Al respecto, Historia vio el desarrollo de un grupo de estudiantes que pretendían realizar modificaciones sustanciales en lo que acontecía en la Carrera y que pudieron aunar esfuerzos en la llamada Comisión de Historia. Filosofía no tuvo una organización estudiantil propia de la Carrera que pretendiera dar discusiones, realizar modificaciones a nivel más general, aunque sí podemos observar movimientos espontáneos para solucionar conflictos específicos que hacían a las materias del momento. Mientras que la Comisión de Historia daba debates intelectuales, también pretendía incidir políticamente; en Filosofía las discusiones académicas se desarrollaron fuera de la Facultad en instituciones como SADAF.
¿Caos, delirio y realidad? Estas tres palabras fueron utilizadas por muchos de nuestros entrevistados y entrevistadas. Creemos que no es casualidad y que dan la pauta del imaginario de una época absolutamente convulsionada en la cual la Facultad de Filosofía y Letras fue fiel expresión. La perspectiva del hoy –a partir de la cual pensaron nuestros entrevistados y entrevistadas–, nos indica que la década del '70 mostró la posibilidad de gestar otro mundo, otra instancia de poder y otra forma de autogestión, para lograr ciertas reivindicaciones que serán derrotadas con la llegada de la Misión Ivanissevich.
Entonces: ¿podemos hablar de un movimiento estudiantil? ¿Podemos hablar de un protagonismo de los y las estudiantes en Filo? ¿Cómo influyó la realidad nacional en este grupo? ¿Qué rol jugaron las carreras analizadas? Estos son sólo algunos de los interrogantes que nos hemos planteado a lo largo del presente trabajo. Las respuestas que nos demos serán parciales a la vista de los pedazos de historia que hemos encontrado para abordar nuestro objeto de estudio. Sin embargo, las respuestas a estos y tantos otros interrogantes, resultan necesarias. De ahí la importancia de seguir abordando líneas de debate y de seguir potenciando vínculos entre el pasado y el presente, entre la historia oral y la historia institucional, a partir de las cuales podamos delimitar cada vez más los interrogantes propuestos.




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