\"Definir y explicar el feminismo histórico. Debates y propuestas de análisis desde la historia\"

June 6, 2017 | Autor: Inmaculada Blasco | Categoría: Modern Spanish History, History of Spanish feminism
Share Embed


Descripción

10

DEFINIR Y EXPLICAR

EL FEMINISMO HISTÓRICO.

DEBATES Y PROPUESTAS

DE ANÁLISIS DESDE LA HISTORIA

Inmaculada Blasco Herranz Universidad de La Laguna

!t's what we don't know that entices us; it's new stories that we yearn to tel!, new memories that we seek to reveal. Our passion for women's history was a desire to know and think what had hitherto been unthinkable. (SCOIT, 2011: 40).

En este capítulo final, me propongo elaborar un sucinto balance de las más recientes interpretaciones sobre el feminismo histórico en España. También deseo plantear algunas cuestiones derivadas del desafío que tanto nuevos (y no tan nuevos) marcos interpretati­ vos como recientes modulaciones de la teoría y el movimiento femi­ nistas (no solo en España) nos plantean en la actualidad a la hora de definir y explicar el feminismo histórico.l Es decir, me interesa

El libro de Silvia 1. Gil me ha obligado a reflexionar sobre lo que significa el llamado feminismo de tercera ola o los «nuevos feminismos» en el caso español, y las transformaciones que introducen con respecto a los contenidos del feminismo que pensábamos que era «el feminismo». Con «nuevos feminismos» se alude al movi­ miento de mujeres que se desarrolló desde los años noventa, y cuyos debates se arti­ cularon en torno a conceptos como autonomía, identidad sexual y globalización. En consecuencia, la lectura de este libro, que resulta imprescindible, me ha hecho ver con mayor claridad el carácter históricamente situado de los diferentes feminismos a lo

268

Inmaculada Blasco Herranz

abordar cuestiones y debates que han preocupado a la historiografía sobre feminismo en España a lo largo de las tres últimas décadas. Pero también es mi propósito introducir algunos planteamientos de autoras cuyas aportaciones a la reinterpretación del feminismo his­ tórico apenas han tenido influjo sobre su explicación histórica en España. Que esto sea así no resulta excepcional, sino que refleja cierto consenso en la historiografía feminista española en tomo a cómo interpretar el feminismo histórico. Soy consciente de que en mi propósito hay cierta tensión entre el reconocimiento de la aportación anterior (de la cual gran parte de mi investigación es deudora) y la necesidad de explorar nuevos territorios, que nace tanto de la obser­ vación de las insuficiencias explicativas de que adolece la produc­ ción historiográfica sobre feminismo histórico en España y de la puesta en cuestión de las premisas sobre la que esta se sustenta, como de la inquietud que siempre me ha movido desde una identi­ dad en la que me reconozco, la de historiadora feminista.

q.ll1;S

Las distintas aportaciones que se presentan en este volumen nos ofrecen un mayor conocimiento sobre las vidas y pensamiento de algunas mujeres aragonesas que, en sus diferentes contextos políti­ cos, sociales y culturales, reflexionaron sobre la situación de las mu­ jeres y ofrecieron claves para interpretarla y también para transfor­ marla en aquellos aspectos que consideraron injustos, inapropiados o indignos. Pero, al mismo tiempo, los espléndidos relatos «biográfi­ cos» que conforman el libro suscitan, explícita o implícitamente, al­ gunas cuestiones clave que se insertan en la discusión sobre la defi­ nición del feminismo histórico, y que no han dejado de tener vigencia entre las historiadoras en los últimos veinte años. Las historiadoras nos hemos interrogado acerca de los elementos que impiden/permi­ ten la categorización de «feminista» y «feminismo», del reconoci­ miento de las voces y agendas «feministas», aunque para nosotras no

largo de la historia, hasta el punto de que resulta imposible definir «el Feminismo» sin tener en cuenta dichos contextos (Gil, 2011). Por otra parte, en el plano inter­ nacional, el surgimiento de movimientos no solo de mujeres, sino autocalificados de feministas en el mundo árabe-islámico nos ha hecho reflexionar sobre la versatilidad del concepto, y las modulaciones que en países no occidentales adquiere el mismo (Badran, 2012; Pepicelli, 2010).

Definir y explicar el feminismo histórico ...

269

lo sean, de nuestra potestad para definir el feminismo y emitir jui­ cios sobre diferentes feminismos, de nuestra posición hacia las que no se identificaron como feministas, pero nosotras las reconocemos como tales: ¿qué elementos impiden/permiten la categorización de «feminista» y «feminismo»?; ¿cómo hay que proceder respecto al reco­ nocimiento de las voces-agendas «feministas», aunque para nosotras no lo sean? ¿Podemos atrevemos a definir el feminismo? ¿Hay femi­ nismos buenos y malos? ¿Qué hacer con las que no se califican como feministas? ¿Aceptamos los límites que marcan a nuestro entendi­ miento de los derechos, es decir, la «ciudadanía limitada»? De entre todas estas preguntas, quiero destacar dos, que remi­ ten, no tanto a atrevernos a definir el feminismo, sino a las dificulta­ des para atribuir, desde el presente, la categoría de feminista y femi­ nismo a una determinada persona, movilización o ideario: ¿fue feminismo el que se autocalificó de «feminismo católico», por mucho que nos resulte difícil reconocer en él a un feminismo genuino, no instrumentalizado y manipulado, no políticamente interesado para fines confesionales? ¿Fueron feministas aquellas anarquistas que no se identificaron con esta clasificación en su momento, pero cuyas vidas y pensamiento encajan en nuestra manera de entender el fe­ minismo, y que incluso han pasado a ser referentes históricos del feminismo de segunda ola? Sin duda, el problema que enfrentamos no lo es solo como historiadoras feministas, sino como historiadoras/ es, para lasllos que la relación entre el pasado y el presente no es siempre la misma. En un pequeño balance que se presentó a la mesa «Feminismos y feministas en la historia» del XV Coloquio Interna­ cional de la AEIHM, celebrado en Bilbao en 2010, Nerea Aresti y Ángela Cenarro consideraban que la intencionalidad es clave para evaluar si una acción o movimiento es feminista o no lo es: «[clabría preguntarse si toda transgresión del orden patriarcal puede ser con­ siderada como una manifestación del feminismo. Pensamos que no. Porque el feminismo es la acción voluntaria que persigue alterar las relaciones de poder patriarcales en un sentido favorable para las mujeres, mejorando su posición relativa en los diferentes ámbitos de la vida, material y simbólicamente» (Cenarro y Aresti, 2012: 408). En este sentido, también se pronunciaba Mary Nash en el cierre de su paradigmático artículo de 1994. Aunque apostara en él por la

270

Inmaculada Blasco Herranz

ampliación de la definición de feminismo histórico para abarcar otras experiencias históricas que habían supuesto una modificación en las relaciones de género dominantes, concluía que «feminismo y redefinición de las relaciones de género no son equiparables». En consecuencia, las historiadoras seguían enfrentándose no ya a la definición del feminismo, sino a la evaluación de «una voluntad emancipadora de desafío de las normas de género» (Nash, 1994: 172).2 Creo que vivimos un momento epistemológico que nos permite desplazar la inquietud por obtener una definición universal de femi­ nismo (una especie de programa de mínimos para todo momento histórico y todo espacio geográfico-cultural) por la insistencia en que los feminismos solo pueden entenderse en sus contextos. 3 Es esto, precisamente, uno de los elementos en los que todas las colaborado­ ras del volumen parecemos coincidir (si bien más adelante volveré a plantear la cuestión de la conteX!uaJ.ización para ampliar su signifi­ cado): es imprescindible, para co~ender la textura del feminismo histórico, evitar la proyección desde el presente (desde lo que en la actualidad entendemos por «feminismo») a través de una atenta con­ textualización. Esta se complementa con una actitud de escucha ante la fuente, es decir, de lectura sin prejuicios/juicios de valor de las evidencias dejadas por las protagonistas de nuestras historias. Otras preguntas que podrían plantearse resultan no menos re­ levantes dado que conectan con debates más amplios, tanto de carác­

2 La cuestión remite, en última instancia, al problema de la intencionalidad o voluntad de los sujetos. En su estudio sobre los movimientos de mujeres de las mez­ quitas de El Cairo en los años ochenta del siglo xx, Saba Mahmood se ha mostrado crítica con los enfoques culturales que corren el riesgo de interpretar como resistencia a la dominación masculina toda acción de las mujeres. Esto sería el resultado de pre­ suponer, en los sujetos que estudia(mos), similares configuraciones subjetivas que las nuestras -basadas en la autonomía moral y política que llevaría a un deseo innato de liberarse de imposiciones patriarcales. El problema que se deriva no es tanto que califiquemos de feminista una acción que no lo es, sino la constatación de que nues­ tras herramientas analíticas son tan provincianas que no nos sirven para analizar movimientos que se sustentan sobre otros conceptos de sujeto (piadoso en este caso). Mahmood (2005). 3 Para un intento reciente de definir, con carácter general, feminismo, véase la propuesta de Akkerman y Stuurman, que recoge Mary Nash. Nash (2004: 67-68).

Definir y explicar el feminismo histórico ...

271

ter historiográfico como teórico. Así, los diferentes capítulos invitan a reflexionar acerca de la relación del feminismo con las diferentes culturas políticas de la Restauración (¿Redefinió el feminismo a las diferentes culturas políticas? ¿Puede ser considerado el feminismo una cultura política?), la importancia de las redes y círculos de infor­ mación y conocimiento en la conformación de los feminismos en dife­ rentes momentos históricos, la definición de «maternalismo social», la relevancia (o no) de las similitudes (lo compartido) entre distintos feminismos en un mismo contexto, a pesar de la existencia de dife­ rencias, incluso de confrontación entre ellos.

La redefinición del feminismo histórico en España A día de hoy, en la historiografía española se ha ido consolidan­ do una conceptualización del feminismo histórico más expandida de lo que era habitual en la pionera historiografía feminista española. A pesar de que actualmente se mantiene vigente una visión más li­ mitada del feminismo en los trabajos de divulgación y en los realiza­ dos desde enfoques y metodologías no históricos, el plural «feminis­ mos» y la inclusión de movimientos de mujeres que desafiaron, en mayor o menor medida, las relaciones de género hegemónicas en un contexto determinado ha ido formando parte paulatinamente (más aún desde 2000) de la literatura histórica sobre el feminismo. Esta literatura es deudora, en gran medida, de un artículo que supuso una auténtica convulsión en el panorama historiográfico feminista español de mediados de los años noventa del siglo pasado (Nash, 1994). Dicho artículo constituía una clara invitación al debate a par­ tir del cuestionamiento de las visiones acerca del feminismo histó­ rico hasta entonces vigentes en la historia de las mujeres. 4 El referente inmediato del artículo de Mary Nash fue el pu­ blicado en 1988 por Karen Offen, una especialista en historia de

4 Recuerda, con sus lógicas diferencias, por su impacto a largo plazo y por la propuesta teórica e historiográfica que llevaba implícito, al artículo que sobre el movi­ miento obrero escribieron Pérez Ledesma y Á1varez Junco (1982).

272

Inmaculada Blasco Herranz

Francia, sobre el feminismo europeo continental (Offen, 1991). La propuesta de Karen Offen introdujo un profundo cambio en los estu­ dios sobre el feminismo histórico pues vino a permitir ampliar el concepto de feminisrrw para incluir movimientos y mujeres que ha­ bían desarrollado su acción en países mediterráneos. 5 El núcleo de su propuesta consistía en el establecimiento de una división en dos feminismos: igualitarista -dentro de la tradición anglosajona del liberalismo individualista, que se articuló en torno a la igualdad y a los derechos políticos-, y relacional -que se basó en las diferen­ cias de género existentes-o El artículo de Offen sirvió en ese mo­ mento para que la historiografía europea continental se sustrajera al imperio del modelo sufragista británico, al redefinir el feminis­ mo a partir de la base justificativa del género, es decir, del propio discurso de la domesticidad. 6 En el caso de España, al haber aplicado también el patrón del mundo anglosajón, las historiadoras habían estado buscando sufragistas e ~itaristas, que no aparecían hasta los años veinte y treinta, y por eso concluían que el feminismo espa­ ñol no solo llegó con retraso, sino que fue débil. Frente a definiciones de feminismo histórico estrictamente en clave política, Nash demos­ traba cómo, desde un concepto diferente de feminismo (que no se equiparaba exclusivamente al sufragismo ni se fundamentaba en

5 El debate que suscitó el artículo de Offen en el mundo anglosajón no tuvo su reflejo en España. La cuestión que dividió a las historiadoras feministas fue la visión del feminismo como un movimiento «inclusive or exclusive», en palabras de Claire Moses. Una de las respuestas más conocidas a Olfen fue la de Nancy Cott, que le objetó la tendencia a etiquetar casi todas las actividades políticas de las mujeres como feministas o variantes como «feminismo doméstico», «protofeminismo» o «feministas sociales». En lugar de esto, Cott propuso restringir el término a quienes se autode­ finieran así (lo cual no ha dejado, como hemos visto, de suscitar problemas). Por su parte, Sharon Sievers introdujo, desde una perspectiva inclusiva como la de OlTen, a través del estudio del feminismo japonés de finales del siglo lUX, la interpelación al sesgo etnocéntrico de la historiografía norteamericana y europea. Según Sievers, definir el feminismo «in historical contexts that translate across cultures» exige una definición del feminismo que enfatice «inclusiveness, flexibilitity, and willingness to accept historically grounded contradiction». Sievers (1989: 136); Moses (1992); Cott (1989a y b). 6 Una década más tarde, la hipótesis de Olfen fue desarrollada en un ambicioso es tudio empírico de diferentes desarrollos del feminismo histórico en Europa. Offen (2000).

Definir y explicar el feminismo histórico ...

273

un Vlslón igualitarista de los sexos), las dos primeras décadas del siglo xx mostraban un rico abanico de discusiones y actuaciones que configuraron el feminismo español (y catalán) como movimien­ to social. Las principales conclusiones de su aproximación al feminismo histórico en España no han dejado de tener vigencia, como ya seña­ lamos, hasta la actualidad. En primer lugar, que el feminismo social, basado en las diferencias de género dominantes, no reclamó dere­ chos políticos, sino demandas de tipo social como el derecho a la edu­ cación, al trabajo remunerado y a la mejora en las condiciones labo­ rales y salariales de las trabajadoras. En segundo lugar, que se articuló «a partir de resortes socioculturales que se asient[a)n en el reconocimiento del principio de la diferencia de género y de roles sociales distintos para hombres y mujeres» (Nash, 1994: 157). En tercer lugar, que fue la implicación de las mujeres en diferentes mo­ vimientos sociales desde finales del siglo XIX lo que sirvió como pla­ taforma para adquirir una experiencia inédita en el activismo social y público. En cuarto lugar, que esta presencia en el espacio público que conllevó la implicación en diferentes movimientos sociales supu­ so un desafío a la mentalidad colectiva, un cambio en el discurso de género vigente, aunque no contuviera ni significara una ruptura con el mismo. Por lo tanto, el feminismo aparecía no solo como un movi­ miento social, sino como un proceso de renegociación de los términos del contrato social de género, es decir, de modificación y reajuste de las bases de dominación de género establecidas en la sociedad. En consecuencia, «[. .. J habría que valorar la necesidad de rescatar como feminismo actuaciones, experiencias e iniciativas encaminadas al cambio social de las relaciones de género sin la implicación necesaria de su cuestionamiento abierto o global de una sociedad patriarcal» (Nash, 1994: 158). Esta conceptualización laxa del feminismo y la defensa del plu­ ral que defendía la autora fueron el resultado de complejos cambios teóricos y epistemológicos que impactaron, desde los años ochenta y bajo el influjo del mundo anglosajón, en la historiografía española. La potencialidad cuestionadora del artículo de Mary Nash radicaba no solo en esto, sino en la crítica implícita a uno de los fundamentos

274

Inmaculada Blasco

de la teoría y la feministas: el concentn que había articulado la noción de y del cual se había derivado que la unIca reacCH:m o las IJU"UJJlC; de las era la confrontación abierta y claramente En de se estudiaba a las femeninas que de la subordinación histórica en una heroica 1994: Desde una dimensión una reformulación de la relación entre IJ"".,U\JLV dar a muchas de las nr"0'111n de este artículo, que "los del feminismo de lllll:Ut:!;,J la elaboración de un programa femi­ de otra historiado-

estatus» que la ción histórica nos da la para la capaCIdad rup­ turista o de cuestionamiento de normas y valores culturales que discriminaban a las y también para como feminista o no c ada movimiento concreto de 1994: 158). En huir del y contextualizar más una más adecuada al análisis del feminis­ mo histórico. De la misma manera, el articulo de en el campo de la las reformulación de la historia social en clave LIlUmpi:!UlWiLl
Lihat lebih banyak...

Comentarios

Copyright © 2017 DATOSPDF Inc.