DE BELLEZA Y PIEDAD. PROMOCIONES DE MARÍA DE CASTILLA, REINA DE ARAGÓN (1416-1458

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DE BELLEZA Y PIEDAD. PROMOCIONES DE MARÍA DE CASTILLA, REINA DE ARAGÓN (1416-1458)*

MARÍA DEL CARMEN GARCÍA HERRERO Universidad de Zaragoza

RESUMEN En este trabajo se abordan algunas de las promociones artísticas y culturales de la reina María de Castilla como los tapices que debían realizarse en Borgoña, y los cirios decorados con las divisas de la reina que se utilizaban en la fiesta de la Candelaria. Se propone la identificación de los siete calderos ardientes de la tumba de la reina (en el claustro de su fundación de la Trinidad de Valencia) con los siete salmos penitenciales. Se analiza también la devoción reginal a los ángeles y a su ángel custodio; y su papel como mecenas y benefactora de determinadas instituciones monásticas, caso de Montserrat, Vall d’Hebron, San Antonio de Barcelona, Santa María de los Ángeles de Mallorca y el convento de dominicos de Lérida. PALABRAS CLAVE: Corona de Aragón, Baja Edad Media, Reginalidad, María de Castilla, Promociones culturales. ABSTRACT This work deals with some of the artistic and cultural promotions of Queen María de Castilla such as the tapestries, which had to be made in Borgoña, and * La investigación se ha realizado en el marco del Proyecto I+D+I: “Las transformaciones del Estado: Estructuras políticas, agentes sociales y discursos de legitimación en el reino de Aragón (siglos XIV-XV). Una perspectiva comparada”, referencia HAR2015-68209-P. Se inscribe también en los trabajos desarrollados por el Grupo de Investigación Consolidado CEMA del Gobierno de Aragón y la Universidad de Zaragoza (cema.unizar.es).

Lambard. Estudis d’art medieval Vol. XXV (2013-2014), p. 37-62 ISSN: 0214-4573

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the candles decorated with the queen’s emblems, which were used in the “Candelaria” feast. We propose the identification of the seven burning basins of the queen´s tomb (in the cloister of her foundation of the Trinidad in Valencia) with the seven penitential psalms. We also analyse the queen’s devotion to angels and to her guardian angel; and her role as patron and benefactor of certain monastical institutions, as in the case of Montserrat, Vall d’Hebron, San Antonio de Barcelona, Santa María de los Ángeles of Mallorca and the monastery of Dominicans in Lérida. KEYWORDS: Crown of Aragon, Late Middle Ages, Queenship, Maria of Castilla, Cultural Promotions. En este trabajo pretendo ofrecer algunas pinceladas concretas (la mayoría a partir de documentación inédita) sobre los intereses culturales de María de Castilla, que fue reina de Aragón de 1416 a 1458. No se trata de un tema nuevo, puesto que quienes se ocuparon de esta interesante soberana desde principios del pasado siglo,1 ya repararon en su labor de mecenazgo y en algunas de sus inclinaciones devocionales y artísticas. Ahora bien, las investigaciones más recientes han venido a matizar -y mucho en algunas ocasiones- la idea de que la discreción y humildad de la reina le llevaron a preferir “pequeños artistas” y “obras humildes”.2 Al abordar las promociones de María de Castilla, creo que resulta ineludible atender al tiempo en el que se efectuaron las mismas, ya que 1446 aparece como un año clave en el pensamiento y agencia reginales. En esa fecha, María probablemente empezó a rendirse ante el hecho de que Alfonso V, su legítimo marido,3 quizás no regresara nunca de Nápoles.4 Por su parte, ella, en los territorios “cismarinos” de la Corona de Aragón, ya estaba embarcada en la que sería su empresa más personal y ambiciosa: la fundación y reedificación del monasterio de clarisas

1 Algunos de los estudios monográficos pioneros sobre la reina se los debemos a Andrés GIMÉNEZ SOLER, «Retrato histórico de la Reina doña María», Boletín de la Real Academia de Buenas Letras de Barcelona, núm. 1-2 (1901), p. 71-81; Ferran SOLDEVILA, «La reyna Maria, muller del Magnànim», en Sobiranes de Catalunya, Barcelona, 1928, p. 213-347; Francisca HERNÁNDEZ-LEÓN DE SÁNCHEZ, Doña María de Castilla, esposa de Alfonso V el Magnánimo, Valencia, 1959. 2 Tomo las expresiones de Soldevila que enfatiza Jacobo VIDAL FRANQUET, «La cámara real de María de Castilla. Sus joyas y otras delicias suntuarias», Anales de Historia del Arte, núm. 24 (2014), p. 593-610. Véase también Teresa VICENS I SOLER, «Aproximació al món artístic de la reina Maria de Castella», en Maria Rosa TERÉS (ed.), Capitula facta et firmata. Inquietuds artístiques en el quatrecents, Valls, 2011, p. 193-262. No obstante, la disimetría entre los gastos suntuarios del rey y de la reina fueron puestos de manifiesto por Juan Vicente GARCÍA MARSILLA, «Vestir el poder. Indumentaria e imagen en las cortes de Alfonso el Magnánimo y María de Castilla», Res publica. Revista de filosofía política, núm. 18 (2007), p. 353-374. 3 Puesto que Alfonso y María eran primos hermanos, la reina vivió un sobresalto cuando se perdió la bula papal de Benedicto XIII que había permitido el matrimonio. Archivo de la Corona de Aragón (en adelante ACA), Cancillería Real (CR), Registro (R.) 2962, f. 24. 4 Eso no impidió que María de Castilla escribiera cartas a Nápoles, hasta el final de sus días, en las que sostenía que esperaba ansiosa el retorno del rey.

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reformadas de la Trinidad de Valencia.5 Hay un antes y un después de este magno compromiso de mecenazgo. De otro lado, también necesitamos reparar en la evolución de la mentalidad de María de Castilla a lo largo de sus muchos años como reina, puesto que sus afanes y gustos fueron modificándose, lo que va a exigir que en el futuro establezcamos cronologías más precisas sobre qué asuntos le importaron y movilizaron en cada etapa de su reinado (valdría decir de su vida), porque incluso en el caso de algunas aficiones e intereses que permanecieron, no siempre mantuvieron las mismas formas. Así, por ejemplo, la reina siempre fue devota de la Virgen, pero con el transcurso de su existencia cambiaron las representaciones iconográficas que la emocionaban y despertaban su piedad. Sabemos con certeza que doña María, de joven, continuó la costumbre de sus antepasadas y antepasados de honrar especialmente a la Virgen de la Merced.6 De hecho, la Virgen de la Merced, también llamada de Gracia, de la Consolación o de la Misericordia, era una advocación particularmente pertinente para las mujeres poderosas y para las reinas.7 Algunos años después de que doña María redactara una carta al respecto, Fray Martín de Córdoba, en su Jardín de nobles doncellas, el libro que escribía para la formación de la infanta Isabel, futura Isabel I de Castilla, sobrina de la soberana aragonesa, le aconsejaba que se comportase, si llegara a reinar, como la Virgen de la Misericordia, que abría y extendía su manto y bajo el mismo acogía a sus súbditos y a quienes de ella dependían, tal como se podía ver en las pinturas de Nuestra Señora de dicho título.8 No obstante, la Virgen de la Misericordia, con frecuencia coronada y materializada como Reina de los Cielos, se pres-

5 Manuel MATA LÓPEZ (ed.), Relación de limosnas para la construcción del monasterio de la Trinidad de Valencia, Zaragoza, 1991. Daniel BENITO GOERLICH, El Real Monasterio de la Santísima Trinidad de Valencia. Historia y Arte, Valencia, 2008. María del Carmen GARCÍA HERRERO, «Aragón y el monasterio de la Trinidad de Valencia: la renuencia a financiar el proyecto de la reina María», en Mundos medievales. Espacios, sociedades y poder. Homenaje al Profesor José Ángel García de Cortázar y Ruiz de Aguirre (vol. II), Santander, 2012, p. 1365-1377. 6 ACA, CR, R. 3162, f. 65. En 1416, una joven María afirma seguir la veneración de los reyes y reinas de la Corona de Aragón por Nuestra Señora de la Merced, y destaca especialmente a Nuestra Señora del Puig de Valencia, una advocación ligada desde el primer momento a la conquista del reino, véase Jayme PRADES, Historia de la adoracion y vso de las santas imágenes y de la imagen de la fuente de la salud, Valencia, 1597. Es cierto que la noticia se data en un período en el que la nueva reina intenta insertarse en la tradición reginal aragonesa presentándose como un eslabón más de una cadena ininterrumpida de soberanas. Estos aspectos en María del Carmen GARCÍA HERRERO, «Un tiempo de añoranza y aprendizaje: María de Castilla y sus primeros años en la Corona de Aragón», Storia delle donne, núm. 9 (2013), p. 97-116. 7 Sobre la expansión de esta tipología mariana, entre otros y otras, Francesca ESPAÑOL, «Les imatges marianes: prototips, rèpliques i devoció», Lambard. Estudis d’art medieval, núm. 15 (2002-2003), p. 87-110. Maria Magdalena CERDÀ GARRIGA, «Las imágenes de María en el gótico mallorquín. Tipología y variantes iconográficas», Eikon/Imago, núm. 2-1 (2013), p. 147-188. Un estudio específico sobre esta representación: Francesc RUIZ QUESADA, «Maria, Mater Gratiae, Mater Misericordiae [… ]: aspectes iconogràfics entorn de la Mare de Déu del Mantell i els ordes mendicants», Lambard. Estudis d’art medieval, núm. 15 (2002-2003), p. 157-204. 8 Martín de CÓRDOBA, Jardín de nobles doncellas, Madrid, 1956, p. 156.

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taba de una manera especial para que las y los artistas la adornaran con coronas, joyas, terciopelos, brocados y vestiduras ricas, lo que en la madurez de doña María ya no constituía un foco de atracción devocional. Los tapices de Borgoña. Un encargo minucioso de la reina Cuando era una mujer madura, en la década de los cincuenta del siglo XV, la soberana, que había nacido en Segovia en 1401, cruzó noticias e informaciones con su prima hermana la duquesa de Borgoña, Isabel de Portugal, hija de Felipa de Lancaster y Juan I de Portugal, que fue la tercera esposa del Duque de Borgoña Felipe el Atrevido, y una destacada mecenas. En la documentación que se ha publicado de Isabel de Portugal no se encuentra ninguna misiva dirigida a María de Castilla;9 pero en el Archivo de la Corona de Aragón hallamos epístolas de doña María a su prima, puesto que ambas eran hijas de dos hermanas de la casa de Lancaster, Catalina y Felipa.10 El título de esta aportación, “De belleza y piedad”, obedece a los sentimientos que expresa la reina María en la correspondencia que dirigió a su intermediario en la corte borgoñona, el franciscano fray Raulet de Vilers. Isabel de Portugal se había ofrecido para que a su prima María le elaboraran una colección de tapices en Borgoña, y entonces la reina, que ya era una mujer de más de cincuenta años, realizó un detallado encargo explicitando los tapices que 9 Quisiera expresar mi agradecimiento a la Profesora Marisa Costa, que tanto me ha ayudado en la búsqueda de posibles cartas de Isabel de Portugal a su prima. La obra de referencia sobre esta cuestión es la de Monique SOMMÉ (ed.), La correspondance d’Isabelle de Portugal, duchesse de Bourgogne (1430-1471), Ostfildern, 2009. Para la faceta de mecenazgo de Isabel de Portugal interesa el catálogo de la exposición belga: Claudine LEMAIRE, Michèle HENRY y Anne ROUZET, Isabelle de Portugal, Duchesse de Bourgogne, 1397-1471, Bruselas, 1991. 10 María de Castilla se dirigió a la ilustrísima princesa su muy querida y amada prima hermana, la duquesa de Borgoña, desde Vilafranca del Penedés el día 17 de noviembre de 1452. En la carta expresaba el placer que le produciría tener noticias de ella y de su muy amado sobrino (Carlos el Temerario), así como la pena por lo lejos que vivían una de otra: “quant desijeriem veure a vos e al dit vostre fill Deus ho sab si la gran distancia dels lochs on som non contrastaua”. Así mismo le informaba de la buena salud y prosperidad de Alfonso V, que se encontraba “ffahent ara guerra contra los fflorentins”. Por último le mencionaba su convalecencia y paciencia: “axi com al Senyor plau som visitada de infirmitats”, pero afortunadamente “Ell nos hi do bona paciencia”. Por último le presentaba al franciscano fray Raulet de Vilers, portador de la misiva, a quien debería dar crédito de lo que le dijera. ACA, CR, R. 3275, f. 145v. Cuatro meses después, desde Barcelona, el día 31 de marzo de 1453, doña María se dirigió de nuevo a la duquesa de Borgoña, pues fray Raulet de Vilers había informado a la reina de que su prima estaba dispuesta a viajar para visitarla. Esta le aseguraba que, después del regreso de Alfonso V, de nada podría obtener mayor placer, “pero nos som axi vesitada per Nostre Senyor Deus de malalties e en tal punt que quasi tota hora stam ab passio, Ell sap per quens ho dona, qui es creador, e creem per nostres peccats. Axi que en loch de fer vos la festa que vos merexen e donar vos plaers segons nos hauem voluntat, a les quals coses per nostra indisposicio no poriem entendre, hauriem enuigs. Per queus pregam hi vullats per lo present prestar paciencia e vostra visitacio, puix axi es plasent a Deu, sia per letres”. Tras disuadirle del viaje, se ofrecía a hacer por la duquesa todo lo que ella necesitara de “parts deça”. ACA, CR, R. 3215, ff. 16-16v.

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deseaba, precisando su temática, su tamaño y algunos datos en cuanto a los materiales de los mismos. Doña María quería una primera serie con los siete gozos de Nuestra Señora, que no necesitaban ser enumerados, puesto que resultaban de sobra conocidos,11 y que constaría de cuatro piezas en las que seguramente se representarían la Anunciación, la Visitación, la Natividad de Jesús, la Adoración de los Reyes, la Resurrección, Pentecostés y la Coronación de la Virgen. Cada uno de los tapices con escenas dobles mediría 24 palmos de largo y 18 de ancho, y el último, en el que figuraría un solo gozo mariano, tendría la mitad de longitud y de anchura, es decir 12 palmos de largo y 9 de ancho. En la segunda serie, la reina habla de tres tapices, pero de nuevo está encargando cuatro, todos ellos dobles y de la misma longitud y anchura que los anteriores. En el primero se plasmarían la Natividad y la Circuncisión de Nuestro Señor. En el segundo la Oración en el Huerto y el Prendimiento; en el tercero cómo lo azotaron y cómo lo desnudaron para crucificarlo, y en el cuarto la Crucifixión y el Enterramiento en el sepulcro. La soberana dice lo siguiente: “Y en estos [refiriéndose a ambas series] no queremos oro ni seda, sino que sean bien devotos, y sobre todo las imágenes de Nuestra Señora que sea vestida humildemente y devota, pues no los queremos sino por devoción”.12 Advertía la reina al fraile que si comprobaba que su prima estaba en disposición de donarle algunos tapices más,13 que aquellos tuvieran las mismas medidas 11 La iconografía de los Siete Gozos de María se repite sin cesar en la Baja Edad Media. Solo traeré a colación el ejemplo de la pequeña y preciosa Virgen de la Leche de Roger van der Weyden, conservada hoy en Madrid, en el Museo Thyssen-Bornemisza. En la arquitectura en la que se enmarca la Madre que amamanta están representados los Siete Gozos, siendo el central la Coronación, el gozo que probablemente también ocuparía el tapiz individual en el encargo de la reina María. 12 ACA, CR, R. 3275, ff. 154v-155. “La Reyna. Religios e amat nostre. Vostra letra hauem reebuda a la qual vos responem que nous meruelleu com nous hauem scrit, car per nostra gran indisposicio no hauem pogut entro ara que hauem hauda alguna conualescencia. Lo que nos volriem hauer de la Illustrissima duquessa, nostra molt cara e molt amada cosina germana, es los ·VII· goigs de Nostra Dona, ço es, dos goigs en vn drap, altres dos en altre, e altres dos en altre; e cascu de aquests draps hage vint e quatre palms de larch e XVIII de ampla, sino lo derrer de vn goig que hage de lonch e de ample la meytat, ço es ·XII· palms de lonch e ·VIII· de ample. E axi mateix volriem altres tres draps de semblant lonch e ample. E en la hu fos la Natiuitat e la circuncisio de Nostre Senyor. En laltre com staua en oracio e com lo prengueren. En laltre com lo assotaren e com lo despullaren per crucificarlo. E en laltre com lo crucificaren e com lo meteren en lo sepulcre. E en aquests no y volem aur ni seda, mas que sien ben deuots, e sobre tot les ymages de Nostra Dona sien vestides humilment e deuota, car nols volem sino per deuocio. E si com per vos mateix veyeu disposicio que la dita duquessa nos volgues fer fer algun drap, axi mateix sens aur ni seda e del dit lonch e ample en lo qual fossen les virtuts: fe, sperança, caritat, etc., lo y grahiriem molt e molt per nostra deuocio. Data en Vilafrancha de Penedes a XXVIII de Noembre del any Mil CCCCLII. La Reyna. Al Religios e amat nostre ffrare Raulet de Vilers”. 13 El tapiz como regalo entre señoras tiene un magnífico ejemplo en la serie que la futura Juana I de Castilla regaló a su madre, Isabel la Católica. Concha CARRETERO HERRERO, Tapices de Isabel la Católica. Origen de la colección real española, Madrid, 2004, p. 44-52. Véanse también reproducciones de algunas de las piezas, analizadas por Concha Carretero Herrero, en el catálogo de la exposición: Ysabel, la reina católica. Una mirada desde la catedral primada, Toledo, 2005, p. 230, 236, 310-311.

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que los encargados y que se confeccionaran también sin oro ni seda. En estos figurarían las virtudes, entre las que se singularizaban fe, esperanza y caridad, añadiendo después un etcétera. Doña María afirmaba que agradecería muchísimo el regalo insistiendo en el punto de que le sería útil para “su devoción”. La meticulosidad de la reina para que se ajustaran las dos o tres series de tapices a unas medidas exactas permite conjeturar que estaba prevista su ubicación en un espacio o espacios determinados, quizás de su oratorio del palacio real de Valencia o tal vez de alguna estancia o estancias de su apreciado monasterio de la Trinidad.14 En cualquier caso, si se llevaron a cabo, estos tapices no se inventariaron en el palacio real a raíz del fallecimiento de la reina, en 1458.15 En la jugosa encomienda reginal se manifiestan algunos de los rasgos que impregnan buena parte de la religiosidad de finales de la Edad Media como el cristocentrismo, el culto a María, los ideales de austeridad y pobreza voluntaria, y el propósito de que las imágenes sirvan como soporte y estímulo para la oración y la interiorización más que para deleite de los sentidos. De ahí que la belleza fuera importante, pero puesta al servicio de la piedad, de modo que sobraban los lujos prescindibles como el oro y la seda. Además la Virgen se representaría “vestida humildemente y devota”, es decir, con una apariencia sobria que, inevitablemente, evoca el mundo de las mulieres religiosae, beatas, beguinas, terciarias, muradas, etc.16 Esta opción resultaba profundamente coherente con otras actuaciones de la reina que desde fechas tempranas había mostrado su respeto por las mujeres laicas que, bien insertas en el mundo, bien alejadas voluntariamente del mismo, habían vivido una espiritualidad radical e intensa, muchas veces sin someterse a ninguna regla, pero dando ejemplo de vida y practicando también diferentes obras de misericordia.17 Las auténticas beatas, anacoretas, beguinas, devotas, emparedadas,

14 Quizás en las estancias privadas que la reina tenía en el propio monasterio de la Trinidad, en donde podía alojarse con algunas de sus damas y doncellas. 15 José TOLEDO GIRAU, «Inventarios del Palacio Real de Valencia a la muerte de doña María, esposa de Alfonso el Magnánimo», Anales del Centro de Cultura Valenciana. Anejo número 7, (1961), p. 85 y ss. Salvador ALDANA FERNÁNDEZ, «Iconografía medieval valenciana. La colección de tapices de la Reina María, esposa de Alfonso el Magnánimo», Archivo de Arte Valenciano, núm. 73 (1992), p. 26-36. Muchos años antes del encargo de los tapices de Borgoña, en Alcorisa, el día 12 julio de 1430, doña María había escrito al gobernador en el Delfinado de Francia porque en la villa de Romans estaba preso un servidor del rey y suyo llamado “Guillem del Vexell, mestre de drap de ras”, el cual había llevado a los reyes ciertos tapices que le habían encargado y retornaba para confeccionar otros tapices que aún no había realizado. ACA, CR, R. 3221, f. 43. 16 Ángela MUÑOZ FERNÁNDEZ, «Mujeres y religión en las sociedades ibéricas: voces y espacios, ecos y confines (ss. XIII-XVI)», en MORANT, Isabel (ed.). Historia de las mujeres en España y América. I, Madrid, 2005, p. 713-746. En esta aportación, Muñoz Fernández plantea el problema que suscita el mero hecho de intentar nombrar con rigor, describir adecuadamente y diferenciar a estas mujeres que forman parte del llamado movimiento religioso femenino. 17 María del Carmen GARCÍA HERRERO, «Mulieres religiosae, predicación femenina y expectativas y actuaciones de doña María de Castilla, reina de Aragón», en María Isabel del VAL y Francisco JIMÉNEZ, (eds.), Las mujeres en la Edad Media, Murcia-Lorca, 2013, p. 299-328.

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etc., es decir, las mulieres religiosae sobre las que no recayeron dudas, e incluso aquellas que como la princesa ermitaña, doña Leonor de Urgel,18 gozaron de fama de santidad en vida, disfrutaron de la consideración y protección de la reina. En la etapa final de su existencia, la soberana acrecentó su atracción por la oración, la interiorización y la vida mística. En el año 1451 escribió a la priora del monasterio de dominicas de Monte Sión de Barcelona explicándole su ardiente deseo de que le prestaran el libro que poseían en el monasterio con la vida de Santa Catalina de Siena, asegurándole que lo haría copiar y se lo devolvería inmediatamente. Así mismo se dirigió a Pere Bartolomeu Valls, lugarteniente del baile general de Cataluña, pidiéndole que por la grandísima voluntad que sentía de poseer la vida de Santa Catalina de Siena que inmediatamente copiara el ejemplar de las dominicas “en bona letra catalana”, y después restituyera el original a las monjas19. Tal vez este volumen de la reina sea la copia que actualmente se conserva en la Biblioteca Nacional de Madrid. De otro lado, además de estos documentos inéditos, hace ya mucho tiempo que se publicó por vez primera el inventario de los libros que doña María guardaba en el palacio real de Valencia en el momento de su fallecimiento, en 1458, y entre ellos constaba el de otra mística, Ángela de Foligno, y un misterioso volumen en castellano de una dueña emparedada que con frecuencia me he preguntado si no sería la Vida de Santa Oria de Gonzalo de Berceo.20 La aspiración al ascetismo y recogimiento espiritual de la reina tiene una espléndida manifestación en la manera en la que escogió perpetuarse en el tríptico de Frankfurt, una obra atribuida a los pintores Jacomart y Joan Reixac.21 El aspecto de la soberana llevó a algunos estudiosos como Gaya Nuño y Post a hablar de que se trataba de una donante con hábito monjil, en el primero de los casos, o 18 Si bien en un principio María de Castilla intentó disuadir a Leonor de Urgel de su intención de fundar un eremitorio y le animó a ingresar en la vida monástica, con el tiempo admiró su entrega radical y manifestó su deseo de entrevistarse con ella. Elena BOTINAS I MONTERO, Julia CABALEIRO I MANZANEDO y Maria dels Àngels DURAN I VINYETA, Les beguines. La Raó il·luminada per Amor, Barcelona, 2002, p. 157. El último trabajo sobre esta mulier religiosae, que recoge la bibliografía anterior, Teresa VINYOLES VIDAL, «La princesa ermitana, Elionor d’Urgell», Anuario de Estudios Medievales, núm. 44-1 (2014), p. 349-377. 19 ACA, CR, R. 3264, f. 123v. Mateu RODRIGO LIZONDO, «Personalitat i cultura de Maria de Castella, Reina d’Aragó», en Ricard BELLVESER (ed.). Dones i Literatura entre l’Edat Mitjana i el Renaixement (vol. II), Valencia, 2012, p. 471-525. Posiblemente se trate del ejemplar al que Rodrigo Lizondo adjudica el nº 56., p. 510 y 523. 20 José RODRIGO PERTEGÁS, «Inventari dels libres de dona Maria reyna Darago e de les Sicilies 1458», Recull de Textes Catalans Antichs. Aplech II (vol. VIII), 1907. J. TOLEDO GIRAU, Op. cit. p. 46-61. La última publicación sobre los libros de doña María hasta este momento se debe a M. RODRIGO LIZONDO, Op.cit., nº 28, p. 518 y nº 48, p. 521. 21 Ximo COMPANY, «Tríptico de la Virgen con el Niño, ángeles, la reina María de Castilla como donante, san Miguel y san Jerónimo, con las puertas abiertas; arcángel Gabriel y la Virgen anunciada, con las puertas cerradas, c. 1448-1458», en El Renacimiento mediterráneo. Viajes de artistas e itinerarios de obras entre Italia, Francia y España en el siglo XV. Catálogo de la exposición, Madrid, 2001, p. 332-339.

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de una monja arrodillada, en el segundo.22 Mas como Company en 2001 y Vicens en 2011, yo también creo que se trata de un retrato de María de Castilla, que sería quien habría encargado y financiado el retablo.23 La indumentaria de la soberana como mulier religiosa no debe extrañar, pues abundan los ejemplos de hombres y mujeres que, sobre todo desde la eclosión de las órdenes mendicantes, se mandan representar de una forma humilde –además de enterrarse con hábitos, especialmente franciscanos, como haría la propia reina, sepultada con ropajes de clarisa-. En este sentido, no me resisto a traer a colación la tumba de una gran promotora castellana, doña Inés de Osorio, que financió la mayor parte del crucero de la catedral de Palencia, institución a la que también donó jocalías y vestimentas litúrgicas, y cuyo sepulcro se ubica en un lugar destacado de la misma: el espacio ocupado por la primitiva capilla mayor. En esta ocasión lo que desearía subrayar es que la dama, viuda y rica, fallecida en 1492, escogió también representarse como mulier religiosa, con indumentaria austera, con un libro abierto en las manos, pero con una sirvienta o doncella a sus pies. Además de la joven servidora y de la jerarquía que denotan los tamaños de ésta y de su dueña, la divertida contradicción de la imagen radica precisamente en los pies de la señora, que se descubren calzados con unos altos chapines que asoman bajo el hábito. Se trata de un tipo de zapatos, aportación española a la moda bajomedieval y renacentista europea, que merecieron la continua y unánime censura de eclesiásticos y moralistas, puesto que alteraban, muchísimo en algunas ocasiones, la estatura que Dios había tenido a bien conceder a la mujer que los llevaba.24 El Angel Custodi de la Senyora Reyna y la cera de Mallorca El tríptico de Frankfurt abierto tiene las tablas laterales dedicadas a San Miguel, vencedor del Maligno, y a San Jerónimo.25 Estas, al cerrarse, permiten apreciar el primer gozo de la Virgen, la Anunciación. Por su parte, en la tabla central se representa a la Virgen entronizada que porta a su Hijo y se encuentra rodeada de ángeles. El Niño Jesús sujeta un jilguero en la mano izquierda y con la derecha bendice a la reina, que permanece arrodillada rezando con las manos juntas y se retrata custodiada por un ángel, singularizado y muy hermoso, que protege a la

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Recoge las citas T. VICENS I SOLER, Op. cit., p. 198. Vicens i Soler sostiene que esta obra formó parte de la exposición hispanofrancesa celebrada en Zaragoza en 1908. No la he encontrado registrada en la selección que realizó Émile BERTAUX, Exposición retrospectiva de Arte: 1908. Real Junta del Centenario de los Sitios de 1808-1908, Zaragoza, 1910. 24 Carmen BERNIS, Trajes y modas en la España de los Reyes Católicos. I. Las mujeres, Madrid, 1978, p. 45-47. 25 Una buena reproducción del mismo, en color, en la op. cit. de COMPANY. De menor tamaño y en blanco y negro, en la de VICENS. 23

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soberana con su brazo y coloca su mano derecha en el hombro de doña María. El ángel sostiene en su mano izquierda la corona de la reina, también objeto de bendición del Niño. Los historiadores e historiadoras del Arte han relacionado esta pieza con uno de los ítems del inventario post mortem de la soberana: “Item, altra taula daurada e colorada ab diverses colors, en la qual ha pintada la figura del Angel Custodi de la Senyora Reyna, segons en libre de scriva de racio es pus larch contengut”.26 Como ha señalado Teresa Vicens, el ángel del tríptico en cuestión no parece ser el custodio del reino o de la ciudad de Valencia,27 sino el ángel de la guarda de la reina. A los argumentos que acopió dicha historiadora sobre la devoción de María y de Alfonso V a este personaje celestial, viene a sumarse una carta inédita dirigida al justicia, jurados y prohombres de la ciudad de Borja. En ella, una vez más, María de Castilla prueba como integraba y utilizaba pertinentemente sus lecturas,28 pues en su biblioteca no faltaba el Llibre dels àngels de Francesc Eiximenis.29 Desde Valencia, el día 17 de noviembre de 1444, la reina se dirigía a las autoridades borjanas para que festejaran al Ángel Custodio especialmente encargado de velar por su ciudad.30 En la misiva se ponía de manifiesto que, además de a las colectividades mayores y menores, los ángeles salvaguardaban también a las personas a título individual, y que ella honraba al suyo propio: “Prohombres. Assi por auctoridat de las Sanctas Scripturas como por muytas experiencias son provados los grandes benefficios que se alcançan por los angeles deputados en custodia de la yglesia universal, e otros de los Regnos, e otros de las Ciudades e comunidades, e otros a las personas singulares, e todo esto por la infinida misericordia de Nuestro Senyor Dios. E por esto cada un anyo fazemos fiesta del sancto angelo a nuestra custodia deputado, e cada una Ciudad debe fazer fiesta al sancto angelo asi deputado. E esta se debe celebrar la primera do26 J. TOLEDO GIRAU, Op. cit., p. 65, nº 12. X. COMPANY, Op. cit., p. 333. T. VICENS I SOLER, Op. cit., p. 198. 27 Lo identificó como el ángel del reino de Valencia X. COMPANY, Op. cit., p. 333. 28 En los consuelos epistolares que la reina dedicó a Leonor de Urgel, mujer de Raimondo Orsini, doña María le remitió a los libros de mujeres virtuosas. María del Carmen GARCÍA HERRERO, «Solidaridad femenina ante el maltrato marital a finales de la Edad Media. Algunas intervenciones de la Reina de Aragón», en María del Carmen GARCÍA HERRERO y Cristina PÉREZ GALÁN (eds.), Mujeres de la Edad Media: actividades políticas, socioeconómicas y culturales, Zaragoza, 2014, p. 127 y 134-135. 29 La identificación de este libro como obra de Eiximenis, ya aparece en el estudio de F. SOLDEVILA, Op. cit., p. 328 y así lo afirma también M. RODRIGO LIZONDO, Op. cit., p. 516. T. VICENS I SOLER, Op. cit., p. 198, recoge la cita de Eiximenis sobre “lo sant angel que guarda cascú en special”. 30 Las vicisitudes y el cambio de estatus de Borja durante el reinado de Alfonso V y María de Castilla en María Isabel FALCÓN PÉREZ, «La localidad aragonesa de Borja: su azaroso tránsito de villa a ciudad», Acta historica et archaeologica mediaevalia (Homenatge a la Professora Dra. Carme Batlle i Gallart), núm. 26 (2005), p. 205-220. Documentación sobre este asunto en María Isabel FALCÓN PÉREZ, «La ciudad de Borja y la villa de Magallón en el siglo XV según documentos de la Cancillería Real del Archivo de la Corona de Aragón», Cuadernos de Estudios Borjanos, núm. 53 (2010), p. 69-158.

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minica apres de las octavas de San Pedro e de Sant Pavlo, o si hi de occorra otra ocupacion mas necessaria, el primero dia apres. E porque nos amamos muyto essa Ciudat e todos vosotros, querriamos que vos posassedes dius presidio del sancto angelo deputado a essa Ciudat e que por merecer tan gran presidio e proteccion celebrassedes su fiesta en el dito dia. E ansi vos rogamos e mandamos que lo fagades. Desto favlareys al Clero dessa Ciudat diziendo que hayan la present por suya, e rogandolos de part nuestra el dito dia cada un anyo celebren el officio competent a tal fiesta. Toda la difficultat esta en començar, car daqui adelant el dito dia interpellara el dito Clero e a vosotros a celebrar la dita fiesta. Esto si plazernos entendeys fazer no posedes a nocura, car nunqua los tiempos fueron mas ne tan periglosos como agora ne que mas ne tanto se [de tachado: zies] devies implorar el dito angelo celestial…”.31

María sintió devoción por su ángel custodio y también durante décadas e ininterrumpidamente manifestó su veneración por la Virgen de la Candelaria, es decir por el recordatorio de la Purificación de Nuestra Señora. Además a la reina le gustaban los rituales específicos de esta conmemoración, y en el transcurso de su vida evidenció que creía especialmente en el poder intercesor de la Virgen María en esta festividad señalada. En principio era el rey quien se ocupaba de obtener y distribuir convenientemente la cera que llevarían las personas de ambos sexos que constituían las casas del rey y de la reina durante la celebración de Santa María de febrero, pero en el año 1430, y debido a la ausencia de Alfonso V, esta responsabilidad protocolaria recayó en doña María.32 En Tortosa, un mes antes de la fiesta, comenzó los preparativos. Así se solicitó la cera a un especiero de Valencia llamado Luis de Ejulve, un artesano que no parecía satisfacer en demasía a la soberana, bien porque cobraba demasiado, bien porque desconfiaba en exceso de que fuera a percibir los dineros que le adeudarían, o por ambas y otras razones. En tres cartas seguidas, dictadas el día 22 de enero, la reina se preocupó por la adquisición de la cera, más teniendo en cuenta el poco tiempo disponible.33 Las 600 libras de cera obrada idóneamente en antorchas, candelas, candelas menudas, etc. deberían entregarse a un tal Felipe, acemilero de casa de la reina. Ahora bien, en una carta dirigida a Tobías de Campo, María de Castilla daba muestras de su sentido común y de su natural poco despilfarrador, pues advertía a éste que si Ejulve resultaba excesivamente caro y en otro lugar se encontraba buen cumplimiento y mejor mercado, que no dudara en actuar de la manera que fuese más ventajosa para ella. También le recalcaba que disponía de lo necesario para financiar lo que requería, puesto que había recibido “diners de la nostra Cambra”. Por 31

ACA, CR, R. 3038, ff. 35-35v. El rey partió el 24 de enero hacia Alcañiz y todo el mes de febrero estuvo desplazándose por el reino de Aragón. Andrés GIMÉNEZ SOLER, Itinerario del Rey don Alfonso V de Aragón y I de Nápoles. Zaragoza, 1909, p. 99-100. 33 ACA, CR, R. 3221, ff. 3v-4v. 32

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último, y dirigiéndose al cerero, la reina explicaba que necesitaba más cera de la acostumbrada por la partida del señor rey, y le garantizaba el cobro de la misma. Desafortunadamente no se copió en el registro de cancillería el memorial en el que se pormenorizaba el encargo. Años después la reina había encontrado en Mallorca proveedores más de su agrado. En diciembre de 1453 la reina se hallaba en Valladolid efectuando el que sería su último viaje diplomático para intentar mediar y evitar los conflictos y guerras con Castilla.34 El día 10 de diciembre escribió una carta a los lugartenientes del rey en el reino de Mallorca en la que les informaba de que ya se había dirigido al procurador real en la isla para que desde allí le enviara a Barcelona la cera que cada año acostumbraba mandarle para Santa Maria Candelaria. Les pedía a todos que la embarcaran en la primera nave que saliera “per que ja vets quant es lo temps curt”. Que no retardaran el envío, pues ella también avisaba en una segunda misiva al consejero del rey, mosén Galcerán de Requesens, para que, en cuanto desembarcara la cera en Barcelona, la encaminase a Valladolid. Añadía la soberana a los lugartenientes que más honor les harían al rey y a ella con su diligencia que si ella estuviera en Barcelona35. En estos documentos no se puntualizaba nada más respecto a las obras en cera que la reina aguardaba y que debían ajustarse a lo tradicional; sin embargo, años antes, se había registrado con mayor detalle en qué consistía la petición que, probablemente, se habría mantenido en lo esencial. Desde Valencia, el 17 de diciembre de 1444, la reina había escrito al procurador real en Mallorca, mosén Latzar de Loscos, solicitando las candelas y cirios para celebrar la Candelaria. Como era habitual le rogaba que no demorase el envío no sólo porque lo echaría mucho en falta y sería mala cosa, sino también porque esperaba que muchas personas notables se congregasen para esa fecha en su corte de Valencia.36 En total encargaba 540 libras y 8 onzas de cera bien trabajada, y la belleza y la piedad se entreveraban al describir el primer cirio, que sería el de la reina: “Primerament ·I· ciri de pes de ·II· llibres mige, ben obrat ab les armes de la dita senyora, ab les diuises sues dels flors e çaffrans e apuradors dor”.37 Sin duda

34 Un cometido que ocupó toda su vida como reina. Además de las obras sobre la soberana citadas en la nota 1, véanse Teresa EARENFIGHT, The King’s Other Body. María of Castile and the Crown of Aragon, Philadelphia, 2009. María del Carmen GARCÍA HERRERO, «El entorno femenino de los reyes de Aragón», en J. Àngel SESMA (ed.), La Corona de Aragón en el centro de su Historia, 1208-1458. La Monarquía aragonesa y los reinos de la Corona, Zaragoza, 2010, p. 347-350. 35 ACA, CR, R. 3215, f. 101v. 36 ACA, CR, R. 3038, f. 63. Le vendría mal a la reina que la cera no llegase “per sguard de moltes notables persones que en aquell dia se deuan trobar en nostra Cort”. Si cada persona, según su estatus, llevaba un cirio o candela en la mano de diferente peso, realmente se esperaba a una multitud, tal como puede comprobarse por el Memorial que transcribo en la cita siguiente. 37 Ibidem. Afortunadamente en esta ocasión sí se copió el encargo en el registro de la cancillería reginal: “Memorial de la cera que lo procurador Reyal de Mallorques ha a trametre a la senyora Reyna

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cada año se realizaba una pieza tan hermosa como efímera para que la reina festejase a la Virgen de febrero. El caldero ardiente, olla o crisol de oro (apurador) y las flores de azafrán se convirtieron en las divisas de la reina posiblemente desde la década de los veinte del Cuatrocientos.38 Tal como sostiene María Narbona, creemos que la flor del azafrán, con sus tres estigmas, aludiría fundamentalmente a la Trinidad, un foco devocional constante en la existencia de la reina. En cuanto al caldero, resulta más complicado determinar su significado exacto, y más contando con que una divisa, además de su polisemia, podía ir denotando diferentes conceptos a lo largo de la vida de una persona. Así, por ejemplo, las ollas de oro que configuraban el collar “del còdol”, es decir la divisa que se repetía en la mejor y más lujosa joya de la reina -una pieza magnífica de aproximadamente 1 kilo 600 grs. de oro con numerosas perlas y rubíes que la reina utilizaba para las grandes ocasiones y para empeñar cuando necesitaba efectivo-,39 no representaban lo mismo que el caldero con siete llamas de su sepulcro de la Trinidad de Valencia.40 En este sentido, creo que la divisa del apurador en su última ejecución debe ser interpretada con la mayor sencillez posible, de modo que me inclino a pensar que las siete llamas ardientes inscritas en la olla de la tumba de doña María –sita en el claustro del monasterio de la Trinidad de Valencia- evocan los siete salmos penitenciales. Sostengo esta hipótesis fundamentalmente por dos motivos: el contexto fúnebre en el que aparecen y la extraordinaria popularidad alcanzada por los siete salmos durante la Baja Edad Media.

per a la festa de Purificacio de la Nostra Dona, que sera lo segon die de ffebrer proper vinient. Primerament ·I· ciri de pes de ·II· ll. mige, ben obrat ab les armes de la dita [tachado: de la dita] senyora, ab les diuises sues dels flors e çaffrans e apuradors dor … II ll. VI onz. Item, ·VI· ciris altres ben obrats de pes cascu de ·I· ll. VI. onz. …VIIII ll. Item, ·LX· de pes de ·I· ll cascu … LX ll. Item, ·C· de ·VIIII· onz. … LXXV ll. Item, ·CCC· de ·VI· onz. … CL Item, ·CCCL· de ·IIII· onz. … [tachado: CCC] XVI ll. VIIIº onz. Item, ·CCCL· de ·III· onz. … LXXXVII ll. VI onz. Item, candeles blanques largues … XXXX ll. Suma tota la dita cera … DXXXX· ll VIII onz.” 38 Esta es la cronología que propone J. VIDAL FRANQUET, Op. cit., p. 598, y la que también sostiene María NARBONA CÁRCELES, «El contenido devocional de las divisas: el azafrán y la olla ardiente de la Reina de Aragón (1416-1458)», Emblemata. Revista aragonesa de emblemática, núm. 20-21 (20142015), p. 435-452. 39 Aunque “el collar del guijarro” aparece en el inventario de bienes post mortem de la reina y se conoce desde las primeras publicaciones del mismo, en el siglo XIX, ha tratado con minuciosidad esta pieza J. VIDAL FRANQUET, Op. cit., p. 595-599. 40 M. NARBONA CÁRCELES, Op. cit., p. 448-450, sostiene que el apurador del sepulcro de la Trinidad podía ser interpretado no sólo, pero sobre todo, como una divisa mariológica relacionada con un sermón de San Bernardino de Siena. Sin descartar su hipótesis, opto por una explicación más simple y obvia: la de que las siete llamas remiten a los “siete salmos penitenciales”.

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El rezo de los siete salmos en grupos se encargaba con cierta asiduidad en los testamentos bajomedievales,41 del mismo modo que se mandaban celebrar conjuntos de misas de requiem o de San Amador (estas últimas, sobre todo, en los territorios de la Corona de Aragón), más numerosos según fueran la categoría social y los recursos económicos del testador o testadora. Se seguía también con los siete salmos penitenciales lo que Chiffoleau llamó “lógica de la acumulación”. Puesto que quienes dictaban sus últimas voluntades sabían que los rituales muy dilatados en el tiempo (“lógica de la repetición”) tendían a dejar de celebrarse, optaban por acaparar el mayor número de misas, rezos y remedios intercesores durante los primeros días y el primer año después de la fecha del óbito.42 De otro lado, y durante siglos, se esperó que las mujeres piadosas conocieran y rezaran con frecuencia los siete salmos penitenciales. En este sentido, dos ejemplos, uno literario y satírico, y otro documental, servirán para ilustrar esta devoción. Al preguntarse por el contenido de los recipientes en los que guardan con celo las señoras sus más preciosos objetos, el Arcipreste Alfonso Martínez de Toledo dice lo siguiente: “Todas estas cosas fallaréis en los cofres de las mugeres: Horas de Santa María, siete salmos, estorias de santos, salterio en romançe, ¡nin verle el ojo! Pero cançiones, dezires, coplas, cartas de enamorados e muchas otras locuras, esto sí”.43 Sin embargo, en 1546, al proceder a la apertura de la arqueta de ciprés de doña Ana de Toledo, condesa de Altamira, sí se encontraron los siete salmos penitenciales en romance, junto a otros textos píos y hagiográficos, un libro de Ausias March y otros para el cuidado de la salud y la conservación de los alimentos.44

41 La zaragozana Pascuala Marqués, en su testamento de 1362, demandaba: “luego depues que yo sere finada sian ditos por mi anima diez vegadas los siet salmos”, citado en Ana del CAMPO GUTIÉRREZ, Rituales y creencias en torno a la muerte en Zaragoza durante la segunda mitad del siglo XIV, Tesis doctoral, Universidad de Zaragoza, 2010, p. 242. Agradezco a la autora el permiso para su consulta. En el siglo XV, se solicitaba que algunas emparedadas sevillanas intercediesen por los difuntos recitando los siete salmos penitenciales, en Silvia PÉREZ GONZÁLEZ, Los laicos en la Sevilla bajomedieval. Sus devociones y cofradías, Huelva, 2005, p. 76. 42 La teoría de las lógicas de la repetición y de la acumulación está formulada en el libro de Jacques CHIFFOLEAU, La comptabilité de l’au-delà. Les hommes, la mort et la religion dans le région d’Avignon à la fin du Moyen Âge vers 1320-vers 1480, Roma, 1980. 43 Alfonso MARTÍNEZ DE TOLEDO, Arcipreste de Talavera o Corbacho (ed. Michael GELLI), Madrid, 1979, p. 159. 44 Carmen PALLARES MÉNDEZ, «Las mujeres en la sociedad gallega bajomedieval», en Reyna PASTOR (ed.), Relaciones de poder, de producción y parentesco en la Edad Media y Moderna, Madrid, 1990, p. 357. Sobre los recetarios femeninos, véase Montserrat CABRÉ I PAIRET, «Las prácticas de salud en el ámbito doméstico: Las recetas como textos de mujeres (s. XIV-XVII)», en Begoña CRESPO GARCÍA, Inés LAREO MARTÍN e Isabel MOSKOWICH-SPIEGEL (eds.), La mujer en la ciencia: Historia de una desigualdad, Muenchen, 2011, p. 25-41. La propia reina María tenía en su biblioteca un Llibre de Regiment de la senyora reyna, una obra en catalán que posiblemente estuviera dedicada a compilar remedios adecuados para curar y preservar la salud de la soberana. M. RODRIGO LIZONDO, Op. cit., p. 520.

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María de Castilla, benefactora de instituciones monásticas Como sus predecesores y predecesoras, la reina María de Castilla mostró reiteradamente su compromiso con el monasterio de Montserrat al que favoreció en repetidas ocasiones. De hecho mantuvo con este centro monástico “notables relaciones literarias”, como en su día las calificó Soldevila, especialmente con Guillem Ramon y Jaume Prats, que le facilitaron, entre otros volúmenes, el Libre de vicis e virtuts y la obra de Boecio, De consolaciò, en romance.45 Según Hernández-León, su devoción a la Virgen de Montserrat le llevó a visitarla siempre que iba o venía de Barcelona.46 Y Giménez Soler dio a conocer la carta en la que la reina exigió al obispo de Huesca que permitiera en sus territorios las prédicas que narraban los milagros de la Virgen de Montserrat.47 La belleza y la piedad se entrelazan en el regalo que la reina realizó al monasterio en 1430. Por una carta dirigida al abad de Monstserrat desde Tortosa sabemos que María se perturbó al tener noticia de que su portero, Pedro de Salvatierra, no había llevado a la institución “la custodia que hauiam promesa a aqueix Monestir”. La soberana, deseosa de cumplir “su vot e promissio” envió la hermosa pieza con Eduard de Vallserra, y la describió en los siguientes términos: la qual es daur ab sa tancadura, et en la qual ha, ço es a cascun canto, sis perles, e damunt lo cubertor altres sis perles, axi que son entrels quatre cantons e lo cubertor trenta perles. Et en les pares damunt et per los costats e detras e damunt lo cubertor es sembrada de perles menudes. E damunt aquelles per tot encrostada de christall, la qual Custodia volem que seruescha al precios cors de Jhesu Christ…

La reina advertía al abad que la escribiera diciéndole que había recibido dicha joya.48 Una vez más el cristocentrismo se deja sentir en este documento que describe un tesoro cuya finalidad y sentido radicaban en alojar el precioso cuerpo de

45 F. SOLDEVILA, Op. cit., p. 310-311 y M. RODRIGO LIZONDO, Op. cit., p. 520 y 524. Respecto al Libre de vicis e virtuts, la reina tenía dos ejemplares, uno de los cuales podría ser el que recibió como herencia de su hermana, la infanta Catalina. 46 F. HERNÁNDEZ-LEÓN DE SÁNCHEZ, Op. cit., p. 54. 47 A. GIMÉNEZ SOLER, Op. cit., p. 72-73, en donde incluye transcripción completa del documento. 48 ACA, CR, R. 3221, f. 3. Esta custodia no está registrada en los inventarios publicados, en los que sí quedan rastros de otras donaciones de María de Castilla a Montserrat. Xavier ALTÉS I AGUILÓ, «Argenteria, brodaria i tapisseria a la sagristia de Montserrat l’any 1586», Studia Monastica, núm. 352 (1993), p. 341-402. El autor publica el inventario de 1586, entre otras entradas, véanse: 200. “Primo un hornamento de brocado carmesi pelo: la cenefa de la casulla es de imagineria, las falderas de las dalmaticas son bordadas de las historias de los gozos con sus estolas, manipulos y collares; diolo la reyna doña Maria mujer del rey don Alfonso el Magnanimo”. 292. “Primo un palio de brocado sobre carmesi con su frontal, el qual tiene en medio la Coronacion de Nuestra Señora de imagineria; diole la reyna doña Maria de Aragon, mujer del rey don Alfonso el Magnanimo”. Agradezco a la dra. Francesca Español que me haya dado a conocer estos interesantes datos. Cabe relacionar los motivos con los mencionados en el encargo de tapices a Borgoña.

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Cristo. Y es que doña María, devota de la Trinidad, como ya se ha señalado, adoraba también a las Tres Personas, diferenciando claramente la especificidad de cada una de ellas. Si el Espíritu Santo velaba sobre todo –aunque no solo- por las empresas colectivas y de gobierno, Dios Padre era el Creador que, según su visión y la de sus confesores, es decir la de su época, ponía a prueba a la reina enviándole enfermedades y “accidentes”, bien porque la amaba de un modo especial como el padre que educa y forma a sus hijos,49 bien por sus pecados.50 Por otra parte, del Hijo le conmovía su divinidad encarnada, el hecho de que fuera al tiempo Dios y hombre, y por lo tanto un delicioso niño (como el del tríptico de Frankfurt) y también un varón sufriente, capaz de sacrificarse por la humanidad en su Pasión, tal como quería que lo representasen en los tapices de Borgoña. El monasterio de Montserrat, pese a todo, no sería una institución especialmente recordada en el testamento de la reina, redactado mucho tiempo después de la donación de la custodia. Además de la Trinidad de Valencia, que requiere un tratamiento propio y extenso, puesto que fue el gran legado monástico de doña María y el lugar que eligió como enterramiento en espera del Juicio Final, María de Castilla invirtió esfuerzos económicos, desvelos, y utilizó su autoridad, poder e influencia para beneficiar a muchas otras instituciones monásticas, tanto femeninas como masculinas.51 De entre ellas algunas sobresalen claramente, caso de San Jerónimo de Vall d’Hebron, que ocupa un lugar privilegiado en sus últimas voluntades. La carta fundacional de esta institución tiene data de 12 de agosto de 1393 y en un documento de cuatro meses después se habla del monasterio jerónimo que la reina Violante de Bar está construyendo en la parroquia de San Genís dels Agudells.52 Se hallaba ubicado en la montaña del Tibidabo, mirando al mar.53 Una vez

49 ACA, CR, R. 3007, f. 87. En carta dirigida a su hermano, el rey Juan II de Castilla, en mayor de 1440, la reina expresa lo siguiente: “A Nuestro Senyor Dios a plazido algun tanto visitarnos. E como padre piadoso qui a los que ama castiga, nos ha quesido dar algun açot de malaltia”. Puesto que lo interpretaba como la acción de un padre piadoso, la dolencia era calificada como gracia por doña María. 50 Véase nota 10. 51 De hecho, la reina resarció en su testamento (redactado en Zaragoza el día 21 de febrero de 1457) al monasterio de Poblet, en donde tendría que haber sido sepultada. Archivo Real de Valencia (en adelante ARV), Real Cancillería (RC), nº 472, ff, VIIv.-VIII: “E jat sia nostra deuocio sia nostra deuocio sia (sic) diuertir nostra sepultura del Monestir de Poblet en lo qual los cossos dels senyors Reys e de algunes Reynes d’Arago de gloriosa memoria reposen, empero per la deuocio que hauem en lo dit Monestir e en les misses, sacrificis e oracions que alli continuadament al Sobiran Creador se celebren e en remissio de nostres peccats, lexam al dit Monestir de Poblet, Mil florines daur. Pregant los abbat, monjos e frares de aquell que en llurs misses, officis e oracions, vullen hauer per recomanades les animes nostra e de nostres maiors”. 52 Carles DÍAZ MARTÍ, «Pergamins referents a la fundació de Sant Jeroni de la Vall d’Hebron», Acta historica et archaelogica medievalia, núm. 29 (2008), p. 9-56. 53 Maria Rosa TERÉS TOMÀS, «Violant de Bar: les inclinacions artístiques d’una reina francesa a la Corona d’Aragó», en Maria Rosa TERÉS, (ed.), Capitula facta et firmata. Inquietuds artístiques en el quatre-cents, Valls, 2011, p. 9-69, especialmente, p. 27-30.

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viuda, la reina Violante rehusó la ayuda para continuar las obras que le ofrecía un mercader barcelonés argumentando que intentaría proseguirlas ella misma, y si esto no fuera posible, confiaba en que Dios propiciaría la intervención generosa de algún miembro de la realeza.54 La fe de Violante de Bar no se vio defraudada, pues María de Castilla prolongó la labor de erigir el monasterio jerónimo, que al menos desde 1439 sabemos con certeza que consideraba algo suyo. En ese año, el 23 de noviembre, se dirigió a un cartujo explicándole la necesidad de que cumpliera lo prometido para poder finalizar el claustro: “Ffrare Johan. Los prior e conuent del nostre monestir de Sent Geronim de la Vall de Ebron acabarien la lur claustra si hauien compliment de les colones, capitells e bases queus hi hauets proffertes…”55 Una y otra vez la reina activa su ascendiente y moviliza sus redes relacionales para ver concluido su monasterio de Vall d’Hebron.56 Un año después de la carta citada, con fecha 22 de noviembre de 1440, María escribió a don Pascual Curto, ciudadano de Tortosa, diciéndole que por servir a Dios, alcanzar mérito y complacer a su soberana, enviase 300 troncos de árboles para la obra de San Jerónimo.57 Ese mismo día se dirigió también al venerable religioso y amado fray Pere de Vilaragut, castellán de Amposta, exponiéndole que la obra de su monasterio (“del nostre monastir”) de San Jerónimo de Vall d’Hebron, al que calificaba de bien singular e insigne, estaba a punto de terminarse, no sin grandes gastos de las personas que tenían devoción y facultad para ello. Como la reina conocía su particular afecto por el mencionado monasterio, muy afablemente le rogaba que “ara que la obra sta en punt de perfeccio” y acarrearía un gran daño que no se concluyese, hiciera llegar fondos para la empresa cuanto antes, caridad que sería grata a Dios y que, además, nada podría complacer más a la reina58. La misiva que la soberana envió al ciudadano tortosino puede relacionarse con diversas cartas que al año siguiente, 1441, doña María mandó a su hermano, Juan II de Castilla. En enero, en una fecha indeterminada, se redactó un primer documento en el que se decía: Rey muy caro e muy amado hermano. Nos, la Reyna d’Aragon e de Sicilia. Apres deuida salutacion e humil recomendacion, certificamos a vuestra excellencia que ansi por la obra dalgunos Monasterios muy deuotos en que hauemos

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Ibidem, p. 29. ACA, CR, R. 3007, f. 14. Aunque los ejemplos que se ofrecen hacen referencia al monacato femenino, interesa la visión sobre la fundación como un proceso abierto, del que hablan Filomena Andrade y otras autoras –aunque no lo nombren así- en Blanca GARÍ (ed.). Redes femeninas de promoción espiritual en los Reinos Peninsulares (s. XIII-XVI), Roma, 2013. 57 ACA, CR, R. 3007, f. 141v. 58 ACA, CR, R. 3007, f. 141v. 55 56

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deuocion como por a nos nuestras (sic) necessidades hauemos mucho menester fasta en Mill e Quinyentos pinos. Por tanto muy affectuosament vos rogamos e humilment supplicamos que vuestra excellencia nos querra fazer gracia e mercet de los ditos Mil ·D· pinos de Muya o de Cuencha e daquellas partidas. E sta sera obra de Caritat de que fareys a Dios seruicio e a nos gracia singular, supplicando a Nuestro Senyor exalte e mantenga vuestra reyal persona longament…59

Se especificaba que los árboles debían ser de las partidas de Cuenca y de Moya, muy posiblemente porque tuviera fama la calidad de su madera, ya que en todas las ocasiones se seguirá demandando que los troncos procedan de esta zona castellana. Unos días después, la reina volvió a escribir a su hermano, pero en esta ocasión le pidió el envío de 2.000 pinos. Era el 13 de enero de 1441.60 Otra carta de febrero del mismo año repite la demanda que, sin duda, se vio frustrada,61 pues el 20 de diciembre de 1441, la reina, que envió un embajador a la corte castellana, le dio instrucciones precisas de los asuntos que debería ventilar con el rey en su nombre, y entre otros señalaba: “Supplicamos e pedimos por merce a vuestra maiestat quiera fazer gracia de dos mil pinos de los de tierra de Cuenca e de Moya por ayuda de obrar vn monasterio con su iglesia, e que puedan sallir franchos”62. Del enorme interés que la reina tenía en que llegara la madera necesaria para terminar Vall d’Hebron, deja prueba el hecho de que también se dirigiera epistolarmente a su sobrino Enrique, príncipe de Asturias, el futuro Enrique IV de Castilla, para explicarle que desde hacía bastante tiempo se había propuesto edificar un monasterio con su iglesia para lo que necesitaba ciertos pinos castellanos que no pagaran impuestos aduaneros. Y decía textualmente: Otrosi vos certifficamos que por quanto grant tiempo ha que hauemos proposado edifficar hun monasterio con su yglesia hauemos menester algunos pinos. Por que embiamos supplicar al dicho Rey, nuestro muy caro hermano, que por su merce nos quiera fazer gracia de dos mil pinos de los que son en el obispado de Cuenca o cerca daquell. E porque aquella tierra do son los pinos es vuestra, essa mesma gracia demandamos a vuestra alteza e por que hayades participio en el merito nos querades atorgar los dichos dos mil pinos que puedan sallir franquos de todos drechos. Esto vos hauremos a gracia singular…63

Aún más, en su testamento, redactado en Zaragoza en 1457, la reina legó a San Jerónimo de Vall d’Hebron 4.000 florines de oro.64 Cabe la posibilidad de que

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ACA, CR, R. 3007, f. 163v. ACA, CR, R. 3007, f. 164. 61 ACA, CR, R. 3007, ff. 166v-167. 62 ACA, CR, R. 3007, f. 181v. 63 ACA, CR, R. 3007, f. 182. 64 ARV, RC, nº 472, f. VII. 60

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la piedra armera angular de dicho monasterio (dedicado a uno de los santos del tríptico de Frankfurt) que luce en una de sus caras los escudos de Aragón y de Castilla y en la otra los escudos de Sicilia y de Castilla dejara memoria del mecenazgo de doña María en aquella importante obra.65 Belleza, piedad y protección a una institución monástica se aúnan también en el compromiso y fervor que María de Castilla demostró durante décadas por el monasterio de los predicadores observantes de Lérida. De de la colección de reliquias reginal, la más importante de todas, el fragmento del Lignum Crucis, fue entregada lógicamente a la Trinidad de Valencia, pero dos piezas fundamentales, a saber, la costilla de Santa Catalina y la reliquia de la cabeza de San Juan tuvieron como destinatarios a los dominicos ilerdenses, a los cuales dejó también en una de sus mandas testamentarias 2.000 florines de oro de Aragón.66 La reina ayudó a estos frailes, y puso su empeño, parte de su peculio y, sobre todo, su autoridad y trama de relaciones al servicio de las obras y mejoras que iban realizando en el monasterio. En julio de 1441, desde Alcañiz, María de Castilla escribió a los paers y prohombres de Lérida para solicitarles que los dominicos recibieran alguna subvención de una testamentaría, ya que tenían necesidad de hacer reparaciones en su fábrica y ella deseaba que los frailes fueran incluidos entre los beneficiarios de las lejas pías, puesto que vivían ajustados a la observancia.67 Once años después, en marzo de 1452, la reina envió un duro recordatorio a don Ramón Cerveró, mercader ilerdense, que se había comprometido a entregar 50 libras para la obra de la enfermería de los predicadores de su ciudad, pero que no había cumplido su oferta ni en todo ni en parte, tal como la soberana había sabido por el procurador del monasterio que se había desplazado a Barcelona, en donde ella se encontraba. Mostraba su extrañeza por la dilación, puesto que Cerveró sabía hasta qué punto era necesario terminar la enfermería, y por otras cartas de la soberana conocía la grandísima voluntad que ella ponía en este asunto, así que le rogaba que “vos, per nostra contemplacio, de continent, tota dilacio e excepcio apart posada, donets la dita quantitat al dit procurador”. Una frase final advertía al mercader que no quería tener que escribirle de nuevo.68 En el verano del 52, la reina solicitó a las autoridades leridanas que permitieran el paso franco por el puente de la ciudad a la piedra y la cal precisas para la obra del monasterio de los predicadores.69

65 Por su parte, M. R. TERÉS TOMÀS, Op. cit., p. 28 nota 80 supone que la piedra angular es de finales del siglo XV y que alude a Fernando el Católico cuando todavía era infante. La fotografía que Estorch realizó a la pieza en 1948 puede verse en distintas páginas de internet que recogen imágenes del desaparecido monasterio de Vall d’Hebron. 66 ARV, RC, nº 472, f. VIv. 67 ACA, CR, R. 3019, f. 66v. 68 ACA, CR., R. 3275, f. 24. 69 ACA, CR, R. 3230, f. 108v.

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Unos meses más tarde, en diciembre de 1452, intentaba de nuevo captar fondos de la testamentaría por la que ya había escrito en 1441. En esta ocasión se dirigía directamente a los albaceas de don Berenguer Gallart, que había destinado más de 300 libras anuales para actuaciones caritativas, y les rogaba que de esa cantidad que ellos debían distribuir: Vos pregam e encarregam axi affectuosament e streta com podem que tant per reuerencia de Deu, quant per amor e contemplacio nostra, quant encara per beneffici de la anima del dit defunct, vullan donar e assignar al dit Monestir, per raho de donar compliment a la dita infirmeria, Cinquanta liures. Crehent sens dupte la anima del dit defunct de aço obtendra premi e vosaltres, per la bona administracio, merit, e a nos singularment complaurest, e lo cas aduenint ho conoxerets per obra. 70

Aquel mismo día, aún dictó una misiva más intentando que convencieran a don Johan de Comenges para que donara al prior y convento ilerdense una suma de 11 libras de Barcelona.71 En lo expuesto sobre los dominicos de Lérida hallamos tres aspectos que van a reiterarse en la correspondencia reginal a lo largo del tiempo: el disgusto y enfado de la reina cuando las personas no cumplen sus propias promesas o los votos que han heredado de otros y otras para cuidar a las fundaciones monásticas. El afán de la soberana por salvaguardar y contribuir a la expansión de las órdenes que retornan a la pureza original de sus reglas, y los reiterados intentos de captación de la reina de recursos de las testamentarías para favorecer a los monasterios e instituciones eclesiásticas bajo su protección. Entre variados ejemplos del primer caso, uno muy expresivo se encuentra en una carta de 1442, redactada en Zaragoza, en la cual doña María mostraba su perplejidad ante el comportamiento de mosén Anthón de Palafolls, que no satisfacía una manda del testamento materno para el monasterio del Carmen de Calatayud, poniéndose en peligro a sí mismo: A nos es fecha gran querella por part de los venerables religiosos e amados nuestros los prior e conuent del Monasterio del Carmen de la Ciudat de Calatayud, que no los haueys quesido pagar Tres mil sueldos, los quales vuestra madre, quondam, en su testament lexo al dito Conuent. E que los haueys siempre passados por palauras e que son passados ·XVII· anyos que les son deuidos. Desto nos marauillamos muyto, la qual marauilla nos tira otra, es a saber, de vuestra aduersidat, car no es cosa que mas prouoque la ira de Dios a dar persequoxions que menospreciar la memoria de los defunctos e no pagar lo que han mandado. E staes cierto que mentre no quereys pagar lo que vuestros padre e madre han

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ACA, CR, R. 3275, ff. 163-163v. ACA, CR., R. 3275, f. 163v.

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lexado, pobreza nos [no se] apartara de vos. Por tanto vos mandamos e vos encargamos que les pagueys su lexa o vos pongaes con ellos en tales terminos que sean contentos. E no les tardeys su paga contra su voler. En otra manera vos certificamos que, si querella nos es feyta, los prouehiremos de justicia. E en otra manera conosceriades que nos fariades desplazer e enoyo…72

En 1453 y para complacer a fray Johan Pérez, maestro de su capilla, y provincial de Aragón de la orden del Carmelo, la reina donó reliquias suyas de San Nicasio y San Honorato al mencionado monasterio de Santa María del Carmen de Calatayud.73 En cuanto al compromiso reginal con la órdenes que volvían a la observancia rigurosa de su regla primitiva, abundan los ejemplos referentes a las y los mendicantes, pero también poseemos otros testimonios distintos y substanciosos. Uno de ellos, datado en 1440, afecta al conflicto que enfrentaba a San Feliu de Guixols con sus benedictinos. La reina deseaba que el fiel consejero real y reginal, micer Ramón Díez (o Díaz) Papiol, y micer Bonanat Pere, doctor en leyes, intervinieran y mediasen entre las partes litigantes de modo que, sin menoscabar los derechos reales y de la villa, no se llegara a pleito con los frayles “maiorment ara que son reduhits a la vera obseruancia de Sent Benet”.74 En 1428, María de Castilla ya había fundado un convento de franciscanos observantes, Santa María de Jesús, en la ciudad de Valencia.75 De otro lado, aún puede profundizarse más en su deseo y empeño en que los seguidores estrictos de la orden de San Francisco se multiplicaran por los territorios de la Corona. Así, en su testamento, explicitaba que legaba a cada monasterio de predicadores observantes de Cataluña 1.500 florines de oro, y, acto seguido enumeraba otros centros de franciscanos observantes valencianos a los que dejaba diferentes cantidades, añadiendo una condición reveladora: al de Sanctus Spiritus que está cercano a Sagunto, si en los días de su vida adoptase la observancia, le concedería 1.100 sueldos reales de Valencia.76 Doña María se mostrará particularmente sensible durante décadas y hasta en su última voluntad, a la observancia de las órdenes mendicantes y moverá los hilos pertinentes para que se les ayude en la construcción y dotación de sus entidades. Una carta significativa en este sentido se encamina, en 1443, a mosén Berenguer d’Olms, gobernador del Reino de Mallorca, pidiendo que se envíe una copia si72

ACA, CR, R. 3020, f. 76v. ACA, CR, R. 3215, f. 68. 74 ACA, CR, R. 3007, f. 47v. 75 F. HERNÁNDEZ-LEÓN DE SÁNCHEZ, Op. cit., p. 46-47. D. BENITO GOERLICH, Op. cit., p. 67. 76 ARV, RC, nº 472, f. VIIIv. La reina María de Luna, fundadora de este centro monástico por el que se había introducido la reforma franciscana en la Corona de Aragón, lo dotó de un modo tan espléndido que entraba en contradicción con el propio espíritu reformista. De hecho, en 1456, Sanctus Spiritus fue expulsado de la reforma. Nuria SILLERAS FERNÁNDEZ, María de Luna. Poder, piedad y patronazgo de una reina bajomedieval, Zaragoza, 2012, p. 136-138. 73

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milar de la misma a los jurados y prohombres de la capital. En el documento, la reina remite a lo que ya es de sobra conocido: “segons per diuerses nostres prouisions porets veure, per la gran e feruent deuocio que hauem en lo benauentutat Sant Ffrancesch o la Religio o frares de aquell, singularment a aquells de la obseruança…”, ha concedido la licencia para construir y edificar cerca de aquella ciudad, sobre los tintes, un monasterio de frailes de la observancia con la advocación de Santa María de los Ángeles, constituyendo y colocando la fundación bajo protección, custodia y salvaguarda del rey y de ella misma. Dicho monasterio y sus frailes precisan vestimentas, libros, paños de altares y otras cosas imprescindibles para el servicio de Dios y para cantar el oficio divino, por lo que demanda al gobernador que participe en el gran mérito que supone dotar a dicha institución. Por otra parte, le asegura que espera que trabaje con los jurados, prohombres y con las personas de aquella ciudad que a él sea bien visto, puesto que conoce a las gentes, para que mueva sus voluntades y se consigan las prendas, libros y demás cosas necesarias para los frailes. Recibirá también en audiencia a maestre Berthomeu Catany, guardián del dicho monasterio, al cual debe escuchar atentamente porque le informará de todo con detalle y le transmitirá la voluntad de la reina. Deberá atenderlo con diligencia, puesto que espera que Catany regrese a Valencia antes de Cuaresma. Encomienda al gobernador al Monasterio y sus frailes para que los tenga en especial recomendación y favor y para que les evite cualquier molestia o turbación. Finalmente, la reina aprovecha la misiva para recordar al mandatario (y también a los jurados y prohombres de Mallorca) que el juego propicia el jurar y basfemar contra Nuestro Señor y su sagrada Madre, y contra los santos y santas de la corte celestial, lo que supone gran ofensa a Dios y además –y esto debe subrayarse- carga el alma de los príncipes (“gran offensa de Deu e carrech dels princeps”), por lo que le demanda que haga cesar el juego y lo que acarrea, tanto en la ciudad como en todo el reino de Mallorca.77 Para finalizar esta aportación, me gustaría abordar el tercero de los aspectos propuestos, el de la captación de fondos de las testamentarías, ilustrándolo con la edificación de San Antonio de Barcelona, puesto que no hace mucho que Teresa Vicens explicaba que no había habido avances en cuanto a los conocimientos sobre esta obra desde las breves notas que en 1916 aportó Carreras Candi y que luego fueron repetidas por otros historiadores.78 De otro lado, Vicens subraya que en la fábrica de San Antonio, en las tres arcadas de la fachada, figuran los escudos de Barcelona, del rey y de la reina (que reproduce). Así las cosas, considero que puede resultar de interés dar a conocer la serie de cinco cartas que la reina María, desde Valencia, en febrero de 1444, dirigió al sumo pontífice, al rey, a su consejero y procurador Guillem Ramón de Montpalau (con otra copia para “micer Pedro de Sancta Olaria, archiaca de Barchinona”), a los albaceas de dos testamentarías, la

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ACA, CR, R. 3029, ff. 37-37v. T. VICENS I SOLER, Op. cit. p. 241.

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de madona Palafolls y la de mosén March Garcés, y al ciudadano de Barcelona don Francesch Dezpla. La agencia reginal en esta obra está fuera de toda duda. La reina, que llevará adelante su propósito y lo hará a mayor gloria de su marido, es la lugarteniente de los territorios “cismarinos” de la Corona,79 mientras que Alfonso V está ocupado en sus negocios de Italia.80 En la carta que dirige a su esposo el día 15 de febrero de 1444 quedan manifiestos sus propósitos, así como el beneficio que el monarca podrá obtener de la promoción de su esposa: Molt alt e molt excellent Senyor Per la gran e singular deuocio que he al benauenturat Sant Anthoni, he procurat que vna petita Capella que hauia al Portal de Sant Anthoni de la vostra Ciutat de Barchinona sia conplida a vna gran Sglesia e construhit alli hun Monestir del orde del dit Sant. E com per obtenir algunes gracies apostolicals per a la dita Esglesia vage a nostre Sant Pare lo religios e amat frare Jaume Martina del dit orde, lo qual ab gran e feruent affeccio ha treballat e treballa en la dita obra que vinga a deguda perfeccio e effecte, supplich a vos, Senyor, placia a vostra gran Senyoria atorgar e manar fer letres fauorables per la dita raho al dit frare Jacme per al dit nostre Sant Pare. Vltra lo merit, Senyor molt excellent que ·V·S· ne haura, ho reputare a gracia singular a vostra excellencia, la qual Nostre Senyor guart prosper e conserue segons vostre reyal cor desija. E man a mi ço que li placia. Scrita en Valencia a XV de ffebrer del Any Mil CCCC XXIIII. Dirigitur Serenissimo Domino Regi. Senyor, vostra humil muller qui en gracia e merce vostra se recomana. La Reyna.81

En la misma fecha, el día 15, la soberana escribió al papa recomendándole a fray Jaime Martina (“frater Jacobus Martina”), pero creo que resulta muy ilustrativo del talante de la reina el de que doña María, cuando escribe tan humildemente

79 La faceta de la lugartenencia de las reinas aragonesas y especialmente de María de Castilla ha sido abordada en diferentes ocasiones por Teresa EARENFIGHT. Véase el citado The King’s Other Body. Además, Teresa EARENFIGHT, «Maria of Castile, Ruler or Figurehead? A Preliminary Study in aragonese Queenship», Mediterranean Studies, núm. 4 (1994), p. 45-61; Teresa EARENFIGHT, «Political Culture and Political Discourse in the Letters of Queen Maria of Castile», La Corónica, núm. 32-1 (2003), p. 135-152. Teresa EARENFIGHT, «Absent Kings: Queens as Political Partners in the Medieval Crown of Aragon», en Queenship and Political Power in Medieval and Early Modern Spain, Aldershot, 2005, p. 33-51. 80 Sin duda ella sería también, un año después, la principal promotora del Hospital de Nuestra Señora de Gracia de Zaragoza, del que se presenta como fundadora (ACA, CR, R. 3007, f. 49v.), por mucho que la institución fuera conocida también como Hospital del Rey. Una obra de referencia sobre el soberano: Alan RYDER, Alfonso el Magnánimo, rey de Aragón, Nápoles y Sicilia (1396-1458), Valencia, 1992, que ofrece una amplia bibliografía. 81 ACA, CR, R. 3269, f. 174.

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al pontífice y al rey, ya ha puesto en marcha toda la estrategia para conseguir dineros que financien el monasterio del que, una y otra vez, se nombra fundadora.82 De hecho, las cartas a los fideicomisarios de madona Palafolls y mosén March Garcés, así como las enviadas a sus consejeros, autoridades eclesiásticas y a su hombre de confianza, Francesch Dezplá, están redactadas el día 13 de febrero de aquel año, es decir, dos días antes. En la dictada para este último, confía en su labor intercesora para alcanzar sus fines, pues él, que conoce bien a los albaceas testamentarios, sabrá cómo convencerles para que colaboren: En Ffrancesch Dezpla. Nos scriuim als mamessors de mossen Garces e de madona Palafolls que de les peccunies dels mermessories de aquells, les quals han a distribuir en pias causes, donen aquella maior quantia que dar pugan en aiuda de la obra de la sglesia e Monestir de Sant Anthoni de aqueixa Ciutat de la qual nos som fundadora e hauem en singular e continua deuocio. En les quals letres acomanam a vos creença per dir e explicar los largament la deuocio e voluntat que hauem que la dita obra se auans es conplesca. Per queus pregam e encarregam molt stretament que participant en nostra deuocio e voluntat siats e parlets de nostra part ab los dits marmessors e sollicitets e induhiscats aquells, ab les plus abtes maneres e paraules que a vos sia vist, que nostra voluntat se conplesca. De aço, vltra lo merit quen reportareu, fareu a nos singular seruey…83

82 En M. C. GARCÍA HERRERO, «Aragón y el monasterio de la Trinidad de Valencia: la renuencia a financiar el proyecto de la reina María» y «Mulieres religiosae, predicación femenina y expectativas y actuaciones de doña María de Castilla, reina de Aragón», citados anteriormente, se comete el error de confundir este monasterio de San Antonio con la primera fundación clarisa del mismo nombre. Esta es una buena ocasión para advertirlo y subsanarlo. 83 ACA, CR, R. 3269, ff. 174v-175.

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MARÍA DEL CARMEN GARCÍA HERRERO

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