Darwin y su obra: sus implicancias en la Biología y la Medicina

July 23, 2017 | Autor: S. Martínez | Categoría: Biology, Medicina
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Descripción

Darwin y su obra: sus implicancias en la Biología y la Medicina
Stella Maris Martínez

"El hombre es tan arrogante que se cree una gran obra que ha necesitado la
intervención de un dios". Charles Darwin.


Resumen
El 12 de febrero de 1809 nacía en Inglaterra el naturalista que iba a
cambiar la manera de mirarnos, de pensarnos y de concebirnos. Así como la
teoría copernicana quitó a la Tierra del centro del Universo, la Teoría de
la evolución de las especies por selección natural de Charles Darwin -o en
justicia de Darwin-Wallace- descentró al hombre al colocarlo, sin ningún
privilegio, dentro del mundo biológico como una especie más, tan efímera en
términos evolutivos como cualquier otra. Más tarde Sigmund Freud
proseguiría la obra de demolición al mostrarnos que una porción importante
del psiquismo, el inconsciente, quedaba fuera del control de la razón y la
inteligencia humanas.


Hijo y nieto de médicos ilustres y exitosos, su abuelo Erasmus Darwin fue
también un gran naturalista, el joven Charles deambuló por la Universidad
de Edimburgo probando sin éxito estudiar Medicina hasta tomar la
inteligente decisión de alejarse de una formación que no lo complacía. Más
aun, la cirugía de la época horrorizó su espíritu sensible. En Cambridge
intentó estudiar para clérigo y también lo desechó. Lo antedicho no debe
hacernos pensar en un irresponsable sino en un espíritu original e
inconformista. Más que la formación sistemática en los colleges, fue su
relación personal con académicos notables –botánicos y geólogos sobre todo-
, a cuyas clases asistía voluntariamente, en un ambiente cultural de gran
respeto por la excelencia académica, lo que le permitió adquirir un
importantísimo bagaje de información acerca del "mundo natural" así como
de adiestramiento científico.


El viaje de un naturalista
Su viaje de cinco años alrededor del mundo constituyó una oportunidad única
para Darwin, un muchacho de 22 años, imaginativo, observador e inmensamente
curioso, con tanta determinación como para estudiar español cuando las
lecturas del trabajo de Humboldlt[1] lo decidieron a conocer Tenerife.
Debemos admirar la previsión del almirantazgo inglés que embarcaba en un
barco de exploración a un estudioso para que recolectara información sobre
la riqueza biológica de las tierras lejanas. Por cosas como éstas se forjó
el Imperio.

Durante todo su largo viaje al bordo del Beagle, incansablemente, Darwin
recolectó ejemplares de animales y vegetales, preparó y remitió a Londres
colecciones completas de pájaros, insectos y plantas que iban a cimentar su
prestigio de gran naturalista a pesar de su juventud. También registró en
su diario cuanta cosa le llamó la atención sobre los pobladores humanos. En
sus recorridos por tierra firme en nuestro país, admiró en sus guías la
resistencia física del gaucho, su maravillosa destreza con el caballo
–Darwin era un buen jinete- así como su cortesía y su código de honor.
Registró asombrado la resistencia al frío de los indios onas de Tierra del
Fuego. Y, por supuesto, admiró los fósiles de la megafauna pampeana y
patagónica.

Sin duda, lo que observó en el archipiélago de Galápagos, las Islas
Encantadas de los conquistadores españoles, un archipiélago sin mamíferos y
como tal un paraíso para aves y reptiles, fue determinante para la
elaboración posterior de su Teoría. En las islas existían varias especies
de pinzón, pájaros semejantes a gorriones. Aunque los pinzones de cada isla
eran semejantes entre sí y al pinzón de las costas de Ecuador en tierra
firme, el naturalista se asombró que los pájaros variasen según el hábitat
en que residían. El tamaño y forma del pico se ajustaban a formas de
alimentación distintas, desde picos cortos y fuertes en pájaros que
cascaban duras semillas, a largos y delicados en los que se alimentaban
extrayendo insectos de los orificios de troncos y ramas. Comprendió que
cada una de las islas tenía su tipo de pinzón adaptado a su propio ambiente
aunque conservando un claro parentesco entre ellos y con los pinzones del
continente. Las variaciones favorecían distintas adaptaciones, según las
características particulares del ambiente de cada isla.

A diferencia de los naturalistas de su tiempo, preocupados por descubrir
similitudes de forma que permitiesen los agrupamientos de los organismos,
piénsese en la obra del gran Cuvier[2], Darwin persistiría en asombrarse al
descubrir diferencias entre los individuos dentro de las mismas poblaciones
o entre poblaciones emparentadas. Esta novedosa manera de pensar daría
grandes resultados en el futuro.

La obra
De regreso en Inglaterra, la reflexión constante en torno a sus apuntes de
viaje y a los especímenes reunidos, se unió al estudio de la obra del
geólogo inglés Charles Lyell [3] quien sostenía, de manera muy
revolucionaria, que la superficie terrestre está sometida a cambios
constante como resultado de fuerzas naturales que actúan de modo uniforme
durante largos periodos de tiempo. Rechazaba de este modo la idea en boga
de diluvios sucesivos causantes de cíclicas extinciones masivas, idea
defendida por los catastrofistas.

Observó que resultaba evidente que de los muchos descendientes de cada
pareja, sólo algunos sobrevivían ya que "dada la rapidez con que los seres
vivos tienden a multiplicarse es inevitable que un gran número de los
mismos sea destruido, de otra manera su número se haría tan grande que
ningún país alcanzaría a albergarlos". Por eso lo atrajo poderosamente la
obra de Thomas Malthus[4], un economista inglés preocupado por las causas
de las guerras humanas. Malthus sostenía que la disponibilidad de alimentos
no podía aumentar a la misma velocidad que el crecimiento potencial de las
poblaciones humanas. Éste, por consiguiente, era frenado por las hambrunas,
las enfermedades y la guerra.

Conocía a fondo la labor de los criadores ingleses de perros y palomas
quienes, obviamente, deseaban mejorar sus especies pero que sólo podían
observar la diversidad de los recién nacidos en sus criaderos y esperar que
se produjeran pequeñas variaciones en el sentido esperado. Después
preparaban los cruzamientos entre los individuos escogidos. Esta técnica
conocida como selección artificial había permitido crear, por ejemplo, la
inmensa diversidad de razas de perros domésticos. ¿Era posible imaginar en
la naturaleza un proceso equivalente al paciente trabajo de los criadores?

Es notable el interés de Darwin por áreas de conocimiento que hoy
consideraríamos alejadas de las incumbencias de un biólogo. Su abordaje de
los problemas del mundo natural desde distintas miradas, sin intentar
reducirlos, contrasta con las ultraespecializaciones propias de la ciencia
de nuestra época, y sería otro pilar básico para la formulación de su
revolucionaria idea.

La Teoría de la evolución por selección natural empezó a tomar forma a poco
de regresar a Inglaterra. Sin embargo pasarían veinte años hasta que se
decidiera a publicarla. En esos años Darwin se casó y se mudo a una finca,
Down House[5], ubicada en el campo aunque próxima a Londres. Su solvente
situación económica familiar le daba independencia y una esposa cariñosa,
inteligente y comprensiva le permitiría llevar una vida tranquila y feliz,
dedicado a sus estudios. El parque de la casa, los invernaderos y la
campiña inglesa le brindaron lo que el denominaba "la materia bruta para
seguir con sus observaciones y experimentos".

Mucho antes de la publicación de su primer libro, Darwin se había
convencido que el fijismo era un error y que las especies se transformaban,
cambiaban, evolucionaban, y más importante aún, había encontrado un
mecanismo natural perfectamente capaz de explicarlo: la selección natural.
Según Darwin, la selección natural obra sobre variaciones individuales -no
hay dos individuos iguales en una población con reproducción sexual-
puramente casuales o aleatorias para permitir que se perpetúen los
individuos mejor adaptados. Opera a través de la reproducción diferencial
que es la diferente capacidad de los individuos para dejar descendencia.
Darwin afirmó que la clave del éxito evolutivo no dependía tanto de que el
individuo sobreviviese sino fundamentalmente de su capacidad para dejar
descendencia. El éxito, la verdadera eficacia residía, entonces, en dejar
una numerosa descendencia. Como consecuencia, cada generación aportaría más
y más modificaciones heredables, y este proceso gradual y continuo es la
causa de la evolución de las especies.

Darwin sostuvo que los organismos semejantes estaban emparentados y que
tenían un antepasado común. Más aun, todos los seres vivos habían derivado
de una especie ancestral única. Lo que implicaba que los seres vivos de
cualquier grupo -el hombre incluido- estaban emparentados y descendían
ancestros comunes. Todos los organismos vivientes podían remontarse a un
origen único de la vida, uno de los principios fundamental del
evolucionismo darwiniano.

No es difícil comprender por qué Darwin, un tranquilo caballero victoriano,
nada amante del escándalo y de la algarabía, sintió temor por el aquelarre
científico y social que la divulgación de su teoría iba a desencadenar. Su
propia esposa, mujer de firmes creencias religiosas, penaba al pensar que
en el cielo estaría separada de su agnóstico marido.

El círculo de sus relaciones científicas, a la vez leales amigos, entre los
que destacaba Thomas Huxley[6], insistía en que Darwin no demorase más la
publicación del libro sin lograr vencer su reticencia. Finalmente, un
suceso inesperado precipitó la decisión. En 1858, Darwin recibió en su casa
una carta desde las Indias Orientales. Un joven naturalista y geógrafo,
Alfred Russel Wallace, había desarrollado independientemente una teoría de
la evolución biológica por selección natural coincidente con la de Darwin,
aunque sin lograr reunir el impresionante cúmulo de pruebas y evidencias
del primero y, respetuosamente, pedía la opinión del afamado y prestigioso
científico. Pocos días después se leía en la Sociedad Linneana de Londres
un trabajo preliminar de Darwin junto con el enviado por Wallace.
Literalmente se había pateado el avispero y nada ya sería igual en el campo
de la Biología.

No existiendo razones de prudencia para demorar la publicación completa de
su trabajo, Darwin se abocó a la publicación del Origen de las especies, un
resumen de su amplísima obra que se publicó en 1859. El libro fue un best-
seller inmediato agotándose en pocos días. De ahí en adelante sus
reediciones han continuado sin interrupción hasta el presente.
La inclusión del hombre en el linaje común de los seres vivos y la
comunidad de descendencia fueron adoptada por la mayoría de los biólogos en
razón de su enorme poder explicativo. Sin embargo, muchos los consideraron
-aun lo hacen- un insulto imperdonable. La reacción adversa fue rápida y
feroz, aparecieron caricaturas del sabio con su cara y cuerpo de mono así
como encendidos opúsculos. Los ataques más furibundos a sus ideas no
provenían de sus contrincantes científicos, aunque también los hubo, sino
de sectores religiosos intolerantes. La idea de que los seres vivos habían
evolucionado por procesos naturales parecía una negación de la creación
divina y colocaba al hombre al mismo nivel que los animales. Darwin dejó
su defensa en manos de sus colegas más íntimos, particularmente en Huxley
quien se llamaba a sí mismo el bulldog de Darwin. Es célebre una
controversia pública que sostuvo con el Arzobispo de Canterbury. Al ser
preguntado burlonamente si descendía del mono por parte de madre o de
padre, Huxley relata en sus memorias que pensó que Dios había puesto en su
mano al arrogante religioso. Le respondió que prefería descender de un
humilde mono que usar el peso de su prestigio para agraviar y combatir con
falacias una idea científica sostenida con pruebas y evidencias objetivas.
Su triunfo fue completo.
Darwin pasó el resto de su vida escribiendo y ampliando diferentes aspectos
de su obra que sólo habían sido esbozados en El origen de las especies.
Entre sus últimos libros destacan: La variación de los animales y plantas
bajo la acción de la domesticación, La descendencia humana y la selección
sexual, y Expresión de las emociones en el hombre y los animales. Su
lectura no deja dudas que para Darwin la humanidad era una especie como
tantas, sometida a los azares de las variaciones individuales y puesta
permanentemente a prueba por la selección natural en un ambiente en cambio,
en lucha por la adaptación y la supervivencia y enfrentada al inexorable
destino de la extinción o la transformación.
Darwin murió en su casa, ya muy anciano, el 19 de abril de 1882. A
diferencia de tantos otros científicos, la importancia de su trabajo le fue
ampliamente reconocida y valorada en vida. Fue elegido miembro de la
Sociedad Real en Inglaterra y de la Academia Francesa de las Ciencias. Tras
su muerte su país le brindó el honor de ser enterrado en la Abadía de
Westminster junto a otro grande: Sir Isaac Newton.

"El hombre no desciende del mono: el hombre es un mono"
El proceso evolutivo de la humanidad -la hominización- fue bosquejado con
total acierto por Darwin quien señaló al chimpancé como la especie viviente
más cercana a Homo sapiens. Al decir de Alberto Kornblihtt [7] el hombre no
desciende del mono: el hombre es un mono, más precisamente, un mono
africano. En efecto, una gran evidencia fósil y estudios de Genética
molecular, indican que la especie humana actual se originó en África hace
unos 150.000 a 200.000 años.
Pequeños grupos de sobrevivientes- posiblemente menos de 10.000 individuos-
salieron de África huyendo de las terribles sequías de la era glacial, hace
50.000 a 60.000 años. Estos supervivientes –agotados pero ingeniosos e
imaginativos- colonizaron los demás continentes con bastante rapidez. En
este proceso fueron reemplazando a las demás especies homínidas que
encontraban, por ejemplo al Hombre de Neandertal, un homínido europeo
extinguido hace 30.000 años.
De aquellos fugitivos africanos descendemos todos. El hombre actual no fue
la única especie de homínidos que existió, pero sí la única que sobrevivió.
Como todas las especies actuales, somos la punta visible de un largo y
errático proceso evolutivo que ha llevado a la extinción al 90% de las
especies que han existido.
La Teoría de la Evolución por selección natural, una de las ideas más
originales de la historia del pensamiento humano, causó una revolución
científica que aun mantiene su vigencia. Cumple con todas los
características enunciadas por Khun [8]: rechazó de plano el paradigma
vigente: creacionismo y fijismo; cambió los problemas disponibles para el
escrutinio científico y, más importante aun, transformó el modo en que se
verían e interpretarían los fenómenos disponibles al estudio de la ciencia.
Nada comparado con el impacto emocional que produjo y que produce descubrir
nuestra "soledad total, nuestra radical foraneidad, en un Universo sordo a
nuestra música, indiferente a nuestras esperanzas, a nuestros sufrimientos,
y a nuestros crímenes." [9]
Como sucede con las teorías científicas sufrió crisis y evolucionó para
aumentar su poder explicativo y predictivo. Absorbió la enorme, decisiva
contribución de la Genética, de la Biología de Poblaciones y de la
Paleontología transformándose en Neodarwinismo a mediados del siglo XX. Los
aportes y las críticas han continuado porque así es el mundo de la ciencia,
un sistema vivo y no anquilosado. Han sido particularmente valiosas las
críticas y contribuciones de los paleontólogos N. Eldredge y S. Gould
quienes en los 70s objetaron que el cambio gradual conduzca a la aparición
de nuevas especies y son los autores de la Teoría del Equilibrio Puntuado
[10].
El Darwinismo en la escuela: Yo señor? no señor
A 150 años de su formulación, el darwinismo sigue siendo encarnizadamente
combatido por sectores vinculados al extremismo religioso. Por estas
(sin)razones, en Estados Unidos su enseñanza a los niños fue prohibida por
ley en varios estados y se llevó a juicio a maestros valientes que pese a
la prohibición se atrevieron a difundirla. La historia de estas absurdas
persecuciones, tan comunes en la historia de la intolerancia humana, hasta
dio pie a una obra de teatro y a la filmación de una película[11].
Parecería que la pretensión es mantener al darwinismo dentro de los
cenáculos científicos, donde al parecer no causa problemas, evitando que
sus notables implicancias filtren en la cabeza del ciudadano de la calle.
Hace pocos meses, la que esto escribe, escuchó azorada a un ministro
religioso del Islam, panelista invitado unas Jornadas de Bioética en
nuestra ciudad, referirse con virulencia a las nefastas consecuencias de
enviar a los jóvenes a la Universidad donde recibirán lecciones ateizantes
sobre Teoría de la Evolución[12]. Estos ataques siguen siendo una gran nada
de ciencia y una enorme cantidad de prejuicios e ignorancia.
En nuestro país, el darwinismo es una asignatura pendiente en la educación
de básica de niños y jóvenes. No porque esté prohibido, al contrario, la
enseñanza de la Teoría de la Evolución ingresó desde hace años en los
programas de la escuela primaria y secundaria. Sin embargo, por razones
misteriosas, la evolución humana aparece como contenido a desarrollar en el
campo de las ciencias sociales, cuando la hominización es sólo el caso
particular de la evolución de nuestra especie y la Teoría de la Evolución
por selección natural es el paradigma central de la Biología contemporánea.
Uno de los principales problemas es que no se ha capacitado a maestros y a
profesores de escuela media para dar cuenta de estos saberes, y en
consecuencia siguen impartiendo, la más de las veces, opiniones, prejuicios
y pareceres.
La Medicina evolucionista:
En la Facultad de Medicina de Rosario, la enseñanza curricular de Teoría de
la Evolución y de la Hominización formó parte del Programa de Biología
desde sus inicios, intentando conectar su aprendizaje con la Medicina para
ir facilitando al futuro médico una visión evolutiva de la salud y la
enfermedad. Actualmente, esos contenidos se mantienen en Crecimiento y
Desarrollo y Nutrición. Aunque claramente insuficientes, entre otras
razones porque no se retoman a lo largo de la curricula, estos aprendizajes
convierten a la Facultad de Medicina en pionera ya que, aun hoy, la Teoría
de la Evolución es una asignatura pendiente en muchos programas de Medicina
en el país.
Cuesta entender el por qué de esta omisión porque ¿cómo comprender sin una
perspectiva evolutiva la explosiva pandemia actual de obesidad, uno de los
mayores problemas de salud pública mundial? Es necesario pensarla en el
contexto de la desadaptación genético-ambiental de Homo sapiens cuyo genoma
permanece en estasis evolutivo[13] desde hace decenas de miles de años
enfrentando a un ambiente (sobre todo nutricional en este caso) que inició
su drástica modificación con la revolución neolítica[14] y ha acelerado su
modificación con el fast-food de las últimas décadas. ¿Cómo comprender la
hipótesis de genotipo eficiente de la diabetes mellitus de James Neel[15],
[16]? Los médicos debemos entenderlo porque la Medicina evolucionista ha
venido para quedarse.
A modo de conclusión:
Lamarck[17], uno de los primeros naturalistas en sostener el evolucionismo
gradualista de las especies en contra el fijismo, erró al sostener que los
individuos podían heredar los caracteres adquiridos por sus ancestros. Sin
embargo, en el plano de la cultura, una de las características de la
humanidad tiene sabor lamarckiano: somos capaces de evolucionar
culturalmente y de transmitir lo aprendido de generación en generación.
Seguramente los avances de la genética molecular y el incesante trabajo de
biólogos y paleontólogos tanto en terreno como en el laboratorio
significarán aportes enormes que enriquecerán la comprensión de cómo se
produce la evolución biológica. Algunos supuestos podrían ser socavados,
surgirán aportes inesperados que posibiliten nuevas síntesis. La teoría de
Darwin, desafiada desde el conocimiento y no desde el prejuicio, podría
entrar en crisis en pos de alcanzar una ampliación de la explicación
evolutiva. Si así fuese, Darwin interesado, sonreiría en Westminster.





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[1] Alexander von Humboldt. Célebre geógrafo y viajero alemán, escribió:
"Los habitantes de Canarias ofrecen los rasgos característicos de la
población montañesa e insular a la vez. Para apreciarlos debidamente, no
basta con verlos en su misma patria". En: Voyage, 1799.
[2] George Cuvier. Naturalista francés, uno de los fundadores de la
Anatomía Comparada y de la Paleontología.
[3] Charles Lyell: Principios de Geología. 1833
[4] Thomas Malthus: Sobre las limitaciones del crecimiento de las
poblaciones. 1798
[5] Down House. Integramente restaurada, ha sido abierta como museo en
conmemoración a los 200 años del nacimiento de Darwin
[6] Thomas Huxley: realizó un brillante trabajo en el campo biológico.
Fascinado por las ideas de Darwin se transformó en su principal defensor
explicándola y defendiéndola en artículos y conferencias
[7] Alberto Kornblihtt. Biólogo molecular e investigador argentino.
[8] Thomas Kuhn. La estructura de las revoluciones científicas.1962
[9] Jacques Monod. Biólogo francés y Premio Nobel de Medicina. 1970
[10]Teoría del Equilibrio Puntuado. Sus defensores autores sostienen que
las poblaciones poseen mecanismos de homeostasis genética que mantienen la
constancia de las características fenotípicas e impiden los cambios
evolutivos importantes en las poblaciones, aunque permitiéndoles mantener
"escondida" una considerable cantidad de variancia genética. Según Eldredge
y Gould, la macroevolución que conduce a la aparición de nuevas especies,
se produce como consecuencia de una drástica y brusca alteración de los
mecanismos de homeostasis genética. Estos quiebres se producirían sobre
todo en poblaciones pequeñas, aisladas y sometidas a abruptos y sostenidos
cambios ambientales. La homeostasis genética se quebraría después de largos
períodos de estabilidad en un punto o nodo comenzando un proceso evolutivo
relativamente rápido de unos pocos miles de años. A continuación la nueva
especie, con cambios muy profundos en sus caracteres, recobra la
estabilidad. La teoría insiste que la especiación sólo es posible en
períodos revolucionarios de extrema inestabilidad ambiental
[11] Heredarás el viento: obra de teatro y película inspiradas en el
llamado "Juicio del Mono" (1925) del estado de Tennessee contra el maestro
John Scopes por enseñar la teoría de la evolución en una escuela secundaria
en contra de lo que establecía la ley
[12] Primeras Jornadas de Bioética del Foro. Rosario, noviembre 2008.
[13] Estasis evolutiva: ausencia de evolución comprobada en algunas
especies durante miles y aun millones de años.
[14] Revolución neolítica: hace referencia a la invención de la agricultura
y la ganadería 10.000 años atrás. Entre otras consecuencias el hombre se
hizo sedentario y la alimentación se hizo abundante en cereales.
[15] James Neel: Diabetes mellitus: a thrifty genotype rendered detrimental
by progress? Amer J human Genet 14, 353. 1962. y también Neel JV: The
thrifty genotype revisited. In: Köbberling J., Tattersall R. Eds. The
genetics of diabetes mellitus. Academic Press. London-New York, p 283.
1982.
[16] A partir de la observación del aumento brusco de diabetes tipo 2 en
grupos humanos de cazadores recolectores y de agricultores pobres durante
su proceso de rápida incorporación de la alimentación y del estilo de vida
sedentario "occidentales", el genetista James Neel sugirió que en estas
poblaciones prevalecía un "genotipo eficiente". Uno de los mecanismos
propuestos para explicar la hipótesis del genotipo eficiente, acotado a la
diabetes tipo 2, es que, debido a una menor densidad de receptores
insulínicos en hígado y músculo y una consecuente resistencia a la insulina
en dichas células, el genotipo "rústico" o "frugal" promueve el
almacenamiento más eficiente de reservas en forma de grasa en los momentos
de abundancia de alimento. Disponer de depósitos de grasa es beneficioso
durante la escasez, en un escenario alternante de abundancia y hambre,
condiciones que habrían prevalecido durante muchísimas generaciones. Pero
si el acceso al alimento abundante se hace continuo, el genotipo eficiente
se torna desadaptativo al ambiente ya que induce el desarrollo de
resistencia a la insulina e hiperglucemia. El páncreas intenta compensarla
con sobre producción de insulina que resulta en el proceso escalonado de
obesidad y diabetes conocido como "diabesidad". La capacidad compensatoria
del páncreas es variable tanto en humanos como en modelos animales pero, al
ir claudicando las células beta, se instala una diabetes manifiesta y
progresiva (SM Montenegro. Tesis doctoral. 2003).
[17] Jean Baptiste Lamarck. Naturalista francés. Precursor de la teoría de
la evolución biológica, sostuvo la existencia de una evolucion gradual de
las especies y un mecanismo natural de cambios. Defendió erróneamente la
herencia de los caracteres adquirido.
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