Culturas religiosas y nacionalismo

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Culturas religiosas y nacionalismo Ezer R. May May CIESAS Peninsular

Ha terminado un año, hemos presenciado y escuchado hechos que nunca nos imaginábamos. La sociedad cambió, cambia, está cambiando y no dejará de cambiar. La religión es una de tantas que ha sufrido transformaciones. Después de tantos siglos de Colonia, en los que la Iglesia católica ejercía un alto grado de dominio, el protestantismo irrumpía con su crítica a la fe que promovían los frailes; pero fue hasta el siglo XIX con la Independencia que los colportores (distribuidores de Biblias) tuvieron presencia en México formando una alianza con los liberales que buscaban una reforma social, política y económica. En esta búsqueda, no sólo participaron los protestantes, masones o todo aquel no católico, incluso algunos curas y sacerdotes asumieron un papel importante. La forma de ser católico cambió, y los protestantes se incluyeron al abanico religioso mexicano. La presencia protestante era peligrosa para la unidad católica, según el clero; los mexicanos eran por naturaleza católicos. Aunque no cualquier catolicismo, sino el derivado de la clase criolla y no española. Esta división fue notoria desde que Fray Servando Teresa de Mier pronunció un sermón frente al Virrey, al arzobispo y la Audiencia el 12 de diciembre de 1794 para la Colegiata de Guadalupe. Este sermón le costó su exilio, pues sustentaba una evangelización anterior a la llegada de los españoles en tierras americanas, por lo que Mier procuraba quitarle los títulos de dominio de España sobre América en el campo religioso y teológico. Fray Servando arguyó que el evento milagroso que presenció Juan Diego en el cerro de Tepeyac fue mucho antes de la Conquista. Aquí encontramos el mito de la nación mexicana como católica. Digo mito, porque lo que no es real es que todo mexicano necesariamente es católico frente a una vasta población indígena que siguió con sus propias prácticas religiosas. Con el estallido de la Revolución Mexicana, los protestantes demostraron estar dotados de un nacionalismo, al oponerse a Díaz y buscar un cambio que reivindicara a la población frente a la llamada dictadura porfirista. Los gobiernos pos-revolucionarios buscaron exiliar al clero extranjero de aquella institución retrograda: la Iglesia. Este fue un duro golpe a la clerecía, pues muchas parroquias y curatos fueron desatendidos; mientras, los misioneros protestantes supieron acatar los decretos de los gobiernos revolucionariosconstitucionalistas. A pesar de eso, en 1914 decidieron retornar a la unión americana. Muchos protestantes cubrieron puestos públicos en el periodo carrancista y callista, como Moisés Sáenz, presbiteriano, quién impulsó la educación secundaria y las misiones culturales. El gobierno no fue cómplice de los protestantes, pero sí permisivo. Esta simpatía con ellos, se debió en gran parte a que los misioneros norteamericanos apoyaron la no-intervención armada gringa en 1914, ya que según ellos, México debería seguir su propio camino. Los protestantes, tanto misioneros como ministros locales ejercieron un sentimiento nacionalista particular: los misioneros abogaban por la soberanía mexicana y algunos pastores mexicanos impulsando programas pro-unidad nacional. Nos encontramos frente a dos culturas religiosas, cada cual con su propio nacionalismo mexicano. La católica derivada de la lucha de Independencia y la protestante emanada de la Revolución Mexicana. Hasta ahora han sido percibidos como dos bloques contrapuestos en constante conflicto, sea de carácter pasivo o activo.

Actualmente, podemos percibir algunos sincretismos en ambas a nivel popular. Nada extraño para la antropología, pero sí interesantes. La gran sorpresa de este año fue, la dedicación de una canción evangélica a la Virgen de Guadalupe transmitida por televisión a nivel nacional. Cuando decimos cultura religiosa, incluye toda práctica, cosmovisión y sus respectivos productos religiosos, como la música y las canciones. Es así, que una canción escrita e inspirada por una artista evangélica fue prestada y dedicada a la Virgen. La canción “supe que me amabas” de Marcela Gándara contiene un mensaje de redención al Dios evangélico, connotando parte de la doctrina protestante. Esto es normal, la cantante fue educada en una congregación evangélica, formando parte del Ministerio de Alabanza de su iglesia local. La cultura evangélica en su expresión musical tocó y entró hasta la casa principal del catolicismo y en el evento trascendental del guadalupanismo; claro, de una manera fácil y poco conflictiva pues no degrada la idolatría y tampoco explicita que es dirigida al Dios trino. Por tanto, la música evangélica está poseyendo un cierto universalismo en sus mensajes y discursos; en contraste del celo denominacional del protestantismo mexicano del siglo XX que defendía la distinción entre las mismas iglesias protestantes (presbiterianos, bautistas, metodistas, congregacionalistas, episcopalistas, etc.). Es así, que la cultura evangélica se ha transformado y en consecuencia introduciéndose y modificando el repertorio musical católico y guadalupano.

Fecha: 01-01-2016 Periódico Por Esto! http://www.poresto.net/ver_nota.php?zona=yucatan&idSeccion=1&idTitulo=450389

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